sábado, 9 de marzo de 2019

Domingo de la Semana 1ª de Cuaresma. Ciclo C – 10 de marzo de 2019 «El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras fue tentado»



Lectura del libro del Deuteronomio (26, 4-10): Profesión de fe del pueblo escogido.

Dijo Moisés al pueblo: El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el al-tar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.
Los Egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces cla-mamos al Señor, Dios de nuestros padres; y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me has dado.»
Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.

Salmo 90,1-2.10-11.12-13.14-15: Está conmigo, Señor, en la tribulación. R./

Tú que habitas al amparo del Altísimo, // que vives a la sombra del Omnipotente, // di al Señor: «Refu-gio mío, alcázar mío, // Dios mío, confío en ti.» R./

No se te acercará la desgracia, // ni la plaga llegará hasta tu tienda, // porque a sus ángeles ha dado ór-denes // para que te guarden en tus caminos. R./

Te llevarán en sus palmas, // para que tu pie no tropiece en la piedra; // caminarás sobre áspides y víbo-ras, // pisotearás leones y dragones. R./

Se puso junto a mí: lo libraré; // lo protegeré porque conoce mi nombre, // me invocará y lo escucharé. // Con él estaré en la tribulación, // lo defenderé, lo glorificaré. R./

Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (10,8-13): Profesión de fe del que cree en Jesucrito.
Hermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.»
Se refiere al mensaje de la fe que os anunciamos. Porque si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás.
Por la fe del corazón llegamos a la justicia, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.»
Porque no hay distinción entre Judío y Griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (4,1-13): El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando
por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: -Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó: -Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre.»
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo: -Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodi-llas delante de mí, todo será tuyo. Jesús le contestó: -Está escrito: «Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto.»
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: -Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras.» Jesús le contestó: -Está mandado: «No tentarás al Señor tu Dios.»
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

 Pautas para la reflexión personal

El vínculo entre las lecturas

La mejor (y por qué no decir la única) manera de superar la prueba del desierto de la vida y las tenta-ciones del demonio es no apartarse de Dios (San Lucas 4, 1-13). Es confesar y creer en Jesús con el cora-zón y con los labios, en nuestro interior y en nuestra vida cotidiana (Romanos 10, 8-13). Jesucristo es la imagen fiel del Padre e Hijo del único Dios verdadero que liberó de la esclavitud a su pueblo (Deuteronomio 26, 4-10), y que salva a todo aquel que invoca su nombre. Pues: «con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación» (Rom 10,10).

 La Cuaresma

En el Evangelio de este Domingo, Lucas nos relata las tentaciones de Jesús en el desierto. La figura de Jesús que vuelve de su bautismo en el Jordán y durante cuarenta días es conducido por el Espíritu a través del desierto inhóspito sin probar alimento, abre el pórtico del tiempo litúrgico de la Cuaresma o cuarentena que hemos iniciado el miércoles de Ceniza. El número cuarenta (40) tiene un fuerte significado simbólico ya que sirve para expresar un periodo (días, noches o años) de presencia, de acción y revelación de Dios en la vida y en el mundo de los hombres.

Así vemos en algunos pasajes como: la duración del diluvio, permanencia de Moisés antes de recibir las tablas de la Ley, la marcha de Israel por el desierto, el camino de Elías hasta el Horeb, el plazo de Jonás a los ninivitas para su conversión, el lapso para las apariciones de Jesús Resucitado antes de su Ascensión y, ahora, ayuno y tentaciones de Jesús en el desierto.

Al iniciarse la Cuaresma, nuevamente nos concede Dios un tiempo de gracia y de con¬versión. La Cua-resma es uno de los tiempos fuertes de la vida de un cristiano; es un tiempo que se nos ofrece para dete-nernos a consi¬derar cuáles son los valores que mueven nuestra vida, cuáles son las cosas que nos afanan. El precepto principal del cristiano, el que resume toda la ley de Dios, dice: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón» (Mt 22,37); y Jesús nos dio un criterio claro para examinar el cumplimiento de ese precep-to principal: «Donde está tu tesoro allí está tu cora¬zón» (Mt 6,21). Debemos preguntar¬nos enton¬ces dónde está nuestro tesoro, qué es lo que acapara nuestra atención, lo que consume nuestro tiempo y nuestras energías; y si, como consecuen¬cia de este examen, descubriéramos que esa realidad es algo distinto que Jesucristo entonces debe¬mos iniciar un proceso de conversión, de cambio de rumbo.

Las obras cuaresmales (limosna, ayuno y oración) son las que demuestran que nuestro corazón es to-do de Dios; pues consisten en rechazar la seducción de las riquezas por medio de la limosna, en rechazar los placeres ilícitos y comodidades de esta vida por medio del ayuno y de la moderación en el uso de los bienes materiales, y en rechazar nuestro espíritu de suficiencia y autonomía por medio de la oración. Así demostramos que amamos a Dios más que el dinero, más que nuestra propia vida y que Él ocupa todo nuestro pensamien¬to y mundo interior.

 Las tres tentaciones

Observemos más de cerca cada una de las tenta¬cio¬nes y veamos en qué forma nos enseña Jesús a ven¬cer nuestras propias tentaciones. Pero...¿qué tentación podía sufrir Jesús? No necesitamos hacer pro-fundas elucubraciones para respon¬der a esta pregunta, pues la respuesta está explícita en el Evangelio. Al cabo de los cuarenta días sin comer nada, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que esta piedra se convierta en pan». Jesús es el Hijo de Dios y tenía poder para convertir esa piedra en pan; pero si lo hubiera hecho, habría sido infiel a su misión de abrazar verdaderamente la condición humana con sus carencias y limitaciones, siendo una de las más evidentes precisamente el hambre. Jesús sentía el grito de su natu¬raleza humana que lo urgía a apagar el hambre.

Pero en esa circunstancia no había más modo de hacerlo que faltar a la misión encomendada por su Padre. Y esto fue lo que le sugirió el diablo. Dejando en evidencia que ama a Dios con todo su corazón de hombre, Jesús acepta padecer el hambre antes que desobedecer a Dios. Hace propia la voluntad de Dios y rechaza la sugerencia del diablo, citando la Escri¬tu¬ra: «No sólo de pan vive el hombre».

En seguida el diablo tienta a Jesús con la posesión de las riquezas. Le muestra todos los reinos de esta tierra y le dice: «...porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si me adoras todo será tuyo». En algo tiene razón el diablo - como en toda seducción- en que la gloria de este mundo es suya. Quien ambiciona la gloria de este mundo, para poseerla, tiene que, olvidándose de Dios, abrirse a la acción del diablo, pues a él pertenece esta gloria y él la da a quien él quiere. Por eso Jesús lo llama el «príncipe de este mun¬do». Jesús rechazó la tenta¬ción citando el primer mandamiento de la ley de Dios: «Adora¬rás al Señor tu Dios y sólo a El darás culto». ¡El diablo quiere hacerse adorar por Jesús! ¡Hay que ser muy atre-vido para esto!

En la tercera tentación nuevamente el diablo sugiere a Jesús hacer alarde de su condición divina. Lo lleva al alero del templo y le dice que se tire porque «...A sus ángeles te encomendará para que te guar-den...». Jesús rechaza la tentación, pero deja en claro, de todas maneras, que Él es el Señor Dios. En efec-to, responde al diablo: «Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios».

Jesús nos enseña el modo de resistir las tentacio¬nes y de cum¬plir con el Plan de Dios. Si somos dóci-les, como fue Jesús, y nos dejamos conducir por el Espíritu de Dios, seremos verdade¬ra¬mente «hijos de Dios». San Pablo ciertamente tenía en mente este episodio cuando escribe: «Todos lo que se dejan condu-cir por el Espíritu de Dios son hijos de Dios». Y agrega: «Si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con Él, para ser también con Él glorificados» (Rom 8,14.17).

 ¿Quién es el tentador y que puede hacernos?

Tal vez una de las verdades de fe que confunde a mucha gente es la existencia del demonio y su ac-ción en el mundo. El demonio es un ser real y concreto, creado bueno por Dios, de naturaleza real y espiri-tual e invisible, que por su pecado se apartó de Dios y se convirtió en un ser «perverso y pervertidor» en su misma esencia.

¿Qué nos puede hacer el demonio? Lo primero que hay que tener en cuenta es que el demonio puede perturbarnos con las limitaciones (y capacidades) que tiene por ser una criatura angelical. Como dice San Agustín, el demonio es como un gran perro encadenado, que acosa, que mete mucho ruido, pero que so-lamente muerde a quienes se le acercan demasiado. Sin embargo, el demonio sí puede tener un cierto po-der sobre nosotros que puede ser fatal. No puede alcanzar directamente nuestra inteligencia y voluntad, facultades completamente espirituales y accesible sólo a Dios, pero puede, con sus poderes, afectar nues-tros sentidos externos como la vista, el tacto, el oído, y nuestros sentidos internos como la memoria, la fan-tasía y la imaginación.

Ninguna muralla, ninguna puerta blindada, ningún guardaespaldas es capaz de impedir la influencia de Satanás sobre la memoria o la fantasía de un hombre. Sin embargo, la sugestión del demonio nunca alcan-zará, solamente de modo indirecto, nuestra inteligencia y nuestra voluntad. Es decir tener dominio y control sobre la memoria e imaginación es guardar «la puerta y la entrada del alma» . Es tener en jaque al demo-nio.

Una palabra del Santo Padre:

«La Iglesia nos hace recordar ese misterio al inicio de la Cuaresma, porque nos da la perspectiva y el sentido de este tiempo, que es un tiempo de combate —en Cuaresma se debe combatir—, un tiempo de combate espiritual contra el espíritu del mal (cf. Oración colecta del Miércoles de Ceniza). Y mientras atra-vesamos el «desierto» cuaresmal, mantengamos la mirada dirigida a la Pascua, que es la victoria definitiva de Jesús contra el Maligno, contra el pecado y contra la muerte. He aquí entonces el significado de este primer domingo de Cuaresma: volver a situarnos decididamente en la senda de Jesús, la senda que con-duce a la vida. Mirar a Jesús, lo que hizo Jesús, e ir con Él.

Y este camino de Jesús pasa a través del desierto. El desierto es el lugar donde se puede escuchar la voz de Dios y la voz del tentador. En el rumor, en la confusión esto no se puede hacer; se oyen sólo las voces superficiales. En cambio, en el desierto podemos bajar en profundidad, donde se juega verdadera-mente nuestro destino, la vida o la muerte. ¿Y cómo escuchamos la voz de Dios? La escuchamos en su Palabra. Por eso es importante conocer las Escrituras, porque de otro modo no sabremos responder a las asechanzas del maligno. Y aquí quisiera volver a mi consejo de leer cada día el Evangelio: cada día leer el Evangelio, meditarlo, un poco, diez minutos; y llevarlo incluso siempre con nosotros: en el bolsillo, en la cartera... Pero tener el Evangelio al alcance de la mano. El desierto cuaresmal nos ayuda a decir no a la mundanidad, a los «ídolos», nos ayuda a hacer elecciones valientes conformes al Evangelio y a reforzar la solidaridad con los hermanos.

Entonces entramos en el desierto sin miedo, porque no estamos solos: estamos con Jesús, con el Pa-dre y con el Espíritu Santo. Es más, como lo fue para Jesús, es precisamente el Espíritu Santo quien nos guía por el camino cuaresmal, el mismo Espíritu que descendió sobre Jesús y que recibimos en el Bautis-mo. La Cuaresma, por ello, es un tiempo propicio que debe conducirnos a tomar cada vez más conciencia de cuánto el Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, obró y puede obrar en nosotros. Y al final del itinerario cuaresmal, en la Vigilia pascual, podremos renovar con mayor consciencia la alianza bautismal y los com-promisos que de ella derivan. Que la Virgen santa, modelo de docilidad al Espíritu, nos ayude a dejarnos conducir por Él, que quiere hacer de cada uno de nosotros una “nueva creatura”».

Papa Francisco. Ángelus 12 de febrero de 2015.


 Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana.

1. ¿Cómo voy a vivir lo que la Santa Madre Iglesia recomienda para este tiempo: la limosna el ayuno y la oración? Pongamos medios muy concretos.

2. ¿Cómo puedo vivir la Cuaresma en mi familia?

3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 386 - 395. 1168-1173.


texto facilitado por JUAN R. PULIDO, presidente de Adoracion Nocturna, Toledo

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