viernes, 14 de noviembre de 2014

ESCRITOS DEL SIERVO DE DIOS LUIS DE TRELLES: Virtudes Eucarísticas de Jesús: JESUCRISTO REY




Nuestro propósito no es escribir sobre el Reinado de Cristo en la Eucaristía (como lo hicieron en su día en la revista francesa de “Paray le Monial” al Reino Social, […] desde el punto de vista social, y en cierto modo, político, sino el Reinado de Jesús Sacramentado en las almas que le reciben a menudo, y con las que el Señor forma una provincia de su reino y ¿cómo lo diremos?, una familia escogida, una amistad de predilección, una pequeña grey, a la que brida su reino y se lo promete, y se lo otorga, y en ellas vive no solamente como Monarca absoluto, sino como hipóstasis, esto es, supuesto personal, puesto que vive Cristo en ellas y ellas en Cristo, asumiéndolas como águila a sus polluelos, para llevarlos a la cumbre de la gracia y a las regiones elevadas de la vida mística, e insinuándose Cristo en sus venas y siendo el alma de su alma, fundiéndose sin anular su personalidad, con ellas como las ceras que se derriten y confunden en un mismo crisol, y, en fin viviendo en estas privilegiadas criaturas, si ellas cooperan, como decía San Pablo: “Vivo yo, ya no yo, sino Cristo vive en mí”.

Mirando al Sagrario, con los ojos de la fe viva, ¿puede imaginarse una cosa más tierna y dulce al corazón cristiano que advertir, como es dogma católico, que Jesús instituyó su Sacramento antes de derramar su sangre en la cruz, para recoger esa misma sangre, al resucitar, en el arca santísima de su cuerpo,
ya inmortal, habitado por su alma, y poseído uno y otra por su Divinidad? Para depositarlo todo, cuerpo, sangre, alma y Divinidad, en el Sacramento de amor, no sólo como una reliquia, o mejor augusto relicario, sino también para darnos el tesoro entero en la comunión y esto para insinuarse(infiltrase) oculta y calladamente en nosotros, amén de unirse y compenetrarse su alma con el alma, su sangre con la sangre, el corazón divino con nuestro corazón y asumir, sin abolirla(anular), nuestra vida, de forma que viva ya en nosotros y nosotros en Él.

Pues, sin embargo éste es un dogma innegable, maravillosa verdad y fecundo germen de vida espiritual, que cooperando el comulgante, le anticipa la sustancia de la gloria, le brinda ascender a las altas cumbres de la gracia, no por los propios méritos del comulgante, sino por la benignidad y por los méritos de Cristo. (L. S. Tomo, XXI, 1890, págs.405 - 407)

Tomado del Boletín de Noviembre de 2014 de la Fundación Luis de Trelles (www.fundaciontrelles.org)

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