sábado, 29 de marzo de 2014

En nuestras Vigilias de Abril nuestro Consejo nacional de A.N.E. propone se reflexione sobre BIENAVENTURANZAS


Bienaventuranzas. II.- ¿Es posible vivir las bienaventuranzas?


¿Cómo enraizar en el alma esas enseñanzas de Cristo, y poder vivir así todas y cada una de las bienaventuranzas?

Cuando leemos por primera vez las bienaventuranzas, quizá podemos pensar que nos presentan un ideal de vida inalcanzable, demasiado elevado para nosotros. ¿Cómo podemos sufrir con paciencia? ¿Cómo podremos ser misericordiosos y padecer con los demás? ¿Cómo podremos tener siempre paz? ¿Cómo es posible que nuestro corazón busque siempre el bien de los demás?

Sabemos que las bienaventuranzas nos manifiestan el "nuevo modo de vivir cristiano"; el verdadero ser de la “nueva criatura” de hijos de Dios en Cristo Jesús. Cristo habla para todos los que le escuchan; y con sus palabras proclama la “llamada universal a la santidad”, el deseo de Dios de vivir con cada uno de nosotros, y los caminos para vivir ese anhelo divino en la tierra. Y Dios nunca pide imposibles.

Viviremos las bienaventuranzas, si crecemos en el amor a Nuestro Señor Jesucristo, conociéndolo en los Evangelios y adorándolo en la Eucaristía. Amándole y adorándole, Él, personalmente, nos dará las mismas disposiciones que nos enseñó: "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11, 19); y "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado” (Jn 13, 34). Con esas disposiciones fundamentales la Gracia llevará a cabo su labor de conversión y hará posible que el espíritu de las bienaventuranzas eche raíces en nuestro espíritu.

El primer paso de la conversión a ser nueva criatura es una conversión de fe. “La fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros; es un escándalo, pero es el único camino seguro. El de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús…Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí” (Papa Francisco, 25-VII-2013)

Esa conversión de fe y la esperanza que ésta origina y sostiene, sólo es posible alcanzarla en la contemplación amorosa de Dios, en su rostro, que es Cristo: "El que me ha visto a mi, ha visto al Padre" (Jn 14, 9).
"Mirarán a quien traspasaron". Zacarías había anunciado esta contemplación de Cristo; Juan la sitúa en un primer momento al pie de la cruz (Jn 19, 17); y en una segunda reflexión, al cabo de los años, y ante Cristo que "nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados", afirma que "todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las naciones" (Ap 1, 7).

Contemplar a Cristo crucificado, muerto y resucitado, hace crecer en nosotros la caridad que nos lleva a la conversión, a vivir "el duelo" por nuestros pecados, a consolidar nuestra esperanza, porque "nos ha lavado de nuestros pecados". Y la Caridad nos hace comprender que Jesucristo es el modelo vivo del bienaventurado; del hombre renacido para siempre en Dios, de la "nueva criatura" que el Espíritu Santo anhela engendrar en cada cristiano.

El Señor se encarnó, también, para "ser para nosotros un modelo y ejemplo de vida. Nos dice que todo lo que nos indica que vivamos, Él lo ha vivido ya. "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). "Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: 'Amaos los unos a los otros como yo os he amado' (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo" (Catecismo, n. 459).

Por eso, toda vida verdaderamente cristiana comienza con un encuentro en el Bautismo con Cristo, que es el Camino; arraiga en el alma cuando en la mirada de Cristo, que es la Verdad, descubre los misterios insondables de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; y esa vida cristiana crece y se desarrolla con el amor de Cristo y a Cristo, que es Vida, cuando alcanzamos a comprender que Él ha dado su vida por nosotros, en la esperanza de que así nos convenzamos de su Amor, y de que nos ha transmitido su vida en los sacramentos.

Podemos decir que sólo contemplando el vivir de Cristo, y sólo desde la perspectiva del amor de Cristo, y con las mismas disposiciones que Él vivió de humildad y de mansedumbre, que acabamos de recordar, es posible comprender el espíritu de las bienaventuranzas, y considerar la vida escondida en las bienaventuranzas, como la plenitud vital y existencial del hombre humano-cristiano; y abrir así el espíritu para el definitivo nacimiento de Cristo en nosotros.
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Cuestionario
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1.- ¿Leo todos los días algún pasaje de los Evangelios, con el deseo de conocer mejor la vida de Jesucristo en la tierra?
2.- En los ratos de adoración eucarística, ¿soy consciente de que estoy ante la Persona de Jesucristo escondido en el Sagrario bajo las especie del pan?
3.- ¿Ruego personalmente a Jesús Sacramentado que me ayude a vivir cada una de las bienaventuranzas?





Intenciones de la CEE para el año 2014 por las que reza el Apostolado de la Oración

Abril: Por los catecúmenos adultos, para que se preparen bien a recibir el bautismo, la confirmación y la primera comunión en el santo tiempo de Pascua, sean miembros vivos de la Iglesia y colaboradores activos de su misión.

DOMINGO IV de CUARESMA, LECTURAS y REFLEXIONES

El arte de vivir consiste, fundamentalmente,
en llegar a verlo todo con el corazón.

Entre amigos: recibo de Juan Ramón desde la ciudad de Toledo los textos que se detallan a continuación; se que a otro gran amigo, Francisco, le llegará también por la Gracia del Señor y a cuántos seguidores les interese, queden llenos en su corazón de la Sabiduría de nuestro Dios. ¡ que disfrutemos del fin de semana con estas lecturas religiosas que nos ayudarán a santificar las fiestas


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ACÉRCATE, SEÑOR

Si algún día mi humano pensamiento
se olvida, mi Señor, de tu existencia;
si algún día se acalla en mi conciencia
la verdad de tu fiel conocimiento;

si algún día en el goce del momento
me alejo de tu mística vivencia;
si algún día razones de la ciencia
contradicen mi fe, mi sentimiento,

acerca tu palabra a mis oídos,
tu luz a la pupila de mis ojos,
escucha el eco virgen de mi entrega;

acerca tu perdón a mis latidos,
tu fuego a mi maleza, a mis abrojos,
despierta a mi alma sorda, muda y ciega.

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DAME TU LUZ, SEÑOR

Por tu amor, quiero amarte más que a nada en el mundo,
consagrar a tu fin mi tiempo, mi existencia,
convertir mi arenal en terreno fecundo.
¡Ayúdame a encontrarte en mi interior profundo!,
¡dame tu luz!, ¡que viva en tu presencia!.


Domingo de la Semana 4ª de Cuaresma. Ciclo A
«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»

Lectura del Primer libro de Samuel 16,1.6-7.10-13a

«Dijo Yahveh a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí". Cuando ellos se presentaron vio a Eliab y se dijo: "Sin duda está ante Yahveh su ungido". Pero Yahveh dijo a Samuel: "No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón". Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: "A ninguno de éstos ha elegido Yahveh".

Preguntó, pues, Samuel a Jesé: "¿No quedan ya más muchachos?" El respondió: "Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño". Dijo entonces Samuel a Jesé: "Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido". 12Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo Yahveh: "Levántate y úngelo, porque éste es". Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh.»

Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios 5,8-14

«Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor, y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas. Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que hacen ocultamente da vergüenza; pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz. Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo.»

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 9,1-41


«Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: "Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?" Respondió Jesús: "Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo". Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: "Vete, lávate en la piscina de Siloé" (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.

Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: "¿No es éste el que se sentaba para mendigar?" Unos decían: "Es él". "No, decían otros, sino que es uno que se le parece". Pero él decía: "Soy yo". Le dijeron entonces: "¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?" El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: "Vete a Siloé y lávate." Yo fui, me lavé y vi". Ellos le dijeron: "¿Dónde está ése?" El respondió: "No lo sé". Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. El les dijo: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo". Algunos fariseos decían: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros decían: "Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?" Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: "¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?" El respondió: "Que es un profeta".

No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?" Sus padres respondieron: "Nosotros sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo". Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: "Edad tiene; preguntádselo a él".

Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". Les respondió: "Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo". Le dijeron entonces: "¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?" El replicó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?"

Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: "Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es". El hombre les respondió: "Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. 32Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada". Ellos le respondieron: "Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?" Y le echaron fuera.

Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: "¿Tú crees en el Hijo del hombre?" El respondió: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús le dijo: "Le has visto; el que está hablando contigo, ése es". El entonces dijo: "Creo, Señor". Y se postró ante él. Y dijo Jesús: "Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos". Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "Es que también nosotros somos ciegos?" Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: "Vemos" vuestro pecado permanece".»

& Pautas para la reflexión personal

z El vínculo entre las lecturas

El pasaje de la curación del ciego de nacimiento nos ofrece un tema que entrelaza todas las lecturas de este cuarto Domingo de Cuaresma: «Jesús es la verdadera luz que ilumina nuestras tinieblas». El ciego de nacimiento pasa de la oscuridad de la ceguera, considerada como consecuencia del pecado, a la luz por obra y poder del amor reconciliador de Jesucristo. Vemos como esta misma verdad la repite

San Pablo en su carta a los Efesios: «antes eran tinieblas, ahora sois luz en el Señor» (Segunda Lectura). Sin duda es muy aleccionadora la elección del David como guía de su pueblo (Primera Lectura). Él era el más pequeño de la casa de Jesé, era pastor y era solamente un muchacho. Sin embargo, Dios lo escoge para regir los destinos de su pueblo Israel y para ser el arquetipo del prometido Mesías. La experiencia de encuentro con Dios vivo iluminará y transformará completamente su vida.




L ¿Quién pecó...para que haya nacido ciego?»

La lectura evangélica es un largo relato , lleno de dramatismo, que va cre¬ciendo hasta un punto culminante, cuando el ciego que ha reco¬brado la vista dice a Jesús: «'Creo, Señor'. Y se postró ante él». El Evangelio parte con la presentación de un ciego de nacimiento, que pasa por la recuperación de la vista física hasta llegar a la plena luz de la fe. Y este cambio tan radical sucedió en él por su encuentro con Jesús. Por eso Jesús dice: «Mientras estoy en el mundo soy la luz del mundo». En todo el relato se superponen la realidad de la ceguera con el peca¬do. El pecado, según la doctrina religiosa judía, era considerado como una contaminación moral que afectaba la totalidad de la persona . Por ello, al ser muy grave, se manifestaba en una enfermedad o mal físico. Asimismo se consideraba que esta contaminación se transmitía de padres a hijos. Esto queda de manifiesto cuando los discípulos le preguntan al Señor: «Maestro, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?».

Como se deduce de la pregunta, los males físicos, las enfermedades, - incluso los accidentes terribles y la muerte violenta (Ver Lc 13,1-2. 4) -, eran vistos como un castigo por la infidelidad a Dios, por los pecados, por la impureza moral. Sin embargo, al Señor no le interesa responder «académicamente» a la cuestión, y, aprovechando esta oportunidad para educar a sus discípulos, ofrece una respuesta inesperada, que trasciende lo específicamente preguntado. En efecto, la respuesta del Señor Jesús hace notar a sus discípulos que la ceguera no es un «castigo» para aquél hombre, sino que será la ocasión para experimentar la misericordia del Padre. La recuperación de la vista física del ciego de nacimien¬to es un signo de la vista espiritual, cuya expresión máxima es la fe. Su primera comprensión de la identidad de Jesús está expresada en estas palabras: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: 'Vete a Siloé y láva¬te'. Yo fui, me lavé y vi». Se trata de una com¬probación empírica, física, natural: un hombre que se llama Jesús.

L Discutiendo con los fariseos

Sigue el relato y el ciego es llevado donde los fariseos que se pierden en una acalorada discusión acerca del carácter religioso del hecho milagroso realizado el «sábado» . Y ellos, «los separados», los que conocían y observaban rigurosamente la ley, le preguntan al pobre ciego: «¿Tú, qué dices de él?». Viene inmediatamente la respuesta que era de esperar: «Que es un profeta». Ya no es un simple hombre sino es un «hombre de Dios». Estaba empezando a ver la luz pero tenía que dar aún un paso adelante. Mientras tanto los fariseos rechazando la luz decían: «Ese hombre es un pecador... no sabemos de dónde es», el ciego se mantenía firme en su posición: «Sabemos que Dios no escucha a los pecadores...». Lo que más le sorprende es que los fariseos, de¬biendo «ver» no vean: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos». Los fariseos se sienten indignados ya que no aceptan que él venga a darles lecciones «y lo echaron fuera». Por causa de Jesús fue arrojado de la sinagoga.


J «¿Tú crees en el Hijo del hombre?»

Jesús quiso entonces darle la plenitud de la luz. La vista física que había recuperado no es más que un signo de ésta. Se le hace el encontradizo y le pregunta: «¿Tú crees en el Hijo del hombre ?». El ciego le dice: «¿Y quién es Señor para que crea en él?». La respuesta de Jesús tiene un doble sentido: «Lo has visto: es el que está hablando contigo». En esta frase se encuentran los dos sentidos de la vista: físico y espiritual, es decir, la visión natural y la fe. Y en la reacción del ciego se encuentra un reconocimiento de la verda¬dera identidad de Jesús: Dios y Hombre. El ciego ve a un hombre con la vista física que ha recuperado; pero confiesa a Dios con la fe: «'Creo, Señor'. Y se postró ante Él». Es un recono¬cimiento de la divinidad, pues los judíos tienen esta estricta ley: «Sólo ante el Señor, tu Dios, te postrarás y a él sólo darás culto» (Mt 4,10, citada por Jesús para rechazar al diablo). Al ciego de nacimiento se le habían abierto tam¬bién los ojos de la fe, que le permitían ver la verdadera «luz del mundo». Esto nos recuerda cuando Jesús dijo: «Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y las has revelado a los pequeños» (Mt 11,25).

J «Vivid como hijos de la luz»

A base de contraponer luz y tinieblas, es decir conducta cristiana y pagana, justicia y pecado, el después y el antes del bautismo; San Pablo exhorta a los cristianos de la comunidad de Éfeso a caminar y vivir como «hijos de la Luz» viviendo como Jesucristo vivió (Ef 5,1-2). El que es de la luz pertenece a Dios (Ef 5,8). La luz es considerada uno de los signos bautismales hasta nuestros días. Antiguamente los catecúmenos una vez bautizados pasaban a la categoría de «iluminados».

El cristiano además de ser iluminado por Dios Padre en Jesucristo, es también ungido por su Espíritu en el Bautismo. La fe es siempre un don, pues la recibimos gratuitamente de Dios y Él la da a todos pero sobre todo a los que son menos útiles a los ojos del mundo (ver 1Co 1, 26 - 31). Así aparece en la Primera Lectura, cuando el profeta unge a David, el último entre ocho hermanos, como rey de Israel, «porque el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón». Esta unción que en el Antiguo Testamento fue propia de reyes, sacerdotes y profetas tuvo lugar después en el Ungido (Cristo) por excelencia, el Mesías, el nuevo David; y de ella participamos todos los bautizados en Jesús.

+ Una palabra del Santo Padre:



«El agua y la luz son elementos esenciales para la vida. Precisamente por eso, Jesús los elevó a la categoría de signos reveladores del gran misterio de la participación del hombre en la vida di¬vina.... (Hay que lograr que)… todos los bautizados estén dispuestos a responder con valentía a los desafíos humanos y espirituales del momento actual. En este contexto, es importante aprender a valorar las predisposiciones y las aperturas al Evangelio presentes en la sociedad, sin detenerse en las apariencias, sino mirando al corazón de las situaciones. Esto es lo que re¬cuerda la primera lectura a través de la figura y la misión del profeta Samuel: «Los hombres ven la apariencia; el Señor ve el corazón» (1S 16, 9). En toda persona que encontramos, aún en aquella que afirma explícitamente que no le inte¬resan las realidades del espíritu, está viva la ne¬cesidad de Dios: es tarea de los creyentes anunciar y testimoniar la verdad liberadora del Evangelio, ofre¬ciendo a todos la luz de Cristo....

¿Acaso no es verdad que hoy más que nunca las jóvenes generaciones tienen un vivísimo deseo de verdad y se sienten cada vez más cansadas de seguir ilusiones vanas? Es indispensable proponerles con fuerza y amor el Evangelio, y ayudarles a conjugar la fe con la vida para resistir a las múltiples tentaciones del mundo moderno. Por eso, como su¬cedió al ciego de nacimiento, del que habla el pasaje evangélico de hoy, es indispensable encontrar personalmente a Jesús».

Juan Pablo II. Homilía del 14 de marzo de 1999.


' Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana.

1. Nuestros obispos latinoamericanos han dicho que «las angustias y frustraciones han sido causadas, si las miramos a la luz de la Fe, por el pecado, que tiene dimensiones personales y sociales muy amplias» (Puebla, Conclusiones 73). ¿Soy consciente de esta realidad? ¿Me doy cuenta del daño que hago a los demás por mi pecado?

2. Por mi bautismo soy «Hijo de la Luz». ¿Qué cosas concretas debo de cambiar para vivir como «hijo de la Luz»?

3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 385; 748; 1216; 2087- 2089.



lunes, 10 de marzo de 2014

LOS DELEGADOS DE ZONAS DE A.N.E. SE REÚNEN EN MADRID. Jornadas de Oración, Reflexión y Trabajo en el IX Encuentro nacional

Jornadas muy intensas y fructíferas según manifestación de todos los asistentes, las celebradas este fin de semana en el Monasterio de las Madres Benedictinas que nos han acogido muy fraternalmente expresándonos en todo momento su cariño a la Obra de la Adoración Nocturna Española con sus atenciones, transmitiéndonos hospitalidad y fervor eucarístico en cada momento en el que nos invitaron a participar en sus cultos internos.

En la Comunidad las funciones evangélicas de Marta y María opinamos llegan a integrarse totalmente.
Recepción de participantes, almuerzo, corto descanso e inicio de actividades que al celebrarse en el primer viernes de Cuaresma se abren con un íntimo Vía Crucis en el interior de la Capilla; en el transcurso de las jornadas hemos reafirmado nuestra vocación de Adoradores de Jesús Sacramentado al que hemos acudido en el reducido oratorio que nos hacía sentir más cerca al Señor y su Madre y Madre nuestra María Santísima; laudes, vísperas, completas, Santo Rosario y celebración de la Eucaristía han marcado la pauta del inicio de la Cuaresma en cada uno de nuestros corazones.
El Señor utilizando los labios sacerdotales nos ha hecho reflexionar sobre cuál es su Misericordia y como hemos de aplicarla nosotros uniéndonos en el sentir del corazón de la persona destinataria; en otra ocasión nos ha orientado sobre las tres formas litúrgicas de celebrar la Cuaresma y en otros momentos nos ha expresado Su reconocimiento a la labor de nuestro propio carisma dentro de la Iglesia; tres sacerdotes diferentes en edad, en su servicio pastoral en su distinta manera de pensar pero una misma Voz que nos hablaba.

Conferencia, Charla y Charla coloquio, impartidas por nuestro Presidente Don Carlos Menduiña; el Catedrático de Derecho canónico, Reverendo D. Arturo Calvo y el Teólogo Reverendo D. Ernesto Juliá en las que nos transmitieron la importancia de la exhortación de la "Evangelii Gaudium" de nuestro Papa Francisco, con unas referencias muy bien seleccionadas por D. Carlos; los conceptos y aplicaciones a través del tiempo de la "nueva evangelización" conferencia que el sacerdote D. Arturo se ocupó de impartir en sustitución del Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Fernando Sebastián Aguilar Cardenal Arzobispo Emérito de Pamplona y Tudela que no pudo asistir por hallarse enfermo y la charla coloquio de D. Ernesto sobre “El adorador nocturno ante la nueva evangelización” cuyo título no podía resumir mejor el afecto y reconocimiento que este teólogo, sacerdote que trabajó en la secretaría de San José María Escrivá de Balaguer, siente hacía todos los Adoradores a Jesús Sacramentado.

Las reflexiones se distribuyeron intercaladas con las mesas de trabajo programadas para conocer la particularidad y variedad existente entre las distintas Secciones y Consejos Diocesanos distribuidos en las catorce zonas de A.N.E. en nuestra geografía nacional; los Delegados de Zona cuya importancia dentro del engranaje de nuestra Asociación no se ha llegado a valorar totalmente por muchas Secciones y Consejos, tuvieron ocasión de exponer la casuística de cada Consejo, sus problemas, relaciones y expectativas en cada lugar; se debatieron puntos que serán estudiados por la Mesa de trabajo del Consejo nacional a fin de presentarlos para su sanción definitiva a la Comisión permanente y/o el Pleno nacional.
Podríamos resumir este Encuentro anual, que completa la primera década desde su inicio, de haber alcanzado fruto de experiencias anteriores un grado de perfección alto en el que las expectativas y deseos de los Delegados se han cumplido en cuanto a su desarrollo en el trabajo, las reflexiones y " vida monacal " distribuidas con gran acierto y que nos han hecho sentirnos a todos muy felices.

Todo ha sido por la Gracia del Señor sobre la que tanto nos insiste nuestro presidente y porque las mesas de trabajo, en apreciaciones previas de nuestro Vicepresidente José Luis iban a desarrollarse entre amigos y bajo la mirada del Señor.

Ellos, nuestro Presidente, sus dos vicepresidentes y nuestro presidente nacional emérito, D. Pedro, merecen el reconocimiento de quienes trabajamos de la mano con ellos.
Y todo por el Señor y su Madre bendita a las que en tan corto tiempo hemos dirigido tantas peticiones particulares y otra colectiva por el feliz restablecimiento de la intervención quirúrgica de Jesús Antolín, el Delegado de la zona Cantábrico. Únete también tú a nuestra Acción de Gracias.