lunes, 26 de diciembre de 2011

OBITUARIO

Ayer 25 de diciembre fallecía en Jaén, D. ERNESTO AGUILAR AZAÑON, Adorador nocturno ejemplar; verdadero motor dentro del Consejo Diócesano de ANE en JAÉN el que en razón a sus méritos alcanzados fue designado PRESIDENTE DIOCESANO EMERITO. Durante muchos años alterno sus funciones en aquel Consejo con sus servicios como Vocal dentro del Consejo nacional de la A.N.E, del que recibió un emotivo homenaje al cesar, por motivos de edad en sus funciones. Se da la circunstancia que en breves fechas anteriores falleció un hijo suyo lo que nos permite opinar que ha sido una Gracia para él y su familia pensar que ambos entrarán de la mano a la Presencia del Señor. Muy querido por quienes tuvimos la dicha de conocerlo, del Consejo Diocesano de Sevilla, unamos nuestras oraciones coincidiendo con la Misa funeral que tendrá lugar, D.m. el próximo día 11 de enero en su ciudad. A su viuda, Anita, demás familiares y Adoradores queridos de su Diócesis, mi más sentido pésame, C.M.S.

Fecha: 26/12/2011

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TEMA DE REFLEXIÓN para ENERO 2012

La Penitencia (I).- Necesidad

“Puesto que la vida nueva de la gracia recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza humana ni la inclinación al pecado (esto es, la concupiscencia), Cristo instituyó este sacramento (la Penitencia) para la conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado” (Compendio del Catecismo, n. 297).

La posibilidad de pecar, de abandonar el proceso de conversión en “hijo de Dios en Cristo”, de actuar contra la Fe, Esperanza y la Caridad, está siempre presente en la vida del cristiano y le acompañará hasta el fin de su estancia en la tierra. La vida humana es tiempo de libertad y de búsqueda amorosa de la unión con Dios, en libertad de espíritu.

La "iniciación cristiana" que ha comenzado a germinar en el hombre al recibir los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, puede interrumpir su crecimiento si el hombre cede ante la tentación y comete el pecado.

El Sacramento de la Penitencia confiere una gracia particular de purificación y de arrepentimiento. Cristo lo instituyó "para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación" (Catecismo, n. 1446).

Una vez cometido el pecado, el hombre puede caer en la tentación de separarse de Dios, de aislarse en sí mismo, por miedo y falso temor a Dios, pensando que Dios no lo va a perdonar nunca.

El hombre debe convencerse de que Dios siempre espera que el pecador “se arrepienta y viva”. Dios jamás abandona al hombre, por muy radical que la separación llegue a ser por parte del hombre, y quiere que el hombre se convenza de que todo pecado puede ser perdonado.

Es verdad que el hombre siempre puede rechazar a Dios. No puede impedir, sin embargo, que Dios le busque, que Dios le salga al paso. El hombre puede olvidarse de Dios, pero Dios no se olvida nunca del hombre.

En el sacramento de la Penitencia, que también se llama de la Reconciliación, del Perdón, de la Confesión y de la Conversión, Dios sale al paso del hombre para perdonar sus pecados y devolverle la confianza en Dios Padre, Creador; en Dios Hijo, Redentor; en Dios Espíritu Santo, Santificador.

¿Se perdonan todos los pecados, también los más graves y abominables que el hombre pueda cometer?

Así lo ha señalado Jesucristo, quien al instituir este Sacramento no estableció ningún límite a la acción que encomendaba a los Apóstoles:

“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23).

Las palabras del Señor a propósito de los pecados contra el Espíritu Santo, parecen indicar lo contrario: “Todo pecado y toda blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro” (Mt 12, 31).

¿Quedan de verdad “retenidos” estos pecados?
Estas palabras no reducen el alcance de la Redención que Cristo nos ganó. Significan, por tanto, que quien rechace el arrepentimiento, la invitación de Cristo a la penitencia, no recibe el perdón. La obstinación en el pecado, en no arrepentirse, en no pedir perdón, es el verdadero pecado contra el Espíritu Santo. Dios, que ha creado al hombre libre, concede el perdón de sus pecados a quien, arrepentido, le pide ser perdonado. El pecado contra el Espíritu Santo es precisamente el de no pedir perdón.

Los únicos pecados que son retenidos son aquellos de los que el pecador no se arrepiente, no reconoce su pecado y, por tanto, tampoco pide perdón. Dios cuenta con la voluntad, la libertad del pecador para perdonarlo y reconciliarlo con Él. Le ofrece su perdón y su confianza; pero el pecador siempre puede rechazar ese gesto amoroso de Dios.

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Cuestionario


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¿Me doy cuenta de la realidad del pecado; de la realidad de tantas ofensas a Dios que tienen lugar cada día en el mundo; y del mal que el pecado hace al hombre?

¿Me acerco al sacramento de la Confesión con plena confianza, como se acercó el hijo pródigo a su padre?

¿Perdono las ofensas y el mal, que me hacen a mí? Y ¿pido perdón por el mal que yo pueda hacer a mis semejantes?





sábado, 3 de diciembre de 2011

TEMA DE REFLEXIÓN, previa a la VIGILIA del mes de Diciembre

La Confirmación (II)

La acción del Espíritu Santo, que fortalece en primer lugar el interior de la persona del creyente, se refleja hacia el exterior, en la condición social del hombre y en sus actuaciones públicas.

Recordemos brevemente los efectos de la Confirmación en el alma del bautizado:
-“nos introduce más profundamente en la filiación divina, al sabernos “hijos de Dios en Cristo”; y, por tanto, nos une más firmemente a Cristo;

-aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, ciencia, consejo, fortaleza, piedad y temor de Dios;

- nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no avergonzarnos jamás de la cruz" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1303).

La Confirmación, por tanto, subraya con claridad la dignidad a la que han sido llamados los cristianos: a vivir con Dios y en Dios, siendo hijos de Dios, y manifestando la grandeza de este vivir en Cristo, con sus obras y con sus acciones, porque estamos llamados también a ser testimonios vivos de la vida –en el cielo y en la tierra- de Cristo muerto y resucitado. Testimonios, por tanto, no sólo de la presencia y estancia de Cristo en el tiempo y en el ahora de la vida de los hombres, sino también, del vivir de Cristo en la eternidad del Cielo.

Vivir con Cristo, guiados por el Espíritu Santo y participando de la naturaleza divina, implica una plenitud de vida, una riqueza de espíritu, que lógicamente se traduce en testimonio de la vida de Cristo entre nosotros, en medio de las más variadas situaciones del vivir.

La vida del cristiano confirmado tiende a convertirse en un testimonio real del vivir de Cristo. Porque esta vida en Cristo es también vida de Cristo en nosotros, y no sólo es el Espíritu Santo que clama dentro de nosotros "¡Abba, Padre!”, es también Cristo que nos une a su sacerdocio y nos hace vivir a todos los fieles cristianos, miembros de la Iglesia, su propio sacerdocio de ofrecimiento, de intercesión, de reparación, de acción de gracias a Dios Padre.

En verdad podemos decir que la acción del Espíritu Santo que recibimos en la Confirmación, nos une tan firmemente a Cristo, nos ayuda a identificarnos con Él, a hacer que el mismo Cristo crezca en nosotros en espíritu. Un crecimiento que guarda cierta analogía -salvadas lógicamente todas las distancias, como ya hemos dicho- con el crecimiento de Cristo en María, en la carne de María.

Cuando consideremos los Dones del Espíritu Santo, y sus Frutos en nuestro yo, subrayaremos la realidad de la conversión del cristiano en el mismo Cristo, que hace posible desarrollar la capacidad de entender y de actuar para dirigir todo al bien, "al bien de quienes aman a Dios".

Jesucristo manifestó con toda claridad la existencia del Espíritu Santo, la realidad de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad y prometió enviarlo a los hombres. Primero, lo recibieron los Apóstoles en Pentecostés; ahora nos lo envía a nosotros cuando recibimos los Sacramentos.

Y el Espíritu Santo nos da la fuerza para “confesar la fe en Cristo públicamente”.

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-¿Me doy cuenta de que al recibir el Espíritu Santo en la Confirmación, mi espíritu recibe una gracia especial para orar, para adorar a Dios?

-¿Tengo la valentía de manifestar mi fe y, especialmente, mi fe en la Eucaristía, incluso entre personas que blasfeman contra Dios y contra Cristo?

-Llevar a un amigo con nosotros para adorar al Señor en el Sagrario es una fuente de gozo para nuestra alma, ¿le pido a la Virgen que me dé la audacia de hacerlo?

lunes, 21 de noviembre de 2011

ALEGREMOSNOS, EL ESPÍRITU SANTO DECIDIÓ


Carta abierta a los Adoradores nocturnos D. Eduardo Cáceres Gamito y D. Rafael Corrales Ruiz, candidatos a Presidente del Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna Española, cuya elección queda reflejada en el artículo anterior
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Queridos Rafael y Eduardo: Permitidme me dirija a vosotros de manera conjunta; a los dos quiero felicitaros por vuestra disposición a continuar con la labor honorable de servir al Señor desde ésta su parcela de Adoradores Nocturnos.

Tu, Rafael te vas a encontrar al frente de un Consejo Diocesano lo que te supondrá algún esfuerzo material pero vas a recibir toda clase de ayudas por parte del Señor y confío que también lo tendrás de parte de todos los que hemos participado en la Asamblea del pasado sábado, comenzando por nuestro hermano Eduardo.

Recordareis mis comentarios en los contactos con los distintos Grupos de zonas con los que me reuní: recomendaba nos situasemos en nuestra condición de hijos de Dios pertenecientes a una Asociación religiosa, evitando toda clase de comparaciones con otro tipo de elecciones; al Señor, sí al Dueño de la Viña solicité que mis palabras despertasen sentimientos; en la Parroquia de Paradas observe tu mirada, Rafael; tu predisposición y entrega para todo lo relacionado con ANE por parte de ti, Eduardo.

Eduardo, comprobé tu ilusión; continua con ella, el Señor nos está hablando de contínuo y se apoyó en Pedro, Santiago y Juan incluso para mostrarle su Gloria en el Monte, cuando su Transfiguración; El a través del Espíritu Santo ha sido quién al elegir a Rafael ( Pedro ), tendrá reservado para tí otra gran alegría que si bien no se nos ha dado a conocer aún, lo celebraremos igualmente en su momento.

Estas elecciones a mí me han valido muchísimo para reafirmar mi FE; en la reunión previa a la determinación de los candidatos, repetíamos todos la Gracía invocada del Espíritu para que El fuese quien iluminase nuestros corazones y el de todos los Adoradores que participasen en la Asamblea; quizás pocos tenían un conocimiento suficiente como para elegir a la persona idónea; hubo respuestas a consultas que se nos hacian llegar a las que particularmente contesté como me presumo hicieron el resto los Consejeros " ponedlo en manos del Señor, que El nos ilumine "

Fue preciso una sóla elección, porque con la mayoría simple quedó claro lo que el Señor disponía; por ello, de nuevo Felicidades Rafael porque has sido llamado para Misión del Señor y Felicidades Eduardo porque el Señor no va a permitir quedes ocioso.

Eliminemos pensar se ha salvado el escollo, una vez más de las elecciones a las que aparentemente es dificil buscar candidatos; en esta ocasión los ha habido y gracias a Dios, Nuestro Señor, ambos extraordinarios.

Llama la atención que el elegido quizás sea el Presidente del Consejo Diocesano más joven en su historia; en el año de las JMJ, El Señor llamó a un Joven para el CD de ANE en Sevilla. ¡ Bendito sea el Señor ¡

Un fuerte abrazo a los dos, felicidades a vuestras familias a las que he tenido presentes en los momentos vividos.

Para terminar un ruego, cuándo estemos delante del Sagrario, acordemosnos y oremos por todas vuestras/mias intenciones.

Vuestro hermano, Cayetano

NUEVO PRESIDENTE, ELECTO, DEL CONSEJO DIOCESANO DE ANE EN LA DIOSCESIS DE SEVILLA

En la Asamblea General y de Elecciones celebrada el pasado 19 de noviembre resultó elegido para el cargo de PRESIDENTE DIOCESANO de la Diócesis de Sevilla, D. RAFAEL CORRALES RUIZ al alcanzar la mayoría simple en el primer recuento.

Natural de Écija, casado, tiene dos hijos, ambos han iniciado su vocación en una Orden Religiosa de Monjas y en el Seminario Menor el otro; en la actualidad es el Presidente de la Sección de Écija de la Adoración Nocturna Española, también es Delegado de Cultos de la Hermandad del Valle, Patrona de la ciudad.

El Consejo Diocesano se ocupa en estos momentos de la comunicación al Sr. Arzobispo de dicha elección, solicitandole su aprobación a la elección realizada.

A todos quienes llegue la presente comunicación, rogamos imploren al Señor su Bendición y los Dones de su Espíritu que ayuden a Rafael a dirigir éste Consejo Diocesano.

MIS PALABRAS DE DESPEDIDA DE LA ASAMBLEA DEL CONSEJO DIOCESANO

Ha transcurrido el tiempo desde que el 14 de noviembre de 2004 fui elegido para Presidente Diocesano por un periodo de tres años, siendo reelegido para otro periodo de cuatro años según establece nuestro actual Reglamento.

Al término de mi servicio a la Adoración Nocturna Española dentro de nuestro Consejo Diocesano, doy las gracias a Nuestro Señor y le ofrezco los frutos alcanzados.

En esta última semana del tiempo ordinario con la que acaba el ciclo A del año litúrgico, me llena de satisfacción meditar sendas lecturas evangélicas de San Mateo y San Lucas que vienen a coincidir en el fondo: el uso de los dones recibidos del Señor, porque me considero en mi examen interior que los frutos alcanzados por este Consejo Diocesano han servido para no llegar ante el Dueño de la Viña con las manos vacías.

No he de repetir de nuevo aquellos logros alcanzados a nivel organizativo que se han conseguido y que nuestro Secretario tan detalladamente ha expuesto; son todos fruto del empeño con el que se han llevado a cabo por parte de las personas componentes de la Mesa de Trabajo del Consejo Diocesano que han intervenido en su realización.

Cabe resaltar el incremento de Secciones / Turnos habido, siete en total , que significa un incremento del 29 % sobre las ya existentes.

Seis Secciones de la Diócesis, el 28,6% sobre la totalidad han renovado su Consejo de Sección y en todas se ha apreciado inquietudes nuevas.

Se ha conseguido un verdadero equipo de personas en el Consejo Diocesano cuyo buen hacer servirá al nuevo Presidente para procurar continuar y mejorar el camino emprendido.

Se afrontó la organización del XIX Curso de Verano sobre nuestro Fundador Luis de Trelles.

En ese mismo año de 2008, celebramos la participación en la celebración del CXXV aniversario de la Fundación de la Sección de Sevilla
En el año de 2005 y organizado por la Adoración Nocturna Española se designó a nuestro Consejo Diocesano para centralizar los Actos del Congreso Eucarístico nacional de la Adoración Nocturna, que se celebró en la SIM Catedral de Sevilla.

Dos miembros de este Consejo Diocesano, el Secretario y un servidor formamos parte del Consejo Nacional, el primero como Delegado de Zona de Andalucía Occidental y el segundo como miembro de la Comisión Permanente y Mesa de Trabajo de dicho Consejo, este servicio a la Adoración Nocturna Española debe significar un aporte más a la participación del Consejo Diocesano para la mayor Gloria de Nuestro Señor.

Lógicamente todo camino tiene sus dificultades y/o obstáculos con los que particularmente contaba y que con la Gracia y Ayuda del Señor hemos superado; no es el momento ni la ocasión para tocar temas espinosos más bien de ayudar entre todos a quitar estas espinas de la Corona del Señor en su Pasión redentora, uniéndonos aún más y colaborando con el Nuevo Presidente Diocesano para el que, particularmente pido a todos su ayuda y oraciones para el desempeño de su función.






miércoles, 16 de noviembre de 2011

ELECCIONES A PRESIDENTE DIOCESANO; Asamblea próximo día 19

A todos los Adoradores nocturnos de nuestro Consejo Diocesano

De acuerdo con los plazos estipulados según nuestro Reglamento y cubierto el periodo para preparar las candidaturas, nos complace informaros de la candidatura conformada por la Mesa de Trabajo del Consejo Diocesano que por orden alfabético relacionamos a fin de proceder a la elección de Presidente Diocesano en la próxima Asamblea del día 19 de noviembre:

D. EDUARDO CÁCERES GAMITO
D. RAFAEL CORRALES RUIZ.

Actualmente son los Presidentes de las Secciones de Estepa y Écija, en las que vienen desempeñando sus funciones con mucha dedicación, empeño y amor a Jesús Sacramentado .

Ambos hermanos Adoradores han mostrado su conformidad a asumir la responsabilidad de tan alto y honorable cargo en nuestra Asociación. Que todos los Adoradores de las respectivas Secciones imploren la ayuda del Señor para el nuevo Consejo a constituir y que El nos ilumine en la elección de la persona con su Bendición para ambos por el amor mostrado hacía la Adoración Nocturna Española.

Espero vuestro acompañamiento en éstos actos, Un fuerte abrazo en los Corazones de Jesús y María,

Cayetano Medina Somosierra, Presidente del Consejo Diocesano

martes, 1 de noviembre de 2011

TEMA DE REFLEXIÓN PARA EL MES DE NOVIEMBRE

Noviembre de 2011.

La Confirmación (I)

Nuestra condición de ser criatura comporta una capacidad para desarrollar las potencias y las cualidades, que cada uno de nosotros tenemos como seres humanos. Nuestro yo, núcleo vital de cada uno que es la propia persona, se encarga de poner en marcha nuestra riqueza humana.

¿Cómo podremos desarrollar la riqueza sobrenatural que hemos recibido en el Bautismo, y llegar a vivir como verdaderos hijos de Dios en Cristo, participando de la naturaleza divina". Ésta es la labor principal del segundo sacramento de la iniciación cristiana: la Confirmación.

"El efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1302).

Al despedirse el Señor de los apóstoles les prometió la llegada del Espíritu Santo, y les anunció la obra que el Paráclito llevaría a cabo en el alma de cada uno de ellos y en el espíritu de todos los creyentes, a través de los siglos.

¿Cuál es la obra principal que el Espíritu Santo realiza en el mundo, y que, de modo semejante y diferente a la vez, lleva a cabo en el alma del creyente?

La principal obra del Espíritu Santo en la tierra es la Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo, en el seno de la Virgen María. También Dios Padre nos envía el Espíritu Santo, para que Cristo nazca y viva en nuestras almas, y podamos así vivir toda nuestra vida con Cristo, por Cristo y en Cristo.

El anuncio de Jesucristo consta de dos fases: "El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14, 26). Poco después el Señor afirma: "El Espíritu de verdad os guiará hasta la verdad completa, porque no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oyere, y os anunciará las cosas venideras...Recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros" (Jn 16, 13-15).

¿Qué significan estas dos afirmaciones del Señor?

En primer lugar, el Espíritu Santo, al enseñarnos y al darnos la Verdad, a Cristo mismo y al injertarnos en él, nos permite vivir con Cristo y, viviendo con Cristo, con la Persona de Cristo, hace posible que cada uno de nosotros esté en condiciones de desarrollar las potencialidades sobrenaturales recibidas en la participación de la naturaleza divina, en el bautismo.

La Confirmación lleva a cabo el asentamiento de cada persona en su nueva vida cristiana, en Dios definitivamente, tanto en el plano del ser como en el del actuar. Esta acción queda expresada en estas palabras: "La Confirmación imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el "carácter", que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1304).

Los efectos de la Confirmación promueven el crecimiento de la nueva criatura en Cristo, que es cada cristiano. Esta acción del sacramento ocurre siguiendo un doble cauce: desarrollando la gracia bautismal, que introduce al cristiano más profundamente en la filiación divina y perfeccionando el sacerdocio común de los fieles –que consideraremos más adelante-, que da el poder de confesar la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1304 y 1305).

Acción del Espíritu Santo que se refleja, por tanto, en la conciencia de ser nueva criatura que va adquiriendo el cristiano, conciencia que le lleva a saberse, y a ser, hijo de Dios, capaz de clamar "¡Abba, Padre!". Todo este asentamiento de la conciencia de la filiación divina, es obra de la acción de los Dones del Espíritu Santo, que actúan en el bautizado desde el primer instante de su vida cristiana.

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-¿Ante el Sagrario, me paro a pensar que soy, de verdad, hijo de Dios en Cristo Jesús?

-¿Rezo alguna vez al Espíritu Santo y le pido que llene mi corazón de amor a Cristo-hombre, a Cristo-Eucaristía?

-¿Soy consciente de que el Espíritu Santo viene a mi alma cuando vivo el Sacramento de la Reconciliación y cuando recibo a Cristo-Eucaristía en la Comunión?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Encuentro de la Nueva Evangelización

Sor Ana Virginia es una de las Religiosas de éste Instituto; soy amigo de José Luis, su padre, él en cada ocasión nos expresa la alegría y felicidad de la familia por el “ si “ de su hija a la llamada de nuestro Señor; nos informa puntualmente de cuanto atañe al Instituto, como nosotros comentamos al referirnos al nuevo hogar formado por las hijas a través del matrimonio.

Acabo de recibir un correo suyo; en el informa sobre la página:

//iglesiaactualidad.wordpress.com/2011/10/17/intervencion-de-sor-veronica-berzosa-en-el-encuentro-de-la-nueva-evangelizacion/

En la que se muestra el texto íntegro de la Intervención de Sor Verónica Berzosa,
Superiora general del Instituto «Iesu Communio», en el Encuentro de la Nueva Evangelización,

Su contenido invita a la reflexión, te lo recomiendo; para suscitarte el deseo
de llegar al mismo, entresaco un párrafo que como todos está pleno de inspiración Divina.

" Decimos tener pánico al sufrimiento y a la muerte. Pero ¿acaso no tenemos miedo a vivir al no encontrar el sentido de la vida ni su valor y, por tanto, no somos capaces de afrontar los acontecimientos diarios?

Imposible olvidar el impacto que me produjo a mis diecisiete años ver literalmente una alfombra humana de jóvenes tirados por tierra, desorientados, despersonalizados. Mi reflexión fue ésta: “Señor, ¿Tú nos ha creado para esto? ¡No, no, estoy segura de que no!” Yo misma me sorprendí hablando con Él, porque indudablemente Él estaba allí; jamás puede el Creador abandonar la obra de sus Manos. Aquella imagen determinó mi vida; nadie tenía que convencerme de que el hombre, si no vive abrazado a Dios y a su voluntad, está desorientado, camina a tientas, no logra saber quién es, ni a dónde va, ni con quiénes puede avanzar en verdad.”


lunes, 3 de octubre de 2011

TEMA DE REFLEXIÓN para la Junta de Turno del mes de OCTUBRE



El Bautismo (III)

Si el Bautismo es necesario para la salvación, ¿qué ocurre con quienes no reciben o no pueden recibir el Bautismo?

Los Adoradores Eucarísticos hemos de ser un punto de referencia, entre nuestros familiares, amigos y conocidos, de la Fe en Cristo. Por esa razón hemos de tener presente los caminos que la Iglesia ha establecido para facilitar que cualquier persona pueda ser bautizada, por el deseo de sus padres, si es infante, o por decisión personal, si ya es mayor de edad.

En peligro de muerte, cualquier persona puede bautizar.

“En caso de necesidad cualquier persona, incluso no bautizada, si tiene la intención requerida, puede bautizar. La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar, y emplear la fórmula bautismal trinitaria (“Yo…te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1256).

Además del bautismo sacramental, la Iglesia considera que otros dos tipos de bautismo abren al alma las puertas de la Gracia.

“Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este bautismo de sangre como el deseo del bautismo, produce los frutos del bautismo sin ser sacramento”

Este bautismo lo reciben quienes se unen a los cristianos que sufren martirio, movidos por su ejemplo. Y mueren con ellos afirmando la misma Fe.

Unido a este bautismo de sangre la Iglesia reconoce dos modos del bautismo de deseo: el primero se refiere a quienes se están ya preparando para recibir el bautismo: “A los catecúmenos que mueren antes de su bautismo, el deseo explícito de recibir el bautismo, unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad, les asegura la salvación que no han podido recibir por el sacramento”.

El segundo caso tiene una aplicación que se refiere a todos los hombres y manifiesta claramente la universalidad de la salvación que Cristo nos ha alcanzado:

“Todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la voluntad de Dios, según él la conoce, puede ser salvado. Se puede suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el bautismo si hubiesen conocido su necesidad”.

Quizá algunos de nosotros hemos sabido de niños que se han muerto apenas nacidos, y no han recibido el bautismo. Para estas situaciones –sea por descuido de los padres o por enfermedades imprevistas que han precipitado la muerte o por retrasos innecesarios- hemos de recordar la doctrina de la Iglesia para que sepamos consolar a los padres que han sufrido esa desgracia de manera involuntaria, y sufren pensando en la situación de sus hijos en la vida eterna:

“En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y la ternura de Jesús con los niños (…) nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo. Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del Santo Bautismo” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1261)

Y terminamos esta reflexión recordando la doctrina común en la Iglesia de que a todos los niños víctimas del aborto en el seno de sus madres, los acoge la Misericordia de Dios en el Cielo.
* * * * *
-¿Recibimos con alegría la llegada de un nuevo hijo, de un nuevo nieto? ¿Nos damos cuenta de que es, verdaderamente, un regalo de Dios a la familia?

-¿Rezamos alguna vez en los momentos de adoración, pidiendo a Dios que se deje de asesinar a los niños en el seno de sus madres?

-¿Nos acordamos de vez en cuando de nuestro propio bautismo, y damos gracias a Dios de todo corazón por haber recibido la Fe?


domingo, 25 de septiembre de 2011

ELECCION NUEVO PRESIDENTE DIOCESANO

Próxima la Asamblea Extraordinaria para la elección de nuevo Presidente Diocesano de la Adoración Nocturna Española en la Archidiócesis de Sevilla y por ello en las víspera de mi relevo en el cargo, al cumplirse el periodo máximo reglamentario, quiero dirigirme a todos mis hermanos Adoradores nocturnos solicitándoles su necesaria participación , considerando la llamada del Señor en vuestros corazones.

Estas Elecciones deben emparejarse más con los Capítulos de las Órdenes Religiosas, apartándonos del equiparamiento a las que en el orden civil se producen. Recordemos la elección de los Apóstoles por parte de Nuestro Señor Jesúcristo; os pido lo reflexionemos en Su presencia.

El método de funcionamiento para elegir al Presidente comenzará por la formación de una terna obtenida a través de lo que cada Sección o Turno de Sección recomiende sobre aquellos Adoradores más o menos próximos que puedan desempeñar la función; pidamos igualmente al Espíritu nos oriente.

El primero objetivo a alcanzar será el compromiso previo de los Adoradores componentes de la Terna que den su conformidad a la llamada a trabajar unidos en el nuevo Consejo Diocesano, el de más número de votos como Presidente.
El Consejo Diocesano debe ser un verdadero equipo de amigos, unidos fraternalmente por la propia vocación adoradora.

Misión de los Consejos Diocesanos

Tomada, a modo de ejemplo, del articulado de los vigentes estatutos de la ANE.
1.- Llevar a cabo el "adorar y velar juntos ante Jesucristo Sacramentado, durante la noche, unidos a toda la Iglesia" en el ámbito de la diócesis (A 1).

2.- Promover otras formas de devoción y culto a la Sagrada Eucaristía, en perfecta
obediencia a la Jerarquía Eclesiástica (A 1).

3.- Velar por el cumplimiento de los compromisos adquiridos por los adoradores activos
A.6).

4.- Facilitar el desarrollo correcto de las vigilias, según el esquema común descrito en los estatutos (A 7, 8, 11).

5.- Promocionar la Adoración Nocturna y extenderla a diferentes ambientes: seminarios, casas religiosas, etc. (A 12,13, 14)

6.- Establecer y recibir las cuotas de los adoradores y administrar la economía de forma autónoma dentro de la diócesis, en consonancia con lo que dispongan los Reglamentos y contribuyendo a las necesidades del Consejo Nacional. (A 30)

Meditemos: con una dedicación normal, mecánica organizativa y distribución de funciones entre los distintos componentes del Consejo podremos llevar a cabo la misión encomendada, con la Ayuda de Jesús Sacramentado y su Bendita Madre y Madre nuestra en cuyas Manos pusimos, pondréis y pondrán otros el servicio que se nos requiere para la Adoración Nocturna Española.

Adorado sea Jesús Sacramentado Ave María Purísima
-

domingo, 4 de septiembre de 2011

TEMA DE REFLEXION PARA LA REUNION PREVIA, SEPTIEMBRE

El Bautismo (II)

Algunos consideran que con el Bautismo el hombre pierde su libertad, al no poder perder jamás su condición de hijo de Dios en Cristo. La realidad es otra, y queda claramente expresada en la segunda parte del n. 1272 del Catecismo.

"Este sello –el carácter- no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación". Es decir, el hombre nunca pierde la libertad en el plano de su actuar, y podrá, por tanto, oponerse no sólo a la acción de Dios sino también rechazar su realidad ante el mismo Dios y reafirmar, en definitiva, su propio yo delante y en oposición a Dios. Sencillamente, podrá paralizar toda posible acción de su propia persona. La obstinación en el pecado puede debilitar la voluntad del hombre, pero nunca le impedirá el ejercicio de su libertad. El mejor defensor de la libertad del hombre es Dios.

En definitiva, salvo casos patológicos, el hombre nunca deja de ser libre, aunque en su espíritu esté indeleble el carácter de hijo de Dios en Cristo Nuestro Señor.
Ya hemos señalado que la única vida que Dios nos impone es la vida humana, el ser criatura. Vida que, aun siendo recibida sin opción por nuestra parte de no aceptarla, no deja de ser un don divino, origen y fundamento de toda la grandeza humana.

La "vida sobrenatural", la realidad de ser nueva criatura, es también un don de Dios; en efecto, nos configura como “hijos suyos” y no nos deja indiferentes. Podemos, sin embargo, rechazarlo si, al ser conscientes del ofrecimiento que Dios nos hace, no deseamos aceptarlo, como es el caso de las personas no bautizadas en su infancia y que no aceptan recibir el Bautismo tampoco en su mayoría de edad.
Y, además, aun habiendo recibido el Bautismo en la infancia, está en nuestras manos la capacidad de hacer que la "participación en la naturaleza divina", que se nos concede, y que la acción de la gracia en nosotros que le sigue, sea eficaz o inoperante.

Una vez recibida la Gracia y aceptada, y abierto nuestro espíritu a su acción, la capacidad de ser hijos de Dios en Cristo toma cuerpo, y las potencias del hombre se abren hacia la santidad, hacia la unión con Dios, como hijos adoptivos, y echan raíces y se desarrollan en cada cristiano, en la libertad de cada cristiano, que se manifiesta expresamente en el deseo de amar a Dios y en el rechazo decidido al pecado.

San Pablo lo expresa con estas palabras: "Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace clamar: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados" (Rm 8, 14-17).

Hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. La familia de todos los bautizados, que formamos todos y estamos llamados a ir construyendo espiritualmente a lo largo de nuestra vida, somos “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2, 9).

“Los bautizados, por su nuevo nacimiento como hijos de Dios, están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia, y a participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1270).

* * * * *
- ¿Soy consciente de que estoy ejercitando mi libertad plena de hijo de Dios, cuando me arrodillo ante la Eucaristía y adoro?

- ¿Tengo la alegría de dar un testimonio de Fe, viviendo mi vocación de Adorador Eucarístico?

- Cuando saludo al Señor en el Sagrario, ¿rezo por el Santo Padre y por toda la Iglesia?

lunes, 1 de agosto de 2011

TEMA DE REFLEXIÓN PARA EL MES DE AGOSTO

Todos los meses procuro insertar el Tema que, confeccionado por la Dirección Espiritual de nuestro Consejo nacional, se nos remite a todos los Consejos Diocesanos para que, divulgados entre todas nuestras Secciones sea el punto de reflexión con el que iniciaremos en la gran noche del Adorador en su Vigilia mensual.
Observo con alegría las muchas consultas que se hacen mensualmente posiblemente de Turnos a los que a la fecha de su Vigilia puedan carecer de tal información.

Los sacramentos de la iniciación cristiana

El Bautismo (I)

Los tres primeros Sacramentos –Bautismo, Confirmación, Eucaristía- se denominan de la iniciación cristiana, porque tienen la principalísima finalidad de convertirnos en nueva criatura, en hijos de Dios en Cristo. El Bautismo es el nacimiento a la vida sobrenatural cristiana; la Confirmación, el desarrollo y el asentamiento en el alma de esa vida sobrenatural, por la acción del Espíritu Santo y la Eucaristía, el arraigo de esa vida de Cristo en el alma, vivida más personalmente con Él.

“Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda la vida cristiana. La participación en la naturaleza divina que los hombres reciben como don, mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna; así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez, con más abundancia, los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1212).

El nacimiento y la conversión a la vida divina son el resultado de recibir la Gracia, la participación en la naturaleza divina, que injerta en nosotros un principio de vida sobrenatural. El cristiano está verdaderamente injertado en Cristo. Nos convertimos en hijos de Dios en Cristo sin dejar de ser seres humanos y, siendo hombres-hijos de Dios en Cristo, comenzamos a vivir y actuar.

Este proceso, repetimos, comienza con el Bautismo:

“El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra” (Catecismo, n. 1213).

“El Bautismo no sólo purifica de todos los pecados sino que también convierte al neófito en una nueva creación, un hijo adoptivo de Dios, que ha sido hecho partícipe de la naturaleza divina, miembro de Cristo, coheredero con Él y templo del Espíritu Santo” (Catecismo, n. 1265)

La acción de la Gracia en la persona del bautizado se puede resumir en estas palabras del Catecismo, a las que tendremos ocasión de referirnos a lo largo de estas reflexiones:

“-le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante las virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad);

-le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los Dones del Espíritu Santo;

-le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales.
Así, todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene su raíz en el santo Bautismo” (Catecismo de la Iglesia, n. 1266)

Con el Bautismo, el bautizado deja de ser solamente una criatura “a imagen y semejanza” y se convierte en verdadero hijo de Dios en Cristo, al actualizarse, al hacerse acto, en esa “participación” la capacidad –potencia- de ser hijo de Dios, con la que todo ser humano llega a este mundo.

Esta nueva condición del hombre bautizado no se pierde jamás. “El Bautismo imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble (carácter) de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación” (Catecismo de la Iglesia, n. 1272).

Esta afirmación significa que el bautizado nunca pierde su condición de hijo de Dios en Cristo, raíz y fundamento de la vida sobrenatural, del vivir nosotros en Dios, con Cristo, en el Espíritu Santo; y del vivir Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en nosotros. Es el fundamento y la razón por la que podemos decir que todo cristiano está injertado en Cristo y que, con San Pablo, podemos también llegar a afirmar que Cristo vive en mí.

-¿Retraso innecesariamente el bautizo de un hijo, de un nieto?

-Cuando asisto y participo en un bautizo, ¿procuro revivir mi propio bautismo, y dar gracias a Dios por haberlo recibido?

-¿Soy consciente de que el Bautismo, al convertirme en hijo de Dios en Cristo, entro a formar parte de la propia familia de Dios?

lunes, 25 de julio de 2011

Sobre la SANTA MISA

(www.catolico.org)

La misa, el sacrificio y banquete de la Eucaristía, es acto central de la Iglesia católica y el acto supremo de culto a Dios.

El mismo Cristo que se ofreció a si mismo una vez en el altar de la cruz, está presente y se ofrece en la misa. No es otro sacrificio, no es una repetición. Es el mismo sacrificio de Jesús que se hace presente. Es una representación del Calvario, memorial, aplicación de los méritos de Cristo.

Cristo está presente en el cielo y también en el altar, y se entrega hoy al Padre como el Viernes Santo.

La Misa es un sacrificio de propiciación (aplaca la justicia divina) por nuestros pecados.

La Misa es un memorial: Se conmemora la muerte de Jesús, pero no como un recuerdo psicológico, sino como una realidad mística. Cristo se ofrece a si mismo tan realmente como lo hizo en el Calvario.

La Misa es un banquete sagrado: El mismo Cristo que se ofrece, lo recibimos la Eucaristía.

La Misa es el medio principal que Dios ha establecido para aplicar los méritos que Cristo ganó en la Cruz para toda la humanidad.

1. La Eucaristía es prenda de la gloria futura. Es la fuente, el corazón y la cumbre de toda la vida cristiana.

2. En ella se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: Jesucristo, que asocia a su Iglesia, y a todos sus miembros, a su sacrificio pascual, ofrecido una vez por todas en la cruz al Padre; y, por medio de este sacrificio, derrama la gracia de la salvación sobre su Cuerpo que es la Iglesia.

3. La Santa Misa y el sacrificio de la Cruz son un único sacrificio, pues se ofrece una y la misma víctima: Jesucristo. Sólo es diferente la manera de ofrecerse: Cristo se ofreció a sí mismo una vez en la cruz de manera cruenta –con derramamiento de sangre–, mientras en la Eucaristía se ofrece por el ministerio de los sacerdotes de modo incruento –sin derramamiento de sangre–. Así, el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual. Y cuantas veces se celebra la Eucaristía, se realiza la obra de nuestra redención.

4. La Eucaristía es también el sacrificio de la Iglesia, porque ella es el Cuerpo de Cristo y participa del sacrificio de su Cabeza.

a. Cristo es el actor principal e invisible que preside cada misa como sumo sacerdote de la Nueva Alianza, intercede ante el Padre por todos los hombres.
b. La Iglesia se une a Cristo y se ofrece totalmente con El en la Misa
c. La misa la celebra el obispo o el sacerdote –actuando “en per¬sona de Cristo-cabeza”–, representando a Cristo, preside la asamblea, predica la homilía, recibe las ofrendas, dice la plegaria eucarís¬tica, consagra y reparte la comunión.
d. Sólo los sacerdotes válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y consagrar (invocar al Espíritu Santo para que el pan se haga el Cuerpo y el vino, la Sangre de Jesucristo). Por eso la presencia del sacerdote es indispensable y esencialmente diferente.
e. En la celebración de la Eucaristía participan todos los fieles miembros de su Cuerpo. Cada uno une en la Eucaristía su vida, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo a los de Cristo y a su total ofrenda.
f. También se unen en la Eucaristía la Virgen María y los santos que están ya en la gloria del cielo
g. En la misa oramos por las almas del purgatorio para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo.

5. Después de la consagración, Jesús está realmente presente en la Eucaristía:

a. En la consagración ocurre la “transubstanciación”, que significa “cambio de substancia” del pan y el vino a ser verdaderamente la sustancia del Cuerpo y Sangre del Señor. La Eucaristía aun tiene la apariencia de pan y vino pero nos es pan y vino.

Cristo está presente en la Eucaristía verdadera, real y substancialmente con todo su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Esta presencia se llama “real” porque es “substancial”, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente.

Cristo está todo entero en cada una de las especies y en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo, que está real y permanentemente presente en la eucaristía mientras duren sin corromperse las especies eucarísticas.
6. Para recibir bien la Sagrada Comunión son necesarias tres cosas:

a. saber a quién vamos a recibir,

b. Estar en gracia de Dios. Quien esta en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Ver: Eucaristía y divorciados y vueltos a casar

c. Guardar el ayuno eucarístico, que consiste en no comer ni beber nada desde una hora antes de recibir la Comunión.

7. Hagamos todo lo posible para poder recibir la comunión. Jesús nos dice «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros».

8. La Sagrada Comunión produce frutos:

a. acrecienta nuestra unión íntima con Cristo;

b. conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo;

c. purifica de los pecados veniales,

d. fortalece la caridad y nos preserva de futuros pecados mortales al fortalecer nuestra amistad con Cristo;

e. renueva, fortalece y profundiza la unidad con toda la Iglesia;

f. nos compromete en favor de los más pobres, en los que reconocemos a Jesucristo; y se nos da la prenda de la gloria futura.

Para recibir todos los méritos disponibles es necesario participar con fe. Cuanto mas fe se viva la Santa Misa, mayor gloria se le ofrece a Dios y mayor la gracia que se recibe, no solo para los participantes sino para la humanidad.

9. En la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo con un comportamiento respetuoso, arrodillándonos durante la consagración en señal de adoración al Señor. También es importante la actitud corporal (gestos, vestido…).

10. La palabra "misa" viene del latín "missio" (enviar). Al final los fieles son enviados a poner en práctica la Palabra de Dios con la gracia recibida.

11. Al entrar y salir del templo, cuando pasamos frente al sagrario, manifestamos nuestra fe y saludamos a Jesucristo presente en el Sagrario con una genuflexión, hincando la rodilla derecha, en señal de respeto y adoración.

Fuera de la Santa Misa también se honra al Señor con visitas al sagrario, con la exposición del Santísimo y con procesiones Eucaristícas.
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San Justino, C. 155 AD:
El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los Recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas.

Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos.

Seguidamente, nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces_ por nosotros mismos, por el que acaba de ser iluminado y por todos los otros esparcidos por todo el mundo, suplicando se nos conceda, ya que hemos conocido la verdad, ser hallados por nuestras obras hombres de buena conducta y guardadores de lo que se nos ha mandado, y consigamos así la salvación eterna.

Terminadas las oraciones, nos damos mutuamente ósculo de paz.

Luego, al que preside a los hermanos se le ofrece pan y un vaso de agua y vino, y tomándolos él tributa alabanzas y gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo, y pronuncia una larga acción de gracias, por habernos concedido esos dones que de Él nos vienen . Y cuando el presidente ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: Amén.

Y una vez que el presidente ha dado gracias y aclamado todo el pueblo, los que entre nosotros se llaman “ministros” o diáconos, dan a cada uno de los asistentes parte del pan y del vino y del agua sobre que se dijo la acción de gracias y lo llevan a los ausentes.
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domingo, 17 de julio de 2011

EL CARDENAL AMIGO ENVIADO ESPECIAL DEL PAPA AL V CENTENARIO DE LAS PRIMERAS DIOCESIS AMERICANAS

SEVILLA (11-07-11).- El papa Benedicto XVI ha nombrado al cardenal arzobispo emérito de Sevilla, mons. Carlos Amigo Vallejo, como su enviado especial a las celebraciones del V centenario de las primeras circunscripciones eclesiásticas de América. Concretamente, el cardenal Amigo viajará a Santo Domingo y La Vega, en República Dominicana; y en San Juan de Puerto Rico. El cardenal asistirá a los actos de clausura de esa conmemoración centenaria los días 7 y 8 de agosto.

El Santo Padre expresa así "la gran vinculación del inicio de la evangelización en el Nuevo Mundo con la Iglesia en España", según se señala en un comunicado del Vaticano. Se recuerda también cómo del puerto de Sevilla, en el río Guadalquivir, zarparon los barcos que llevaron a América los primeros misioneros.

martes, 12 de julio de 2011

EL DIOS EN QUIEN NO CREO


Autor: P. Mariano de Blas

Desde Zaragoza mi amigo Fernando Rivero San José me remite este artículo que deseo compartir con vosotros:

Los que no oyen a Cristo, los que sienten indiferencia por Él, no son malos, simplemente, no lo conocen.

Son muchos los que dicen, o por lo menos piensan, algo así: "Soy cristiano, pero ni Cristo ni el Cristianismo me llenan; no me aportan lo que necesito. Es una religión que no da sentido a mi vida, no resuelve mis problemas, no me hace feliz. Se me hace pesada, aburrida e ininteligibles sus rezos, misas, sermones; ¡tan tétricos sus confesionarios!.

Al Dios de los cristianos lo siento tan lejano, etéreo, tan inflexible en sus mandamientos, castigador. Y los cristianos son seres aburridos, tristes, tan iguales a los demás que para ser como ellos, prefiero pasar de su Credo".

Estaríamos de acuerdo si realmente Cristo fuera aburrido, un aguafiestas, un tipo tan exigente y poco simpático. A "ese" yo tampoco lo quiero.

Si la religión católica no es capaz de dar sentido a mi vida, no da respuesta a mis dudas y problemas, no me hace feliz, a mi tampoco me interesa. Yo no sería cristiano para dedicar mi vida a un Cristo de cartón, incapaz de hacerme feliz.


Pero Cristo no es aburrido. El sí convence, el cristianismo sí da solución a los problemas, a todos los problemas, y sobre todo hace felices, muy felices a las personas.

Cristo es la felicidad de los hombres, y puede por lo tanto ser también la tuya. ¿Dónde está el secreto? Esta frase lo puede indicar: "Aunque Cristo naciese mil veces en Belén, si no nace en ti seguirás eternamente perdido".


Dicho de otra manera: debes conocerlo, conocer al Cristo verdadero. Pero el Cristo que se dió gratis; vale mucho. Demasiado y hay que luchar por merecerlo.Yo podría repetirte de memoria que: Cristo es el camino, la verdad y la vida. Que es tu salvación, que es la persona que tiene en su mano el secreto de tu felicidad, la persona que más te quiere del mundo, pero prefiero que lo entiendas por la experiencia de otros.Tomemos cuatro ejemplos:

Agustín de Tabaste, un hombre que buscaba, ansiosamente, apasionadamente, la verdad, la felicidad, pero siempre por sus propios medios, y nunca la encontró. Llegó a tal punto que un día caminando con sus amigos por una calle de Milán, encontraron a un borrachito haciendo eses, y uno comentó: "ese hombre es más feliz que nosotros"; nadie le contradijo. Nunca pensó encontrar aquella verdad y aquella felicidad, hasta que por fin un día a la fuerza tuvo que reconocer, que la única felicidad de su vida y de la vida de cualquiera era Cristo. Lo expresó con aquellas palabras: " Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti".

Pablo de Tarso, que odiaba a Cristo y a los cristianos, los persiguió hasta encarcelarlos y darles muerte. Pero aquel Cristo le hizo ver que era duro dar coces contra el aguijón, e hizo caso. Cuando le preguntó, ¿Pablo porqué me persigues?, él le respondió: ¿qué quieres que haga?. Andando el tiempo, este hombre, antiguo perseguidor de Cristo y de cristianos, llegó a decir: "Para mi el vivir es Cristo, Cristo me ama y se entregó hasta la muerte por mi".

Ignacio de Loyola, para quien lo único importante en este mundo, eran las damas, la guerra y su reina, una bala de cañón le dijo la verdad cuando sitiaban la ciudad de Pamplona. Este hombre es el que compuso aquella oración tan conocida, "Alma de Cristo- santifícame, Cuerpo de Cristo- sálvame, No permitas que me aparte de ti".


Francisco de Borja, aquel guerrero, que estaba entusiasmado por defender a su Reina, la Reina de España, famosa por su belleza. Mientras guerreaba en Italia le avisaron que había muerto su Reina, y a uña de caballo, regresó, para ver si podía dar el ultimo adiós a quien había sido su ídolo de nobleza. Alcanzó a llegar en el momento de la sepultura y pidió permiso para abrir la caja y por última vez ver el rostro de su Reina. Aquel rostro tan hermoso en otro tiempo, estaba ya muy desfigurado y ante él dijo aquellas famosas palabras: "No volveré a servir a un Señor, que se me pueda morir".

Los que no oyen a Cristo, los que sienten indiferencia por Él, no son malos, simplemente, no lo conocen, como no lo conocían, Agustín de Tajaste, Pablo de Tarso, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Teresa de Ávila y tantos otros.

El Dios que muchos rechazan también yo lo rechazo.


Pero a mi Dios no lo rechaza nadie, porque nadie rechaza el amor, la felicidad, la plenitud.

Dios es Plenitud, Felicidad, porque Dios es el Amor.

domingo, 10 de julio de 2011

CARTA DE NUESTRO SR. ARZOBISPO

CAMINOS DE ENCUENTRO

Queridos hermanos y hermanas:

La Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, que celebramos en este domingo, tiene por lema "Caminos de encuentro”. Un año más la Iglesia nos invita a reflexionar sobre algo tan característico de nuestra sociedad como es la movilidad humana, que se incrementa espectacularmente en los meses de verano.

El crecimiento de la circulación vial es fruto de una sociedad en continuo desarrollo. El tráfico constituye un fenómeno de gran trascendencia para la economía, las relaciones humanas, el ocio y el trabajo. Todos estos aspectos son muy positivos, pues con ellos se logra el intercambio de bienes y servicios, el conocimiento de los otros y la socialización de la persona. Pero esta característica de nuestra sociedad se convierte por desgracia en sufrimiento y muerte cuando el motor se enciende para hacer una carrera de temeridad, evasión y desprecio de las prohibiciones y normas de circulación, con las consecuencias irreversibles que delatan las cifras y estadísticas. En el año 2010 hubo en el mundo 1,2 millones de muertos, de los que la tercera parte fueron jóvenes menores de 25 años, y 50 millones de heridos por accidentes de tráfico. El 90% de los accidentes se debieron a errores humanos.

Ante un panorama tan desolador la Asamblea General de la ONU en 2004 afrontó este problema en una sesión plenaria sobre la seguridad vial con objeto de sensibilizar a la opinión pública sobre las proporciones del fenómeno y formular las recomendaciones oportunas. Mucho antes, el Papa Pablo VI ya había llamado la atención sobre la «demasiada sangre que se derrama cada día en la lucha absurda contra la velocidad y el tiempo».

La Iglesia ha sido siempre muy sensible ante este problema, afirmando que conducir en determinadas condiciones, infringir conscientemente las leyes de tráfico y poner en peligro la vida propia o la ajena, supone una violación de la ley moral. En esta línea, el Papa Pío XII afirmaba que “las consecuencias, a menudo dramáticas, de las infracciones del código de circulación le otorgan un carácter obligatorio intrínseco mucho más grave de lo que se piensa generalmente”. Más recientemente, el Papa Juan Pablo II afirmaba que «es preciso que cada uno se proponga crear, mediante el estricto respeto del código de circulación, una “cultura de la carretera”, fundada en la extensa comprensión de los derechos y deberes de cada uno y en el comportamiento coherente que de ello se sigue».

La Jornada de Responsabilidad en el Tráfico pretende fomentar la "cultura de la carretera", inculcando en conductores y peatones el respeto a la propia vida y la de los demás y el cumplimiento de las normas de tráfico como deber moral. Para un cristiano, conducir debe ser “camino de encuentro” con los hermanos, peregrinos y viajeros en el mismo camino de la vida, utilizando responsablemente la vía pública y el propio vehículo, evitando daños a las personas y a las cosas, socorriendo a los que lo necesitan y perdonando los fallos de los otros, santificándose mediante el ejercicio de las virtudes de la prudencia, la solidaridad y la caridad, y elevando la mente a Dios a través de la oración y la contemplación de la belleza de la naturaleza.

En España asistimos en los últimos años a un esperanzador descenso del número de víctimas mortales. Sin embargo, aún hay muchos aspectos negativos en la circulación vial, el exceso de velocidad, el incumplimiento de las normas del código de circulación, el uso indebido del móvil, el consumo de estupefacientes o alcohol, el desprecio del cinturón de seguridad o del casco... Es mucho lo que se ha conseguido, pero nos urge el deber humano y cristiano de velar por la vida de todos nuestros hermanos (cf. Gn 4, 9), entendiendo que la carretera debe ser ante todo lugar de encuentro, de convivencia serena y de fraternidad.

Por todo ello, hago un llamamiento a la prudencia y responsabilidad en el tráfico, de manera especial a quiénes en estas semanas se ponen en camino para llegar a los lugares de descanso. Es necesario combatir y evitar todo aquello que en un instante puede arruinar el futuro propio y el de los demás, así como oscurecer irremediablemente la belleza de la vida, que por ser preciosa y única, debe ser cuidada con esmero, defendida y protegida siempre como el don más precioso que Dios nos ha dado.

Rezad en esta Jornada por cuantos han perdido la vida en los accidentes de circulación, por las familias que quedan rotas o en la más profunda indigencia, por cuantos van a salir de vacaciones, por todos los profesionales del volante y sus familiares, que esperan siempre su regreso, y por los agentes de tráfico que velan por nuestra seguridad. Que Dios os bendiga, acompañe y proteja. Que también San Rafael, San Cristóbal y la Santísima Virgen del Camino velen por nosotros.

Para todos, especialmente para los conductores, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

INTERROGANTES en cualquier momento

Querido amigo: Esta mañana oraba con la oración de la mañana ( Laudes ); en el Himno y el Cántico meditaba sobre nuestro comentario de ayer tarde, alguna preguntas sin respuesta que hacías y que, quizás podamos meditar a través de esta mi respuesta diferida.



A la interrogante: "Cualquier Padre no preve nunca un Sacrificio como el de Nuestro Señor respecto a la muerte incruenta de su Hijo", creo hallar una posible respuesta en el párrafo del himno:



En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.
En el día primero,
vio que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.



El Señor prevé antes de los Siglos la féliz Resurrección de Cristo; como humano sufriria y llegaria a la muerte pero para El lo importante era la Resurrección, la vida eterna


La otra incognita sobre nuestra alma y la carencia de ésta en el resto de la creación, me detengo en el Cántico:

Toda la creación alabe al Señor
Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;

Se preve en el Libro de Daniel, cómo toda la creación debe alabar, bendecir al Señor ¿ cómo ? ... puede que el Espíritu Santo nos ilumine

La práctica del rezo de las oraciones de la mañana y la de la tarde ( Visperas ) un buen día me la recomendó un amigo sacerdote y me hice de un DIURNAL; no obstante te detallo a continuación la dirección de la página webb que a diario inserta estas oraciones.

http://www.buigle.net/

Estos comentarios nos sirvan para apoyar nuestro sentido cristiano y comprenderás que la respuesta obedece a la importancia y respeto que me merecen tus comentarios antes que caer en la vanidad de considerarme entendido, porque no lo soy, si ésto te puede valer en algo atribuyeselo al Espíritu Santo



Un abrazo, Cayetano

domingo, 3 de julio de 2011

Convocatoria ASAMBLEA NACIONAL de A.N.E.


Para general conocimiento de todos los Adoradores Nocturnos, transcribo la convocatoria recibida de nuestro Presidente del Consejo Nacional de A.N.E.

El documento en que me he basado para su publicación, PDF, origina que existan algunas irregularidades entre los renglones que rogamos disculpen; no obstante no dificultan su lectura.

Cayetano Medina Somosierra.


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A los miembros de la Comisión Permanente, a los
Directores Espirituales y a los Presidentes Diocesanos
de la Adoración Nocturna Española.

Estimado amigo en Cristo:

Como muchos sabéis, desde que en el año 1977 la Conferencia Episcopal Española erigió a la A.N.F.E. como asociación independiente, se han venido produciendo problemas de diversa índole.

Hasta ahora, el Consejo Nacional había venido abordando este asunto desde un punto de
vista jurídico, pero hemos constatado que seguir por este camino no conduce a una solución, de modo que después de las últimas conversaciones mantenidas con los máximos responsables de la Conferencia Episcopal Española, se nos ha hecho ver que el asunto debe enfocarse desde una óptica Pastoral.

Por ello, hemos argumentado ante la C.E.E. los bienes que se derivarían de la supresión de estas dificultades, y hemos solicitado su consejo para dar los pasos necesarios con el fin de alcanzar una solución.

Siguiendo el consejo de los responsables de la C.E.E., nos proponemos denunciar el actual marco estatutario de nuestra asociación y presentar ante la misma unos nuevos estatutos que nos permitan trabajar sin impedimentos por la propagación del Culto Eucarístico y de la Adoración Nocturna.

Para ello, y de acuerdo con el apartado c) del artículo 31 de nuestro Reglamento, ratificado por la Asamblea Nacional de la Adoración Nocturna Española, el 8 de octubre de 1977, te convoco a la Asamblea Nacional que tendrá lugar, D.m., el próximo 1 de octubre de 2011, a las 16:00 horas (se ruega puntualidad), en el Salón de Actos del Colegio Obispo Perelló, de Madrid, calle José delHierro, 2, con arreglo al siguiente:

ORDEN DEL DÍA

1.- Invocación del Espíritu Santo.
2.- Intervención del Director Espiritual Nacional.
3.- Intervención del Presidente Nacional.
4.- Presentación de la carta de denuncia al actual Estatuto Marco, y votación.
5.- Presentación de los nuevos estatutos, y votación.
6.- Ruegos y preguntas.

Se puede acceder al lugar de la celebración de la Asamblea, mediante las líneas de metro 5 (estación de Quintana), y 7 (estación del Barrio de la Concepción), y las líneas de autobuses 21, 48 y 146.
La Asamblea concluirá con la celebración de una Vigilia pública de acción de gracias.
Oportunamente enviaremos los documentos que se someterán a la aprobación de la
Asamblea.

De acuerdo con el artículo 34 de nuestro citado Reglamento, " .... los Consejos Diocesanos cuidarán de hacer conocer la convocatoria a las Secciones que de ella dependan, y los Presidentes de éstas la harán llegar a todos los adoradores."

Según el artículo 29 del mismo Reglamento, tienen derecho a voz y voto los miembros de la Comisión Permanente del Consejo Nacional, los Directores Espirituales de las Secciones y los Presidentes o representantes de las Secciones; y el artículo 30 señala que: "El derecho a voz y voto será ejercido personalmente, o por delegación únicamente cuando no se pueda asistir a la reunión. Esta delegación deberá recaer en adorador activo de la misma Sección, sacerdote o seglar según sea quien delegue, debiendo acreditarse por escrito. En el caso de que un adorador concurra a la Asamblea por más de un título, sólo podrá emitir un voto."

Como comprenderás, no podemos encargamos del alojamiento de los asambleístas, pero con el fin de organizar adecuadamente la logística de la Asamblea, necesitamos encarecemos a los Presidentes Diocesanos que comuniquen a este Consejo Nacional (mediante llamada telefónica, fax, correo electrónico ocorreo postal) el número de adoradores que se desplazarán desde sus respectivas diócesis. Esta información debe obrar en poder de este Consejo Nacional antes del 10 de septiembre de 2011.

Contando con tu imprescindible colaboración, y tu presencia en la Asamblea Nacional, te envío un cordial saludo en Jesús Sacramentado.

Carlos Menduiña Fernández
Presidente del Consejo Nacional

Tema de reflexión para la Junta de Turno del mes de Septiembre

LOS SACRAMENTOS

Toda la vida del cristiano crece, se alimenta y se desarrolla por la acción de los Sacramentos. La Gracia que recibimos en los Sacramentos va haciendo posible que en nosotros crezca la nueva criatura de hijos de Dios en Cristo. El hombre no puede vivir verdaderamente vida cristina, que es vivir toda su vida humana “en Cristo, por Cristo, con Cristo”, sin recibir los Sacramentos.

Los sacramentos –hemos de recordarlo- "son signos visibles, instituidos por Nuestro Señor Jesucristo, que producen la Gracia". Y tengamos también presente que la Gracia, como repetiremos de vez en cuando en estas reflexiones, es “una cierta participación de la naturaleza divina”. La acción de la Gracia es la de convertir al cristiano en “hijo de Dios en Jesucristo”. Los Sacramentos son, por tanto, el cauce por el que el hombre recibe esa “participación en la naturaleza divina”.

En estas reflexiones sobre los Sacramentos nos centraremos exclusivamente en la relación de cada sacramento con la Gracia, y en la configuración de esa "nueva criatura", sin adentrarnos en ningún otro aspecto teológico, litúrgico, espiritual, que cada sacramento lleva consigo.

Hasta la venida de Cristo, Dios se valía de signos, ceremonias, para darnos a conocer su benevolencia y su presencia entre nosotros, su participación en la historia de la humanidad, y para dejarnos constancia de su ayuda.

En adelante, y como consecuencia de la nueva vida establecida por Cristo de las relaciones de Dios con los hombres, esos signos y ceremonias han dejado de tener significado alguno.

Los Sacramentos se convierten no ya en las "huellas de Cristo en la tierra" y ni siquiera tampoco en "los caminos que unen para siempre el cielo y la tierra"; si no en el encuentro personal-vital de cada cristiano con el mismo Cristo.

"Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo y son siete, a saber, Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Reconciliación, Unción de los Enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1210).

Los sacramentos son, en resumen, los cauces ordinarios para el encuentro personal con Cristo y para recibir en ese encuentro la Gracia, que nos convierte en nuevas criaturas y nos hace hijos de Dios en Cristo.

Antes de seguir con nuestros razonamientos, se precisa una aclaración previa. La Gracia que se nos concede en los Sacramentos no supone, en modo alguno, la desaparición de la gracia, la ayuda, que Dios concede a todos los hombres, incluso a quienes nada saben de Cristo ni de la Iglesia –y no recibirán, por tanto, ningún Sacramento-, para que alcancen la salvación por otros caminos. Todos los caminos de la salvación pasan por Cristo –que el Camino, la Verdad y la Vida para todos, aunque algunos no le conozcan y no tengan, por tanto, la Fe en Él ni participen en la vida sacramental.


El desarrollo de los planes de salvación de cada uno de los seres humanos, es un misterio escondido en Dios hasta el fin de los tiempos.
Al referirnos de nuevo a los Sacramentos, y ver en ellos los cauces ordinarios en los que hombre recibe la gracia divina, conviene desde el principio que no olvidemos la “semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida sobrenatural", que ha subrayado el Catecismo.

En efecto, es el mismo hombre, criatura de Dios, quien ha de ser redimido, liberado del pecado y convertido en hijo de Dios en Cristo. Y todo, sin dejar, en absoluto y bajo ningún concepto, de ser plena y naturalmente hombre. La Gracia no destruye jamás la naturaleza y, por otro lado, requiere la cooperación de la naturaleza y de la libertad del hombre, para producir sus frutos.

Es cierto que, en los sacramentos, la Gracia se origina directamente por la acción del ministro. No hemos de olvidar, a la vez, que, para que esa Gracia sea eficaz en la persona que recibe el Sacramento, requiere que no ponga obstáculo. Un penitente puede hacer ineficaz el sacramento de la Reconciliación, por ejemplo, si no lo recibe con las disposiciones requeridas e incluso, aun acogiéndolo en condiciones adecuadas, no permite que la gracia produzca en él una conversión honda y permanente hacia Dios. En el primer caso, su actuación convierte en inútil el sacramento y en el segundo, lo hace ineficaz.
* * * *
-¿Soy consciente de la necesidad que tengo de vivir los Sacramentos?

-¿Medito con frecuencia sobre la nueva vida con Cristo: ser hijo de Dios en Cristo, que crece en mí con la recepción de los Sacramentos?

-¿Doy gracias alguna vez a Nuestro Señor Jesucristo por haber instituido los Sacramentos?

De los escritos del Siervo de Dios LUIS DE TRELLES en la Lámpara del Santuario

Es el acto de adoración una muestra externa de reconocimiento del hombre y una evolución interna del alma hacia su Creador. Bajo el primer concepto no tiene igual ni
puede tener superior, porque el rendimiento debe ser absoluto y sin reserva, ofreciendo el que adora a Dios todo lo que es, como a quien todo lo ha dado, y al doblar la rodilla
e inclinar la cabeza, proclamamos el encendido afecto que nos anima.

Además, como acto humano de un ser personalmente indivisible, aunque reúne en sí dos naturalezas,
espiritual la una y corporal la otra, ostenta una total sumisión y rendimiento, que trasciende del cuerpo al espíritu, y que hace subordinar todo el ser al Supremo Señor de
todas las cosas.

Por esto no puede adorar bien, sin amar mucho, ni tampo se concibe el amor puro y acendrado sin que se convierta en adoración. […] El sacrificio de la
adoración oculta un misterio sobrenatural que se consuma en la más elevada región del alma humana en intimidad con su Dios, y que en su línea equivale a la inmolación
perfecta de la criatura a su hacedor, quien se complace en conversar de un modo inefable con los hijos de los hombres en la vía unitiva, en términos que no hay lengua
humana que pueda expresarlo.

Puede, sí, presentirlo el corazón por esa especie de abismo infinito de amor que se halla oculto en lo más profundo de nuestro ser, depositado
allí por la mano de Dios, para desarrollarse en la contemplación de una manera más o menos perfecta, y luego perfectamente al resplandor del lumen gloriae en la vida
beatífica"

(L.S. Tomo 9 (1878) Pág. 126)

miércoles, 8 de junio de 2011

VIGILIA NACIONAL CONMEMORATIVA DEL CXXV ANIVERSARIO DE LA SECCIÓN DE VILA-REAL

En el Boletín informativo del Santuario Eucarístico internacional de San Pascual Baylón en entrevista realizada al Presidente de la Sección de Vila-Real, Don Manuel Usó Cheza se cita:

“La Vigilia que se celebrará para conmemorar el 125 Aniversario de la fundación de la Sección local de la Adoración Nocturna tendrá rango nacional. ¿ Cree que Vila-Real al albergar el sepulcro del Patrono del culto eucarístico , por lo tanto Patrono de la Adoración Nocturna, es una ciudad que fácilmente obtiene este tipo de privilegios ? ”

Manolo con sabiduría añeja, plena de amor eucarístico, afirma que San Pascual “ pesa “ mucho tanto en la Iglesia como en la Adoración nocturna.

Comandaba un grupo de adoradores que cuidaban con todo cariño y al detalle, cuánto debía hacerse para que la Vigilia resultase de lo más Solemne y agradable al Señor, para su mayor Gloria; y a su vez pendientes de todos los Adoradores que llegarían para participar en los actos. Amor a Dios y caridad fraterna, magnífico testimonio, hermanos.

Los actos previos como la Vigilia se han celebrado en la Iglesia Arciprestal de San Jaime, “construida sobre los derribos de una anterior Iglesia Gótica; que cuenta con 232 años de historia, edificio emblemático de la ciudad de Villarreal de los Infantes, honor del pueblo y admiración de los visitantes, espacio religioso más grande, como parroquia, quizás de la nación. El mismo Templo en su interior es todo un gran Museo, de obra, de pintura, de escultura y ornamentación, del que nos podemos vanagloriar , porque además que nos convida a celebrar el culto, rodeado de una belleza religiosa, deja boquiabierto a los que penetrando por primera vez, descubren aquello que los muros exteriores ocultan. También el Gran Enrejado ( de 1926 ), anuncia a quienquiera que entra en la Monumental Iglesia que es San Jaime de Villarreal, en la que se ganan las mismas indulgencias concedidas a la Basílica Mayor de Santa María de Roma” (del libro La Iglesia Parroquial de San Jaime Apóstol de Villarreal de los Infantes, Mn. Vicent Gimeno Estornell)

Cuándo marchábamos en Procesión tras el Santísimo, saliendo de este Templo una añoranza particular : ¡ Señor que Grande eres ¡ Si la Jerusalén celestial debe ser todavía mejor que este Templo, que consuelo pensar que aunque no vuelva aquí pueda disfrutar de tu presencia en aquel lugar .

La concentración de Banderas fue en la Basílica de San Pascual Bailón, lugar de encuentro de innumerables fieles que a diario acuden a Adorar al Señor y venerar el sepulcro de su Santo; allí las Religiosas Clarisas de nacionalidad mejicana en su mayoría con sus oraciones y trabajos velan por el mantenimiento de la fe cristiana en el lugar donde murió el Santo pastor que, como ellas adoraba constantemente al Señor.

A la Basílica llegó el Excelentísimo y Reverendísimo Don Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe – Castellón para presidir la Procesión de Banderas hasta la Arciprestal de San Jaime en la que concelebró la Misa Solemne con la participación de 500 fieles que acompañaban a las 52 Banderas venidas de distintas ciudades de la geografía española ( Toledo, Fuensalida, Jaén, Valencia, Tortosa, Vigo … ) y que acompañaban a las de enclaves más próximos, Castellón, Valencia, Alicante.

En su homilía el Sr. Obispo ensalzó las virtudes eucarísticas, resaltando la necesidad de actuación de los cristianos comprometidos.

El coro de canto gregoriano “ Jubilemus “ interpretó la “Misa de Ángelis”

Finalizada la Eucaristía hubo exposición solemne del Santísimo y oración de presentación de adoradores antes de marchar en Procesión S. D. M. sobre un paso con faldones y bellamente exornado de flores alabando al Señor en su magnífica Custodia; el Sr. Obispo marchaba tras el Palio de respeto; el recorrido fue presenciado por un respetuoso público que nos acompañaba en los cantos eucarísticos o los acordes de las marchas eucarísticas; en esta ocasión y tal como ocurriera en la Vigilia nacional de Zaragoza, mis pensamientos se trasladaban a Sevilla y a los míos mientras la Música tocaba la marcha Corpus Cristi.

Con la Basílica abarrotada de fieles comenzamos los Turnos de Vela hasta que a las 2,30 horas del domingo se rezaron las Laudes, procediéndose a la Bendición y Reserva por parte de Mn. Vicente Gimeno y antes de marchar saludamos a Nuestra Señora de Gracia, patrona de la ciudad.

Un ruego a quienes pueda afectarles: cuidemos que hasta que no finalice el Turno de Vela no haya trasiego de Banderas que con dicho movimiento puedan distraer a quienes están en conversación con el Señor; me viene al recuerdo aquel comentario: hermano no hagas ruido que no me entero lo que me dice el Señor.

De mañana, a las nueve allí estaba Manolo Usó para desplazarnos hasta Castellón, desde donde el ferrocarril nos traería a Sevilla henchidos de fervor y alegría, como corresponde en éste Tiempo Pascual.

PD. El reportaje gráfico pueden consultarlo en álbum de fotos, my galery, de este blog

sábado, 4 de junio de 2011

LA LAMPARA DEL SANTUARIO

" La lámpara del Santuario " publicación iniciada el 1º de enero de 1870, cuyo editor, director y redactor fue D. LUIS DE TRELLES Y NOGUEROL, fundador de la Adoración Nocturna Española vino a cubrir la inquietud de éste en mantener viva la formación y fe eucarística de todos sus lectores.

Hoy traemos a este recuadro uno de los muchos artículos que, con periodicidad mensual publicaba D. Luis; mantiene su actualidad de pensamiento.

El Boletin mensual correspondiente a Junio de 2011 de la A.N.E. de la Diócesis de Tui-Vigo ha tenido a bien publicar el mismo, manteniendo vivo el espíritu del Siervo de Dios cuya positio se halla pendiente de que por la Gracia de Dios y para confirmar las virtudes del Fundador de nuestra Obra se produzca el Milagro deseado.

Para ello es preciso conocer a D. Luis; tenerlo presente en nuestras oraciones privadas ante el Señor para que se llegue a alcanzar las gracias pedidas a través de su intercesión.




LA EUCARISTÍA, ¿REFUGIO O COMPROMISO?

"Descansa sólo en Dios, alma mía
porque Él es mi esperanza;
sólo Él es mi roca y mi salvación
Mi alcázar; no vacilaré.
Pueblo suyo, confiad en Él
Desahogad ante Él vuestro corazón
Que Dios es nuestro refugio."

(Salmo 61)


La Sagrada Escritura, los salmos de un modo especial, son una llamada a confiar a
Dios. El es siempre quien no nos falla. Tantas veces repetidas las palabras de
JESUS "no temáis".

Porque son muchas las tormentas que -como los discípulos en la barca- pueden
atemorizarnos. La vida del hombre está sometida a mil temores. Sería una larga lista
el comentarlos. Están por una parte, los inherentes a nuestra limitada condición humana,sobre todo la enfermedad, la muerte...pero además, en nuestra situación familiar, laboral, existen sombras. En todas esas circunstancias hemos buscado en Dios un refugio.

Porque, además, puede estar esa otra tristeza que a veces nos invade. Como la
niebla invade el bosque en una tarde invernal. No sabemos de donde viene y cada vez
se hará más densa. E invade nuestra alma y hasta nuestros huesos. Es, quizás, la
tristeza, la soledad de ser hombre; de querer y no poder, de la insuficiencia de todo lo
humano (y pensamos que hasta de todo lo divino) para liberarnos de esa tristeza para
romper nuestra soledad.

Y también nuestro fallos, nuestros propósitos nunca cumplidos, nuestra insensibilidad
hacia lo que está un poco lejos de nosotros, este mundo podrido de guerras, de
hambre, de egoísmo, de desesperanza. Algo que nos parece írremontable. Y los tremendos
fallos de nuestra Iglesia a la que, con razón, confesamos santa porque Cristo
es su cabeza, y su palabra y sus sacramentos están en la Iglesia y porque en ella ha
habido y hay millones de santos, pero que, a la vez está llena de pecadores. ¡Pero los
pecados se ven tanto!. Y esto nos angustia, nos entristece, nos aplasta. Y por si fuera
poco, ésta cristianofobia que recorre todo el mundo.

Pero "¿Dónde vamos a ir, Tú tienes palabras de vida eterna?". Sabemos que Tú
estás en la barca, que estás con nosotros, que sufres con los sufrimientos de tantos
que sufren. Tenemos esperanza; sabemos que por encima de las nubes brillan el sol y
las estrellas. Y en Dios buscamos y encontramos siempre nuestro refugio. Y en la oración
aunque sea temerosa encontramos consuelo. Y sobre todo en el Pan encontraremos
satisfacción a nuestra hambre, fuerza en nuestra debilidad, confianza en nuestros
tormentos interiores y exteriores.

Pero la fe, la oración y la eucaristía no pueden nunca ser un mero refugio, una
huida. La fe, la esperanza y la caridad son para el cristiano un compromiso que se
actualiza en la Eucaristía. Esta tiene que ser motor de nuestra vida, exigencia de testimonio.
"No os sorprenda que el mundo os odie" (Un 3,12). Él nos envía, como a Él lo
envió el Padre, para que demos fruto, para ser luz y sol. Nos envió a sembrar, a sembrarnos.
Y en esa tarea encontraremos siempre consuelo, gozo y renovadas fuerzas.

(La Lámpara del Santuario,
3a época, n° 31)

miércoles, 1 de junio de 2011

MES DE JUNIO EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

“VENITE AD ME”


MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Corazón de Jesús, Dios y hombre verdadero, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían, Tú nos dices amablemente : “Venid a Mí” y nos repites las palabras que dijiste al paralítico: “confía, hijo, tus pecados te son perdonados” y a la mujer enferma: “confía, hija, tu fe te ha salvado” y a los apóstoles: “soy Yo, no temáis”.

Animado con estas palabras, acudo a Ti con el corazón lleno de confianza, para decirte sinceramente y de lo más íntimo de mi alma:

¡CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO!

- En mis alegrías y tristezas. ¡Corazón de Jesús, en Vos confío!
- En mis negocios y empresas: ¡Corazón de Jesús,…!
- En mi prosperidad y adversidad: ¡Corazón de Jesús,…!
- En las necesidades de mi familia: ¡Corazón de Jesús,…!
- En las tentaciones del demonio: ¡Corazón de Jesús,…!
- En las instigaciones de mis propias pasiones: ¡Corazón de Jesús,…!
- En las persecuciones de mis enemigos: ¡Corazón de Jesús,…!
- En las murmuraciones y calumnias: ¡Corazón de Jesús,…!
- En mis enfermedades y dolores: ¡Corazón de Jesús,…!
- En mis defectos y pecados: ¡Corazón de Jesús,…!
- En la santificación de mi alma: ¡Corazón de Jesús,…!
- Siempre y en toda ocasión: ¡Corazón de Jesús,…!
- En la vida y en la muerte: ¡Corazón de Jesús,…!
- En el tiempo y en la eternidad: ¡Corazón de Jesús,…!

Corazón de amor, en Ti pongo mi confianza, Jesús mío, en Ti confío pues todo lo temo de mi fragilidad y todo lo espero de tu bondad.
A tu Corazón confío… (pídase la gracia) Míralo todo; después haz lo que tu Corazón te diga: deja obrar a tu Corazón.
¡Jesús mío, yo cuento contigo, me fío de Ti, descanso en ti, estoy seguro de tu Corazón!

¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO!

TEMA DE REFLEXIÓN para el mes de JUNIO. VIGILIAS NOCTURNAS DE A.N.E.

La Eucaristía y el testimonio de la caridad

Con los párrafos que siguen, finalizamos las palabras pronunciadas por Benedicto XIV el 15 de junio de 2010 en la Basílica de San Juan de Letrán sobre el tema: “Se les abrieron los ojos, lo reconocieron y lo anunciaron”:

La comunión con Cristo en la Eucaristía

“La comunión con Cristo es siempre también comunión con su cuerpo, que es la Iglesia, como recuerda el apóstol Pablo diciendo: "El pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan" (1 Corintios 10, 16-17).
La Eucaristía transforma un simple grupo de personas en comunidad eclesial: la Eucaristía hace Iglesia. Por tanto, es fundamental que la celebración de la santa Misa sea efectivamente la cumbre, la "columna vertebral" de la vida de cada comunidad parroquial. Exhorto a todos a prestar más atención, entre otras cosas con grupos litúrgicos, a la preparación y celebración de la Eucaristía para que cuantos participen puedan encontrar al Señor.

Cristo resucitado se hace presente en nuestro hoy y nos reúne a su alrededor. Al alimentarnos con él, nos liberamos de los vínculos del individualismo y, a través de la comunión con Él, nos convertimos nosotros mismos, juntos, en una sola cosa, en su Cuerpo místico. De este modo se superan las diferencias debidas a la profesión, a la clase social, a la nacionalidad, pues nos descubrimos como miembros de una gran familia, la familia de los hijos de Dios, en la que a cada uno se le da una gracia particular para el bien común. El mundo y los hombres no necesitan una nueva corporación social, sino que tienen necesidad de la Iglesia, que es en Cristo como un sacramento, "es decir, señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano" (Lumen gentium, 1), llamada a hacer resplandecer sobre todas las gentes la luz del Señor resucitado.

Jesús vino a revelarnos el amor del Padre, pues "el hombre no puede vivir sin amor” (Juan Pablo II, encíclica Redemptor hominis, 10). El amor es, de hecho, la experiencia fundamental de todo ser humano, lo que da significado a la existencia humana. Alimentados por la Eucaristía, nosotros también, siguiendo el ejemplo de Cristo, vivimos por Él para ser testigos del amor. Al recibir el Sacramento, entramos en comunión de sangre con Jesucristo. En la concepción judía, la sangre indica la vida; de este modo, podemos decir que al alimentarnos con el Cuerpo de Cristo acogemos la vida de Dios y aprendemos a ver la realidad con sus ojos, abandonando la lógica del mundo para seguir la lógica divina del don y de la gratuidad. San Agustín recuerda que, durante una visión, tuvo la impresión de escuchar la voz del Señor, que le decía: "Yo soy el alimento de los adultos. Crece, y me comerás, sin que por ello me transforme en ti, como alimento de tu carne; pero tú te transformarás en mí" (Cf. Confesiones VII, 10, 16).

Cuando recibimos a Cristo, el amor de Dios se expande en nuestra intimidad, modifica radicalmente nuestro corazón y nos hace capaces de gestos que, por la fuerza difusiva del bien, pueden transformar la vida de aquellos que están a nuestro lado. La caridad es capaz de generar un cambio auténtico y permanente en la sociedad, actuando en los corazones y en las mentes de los hombres, y cuando se vive en la verdad "es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad" (encíclica Charitas in veritate, 1). El testimonio de la caridad para el discípulo de Jesús no es un sentimiento pasajero, sino por el contrario es lo que plasma la vida en cada circunstancia. Aliento a todos, en particular a Cáritas y a los diáconos a comprometerse en el delicado y fundamental campo de la educación en la caridad, como dimensión permanente de la vida personal y comunitaria.
(…)
La misma naturaleza del amor exige opciones de vida definitivas e irrevocables. Me dirijo en particular a vosotros, queridos jóvenes: no tengáis miedo de escoger el amor como regla suprema de vida. No tengáis miedo de amar a Cristo en el sacerdocio y, si en el corazón experimentáis la llamada del Señor, seguidle en esta extraordinaria aventura de amor, poniéndoos en sus manos con confianza. ¡No tengáis miedo de formar familias cristianas que viven el amor fiel, indisoluble y abierto a la vida! Testimoniad que el amor, tal y como lo vivió Cristo y lo enseña el Magisterio de la Iglesia, no quita nada a nuestra felicidad, sino que por el contrario da esa alegría profunda que Cristo prometió a sus discípulos.

Que la Virgen María acompañe con su intercesión maternal el camino de nuestra Iglesia de Roma. María que, de manera totalmente singular vivió la comunión con Dios y el sacrificio del propio Hijo en el Calvario, nos alcance la gracia de vivir cada vez más intensa, plena y conscientemente el misterio de la Eucaristía para anunciar con la palabra y la vida el amor que Dios experimenta por cada hombre.
* * * * * *
Cuestionario
¿Pido al Señor la gracia de que la Comunión con Él en la Eucaristía me ayude a vivir mejor en caridad con los demás?

¿Ruego a la Santísima Virgen que me acompañe a comulgar; que me enseñe a recibir a su Hijo en la Eucaristía?

¿Tengo presente que al comulgar con devoción estoy dando un testimonio vivo de la Presencia Real de Cristo en el Santísimo Sacramento?

lunes, 2 de mayo de 2011

LOS HOMBRES DE LA NOCHE

Hace más de 4 décadas, se publicó en nuestro Boletin mensual el artículo publicado a continuación, que nos hacer seguir otro buen hombre de la noche, D. Fernando Rodríguez Ávila adorador veterano constante; coincido con él, " parece que se escribió ayer "



"LOS HOMBRES DE LA NOCHE"


Párate un momento, hombre de la prisa larga; tú, quienquiera que seas, hombre,
que vives tu vida cargado de impresiones fuertes, excesivamente nervioso,
hombre que corres preocupado, mordido por la impaciencia y la inquietud de
"algo". Hombre que no atinas a concretar ese "algo mejor", pero que lo anhelas
con toda tu alma; querido hombre de buena voluntad, párate un momento... y
obsérvalos -en plan de marcha-. Son los "Hombres de la Noche".

Por favor, hombre amigo, deja ya lo negativo. No te lamentes más de las
horas desgraciadas de los negocios... de las aristas afiladas del desaliento... de
los mordiscos rabiosos de la enfermedad..., del pan correoso del abandono ingrato.
.. de la baba maloliente que murmura... de la trapera zancadilla que tumba...,
de la calumnia que apuñala cobardemente... del ambiente injusto... de la
malicia sin fin de un mundo con negrura de almas. Deja, por favor, hombre
amigo, el agua amarga de tus lloros y empieza a ser positivo: Escucha atento la
canción viril, serena, recia, de los "Hombres de la Nochce". Y si es verdad eres,
valiente, escucha y canta con ellos, con los hombres de la Adoración Nocturna,
el himno triunfal de la restauración del mundo.

¿Te has fijado ya? Toma nota; son hombres como tú y como yo, con vértigo
por las mismas inquietudes de "algo mejor". Pero hombres que no se rasgan sus
vestiduras, que no protestan del ambiente sobrecargado; hombres que no
maquinan en la noche de un mundo en sombras, y sí, en cambio, convierten su
noche de Adoración en un día blanco de Oración, de Intercesión, de Expiación.

Ya les conoces un poco a estos "Hombres de la Noche", anónima masa gris,
tan necesaria al mundo de hoy; pero no deja de ser un conocimiento externo. Si
en verdad quieres verles de cerca, "por adentro!, en experiencia personal, acude
sin recelos, libre de prejuicios, con buena voluntad, con honradez, a un turno
cualquiera de las noches de Adoración. ¡Hazlo, amigo, con frente serena y corazón
limpio! Yo te aseguro, por la memoria sagrada de tus mayores, que allí les
verás con distintivo blanco, con su bandera blanca, con su programa blanco:
CARIDAD y UNIDAD ante la Hostia Santa, allí les verá ir salvando al mundo
de su noche negra.

Me da la impresión de que esto te parece excesivo optimismo... Acaso, pero
te lo diré, entonces, con palabras del estupendo Pérez Lozano:... "Y la niñita de
cinco años rezaba todas las noches para que el demonio, se hiciese bueno... El
demonio, seguía siendo malo, es verdad, pero muchos hombres se iban librando
de él por la oración de la niñita de cinco años".

Mi querido hombre amigo, el de la prisa larga, los "Hombres de la Noche"
te ofrecen el único eficaz programa blanco de restauración, de salvación del
mundo en sus cuatro dimensiones. Seguro que el inundo continuará con sus
noches negras de pecado, pero en muchas almas, muchísimas almas, se irá abriendo
la Luz... La Luz Blanca de los "HOMBRES DE LA NOCHE".

domingo, 1 de mayo de 2011

EL MENSAJE DE FÁTIMA

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE


EL MENSAJE DE FÁTIMA



PRESENTACIÓN

En el tránsito del segundo al tercer milenio, Juan Pablo II ha decidido hacer público el texto de la tercera parte del « secreto de Fátima ».

Tras los dramáticos y crueles acontecimientos del siglo XX, uno de los más cruciales en la historia del hombre, culminado con el cruento atentado al « dulce Cristo en la Tierra », se abre así un velo sobre una realidad, que hace historia y la interpreta en profundidad, según una dimensión espiritual a la que la mentalidad actual, frecuentemente impregnada de racionalismo, es refractaria.

Apariciones y signos sobrenaturales salpican la historia, entran en el vivo de los acontecimientos humanos y acompañan el camino del mundo, sorprendiendo a creyentes y no creyentes. Estas manifestaciones, que no pueden contradecir el contenido de la fe, deben confluir hacia el objeto central del anuncio de Cristo: el amor del Padre que suscita en los hombres la conversión y da la gracia para abandonarse a Él con devoción filial. Éste es también el mensaje de Fátima que, con un angustioso llamamiento a la conversión y a la penitencia, impulsa en realidad hacia el corazón del Evangelio.

Fátima es sin duda la más profética de las apariciones modernas. La primera y la segunda parte del « secreto » —que se publican por este orden por integridad de la documentación— se refieren sobre todo a la aterradora visión del infierno, la devoción al Corazón Inmaculado de María, la segunda guerra mundial y la previsión de los daños ingentes que Rusia, en su defección de la fe cristiana y en la adhesión al totalitarismo comunista, provocaría a la humanidad.

Nadie en 1917 podía haber imaginado todo esto: los tres pastorinhos de Fátima ven, escuchan, memorizan, y Lucía, la testigo que ha sobrevivido, lo pone por escrito en el momento en que recibe la orden del Obispo de Leiria y el permiso de Nuestra Señora.

Por lo que se refiere la descripción de las dos primeras partes del « secreto », por lo demás ya publicado y por tanto conocido, se ha elegido el texto escrito por Sor Lucía en la tercera memoria del 31 de agosto de 1941; después añade alguna anotación en la cuarta memoria del 8 de diciembre de 1941.

La tercera parte del « secreto » fue escrita « por orden de Su Excelencia el Obispo de Leiria y de la Santísima Madre.... » el 3 de enero de 1944.

Existe un único manuscrito, que se aquí se reproduce en facsímile. El sobre lacrado estuvo guardado primero por el Obispo de Leiria. Para tutelar mejor el « secreto », el 4 de abril de 1957 el sobre fue entregado al Archivo Secreto del Santo Oficio. Sor Lucía fue informada de ello por el Obispo de Leiria.

Según los apuntes del Archivo, el 17 de agosto de 1959, el Comisario del Santo Oficio, Padre Pierre Paul Philippe, O.P., de acuerdo con el Emmo. Card. Alfredo Ottaviani, llevó el sobre que contenía la tercera parte del « secreto de Fátima » a Juan XXIII. Su Santidad, « después de algunos titubeos », dijo: « Esperemos. Rezaré. Le haré saber lo que decida ».1

En realidad, el Papa Juan XXIII decidió devolver el sobre lacrado al Santo Oficio y no revelar la tercera parte del « secreto ».

Pablo VI leyó el contenido con el Sustituto, S. E. Mons. Angelo Dell'Acqua, el 27 de marzo de 1965 y devolvió el sobre al Archivo del Santo Oficio, con la decisión de no publicar el texto.

Juan Pablo II, por su parte, pidió el sobre con la tercera parte del « secreto » después del atentado del 13 de mayo de 1981.S. E. Card.Franjo Seper, Prefecto de la Congregación, entregó el 18 de julio de 1981 a S. E. Mons. Martínez Somalo, Sustituto de la Secretaría de Estado, dos sobres: uno blanco, con el texto original de Sor Lucía en portugués, y otro de color naranja con la traducción del « secreto » en italiano. El 11 de agosto siguiente, Mons. Martínez devolvió los dos sobres al Archivo del Santo Oficio.2

Como es sabido, el Papa Juan Pablo II pensó inmediatamente en la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María y compuso él mismo una oración para lo que definió « Acto de consagración », que se celebraría en la Basílica de Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés, día elegido para recordar el 1600° aniversario del primer Concilio Constantinopolitano y el 1550° aniversario del Concilio de Éfeso. Estando ausente el Papa por fuerza mayor, se transmitió su alocución grabada. Citamos el texto que se refiere exactamente al acto de consagración:

« Madre de los hombres y de los pueblos,Tú conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que sacuden al mundo, acoge nuestro grito dirigido en el Espíritu Santo directamente a tu Corazón y abraza con el amor de la Madre y de la Esclava del Señor a los que más esperan este abrazo, y, al mismo tiempo, a aquellos cuya entrega Tú esperas de modo especial. Toma bajo tu protección materna a toda la familia humana a la que, con todo afecto a ti, Madre, confiamos. Que se acerque para todos el tiempo de la paz y de la libertad, el tiempo de la verdad, de la justicia y de la esperanza ».3

Pero el Santo Padre, para responder más plenamente a las peticiones de « Nuestra Señora », quiso explicitar durante el Año Santo de la Redención el acto de consagración del 7 de junio de 1981, repetido en Fátima el 13 de mayo de 1982. Al recordar el fiat pronunciado por María en el momento de la Anunciación, en la plaza de San Pedro el 25 de marzo de 1984, en unión espiritual con todos los Obispos del mundo, precedentemente « convocados », el Papa consagra a todos los hombres y pueblos al Corazón Inmaculado de María, en un tono que evoca las angustiadas palabras pronunciadas en 1981.

« Y por eso, oh Madre de los hombres y de los pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a tu corazón: abraza con amor de Madre y de Sierva del Señor a este mundo humano nuestro, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.

De modo especial confiamos y consagramos a aquellos hombres y aquellas naciones, que tienen necesidad particular de esta entrega y de esta consagración.

¡“Nos acogemos a tu protección, Santa Madre de Dios”!

¡No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades! ».

Acto seguido, el Papa continúa con mayor fuerza y con referencias más concretas, comentando casi el triste cumplimiento del Mensaje de Fátima:

« He aquí que, encontrándonos hoy ante ti, Madre de Cristo, ante tu Corazón Inmaculado, deseamos, junto con toda la Iglesia, unirnos a la consagración que, por amor nuestro, tu Hijo hizo de sí mismo al Padre cuando dijo: “Yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17, 19). Queremos unirnos a nuestro Redentor en esta consagración por el mundo y por los hombres, la cual, en su Corazón divino tiene el poder de conseguir el perdón y de procurar la reparación.

El poder de esta consagracióndura por siempre, abarca a todos los hombres, pueblos y naciones, y supera todo el mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de sembrar en el corazón del hombre y en su historia; y que, de hecho, ha sembrado en nuestro tiempo.

¡Oh, cuán profundamente sentimos la necesidad de consagración para la humanidad y para el mundo: para nuestro mundo contemporáneo, en unión con Cristo mismo! En efecto, la obra redentora de Cristo debe ser participada por el mundo a través de la Iglesia.

Lo manifiesta el presente Año de la Redención, el Jubileo extraordinario de toda la Iglesia.

En este Año Santo, bendita seas por encima de todas las creaturas, tú, Sierva del Señor, que de la manera más plena obedeciste a la llamada divina.

Te saludamos a ti, que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu Hijo.

Madre de la Iglesia: ilumina al Pueblo de Dios en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Ilumina especialmente a los pueblos de los que tú esperas nuestra consagración y nuestro ofrecimiento. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana del mundo actual.

Al encomendarte, oh Madre, el mundo, todos los hombres y pueblos, te confiamos también la misma consagración del mundo, poniéndola en tu corazón maternal.

¡Corazón Inmaculado! Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga en los corazones de los hombres de hoy y que con sus efectos inconmensurables pesa ya sobre la vida presente y da la impresión de cerrar el camino hacia el futuro.

¡Del hambre y de la guerra, líbranos!

¡De la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable y de todo tipo de guerra, líbranos!

¡De los pecados contra la vida del hombre desde su primer instante, líbranos!

¡Del odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios, líbranos!

¡De toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional, líbranos!

¡De la facilidad de pisotear los mandamientos de Dios, líbranos!

¡De la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, líbranos!

¡Del extravío de la conciencia del bien y del mal, líbranos!

¡De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos!, ¡líbranos!

Acoge, oh Madre de Cristo, este grito lleno de sufrimiento de todos los hombres. Lleno del sufrimiento de sociedades enteras.

Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado, el pecado del hombre y el « pecado del mundo », el pecado en todas sus manifestaciones.

Aparezca, una vez más, en la historia del mundo el infinito poder salvador de la Redención: poder del Amor misericordioso. Que éste detenga el mal.Que transforme las conciencias.Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la Esperanza».4

Sor Lucía confirmó personalmente que este acto solemne y universal de consagración correspondía a los deseos de Nuestra Señora (« Sim, està feita, tal como Nossa Senhora a pediu, desde o dia 25 de Março de 1984 »: « Sí, desde el 25 de marzo de 1984, ha sido hecha tal como Nuestra Señora había pedido »: carta del 8 de noviembre de 1989). Por tanto, toda discusión, así como cualquier otra petición ulterior, carecen de fundamento.

En la documentación que se ofrece, a los manuscritos de Sor Lucía se añaden otros cuatro textos: 1) la carta del Santo Padre a Sor Lucía, del 19 de abril del 2000; 2) una descripción del coloquio tenido con Sor Lucía el 27 de abril del 2000; 3) la comunicación leída por encargo del Santo Padre en Fátima el 13 de mayo actual por el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado; 4) el comentario teológico de Su Eminencia el Card. Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Una indicación para la interpretación de la tercera parte del « secreto » la había ya insinuado Sor Lucía en una carta al Santo Padre del 12 de mayo de 1982. En ella se dice:

« La tercera parte del secreto se refiere a las palabras de Nuestra Señora: “Si no [Rusia] diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán destruidas” (13-VII-1917).

La tercera parte es una revelación simbólica, que se refiere a esta parte del Mensaje, condicionado al hecho de que aceptemos o no lo que el mismo Mensaje pide: “si aceptaren mis peticiones, la Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, diseminará sus errores por el mundo, etc.”.

Desde el momento en que no hemos tenido en cuenta este llamamiento del Mensaje, constatamos que se ha cumplido, Rusia ha invadido el mundo con sus errores. Y, aunque no constatamos aún la consumación completa del final de esta profecía, vemos que nos encaminamos poco a poco hacia ella a grandes pasos. Si no renunciamos al camino del pecado, del odio, de la venganza, de la injusticia violando los derechos de la persona humana, de inmoralidad y de violencia, etc.

Y no digamos que de este modo es Dios que nos castiga; al contrario, son los hombres que por sí mismos se preparan el castigo. Dios nos advierte con premura y nos llama al buen camino, respetando la libertad que nos ha dado; por eso los hombres son responsables ».5

La decisión del Santo Padre Juan Pablo II de hacer pública la tercera parte del « secreto » de Fátima cierra una página de historia, marcada por la trágica voluntad humana de poder y de iniquidad, pero impregnada del amor misericordioso de Dios y de la atenta premura de la Madre de Jesús y de la Iglesia.

La acción de Dios, Señor de la Historia, y la corresponsabilidad del hombre en su dramática y fecunda libertad, son los dos goznes sobre los que se construye la historia de la humanidad.

La Virgen que se apareció en Fátima nos llama la atención sobre estos dos valores olvidados, sobre este porvenir del hombre en Dios, del que somos parte activa y responsable.



Tarcisio Bertone, SDB
Arzobispo emérito de Vercelli
Secretario de la Congregación
para la Doctrina de la Fe





EL « SECRETO » DE FATIMA


PRIMERA Y SEGUNDA PARTE DEL « SECRETO »

EN LA REDACCIÓN HECHA POR SOR LUCÍA
EN LA « TERCERA MEMORIA » DEL 31 DE AGOSTO DE 1941
DESTINADA AL OBISPO DE LEIRIA-FÁTIMA

(texto original)





(Traducción) 6



Tendré que hablar algo del secreto, y responder al primer punto interrogativo.

¿Qué es el secreto? Me parece que lo puedo decir, pues ya tengo licencia del Cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello varias veces y en varias cartas; juzgo que V. Excia. Rvma. conserva una de ellas, del R. P. José Bernardo Gonçalves, aquella en que me manda escribir al Santo Padre. Uno de los puntos que me indica es la revelación del secreto. Sí, ya dije algo; pero, para no alargar más ese escrito que debía ser breve, me limité a lo indispensable, dejando a Dios la oportunidad de un momento más favorable.

Pues bien; ya expuse en el segundo escrito, la duda que, desde el 13 de junio al 13 de julio, me atormentó; y cómo en esta aparición todo se desvaneció.

Ahora bien, el secreto consta de tres partes distintas, de las cuales voy a revelar dos.

La primera fue, pues, la visión del infierno.

Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.

Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.

Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:

— Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.7



TERCERA PARTE DEL « SECRETO »

(texto original)









(Traducción)8

« J.M.J.

Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima.

Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.

Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.

Tuy-3-1-1944 ».



INTERPRETACIÓN DEL « SECRETO »



CARTA DE JUAN PABLO II

A SOR LUCÍA

(texto original)





(Traducción)

Reverenda Sor
María Lucía
Convento de Coimbra



En el júbilo de las fiestas pascuales, le presento el augurio de Cristo Resucitado a sus discípulos: « ¡la paz esté contigo! »

Tendré el gusto de poder encontrarme con Usted en el tan esperado día de la beatificación de Francisco y Jacinta que, si Dios quiere, beatificaré el próximo 13 de mayo.

Sin embargo, teniendo en cuenta que ese día no habrá tiempo para un coloquio, sino sólo para un breve saludo, he encargado ex profeso a Su Excelencia Monseñor Tarcisio Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que vaya a hablar con Usted. Se trata de la Congregación que colabora más estrechamente con el Papa para la defensa de la fe católica y que ha conservado desde 1957, como Usted sabe, su carta manuscrita que contiene la tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria, Fátima.

Monseñor Bertone, acompañado del Obispo de Leiria, su Excelencia Monseñor Serafim de Sousa Ferreira e Silva, va en mi nombre para hacerle algunas preguntas sobre la interpretación de la « tercera parte del secreto ».

Reverenda Sor Lucía, puede hablar abierta y sinceramente a Monseñor Bertone, que me referirá sus respuestas directamente a mí.

Ruego ardientemente a la Madre del Resucitado por Usted, por la Comunidad de Coimbra y por toda la Iglesia.

María, Madre de la humanidad peregrina, nos mantenga siempre estrechamente unidos a Jesús, su amado Hijo y Hermano nuestro, Señor de la vida y de la gloria.

Con una especial Bendición Apostólica.

JUAN PABLO II

Vaticano, 19 de abril de 2000.





COLOQUIO
CON SOR MARÍA LUCÍA DE JESÚS
Y DEL INMACULADO CORAZÓN



La cita de Sor Lucía con Su Excia. Mons. Tarcisio Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, encargado por el Santo Padre, y de Su Excia. Mons. Serafim de Sousa Ferreira e Silva, Obispo de Leiria-Fátima, tuvo lugar el pasado jueves 27 de abril en el Carmelo de Santa Teresa de Coimbra.

Sor Lucía estaba lúcida y serena; estaba muy contenta del viaje del Papa a Fátima para la beatificación, que ella tanto esperaba, de Francisco y Jacinta.

El Obispo de Leiria-Fátima leyó la carta autógrafa del Santo Padre que explicaba los motivos de la visita. Sor Lucía se sintió honrada y la releyó personalmente, teniéndola en sus propias manos. Dijo estar dispuesta a responder francamente a todas las preguntas.

Llegados a este punto, Su Excia. Mons. Tarcisio Bertone le presentó dos sobres, uno externo y otro dentro con la carta que contenía la tercera parte del « secreto » de Fátima, y ella dijo inmediatamente, tocándola con los dedos: « es mi carta »; y después, leyéndola: « es mi letra ».

Con la ayuda del Obispo de Leiria-Fátima, se leyó e interpretó el texto original, que está en portugués. Sor Lucía estuvo de acuerdo en la interpretación según la cual la tercera parte del secreto consiste en una visión profética comparable a las de la historia sagrada. Reiteró su convicción de que la visión de Fátima se refiere sobre todo a la lucha del comunismo ateo contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de las víctimas de la fe en el siglo XX.

A la pregunta: « El personaje principal de la visión, ¿es el Papa? », Sor Lucía respondió de inmediato que sí y recuerda que los tres pastorcitos estaban muy apenados por el sufrimiento del Papa y Jacinta repetía: « Coitandinho do Santo Padre, tenho muita pena dos peccadores! » (« ¡Pobrecito el Santo Padre, me da mucha pena de los pecadores! »). Sor Lucía continúa: « Nosotros no sabíamos el nombre del Papa, la Señora no nos ha dicho el nombre del Papa, no sabíamos si era Benedicto XV o Pío XII o Pablo VI o Juan Pablo II, pero era el Papa que sufría y nos hacía sufrir también a nosotros ».

Por lo que se refiere al pasaje sobre el obispo vestido de blanco, esto es, el Santo Padre —como se dieron cuenta inmediatamente los pastorcitos durante la “visión”—, que es herido de muerte y cae por tierra, Sor Lucía está completamente de acuerdo con la afirmación del Papa: « una mano materna guió la trayectoria de la bala, y el Papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte » (Juan Pablo II, Meditación desde el Policlínico Gemelli a los Obispos italianos, 13 de mayo de 1994).

Puesto que Sor Lucía, antes de entregar al entonces Obispo de Leiria-Fátima el sobre lacrado que contenía la tercera parte del « secreto », había escrito en el sobre exterior que sólo podía ser abierto después de 1960, por el Patriarca de Lisboa o por el Obispo de Leiria, Su Excia. Mons. Bertone le preguntó: « ¿por qué la fecha tope de 1960? ¿Ha sido la Virgen quien ha indicado esa fecha? Sor Lucía respondió: « no ha sido la Señora, sino yo la que ha puesto la fecha de 1960, porque según mi intuición, antes de 1960 no se hubiera entendido, se habría comprendido sólo después. Ahora se puede entender mejor. Yo he escrito lo que he visto, no me corresponde a mí la interpretación, sino al Papa ».

Finalmente, se mencionó el manuscrito no publicado que Sor Lucía ha preparado como respuesta a tantas cartas de devotos de la Virgen y de peregrinos. La obra lleva el título « Os apelos da Mensagen da Fatima » y recoge pensamientos y reflexiones que expresan sus sentimientos y su límpida y simple espiritualidad, en clave catequética y parenética. Se le preguntó si le gustaría que la publicaran, y ha respondido: « Si el Santo Padre está de acuerdo, me encantaría, si no, obedezco a lo que decida el Santo Padre ». Sor Lucía desea someter el texto a la aprobación de la Autoridad eclesiástica, y tiene la esperanza de poder contribuir con su escrito a guiar a los hombres y mujeres de buena voluntad por el camino que conduce a Dios, última meta de toda esperanza humana.

El coloquio se concluyó con un intercambio de rosarios: a Sor Lucía se le dio el que le había regalado el Santo Padre y ella, a su vez, entrega algunos rosarios confeccionados por ella personalmente.

La bendición impartida en nombre del Santo Padre concluyó el encuentro.



COMUNICADO DE SU EMINENCIA EL CARD. ANGELO SODANO
SECRETARIO DE ESTADO DE SU SANTIDAD



Al final de la solemne Concelebración Eucarística presidida por Juan Pablo II en Fátima, el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado, ha pronunciado en portugués las palabras que aquí reproducimos en traducción española.



Hermanos y hermanas en el Señor:

Al concluir esta solemne celebración, siento el deber de presentar a nuestro amado Santo Padre Juan Pablo II la felicitación más cordial, en nombre de todos los presentes, por su próximo 80° cumpleaños, agradeciéndole su valioso ministerio pastoral en favor de toda la Santa Iglesia de Dios.

En la solemne circunstancia de su venida a Fátima, el Sumo Pontífice me ha encargado daros un anuncio. Como es sabido, el objetivo de su venida a Fátima ha sido la beatificación de los dos “pastorinhos”. Sin embargo, quiere atribuir también a esta peregrinación suya el valor de un renovado gesto de gratitud hacia la Virgen por la protección que le ha dispensado durante estos años de pontificado. Es una protección que parece que guarde relación también con la llamada “tercera parte” del secreto de Fátima.

Este texto es una visión profética comparable a la de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas. Por tanto, la clave del lectura del texto ha de ser de carácter simbólico.

La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio. Es un interminable Via Crucis dirigido por los Papas del Siglo XX.

Según la interpretación de los pastorinhos, interpretación confirmada recientemente por Sor Lucia, el « Obispo vestido de blanco » que ora por todos los fieles es el Papa. También él, caminando con fatiga hacia la Cruz entre los cadáveres de los martirizados (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos), cae a tierra como muerto, bajo los disparos de arma de fuego.

Después del atentado del 13 de mayo de 1981, a Su Santidad le pareció claro que había sido « una mano materna quien guió la trayectoria de la bala », permitiendo al « Papa agonizante » que se detuviera « en el umbral de la muerte » (Juan Pablo II, Meditación desde el Policlínico Gemelli a los Obispos italianos, en: Insegnamenti, vol. XVII1, 1994, p. 1061). Con ocasión de una visita a Roma del entonces Obispo de Leiria-Fátima, el Papa decidió entregarle la bala, que quedó en el jeep después del atentado, para que se custodiase en el Santuario. Por iniciativa del Obispo, la misma fue después engarzada en la corona de la imagen de la Virgen de Fátima.

Los sucesivos acontecimiento del año 1989 han llevado, tanto en la Unión Soviética como en numerosos Países del Este, a la caída del régimen comunista que propugnaba el ateísmo. También por esto el Sumo Pontífice le está agradecido a la Virgen desde lo profundo del corazón. Sin embargo, en otras partes del mundo los ataques contra la Iglesia y los cristianos, con la carga de sufrimiento que conllevan, desgraciadamente no han cesado. Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado, la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad. « La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo ... La invitación insistente de María santísima a la penitencia es la manifestación de su solicitud materna por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y perdón » (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 1997, n. 1, en: Insegnamenti, vol. XIX2, 1996, p. 561).

Para permitir que los fieles reciban mejor el mensaje de la Virgen de Fátima, el Papa ha confiado a la Congregación para la Doctrina de la Fe la tarea de hacer pública la tercera parte del « secreto », después de haber preparado un oportuno comentario.

Hermanos y hermanas, agradecemos a la Virgen de Fátima su protección. A su materna intercesión confiamos la Iglesia del Tercer Milenio.

Sub tuum praesidium confugimus, Santa Dei Genetrix! Intercede pro Ecclesia. Intercede pro Papa nostro Ioanne Paulo II. Amen.

Fátima, 13 de mayo de 2000.



COMENTARIO TEOLÓGICO



Quien lee con atención el texto del llamado tercer “secreto” de Fátima, que tras largo tiempo, por voluntad del Santo Padre, viene publicado aquí en su integridad, tal vez quedará desilusionado o asombrado después de todas las especulaciones que se han hecho. No se revela ningún gran misterio; no se ha corrido el velo del futuro. Vemos a la Iglesia de los mártires del siglo apenas transcurrido representada mediante una escena descrita con un lenguaje simbólico difícil de descifrar. ¿Es esto lo que quería comunicar la Madre del Señor a la cristiandad, a la humanidad en un tiempo de grandes problemas y angustias? ¿Nos es de ayuda al inicio del nuevo milenio? O más bien ¿son solamente proyecciones del mundo interior de unos niños crecidos en un ambiente de profunda piedad, pero que a la vez estaban turbados por las tragedias que amenazaban su tiempo? ¿Cómo debemos entender la visión, qué hay que pensar de la misma?

Revelación pública y revelaciones privadas — su lugar teológico

Antes de iniciar un intento de interpretación, cuyas líneas esenciales se pueden encontrar en la comunicación que el Cardenal Sodano pronunció el 13 de mayo de este año al final de la celebración eucarística presidida por el Santo Padre en Fátima, es necesario hacer algunas aclaraciones de fondo sobre el modo en que, según la doctrina de la Iglesia, deben ser comprendidos dentro de la vida de fe fenómenos como el de Fátima. La doctrina de la Iglesia distingue entre la « revelación pública » y las « revelaciones privadas ». Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia. El término « revelación pública » designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento. Se llama « revelación » porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta el punto de hacerse él mismo hombre, para atraer a sí y para reunir en sí a todo el mundo por medio del Hijo encarnado, Jesucristo. No se trata, pues, de comunicaciones intelectuales, sino de un proceso vital, en el cual Dios se acerca al hombre; naturalmente en este proceso se manifiestan también contenidos que tienen que ver con la inteligencia y con la comprensión del misterio de Dios. El proceso atañe al hombre total y, por tanto, también a la razón, aunque no sólo a ella. Puesto que Dios es uno solo, también es única la historia que él comparte con la humanidad; vale para todos los tiempos y encuentra su cumplimiento con la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. En Cristo Dios ha dicho todo, es decir, se ha manifestado así mismo y, por lo tanto, la revelación ha concluido con la realización del misterio de Cristo que ha encontrado su expresión en el Nuevo Testamento. El Catecismo de la Iglesia Católica, para explicar este carácter definitivo y completo de la revelación, cita un texto de San Juan de la Cruz: « Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra...; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino que haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer cosa otra alguna o novedad » (n. 65, Subida al Monte Carmelo, 2, 22).

El hecho de que la única revelación de Dios dirigida a todos los pueblos se haya concluido con Cristo y en el testimonio sobre Él recogido en los libros del Nuevo Testamento, vincula a la Iglesia con el acontecimiento único de la historia sagrada y de la palabra de la Biblia, que garantiza e interpreta este acontecimiento, pero no significa que la Iglesia ahora sólo pueda mirar al pasado y esté así condenada a una estéril repetición. El Catecismo de la Iglesia Católica dice a este respecto: « Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos » (n. 66). Estos dos aspectos, el vínculo con el carácter único del acontecimiento y el progreso en su comprensión, están muy bien ilustrados en los discursos de despedida del Señor, cuando antes de partir les dice a los discípulos: « Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta... Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros » (Jn 16, 12-14). Por una parte el Espíritu, que hace de guía y abre así las puertas a un conocimiento, del cual antes faltaba el presupuesto que permitiera acogerlo; es ésta la amplitud y la profundidad nunca alcanzada de la fe cristiana. Por otra parte, este guiar es un « tomar » del tesoro de Jesucristo mismo, cuya profundidad inagotable se manifiesta en esta conducción por parte del Espíritu. A este respecto el Catecismo cita una palabra densa del Papa Gregorio Magno: « la comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada lectura » (Catecismo de la Iglesia Católica, 94; Gregorio, In Ez 1, 7, 8). El Concilio Vaticano II señala tres maneras esenciales en que se realiza la guía del Espíritu Santo en la Iglesia y, en consecuencia, el « crecimiento de la Palabra »: éste se lleva a cabo a través de la meditación y del estudio por parte de los fieles, por medio del conocimiento profundo, que deriva de la experiencia espiritual y por medio de la predicación de « los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad » (Dei Verbum, 8).

En este contexto es posible entender correctamente el concepto de « revelación privada », que se refiere a todas las visiones y revelaciones que tienen lugar una vez terminado el Nuevo Testamento; es ésta la categoría dentro de la cual debemos colocar el mensaje de Fátima. Escuchemos aún a este respecto antes de nada el Catecismo de la Iglesia Católica: « A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia... Su función no es la de... “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia » (n. 67). Se deben aclarar dos cosas:

1. La autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en efecto, en ella, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. La fe en Dios y en su Palabra se distingue de cualquier otra fe, confianza u opinión humana. La certeza de que Dios habla me da la seguridad de que encuentro la verdad misma y, de ese modo, una certeza que no puede darse en ninguna otra forma humana de conocimiento. Es la certeza sobre la cual edifico mi vida y a la cual me confío al morir.

2. La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública. El Cardenal Próspero Lambertini, futuro Papa Benedicto XIV, dice al respecto en su clásico tratado, que después llegó a ser normativo para las beatificaciones y canonizaciones: « No se debe un asentimiento de fe católica a revelaciones aprobadas en tal modo; no es ni tan siquiera posible. Estas revelaciones exigen más bien un asentimiento de fe humana, según las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles ». El teólogo flamenco E. Dhanis, eminente conocedor de esta materia, afirma sintéticamente que la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos: el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres; es lícito hacerlo publico, y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión (E. Dhanis, Sguardo su Fatima e bilancio di una discussione, en: La Civiltà Cattolica 104, 1953, II. 392-406, en particular 397). Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma.

El criterio de verdad y de valor de una revelación privada es, pues, su orientación a Cristo mismo. Cuando ella nos aleja de Él, cuando se hace autónoma o, más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, más importante que el Evangelio, entonces no viene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo. Esto no excluye que dicha revelación privada acentúe nuevos aspectos, suscite nuevas formas de piedad o profundice y extienda las antiguas. Pero, en cualquier caso, en todo esto debe tratarse de un apoyo para la fe, la esperanza y la caridad, que son el camino permanente de salvación para todos. Podemos añadir que a menudo las revelaciones privadas provienen sobre todo de la piedad popular y se apoyan en ella, le dan nuevos impulsos y abren para ella nuevas formas. Eso no excluye que tengan efectos incluso sobre la liturgia, como por ejemplo muestran las fiestas del Corpus Domini y del Sagrado Corazón de Jesús. Desde un cierto punto de vista, en la relación entre liturgia y piedad popular se refleja la relación entre Revelación y revelaciones privadas: la liturgia es el criterio, la forma vital de la Iglesia en su conjunto, alimentada directamente por el Evangelio. La religiosidad popular significa que la fe está arraigada en el corazón de todos los pueblos, de modo que se introduce en la esfera de lo cotidiano. La religiosidad popular es la primera y fundamental forma de « inculturación » de la fe, que debe dejarse orientar y guiar continuamente por las indicaciones de la liturgia, pero que a su vez fecunda la fe a partir del corazón.

Hemos pasado así de las precisiones más bien negativas, que eran necesarias antes de nada, a la determinación positiva de las revelaciones privadas: ¿cómo se pueden clasificar de modo correcto a partir de la Sagrada Escritura? ¿Cuál es su categoría teológica? La carta más antigua de San Pablo que nos ha sido conservada, tal vez el escrito más antiguo del Nuevo Testamento, la Primera Carta a los Tesalonicenses, me parece que ofrece una indicación. El Apóstol dice en ella: « No apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías; examinad cada cosa y quedaos con lo que es bueno » (5, 19-21). En todas las épocas se le ha dado a la Iglesia el carisma de la profecía, que debe ser examinado, pero que tampoco puede ser despreciado. A este respecto, es necesario tener presente que la profecía en el sentido de la Biblia no quiere decir predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente, lo cual muestra el recto camino hacia el futuro. El que predice el futuro se encuentra con la curiosidad de la razón, que desea apartar el velo del porvenir; el profeta ayuda a la ceguera de la voluntad y del pensamiento y aclara la voluntad de Dios como exigencia e indicación para el presente. La importancia de la predicción del futuro en este caso es secundaria. Lo esencial es la actualización de la única revelación, que me afecta profundamente: la palabra profética es advertencia o también consuelo o las dos cosas a la vez. En este sentido, se puede relacionar el carisma de la profecía con la categoría de los « signos de los tiempos », que ha sido subrayada por el Vaticano II: « ...sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? » (Lc 12, 56). En esta parábola de Jesús por « signos de los tiempos » debe entenderse su propio camino, el mismo Jesús. Interpretar los signos de los tiempos a la luz de la fe significa reconocer la presencia de Cristo en todos los tiempos. En las revelaciones privadas reconocidas por la Iglesia —y por tanto también en Fátima— se trata de esto: ayudarnos a comprender los signos de los tiempos y a encontrar la justa respuesta desde la fe ante ellos.

La estructura antropológica de las revelaciones privadas

Una vez que con las precedentes reflexiones hemos tratado de determinar el lugar teológico de las revelaciones privadas, antes de ocuparnos de una interpretación del mensaje de Fátima, debemos aún intentar aclarar brevemente un poco su carácter antropológico (psicológico). La antropología teológica distingue en este ámbito tres formas de percepción o « visión »: la visión con los sentidos, es decir la percepción externa corpórea, la percepción interior y la visión espiritual (visio sensibilis – imaginativa – intellectualis). Está claro que en las visiones de Lourdes, Fátima, etc. no se trata de la normal percepción externa de los sentidos: las imágenes y las figuras, que se ven, no se hallan exteriormente en el espacio, como se encuentran un árbol o una casa. Esto es absolutamente evidente, por ejemplo, por lo que se refiere a la visión del infierno (descrita en la primera parte del « secreto » de Fátima) o también la visión descrita en la tercera parte del « secreto », pero puede demostrarse con mucha facilidad también en las otras visiones, sobre todo porque no todos los presentes las veían, sino de hecho sólo los « videntes ». Del mismo modo es obvio que no se trata de una « visión » intelectual, sin imágenes, como se da en otros grados de la mística. Aquí se trata de la categoría intermedia, la percepción interior, que ciertamente tiene en el vidente la fuerza de una presencia que, para él, equivale a la manifestación externa sensible.

Ver interiormente no significa que se trate de fantasía, como si fuera sólo una expresión de la imaginación subjetiva. Más bien significa que el alma viene acariciada por algo real, aunque suprasensible, y es capaz de ver lo no sensible, lo no visible por los sentidos, una especie de visión con los « sentidos internos ». Se trata de verdaderos « objetos », que tocan el alma, aunque no pertenezcan a nuestro habitual mundo sensible. Para esto se exige una vigilancia interior del corazón que generalmente no se tiene a causa de la fuerte presión de las realidades externas y de las imágenes y pensamientos que llenan el alma. La persona es transportada más allá de la pura exterioridad y otras dimensiones más profundas de la realidad la tocan, se le hacen visibles. Tal vez por eso se puede comprender por qué los niños son los destinatarios preferidos de tales apariciones: el alma está aún poco alterada y su capacidad interior de percepción está aún poco deteriorada. « De la boca de los niños y de los lactantes has recibido la alabanza », responde Jesús con una frase del Salmo 8 (v.3) a la crítica de los Sumos Sacerdotes y de los ancianos, que encuentran inoportuno el grito de « hosanna » de los niños (Mt 21, 16).

La « visión interior » no es una fantasía, sino una propia y verdadera manera de verificar, como hemos dicho. Pero conlleva también limitaciones. Ya en la visión exterior está siempre involucrado el factor subjetivo; no vemos el objeto puro, sino que llega a nosotros a través del filtro de nuestros sentidos, que deben llevar a cabo un proceso de traducción. Esto es aún más evidente en la visión interior, sobre todo cuando se trata de realidades que sobrepasan en sí mismas nuestro horizonte. El sujeto, el vidente, está involucrado de un modo aún más íntimo. Él ve con sus concretas posibilidades, con las modalidades de representación y de conocimiento que le son accesibles. En la visión interior se trata, de manera más amplia que en la exterior, de un proceso de traducción, de modo que el sujeto es esencialmente copartícipe en la formación como imagen de lo que aparece. La imagen puede llegar solamente según sus medidas y sus posibilidades. Tales visiones nunca son simples « fotografías » del más allá, sino que llevan en sí también las posibilidades y los límites del sujeto perceptor.

Esto se puede comprender en todas las grandes visiones de los santos; naturalmente, vale también para las visiones de los niños de Fátima. Las imágenes que ellos describen no son en absoluto simples expresiones de su fantasía, sino fruto de una real percepción de origen superior e interior, pero no son imaginaciones como si por un momento se quitara el velo del más allá y el cielo apareciese en su esencia pura, tal como nosotros esperamos verlo un día en la definitiva unión con Dios. Más bien las imágenes son, por decirlo así, una síntesis del impulso proveniente de lo Alto y de las posibilidades de que dispone para ello el sujeto que percibe, esto es, los niños. Por este motivo, el lenguaje imaginativo de estas visiones es un lenguaje simbólico. El Cardenal Sodano dice al respecto: « ... no se describen en sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetizan y condensan sobre un mismo fondo, hechos que se extienden en el tiempo según una sucesión y con una duración no precisadas ». Esta concentración de tiempos y espacios en una única imagen es típica de tales visiones que, por lo demás, pueden ser descifradas sólo a posteriori. A este respecto, no todo elemento visivo debe tener un concreto sentido histórico. Lo que cuenta es la visión como conjunto, y a partir del conjunto de imágenes deben ser comprendidos los aspectos particulares. Lo que es central en una imagen se desvela en último término a partir del centro de la « profecía » cristiana en absoluto: el centro está allí donde la visión se convierte en llamada y guía hacia la voluntad de Dios.

Un intento de interpretación del secreto de Fátima

La primera y segunda parte del secreto de Fátima han sido ya discutidas tan ampliamente por la literatura especializada que ya no hay que ilustrarlas más. Quisiera sólo llamar la atención brevemente sobre el punto más significativo. Los niños han experimentado durante un instante terrible una visión del infierno. Han visto la caída de las « almas de los pobres pecadores ». Y se les dice por qué se les ha hecho pasar por ese momento: para « salvarlas », para mostrar un camino de salvación. Viene así a la mente la frase de la Primera Carta de Pedro: « meta de vuestra fe es la salvación de las almas » (1,9). Para este objetivo se indica como camino -de un modo sorprendente para personas provenientes del ámbito cultural anglosajón y alemán- la devoción al Corazón Inmaculado de María. Para entender esto puede ser suficiente aquí una breve indicación. « Corazón » significa en el lenguaje de la Biblia el centro de la existencia humana, la confluencia de razón, voluntad, temperamento y sensibilidad, en la cual la persona encuentra su unidad y su orientación interior. El «corazón inmaculado » es, según Mt 5,8, un corazón que a partir de Dios ha alcanzado una perfecta unidad interior y, por lo tanto, « ve a Dios ». La « devoción » al Corazón Inmaculado de María es, pues, un acercarse a esta actitud del corazón, en la cual el « fiat » —hágase tu voluntad— se convierte en el centro animador de toda la existencia. Si alguno objetara que no debemos interponer un ser humano entre nosotros y Cristo, se le debería recordar que Pablo no tiene reparo en decir a sus comunidades: imitadme (1 Co 4, 16; Flp 3,17; 1 Ts 1,6; 2 Ts 3,7.9). En el Apóstol pueden constatar concretamente lo que significa seguir a Cristo. ¿De quién podremos nosotros aprender mejor en cualquier tiempo si no de la Madre del Señor?

Llegamos así, finalmente, a la tercera parte del « secreto » de Fátima publicado íntegramente aquí por primera vez. Como se desprende de la documentación precedente, la interpretación que el Cardenal Sodano ha dado en su texto del 13 de mayo, había sido presentada anteriormente a Sor Lucia en persona. A este respecto, Sor Lucia ha observado en primer lugar que a ella misma se le dio la visión, no su interpretación. La interpretación, decía, no es competencia del vidente, sino de la Iglesia. Ella, sin embargo, después de la lectura del texto, ha dicho que esta interpretación correspondía a lo que ella había experimentado y que, por su parte, reconocía dicha interpretación como correcta. En lo que sigue, pues, se podrá sólo intentar dar un fundamento más profundo a dicha interpretación a partir de los criterios hasta ahora desarrollados.

Como palabra clave de la primera y de la segunda parte del « secreto » hemos descubierto la de « salvar las almas », así como la palabra clave de este « secreto » es el triple grito: « ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! ». Viene a la mente el comienzo del Evangelio: « paenitemini et credite evangelio » (Mc 1,15). Comprender los signos de los tiempos significa comprender la urgencia de la penitencia, de la conversión y de la fe. Esta es la respuesta adecuada al momento histórico, que se caracteriza por grandes peligros y que serán descritos en las imágenes sucesivas. Me permito insertar aquí un recuerdo personal: en una conversación conmigo Sor Lucia me dijo que le resultaba cada vez más claro que el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era sólo para conducir a esto.

Examinemos ahora más de cerca cada imagen. El ángel con la espada de fuego a la derecha de la Madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis. Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el mundo. La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego. La visión muestra después la fuerza que se opone al poder de destrucción: el esplendor de la Madre de Dios, y proveniente siempre de él, la llamada a la penitencia. De ese modo se subraya la importancia de la libertad del hombre: el futuro no está determinado de un modo inmutable, y la imagen que los niños vieron, no es una película anticipada del futuro, de la cual nada podría cambiarse. Toda la visión tiene lugar en realidad sólo para llamar la atención sobre la libertad y para dirigirla en una dirección positiva. El sentido de la visión no es el de mostrar una película sobre el futuro ya fijado de forma irremediable. Su sentido es exactamente el contrario, el de movilizar las fuerzas del cambio hacia el bien. Por eso están totalmente fuera de lugar las explicaciones fatalísticas del « secreto » que, por ejemplo, dicen que el atentador del 13 de mayo de 1981 habría sido en definitiva un instrumento del plan divino guiado por la Providencia y que, por tanto, no habría actuado libremente, así como otras ideas semejantes que circulan. La visión habla más bien de los peligros y del camino para salvarse de los mismos.

Las siguientes frases del texto muestran una vez más muy claramente el carácter simbólico de la visión: Dios permanece el inconmensurable y la luz que supera todas nuestras visiones. Las personas humanas aparecen como en un espejo. Debemos tener siempre presente esta limitación interna de la visión, cuyos confines están aquí indicados visivamente. El futuro se muestra sólo « como en un espejo de manera confusa » (cf. 1 Co 13,12). Tomemos ahora en consideración cada una de las imágenes que siguen en el texto del « secreto ». El lugar de la acción aparece descrito con tres símbolos: una montaña escarpada, una grande ciudad medio en ruinas y, finalmente, una gran cruz de troncos rústicos. Montaña y ciudad simbolizan el lugar de la historia humana: la historia como costosa subida hacia lo alto, la historia como lugar de la humana creatividad y de la convivencia, pero al mismo tiempo como lugar de las destrucciones, en las cuales el hombre destruye la obra de su propio trabajo. La ciudad puede ser el lugar de comunión y de progreso, pero también el lugar del peligro y de la amenaza más extrema. Sobre la montaña está la cruz, meta y punto de orientación de la historia. En la cruz la destrucción se transforma en salvación; se levanta como signo de la miseria de la historia y como promesa para la misma.

Aparecen después aquí personas humanas: el Obispo vestido de blanco (« hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre »), otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y, finalmente, hombres y mujeres de todas las clases y estratos sociales. El Papa parece que precede a los otros, temblando y sufriendo por todos los horrores que lo rodean. No sólo las casas de la ciudad están medio en ruinas, sino que su camino pasa en medio de los cuerpos de los muertos. El camino de la Iglesia se describe así como un viacrucis, como camino en un tiempo de violencia, de destrucciones y de persecuciones. Se puede ver representada en esta imagen la historia de todo un siglo. Del mismo modo que los lugares de la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes de la montaña y de la ciudad y están orientados hacia la cruz, también los tiempos son presentados de forma compacta. En la visión podemos reconocer el siglo pasado como siglo de los mártires, como siglo de los sufrimientos y de las persecuciones contra la Iglesia, como el siglo de las guerras mundiales y de muchas guerras locales que han llenado toda su segunda mitad y han hecho experimentar nuevas formas de crueldad. En el « espejo » de esta visión vemos pasar a los testigos de la fe de decenios. A este respecto, parece oportuno mencionar una frase de la carta que Sor Lucia escribió al Santo Padre el 12 de mayo de 1982: « la tercera parte del “secreto” se refiere a las palabras de Nuestra Señora: “Si no (Rusia) diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán destruidas” ».

En el viacrucis de este siglo, la figura del Papa tiene un papel especial. En su fatigoso subir a la montaña podemos encontrar indicados con seguridad juntos diversos Papas, que empezando por Pío X hasta el Papa actual han compartido los sufrimientos de este siglo y se han esforzado por avanzar entre ellas por el camino que lleva a la cruz. En la visión también el Papa es matado en el camino de los mártires. ¿No podía el Santo Padre, cuando después del atentado del 13 de mayo de 1981 se hizo llevar el texto de la tercera parte del « secreto », reconocer en él su propio destino? Había estado muy cerca de las puertas de la muerte y él mismo explicó el haberse salvado, con las siguientes palabras: « ...fue una mano materna a guiar la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se paró en el umbral de la muerte » (13 de mayo de 1994). Que una « mano materna » haya desviado la bala mortal muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones.

La conclusión del « secreto » recuerda imágenes que Lucía puede haber visto en libros de piedad y cuyo contenido deriva de antiguas intuiciones de fe. Es una visión consoladora, que quiere hacer maleable por el poder salvador de Dios una historia de sangre y lágrimas. Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan con ella las almas que se acercan a Dios. La sangre de Cristo y la sangre de los mártires están aquí consideradas juntas: la sangre de los mártires fluye de los brazos de la cruz. Su martirio se lleva a cabo de manera solidaria con la pasión de Cristo y se convierte en una sola cosa con ella. Ellos completan en favor del Cuerpo de Cristo lo que aún falta a sus sufrimientos (cf. Col 1,24). Su vida se ha convertido en Eucaristía, inserta en el misterio del grano de trigo que muere y se hace fecundo. La sangre de los mártires es semilla de cristianos, ha dicho Tertuliano. Así como de la muerte de Cristo, de su costado abierto, ha nacido la Iglesia, así la muerte de los testigos es fecunda para la vida futura de la Iglesia. La visión de la tercera parte del « secreto », tan angustiosa en su comienzo, se concluye pues con un imagen de esperanza: ningún sufrimiento es vano y, precisamente, una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en señal orientadora para la búsqueda de Dios por parte del hombre. En las manos amorosas de Dios no han sido acogidos únicamente los que sufren como Lázaro, que encontró el gran consuelo y representa misteriosamente a Cristo que quiso ser para nosotros el pobre Lázaro; hay algo más, del sufrimiento de los testigos deriva una fuerza de purificación y de renovación, porque es actualización del sufrimiento mismo de Cristo y transmite en el presente su eficacia salvífica.

Hemos llegado así a una última pregunta: ¿Qué significa en su conjunto (en sus tres partes) el « secreto » de Fátima? ¿Qué nos dice a nosotros? Ante todo, debemos afirmar con el Cardenal Sodano: « ...los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del « secreto » de Fátima, parecen pertenecer ya al pasado ». En la medida en que se refiere a acontecimientos concretos, ya pertenecen al pasado. Quien había esperado en impresionantes revelaciones apocalípticas sobre el fin del mundo o sobre el curso futuro de la historia debe quedar desilusionado. Fátima no nos ofrece este tipo de satisfacción de nuestra curiosidad, del mismo modo que la fe cristiana por lo demás no quiere y no puede ser un mero alimento para nuestra curiosidad. Lo que queda de válido lo hemos visto de inmediato al inicio de nuestras reflexiones sobre el texto del « secreto »: la exhortación a la oración como camino para la « salvación de las almas » y, en el mismo sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión.

Quisiera al final volver aún sobre otra palabra clave del « secreto », que con razón se ha hecho famosa: « mi Corazón Inmaculado triunfará ». ¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fiat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este « sí » Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: « padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo » (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa.



Joseph Card. Ratzinger

Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe


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NOTAS

(1) Del diario de Juan XXIII, 17 agosto 1959: « Audiencias: P. Philippe, Comisario del S.O. que me trae la carta que contiene la tercera parte de los secretos de Fátima. Me reservo leerla con mi Confesor ».


(2) Se puede recordar el comentario que hizo el Santo Padre en la Audiencia General del 14 de octubre de 1981 sobre « evento del 13 de mayo »: « la gran prueba divina », en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, IV, 2, Città del Vaticano 1981, 409-412.

(3) Radiomensaje durante el Rito en la Basílica de Santa María la Mayor. Veneración, acción de gracias, consagración a la Virgen María Theotokos, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, IV, 1, Città del Vaticano 1981, 1246.

(4) En la Jornada Jubilar de las Familias, el Papa consagra a los hombres y las naciones a la Virgen, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, VII, 1, Città del Vaticano 1984, 775-777.

(5)



(6) En la « cuarta memoria », del 8 de diciembre de 1941, Sor Lucía escribe: « Comienzo, pues, mi nuevo trabajo y cumpliré las órdenes de V. E. Rvma. y los deseos del sr. Dr. Galamba. Exceptuando la parte del secreto que, por ahora, no me es permitido revelar, diré todo. Advertidamente no dejaré nada. Supongo que se me podrán quedar en el tintero sólo unos pocos detalles de mínima importancia ».



(7) En la citada « cuarta memoria », Sor Lucía añade: « En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc... ».



(8) En la traducción se ha respetado el texto original incluso en las imprecisiones de puntuación que, por otra parte, no impiden la comprensión de lo que la vidente ha querido decir.