D. José Luis González Aullón, Vicepresidente de nuestro Consejo nacional, dirigió emotivas palabras a los presentes, previamente a la celebración de la Eucaristía en las que, en su condición de representante de la Adoración Nocturna Española felicitó a los Adoradores de la Sección de Pilas en el Centenario de su fundación y que transcribimos a continuación:
" Excmo. y Rvdmo. Cardenal,
Ilustres concelebrantes,
Miembros del Consejo Diocesano de Sevilla y de las Secciones de la diócesis,
Queridos adoradores y adoradoras que habéis querido asistir a esta celebración.
Sólo unas breves palabras en nombre del Consejo Nacional de la Adoración Nocturna Española, al que esta noche me honro en representar.
Conmemoramos hoy en Pilas los 100 años de existencia de una obra esencial. La adoración a la Eucaristía es, realmente esencial para la vida de un bautizado, puesto que la Eucaristía nos une íntimamente al sacrificio redentor de Cristo y ¿qué otra cosa debe hacer un cristiano en este mundo, sino configurarse con Cristo y seguir el Camino que Él mismo nos señaló?
En estos 100 años, sin duda han sido innumerables los frutos, conocidos o desconocidos, que se han obtenido por causa de la Adoración Nocturna en Pilas.
Dos sentimientos nos invaden hoy en esta conmemoración: gozo y agradecimiento a nuestros mayores por habernos legado esta maravillosa obra; pero dejadme comentar algo respecto al futuro; necesitamos dos cosas: perseverancia y crecimiento.)
Perseverancia. Al igual que hicieron nuestros mayores, no neguemos este enorme beneficio a nuestros hijos y nietos. Será nuestra mejor herencia. Pero pensad que la clave de la perseverancia es la fidelidad a los principios fundacionales de la obra instituida por D. Luis de Trelles.
Cuando se celebró el centenario de la fundación de la primera Sección en Madrid, nuestro querido y llorado D. Salvador Muñoz Iglesias escribía “La Adoración Nocturna Española cumplió 100 años porque no perdió su identidad, porque supo ser fiel al ideario que le diera origen”.
Sólo quiero señalar uno de ellos: No temamos el sacrificio pues forma parte integrante de nuestra actitud reparadora de las continuas ofensas que recibe el Santísimo Sacramento, especialmente en las horas de la noche en las que celebramos nuestras vigilias.
Crecimiento. Se los llena el corazón con ansias de llevar a otros los beneficios que experimentamos en nuestras vigilias. Queremos – y debemos – propagar nuestra obra con nuevas secciones, nuevos turnos, nuevos adoradores… Crecer, crecer, crecer… Pero primero debe crecer en nuestro interior la más auténtica y genuina devoción a la Eucaristía, pues, “de lo que abunda en el corazón habla la boca”. Eso es lo que hemos de propagar, la devoción a Jesús Sacramentado, y no tanto una estructura donde practicarla.
Seamos cada día más profundamente devotos, atendamos a nuestra vocación de adoradores como Dios quiere, seamos conscientes de que nuestro apostolado depende del alimento que recibimos en la Eucaristía y seamos fieles al compromiso que hemos adquirido al adorar al Señor en el silencio de la noche, en representación de toda la humanidad y en nombre de la Iglesia.
¡Adorado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
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