sábado, 31 de octubre de 2020

``LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Reflexión al Evangelio de la Fiesta de todos los Santos. (Mt 5,1-12)*

En el lenguaje bíblico se llaman Bienaventurados a quienes llevan reproducida en su alma la imagen de Jesús (Rom 8,29). Nos centramos en la tercera Bienaventuranza:" los mansos”; ellos poseerán la tierra, el Reino de Dios. Jesús se refiere a los mansos por elección, no a los que por cobardía no hacen frente a quienes les ofenden pero se vengan de ellos a sus espaldas, por ejemplo difamándoles. Jesús es el Cordero Inocente que se dejó aplastar por el mal para vencerlo. No abrió su boca ni al ser juzgado (Mt 26,59-63), ni en su crucifixión sino para decir: "Padre, perdónales, no saben lo que hacen". Jesús es el Cordero manso que se dejó aplastar por el mal, como única posibilidad de vencerlo. Entregado a Pilatos por envidia, bien lo sabía este (Mt 27,18), nos libró a todos de la opresión ineludible de la muerte. La venció y victorioso nos lo presenta el Apocalipsis: "Vi en el trono de pie a un Cordero como degollado" (Ap. 5,6). Degollado porque venía del sepulcro, pero de pie que es la postura de los vencedores. Sí, Bienaventurados los mansos porque con su audacia y sabiduría evangélica nos enseñan a todos el camino de la victoria, el de la Vida en abundancia (Jn 10,10). _P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com_

En el siglo noveno, el piadoso San Rabano Mauro escribió esta oración al Espíritu Santo. Es bueno reconocer que, aunque pasen los siglos, podemos seguir utilizando esas mismas palabras, porque expresan la sed del corazón humano:

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* _"Ven Espíritu de Dios Creador_ _y visita el hogar de tus fieles._ _Haz de su pecho un templo de gracia_ _con el don de tu Presencia santa._ _Tú, el amor que consuela a los hijos_ _como eterno regalo del Padre,_ _Caridad, fuente viva de gracia,_ _llama eterna de amor verdadero._ _Que tu luz ilumine los ojos_ _y tu amor se derrame en el alma._ _Sé mano vencedora en nuestras luchas,_ _y sendero que nos guíe los pasos._ _Que tus hijos triunfen al mal_ _y que reine la paz en sus vidas._ _Fortalece la fe del creyente_ _que ha nacido a la vida divina._ _Demos gloria por siempre a Dios Padre_ _y a Jesús triunfador de la muerte,_ _y al Espíritu, vida del alma,_ _alabanza y honor para siempre."_ _Amén._ Sábado, 31 de Octubre de 2020 *LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* _"Ven Espíritu de Dios Creador_ _y visita el hogar de tus fieles._ _Haz de su pecho un templo de gracia_ _con el don de tu Presencia santa._ _Tú, el amor que consuela a los hijos_ _como eterno regalo del Padre,_ _Caridad, fuente viva de gracia,_ _llama eterna de amor verdadero._ _Que tu luz ilumine los ojos_ _y tu amor se derrame en el alma._ _Sé mano vencedora en nuestras luchas,_ _y sendero que nos guíe los pasos._ _Que tus hijos triunfen al mal_ _y que reine la paz en sus vidas._ _Fortalece la fe del creyente_ _que ha nacido a la vida divina._ _Demos gloria por siempre a Dios Padre_ _y a Jesús triunfador de la muerte,_ _y al Espíritu, vida del alma,_ _alabanza y honor para siempre."_ _Amén._

viernes, 30 de octubre de 2020

``LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Reflexión al Evangelio de la Fiesta de todos los Santos. (Mt 5,1-12)*

En el lenguaje bíblico se llaman Bienaventurados a quienes llevan reproducida en su alma la imagen de Jesús (Rom 8,29). Nos centramos en la tercera Bienaventuranza:" los mansos”; ellos poseerán la tierra, el Reino de Dios. Jesús se refiere a los mansos por elección, no a los que por cobardía no hacen frente a quienes les ofenden pero se vengan de ellos a sus espaldas, por ejemplo difamándoles. Jesús es el Cordero Inocente que se dejó aplastar por el mal para vencerlo. No abrió su boca ni al ser juzgado (Mt 26,59-63), ni en su crucifixión sino para decir: "Padre, perdónales, no saben lo que hacen". Jesús es el Cordero manso que se dejó aplastar por el mal, como única posibilidad de vencerlo. Entregado a Pilatos por envidia, bien lo sabía este (Mt 27,18), nos libró a todos de la opresión ineludible de la muerte. La venció y victorioso nos lo presenta el Apocalipsis: "Vi en el trono de pie a un Cordero como degollado" (Ap. 5,6). Degollado porque venía del sepulcro, pero de pie que es la postura de los vencedores. Sí, Bienaventurados los mansos porque con su audacia y sabiduría evangélica nos enseñan a todos el camino de la victoria, el de la Vida en abundancia (Jn 10,10). _P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com_

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 30 de Octubre de 202

0 El Espíritu Santo nos regala su paz. Pero la paz debe ser buscada de nuevo cada día, porque permanentemente hay cosas que vuelven a perturbarnos: el orgullo herido por una palabra que nos dijeron, el temor de que suceda algo desagradable, una cosa que no nos salió bien, el dolor de haber dicho algo que no debíamos decir, el deseo de algo que no podemos conseguir, etc. Todo eso nos va quitando la paz. Por eso, no hay que dejar pasar varios días sin volver a rogarle al Espíritu Santo que nos pacifique por dentro con su caricia de amor. También para esto se puede utilizar la imaginación: Tomo conciencia de las cosas que me están perturbando por dentro e imagino cada una como una gota que cae y se hunde en un arroyo que la arrastra. Hasta que siento dentro de mi corazón un dulce vacío. No han quedado perturbaciones, y ahora ese hueco se llena de calor, de fuerza, de vida, de fuego que consume todo resto de preocupación: Es el fuego del Espíritu Santo que todo lo invade. .

jueves, 29 de octubre de 2020

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS – 1 DE NOVIEMBRE 2020 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos»

Lectura del libro del libro del Apocalipsis (7, 2-4.9-14): Apareció en la visión una muchedumbre in-mensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lenguas. Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.» Oí también el número de los mar-cados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente —¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! Y todas los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo —Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Y uno de los ancianos me dijo: —Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo le respondí: —Señor mío, tú lo sabrás. El me respondió: Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero. Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6: Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor. R/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, // el orbe y todos sus habitantes: // él la fundó sobre los mares, // él la afianzó sobre los ríos. R/. ¿Quién puede subir al monte del Señor? // ¿Quién puede estar en el recinto sacro? // El hombre de manos inocentes y puro corazón, // que no confía en los ídolos. R/. Ése recibirá la bendición del Señor, // le hará justicia el Dios de salvación. // Éste es el grupo que busca al Señor, // que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/. Lectura de la primera carta de San Juan (3, 1-3):: Veremos a Dios tal cual es. Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo so-mos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él, se hace puro como puro es él. Lectura del santo Evangelio según San Mateo (5, 1-12a): Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sen¬tó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «-Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cie-los. -Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. –Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. -Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. -Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. –Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. -Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. -Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. -Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Es-tad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.» Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas En la lectura del Evangelio en este domingo - fiesta de todos los santos (1 de noviembre) - se proclaman las Bienaventuranzas, que son el prólogo del discurso evangélico que Jesús pronunció en el Monte. Las bienaventuranzas constituyen un programa de santidad que se hizo «vida» en todos los santos. Los elegidos por el Señor, es decir los que han lavado sus vestiduras con la sangre del Cordero (Primera Lectura) vivirán en comunión con Dios Amor en la eternidad (Segunda Lectura). La salvación es un «don de Dios» que nos es dado por Jesucristo al cual nosotros podemos acceder colaborando activamente con esa gracia.  El sermón de la montaña En el Sermón de la monta¬ña Mateo presenta a Jesús promulgando la ley evangé¬lica, su propia ley. Para un judío debía resultar claro que la intención de Mateo era evocar a Moisés, el gran legislador antiguo, que entregó al pueblo de Israel la ley recibida en el monte Sinaí. Lo evoca, pero lo supera infi¬nitamente. Esto es lo que quie¬ren decir los pasajes: "Habéis oído que se dijo a los antepa¬sados... Mas yo os digo..." (Mt 5,21.27.¬31.33. 38.43). Ese "yo" personal de Cristo es el "YO" divino, el único que puede promulgar una su-peración de la ley anti¬gua dada por el mismo Dios. En el Evangelio de Mateo las bienaventuranzas son nueve. Ocho de ellas están formuladas en tercera perso¬na: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventura-dos los mansos, porque ellos..."; la novena está formu¬lada en segunda perso¬na y dirigida a los oyen¬tes: "Biena¬venturados seréis cuando os injurien, y os persigan...". Esta última tiene un desarrollo mayor y rom-pe el esquema fijo de las demás. Las primeras ocho constituyen, por tanto, un grupo aparte, a las cuales se agregó una novena. Esto se ve confirmado por el hecho de que las primeras ocho biena¬venturanzas quedan incluidas (según el frecuen-te recurso literario semítico de la inclusión) por la misma prome¬sa: "Biena¬ventura¬dos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos... Bienaventura¬dos los persegui¬dos por causa de la justicia, por-que de ellos es el Reino de los cielos". A su vez estas ocho pueden ser divididas en dos tablas, a semejanza de los diez mandamientos dados a Moisés. La prime¬ra tabla contiene las primeras cuatro y expresa la rela-ción del hombre con Dios, y la segun¬da tabla contiene las otras cuatro y expresa la relación con el prójimo.  La primera tabla La primera tabla proclama bienaventurados a los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, es decir, a las personas humildes que no ponen su confianza en las rique-zas ni en los poderosos de este mundo sino sólo en Dios. En efecto, es Dios quien promete la recompensa que beatifica: "de ellos es el Reino de los cielos... ellos poseerán en herencia la tierra... ellos serán conso-lados... ellos serán saciados". El tema de esta primera tabla está indi¬cado en la primera bienaventuranza, la que declara dicho¬sos a los "pobres de espíritu". No se trata, en primer lugar, de la pobreza sociológica, sino de la pobreza interior; se trata de la mansedumbre y humildad del cora¬zón. Jesús se nos ofrece como mo-delo de esta pobreza cuando dice: "A¬prended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29). Las otras tres bienaventuranzas de este grupo son modificaciones de este mismo tema: los mansos, los afligi-dos, los que tienen hambre y sed de justicia, son los que ponen a Dios por encima de todo y lo esperan todo de él.  La segunda tabla La segunda tabla proclama la otra condición indispen¬sable para poseer el Reino de los cielos: «la bondad y el amor al prójimo». Por eso proclama bienaventurados a los misericordiosos, los limpios de cora¬zón, los que traba¬jan por la paz, los perse¬guidos por causa de la justi¬cia. En la quinta bienaventuranza se percibe un cambio de tema: "Bienaventurados los misericor¬diosos". Ya no se expresa una situación en la cual se deba confiar sólo en Dios, sino una actitud del corazón del hombre en rela¬ción a su prójimo; explica qué senti-mientos deben animar a los cristianos en sus relacio¬nes fraternas. Aquí Jesús comien¬za a ilustrar las rela-ciones que deben existir entre sus discípulos. También en esta tabla el tema está indica¬do por la primera biena¬ven¬turan¬za: la misericordia. Las otras son variaciones sobre este mismo tema. ¿En qué consiste ser santo? En la solemnidad que celebramos es bueno preguntarnos:¿Por qué los santos han atraído tan poderosamente a los hombres de sus generaciones y han dejado una huella tan profunda en sus épocas y en sus ambientes? Para dar respuesta a todas estas preguntas, hay que tener en cuenta que la fuente de toda santidad es Dios. No hay santidad posible sin El. Por eso la Iglesia cada vez que celebra la Eucaristía canta: "Santo, santo, santo es el Señor Dios del universo", y agrega: "Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad". La santidad as algo que pertenece a Dios y que suscita en los hombres una mezcla de temor y de fascinación. Ante la santidad el hombre experimenta fuertemente sus límites, su ser creatura, su pecado, y por esto siente temor; pero, al mismo tiempo, experimenta fascinación, es decir, no puede dejar de sentirse poderosamente atraído y de gozar intensamente. En la bienaventuranza del cielo, purificado ya del pecado, el hombre gozará eternamente de la santidad de Dios. "Seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es" (1Jn 3,2).Estamos creados para esto y no sería un ser humano el que no lo deseara. La fe, la esperanza y el amor, sobre todo, el amor, son la manifestación de la vida divina en el hombre. El amor, que consiste en negarse a sí mismo para procurar el bien de los demás, es algo que supera las fuerzas humanas naturales. Cuando vemos que en alguien actúa el amor, entonces, tenemos una manifestación de Dios, pues "el amor es de Dios... Dios es amor" (1Jn 4,7.8). La actuación natural del hombre puede suscitar entusiasmo, como es el caso, por ejemplo, de sus logros en el arte, la ciencia, la técnica, el deporte, etc. Pero la práctica heroica del amor, que es lo que define a los santos, supera todas las empresas naturales y nos pone en la evidencia de Dios. ¡No existe un espectáculo más hermoso!  Una palabra del Santo Padre: «La solemnidad de Todos los Santos es «nuestra» fiesta: no porque nosotros seamos buenos, sino por-que la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. Los santos no son figuritas perfectas, sino personas atra-vesadas por Dios. Podemos compararlas con las vidrieras de las iglesias, que dejan entrar la luz en diver-sas tonalidades de color. Los santos son nuestros hermanos y hermanas que han recibido la luz de Dios en su corazón y la han transmitido al mundo, cada uno según su propia «tonalidad». Pero todos han sido transparentes, han luchado por quitar las manchas y las oscuridades del pecado, para hacer pasar la luz afectuosa de Dios. Este es el objetivo de la vida: hacer pasar la luz de Dios y tam-bién el objetivo de nuestra vida. De hecho, hoy en el Evangelio Jesús se dirige a los suyos, a todos nosotros, diciéndonos «bienaventu-rados» (Mateo 5, 3). Es la palabra con la cual inicia su predicación, que es «Evangelio», Buena Noticia por-que es el camino de la felicidad. Quien está con Jesús es bienaventurado, es feliz. La felicidad no está en tener algo o en convertirse en alguien, no, la felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Vosotros creéis esto? Debemos ir adelante, para creer en esto. Entonces, los ingredientes para una vida feliz se llaman bienaventuranzas: son bienaventurados los sencillos, los humildes que hacen lugar a Dios, que saben llorar por los demás y por los propios errores, permanecen mansos, luchan por la justicia, son misericordiosos con todos, custodian la pureza del corazón, obran siempre por la paz y permanecen en la alegría, no odian e, incluso cuando sufren, responden al mal con el bien. Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos asombrosos, no son para superhombres, sino para quien vive las pruebas y las fati-gas de cada día, para nosotros. Así son los santos: respiran como todos el aire contaminado del mal que existe en el mundo, pero en el camino no pierden nunca de vista el recorrido de Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como un mapa de la vida cristiana. Hoy es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada por este mapa: no sólo los santos del calendario, sino tantos hermanos y hermanas «de la puerta de al lado», que tal vez hemos encontrado y conocido. Hoy es una fiesta de familia, de tantas personas sencillas, escondidas que en realidad ayudan a Dios a llevar adelante el mundo. ¡Y existen muchos hoy! Son tantos. Gracias a estos hermanos y herma-nas desconocidos que ayudan a Dios a llevar adelante el mundo, que viven entre nosotros, saludemos a todos con un fuerte aplauso. Ante todo —dice la primera bienaventuranza— son «los pobres de espíritu» (Mateo 5, 3). ¿Qué significa? Que no viven para el éxito, el poder y el dinero; saben que quien acumula tesoros para sí no se enriquece ante Dios (cf. Lucas 12, 21). Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida y el amor al prójimo la única verdadera fuente de ganancia. A veces estamos descontentos por algo que nos falta o preocupados si no somos considerados como quisiéramos; recordemos que no está aquí nuestra felicidad, sino en el Señor y en el amor: sólo con Él, sólo amando se vive como bienaventurado». Papa Francisco. Ángelus miércoles 1 de noviembre de 2017.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. «Este es el objetivo de la vida: hacer pasar la luz de Dios y también el objetivo de nuestra vida», nos dice el Papa Francisco. ¿Cuál es el objetivo de mi vida? ¿Dios entre en él? 2. Pidamos a Dios el «hambre» por querer vivir de verdad las bienaventuranzas. Leamos a lo largo de la semana este hermoso pasaje evangélico. 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 2012-2016. texto facilitado por JUAN R. PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA, TOLEDO

miércoles, 28 de octubre de 2020

1 de noviembre. Todos los santos: Mt 5, 1-12ª

Hoy celebra la Iglesia la fiesta de todos los santos. Esta palabra “santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues significa: sagrado o separado. Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a Dios. Así ya san Pablo llama santos a los cristianos por el hecho de estar unidos a Dios por el bautismo. Después ya sólo se aplicó a aquellas personas que por su comportamiento están más cerca de Dios. Especialmente los mártires que, por su muerte gloriosa, se unen para siempre con Dios. La Iglesia desde el principio comenzó a honrar a los mártires en su día propio del martirio; pero ya por el siglo III eran tantos los mártires que tuvieron que celebrar su fiesta en un día todos juntos, aunque no tenían un día fijo. El 13 de Mayo del año 609 el papa consagró el panteón romano, que había sido templo pagano de todos los dioses, para que fuese templo de la Virgen María y de todos los santos. Unos cien años después la fiesta de todos los santos quedó fijada para el día 1 de Noviembre. Hay muchos santos, cuyos nombres conocemos, porque han sido “canonizados”, es decir declarados santos solemnemente por el papa, después de haber examinado minuciosamente su vida y sus escritos y normalmente después de que Dios ha ratificado esa santidad por uno o más milagros. Pero santos hay muchos más que no conocemos, quizá porque han vivido una vida muy oculta, pero que gozan con Dios con una gloria semejante. Entre estos santos habrá familiares y conocidos nuestros. Hoy es el día para festejar a todos y también para alzar nuestra mirada al cielo para pedir su protección y sobre todo para desear imitarles y un día poder estar con ellos en el cielo. Todos estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho muchas veces la Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II. No es que haya que tener una vida externa diferente de los demás, aunque la verdad es que hay situaciones que ayudan y hay situaciones que pueden estorbar. Tenemos que esforzarnos por conseguir siempre ser mejores y tender a un ideal grande. No es fácil, pero tampoco es imposible. Para ello, Jesucristo nos enseñó el camino. El principal es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida cristiana: Amor dirigido hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor que se expresa especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque todos somos hermanos. Hoy en el evangelio se nos propone este ideal por medio de las bienaventuranzas. Son actitudes o maneras de ser. Son las condiciones para el seguimiento en el camino del Reino de Dios trazado por Jesús. Con ellas podemos imitar su misma vida. La santidad no es un camino triste, sino muy gozoso. Si queremos ser felices de verdad, debemos ser “pobres de espíritu”, que significa ser desprendidos de los bienes materiales, tenga uno algo de dinero o no tenga nada. Va en contra de la codicia, procurando llevar una vida sencilla y humilde. Se trata de tener una vida de confianza filial en Dios, que es nuestro Padre. La 2ª nos dice que hay que ser manso, ser suave con los demás en juicios, palabras y hechos. Para ello uno tiene que saber dominarse a sí para no violentar a los demás. La 3ª habla del llorar, no porque el santo tenga que ser triste, sino porque hay que sufrir por los propios pecados y por los males ajenos. En la 4ª nos habla de tener “hambre y sed de justicia”. Es un gran deseo en la perfección moral y religiosa. En la Biblia se llama justo al que se esfuerza sinceramente por cumplir la voluntad de Dios. Quien se esfuerza lo consigue, porque Dios nos ayuda. En la 5ª alaba a los misericordiosos. Se trata de compartir las desdichas del prójimo, materiales y espirituales. Dios nos medirá al final según nuestro grado de misericordia. En la 6ª alaba a los limpios de corazón. Un corazón sucio ofusca la visión para las cosas de Dios. En la 7ª se alaba a los pacíficos: No sólo los que eliminan las discusiones, sino los que trabajan por unir en la paz, que sale del amor. Por fin, aquel que es santo será objeto de persecuciones, porque el bien perturba a los malos

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 28 de Octubre de 2020

Muchos, movidos por el Espíritu Santo, han dado la vida por grandes ideales. Algunos han dado la vida por Cristo. Pero si es posible entregar hasta la sangre soportando tormentos terribles, entonces es posible entregar mucho menos por Cristo y por los demás. Realmente es posible soportar con paciencia, y hasta con el gozo del amor, las contradicciones y angustias de cada día. Es posible tolerar serenamente que nos critiquen, nos rechacen, nos olviden. ¿Por qué no? Si otros pueden ser asesinados por ser fieles a su opción, y se entregan decididos, ¿por qué yo no puedo recibir burlas, contradicciones y rechazos como los sufrió Jesús? ¿Por qué yo tendré que estar libre de todo sufrimiento, límite o angustia? ¿Quién soy yo para pretender que no se me pida nada? Ninguno de nosotros es el centro del universo ni tiene derecho a exigir que el mundo esté a su servicio o que su vida esté libre de toda dificultad. Ciertamente, eso es lo que proponen los engaños de la sociedad de consumo, pero no vale la pena vivir de engaños. Invocando al Espíritu Santo para que nos haga más firmes por dentro, podemos lograr que las contrariedades de la existencia y las molestias de la vida en sociedad no nos derriben ni nos quiten el gozo de ser cristianos. .

```LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY```

*Rayos de Luz* Todos sabíamos que vivíamos en un estilo de vida irreal e insípida; lo sabíamos pero disfrazamos nuestras frustraciones abrazándonos a la quimera de una autorrealización casi insultante, incluso escondimos nuestras carencias transcendentales bajo la alfombra de mil bullicios y pomposidades. Lo peor es que consentimos y capitulamos ante el engaño, consentimos también en adormilarnos hasta que nos alcanzó esta pandemia que de un manotazo puso en evidencia nuestra brutal indigencia. Arrancadas las caretas se hicieron visibles nuestras impotencias y desdichas y hasta nuestras debilidades mentales. Sin embargo entre las tinieblas que nos envuelven surgen rayos luminosos que nos invitan a todos a la esperanza. ¿Qué o quiénes son estos rayos luminosos? Son los discípulos de Jesús, son su Luz en el mundo (Mt 5, 13). Son los que nadando contra corriente en una sociedad satisfecha con ser nada ni nadie reflejan, sin condenar a nadie, la Vida en abundancia que les viene de Jesús (Jn 10, 10). Sufren la pandemia y sus inconvenientes y limitaciones como todos pero no sé abaten, es más son portadores de una alegría inagotable... y es que Jesús les dijo que nada ni nadie, ni siquiera esta pandemia conseguiría arrebatársela (Jn 16, 22). _P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com_

martes, 27 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 27 de Octubre de 2020

Es muy sano descubrir que mi vida es un regalo, que no tengo que comprarla ni fabricarla. Sería una tarea demasiado grande tratar de producir mi propia vida, tratar de merecerla. Además, es imposible, porque la vida sólo puede ser creada por el Señor todopoderoso. Muchas personas se enferman y se llenan de nerviosismos y tensiones porque creen que deben hacer miles de cosas para sentir que están mereciendo la vida. Ese es un tremendo engaño. La vida es puro don, sólo hay que recibirla. Por eso es bueno ayudarse con la imaginación, para tratar de reconocer que en nuestro interior hay una fuente de la vida, que no somos nosotros, es el Espíritu Santo. Así, poco a poco, vamos tratando de sentir que somos generados, producidos por Él, como si fuera una turbina que produce corriente eléctrica sin parar. Imaginemos que somos como una flor, y dentro de nosotros está esa raíz que nos hace florecer con su sabia. Es el Espíritu que da vida. Somos un don, puro don, puro regalo. Vivámoslo con permanente gratitud. Amén.

lunes, 26 de octubre de 2020

``LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY```

*"Por Jesucristo estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada" (2 Tm 2,9)* Impresionante este testimonio de Pablo. Él, que lo ha sido todo, incluso hombre de confianza del Sumo Sacerdote, está arrojado como un perro en una mazmorra de Roma. Ni una queja, ni un lamento ni maldición contra quienes le han encadenado. ¿Esta loco este hombre? ¿Ha llegado a una apatía tan denigrante que todo le da igual? En absoluto. El breve pasaje que hemos leído es un canto glorioso a la libertad; nunca fue Pablo tan libre, tan dueño de sí; consciente de su plenitud de vida proclama su gloria y su orgullo por las cadenas que amarran sus pies, porque no hay cadenas, ni opresión, ni cárcel en el mundo capaces de enmudecer la Palabra de Dios. La mayor Gloria de un discípulo de Jesús en la Iglesia Primitiva era percibir dentro de sí que la Palabra había llegado a ser "Alma de su alma" y tenemos testimonios bellísimos e imperecederos a este respecto como por ejemplo el de San Ignacio de Antioquía (siglo I): "He llegado a ser Palabra de Dios". ¿Es ésta nuestra meta, o nos desvivimos por asentarnos en pedestales de barro? _P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com_

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*Lunes, 26 de Octubre de 2020

El Espíritu Santo ama mi felicidad. Es un error tremendo creer que sólo podemos ofrecerle nuestros sufrimientos, como si a Él no le interesara que disfrutemos de esta vida. Es cierto que Él puede ayudarnos cuando estamos pasando un momento difícil. Pero también espera que lo reconozcamos en medio de nuestras alegrías y placeres. Algunas personas, cuando están viviendo un buen momento, no saben disfrutarlo, porque piensan que eso no le interesa a Dios. O sienten que no son dignos de disfrutar, o que sólo valen el sacrificio y el trabajo. Olvidan que Dios nos ama, y nos ama con generosidad y con ternura. Es como cualquier amigo que nos quiere en serio, y que se alegra cuando las cosas nos van bien y podemos ser felices. Por eso, cuando estemos pasando un buen momento, disfrutémoslo y démosle gracias al Espíritu Santo. Si no somos egoístas y somos capaces de compartir con los demás, el Espíritu Santo disfruta con nosotros. .

domingo, 25 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 25 de Octubre de 2020

Dice el Evangelio que Jesús estaba lleno del Espíritu Santo, porque el Padre Dios _*"le da el Espíritu sin medida."*_ (Juan 3, 34). Sin medida, y eso significa que Jesús está repleto del fuego, la luz y el poder del Espíritu Santo. Todo su ser desborda de vida, de amor y de belleza, porque Él posee el Espíritu sin medida. Imaginemos a Jesús feliz por esa Presencia plena y desbordante del Espíritu en su corazón, imaginemos cuánta libertad, cuánta alegría, cuánta fuerza había en Él cuando predicaba, cuando hacía milagros, cuando iba por todas partes derramando amor. Y pidámosle que abra su corazón, para que de esa plenitud también nosotros podamos recibir cada día más el Espíritu Santo. Porque lo necesitamos para vivir mejor. Amén.

sábado, 24 de octubre de 2020

*_LOS CINCO MINÚTOS DE MARÍA_* 🌹🌹🌺❤️🙏🏼

*_24 DE OCTUBRE_* San Antonio María Claret fue el apóstol de la Virgen, difundiendo por todas partes la devoción al Inmaculado Corazón de María; fue también el apóstol del santo Rosario por expresa voluntad de la Santísima Virgen, que le reveló que lo había elegido a él para que fuera el Domingo de Guzmán de su siglo, propagando la devoción al santo Rosario. La jaculatoria que más repetía San António María Claret era esta: "Dulce Corazón de María sed la salvación mía." *_NUESTRA SEÑORA DE LA MEDIACIÓN, QUE TU HIJO NOS CONCEDA EL PERDÓN Y LA PAZ_* Padre Nuestro. . . Ave María. . . Gloria. . . *_(Padre Alfonso Milagro)_*

30ª semana del tiempo ordinario. Domingo A: Mt 22, 34-40

Eran los días últimos de Jesús. El evangelio nos trae en estos días diversos enfrentamientos verbales con sus adversarios, que eran sobre todo los fariseos y saduceos. Hoy nos presenta a un fariseo que con cierta mala intención le pregunta a Jesús cuál es el principal mandamiento de la ley. Esto se debía a que, además de los diez mandamientos, se habían acumulado diversas normas legales, algunas atribuidas al mismo Dios; por lo que, entre los fariseos, más o menos entendidos en la Ley, tenían sus discusiones sobre lo que debería ser más importante. Unos creían ser la ley del descanso sabático, otros las limosnas o las oraciones. Jesús hoy nos enseña que lo más importante es el amor: el amor a Dios, como ya estaba claramente expresado en el Ant. Testamento. Pero Jesús dice que, unido a este mandamiento, hay otro igualmente importante, que es el amor al prójimo. Hay que hacer una importante advertencia: Aquel fariseo, con su pregunta, y Jesús, con su respuesta, están en distinta esfera o distinta onda. El fariseo está pensando en los mandamientos de la Ley como una serie de preceptos y dogmas, donde unos se consideran más importantes que otros. Jesús está pensando en la actitud principal de quien quiere conseguir el Reino de Dios. Es como una “manera de ser”. Por lo tanto Jesús no está respondiendo directamente a la pregunta, sino que, como suele hacer en otras ocasiones, aprovecha la pregunta para darnos un mensaje. Y hoy nos da el gran mensaje de que amar no sólo es lo más importante, sino que quien ama de verdad tiene conseguido todo, está cumpliendo toda la Ley y los profetas. De hecho cumplir leyes por cumplir no tiene sentido, si no hay algún valor humano principal, que sea motor de las acciones. Debe haber algún principio de sabiduría que dé valor y sentido a las leyes. Jesús nos da ese valor, que es el amor. En el Antiguo Testamento, en los salmos especialmente, se formula ese principio con el hacer la Voluntad de Dios. Hoy nos enseña Jesús cuál es la voluntad de Dios: amar. Hoy nos dice Jesús que el amor tiene dos direcciones: amar a Dios y amar al prójimo. Pero están unidos formando un solo motor. Son como dos alas de un ave que vuelan conjuntadas. Querer amar a Dios sin amar al prójimo es como una trampa; pero querer amar al ser humano sin amar a Dios, es empequeñecer todo amor. No es fácil amar a Dios, y sentir ese amor, porque Dios es infinito, invisible y espiritual. Y, claro, es más fácil amar a alguien a quien se ve o se palpa, como esposos, hijos y amigos. Pero los santos (las personas buenas) han sentido y sienten el amor a Dios, a cualquiera de las tres personas divinas, como algo personal y muy vivo. Es un amor que siempre debe ir en ascenso. No es fácil amar a Dios, porque en esta vida limitada mezclamos los inmensos bienes divinos con las limitaciones de esta vida de paso, como son enfermedades y tantos problemas que tenemos por la limitación de la naturaleza o nuestros propios defectos. Debemos mirar más a lo positivo que es mucho. Y entre lo positivo, lo que es don del Dios bueno, es toda la Creación, nuestro propio ser y existencia. Y la Redención: el hecho de que Dios nos ama tanto, que se ha “anonadado” haciéndose hombre y muriendo en la cruz por nuestra salvación. Aun así, no es fácil el amor a Dios. Por eso nos enseñó algo concreto y lo expresó como Él lo sentía y vivía: Si queremos amar a Dios, debemos amar al prójimo. Y, si para amar a Dios “totalmente”, lo expresó diciendo que debemos amar con todo el corazón (sin reservas), con todo el alma (toda la sensibilidad) y con todo el ser (todas las fuerzas), el amor al prójimo también es total, pues debemos amar a los demás “como a ti mismo”. Y nadie se quiere el mal para sí, sino que busca el bien y la felicidad de forma positiva. De este hacer el bien a los demás nos juzgará el Señor, cuando después de pasar la vida limitada, vayamos a la vida sin fin. P.Silverio

```LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Reflexión al XXX Domingo del Tiempo Ordinario (Mt 22, 34-40)*

_SOLO QUIEN ESCUCHA A DIOS LLEGA A AMARLE_ El Evangelio de hoy pone en nuestros oídos La Palabra por excelencia: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. No hay duda que es un pasaje que nos estremece y seduce sin embargo son tantos nuestros desvaríos internos y externos que nos viene demasiado grande. La cuestión es que la firmeza y madurez de nuestro corazón para amar a Dios incondicionalmente depende de la calidad de nuestra escucha a su Palabra. Escuchar la Palabra para aprenderla o porque no queda más remedio, “porque hay que ir a Misa ", no produce ningún enderezamiento en nuestros desvaríos y cualquier propósito de cambio de vida termina en el punto de partida de siempre. A estos quizás se les pueda decir lo que Jesús dijo a los fariseos, no para humillarlos sino para que abriesen sus oídos al Evangelio que rechazaban: “El que es de Dios, escucha las palabras de Dios, vosotros no las escucháis porque no sois de Dios” (Jn. 8, 47). _P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com_

jueves, 22 de octubre de 2020

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPIRITU SANTO

Jueves, 22 de Octubre de 2020 El Espíritu Santo es maestro de las cosas pequeñas. Frecuentemente no somos felices porque no sabemos valorar esa enseñanza. Muchas veces no disfrutamos de ciertas cosas porque nos parecen pequeñas. Otras veces no hacemos algunas buenas acciones porque nos parecen insignificantes. Como conclusión, nos quedamos sin nada entre las manos. Se trata de una tentación que nos conviene dominar. Este pequeño momento vale la pena, porque es la simple felicidad que el Señor me está regalando ahora. Si lo acepto, y lo disfruto con sencillez, esto tonifica mi alma, me ayuda a sentirme vivo, y me prepara para otras alegrías más grandes. Esta pequeña acción vale la pena, dar esta sonrisa vale la pena, regalar este saludo amable vale la pena, ofrecer esa pequeña ayuda, vale la pena. Porque es lo que el Espíritu Santo me está inspirando, y entonces, eso no tiene medida, no es pequeño. La medida y el valor de ese acto están dados porque es una respuesta a las inspiraciones del Espíritu Santo, porque es un acto de amor. Entonces, vale la pena. Así sea. P. Carcoloma .

miércoles, 21 de octubre de 2020

```LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY```*Jamás se oyó decir*

"Jamás se oyó ni se escuchó, ni ojo vio, a un Dios que hiciese tanto por quien espera en Él" (Is. 64,3) Nos adentramos en este pasaje de Isaías a la luz de la experiencia de Pedro en la Transfiguración de Jesús (Lc 9,28.) Jesús le llevo junto con Juan y Santiago al monte Tabor y se transfiguró ante ellos. Pedro, nos centramos en él, se quedó tan estremecedoramente impactado ante la visión de Jesús resplandeciente que, olvidándose de todo solo acertó a decir: ¡Señor qué bueno, qué maravilloso es estar aquí contigo! ¡haremos tres tiendas! Para Pedro y para cualquier hombre, limitados como somos en nuestras aspiraciones, esto ya es más que suficiente, no así para Jesús. Recordemos lo que pidió al Padre para sus discípulos la noche en que fue entregado por Judas: "Quiero que mis discípulos estén conmigo y contemplen mi gloria" (Jn 17,24) Contemplar es un verbo que tiene matices riquísimos en la Espiritualidad de la Palabra, en este sentido Jesús, que sabe que tras su muerte volverá resucitado al Padre, le está pidiendo que sus discípulos resuciten también y contemplen-participen de su Gloria, es decir, de su Transfiguración. Es por estas palabras de Jesús por las que Pablo nos dijo que Jesús "transfigurará nuestro cuerpo corruptible y llegará a ser glorioso como el suyo" (Flp. 3,21). Recordemos el texto de Isaías "Jamás se oyó decir...". Pedro da fe de ello, pidió ver a Jesús Transfigurado desde la distancia, y el proyecto de Jesús sobre él y sobre ti era y es ¡Transfigurarle! ¡A Él y a ti! _P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com_

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Miércoles, 21 de Octubre de 2020 La libertad que nos da el Espíritu Santo nos permite aceptar que la felicidad se realice de maneras muy diversas. El Espíritu nos hace descubrir que no hay una sola manera de ser felices, sino muchas. Nosotros nos apegamos a una forma de ser felices, porque creemos que es la única. Hemos imaginado que sólo se puede ser feliz cuando no tenemos ningún problema, ninguna enfermedad, ningún desafío. Pero eso es un engaño más que nos ata y nos limita. Es necesario entregarse al Espíritu Santo y aceptar que Él nos regale la felicidad como sea. Porque un modo de felicidad no es la felicidad, es sólo un modo. Y el Espíritu Santo quiere hacerme conocer muchas maneras de felicidad. Es feliz quien en medio de un problema es capaz de unirse a otro que tiene el mismo problema para encontrar juntos una salida. Es feliz quien tiene una enfermedad, y es capaz de descubrir el amor del Señor y descansar en su Presencia en medio de esa enfermedad. Es feliz quien es capaz de postergar sus deseos y no pretende vivirlo todo ahora. Es feliz quien no pudo viajar a Europa, pero puede pasar una tarde soleada a la orilla de un pequeño arroyo. Pidamos al Espíritu Santo que nos regale esa capacidad de adaptación que nos permite aceptar la forma de felicidad que es posible hoy, sin angustiarnos por lo que ahora no es posible. Así sea. P. Carcoloma .

martes, 20 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Martes, 20 de Octubre de 2020 Dirijámonos al Espíritu Santo con las palabras del Veni Creator, un himno que la Iglesia ha rezado durante varios siglos. Unámonos espiritualmente a los hermanos de todo el mundo con estas hermosas palabras: _Ven Espíritu Santo, Creador, visita los corazones de los tuyos._ _Llena de inmenso amor estos pechos que creaste._ _Espíritu paráclito de Dios,_ _altísimo don celestial,_ _fuente de vida, fuego, caridad, y unción espiritual._ _Ven con tus siete dones, Dedo de la mano del Padre._ _Tú, promesa del Padre, que llenas nuestra boca de sabiduría. Enciende tu luz en nuestros sentidos,_ _infunde amor en nuestros corazones, y con tu potencia poderosa fortalece nuestra fragilidad._ _Rechaza al enemigo que nos domina y danos la paz verdadera, para que con tu auxilio divino evitemos todo mal._ _Haznos conocer al Padre eterno y a Jesucristo nuestro Señor._ _Y que en Ti, Espíritu Santo, podamos creer siempre. Sea la gloria al Padre, y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y a Ti, Paráclito, por los siglos de los siglos._ _Amén._ P.Carcolo

lunes, 19 de octubre de 2020

``LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY```

*Levanto mi alma hacia Ti* "Alegra el alma de tu siervo pues la levantó hacia ti" Bienaventurado aquél que en un mundo en el que "donde las dan las toman" se deja levantar por el Señor sometiendo así toda rencilla y venganza que alimentamos en nuestro corazón y que llegan a ser cadenas pesadísimas que nos arrastran al polvo. Por el contrario Jesús, Camino, Verdad y Vida nos atrae y conduce a la Fuente de la Vida que es el Padre. Es cierto que vivimos, siempre ha sido así, en una sociedad violenta. El ansia de tener, de dominar o burlarse del que no piensa como nosotros nos mueve a desencuentros que provocan malestares profundos y enemistades que no son en absoluto evangélicas por mucho que la Mentira que habita en ti pretenda justificarlas. ¿Y, cómo volar por encima de esta condición tan rastrera que a todos nos alcanza? ¡Con las alas del Evangelio! Sí, solo el Evangelio de Jesús engendra en el hombre esa Libertad, SÍ, con mayúscula, que nos permite decir con el salmista: "Tu paz rescata mi alma" (Sal. 55,19) El salmista profetizó la paz que solo Jesús nos puede dar (Jn 14,27) _P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com_

domingo, 18 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Domingo, 18 de Octubre de 2020 _Ven Espíritu Santo, porque todavía llevo algunos sueños dentro de mí, algunos proyectos escondidos, algunos deseos interiores. Son esas inquietudes que me mantienen vivo y despierto._ _Ven Señor, para que no se apaguen esos sueños, y para que nazcan otros proyectos nuevos, más bellos todavía._ _Porque dentro de mí está siempre clamando ese llamado a crecer que tú has colocado en mi corazón. Y yo sé que si no crezco me debilito, que el agua estancada se echa a perder._ _Por eso, ven Espíritu Santo, no permitas que me detenga, que me encierre, que me limite. Estoy llamado a más, y quiero ir por más._ _Inúndame con ese empuje divino de tu gracia, para que avance decidido hacia nuevos horizontes. Con serenidad, con mucha paz, sin obsesiones, pero también con un incontenible entusiasmo._ _Ven Señor de la vida, ven._ _Amén._ P.Carcoloma

sábado, 17 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Sábado, 17 de Octubre de 2020 Dar la vida por Jesús no es una cosa de personas tristes, amargadas o resignadas. Es un gozo que no se puede imaginar, porque sólo lo entiende el que es tocado por el Espíritu Santo y llamado a la entrega total. Hoy recordamos a Ignacio de Antioquía, y en él descubrimos de qué manera nos fortalece el Espíritu Santo. Porque Él no sólo nos da fuerza; también nos da gozo y pasión. San Ignacio fue asesinado por su fe en el año 107. Cuando era llevado por los soldados, a ellos les llamaba la atención ver su rostro sereno y alegre. Ignacio explicó lo que sentía, en una de sus cartas: "Hay dentro de mí un manantial que clama y grita: _¡Ven al Padre!._ La atracción de esa fuente definitiva de vida y de plenitud que es el Padre amado, compensaba infinitamente cualquier sacrificio, justificaba cualquier renuncia y merecía una entrega definitiva. El Espíritu Santo es el que coloca en nuestros corazones esa dulce atracción. Vale la pena recordar algunas frases de las preciosas cartas de Ignacio, donde se manifiesta su apasionado e inquebrantable amor: _"Déjenme que sea pasto para las fieras, por las que podré alcanzar al Señor. Soy trigo de Dios, y quiero ser molido por esos dientes, para convertirme en un limpio pan de Cristo."_ Es admirable este misterioso poder de la gracia, que despliega toda su belleza en quienes no oponen resistencia a su acción. La deslumbrante libertad de San Ignacio de Antioquía, capaz de entregarse feliz y extasiado, nos invita a relativizar nuestros sufrimientos y a desterrar tanta tristeza inútil, tantos lamentos innecesarios, tantas quejas infecundas. Nosotros no podemos buscar el martirio, porque es un regalo; pero podemos pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a vivir esa entrega total, viviendo con alegría y profunda fe en medio de los sufrimientos y las preocupaciones que nos toque vivir cada día, para dar la vida gota a gota. Amén. P. Carcoloma .

viernes, 16 de octubre de 2020

```LA COMUNIDAD MARÍA MADRE DE LOS APÓSTOLES EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Reflexión al Evangelio del Domingo XIX del Tiempo Ordinario (Mt. 22,15-21)* _¿A QUIEN PERTENECES?_ Unos judíos provocan a Jesús sobre si hay que pagar tributo a Roma o no. Si dice que si, aprueba el dominio de Roma sobre Israel; si responde que no sería, ante los ojos de los romanos, un alborotador. Jesús pasa de la maldad de estos hombres y la aprovecha para darnos a todos una catequesis magistral. Toma una moneda y les pregunta: ¿De quién es esta imagen y está inscripción? Del César responden; les dice entonces: al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios. Al hilo de esta respuestas surge esta pregunta: ¿Y tú a quien perteneces? ¿Al príncipe de este mundo con su imagen de muerte? (Jn, 14, 30-31). ¿O a Dios? cuya imagen es VIDA. Jesús, al hablar de imagen e inscripción, se refiere a una pertenencia a Dios, en la línea de su Catequesis sobre el Buen Pastor, que es Él en la que nos dice que llama a cada de sus ovejas por su nombre. (Jn. 10, 3) Nos llama por nuestro nombre diciéndonos: “He dado mi vida por ti yo, tu Buen Pastor, te llevaré a mi Padre que es también tu Padre”. Jesús nos dice hoy, día mundial de las Misiones, que hay millones de ovejas que están esperando que alguien les dé a conocer a su Buen Pastor, y como dice San Pablo:¿Cómo lo van a conocer si nosotros no se lo anunciamos? _P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com_

*Reflexión al Evangelio del Domingo XIX del Tiempo Ordinario (Mt. 22,15-21)* _¿A QUIEN PERTENECES?_ Unos judíos provocan a Jesús sobre si hay que pagar tributo a Roma o no. Si dice que si, aprueba el dominio de Roma sobre Israel; si responde que no sería, ante los ojos de los romanos, un alborotador. Jesús pasa de la maldad de estos hombres y la aprovecha para darnos a todos una catequesis magistral. Toma una moneda y les pregunta: ¿De quién es esta imagen y está inscripción? Del César responden; les dice entonces: al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios. Al hilo de esta respuestas surge esta pregunta: ¿Y tú a quien perteneces? ¿Al príncipe de este mundo con su imagen de muerte? (Jn, 14, 30-31). ¿O a Dios? cuya imagen es VIDA. Jesús, al hablar de imagen e inscripción, se refiere a una pertenencia a Dios, en la línea de su Catequesis sobre el Buen Pastor, que es Él en la que nos dice que llama a cada de sus ovejas por su nombre. (Jn. 10, 3) Nos llama por nuestro nombre diciéndonos: “He dado mi vida por ti yo, tu Buen Pastor, te llevaré a mi Padre que es también tu Padre”. Jesús nos dice hoy, día mundial de las Misiones, que hay millones de ovejas que están esperando que alguien les dé a conocer a su Buen Pastor, y como dice San Pablo:¿Cómo lo van a conocer si nosotros no se lo anunciamos? _P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com_

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Viernes, 16 de Octubre de 2020 _Espíritu Santo, Tú eres el Amor. Y yo, que soy una pequeña creatura, llevo en mí una inmensa capacidad de ternura y de encuentro. Sin embargo, todavía no he aprendido qué es el verdadero amor._ _Mi corazón es débil y necesitado. Muchas veces deseo un abrazo afectuoso, anhelo una amistad buena y profunda, y mi interior necesita experiencias de amor que me hagan sentir vivo._ _Buscando amor, muchas veces me equivoco, y le pido a los seres humanos lo que no pueden darme._ _Por eso te ruego, Espíritu Santo: ayúdame a valorar el amor y la amistad que me ofreces, enséñame a ver que en tu Presencia está todo el amor que necesito, e infinitamente más. Que tu amor es desbordante y lleno de ternura, que tu amor es fuerte pero íntimamente cercano, que tu amor es la respuesta verdadera para mi corazón necesitado._ _Ven Espíritu Santo, pasa por mi interior sediento, y sana mis insatisfacciones más profundas. Calma mi sed con tu agua de vida._ _Amén._ P. Carcoloma

jueves, 15 de octubre de 2020

Domingo de la Semana 29 del Tiempo Ordinario. Ciclo A – 18 de octubre de 2020 «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios»

Lectura del libro del profeta Isaías (45, 1.4-6): Llevo de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones. Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: «Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.» Salmo 95,1.3.4-5.7-8.9-10: Aclamad la gloria y el poder del Señor. R./ Cantad al Señor un cántico nuevo, // cantad al Señor, toda la tierra. // Contad a los pueblos su gloria, // sus maravillas a todas las naciones. R./ Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, // más temible que todos los dioses. // Pues los dioses de los gentiles son apariencia, // mientras que el Señor ha hecho el cielo. R./ Familias de los pueblos, aclamad al Señor, // aclamad la gloria y el poder del Señor, // aclamad la gloria del nombre del Señor, // entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R./ Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, // tiemble en su presencia la tierra toda; // decid a los pueblos: «El Señor es rey, // él gobierna a los pueblos rectamente.» R./ Lectura de la Primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses (1, 1-5b): Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza. Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (22, 15-21): Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: -«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no mi¬ras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar im¬puesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: -«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.» Le presentaron un denario. Él les preguntó: -«¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: -«Del César.» Entonces les replicó: -«Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. »  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas «Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí». El tema por el cual podemos relacionar las lecturas dominicales de esta semana es la soberanía y el señorío del Señor. La Primera Lectura nos muestra como Ciro, rey de Persia, es un instrumento de la providencia aún sin saberlo, para proteger al pueblo elegido y conducirlo nuevamente a la «tierra prometida». Isaías hace una lectura teológica y profética de estos hechos históricos. El Evangelio, en el mismo contexto que los anteriores domingos, nos narra un tenso encuentro entre Jesús y los discípulos de los fariseos junto con los herodianos. Estos tienden a Jesús una celada para hacerlo caer. Le presentan un dilema, al parecer, insoluble: ¿se debe dar, sí o no, el tributo al César? Pero Jesús ofrece una respuesta que sorprende a todos, adversarios y discípulos: «Dad al César lo que es del César y dad a Dios lo que es de Dios». Con estas palabras, Jesús, no sólo confunde a sus adversarios, sino que nos enseña cual debe de ser la recta jerarquía en nuestra relación con Dios y el orden temporal. Las palabras de Jesús están llenas de sabiduría divina; nos muestran que, en última instancia, todo lo debemos a Aquel que nos dio la vida: «Al oír esto, quedaron maravillados, y dejándole, se fueron» (Mt 22,22). Este Domingo iniciamos la lectura de la carta a los Tesalonicenses. En sus primeras palabras a la comunidad de Tesalónica, Pablo reconoce la centralidad de Jesús en ella.  Los fariseos y los herodianos Hoy leemos uno de los episodios más conocidos del Evangelio ya que contiene una de las frases más populares de Cristo: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Las hostilidades contra Jesús han aumentado hasta el punto que los fari¬seos y los herodia¬nos, que en situa¬ción normal son completa¬mente opuestos, se han puesto de acuerdo para eliminar a Jesús. Los fariseos[1] en su fideli¬dad a la Torah, la ley de Dios escri¬ta, desprecian las leyes im¬puestas por Roma y se someten a ellas de mala gana. Por su parte, los herodia¬nos, siguien¬do la polí¬tica de Hero¬des, son convi¬vientes con el poder de Roma, son colabora¬cionistas. Pero contra Jesús están unidos: «Los fari¬seos celebraron consejo sobre la forma de sorprender a Jesús en alguna palabra. Y le enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: Maes¬tro... dinos, qué te parece, ¿es lícito pagar el tributo al César, sí o no?». Los fariseos y los herodianos tienen opinio¬nes opuestas sobre el tema de los impuestos exigidos por Roma. Para los fariseos la dominación de Roma era una humi¬llación; era intolerable que el Pueblo de Dios estu¬viera sometido a esos paganos incircuncisos que no conocen la Ley, y lo peor de todo era la obligación de tener que sostenerlos con el pago de impuestos. En cambio, los herodianos eran los judíos que se habían vendido a Roma, porque habían sido puestos por el poder imperial en los puestos de la adminis¬tración, como fue el caso de Herodes, nombra¬do por Roma tetrarca de Galilea. Ellos eran favora¬bles al pago de impuestos a Roma. En este tema no había cómo complacer a fariseos y herodianos. Entre ambos eran más peligrosos los herodianos. En efecto, ellos fueron los responsables directos de la muerte de Jesús.  La pregunta y la paradoja La cuestión que los fariseos y los herodianos le proponen a Jesús, después de halagarlo sospechosamente, es bastante comprometedora ya que toda la Palestina era tributaria de Roma. Es interesante notar que la alabanza que hacen de Jesús ya la quisiera para sí cualquier fariseo: «Eres veraz y enseñas el camino de Dios[2] con franqueza». Pero es una alabanza hipócrita, porque ellos mismo no lo creen. La pregunta sobre el pago de los impuestos, tomada en sí misma, podría haber sido una pregunta bien intencionada de uno de los discípulos de Jesús para conocer su opinión. En las escuelas rabínicas se discutía si era lícito o no, como judíos, pagar el impuesto a un usurpador pagano. Pero ésta era una pre-gunta llena de malicia, pensa¬da con la intención de sorprenderlo, era una trampa que se le ponía para que Jesús cayera en ella. Respondiera que sí o que no, igual habría caído en desgra¬cia. Si Jesús hubiera respondido que no es lícito a un judío pagar tributo a un pueblo pagano que estaba dominando al pueblo escogido de Dios e imponiendo sus leyes y cos¬tum¬bres, se habría hecho culpable de sedi¬ción contra Roma. Y en esto Roma era de un totali¬tarismo celoso, rayaba en la adoración del poder civil, es decir, del César. En este caso, Jesús se habría opuesto a los herodianos y se habría hecho reo de muerte. Si en cambio, hubiera legitima¬do el pago de impues¬tos al César, se habría hecho odioso al pueblo judío, para quie¬nes el pago de impues¬tos a Roma era molesto y reproba¬ble; en este caso, Jesús habría legitima¬do la función de los publica¬nos (los recauda¬dores del impuesto exigido por Roma al pueblo sometido), que eran odiados por el pueblo. Éste era el deseo de los fariseos. A ellos les bastaba que Jesús se hiciera odioso al pueblo y así perdiera influen¬cia. Hacerlo también parecería ser una aprobación tácita del dominio extranjero sobre el pueblo de Dios, y, consiguientemente, renunciar a la esperanza mesiánica.  La respuesta del Maestro Jesús, conociendo su intención, se libra de la trampa. Nadie puede acusarlo, porque los envuelve en la misma red que le han tendido. Jesús dice: «Mostradme la moneda del tributo». Ellos le presentan un denario, que ciertamente tenía la imagen del César. Roma había impuesto su moneda como signo de dominación. Entonces Jesús les pregun¬ta: «¿De quién es esta imagen y la ins¬cripción?» Ellos respon-den: «Del César». Han caído en la trampa. Jesús con¬cluye de esa respuesta: «Dad al César, lo que es del Cé¬sar». La frase tiene un doble sentido; uno para satisfacer a los herodianos y otro para satisfacción de los fariseos, de manera que no pudieran acusarlo ni de sedicioso ni de colaboracionista. «Devolved al César lo que es del César», puede enten¬derse: «Pagad el impuesto». De esta manera, no resistía el poder de Roma. Pero también puede entender¬se: «Liberaos de la odiosa imagen del César y de su domi¬nación, devol¬vién-do¬le lo suyo». De esta manera, daba satisfacción a los judíos. De todas maneras, fue acusado de sedición. La acusación que llevaron a Pilato era ésta: «Hemos encontra¬do a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César» (Lc 23,2). Como vemos, era mentira. Pero la pregunta también tenía una intención religiosa: «¿Es lícito, es decir, conforme a la ley de Dios, pagar el tribu¬to?» Por eso Jesús agrega: «Dad a Dios lo que es de Dios». Si el denario tiene impresa la imagen del César y por eso debe devolverse al César lo suyo, el hombre tiene impresa «la imagen de Dios». Por tanto, él se debe completamente a Dios. Hemos sido creados por Dios, a imagen de Dios y para Dios. Dios es nuestro origen, nuestro divino prototipo y nuestro fin; por eso nuestro corazón está inquieto mien¬tras no descansa en Dios donde en¬cuentra su fin último y su felici¬dad. El hombre debe obedecer la ley humana civil siempre que ésta no sea contraria a la ley divina natural. Si ocurre esa desgraciada circunstancia, el hombre debe resistir la ley civil porque «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5,29). Y lo debe hacer, aunque esto le acarree inconve¬nientes y persecu¬ción, porque la pureza y paz de la con¬ciencia moral es superior a cualquier bienes¬tar o ventaja material.  «Yo soy el Señor y no hay otro» La lectura del profeta Isaías pertenece al llamado «Libro de la Consolación de Israel» que se da al fin del destierro: la esclavitud del pueblo ha concluido y se prepara para un nuevo «éxodo o salida» bajo la guía de Dios. En el capítulo 45, Ciro, Rey de Persia del 550 al 530 a.C., recibe el título reservado a los reyes de Israel: «ungido de Yahveh» que luego se convirtió en el título del «rey - salvador esperado». En realidad, no fue poco lo que Ciro hizo en favor de Israel: él puso fin a la deportación en Babilonia -a partir del 538-restituyó los objetos de oro y plata expropiados por Nabucodonosor y publicó el edicto de la reconstrucción del Templo. El libro de Isaías hace una lectura de estos hechos históricos a partir de la consideración de Dios como el « Señor de la Historia». Israel ha aprendido que el Señor no es solamente el único Dios de Israel, sino que es, en absoluto, el único Dios existente. En la segunda lectura, Pablo alaba la fidelidad y tenacidad de la comunidad que coloca su esperanza firme en nuestro Señor Jesucristo, así como su coherencia de vida: «fe con obras». Después de haber predicado y consolidado la comunidad en la ciudad de Tesalónica, capital de la provincia romana de Macedonia (en Grecia septentrional), les escribe dos cartas. Esta primera carta es de gran interés pues está escrita sólo 30 años aproximadamente después de la muerte de Jesús, y nos presenta algunas de las costumbres y modos de vida de las primeras comunidades cristianas.  Una palabra del Santo Padre: «El Evangelio de este domingo (Mateo 22, 15-21) nos presenta un nuevo cara a cara con Jesús y sus opositores. El tema afrontado es el del tributo al César: una cuestión «espinosa», acerca de la legalidad o no de pagar los impuestos al emperador de Roma, al que estaba sometida Palestina en el tiempo de Jesús. Las posiciones eran diversas. Por lo tanto, la pregunta que hicieron los fariseos: «¿Es lícito pagar tributo al César o no?» (v. 17) constituye una trampa para el Maestro. De hecho, según cómo hubiera respondido, podría haber sido acusado de estar a favor o en contra de Roma. Pero Jesús, también en este caso, responde con calma y aprovecha la pregunta maliciosa para dar una enseñanza importante, elevándose por encima de la polémica y de las formaciones opuestas. Dice a los fariseos: «Mostradme la moneda del tributo». Estos le presentan el dinero y Jesús, observando la moneda, pregunta: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Los fariseos solo pueden responder: «De César». Entonces Jesús concluye: «Dad entonces al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (cf v. 19-21). Por un lado, al insinuar devolver al emperador lo que le pertenece, Jesús declara que pagar el impuesto no es un acto de idolatría, sino un acto debido a la autoridad terrenal; por el otro —y es aquí donde Jesús da el «golpe maestro»— reclamando el primado de Dios, pide que se le rinda lo que le espera como Señor de la vida del hombre y de la historia. La referencia a la imagen de César, incisa en la moneda, dice que es justo sentirse ciudadanos del Estado de pleno título —con derechos y deberes—; pero simbólicamente hace pensar en otra imagen que está impresa en cada hombre: la imagen de Dios. Él es el Señor de todo y nosotros, que hemos sido creados «a su imagen» le pertenecemos ante todo a Él. Jesús planteó, a partir de la pregunta hecha por los fariseos, una interrogación más radical y vital para cada uno de nosotros, una interrogación que podemos hacernos: ¿a quién pertenezco yo? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, claro. Pero, antes que nada —nos recuerda Jesús— tú perteneces a Dios. Esta es la pertenencia fundamental. Es Él quien te ha dado todo lo que eres y tienes. Y por lo tanto, nuestra vida, día a día, podemos y debemos vivirla en el reconocimiento de nuestra pertenencia fundamental y en el reconocimiento de corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros de forma singular, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un misterio admirable. El cristiano está llamado a comprometerse concretamente con las realidades humanas y sociales sin contraponer «Dios» y «César»; contraponer a Dios y al César sería una actitud fundamentalista. El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenales, pero iluminándolas con la luz que viene de Dios. El confiarse de forma prioritaria a Dios y la esperanza en Él no comportan una huida de la realidad, sino restituir laboriosamente a Dios aquello que le pertenece. Por eso el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrenal con plenitud y responder con coraje a sus desafíos. Que la Virgen María nos ayude a vivir siempre en conformidad con la imagen de Dios que llevamos en nosotros, dentro, dando también nuestra contribución a la construcción de la ciudad terrenal». Papa Francisco. Ángelus de 22 de octubre de 2017.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana: 1. Estamos dispuestos a reconocer lo que somos: imagen y semejanza de Dios. ¿Vivo de acuerdo a mi dignidad de hijo de Dios? 2. Ser cristiano implica coherencia y testimonio en el ámbito público a favor de la justicia y de la verdad. ¿Soy coherente con mi fe en todos los momentos de mi vida? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 2235-2240. 2242 ________________________________________ [1] Los fariseos eran un movimiento religioso del tiempo de Jesús cuyos orígenes remontan al siglo II antes de Cristo. Con ocasión de la persecución del rey helenista Antíoco IV Epífanes (167 a.C.), nació el grupo de los fariseos (piadosos, justos) que resistían a la helenización del país porque querían mantenerse fieles a sus propias tradiciones (ver 1Mac 2,42). [2] La noción de «camino de Dios» es antigua en Israel. Este era el modo de llamar a la norma de conducta codifi-cada en la Ley. La Ley era considerada como el camino que conduce a la vida (ver Sal 119,25-33). Texto facilitado por JUAN R. PULIDO, PRESIDENTE DIOCESANO DE ADORACIÓN NOCTURNA, TOLEDO

EVANGELIO DOMINGO 29A 2020

Eran los últimos días de la vida de Jesús. Él había contado algunas parábolas que iban directamente contra los jefes religiosos de Israel, que habían descuidado el conducir al pueblo de Dios por los verdaderos caminos. Estos jefes quieren llegar a condenar a Jesús y se les ocurre hacerle caer en una trampa: Mandan algunos de sus discípulos juntamente con partidarios de Herodes, que es lo mismo que el régimen opresor de los romanos, para hacerle una pregunta delante de la gente: “¿Tenemos que dar el tributo al César o no?” Ellos creen que la trampa está bien puesta, porque si dice que sí, se pone en contra de la gente que opina que el romano se quiere hacer más que Dios; pero si dice que no, allí están los del gobierno, que le acusarán. Jesús les dio una respuesta, ante la cual dice el evangelio que se quedaron maravillados: “Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Es difícil saber lo que Jesús quería afirmar a través de esta respuesta. Por de pronto Jesús les llama “hipócritas”, porque deberían saber que Él nunca se mete en política, nunca en nombre de Dios decía lo que hay que hacer concretamente en decisiones políticas. Ha habido muchos que han interpretado estas palabras de Jesús como que hay que hacer una división entre nuestros deberes hacia Dios y los deberes hacia el Estado. Para algunos es como si nuestra vida privada fuera para Dios y nuestra vida social para el Estado. Esto es terrible y desgraciadamente muchos así lo sostienen hoy. Otros se basan en esas palabras para hacer la distinción entre la Iglesia y el Estado. Pero Jesús no está haciendo una división o contraposición. En primer lugar, porque en el tiempo de Jesús no existía esta división: normalmente el jefe de Estado era también el jefe en lo religioso. Pero en el caso de Israel, demasiado se fijaban en lo material y lo plenamente religioso quedaba en segundo plano. Por eso es por lo que Jesús nos dice: Si del César son las monedas, si le corresponde una obediencia a las leyes justas para la convivencia, pues dádselo; pero ante todo demos a Dios lo que le corresponde. ¿Y qué le corresponde a Dios? Pues todo el amor y la adoración por todas las cosas. Dios es dueño de toda la vida, de toda la realidad. Los políticos también están bajo la soberanía de Dios y deben actuar bajo la ley de Dios. Toda autoridad viene de Dios. Así le dijo Jesús a Pilato: “No tendrías ningún poder sobre mí, si no lo hubieras recibido de lo Alto”. Así que por encima de la ley civil está la ley de Dios. No debería haber oposición; pero muchas veces la hay. Y no sólo porque haya jefes políticos que no quieran saber nada de Dios, sino también porque hay jefes religiosos que se creen suplantar a Dios: En vez de estar a disposición de Dios y al servicio de los hermanos, se creen poder disponer de Dios para sus propios intereses. Esto es lo que les pasaba a los jefes religiosos israelitas. Por eso les quería decir Jesús que el pueblo, que es de Dios, deben dárselo a Él o conducirle hacia Él. Así ha pasado muchas veces en la historia: que muchos “en nombre de Dios” han librado batallas y se han hecho muchas guerras, que llaman “santas”, como para defender intereses de Dios, cuando en verdad lo que defendían eran intereses muy mundanos. Los verdaderos intereses de Dios son el hacer desaparecer el hambre, las lágrimas, las persecuciones, las injusticias. Los intereses de Dios no son tanto los templos (pueden ser en parte) o los objetos religiosos, cuanto los templos vivos que son las personas humanas: la dignidad, los derechos humanos, la libertad, la recta conciencia. Así pues, la respuesta de Jesús no explica ni concretiza en lo que hay que hacer con lo del César, sino que acentúa con lo que hay que dar a Dios. Para ello tengamos interés en conocer bien el Evangelio, toda la enseñanza de Jesús. Con ella se nos van dando criterios, para que en cada momento sepamos qué es lo que debemos hacer en todas nuestras opciones políticas y sociales. No es fácil, porque nuestros criterios personales y los de la gente los mezclamos falsamente con los criterios de Dios. P. Silverio V.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 15 de Octubre de 2020

La magnanimidad es una hermosa virtud, que nos lleva a desear cosas grandes, a gastar nuestra vida para regalarle algo grande a este mundo. Porque ser humildes no quiere decir que escondamos nuestras capacidades o que enterremos nuestros talentos. El Espíritu Santo no se goza en nuestra destrucción ni espera que renunciemos a nuestros sueños. Al contrario, Él nos lanza a la aventura de vivir cosas grandes. Eso está claro en la vida de Santa Teresa de Ávila, que hoy recordamos. Ella desde pequeña soñaba con hacer cosas grandes por Cristo. Pero en esa época, hace quinientos años, las mujeres no podían destacarse en la sociedad ni en la Iglesia. A ella la estimulaba mucho la lectura de las vidas de santos y de los libros de caballería. Por eso un día, siendo niña, quiso escapar con su hermano con el deseo de dar la vida por Cristo en tierras paganas. En 1535 entró al convento de la Encarnación en Ávila. Pero se puede decir que sólo veinte años después ocurrió su gran conversión, la acción más poderosa del Espíritu Santo. Al poco tiempo sintió el llamado de Dios a reformar la vida de los conventos carmelitas, devolviéndoles su espíritu de austeridad y fervor evangélico, donde no debería faltar la alegría. A esta reforma se le unió San Juan de la Cruz. Ambos sufrieron burlas y persecuciones, pero nada podía frenar a esta mujer decidida y segura. A su intensa actividad unió una altísima experiencia mística que quedó plasmada en sus escritos espirituales, por los cuales se la declaró doctora de la Iglesia. Fundó muchos conventos reformados, lo cual le significó numerosos viajes que deterioraron su salud. A causa de esos viajes la llamaban despectivamente "mujer inquieta y andariega". Pero a pesar de las persecuciones que soportó de parte de las mismas autoridades de la Iglesia, expiró diciendo: "Muero hija de la Iglesia". Porque el Espíritu Santo, que nos invita a vivir cosas grandes, nos lleva también a vivirlas en humildad y en fraternidad, nunca en la vanidad y la división. Teresa es un hermoso estímulo que nos invita a dejarnos llevar por el Espíritu Santo sin cobardías ni mezquindades, sabiendo que, unidos al Señor, y más allá de lo que nosotros podamos ver, nuestra vida dará mucho fruto. Amén. P.CARCOLOMA

miércoles, 14 de octubre de 2020

"El que anda a oscuras y carece de claridad, confíe en el nombre de Yavhe, que se apoye en su Dios"( Is 50, 10b)

Dios nos invita por medio del profeta Isaías a confiar en su Nombre, es decir a apoyarnos en Él. La invitación es bellísima y la acogemos a la luz del Espíritu Santo pues sino corremos el riesgo de invocar el nombre del Señor en la adversidad. Solo con la boca y no con el corazón (Mt. 15, 8) Invocar el nombre del Señor implica que está con nosotros en toda prueba ayudándonos pues su honor, el honor de su nombre está en juego (Sal. 23, 3) es por eso que nunca te dejará solo ante el mal que te acosa. En definitiva el compromiso de Dios con aquel que pone en Él su confianza es infalible. Ahora hemos de ver si nosotros somos honestos cuando invocamos el nombre del Señor, es decir cuando nos ponemos bajo su protección. Por ejemplo si una persona te hace mal, sea el daño que sea, tienes dos opciones: tomarte la justicia por tu mano o confiar en que El Señor, por el honor de su Nombre, te haga justicia. Si dejas que sea Dios quien te haga justicia un día podrás testificar como el Salmista lo que Dios ha hecho por ti ( Sal. 66, 16) P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 12 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 12 de Octubre de 2020 El Espíritu Santo limpia, purifica, destruye todo lo manchado y se lleva nuestras basuras. Por eso es agua que lava, viento que arrasa y fuego que quema: *"Cuando lave el Señor la suciedad de las mujeres de Sión y friegue la sangre dentro de Jerusalén, con un viento justiciero, con un soplo abrasador"* (Isaías 4, 4). Cuando nos sentimos sucios por dentro, por nuestras infidelidades, egoísmos o malas acciones, invoquemos al Espíritu Santo para que queme todo eso con su fuego y lo destruya para siempre: *"Será fuego de fundidor, jabón de lavandero"* (Malaquías 3, 2). Ya en el Bautismo nos bañó, y vuelve a hacerlo cada vez que volvemos a Él sinceramente arrepentidos: *"Nos salvó con el baño del nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo"* (Tito 3, 5). Veamos cómo lo expresaba San León Magno: _"Un pueblo que se consagra al cielo nace aquí de semilla fecunda; lo engendra el Espíritu Santo fecundando el agua. Sumérgete pecador, para limpiarte en la sagrada corriente. Viejo te recibirá el agua, pero te despedirá nuevo"._ Muchas veces, cuando hemos caminado y trabajado en un día de calor de verano, hemos disfrutado al sentirnos limpios después de un buen baño. Mucho más bella es la limpieza que realiza el Espíritu Santo si le permitimos que pase por nosotros con su agua purificadora. Así sea.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 12 de Octubre de 2020 El Espíritu Santo limpia, purifica, destruye todo lo manchado y se lleva nuestras basuras. Por eso es agua que lava, viento que arrasa y fuego que quema: *"Cuando lave el Señor la suciedad de las mujeres de Sión y friegue la sangre dentro de Jerusalén, con un viento justiciero, con un soplo abrasador"* (Isaías 4, 4). Cuando nos sentimos sucios por dentro, por nuestras infidelidades, egoísmos o malas acciones, invoquemos al Espíritu Santo para que queme todo eso con su fuego y lo destruya para siempre: *"Será fuego de fundidor, jabón de lavandero"* (Malaquías 3, 2). Ya en el Bautismo nos bañó, y vuelve a hacerlo cada vez que volvemos a Él sinceramente arrepentidos: *"Nos salvó con el baño del nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo"* (Tito 3, 5). Veamos cómo lo expresaba San León Magno: _"Un pueblo que se consagra al cielo nace aquí de semilla fecunda; lo engendra el Espíritu Santo fecundando el agua. Sumérgete pecador, para limpiarte en la sagrada corriente. Viejo te recibirá el agua, pero te despedirá nuevo"._ Muchas veces, cuando hemos caminado y trabajado en un día de calor de verano, hemos disfrutado al sentirnos limpios después de un buen baño. Mucho más bella es la limpieza que realiza el Espíritu Santo si le permitimos que pase por nosotros con su agua purificadora. Así sea. P. CARCOLOMA

domingo, 11 de octubre de 2020

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Domingo, 11 de Octubre de 2020 Como siempre, el apasionado San Agustín expresa de una manera maravillosa el deseo de Dios, y también el deseo del Espíritu Santo. Usemos sus palabras para elevar el corazón al Espíritu Santo: _Ven, dulce Consolador de los que están desolados, refugio en los peligros y protector en la miseria._ _Ven, Tú que lavas nuestras manchas y curas nuestras llagas._ _Ven, fuerza del débil, apoyo del que cae._ _Ven, doctor de los humildes y vencedor de los orgullosos._ _Ven, Padre de los huérfanos, Esperanza de los pobres, Tesoro de los que sufren la indigencia._ _Ven, Estrella de los navegantes, Puerto seguro de los náufragos._ _Ven, Fuerza de los vivientes y Salud de los moribundos._ _Ven Espíritu Santo, ten piedad de mí._ _Hazme sencillo, dócil y fiel._ _Compadécete de mi debilidad con tanta bondad que mi pequeñez se encuentre ante la multitud de tus misericordias._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén._ P.Cacoloma

viernes, 9 de octubre de 2020

*Reflexión al Evangelio del Domingo 28 del Tiempo Ordinario (Mt. 22,1-14)*_

Muy real y actual está parábola de Jesús. Nos centramos en la primera parte. Un rey celebra la boda de su hijo y cursa la invitación a sus más allegados. Para su sorpresa, estos la rechazan aduciendo las más variadas excusas. En realidad la verdadera razón por la que estos, aparentemente allegados, declinan la invitación es que "sus cosas" son más importantes que "las cosas del rey", aunque esta vez se trate de la boda de su hijo. Esta parábola revestida con el típico estilo literario oriental nos alcanza de lleno. Nuestra adhesión al Hijo de Dios no es cuestión de palabras y más palabras por muy rimbombantes que sean. Tu adhesión a Jesús se mide según la prioridad que das en tu corazón a las cosas de Dios frente a las tuyas. Las cosas de Dios tienen un nombre: El Santo Evangelio. En fondo del Manantial de aguas vivas, que es el Evangelio de Jesús, se encuentran "sus cosas" que son perlas preciosas como la que encontró aquel buscador del que nos habla Jesús (Mt. 13, 45-46). Perlas que sólo son perceptibles para quienes buscan a Dios con todo su corazón. A estos Jesús les llama: “Pobres de espíritu”, pequeños ante los demás pero inmensamente grandes a sus ojos. Una última cosa... en el lenguaje del Evangelio, pequeño es sinónimo de discípulo... de Jesús. P. Antonio Pavía. comunidadmariamadreapostoles.com

28ª semana del tiempo ordinario. Domingo A: Mt 22, 1-14 (1º)

Varias veces Jesús, para enseñarnos en qué consiste el Reino de Dios, lo compara a un banquete. En la parábola de hoy lo asemeja nada menos que a un banquete de la boda del hijo de un rey. Un banquete no es sólo para satisfacer las ganas de comer o beber, sino que es una reunión amistosa para compartir la alegría y los sucesos felices sintiéndose la unidad. En esto se diferencia de la vida normal donde unos tienen más a costa de otros. La primera consideración que quisiera hacer es que Jesús con estas comparaciones nos quiere decir que el Reino de Dios es algo muy hermoso donde hay mucha alegría. De hecho no se identifica el Reino de Dios con la Iglesia, aunque van muy unidos. La Iglesia es la Institución fundada por Jesucristo para buscar y conseguir el Reino de Dios aquí en la tierra y un día definitivamente en el cielo. Este Reino de Dios se puede conseguir de otras maneras, aunque suele ser mucho más difícil. El hecho es que el Reino de Dios es algo que da la verdadera felicidad. Se ha criticado mucho a la religión como que se opone a la felicidad del ser humano. Pero no es así, ni en teoría ni en la práctica. A veces puede inducir algo los caminos que algunos emplean dentro de la religión para querer conseguir el Reino. Suele haber mucha ignorancia de la vida de las personas que viven plenamente su fe, ya que es una vida que suele “ir por dentro”. A veces hay diferencia entre el aspecto externo y la alegría que está en lo interno de las personas. Pero hay alegría cuando uno sabe por qué está en la vida, cuál es su sentido y se siente lleno del amor de Dios, que se va manifestando en el servicio a los demás. Siente así su vida plenamente realizada. Desgraciadamente en la Iglesia muchas veces damos una imagen de vida algo triste; pero no debiera ser así. Si sabemos que vamos a una fiesta eterna con Dios, no podemos dejar que nos domine la tristeza, fijándonos casi exclusivamente en lo que hay de negativo en la vida. Hay que saber valorar muchos aspectos positivos, que son anuncio de la gran fiesta eterna. ¿Cómo vamos a ser mensajeros de Dios, que nos prepara tan gran fiesta, con cara de tristeza? La Eucaristía debe ser una fiesta. En la parábola de hoy se recalca la posición de los que no aceptan el banquete. Ello significaba un rechazo al mismo rey. Unos no se preocupan del banquete, sino que les preocupan mucho más sus negocios. Otros hasta arremeten contra los mensajeros. Todo esto era una crítica severa por parte de Jesús para con los jefes del pueblo judío. Cuando san Mateo escribió esto, tendría en mente la destrucción de Jerusalén. La parábola continúa, como dirigiéndose ahora más a la gente sencilla. Dios invita a todos. La invitación para el banquete es como el anuncio del Evangelio. A todos se les ofrece el Reino; pero no todos tienen la limpieza de corazón para responder bien al Señor. Todos pueden entrar en el Reino, “buenos y malos”; pero para permanecer allí, debe haber una actitud de cambio, no se puede permanecer siguiendo en la maldad. Esto se significa con el que está dentro sin vestidura propia y tiene que ser echado fuera. Es difícil definir qué es lo que quiso enseñarnos Jesús con ese “traje de boda” para que, al no tenerlo, reciba un castigo tan grande. Por de pronto era un desprecio, pues para esos casos se les prestaba un traje conveniente. Quizá signifique una actitud de desprecio de la fe, algo como lo que llamó Jesús “pecado contra el Espíritu Santo”. El vestido en la Biblia suele ser un símbolo de la unión de Dios con su pueblo. Si Dios nos llama a su fiesta es porque quiere estar unido con nosotros, que es al mismo tiempo nuestra felicidad. Si queremos estar unidos con Jesús por medio de los sacramentos, especialmente la Comunión, es necesario el vestido interior de la Gracia. Debemos desechar de nosotros los andrajos del pecado para “revestirnos” de Cristo. Termina la parábola con un toque de atención, porque son más los llamados que los escogidos. Vivamos nuestra vida cristiana con sentido ilusionado y encontraremos el gozo y la paz ahora y con Cristo en la eternidad. P.Silverio

Domingo de la Semana 28 del Tiempo Ordinario. Ciclo A – 11 de octubre de 2020 «Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos»

Lectura del libro del profeta Isaías (25, 6-10a): El Señor preparará un festín y enjugará las lágrimas de todos los rostros. Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manja-res suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y goce-mos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.» Salmo 22,1-3a.3b-4.5.6: Habitaré en la casa del Señor, por años sin término. R./ El Señor es mi pastor, nada me falta: // en verdes praderas me hace recostar; // me conduce hacia fuentes tranquilas // y repara mis fuerzas. R./ Me guía por el sendero justo, // por el honor de su nombre. // Aunque camine por cañadas oscuras, // nada temo, porque tú vas conmigo: // tu vara y tu cayado me sosiegan. R./ Preparas una mesa ante mi, // enfrente de mis enemigos; // me unges la cabeza con perfume, // y mi copa rebosa. R./ Tu bondad y tu misericordia me acompañan // todos los días de mi vida, // y habitaré en la casa del Señor // por años sin término. R./ Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses (4, 12-14. 19-20): Todo lo puedo en aquel que me conforta. Hermanos: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el ham-bre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en com¬partir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con mag¬nificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (22, 1-14): A todos los que encontréis, convidadlos a la boda. En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pue-blo, diciendo: -El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echa-ron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que aca-baron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: -La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: -Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: -Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Una de las ideas principales de este Domingo es la respuesta que cada uno de nosotros debe de dar a la gratuidad de Dios ya que «muchos son los llamados pero pocos los elegidos». La lectura del profeta Isaías presenta un horizonte esperanzador ya que muestra la intención de Dios que prepara, para los tiempos me-siánicos, un festín suculento en el monte Sión. Dios se dispone a enjugar las lágrimas de los rostros y alejar todo oprobio y sufrimiento (Primera Lectura). En la parábola evangélica se pone de relieve la libertad y la responsabilidad de los invitados al banquete. La boda estaba preparada, pero los invitados no se hicieron merecedores de ella por su propia cerrazón a la invitación generosa y gratuita del rey. De manera indigna habían echado mano a los criados y los habían cubierto de golpes hasta matarlos. ¡Qué trágico y dramático el fin de aquellos invitados descorteses y ase-sinos: las tropas del rey prenden fuego a la ciudad y acaban finalmente con todos ellos! Este pasaje se relaciona con la parábola que hemos escuchado el Domingo pasado de los viñadores homicidas. Dios invita al hombre, en Jesucristo, al banquete eterno, le ofrece la salvación y la vida eterna. Por parte de Dios todo está hecho; pero es el hombre quien debe acudir al banquete libremente. Hay que personalmente encontrarse con Jesucristo para poder decir como San Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Segunda Lectura).  «¡Alegrémonos y regocijémonos de su salvación!» La enseñanza básica de la parábola de este Domingo es la vocación universal al Reino de Dios que, de acuerdo con la tradición bíblica, se describe como un banquete. En la Primera Lectura, el profeta Isaías presenta un cuadro fascinante y bellísimo, en el que resplandece en toda su amplitud el universalismo me-siánico. Yahveh es presentado como el gran Señor que da un banquete a todas las naciones en su mansión real, en este monte Sión, sede de la nueva teocracia. Los profetas, en general, presentaban las realidades espirituales de la era prometida, con imágenes vivas materiales para captar la atención de sus oyentes. En realidad, el banquete nupcial que Dios dará en la era mesiánica sobrepasará a todas las descripciones pro-féticas, que ya éstos nunca pudieron vislumbrar la realidad del banquete eucarístico en toda su realidad es-piritual y universal: «¡Dichosos los invitados a las bodas del Cordero!» (Ap 19,9). Dios inaugurará con este banquete mesiánico una era de alegría sin fin, quitando el velo o signo de duelo que cubría el rostro de los pueblos, representados en la lectura como apesadumbrados y tristes por la des-gracia que sobre ellos pesa (ver Is 14,7-12). El velo era el signo de duelo en la antigüedad (ver Jr 14,3). Una vez quitado el velo del duelo, Dios limpiará las lágrimas de los rostros. La frase «el Señor de los ejércitos aniquilará la muerte para siempre» es considerada como la primera referencia al tema de la inmortalidad y San Pablo la utilizará a favor de la resurrección de los muertos (ver 1Cor 15,54). Refiriéndose a Israel he-mos leído en Deuteronomio 28,37: «Y vendrás a ser un objeto de espanto, de oprobio y de burla entre to-dos los pueblos, adonde Yahveh te llevará» por haber servido a dioses extraños y haber salido así de la senda trazada por el Señor. Ahora Dios promete a Israel redimirlos de este «oprobio», pues todas las gentes reconocerán la superioridad del pueblo escogido.  «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» En la Segunda Lectura, Pablo se dirige a los Filipenses haciéndoles ver que él está acostumbrado a todo. Sabe vivir en pobreza y en abundancia. Conoce la hartura y la privación y se ha ejercitado en la paciencia frente a las grandes dificultades de su ministerio. Nosotros, como Pablo, somos conscientes que en Cristo encontramos la fortaleza necesaria para perseverar en el bien y cumplir nuestra misión. Sabemos que nun-ca estamos solos en los momentos difíciles de nuestra vida. Sabemos que los sufrimientos son momentos privilegiados para conformarnos cada vez más con el Señor de la Vida y así repetir: «Todo lo puedo en aquel que me conforta». La parábola del banquete nupcial La parábola del banquete nupcial que leemos en el Evangelio de San Mateo, está ubicada en el mismo contexto que la parábola comentada el último Domingo, es decir, responde a la hostilidad de los sumos sa-cer¬dotes y ancianos del pueblo contra Jesús. En su situación concreta e históri¬ca, contiene, en primer lugar, un mensaje para ellos. Pero, siendo palabra de Dios, es palabra de vida eterna, y contie¬ne, por tanto, un mensaje que atraviesa todas las edades y nos interpela también a noso¬tros hoy. Jesús va a exponer el mis-terio incomprensi¬ble del desprecio del hombre hacia Dios. El rey manda a sus siervos a llamar a los invita-dos. Pero éstos desprecian la invita¬ción y no vie¬nen. Para comprender la magnitud del desprecio, hay que fijar¬se en el interés del rey -¡se trata de la boda de su hijo!- y en la soli¬citud con que todo fue prepara¬do. Manda todavía otros siervos con este mensaje: «El ban¬quete está listo, se han matado ya los novillos y anima¬les cebados y todo está a punto: venid a la boda». Pero queda en eviden¬cia la intención de los invita-dos de ofender al rey: «Sin hacer caso, uno se fue a su campo, el otro a su negocio, y los demás agarraron a los siervos y los mataron». Estos primeros invitados eran personas ilustres en las cuales el rey tenía inte-rés. Pensando en ellos es que había preparado el banquete; les quería hacer una atención espe¬cial. Por eso el rechazo de éstos es más elocuente y doloro¬so; tiene la intención de herir. Entonces el rey declara: «La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos». Por su propia decisión, éstos quedan excluidos del banquete. En la segunda parte de esta parábola Jesús nos quiere enseñar princi¬pal¬mente dos cosas: la total gratui-dad y univer¬salidad de la sal¬vación y la actitud interior con que es nece¬sario recibir este don. Después que los prime¬ros invitados rechazaron la invita¬ción, el rey ordena invitar a todos a la fiesta: «Id, pues a los cru-ces de los caminos y a cuantos en¬contréis, invitadlos a la boda». Los pobres, los que no podían correspon-der a la invitación, los que nunca habrían soñado que tan alto Señor los invitara a su casa y a un banque¬te tan magnífico, ellos también fueron invitados. Comentan¬do esta enseñanza es que San Pablo afirma: «Dios, rico en miseri¬cor¬dia, por el grande amor con que nos amó, estando nosotros muertos a causa de nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo -por gracia habéis sido salva¬dos- con Él nos resuci¬tó y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Je-sús» (Ef 2,4-6). Nosotros no hemos sido invitados a un banquete de esta tierra, sino al mismo cielo, al ban-quete de bodas del Cordero, Cristo Jesús. Y esto sin mérito alguno nuestro. En realidad, esto es imposi¬ble merecerlo con nuestro esfuerzo. Es puro don.  «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de bodas?» Al extender la invitación a los que estaban en el cruce de los caminos hay un detalle a considerar. Dice que los siervos, enviados por el rey para invitar a todos los que encontraran, reunie¬ron a «malos y buenos». Esto prepara la segunda parte, que se refiere a la suerte del invitado que entró sin el traje de bodas. Al repa-rar en él el rey le dice: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de bodas?». El rey ordenó: «Echadlo a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Esta segunda parte de la parábola parece empañar la gratuidad y la felicidad de todos los mendigos y misera¬bles que fueron invitados al banquete del rey. En realidad, nos quiere enseñar que hay dos modos de despre¬ciar al rey. Un modo es rechazando su in-vita¬ción, como hicie¬ron los primeros invitados; otro modo, es en¬trando en el banquete, pero sin la presenta-ción debida. Es evidente que desprecia al dueño de casa el invitado que no se molesta en procurarse el vesti¬do conve¬niente para la ocasión. La parábola nos enseña entonces que la llamada a la salvación y a gozar del banquete del Reino es enteramente gratuita y que la perspectiva que se ofrece es completa¬mente inesperada e inmerecida; pero, una vez recibida esta gracia, exige de nosotros la conver¬sión, exige una dispo¬si¬ción interior correspondiente a la santidad y bondad de Dios que invita.  Una palabra del Santo Padre: «Esta es la vida cristiana, una historia de amor con Dios, donde el Señor toma la iniciativa gratuitamente y donde ninguno de nosotros puede vanagloriarse de tener la invitación en exclusiva; ninguno es un privile-giado con respecto de los demás, pero cada uno es un privilegiado ante Dios. De este amor gratuito, tierno y privilegiado nace y renace siempre la vida cristiana. Preguntémonos si, al menos una vez al día, manifes-tamos al Señor nuestro amor por él; si nos acordamos de decirle cada día, entre tantas palabras: «Te amo Señor. Tú eres mi vida». Porque, si se pierde el amor, la vida cristiana se vuelve estéril, se convierte en un cuerpo sin alma, una moral imposible, un conjunto de principios y leyes que hay que mantener sin saber porqué. En cambio, el Dios de la vida aguarda una respuesta de vida, el Señor del amor espera una res-puesta de amor. En el libro del Apocalipsis, se dirige a una Iglesia con un reproche bien preciso: «Has abandonado tu amor primero» (2,4). Este es el peligro: una vida cristiana rutinaria, que se conforma con la «normalidad», sin vitalidad, sin entusiasmo, y con poca memoria. Reavivemos en cambio la memoria del amor primero: somos los amados, los invitados a las bodas, y nuestra vida es un don, porque cada día es una magnífica oportunidad para responder a la invitación. Pero el Evangelio nos pone en guardia: la invitación puede ser rechazada. Muchos invitados respondie-ron que no, porque estaban sometidos a sus propios intereses: «Pero ellos no hicieron caso; uno se mar-chó a sus tierras, otro a sus negocios», dice el texto (Mt 22,5). Una palabra se repite: sus; es la clave para comprender el motivo del rechazo. En realidad, los invitados no pensaban que las bodas fueran tristes o aburridas, sino que sencillamente «no hicieron caso»: estaban ocupados en sus propios intereses, prefe-rían poseer algo en vez de implicarse, como exige el amor. Así es como se da la espalda al amor, no por maldad, sino porque se prefiere lo propio: las seguridades, la autoafirmación, las comodidades… Se prefie-re apoltronarse en el sillón de las ganancias, de los placeres, de algún hobby que dé un poco de alegría, pero así se envejece rápido y mal, porque se envejece por dentro; cuando el corazón no se dilata, se cie-rra. Y cuando todo depende del yo ―de lo que me parece, de lo que me sirve, de lo que quiero― se acaba siendo personas rígidas y malas, se reacciona de mala manera por nada, como los invitados en el Evange-lio, que fueron a insultar e incluso a asesinar (cf. v. 6) a quienes llevaban la invitación, sólo porque los in-comodaban. Entonces el Evangelio nos pregunta de qué parte estamos: ¿de la parte del yo o de la parte de Dios? Porque Dios es lo contrario al egoísmo, a la autorreferencialidad. Él ―nos dice el Evangelio―, ante los continuos rechazos que recibe, ante la cerrazón hacia sus invitados, sigue adelante, no pospone la fiesta. No se resigna, sino que sigue invitando. Frente a los «no», no da un portazo, sino que incluye aún a más personas. Dios, frente a las injusticias sufridas, responde con un amor más grande. Nosotros, cuando nos sentimos heridos por agravios y rechazos, a menudo nutrimos disgusto y rencor. Dios, en cambio, mientras sufre por nuestros «no», sigue animando, sigue adelante disponiendo el bien, incluso para quien hace el mal. Porque así actúa el amor; porque sólo así se vence el mal. Hoy este Dios, que no pierde nunca la es-peranza, nos invita a obrar como él, a vivir con un amor verdadero, a superar la resignación y los caprichos de nuestro yo susceptible y perezoso». Papa Francisco. Homilía en la canonización de Beatos. 15 de octubre de 2017.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana 1. «Cuando entró a ver a los invitados, reparó en uno que no llevaba traje apropiado. Le preguntó: ¿có-mo has entrado sin vestir un traje apropiado?» ¿Tengo yo la adecuada reverencia y preparación cuando soy invitado al banquete del Señor? 2. «Todo lo puedo en Aquel que me conforta», nos dice San Pablo. ¿Cómo está mi confianza en el Se-ñor? ¿Podría repetir la frase de San Pablo? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 545 - 546.1027.1439.1682. Texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA ES-PAÑOLA, Toledo

jueves, 8 de octubre de 2020

*"Jesús dijo a Pedro y a Andrés, venid conmigo y os haré llegar a ser pescadores de hombres" ( Mc. 1, 17)*_ Se suele alabar la generosidad de los dos Apóstoles por su disponibilidad ante la llamada de Jesús, que es verdad, pero lo que hemos de resaltar, y esto vale para todo aquel llamado al Discipulado, es que el Generoso por antonomasia es Jesús al llamarles. Fijémonos que les dice: "Yo os haré llegar a ser..." Tengamos en cuenta que el verbo hacer es el utilizado por el autor del libro del Génesis al narrarnos la creación del mundo por parte de Dios y que no pocas veces los profetas llaman a Yavhé, nuestro Hacedor, por ejemplo (Is. 54, 5) En fin, que es Jesús quien se compromete con Pedro, Andrés... con todos para crear nosotros el Discipulado. Todo aquel que, consciente de su debilidad, confía en que Jesús culminará su obra en él, que es llegar a ser su discípulo, al constatar que la Fuerza y la Gracia que fluye del Evangelio moldean su ser de forma que ya no es siervo del Señor sino amigo (Jn. 15, 15), puede apropiarse de la confesión de fe del Salmista y proclamar : "Señor, tu promesa supera tu fama..." (Sal. 138, 2). ¡Si, Dios mío! Has hecho en mi lo que jamás hubiese podido imaginar. Y en su crecimiento le pide como el Salmista: que culmine el Discipulado en él: "Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos" (Sal. 138, 8). Con el salmista decimos todos. ¡Señor, ya sé que no hay cima mayor en este mundo que llegar a ser tu Discípulo! Tu qué me llamaste, culmina en mi tu obra por excelencia. P. Antonio Pavia. comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 5 de octubre de 2020

" Mis culpas sobrepasan mi cabeza,son un peso superior a mis fuerzas" ( 38,7)

Podemos ignorar,pasar de nuestros pecados,pero estos no nos ignoran a nosotros.Por supuesto que puedes justificarte aduciendo razones de la más variada índole,pero ahí siguen por eso lo sensato sería dejar que sea el Señor quien te justifique. En la Biblia,ser justificado significa ser declarado inocente y para esto vino Jesús al mundo,para declárate inocente como al publicano que entró en el Templo a rezar. ( Lc 10,9-14) Hemos leído el lamento del salmista : ! Mis culpas son enormes,no puedo cargar con ellas,me aplastan! Tengamos entonces presente como presentó Juan Bautista a Jesús,ante la muchedumbre que cargada de culpas se habia congregado a orillas del río Jordan : " Ahí le tenéis,El es el Cordero de Dios que carga con el pecado del mundo" ( Jn 1,29) Cuando seremos lo suficientemente sabios como para descargar nuestros pecados,nuestras culpas en Jesus, el que nos justifica,el que nos declara inocentes ante el Padre...Si,por imposible que parezca,así es como nos ama Dios P. Antonio Pavia comunidadmariamadreapostoles.com