sábado, 10 de noviembre de 2012

AÑO INTERNACIONAL DE LA FE, el compendio de la nueva evangelización (II)


Continuamos con la reflexión iniciada en el anterior artículo publicado en este blogg con fecha 29 de octubre pasado



3.- La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia

Compendio, números 18 a 24

I. Puntos de partida.-

Nuestras preguntas.-

La Biblia es un libro único, que ha orientado la vida de millones de personas durante miles
de años. Es el lugar privilegiado de la revelación de Dios y la Iglesia la venera. ¿Qué
criterios deben guiarnos en su lectura para reconocerla como Palabra que Dios nos dirige?

No podemos conocer a Jesucristo si desconocemos la Biblia. ¿Por qué esto es así?

La Palabra de Dios.-

«Tu Palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo».
Sal 118, 89

«Todo cuanto fue escrito en el pasado se escribió para enseñanza nuestra, para que con
la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza».
Rm 15, 4

El testimonio de la Iglesia.-

«Desde que el Concilio Vaticano II ha subrayado el papel preeminente de la Palabra de
Dios en la vida de la Iglesia, se ha avanzado mucho en la asidua escucha y lectura atenta
de la Sagrada Escritura... Es necesario que la escucha de la Palabra se convierta en
encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la Lectio Divina, que permite
encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia».
Juan Pablo II. - Novo millenio ineunte, 39

II. Exposición de la fe.-

1. Los libros de la Biblia.-
La Biblia o Sagrada Escritura es un conjunto de libros de distinto estilo literario y de
distinta época, que recogen la historia de la salvación que Dios ha realizado con el hombre.
Ver la lista de los libros de la Sagrada Escritura y sus abreviaturas al inicio del Compendio.

La Biblia tiene dos partes:
• El Antiguo Testamento que trata de la Antigua Alianza con Israel.

• El Nuevo Testamento que trata de la Nueva Alianza, realizada con Jesucristo.
Testamento significa aquí lo mismo que Alianza o pacto.
Leer nn. 21 a 23

21. ¿Qué importancia tiene el Antiguo Testamento para los cristianos?
121-123

Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios: todos sus libros
están divinamente inspirados y conservan un valor permanente, dan testimonio de la pedagogía
divina del amor salvífico de Dios, y han sido escritos sobre todo para preparar la venida de Cristo
Salvador del mundo.

22. ¿Qué importancia tiene el Nuevo Testamento para los cristianos?
124-127 139
El Nuevo Testamento, cuyo centro es Jesucristo, nos transmite la verdad definitiva de la Revelación
divina. En él, los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, siendo el principal testimonio
de la vida y doctrina de Jesús, constituyen el corazón de todas las Escrituras y ocupan un puesto
único en la Iglesia.

23. ¿Qué unidad existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamento?
128-130 140

La Escritura es una porque es única la Palabra de Dios, único el proyecto salvífico de Dios y única
la inspiración divina de ambos Testamentos. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo, mientras
que éste da cumplimiento al Antiguo: ambos se iluminan recíprocamente.

El Antiguo Testamento se compone de 46 libros que recogen la historia de la relación de
Dios con el pueblo de Israel. Estos libros o escritos se pueden dividir en tres tipos:
• Los escritos de tipo histórico, que recogen los momentos principales de la historia de
Israel y de su Alianza con Dios.

• Los escritos de los Profetas de Israel.
• Los escritos de la sabiduría de Israel y los salmos.

El Nuevo Testamento reúne los 27 libros que narran la vida y el mensaje de Jesucristo así
como la de los primeros discípulos:
• Los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
• Los Hechos de los Apóstoles, que es como una primera historia de la Iglesia.
• Las cartas de los Apóstoles: de san Pablo, san Pedro, san Juan, Santiago, Judas, y la
carta a los Hebreos.
• El Apocalipsis.
Al conjunto de los libros que forman la Biblia se le llama «canon».
• Leer n. 20

20. ¿Qué es el canon de las Escrituras?
120 138

El canon de las Escrituras es el elenco completo de todos los escritos que la Tradición Apostólica
ha hecho discernir a la Iglesia como sagrados. Tal canon comprende cuarenta y seis escritos del
Antiguo Testamento y veintisiete del Nuevo.

2. La Biblia como Palabra de Dios.-
La Biblia se podría leer como un conjunto de escritos de una cultura antigua. Pero a
nosotros no nos interesa leer la Biblia sólo porque sea un documento antiguo, sino porque
nos transmite la revelación de Dios. Queremos escuchar, a través de la Biblia, la Palabra
del Dios vivo, que ha intervenido en la historia de Israel y de la Iglesia, y que hoy nos sigue
hablando.

La Biblia es el recuerdo vivo de su presencia y de su intervención para salvar a la
humanidad. Dios inspiró y ayudó a los autores sagrados que escribieron estos libros.

Por
eso, decimos que la Escritura está inspirada, ya que ha sido hecha con la ayuda del
Espíritu Santo. Hay que leer la Biblia con el mismo espíritu con que fue escrita.
Leer n. 18
18. ¿Por qué decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad?
105-108 135-136

Decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad porque Dios mismo es su autor: por eso
afirmamos que está inspirada y enseña sin error las verdades necesarias para nuestra salvación. El
Espíritu Santo ha inspirado, en efecto, a los autores humanos de la Sagrada Escritura, los cuales
han escrito lo que el Espíritu ha querido enseñarnos. La fe cristiana, sin embargo, no es una
«religión del libro», sino de la Palabra de Dios, que no es «una palabra escrita y muda, sino el
Verbo encarnado y vivo» (San Bernardo de Claraval).

3. La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia.-

La Palabra de Dios no puede ser leída de cualquier manera, tenemos que tener en cuenta
estos tres elementos:

Leerla en conversación personal con el Señor.

Leerla acompañados por maestros que tienen la experiencia de la fe y que han penetrado
en el sentido de la Sagrada Escritura.

Leerla en la gran compañía de la Iglesia, de forma que poco a poco penetramos cada vez
más en la Sagrada Escritura, en la que Dios habla realmente con nosotros hoy.
Leer nn. 19 y 24

19. ¿Cómo se debe leer la Sagrada Escritura?
109-119 137
La Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo y bajo la guía
del Magisterio de la Iglesia, según tres criterios: 1) atención al contenido y a la unidad de toda la
Escritura; 2) lectura de la Escritura en la Tradición viva de la Iglesia; 3) respeto de la analogía de
la fe, es decir, de la cohesión entre las verdades de la fe.

24. ¿Qué función tiene la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia?
131-133 141-142
La Sagrada Escritura proporciona apoyo y vigor a la vida de la Iglesia. Para sus hijos, es firmeza
de la fe, alimento y manantial de vida espiritual. Es el alma de la teología y de la predicación
pastoral. Dice el Salmista: «lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 119,
105). Por esto la Iglesia exhorta a la lectura frecuente de la Sagrada Escritura, pues «desconocer
la Escritura es desconocer a Cristo» (San Jerónimo).

I II . Propuestas para conocer y vivir.-

Reflexión y diálogo.-
• ¿Cuántos libros tiene la Biblia y qué significa «Testamento»?
• ¿Por qué la Biblia es Palabra de Dios?
• ¿Por qué decimos que la Biblia está inspirada?

Recordar.-
• Tipos de libros que tiene la Biblia.
• Los criterios de interpretación de la Biblia.
Conocer más.-
• Profundizar en el contenido y en el orden de los nn. 11 a 24

Llevar a la vida.-
• Antes de la misa del domingo leer con detenimiento las lecturas correspondientes.

Para orar.-
Canto: «Tu palabra me da vida» (Salmo 118).
«Señor Padre Santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo el predilecto, alimenta
nuestro espíritu con tu Palabra; así con mirada limpia contemplaremos gozosos la gloria
de tu rostro. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén».
Misal Romano, oración colecta del II domingo de Cuaresma

viernes, 2 de noviembre de 2012

TEMA DE REFLEXIÓN para la Junta de Turno del mes de NOVIEMBRE

REFLEXIONES SOBRE LA FE (II)

La fe ilumina la inteligencia abriéndola a la luz de la verdad revelada, y haciéndola capaz de vislumbrar los misterios de la vida de Dios. Con la gracia recibida en el Bautismo como don gratuito de Dios, nuestra inteligencia comienza a vislumbrar los rayos de luz de la Verdad, de Dios.

“El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos” (Catecismo, 156).

A través de los actos de fe, en los que manifestamos el deseo de dejarnos inundar más y más por esa luz de Dios, la virtud de la fe se convierte en un hábito de nuestro pensar que amplía paulatinamente los límites de nuestra razón –sin confundir los planos- y nos ayuda a penetrar en la realidad de Dios que Cristo nos ofrece en su propia vida: revelación del Padre, de la vida intratrinitaria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

“Un solo Dios en tres Personas distintas”; es la primera gran afirmación de nuestra fe.

“Dios es significa además: todos nosotros somos sus criaturas. Somos criaturas queridas por Él y destinadas a la eternidad. El hombre proviene del amor creador de Dios” (Ratzinger, El Dios de Jesucristo).

“Para el cristiano, nos recuerda el Catecismo, creer en Dios es inseparable de creer en Áquel que Él ha enviado, su Hijo amado, en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1, 11)”. Dios nos ha dicho que le escuchemos. El Señor mismo dice a sus discípulos: ‘Creed en Dios, creed también en mí’ (Jn 14, 1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne (cf. n. 151).

“No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque “nadie puede decir: “Jesús es Señor” sino bajo la acción del Espíritu Santo”. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios” (cf. n. 152).

La revelación de Dios, Uno y Trino, se ha ido desvelando a través de los tiempos. Dios envió a los profetas para que anunciaran su Nombre al pueblo de Israel. “Yo soy el que soy”, dijo Dios a Moisés en el Sinaí.

“La revelación del Nombre inefable “Yo soy el que soy” contiene la verdad que sólo Dios ES. Dios es la plenitud del Ser y de toda perfección, sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido de Él todo su ser y su poseer. Él sólo es su ser mismo y es por sí mismo todo lo que es” (Catecismo, cf. n. 213).

Con Jesucristo y en Jesucristo, Dios desveló al hombre sus más hondos misterios; y de manera muy particular, nos hizo comprender –en la medida en que los seres humanos podemos llegar a comprenderlo- la realidad de que “Dios es Amor”.

“Dios es amor” (Jn 4, 8. 16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo; Él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en Él” (Catecismo, cf. n. 221).

* * * * * *

Cuestionario

Al hacer la señal de la cruz, ¿renuevo mi fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?

¿Soy consciente, al comenzar la Santa Misa, que se va a celebrar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?

¿Nos damos cuenta de que el Amor de Dios Padre nos crea; el Amor de Dios Hijo nos redime; el Amor de Dios Espíritu Santo nos santifica?