jueves, 27 de agosto de 2015

Jornadas de Espiritualidad Adoradora en el Santuario de la Cueva de San Ignacio de Loyola de Manresa.





Cada dos años, la sección de Manresa organiza las Jornadas de Espiritualidad Adoradora en el Santuario de la Cueva de San Ignacio de Loyola de Manresa.

 se invita a todos los adoradores y adoradoras de Cataluña para realizar todos juntos un encuentro eucarístico y al mismo tiempo nos encontramos juntos para realizar un día de hermandad. 

 Este acto empieza a las diez de la mañana y termina a las seis de la tarde, se realiza unas conferencias, la Santa Misa y una comida.


Este año, si Dios quiere, la XXI Jornada la haremos el próximo día 4 de octubre, eso quiere decir que ya llevamos más de 40 años haciendo este acto.

DIA DE ESPIRITUALIDAD ADORADORA en la ERMITA de NUESTRA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD, en ULLDECONA






El pxmo. día 10 de Octubre de 2015, tendremos en la ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD DE ULLDECONA, la Asamblea Anual Diocesana, que también será un DIA DE ESPIRITUALIDAD ADORADORA.
La Jornada se distribuirá así:   

9,30 Hras, AM   Llegada a Ermita e Inscripciones
10,00                  LAUDES
10,30                  MEDITACIÓN, sobre San José, por nuestro Director Espiritual, Rvdo. don ANTONIO BORDÁS
11,10                  ASAMBLEA
12,00                  ANGELUS, y seguidamente,
                            SANTA MISA, presidida por S.E.R., don ENRIQUE BENAVENT, Obispo de la Diócesis de
 Tortosa  a continuación Solemne EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, VISITA, TE DEUM, 
                            BENDICION.  RESERVA DE SU DIVINA MAJESTAD.
13,30                  COMIDA DE HERMANDAD  (en las instalaciones del mismo Ermitorio)
15,00                  TERTÚLIA
15,45                  SANTO ROSARIO
16,10                  VÍSPERAS
16,30                  CANTO DE LA SALVE Y DESPEDIDA DE LA VIRGEN.

NOTAS.: La Jornada será de puertas abiertas, a todos los Adoradores, Activos, Honorarios, amigos y simpatizantes de nuestras OBRA de ANE y ANFE.  

Las Secciones asistentes deberán traer sus Banderas y  los Adoradores llevar sus insignias.
No será necesário el Ritual, ya que pensamos editar un librito con todo .

La Ermita está a 4 Kilómetros de Ulldecona, dirección Tortosa en una pequeña loma, y bien señalizada. Tiene amplios aparcamientos e incluso unas habitaciones para pernoctar, aunque hay que reservar.

Servicio de Restaurante y salones para la comida y tertúlia (aunque sencillo todo).
La comida, de este día, compuesta de: Aperitivo, ensalada, paella, fruta, helado y café, así como vino, agua, etz. tiene un coste de 16 €uros.

Tendremos que saber las personas que asistirán para preparar todo.

Estoy a vuestra disposición Un abrazo en Cristo.
Josep-F. Ferrer Fibla
Presidente Diocesano de Tortosa              
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A.N.E. ZONAS CON BLOGS PROPIO

El Consejo nacional de la Adoración Nocturna Española estimó en su día distribuir en 14 zonas los 69 Consejos Diocesanos en que se hallan encuadrados todos los Adoradores según su Diócesis Eclesiástica.

La intercomunicación precisa con los Presidentes Diocesanos, de los Delegados de cada zona es muy importante y del mayor interés para el Consejo nacional.

En la reunión anual de Delegados en el presente año se tomó el acuerdo de recomendar  que cada zona elaborase un Blogs que facilitase información de sus actividades, datos estadísticos y otras informaciones que sirviesen para transmitir nuestro funcionamiento.

La Zona Duero, pionera en este cometido ha elaborado un Blogs muy completo donde las informaciones e ilustraciones gráficas nos mueve a estar muy pendientes de cuanto  se publica. Cada Consejo Diocesano, dentro de sus posibilidades,  colabora e informa: en algunos mantienen al día las fechas de sus Vigilias, direcciones de los Templos en que se celebran, etc. Su Delegado viene colaborando con el resto de zonas en la elaboración de los Blogs.

Otra zona que recomendamos visitar es la Norte, en la que en su página webb incluyen la información citada con referencias a las actividades a nivel nacional y toda clase de eventos que con el acierto propio de la persona encargada ayudan a diculgar todas nuestras noticias que son muchas.

Tal como se informa en este  Blogs que un día consideré oportuno confeccionar para ayudarme en la labor coordinadora que desempeño por la misión encomendada dentro del Consejo nacional de Vocal nacional de zonas, me complace ahora divulgar las informaciones que nos ocupan a través de cada zona.

Son cinco las zonas que tienen su Blogs; para facilitar su acceso,  aparecen los enlaces para entrar en las mismas publicadas en nuestra página de entrada.

Los 25.000 adoradores españoles que todos los meses viven su Vigilia de Adoración a Jesús Sacramentado , sean el mejor testimonio para incrementar su número siempre para mayor Gloria al Señor y a su Bendita Madre Nuestra Señora.






sábado, 22 de agosto de 2015

MEDITACION DOMINICAL

Domingo de la Semana 21ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B
«¿Donde quién vamos a ir? »

(Texto faciliatado por J.R. Pulido. C.D. A.N.E  TOLEDO)

Lectura del libro de Josué 24,1-2a.15-17.18b.

«Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén, llamó a los ancianos de Israel, a sus jefes, jueces y escribas que se situaron en presencia de Dios. Josué dijo a todo el pueblo: "Esto dice Yahveh el Dios de Israel. Pero, si no os parece bien servir a Yahveh, elegid hoy a quién habéis de servir, o a los dioses a quienes servían vuestros padres más allá del Río, o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis ahora. Yo y mi familia serviremos a Yahveh".

El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses. Porque Yahveh nuestro Dios es el que nos hizo subir, a nosotros y a nuestros padres, de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, y el que delante de nuestros ojos obró tan grandes señales y nos guardó por todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por los que pasamos. También nosotros serviremos a Yahveh, porque él es nuestro Dios»

Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios 5,21-32

«Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.

Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.»

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 60- 69

«Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: "Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?" Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: "¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?..."El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. "Pero hay entre vosotros algunos que no creen". Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: "Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre".

Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?" Le respondió Simón Pedro: "Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".»

&Pautas para la reflexión personal  

z El vínculo entre las lecturas

Una de las ideas centrales en las lecturas de este Domingo es la opción personal por seguir a Dios y recorrer sus caminos. En la Primera Lectura vemos cómo todas las tribus de Israel están reunidas por Josué en Siquén para decidir si van a servir a Yahveh o a otros dioses. Es sin duda un momento importante donde deciden «servir a Yahveh, porque es nuestro Dios». Los seguidores de Jesús, también tienen que decidirse por seguir a Jesús ante el escándalo que les ha producido las duras palabras del Maestro: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna». Luego será a los Doce a quienes Jesús directamente les preguntará: «¿También ustedes quieren irse?». Pedro, en nombre delos  Doce, abre su corazón y le dice: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Evangelio). En la Segunda Lectura vemos el «gran misterio» de amor y fidelidad de Jesucristo por su Iglesia, es decir por todos aquellos que por el bautismo hacemos parte del Nuevo Pueblo de Dios.

JL¿Continuamos o lo abandonamos?

Josué[1], ya anciano, convocó a todas las tribus de Israel para una asamblea general en Siquén«en presencia de Dios», es decir en el santuario. Siquén era, por su posición geográfica, un lugar ideal para la reunión de las tribus (ver 1R 12);  y por su pasado, era  un escenario predestinado para la realización de este pacto religioso ya que había sido el lugar donde Abrahán había ofrecido el primer sacrificio en tierra cananea (Gn 12,7) y donde la familia de Jacob había enterrado los ídolos paganos (Gn 35,4). Después de su testamento espiritual (Jos 23); Josué se dirige a la asamblea reunida realizando un resumen de todas las intervenciones de Dios en favor de su pueblo amado (Jos 24,2-13).

La expresión «esto no se lo debes a tu espada ni a tu arco» (Jos 24,12) es un buen resumen de toda la historia del pueblo elegido y protegido por Dios. Una vez recordada la historia, Josué saca la consecuencia para el presente y el futuro: temed al Señor y servidle con fidelidad; lo que supone la retirada de los dioses paganos a los que sirvieron en Mesopotamia y en Egipto. Esto es más sorprendente todavía. Habían servido a otros dioses no sólo en Mesopotamia; sino ¡también en Egipto! Más aún, puesto que habla de retirar esos dioses podemos concluir que hasta ese momento les seguían dando culto. Josué busca un compromiso bien definido, que no admita interpretaciones ni rebajas. Busca también un compromiso solemne, que se recuerde para siempre: hay que elegir entre servir al Señor, con todas las consecuencias, o servir a los dioses paganos con todas las consecuencias. Josué y su familia ya han optado por el Señor.

La respuesta del pueblo es la esperada: el compromiso de servir, no a ningún otro Dios, sino al Señor, «porque Él es nuestro Dios». No pueden ser infieles a quien ha hecho tanto por ellos. El pueblo clama que quiere servir al Señor.Josué les dice: «Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido al Señor para servirlo». El pueblo responde: «¡Lo somos!» Josué les exige que retiren los dioses extranjeros. El pueblo entero concluye: «Serviremos al Señor nuestro Dios y obedeceremos su voz» (Jos 24, 21- 24). Finalmente se pactará una alianza que se pondrá por escrito (Jos 24,25-28). Luego Josué tomará una gran piedra y la coloca en la encina[2] que había en el santuario de Yahveh.
J«Gran misterio es éste respecto a Cristo y la Iglesia»

Toda la sección que leemos en la carta a los Efesios 5,21-6,9 contiene una serie de consejos para cada uno de los miembros de una familia cristiana. Sin embargo en el tema de fondo podemos ver cómo Pablo nos quiere explicar el «gran misterio» que existe entre Cristo y su Iglesia, tema fundamental de toda la carta. En el versículo 21 leemos: «Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo», estableciendo así el principio que debe regular las relaciones entre todos los miembros de la familia cristiana. En el lenguaje bíblico la expresión «temor de Dios» tiene el sentido de respeto, veneración, honor, y en último término se aproxima al concepto de amor reverencial. En éste caso concreto evoca sin duda el amor que nos merece quien vivió entre los hombres como modelo de sumisión, de espíritu de sacrificio y de obediencia; y que estando entre nosotros nos: «amó hasta el extremo» (Jn 13,1).

San Pablo descubre que el sentido más profundo de unión de los esposos, tal como Dios lo estableció al principio, constituye una prefiguración de la unión de Cristo con la Iglesia (Ef 5,31-33). Ahí radica el gran misterio. Y de esa perspectiva deriva los deberes radicales del amor y la fidelidad que han de profesarse los esposos, en un perfecto cumplimiento del precepto del amor (ver Mc 12,31; Jn 13,34).

J«Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida»

La lectura del Evangelio del vigésimo Domingo del Tiempo Común nos presentaba el rechazo indignado de los judíos ante la declaración de Jesús: «Yo soy el pan del cielo...el pan que yo daré es mi carne, ofrecida en sacrificio por la vida del mundo» (Jn 6,51).Éste rechazo obligó a Jesús a reafirmar el sentido literal de sus palabras: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida» (Jn 6,54). Éste Domingo vemos la reacción del círculo más cercano de Jesús y nos presenta la conclusión del capítulo sexto de San Juan.

El comentario  de este capítulo exige constantemente retomar lo que se ha dicho antes, ya que aquí tenemos el típico modo oriental de pensar y de exponer. No es un modo lineal que avanza de una afirmación a otra vinculada por un vínculo lógico, sino un modo cíclico, es decir que va retomando continuamente lo anterior sin dejar de avanzar, como una espiral. ¿Cuál será la reacción ante sus afirmaciones? Muchos decían: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?».

Ésta es la reacción del círculo más cercano de «sus discípulos», de los que habían confiado en Él y, dejándolo todo, lo habían seguido. Ante estas palabras de Jesús se exigía un acto de total confianza en Él: se trata de aceptar como una verdad algo que la razón no puede controlar y mucho menos entender. Es que aquí se trata de una verdad revelada que exige un verdadero acto de fe. Cuando la Iglesia  anuncia el Misterio de la Eucaristía no hace sino repetir las palabras de Jesús.

Vemos en sus discípulos una resistencia interior al leer en el texto: «murmuración». Pero Jesús no vacila y llama las cosas claramente por su nombre: «¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?». Lo que los discípulos sufren es de escándalo. El escándalo de la verdad que Jesús les ha manifestado. Es interesante notar que el punto que determinó la crisis en «muchos» discípulos fue un punto de fe y más precisamente la revelación de la Eucaristía.

También hoy muchos de los que se llaman «cristianos» encuentran obstáculo en esta enseñanza y no la aceptan. El acto de fe exige confiar «en quien revela» y así aceptar «lo que revela» siendo dóciles a la ayuda, gracia de Dios, que generosamente se nos otorga en abundancia. Observemos que se habla de «muchos de sus discípulos», y no de «todos sus discípulos». Esto quiere decir que «algunos de sus discípulos» no se echan atrás y siguen con Él.

Finalmente entra en escena el grupo más íntimo  de Jesús: los Doce. Si buscamos en el Evangelio de San Juan un lugar donde se relate la vocación de los doce discípulos elegidos por Jesús para constituir un grupo particular, no lo encontraremos. Y sin embargo, Juan menciona este grupo como si fuera perfectamente conocido por sus lectores; de hecho, a nosotros no nos llama la atención que Juan hable de los Doce sin previa presentación, porque también nosotros los conocemos. Esto demuestra que la comunidad en la cual Juan escribe conoce ya los otros Evangelios. «¿También ustedes quieren marcharse?», les dice Jesús de manera directa y con el riesgo de una respuesta negativa de parte de los allegados más cercanos. No, los Doce, a pesar de todo lo dicho por Jesús acerca de comer su carne y beber su sangre, no quieren marcharse.

Ellos comprenden que las palabras dichas por Jesús son verdad, pero no hay que entenderlas según la inteligencia humana, sino según el Espíritu. Así lo explica Jesús: «Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida». Por eso Pedro, a nombre de los Doce, responde la pregunta de Jesús: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios». L

La diferencia entre los Doce y todos los demás que estaban en la sinagoga está en estas palabras de Pedro: «Nosotros creemos y sabemos». Por eso ellos permanecen con Jesús y siguen siendo hasta ahora las columnas de la Iglesia. Ellos tanto aceptaron y creyeron las palabras de Jesús que de hecho, después que Jesús ascendió al cielo, se alimentaron de su cuerpo y de su sangre y se realizó en ellos lo prometido por Jesús: «El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él».

+Una palabra del Santo Padre:

«Queridos monaguillos, en realidad, vosotros ya sois apóstoles de Jesús. Cuando participáis en la liturgia realizando vuestro servicio del altar, dais a todos un testimonio. Vuestra actitud de recogimiento, vuestra devoción, que brota del corazón y se expresa en los gestos, en el canto, en las respuestas: si lo hacéis como se debe, y no distraídamente, de cualquier modo, entonces vuestro testimonio llega a los hombres. El vínculo de amistad con Jesús tiene su fuente y su cumbre en la Eucaristía.

Vosotros estáis muy cerca de Jesús Eucaristía, y éste es el mayor signo de su amistad para cada uno de nosotros. No lo olvidéis; y por eso os pido: no os acostumbréis a este don, para que no se convierta en una especie de rutina, sabiendo cómo funciona y haciéndolo automáticamente; al contrario, descubrid cada día de nuevo que sucede algo grande, que el Dios vivo está en medio de nosotros y que podéis estar cerca de Él y ayudar para que su misterio se celebre y llegue a las personas.

Si no caéis en la rutina y realizáis vuestro servicio con plena conciencia, entonces seréis verdaderamente sus apóstoles y daréis frutos de bondad y de servicio en todos los ámbitos de vuestra vida: en la familia, en la escuela, en el tiempo libre. El amor que recibís en la liturgia llevadlo a todas las personas, especialmente a aquellas a quienes os dais cuenta de que les falta el amor, que no reciben bondad, que sufren y están solas. Con la fuerza del Espíritu Santo, esforzaos por llevar a Jesús precisamente a las personas marginadas, a las que no son muy amadas, a las que tienen problemas.

Precisamente a esas personas, con la fuerza del Espíritu Santo, debéis llevar a Jesús. Así, el Pan que veis partir sobre el altar se compartirá y multiplicará aún más, y vosotros, como los doce Apóstoles, ayudaréis a Jesús a distribuirlo a la gente de hoy, en las diversas situaciones de la vida. Así, queridos monaguillos, mi última recomendación a vosotros es: ¡sed siempre amigos y apóstoles de Jesucristo!».

Benedicto XVI. Audiencia 2 de Agosto de 2006 en la peregrinación europea de monaguillos.


'Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana

1. «Queridos jóvenes, al volver a vuestra tierra poned la Eucaristía en el centro de vuestra vida personal y comunitaria: amadla, adoradla y celebradla, sobre todo el Domingo, día del Señor. Vivid la Eucaristía dando testimonio del amor de Dios a los hombres». Acojamos estas palabras de Juan Pablo II a los jóvenes en el jubileo del año 2000. ¿La Santa Misa es el corazón y el centro de mi Domingo? ¿Voy a Misa con mi familia?

2. «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna». La respuesta de San Pedro es todo un programa de vida. Recemos y meditemos estas hermosas palabras a lo largo de nuestra semana. 

3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 1333 - 1336




[1]Josué: su nombre significa «Dios es salvación». Josué fue elegido para capitanear el ejército mientras se hallaban en el desierto. Después de la muerte de Moisés, Josué condujo a los israelitas por Canaán. Una vez conquistada la tierra, Josué la distribuyó entre las doce tribus.  
[2]Encina: árbol de la familia de las Fagáceas, de diez a doce metros de altura, con tronco grueso, ramificado en varios brazos, de los que parten las ramas, formando una copa grande y redonda. 

ZONA CANTABRICO. VIGILIAS DE ESPIGAS de los Consejos Diocesanos de León y Oviedo. AGENDA de Actos a celebrar.

Recomendamos visites el Blogs de la Zona Cantábrico del que destacamos lo siguiente:

- Crónica de la celebración de la Vigilia Archidiocesana de Espigas en Oviedo.


- Crónica de la celebración de la Fiesta de Espigas organizada por el Consejo Diocesano de León,  celebrada en POBLADURA DE PELAYO GARCÍA

- Agenda:
  26 de septiembre próximo PEREGRINACIÓN  a la Basílica de Nuestra Madre la Virgen del Camino en León.

  17 de octubre DÍA DE LA FAMILIA ADORADORA. Peregrinación al Santuario de Covadonga y Virgen de la Cueva en Asturias.

Son varias las zonas que vienen informando en sus Blogs y avanzando en sus informaciones de actividades y datos estadísticos (facilitamos sus accesos entrando en los "enlaces" de éste). 

Agradecemos a los respectivos Consejos Diocesanos su participación y colaboración.

CATEQUESIS VOCACIONAL. Pastores según mi Corazón XII

(Interesantes reflexiones que nos ha remitido el Sacerdote Misionero Comboniano, D. Antonio Pavía recomendándonos su lectura y meditación, y sobre las que se refirió  en la convivencia que mantuvo con los Delegados de Zona y el Consejo nacional de la Adoración Nocturna Española.) 




Pastores según mi corazón – XII
Pastores y maestros

Las últimas palabras que Jesús lega a sus discípulos antes de subir al Padre, tal y como nos refiere Mateo, definen la misión de la Iglesia así como su razón de ser: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20).

El anuncio del Evangelio de la gracia (Hch 20,24) y de la salvación (Ef 1,13) no es algo superfluo en lo que respecta a la identidad de la Iglesia, como podría ser, por ejemplo, que un sacerdote se limitase a impartir clases en un centro educativo. El anuncio del Evangelio es  lo que podríamos llamar el elemento por excelencia identificador de los pastores llamados por el Hijo de Dios. Pastores que son reconocidos como tales en la medida en que la luz del Evangelio brilla en sus ojos, convirtiéndose en palabras de vida (Hch 7,38) en sus bocas.

Hay, sin embargo, un aspecto en la cita que hemos recogido de Mateo que es fundamental para comprender la relación entre Evangelio, Iglesia y Misión. Si nos fijamos bien, al tiempo que el Hijo de Dios pone ante el corazón de sus discípulos el mundo entero como campo de misión, les exhorta a que enseñen a los hombres a guardar el Evangelio que de Él han recibido “…enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. 

Tengamos en cuenta que en Israel el verbo mandar no tiene el mismo significado que en nuestra cultura occidental. Nosotros asociamos el mandato a toda una serie de elementos que conforman la legalidad: ley, mandamiento, obligación, deber… No así para los israelitas. Estos identifican los términos mandamiento o mandato con la fuerza de la palabra, antes que cualquier otra connotación. El mismo Jesús llama mandamientos a las palabras que su Padre le hace oír en orden a su misión; asimismo llama mandamientos al Evangelio que proclama a sus discípulos: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn 15,10).

Es muy importante esta aclaración para poder comprender que el Evangelio, dado por el Hijo de Dios al mundo al precio de su sangre, no es en absoluto un listón o medida para ser sus discípulos, sino, por encima de todo, un don. Pablo lo llama “fuerza de Dios para la salvación” (Rm 1,16).

Quizá ahora entendamos mejor la puntualización del Señor Jesús a sus discípulos al enviarlos con su Evangelio al mundo entero. No les impulsa a convencer a nadie y, menos aún, a que se comprometan con una serie de normas hasta alcanzar la idoneidad exigida para formar parte de la inmensa multitud de discípulos. La aptitud llegará en su momento y como fruto de la fuerza de la Palabra que escuchan y ¡guardan en el corazón! De ahí -vuelvo a insistir- su apreciación: “enseñándoles a guardar”.

Con esta puntualización, el Hijo de Dios nos revela uno de los rasgos esenciales de la misión de la Iglesia y que, como ya señalé, no es superfluo u optativo. Guardar la Palabra no es una faceta o corriente de la espiritualidad de la Iglesia. El mismo Jesucristo subraya que este guardar su Palabra es la prueba cristalina y diáfana de que una persona ama realmente a Dios; el amor tal y como es, sin sugestiones ni sublimaciones generadas o sobrevenidas por carencias humano-afectivas o por otras causas.

El tarro precioso

Es más que evidente que todo esto que estamos diciendo no tendría en absoluto ningún valor si no estuviese apoyado, más aún, testificado, por hechos concretos y palabras textuales del mismo Hijo de Dios; sólo bajo su autoridad nos atrevemos a llevar adelante estas reflexiones catequéticas que por sí mismas marcan indeleblemente el carisma y el ministerio pastoral. En el corazón y la mente de Jesús, sus pastores serán también maestros, ya que han de enseñar a los hombres a guardar en su corazón la Palabra que ellos mismos guardan.

Buscando, pues, la autoridad del Hijo de Dios, nos unimos al grupo de los apóstoles, y, con ellos, compartimos mesa alrededor del Maestro y escuchamos su bellísima catequesis durante la última cena. De ella entresacamos esta cita: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras…” (Jn 14,23-24a).

Puesto que nos hemos colocado, junto con los apóstoles, alrededor de Jesús, vamos a intentar recrear el cuadro de aquella cena para poder apreciar mejor sus palabras. Les está hablando de la vida eterna que van a recibir como don suyo (Jn 14,1-3), y sobre todo les habla del Padre. Lo que los apóstoles oyen son palabras inefables, intraducibles a cualquier parámetro de belleza y profundidad. Veamos, si no: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21).

No sabemos hasta dónde pudo llegar la comprensión de estos hombres ante estas confidencias de su Señor y Maestro. Sin duda que pesaba demasiado la casi certeza de su muerte ya próxima; recordemos que Judas había salido de la sala para consumar su traición. Aun así, uno de ellos, Judas Tadeo, se preocupa de todos los hombres y mujeres de la tierra. De ahí su pregunta: Te estás manifestando a nosotros, y ¿qué pasa con el mundo entero? La respuesta de Jesús es toda una declaración de intenciones acerca de la misión de estos hombres que están junto a Él y que alcanza a la Iglesia entera. Su mayor servicio al mundo consistirá en ser anunciadores de sus palabras. Por ellas –su Evangelio- el hombre llegará a saber que Dios le ama, que se le manifiesta, incluso que convive con él. También sabrá que su llegar a amar a Dios no tendrá que ver nada con un espejismo o delirio patológico; no hay ninguna sublimación puesto que es Dios mismo quien se abre al hombre. La respuesta que Jesús da al apóstol que acaba de preguntarle ya la vimos anteriormente (Jn 14,23).

“Guardará mi Palabra”, le dice Jesús. En ella está encerrado, contenido, el amor de Dios: “Mi Padre le amará”. En ella, nos dice Juan, está la Vida (Jn 1,4). Ésta se abre desde la Palabra y da su fruto: el amor. Un amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. He ahí encerrado todo camino de perfección y toda la moral, pues, como dice Pablo, el que ama –así, desde Dios- a su prójimo, ha cumplido la Ley, no le hace daño (Rm 13,8-10). El que así ama -nos parece seguir oyendo al apóstol- no miente a su hermano, ni le engaña; no se sirve de él, ni le roba; no le calumnia, ni le ofende; le ayuda sin juzgarle… Esto es lo que hace el que ama a su hermano, tanto al que tiene a su lado como al que vive más allá de sus ojos y fronteras.

Así es como ama Dios y los que suyos son… Y suyos son los que guardan su Palabra. Lo son por pertenencia que, por encima de todo, es compañía y convivencia con Él: “vendremos a él y haremos morada en él”. En este sentido podremos hacer nuestra la sublime intuición de Paul Jeremie: “El Evangelio es el tarro precioso de donde Dios saca sus ternuras para con nosotros”.

Libertad y dignidad

Todo aquel que ha sido llamado por Jesucristo a ser pastor y que hospeda en su corazón su Evangelio está viviendo algo asombroso e inaudito: ¡convive con Dios! La Palabra albergada en su interior forma en él un corazón apto para conocerle, como nos dicen los profetas (Jr 24,7). Es un conocer con toda la riqueza afectiva que conlleva este verbo en la espiritualidad bíblica. Hablamos, pues, de pastores que conocen a Dios, y de Él reciben la capacidad de enseñar a sus ovejas a convivir con el Trascendente.

Estos pastores viven sumergidos en una existencia al mismo tiempo mundana y extramundana. Están en el mundo –su campo de misión- sin ser del mundo (Jn 17,15-16). Son pastores para todos los hombres no porque sean mejores que ellos, sino por Aquel que  vive en sus entrañas (Gá 2,20). Viven –si se me permite una especie de metáfora- al ritmo de una prodigiosa aleación de cuerpo y espíritu.

Esta forma de existir no les repliega sobre sí mismos, más bien al contrario, les impulsa a abrirse -con los tesoros que de Dios han recibido- al mundo entero sin excepción alguna; a un mundo pobre, carente y escaso de vida por la inmisericorde y brutal opresión que ejerce sobre su alma el dios-dinero (Mt 6,24); no en vano Jesús ofreció a todos los hombres esta invitación tan especial como necesaria: “Venid a mí los que estáis cansados y sobrecargados, y yo os daré descanso… Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11,28-29). El drama que cargan tantos y tantos hermanos suyos impide a estos pastores hacer oídos sordos a sus gritos de auxilio, por lo que, al igual que Pablo, se exhortan a sí mismos: ¡ay de mí si no evangelizare! (1Co 9,16).

Bien saben estos pastores que su alianza con Dios, con el que conviven por la Palabra guardada, sólo es válida y real si se desdobla en alianza con los hombres todos, los lejanos y los cercanos. Por eso están prontos a partir adonde su  Señor les envíe. No hay frontera que se resista a una alianza tejida con los hilos del amor eterno e indestructible de Dios.

 Estos discípulos son pastores según el corazón de Dios, lo que les hace insultantemente libres. No están sujetos ni condicionados por “la última lumbrera”, cuyo esplendor no pocas veces “es como flor de hierba que se seca y desaparece” (1P 1,24). Son auténticos hombres de Dios que Él regala al mundo; se identifican con aquellos discípulos de los que habla Jesús. “Todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo” (Mt 13,52).

En su misión conjugan libertad con dignidad, propias de su Maestro y Señor, quien les parte la Palabra. Él es la Fuente de donde sacan, con gozo indescriptible, las aguas de la salvación (Is 12,3). Su ministerio refleja la libertad y la dignidad en estado puro, no en vano  ambas son creación de Dios.


martes, 18 de agosto de 2015

VIGILIA EXTRAORDINARIA DE VERANO ORGANIZADA CON EL CONSEJO DIOCESANO DE MURCIA

El sábado 29 de agosto, último sábado de mes tendremos la llamada Vigilia de Verano, que al igual que el pasado 18 de Julio pasado, tendrá lugar en la Parroquia "Santiago Apóstol" en Santiago de la Ribera, junto al mar Menor, a las 21:00h. con la santa Misa, y a su término, sobre las 21:45h tendremos la Exposición del Santísimo con el siguiente orden:

·         Exposición del Santísimo
·         15 minutos de oración personal
·         Rezo de Vísperas
·         Oración de presentación de adoradores
·         Oficio de Lectura
·         Turno de vela
·         5 minutos de oración personal
·         Preces Expiatorias
·         Reserva del Santísimo
·         Salve a la Virgen
Seguiremos el esquema del Manual para el Domingo II
perteneciente a la semana 22 del Tiempo Ordinario


domingo, 16 de agosto de 2015

LECTURAS DE LA MISA DEL DOMINGO PARA REFLEXIONAR. Domingo de la Semana 20ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B


«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo»

Lectura del libro de los Proverbios (9, 1-6): Comed de mi pan y bebed el vino que he mezclado

La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: “Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia.”»

Salmo 33, 2-3. 10-11. 12-13. 14-15

R./ Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios (5,15-20): Daos cuenta de lo que el Señor quiere

Hermanos: Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere.
No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor.
Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6, 51-58): Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»


& Pautas para la reflexión personal  

z El vínculo entre las lecturas

Las lecturas de este Domingo nos ponen de frente con el misterio eucarístico: «fuente y culmen de toda la vida cristiana[1]». Hay momentos que podemos olvidar las claras palabras de Jesús que nos dice: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna».Y es que solamente Aquel que ha bajado del cielo puede abrirnos la puerta a la eternidad (Evangelio). Pero ¿estamos realmente ante la verdadera carne y la verdadera sangre de Jesús? Misterio insondable y central de nuestra fe que «contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo»[2].

En la Primera Lectura vemos a la Sabiduría de Dios que se deleita en contemplar sus obras y en comunicarse con sus hijos por medio de un celestial banquete, a fin de hacerlos sabios e inteligentes. Justamente ésta es la exhortación que San Pablo dirige a la comunidad de Éfeso: «mirad atentamente cómo vivís; no como necios, sino como sabios». El «Pan vivo bajado del cielo» es el  alimento que necesitamos para que poder vivir de acuerdo a la Sabiduría de Dios.

J «Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado»

El texto que leemos en la Primera Lectura es un extracto del párrafo titulado: «El Banquete de la Sabiduría», o «La Sabiduría hospitalaria». La Sabiduría es un atributo de Dios, pero aparece en este texto como su personificación. Para los Padres de la Iglesia «la Sabiduría» es la revelación anticipada veterotestamentaria del Verbo de Dios o del Espíritu Santo. La figura de la Sabiduría que se ha construido una casa trae a nuestra memoria el prólogo de San Juan: «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (puso morada entre nosotros), vino a su casa, y los suyos no lo recibieron». Por otra parte, las siete columnas, símbolo de perfección, reflejan más la estructura de un «temenos»[3] griego que la de una casa. En tal caso, se trataría de un banquete sagrado, no de una invitación doméstica. El banquete expresa familiaridad, hospitalidad, invitación a la intimidad, a la confianza y comunión. En la mentalidad oriental el ser invitado a la mesa es una muestra de confianza y amistad muy especial. Quien rechaza esta oferta generosa comete una falta grave; más aún traiciona una amistad.

El banquete expresa en este caso concreto la unión intima entre Dios y el hombre. Dios dispone la mesa para dar de sus manjares al hombre, compartiendo con él sus riquezas y bienes. Sin embargo entrar en la comunión íntima con Dios Vivo, con Dios Amor conlleva necesariamente rechazar, abandonar toda simpleza y necedad para adentrarse en las realidades profundas del Espíritu y conocer la hondura y la longitud de los misterios divinos, que llevan a la cabal comprensión del misterio humano. Por ello este «banquete celestial» es una invitación a recorrer el camino «de la inteligencia», es decir el sendero humanizante y personalizante que nos permite ir más allá de aquello que nuestros limitados sentidos nos pueden ofrecer y abrirnos a lo que Dios nos quiere compartir.

K «Mirad atentamente como vivís…»

La verdadera sabiduría, que proviene de Dios (ver 1 Cor 1,18-31) y que es «más fuerte que la fuerza de los hombres», nos permite conocer y comprender cuál es el designio de Dios y estar dispuesto a cumplirlo. Frente al vino, que conducía al libertinaje (ver la cita de 1 Cor 11,20-22), San Pablo recomienda a los cristianos de Éfeso que se dejen guiar por el Espíritu y que practiquen un culto digno de Dios. Para ello les exhorta a que encuentren en la oración comunitaria la fuerza necesaria para mantenerse firmes y así poder dar gracias a Dios Padre por tantos beneficios recibidos[4].

K «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

«Habiendo Jesús pronunciado y dicho del pan: ‘Esto es mi cuerpo’, ¿quién se atreverá a dudar en adelante? Y ha­biendo Él aseverado y dicho: ‘Esta es mi sangre’, ¿quién podrá dudar jamás y decir que no es la sangre de Él?». Estas palabras de San Ciri­lo de Jerusa­lén, pronuncia­das en una catequesis en el año 350 d. C. nos ayudan a entender el tema central del Evangelio dominical. Cuando Jesús declaró: «El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo», los judíos duda­ban y «dis­cutían entre sí diciendo: ¿Cómo puede éste dar­nos a comer su carne?». Ellos habían entendido perfectamente la frase de Jesús y por eso la rechazan indigna­dos ya que para ellos: «¡Es absur­do que éste pretenda que comamos su car­ne!», pensarían. Pero el Evangelio dice que había «discusión[5]» entre los judíos. ¿Qué discu­tían? ¿Hab­ían entendido bien las palabras de Jesús? ¿Era verdad lo que habían entendido?

Y claro, esperan que en la próxima frase Jesús retire lo dicho o que atenúe su sentido literal, explicando que se trataba de una expresión metafórica. Pero lejos de esto, Jesús res­ponde rea­firmando el sentido literal de sus pala­bras: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no be­béis su sangre, no tenéis vida en voso­tros». Es decir Jesús no sólo reafirma que deberán comer su carne, sino además que deberán beber su sangre. Y por si quedaran dudas va un poco más: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resu­citaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verda­dera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, perma­nece en mí y yo en él».

No hay ninguna duda que toda la tradición de la Iglesia Cató­lica ha entendido este texto en su sentido literal y cuan­do celebra la Eucaristía y se nutre de ella cree firmemen­te que bajo la apariencia de pan y vino los fieles comen y beben real­mente el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que reci­ben la vida eterna y la garantía de que serán resuci­ta­dos por Jesucristo en el último día. Esta ha sido la fe de la Igle­sia desde siempre, desde antes de la refor­ma pro­tes­tante, desde mucho antes que existieran los grupos evangé­licos y las otras sectas que se han disgregado de la única Igle­sia fundada por Jesús. El mismo San Cirilo es testigo de esta fe en el siglo IV: «En la Eucaristía, lo que parece pan no es pan, aunque así sea sentido por el gusto, sino el Cuerpo de Cristo, y lo que parece vino no es vino, aunque el gusto así lo quiera, sino la Sangre de Cristo».

Es cierto que Jesús amaba usar expresiones enigmáti­cas; pero cuando era mal comprendido Él mismo se apresuraba en sacar a sus oyentes del error; cuando la comprensión literal es errónea, el mismo Jesús aclara el sentido de sus palabras. En cierta oca­sión Jesús dice a sus discípu­los: «Cui­daos de la levadura de los fariseos y saduceos» y como lo entendieron literalmente, acla­ra: «¿Por qué no entendéis que no me refería a los panes? Entonces compren­dieron que se refería a la doc­tri­na de los fariseos y saduceos» (ver Mt 16,6-12). Nico­demo en­tiende materialmente un nuevo naci­miento y objeta: «¿Cómo puede un hombre siendo anciano, nacer?». Jesús aclara que no se trata de un naci­miento material, sino de «nacer del agua y del Espíritu» (ver Jn 3,3-9).

Un día Jesús dice a sus discípulos: «Lázaro duerme, voy a desper­tarlo». Y como ellos entendie­ron literalmente y les parece demasiado arriesgado ir allá sólo para despertar al amigo, Jesús aclara: «Lázaro ha muerto» (ver Jn 11,11-14). Podríamos colocar muchos otros ejemplos[6]. Sin embargo nada de eso ocurre en el pasaje de hoy. Los ju­díos entendieron literalmen­te la palabra de Jesús y Jesús, lejos de corregirlos, reafir­ma eso que entendieron. Ellos han entendido que Jesús dará un pan que es su carne, y entendieron bien. Eso mismo es lo que Cristo quiso enseñar y prometer. Tanto así que termina el pasaje diciendo que «desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron a atrás y ya no andaban con Él» (Jn 6, 66) porque sus palabras eran muy duras.

A continuación también se refiere Jesús al origen celestial de este pan: «Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma de este pan vivirá para siempre». En tiempos de Jesús los judíos creían que el maná era un pan preparado por ángeles que Dios había dado a su pueblo, haciéndolo caer del cielo. Es la convicción que expresa el libro de la Sabidu­ría, muy cercano a la época de Jesús: «A tu pueblo lo alimentaste con manjar de ángeles; les suminis­traste sin cesar desde el cielo un pan ya prepara­do» (Sab 16,20). Lo que Jesús quiere decir es que esos textos no describen el maná histórico, sino «el verdadero pan del cielo», un pan que estaba aún por venir y que Él daría al mundo. Los que comieron del maná histórico murie­ron todos en el desierto y no entraron en la tierra prome­tida. En cambio, el que coma del «pan vivo bajado del cielo», vivirá para siempre y entrará en el paraíso a gozar de la felicidad eterna.

+  Una palabra del Santo Padre:

«Qué lindo escuchar Dios me enseña a caminar, el Omnipotente se abaja y me enseña a caminar. Recuerdo esa frase del Deuteronomio, cuando Moisés le dice a su pueblo, «escuchen ustedes que son tan duros de cabeza», cuando vieron un Dios tan cercano a su pueblo como Dios está cercano a nosotros. Y la cercanía de Dios es ésta ternura: me enseñó a caminar, sin Él yo no sabría caminar en el Espíritu. Y lo tomaba por los brazos pero «vos no reconociste que yo te cuidaba». Vos te creíste que te las arreglabas solo. Esta es la historia de la vida de cada uno de nosotros. «Y yo te atraía con lazos humanos, no con leyes punitivas, con lazos de amor, con ataduras de amor». El amor ata, pero ata en la libertad, ata en dejarte lugar para que respondas con amor. «Yo era para ti como los que alzan a una criatura a las mejillas y lo besaba, y me inclinaba y le daba de comer». Decíme, ¿ésta no es tu historia? Al menos es mi historia. Cada uno de nosotros puede leer aquí su propia historia. Decíme: «¿Cómo te voy a abandonar ahora, cómo te voy a entregar al enemigo?». En los momentos donde tenemos miedo, en los momentos donde tenemos inseguridad, Él nos dice: «pero si hice todo esto por vos, ¿cómo pensás que te voy a dejar solo, que te voy a abandonar?».

En las costas de Libia, los 23 mártires coptos estaban seguros de que Dios no los abandonaba y se dejaron degollar diciendo el nombre de Jesús, porque sabían que Dios, pese a que les cortaban la cabeza, no los abandonaba. «¿Cómo te voy a tratar como un enemigo? Mi corazón se subleva dentro de mí y se enciende toda mi ternura». Cuando la ternura de Dios se enciende, esa ternura cálida – es el único capaz de calidez y de ternura- «no le voy a dar un día libre a la ira por los pecados que hiciste, por tus equivocaciones, por adorar ídolos, porque yo soy Dios, soy el Santo en medio de ti». Es una declaración de amor de Padre a sus hijos y a cada uno de nosotros.

Cuántas veces pienso que le tenemos miedo a la ternura de Dios, y porque le tenemos miedo a la ternura de Dios, no dejamos que se experimente en nosotros y por eso tantas veces somos duros, severos, castigadores, somos pastores sin ternura. ¿Qué nos dice Jesús en el capítulo 15 de Lucas, de aquel pastor que notó que tenía solamente noventa y nueve ovejas y le faltaba una, que las dejó bien cuidaditas cerradas con llave y se fue a buscar a la otra, que estaba enredada ahí entre los espinos y no le pegó, no la retó, la tomó en sus brazos, en sus hombros y la trajo y la curó, si estaba herida. ¿Hacés lo mismo vos con tus feligreses, cuando notás que no hay uno en el rebaño o nos hemos acostumbrado a ser una Iglesia que tiene una sola oveja en el rebaño y dejamos que noventa y nueve se pierdan en el monte? ¿Tus entrañas de ternura se conmueven? ¿Sos pastor de ovejas o te has convertido en un peinador, en un peluquero de una sola oveja exquisita, porque te buscás a vos mismo y te olvidaste de la ternura que te dio tu Padre, que te los cuenta aquí, en el capítulo 11 de Oseas y te olvidaste de cómo se da ternura. El corazón de Cristo es la ternura de Dios, «¿Cómo voy a entregarte, cómo te voy a abandonar? Cuando estás solo, desorientado, perdido, vení a mí que yo te voy a salvar, yo te voy a consolar».

Hoy les pido a ustedes en este Retiro que sean pastores con ternura de Dios, que dejen el látigo colgado en la sacristía y sean pastores con ternura, incluso con los que le traen más problemas. Es una gracia, es una gracia divina. Nosotros no creemos en un Dios etéreo, creemos en un Dios que se hizo carne, que tiene un corazón, y ese corazón hoy nos habla así: «vengan a mí si están cansados, agobiados, yo los voy a aliviar, pero a los míos, a mis pequeños trátenlos con ternura, con la misma ternura con que los trato yo». Eso nos dice el corazón de Cristo hoy y es lo que en esta misa pido para ustedes y también para mí».

Francisco. Homilía en el tercer retiro mundial para sacerdotes. Viernes 12 de junio de 2015.


' Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana

1. «En el santísimo sacramento de la Euca­ris­tía están contenidos verdadera, real y sustan­cial­mente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo y, por consiguiente, Cristo ente­ro[7]» Por eso resulta incomprensible que alguien que conozca a Cristo y lo reconozca como Dios; esté alejado de este Sacramento. ¿Cómo vivo mi amor por la Eucaristía?¿Visito con frecuencia al Santísimo Sacramento? 

2. El Papa Juan Pablo II nos dijo en la Plaza de Armas de Lima en 1988: «La Eucaristía restablece en nosotros la armonía de nuestro ser y nos impulsa a proyectar sobre la sociedad el espíritu de reconciliación que hemos de vivir según el designio de Dios (cf. 2 Cor 5, 19). Nos nutrimos del Pan de vida para llevar a Cristo a las diversas esferas de la existencia: al ambiente familiar, al trabajo, al estudio, a las instituciones políticas y sociales, a los mil compromisos evangélicos de la vida cotidiana». ¿A qué me invita estas palabras del Papa? ¿Qué voy a hacer?
 
3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 1384-1390. 1402-1405. 1524.






[1] Lumen Gentium,11.
[2] Concilio de Trento. Sesión XII, cap. 8. 
[3] Temenos (del verbo griego que significa literalmente “cortar”). Este término griego es dado, en arqueología, al pedazo de tierra que circunscribe el  terreno separado para el templo o el santuario. 
[4] La carta de San Pablo a los Efesios fue probablemente una «carta circular» dirigida a un grupo de iglesias  situadas en lo que ahora es la parte occidental de Turquía.  La iglesia en Éfeso (principal ciudad de la región) era la más importante del grupo. Pablo escribe la carta desde la prisión en Roma alrededor de los años sesenta. El gran tema de la carta: «el Plan de Dios es…reunir toda la creación, todas las cosas que hay en el cielo y en la tierra, bajo Cristo como cabeza» (Ef 1,10).    
[5] Discutir: (Del lat. discussĭo, -ōnis). Acción y efecto de discutir. Análisis o comparación de los resultados de una investigación, a la luz de otros existentes o posibles.

[6] Ver también Jn 2,19-21; 4, 31-34; 7,37-39.
[7] Catecismo de la Iglesia Católica 1374.

Texto facilitado por J.R.P. del Consejo Diocesano de ANE en Toledo
fotografia: celebración de la Novena a Nuestra Señora de los Reyes. Catedral de Sevilla