sábado, 31 de julio de 2021
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 31 de Julio de 2021
Es hermoso recorrer la vida de los Santos para percibir lo que puede hacer el Espíritu Santo en la vida de un ser humano, para ver como el Espíritu Santo puede cambiar completamente la vida de una persona y llevarla a lo más alto. Hoy recordamos lo que hizo el Espíritu Santo en San Ignacio de Loyola.
Después de una batalla defendiendo la ciudad de Pamplona, el valiente Ignacio quedó herido. Allí el Espíritu Santo aprovechó para hacer de las suyas.
Durante el tiempo de reposo Ignacio se dedicó a la lectura, y este providencial acontecimiento hizo que leyera la vida de Cristo y algunas vidas de santos, con lo cual se encendió en él la llama de la entrega apasionada al Señor.
En el altar de la Virgen de Montserrat dejó su espada y comenzó una peregrinación vestido de mendigo. Al poco tiempo alcanzó una gran profundidad espiritual que expresó en sus ejercicios espirituales.
Luego de una adecuada preparación, se ordenó de sacerdote y formó un pequeño grupo con fuertes inquietudes evangelizadoras. De allí surgió después su fecunda Compañía de Jesús. Sus obras y las de su Compañía son incontables.
A la muerte de Ignacio, en 1556, la Compañía había llegado a la India y a Japón, con un inquebrantable entusiasmo y creatividad evangelizadora. Ciertamente la tarea evangelizadora de la Iglesia le debe muchísimo.
Pasó los últimos tiempos de su vida disfrutando de altísimas experiencias místicas, cargadas de llamativa ternura y de místico gozo, que aparecen reflejadas en su diario íntimo. Para Ignacio Dios debía ser el principio y el fundamento de todo. Por eso, lo primero en la vida cristiana consiste en aceptar con amor que la propia vida haya sido creada para amar, adorar y servir a Dios.
Aceptando eso con sinceridad, entonces sí es realmente posible dejarlo todo y entregarlo hasta el fin, sin reservas. De hecho, la vida de Ignacio estuvo consagrada a buscar la mayor gloria de Dios, y todas sus obras eran realizadas con esa finalidad.
_Pidámosle al Espíritu Santo que nuestra vida no transcurra en la mediocridad, que nos transforme hasta el fondo y nos lleve a vivir en profundidad, entregándolo todo._
_No podemos hacerlo solos; pero el Espíritu Santo puede hacerlo, su cooperamos con Él_
_Que así sea._
sábado, 24 de julio de 2021
o Apóstol, Patrón de EspañSolemnidad de Santiaga. « Mi cáliz lo beberéis.»
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,33; 5,12.27-33; 12.2): El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago.
En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: -«¿No os hablamos prohibi-do formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: -«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nues-tros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Tes-tigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cu-chillo a Santiago, hermano de Juan.
Salmo 66,2-3.5.7-8: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. R./
El Señor tenga piedad y nos bendiga, // ilumine su rostro sobre nosotros; // conozca la tierra tus cami-nos, // todos los pueblos tu salvación. R./
Que canten de alegría las naciones, // porque riges el mundo con justicia, // riges los pueblos con recti-tud // y gobiernas las naciones de la tierra. R./
La tierra ha dado su fruto, // nos bendice el Señor, nuestro Dios. // Que Dios nos bendiga; // que le te-man hasta los confines del orbe. R./
Lectura de la segunda carta de San Pablo a los Corintios (4,7-15): Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús.
Hermanos: El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosa-dos, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, lleva-mos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros.
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucita-rá y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.
Lectura del Santo Evangelio según San Mateos (6, 20–28): Mi cáliz lo beberéis.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: -¿«Qué deseas?» Ella contestó: -«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? » Contestaron: -«Lo somos.» Él les dijo: -«Mi cáliz lo bebe-réis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quie-nes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo hablan oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»
Pautas para la reflexión personal
Dios nos da fuerzas para poder "beber de su cáliz"
"El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión con el perdón de los pecados" Hechos 4,33.
Este texto de los Hechos de los Apóstoles contiene el kerigma completo proclamado por ellos después de la resurrección, consiguientemente también por Santiago, que será el primero en derramar su sangre y participar plenamente en el cáliz redentor de Cristo, como respondió a Jesús que podía.
Bajo la autoridad de Pedro y con el acuerdo de los doce, se distribuyen la tierra conocida para procla-mar este mensaje de perdón y de salvación, como les había ordenado Jesús.
Según la tradición, a España, provincia del Imperio, viene Santiago el Mayor, uno de los hijos del Zebe-deo, el hermano de Juan. De carácter fuerte y ambicioso, arrebatado, Hijo del Trueno, y predilecto del Señor. Hispania, culturizada por Roma, se había enriquecido con un cruce de colonizaciones y civilizacio-nes.
Desde la Hesperia de los griegos y la Iberia de los cartagineses hasta de nuevo la Hispania romana, de vuelta al nombre de los fenicios, seguidores de los reyes del mito, Gerión, Gárgoris y Habis, su hijo inces-tuoso, amamantado por las ciervas del monte, como Rómulo y Remo por la loba de Roma, los iberos de África, antes de Argantonio, ya habían dado a nuestra patria el nombre primigenio de Iberia, como hija del padre Ebro, máximo exponente de la tierra.
Del centro y del norte de Europa, llegaron después los celtas, hombres rubios y algo más refinados, en contraste con los africanos, que eran morenos y fuertes. Del mestizaje de los dos pueblos nacerán los cel-tíberos, que darán el nombre a Celtiberia. Los griegos también colonizan a Iberia, antes de que vengan los romanos e integren la península como Hispania, constituida ya colonia romana.
Este cruce de invasiones dio lugar a un enjambre de paganismo y de religiones, necesitadas de evan-gelio y difíciles para recibirlo.
A este campo duro de siembra llega Santiago, y aquí, lejos de Oriente, en el "finis terrae" y confín del "mare tenebrosum", donde acaba la tierra, sembró las primeras semillas de las que brotaron los siete varo-nes apostólicos, todos ungidos obispos de las primeras comunidades cristianas de España, que prepararán la gran gesta y la mayor evangelización de los nuevos pueblos de América, donde después de 1.500 años, España dejará la fe, la lengua, las costumbres y hasta el nombre de algunas ciudades, como Santiago de los Caballeros en la República Dominicana, Santiago en Cuba, en Brasil, en Panamá, en Costa Rica, en Paraguay, en Perú y en Chile.
Sudor y zozobra. Angustia y desamparo. Tanto sufría Santiago que María, la madre del Señor, compa-decida de la soledad del Apóstol y, seguramente con la recomendación de su hermano Juan, y su hijo, vino en carne mortal a Zaragoza, la Cesaraugusta de nombre imperial, situada en la orilla del Ebro, a con-fortar su espíritu, según mantiene la vieja y arraigada tradición.
María fortaleció su corazón solitario, su siembra al parecer estéril, la tortura del Reino que no cuajaba. No hay soledad mayor que la del que habla un lenguaje que no es comprendido, ni él mismo comprende el lenguaje y la vida de aquellos a quienes trae la Vida, porque se expresan en códigos diferentes.
Su siembra dolorosa fue fecunda: Santiago introdujo a María en España y España introducirá a María igualmente en América y con ella la fe, hoy tan firme y floreciente. Vuelto a Jerusalén, "el rey Herodes lo hizo decapitar para complacer a los judíos".
A los que seguimos sembrando nos fortalece el pensar y ver que es verdad que el grano sembrado en tierra da mucho fruto, viendo la cosecha de la predicación del Apóstol, que parecía inútil.
Según el Codex Calixtinus del siglo XII, y la Leyenda Áurea del siglo XIII, los discípulos del santo trans-portaron su cuerpo por mar hasta Galicia, y lo depositaron cerca de la ciudad romana Iria Flavia.
Otra tradición hace protagonistas a los monjes andaluces que, huyendo de la invasión musulmana, subieron hacia arriba, llevando consigo los huesos de Santiago. Pero el hecho de la evangelización de Es-paña por Santiago consta ya en el Breviarium Apostolorum del siglo VII.
Su sepulcro, como el de Jesús en Jerusalén, en las Cruzadas, y el de Pedro y Pablo en Roma, en las romerías, se convirtió en lugar de peregrinación, para conseguir la perdonanza atravesando el Pórtico de la Gloria del maestro Mateo.
Allí nació Europa, y allí tiene sus raíces. A recobrar esas raíces de su evangelización convocó Juan Pa-blo II a Europa, en el año 1982: "Europa, sé tú misma". Venían de Europa los peregrinos, trasvasando fe, cultura y fraternidad. Con las multitudes vinieron también personajes como Carlomagno y el Poverello de Asís.
Desde Somport a Roncesvalles, llegando hasta Puente la Reina en Navarra, la tierra riojana, y la caste-llana hasta arribar por fin en Galicia, a Santiago, Campo de estrellas. Decían los alemanes: Grande fue nuestra devoción en Roma ante San Pedro y San Pablo, pero la mayor la sentimos ante el sepulcro de Santiago en Compostela.
Avanzaban cantando sin importarles mezclar el latín con el alemán: Herru Santiagu, Got Santiagu, eu-treia, esuseia, Deus aia nos. Señor Santiago, Divino Santiago, adelante, arriba, Dios nos ayude.
Bien puede decir Santiago con Pablo que "el tesoro de la fe lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros". Por eso aunque "nos aprietan por todos lados, no nos aplastan". Y si "nos entregan a la muerte por causa de Jesús, es para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal" 2 Corintios 4,7.
Como a Él lo entregaron a la muerte, también a nosotros. Por tres veces fue corregido por Jesús: En Samaria, cuando quería hacer llover fuego de destrucción. Cuando interpuso la mediación de su madre pidiendo el puesto más apetecible a su entender. Cuando en Getsemaní, se durmió mientras Jesús agoni-zaba: ¿No habéis podido velar una hora conmigo?.
¿Podéis beber mi cáliz?
Con el martirio de Santiago se cumple la palabra profética de Jesús: "Beberéis mi cáliz". Se lo dijo cuando estaba lejos de desear la muerte, sino un cargo sobresaliente en el reino de Jesús, concebido a la manera humana, en competencia con Pedro, quien, con su hermano Juan, eran los tres predilectos de Jesús: Les había elegido para que vieran la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración y su oración en el Huerto. "No sabían lo que pedían" Mateo 20,20.
Ocurre hoy, como ayer y como siempre, cuando se busca, se pretende, se rodea el mundo y se inter-ponen mediadores para conseguir los primeros puestos, sin darse cuenta de que el porrazo es más reso-nante, cuanto de más alto se cae. Ya dijo San Pío X, cuando le elevaron a obispo de Mántua: mientras el sacerdote lleva la cruz por dentro es soportable.
Cuando la lleva por fuera, es intolerable. Pero al que lo procuró hay que recordarle la frase castella-na: Fraile mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten.
Los dos Zebedeos, Santiago y Juan, sobre todo el impetuoso Santiago, como los discípulos que se in-dignaron cuando oyeron su pretensión, estaban aún verdes para la cosecha del martirio. No había venido todavía el Espíritu que les haría fuertes a unos y a otros para dar testimonio de la muerte y la resurrección de Cristo.
Que nadie se desespere ante su inmadurez en la fe, sabiendo que esta fuerza viene de Dios, que cons-tantemente trabaja nuestro corazón, si le dejamos, con la gracia, con el riego de la oración personal, con los sacramentos, y especialmente con el de la Eucaristía, que estamos celebrando, con el que nos unimos a la Pascua de Jesús. Con su fuerza "nuestra tierra dará su fruto, porque nos bendice el Señor, nuestro Dios" Salmo 66.
(Rvdo. Jesús Martí Ballester)
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 24 de Julio de 2021
¿Cómo transforma nuestro comportamiento el Espíritu Santo?
Lo hace con la ayuda de nuestra cooperación, porque Él quiere que también seamos activos en nuestro crecimiento.
El desarrollo de las virtudes requiere algunas renuncias. Por ejemplo, para aprender a ser pacientes, a veces tenemos que renunciar a decir algunas cosas, o a quejarnos, o a maltratar a otros; para ser humildes a veces tenemos que renunciar a hablar de nosotros mismos; para ser generosos tenemos que renunciar a algunos bienes.
Cada vez que decimos que no a algo inconveniente (un amor prohibido, una experiencia peligrosa, algo indebido) nos queda un vacío, una especie de hueco interior que reclama. Pero ¿con qué se llena ese vacío para que se convierta en algo positivo?
En realidad, el solo hecho de renunciar a algo que no es bueno ya debería hacernos sentir nobles y serenos con nuestra conciencia. Pero eso puede ser sólo orgullo, una necesidad de aparentar, el deseo de sentirse importante, o una forma de cuidarse para evitar problemas. Entonces, eso no hace más que dejarnos en la superficialidad.
Lo único que llena el vacío es el amor. Renunciar cuando es necesario, pero por amor, realmente por amor. Entonces sí una renuncia nos deja una sensación de haber profundizado en la vida.
Ninguna virtud vale la pena si no está impregnada de amor. Por eso, una persona austera y sacrificada, pero sin amor, no es más que un egoísta o un vanidoso. Se contempla a sí mismo y le gusta sentirse más perfecto que otros. Eso no es profundidad, porque la persona se queda en el nivel superficial de la vanidad. Pero sólo el Espíritu Santo puede darnos el amor que no tenemos, y por eso, antes de cualquier esfuerzo, es necesario invocarlo y pedirle insistentemente que derrame la fuerza del amor en nuestro interior.
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lunes, 19 de julio de 2021
Lunes, 19 de Julio de 2021
Cuando uno recibe el Espíritu Santo como fuente del propio bien, uno se vuelve un instrumento para comunicar ese bien a los otros. San Buenaventura enseña que si uno deja de dar, deja también de recibir, por eso, la mejor manera de conservar los bienes espirituales es comunicándolos, compartiéndolos. El Espíritu Santo no puede actuar en una persona que se resiste a dar y a compartir.
_"Si los ángeles superiores se contuvieran y no quisieran comunicarse a los ángeles inferiores, se cerrarían para sí mismos el camino del influjo divino. Si niegas a otros el bien que recibes de Dios, no eres digno de la vida eterna"._
(S. Buenaventura)
También decía San Buenaventura:
_"¿Quieres que la piedad de la madre Iglesia descienda hasta ti? Entonces llena el cántaro del vecino."_
Cuando lleno el cántaro del hermano, mi cántaro se mantiene lleno. Es el milagro del amor que puede producir el Espíritu Santo en nuestras vidas.
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*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 19 de Julio de 2021 Cuando uno
recibe el Espíritu Santo como fuente del propio bien, uno se vuelve un instrumento para comunicar ese bien a los otros. San Buenaventura enseña que si uno deja de dar, deja también de recibir, por eso, la mejor manera de conservar los bienes espirituales es comunicándolos, compartiéndolos. El Espíritu Santo no puede actuar en una persona que se resiste a dar y a compartir.
_"Si los ángeles superiores se contuvieran y no quisieran comunicarse a los ángeles inferiores, se cerrarían para sí mismos el camino del influjo divino. Si niegas a otros el bien que recibes de Dios, no eres digno de la vida eterna"._
(S. Buenaventura)
También decía San Buenaventura:
_"¿Quieres que la piedad de la madre Iglesia descienda hasta ti? Entonces llena el cántaro del vecino."_
Cuando lleno el cántaro del hermano, mi cántaro se mantiene lleno. Es el milagro del amor que puede producir el Espíritu Santo en nuestras vidas.
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jueves, 15 de julio de 2021
16ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 6, 30-34
El domingo pasado veíamos cómo Jesús envía a sus apóstoles a predicar de dos en dos por aquellos pueblos cercanos. Hoy consideramos la vuelta. Vuelven contentos por la labor realizada. Han visto cómo los demonios se alejaban, especialmente por la conversión de muchos a quienes predicaban lo que ellos habían aprendido de las enseñanzas de Jesús. Pero también estaban cansados. Jesús, lleno siempre de bondad y misericordia les propone tener unas vacaciones. Para ello suben a la barca para pasar a la otra orilla, que era lugar más solitario a fin de poder examinar y evaluar todo lo que habían realizado en aquellos días de predicación.
Las vacaciones son muy buenas o, como podemos decir de todas las cosas de la tierra, pueden ser buenas, como también pueden desvirtuarse. Desgraciadamente hay cristianos que en tiempo de vacaciones se apartan de las cosas de Dios, porque se entregan al desenfreno y quizá a los vicios. Decía el papa Juan Pablo II que las vacaciones sirven para “redescubrir los auténticos valores del espíritu”. Lo que pasa, decía, es que muchas veces “se quema el espíritu por la disipación y la simple diversión”. Pero, decía: “pueden convertirse en una ocasión propicia para volver a dar aliento a la vida interior”. Así que buena es una sana recreación y esparcimiento, pero dejando espacio para la oración, las buenas lecturas, sin olvidar la participación en los sacramentos, especialmente la Eucaristía en el día del Señor.
El caso es que la gente, que ansiaba escuchar la palabra de Jesús, cuando les vio marcharse en la barca, se fueron deprisa por la orilla, y cuando llegó Jesús con los apóstoles, vio que había una gran multitud deseando escucharle. Se terminaron las vacaciones. Una gran cosa es saber cambiar de planes, adaptándose a las nuevas circunstancias. A veces encontramos personas que o nunca pueden tener vacaciones por sus ocupaciones como pasa con muchas familias pobres, o no quieren tenerlas, como pasa con personas religiosas muy entregadas a su vida de convento o a labores apostólicas. De todas las maneras podemos considerar, como vacaciones necesarias para todos, los momentos que debemos tener de oración y tranquilidad con Dios, como Jesús que se solía retirar solo a orar. La misa del domingo podemos aceptarla como un pequeño retiro con Jesús para revisar nuestra vida.
Jesús se compadeció de la gente porque les vio “como ovejas sin pastor”. Hoy en la primera lectura el profeta Jeremías, de parte de Dios, se queja de los malos pastores o guías espirituales en el pueblo de Israel y promete que Dios enviará un pastor de verdad que nos guiará por los caminos rectos. Una oveja sin pastor no es oveja libre sino descarriada, que va sin saber a dónde ir y está expuesta al asalto de cualquier alimaña. Así pasa con muchos que se creen libres, pero están desorientados. No encuentran el sentido de su vida y cada vez más ven problemas sin soluciones. Debemos tener un verdadero pastor, que no sea un hombre como nosotros. Por eso Dios mismo se hizo como nosotros, para enseñarnos el camino, de modo que nosotros, sin perder la libertad, aceptemos el camino recto del amor y las bienaventuranzas.
Jesús actúa como un verdadero pastor. No pierde la calma, sino que “con calma” se pone a predicar. No nos dice san Marcos qué es lo que predicaría. Cuando es así, se supone que principalmente expondría el “Reino de los cielos”, como dice al principio de su evangelio, Reino que ya se da aquí al aceptar el amor de nuestro Padre Dios y al realizar ese amor en la concordia y hermandad entre todos nosotros.
En la Iglesia es necesaria la formación de “pequeños grupos”, pero también la dedicación a la multitud. A veces es difícil el equilibrio y puede haber tensiones y problemas. Jesús predicaba a la multitud, pero muchas veces se reunía a solas con los discípulos, porque les tenía que enseñar más profundamente lo que hablaba para todos. Así nosotros aprovechemos lo que es para todos y los encuentros más íntimos.
Padre SILVERIO
Domingo de la Semana 16ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «Andaban como ovejas sin pastor»
Lectura del Profeta Jeremías (23, 1-6): Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores.
Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño -oráculo del Señor-. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ove-jas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones - oráculo del Señor-. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá -oráculo del Señor-.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia.»
Salmo 22,1-3a.3b-4.5.6: El Señor es mi pastor, nada me falta. R./
El Señor es mi pastor, nada me falta: // en verdes praderas me hace recostar; // me conduce hacia fuentes tranquilas // y repara mis fuerzas. R./
Me guía por el sendero justo, // por el honor de su nombre. // Aunque camine por cañadas oscuras, //
nada temo, porque tú vas conmigo: // tu vara y tu cayado me sosiegan. R./
Preparas una mesa ante mi, // enfrente de mis enemigos; // me unges la cabeza con perfume, // y mi copa rebosa. R./
Tu bondad y tu misericordia me acompañan // todos los días de mi vida, // y habitaré en la casa del Se-ñor // por años sin término. R./
Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios (2, 13-18): Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
Hermanos: Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes es-tabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a voso-tros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mis-mo Espíritu.
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (6, 30–34): Andaban como ovejas sin pastor.
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Pautas para la reflexión personal
El vínculo entre las lecturas
Los reyes han pastoreado mal al pueblo elegido y por eso se han dispersado. El Señor nunca se olvida de su pueblo elegido y promete reunirlos de nuevo mandando buenos pastores - como el Rey David - que siendo prudentes y justos, devolverán al pueblo el descanso en su tierra (Primera Lectura). En el Evangelio Jesús se muestra como el Pastor Bueno que siente lástima y compasión por las multitudes que lo siguen ya que andan necesitadas de orientación y es por eso que se pone a enseñarles «muchas cosas».
El pastoreo de Jesucristo es universal y por medio de su sacrificio salvífico es capaz de derrumbar el «muro de enemistad» que existía entre judíos y paganos. Efectivamente, un muro de piedra separaba en el Templo de Jerusalén el patio de los judíos del patio de los paganos; el historiador Flavio Josefo relata que sobre este muro había letreros que prohibían el paso a todo extranjero bajo pena de muerte. Las legiones romanas de Tito y Vespasiano derribaron el muro físico en el año 70. Pero ya antes Jesucristo había hecho de los dos pueblos «un solo Cuerpo», un nuevo pueblo (Segunda Lectura).
«El Señor es mi pastor nada me falta…»
La Primera Lectura del profeta Jeremías contiene un pliego de reclamos contra los malos pastores del pueblo de Israel; condena que viene a sumarse a la que encontramos en Ezequiel 34. El concepto de «pas-tor» en el Antiguo Testamento es muy amplio y se refiere fundamentalmente a los reyes siendo también aplicable a los profetas y a los sacerdotes. Era una imagen muy familiar en una cultura de pueblos nóma-des, cuyos antepasados fueron pastores: los Patriarcas, Moisés y el mismo rey David entre otros.
Ante el abandono del pueblo, será el mismo Señor quien ahora se convertirá en el Pastor de su rebaño y suscitará en el futuro un vástago legítimo de David; cuyo nombre será «germen -retoño- justo». Jugando con el nombre Sedecías , rey de turno que había sido impuesto por los babilonios, Jeremías evocará al rey ideal por el cual el Señor hará justicia, es decir salvará a su pueblo. El rey esperado se llamará «Yahveh nuestra justicia».
La justicia - en sentido bíblico- designa la reconciliación que Dios realiza en la historia, restituyendo al hombre la posibilidad de volver a entrar en alianza con Él. El hombre cuando peca se hace injusto; Dios, en su infinita misericordia, hace justo al hombre a través de la reconciliación, haciéndolo capaz de vivir nue-vamente en relación con Él. A la «justicia-reconciliación» de Dios corresponde la respuesta del hombre, que con su fidelidad a la Ley se mantiene como «hombre justo» delante de Dios. Por lo tanto, el Plan mesiánico de justicia implica, por una parte, la acción reconciliadora, gratuita y misericordiosa de Dios; por otra, la res-puesta humana de fidelidad a los mandamientos, practicando la justicia con sus semejantes. Jeremías anuncia que el Señor reunirá de nuevo a su pueblo y cuidará de él, a través de un rey ideal de justicia y a través de pastores que, ejerciendo el derecho y la justicia, devolverán al pueblo la posesión de la tierra y la felicidad de habitar en ella. El regreso deseado a la tierra prometida será tan admirable como la entrada original en la tierra y hará olvidar el antiguo Éxodo (ver Jr 16,14-15).
El Salmo responsorial de este Domingo es el bellísimo Salmo 23 (22): «El Señor es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba, me apacienta». Es tal la belleza y la riqueza de este salmo, que los Pa-dres de la Iglesia veían en él un claro anuncio del banquete eucarístico: «Tú preparas ante mí una me-sa...unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa…».
«Venid a mí los cansados...»
El Evangelio del Domingo pasado nos narraba el momento en que Jesús mandó por primera vez a los Doce a predicar la Buena Nueva. Los apóstoles se reunieron con Jesús a contarle, con alegría, lo que ha-bían hecho y enseñado. Vemos como el Señor y sus discípulos terminaban extenuados después de la mi-sión apostólica por las ciudades y aldeas vecinas, no teniendo ni tiempo para comer. Entonces Jesús asu-me la actitud paternal del buen Pastor y les dice: «venid vosotros solos a un sitio tranquilo y descansad un poco». Él mismo se preocupa de que los apóstoles tomen un merecido descanso. Este bello gesto de Jesús tan humano y tan comprensivo, nos muestra la actitud que tiene con cada uno de nosotros. El Evangelio nos enseña que no existe para el hombre descanso verdadero, sino es en Dios.
Según leemos en la Biblia, Dios trabajó seis días, llevando a cabo la obra de la creación, y al séptimo día, Dios «descansó». San Agustín nos dice: «¡Cuánto nos ama Dios, pues cuando descansamos nosotros, llega a decir que descansa Él!». El verdadero descanso del hombre es una participación en el descanso de Dios. El descanso no puede ser entendido solamente como una reposición de las sustancias vitales desgas-tadas por la faena diaria ya que el ser humano es mucho más que un conglomerado de complejos procesos químicos.
El verdadero descanso tiene en cuenta que el hombre, creado a imagen y semejanza del Creador, so-lamente lo podrá realizar en amistad con su Creador. Este Evangelio nos muestra la realización concreta de esa invitación que Jesús dirige a todos: «Venid a mí los cansados y agobiados; yo os daré descanso» (Mt 11,28). Esto es lo que hace Jesús con sus apóstoles. En ese mismo texto Jesús indica la condición del ver-dadero descanso: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11,29). Por eso si no descansa en el Señor el alma y el espíritu; tampoco podrá repo-sar plenamente el cuerpo. Hoy en día vemos por doquier que lo que verdaderamente falta es el «descanso del alma y del espíritu». Los mismos días libres son días de agitación y hasta de compras para muchos. No hay tiempo para la oración ya que no hay tiempo para entrar en el descanso de Dios sin embargo sigue muy vigente la experiencia de San Agustín: «Nos creaste, Señor para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en ti» (Confesiones 1,1). El peligro de quedar absorbidos en los muchos quehaceres amenazaba también a los apóstoles ya que «no les quedaba ni tiempo para comer». Y no obstante teniendo tanto que hacer, se fueron con Jesús en la barca a un lugar solitario.
Un corazón lleno de misericordia
Al desembarcar, Jesús, vio mucha gente y «sintió compasión por ellos, pues estaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas». El término griego de «sintió compasión» es «esplajnist-he»que se traduce mejor como: «fue movido a compasión». Es decir, no sólo sintió pena, sino amor y pie-dad. Es interesante notar que en los Evangelios este término se usa sólo en referencia a Dios ya que es un sentimiento propiamente divino. La multitud estaba desorientada, pero cuando ven a Jesús, allí se reúnen todos en un mismo lugar formando un solo rebaño. Él los congrega en torno a sí. Mientras están con Él, escuchándolo, siguiéndolo; están seguros, no les falta nada porque tiene un Pastor. Jesús es el único Pas-tor, es el Buen Pastor que da la vida por cada uno de nosotros. La verdadera compasión con los pobres, como escribe Beda, consiste en abrirles por la enseñanza, el camino a la verdad que los librará de los pa-decimientos corporales.
La obra de la reconciliación de Jesús ha consistido en unir lo que estaba separado, unir a los pueblos separados entre sí con Dios. Las expresiones «estar cerca» y «estar lejos» que leemos en la carta a los Efesios (ver Ef 2,13), ya las encontramos en Is 57,19; y eran frecuentes en los rabinos para designar a los judíos y a los paganos respectivamente. De los prosélitos se decía que «habían sido acercados». Los úni-cos que se consideraban «cerca» eran los judíos. Judíos y paganos estaban separados, como hemos men-cionado, por un muro físico (Soreg)en el Templo de Jerusalén. El muro material era símbolo de la separa-ción moral existente. Ambos pueblos estaban necesitados de reconciliación y de paz, como vemos también hoy en día. Unidos en Cristo se ha formado un solo pueblo, un solo cuerpo que tiene a Cristo mismo por cabeza. Un solo rebaño con un solo Pastor…
Una palabra del Santo Padre:
«El Evangelio de hoy nos dice que los apóstoles después de la experiencia de la misión, están conten-tos pero cansados. Y Jesús lleno de comprensión quiere darles un poco de alivio. Entonces les lleva a aparte, un lugar apartado para que puedan reposarse un poco. “Muchos entretanto los vieron partir y en-tendieron… y los anticiparon”.
Y a este punto el evangelista nos ofrece una imagen de Jesús de particular intensidad, ‘fotografiando’ por así decir sus ojos y recogiendo los sentimientos de su corazón. Dice así el evangelista: “Al desembar-car, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”.
Retomemos los tres verbos de este sugestivo fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los podemos llamar los ‘verbos del Pastor’. El primero y el segundo están siempre asociados a la actitud de Jesús: de hecho su mirada no es la de un sociólogo o la de un foto repórter, porque Él mira siempre “con los ojos de corazón”. Estos dos verbos: ‘ver’ y ‘tener compasión’, configuran a Jesús como el Buen Pastor. También su compasión no es solo un sentimiento humano, pero es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra.
O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña. ¡Qué bello es esto!».
Papa Francisco. Ángelus del 19 de julio de 2015.
Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana
1. ¿Qué es descansar? Descansar no significa hacer nada o perder tristemente el tiempo viendo du-rante horas la televisión sin ningún provecho. Descansar es ocuparse de otras actividades útiles para nosotros y nuestro prójimo. ¿Cómo aprovecho mis días de descanso? ¿Cómo vivo el «día del Señor»?
2. Leamos y meditamos en familia el bello Salmo 23(22): «El Señor es mi Pastor».
3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 426-429. 2034. 2448
texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente de AORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA, TOLEDO
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 15 de Julio de 2021
Cuando uno ha sido tocado por el Espíritu Santo, puede vivir algunas experiencias gratis, sin estar pendiente de uno mismo. Es la capacidad de admirarse y de alegrarse por el otro, pero sin estar pensando que es algo mío, y sin estar buscando poseerlo para mí.
En todo caso, me alegro de poder disfrutar algo con los demás, como algo nuestro, no como algo mío.
Amo a Dios porque es un bien, no porque es mío, y aun cuando lo percibo como bueno para mí, en realidad el mismo impulso del amor me lleva a buscarlo como un bien para nosotros.
Esta renuncia a ser el único, producida por el Espíritu Santo, es una forma de comprobar que realmente hemos salido de nosotros mismos. En esta renuncia a ser único la recompensa no es más que el mismo amor que ama por amar, en una generosa ampliación del yo. En este sentido debe entenderse la exhortación paulina a que *"cada uno no busque su propio interés sino el de los demás,"*
(1 Corintios 10, 24) en el mismo contexto en que sostiene: *"si un alimento causa tropiezo a mi hermano nunca jamás comeré carne"*
(8, 13)
Esta expresión - *"que nadie busque su propio interés"*- aparece también en los Filipenses 2, 4, donde el modelo que se presenta inmediatamente es el de Cristo que *"se despojó de sí mismo"* (2, 7)
Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a hacer el bien gratis,no pensando tanto en nosotros mismos sino en las necesidades de los hermanos.
Así sea.
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miércoles, 14 de julio de 2021
Para Meditar hoy Miércoles.-
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Palabra del Señor
Hoy Jesús ora en voz alta al Padre con esta preciosa bendición: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se la has dado a conocer a los sencillos".
Jesús sabe que sólo un corazón de niño puede acceder al amor verdadero, a la fe. Sólo un corazón sin doblez, trasparente, puede reconocer a Dios Padre en el rostro de Jesucristo. Sólo la sencillez es la sabiduría necesaria para ser discípulo y poder conocer los secretos del Reino. Sólo el hombre sencillo ha entendido la humildad de nuestro Dios que se abaja para enseñarnos a recorrer el único camino que lleva a la vida, el del anonadamiento, el del servicio a todos, en definitiva, el dar la vida por los demás.
Esta es la sabiduría del discípulo, una vida entregada, un corazón sencillo y una palabra transparente. Así nos quiere Dios.
*_Rvdo. D. Manuel Blanco_*
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 14 de Julio de 2021
El Espíritu Santo está como inclinado hacia Jesús, pendiente de su belleza, como un eterno enamorado, infinitamente cautivado por Jesús. Por eso, cuando Él nos transforma por dentro, siempre nos lleva de alguna manera a Jesús, y nos ilumina para que descubramos a Jesús en los demás.
Quizás todavía tengas en tu corazón un deseo de fraternidad, una inquietud por un mundo de hermanos. Pero a veces la relación con los demás se hace difícil. ¿Has intentado descubrir de verdad en los demás el rostro de Jesús?
Por ejemplo, si ves a alguien que está mal, que está siempre irritado, que trata a los demás de mala manera, ¿no intentaste imaginar que actúa así por los grandes sufrimientos que lleva en su interior, por las desilusiones que le amargaron el alma, porque su infancia fue desastrosa, porque se siente un inútil o un fracasado?
Entonces podrías imaginar a Jesús sufriendo en su interior, sufriendo con él. Recuerda que Jesús en la Cruz compartió nuestro dolor y experimentó todo lo que nosotros sufrimos. Nadie está más cerca del que sufre que Jesús.
Por eso, para aprender a amar y a tener paciencia, sería bueno que le pidieras al Espíritu Santo que te ayude a descubrir a Jesús en los demás, y que lo intentes.
Eso puede producir un cambio maravilloso en tu relación con los demás porque ellos sentirán que los estás mirando de otra manera, se sentirán respetados así como son, y reconocerán algo divino a través de tu mirada.
Vale la pena.
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martes, 13 de julio de 2021
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 13 de Julio de 2021
Muchas veces nos agredimos a nosotros mismos por errores que hemos cometido en el pasado. Puede suceder que se trate de algo muy viejo, pero que no deja de regresar a la memoria cada tanto, y nos lleva a darnos un golpe en la cabeza diciendo cosas como éstas:
_"¿Por qué? ¡Cómo pudiste hacer eso! ¡Por qué no lo evitaste! ¡No valía la pena! ¡Cómo se te ocurrió decir esa tontería!"_
Quizás sabemos que en realidad no somos culpables de lo que hicimos, porque en verdad teníamos una intención buena, no teníamos mala intención; pero igualmente nos culpamos y nos agredimos.
Quizás sabemos que en realidad no somos culpables de lo que hicimos, porque en verdad teníamos una intención buena, no teníamos una mala intención, pero igualmente nos culpamos y nos agredimos por no haberlo evitado.
El remordimiento es algo enfermizo; es un rechazo de nuestros errores que nos limita, nos paraliza, nos llena de angustias y nos encierra en nuestro orgullo herido. No ayuda a un verdadero cambio, porque para poder cambiar de verdad es necesario aceptarse a sí mismo.
En cambio el verdadero arrepentimiento nos hace levantar los ojos hacia Dios para reconocer su amor que nos espera, que perdona _"setenta veces siete",_ que nos quiere vivos y felices, que nos regala siempre una nueva oportunidad.
Por eso el arrepentimiento, en lugar de debilitarnos nos fortalece para empezar de nuevo; en lugar de paralizarnos nos lanza hacia adelante.
_Pidamos al Espíritu Santo que nos regale su gracia poderosa para que sepamos perdonarnos a nosotros mismos, para que no nos quedemos anclados en el pasado, para que recuperemos la dignidad y marchemos decididos hacia adelante, rodeados de su amor que nos sostiene._
Que así sea.
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domingo, 11 de julio de 2021
PARA MEDITAR HOY DOMINGO.-
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor
Todas las lecturas de este Domingo se puede resumir en una palabra: "misión". Dios elige a Amós y lo saca de en medio de sus tareas de pastor para que profetice a la casa de Israel. Pablo da gracias a Dios Padre por Jesucristo ya que con Él hemos recibido la gracia de ser hijos y la misión de vivir como tales. Jesús, en el Evangelio, envía a los Doce a predicar la conversión con el único equipaje que su confianza en Él, apoyado por un bastón y unas sandalias, y poco más, ligero de equipaje para que el enviado no se entretengas en "atender" a sus cosas,a emplear el tiempo apremiante de la misión en el.
Enviados con la firme certeza que afirma San Pablo: "hemos sido elegidos antes de la creación del mundo a ser santos e irreprochables ante él por el amor".
La tarea es apasionante, se nos pide ser buscadores incansables de caminos para que no muera el diálogo; artificieros capaces de desactivar todas las espirales de violencia; malabaristas especializados en dar saltos arriesgados hacia la paz; perdedores natos en todas las discusiones... Así se debe comportar los que nos sentimos "elegidos y enviados".
Que no vayamos por ahí poniendo cadenas, sino quitándolas, no fomentando el miedo, sino el amor; no produzcamos tristezas, sino alegría.
Como Jesús. Exactamente como Él. Hasta el último rincón de la tierra.
¡Feliz Domingo!
*_Rvdo. D. Manuel Blanco_*
sábado, 10 de julio de 2021
15ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 6, 7-13
Hoy se nos habla en las diferentes lecturas de la llamada de Dios para predicar su palabra. En la 1ª lectura Dios llama al profeta Amós, en la 2ª san Pablo nos habla de llamada general, y en el evangelio Jesús envía a predicar a sus apóstoles. A veces creemos que Dios llama a misionar o evangelizar a unas personas especiales, como pueden ser obispos y sacerdotes. Estos tienen el ministerio podemos decir de forma profesional; pero todos por el hecho de ser cristianos estamos llamados por Dios. ¿Quién puede decir que no ha sido llamado por Dios para ser testigo de su amor?
Llamó al profeta Amós; pero resulta que Amós no era profeta ni “hijo de profeta”, como dirá él. Era un sencillo pastor y campesino que sintió que Dios le llamaba para defender los derechos de Dios. Y lo hace a pesar de los impedimentos por parte de los que gobernaban y oprimían al pueblo. Los apóstoles tampoco eran sacerdotes. No había instituido aún Jesús la Eucaristía y el sacerdocio, ni les había dado el poder de perdonar ni habían recibido la unción del Espíritu Santo; pero Jesús les envía a predicar, a ser testigos de lo que habían visto y oído en su presencia.
Y les da unos consejos o advertencias, que nos valen para todos nosotros. Les dice que vayan de dos en dos. Esto es un signo de la armonía y ayuda que desde el principio de la Iglesia siempre debe haber entre los misioneros. A veces ha habido iniciativas individuales muy buenas; pero, como somos seres sociables, el mismo crecimiento en el espíritu, pero sobre todo la evangelización siempre ha sido más provechosa hacerlo en grupos, que nos sirvan de ánimo y ayuda. Por eso, aunque sintamos un vivo deseo de hacer algo grande por Jesucristo por cuenta propia, lo más conveniente será a través de alguna organización en la parroquia o en la diócesis.
“Les da poder sobre los espíritus impuros” o demonios. Esto no quiere decir que tuvieran una especie de poderes mágicos, con ritos y fórmulas secretas, para brillar o impresionar. Jesús nunca usó la fuerza para que alguien se convirtiera. Dios siempre es respetuoso con la libertad del ser humano. De modo que, como veíamos el domingo anterior, Jesús en Nazaret, al ver que faltaba la fe, “no pudo hacer milagros”. El poder y el milagro de nuestra parte están en el vivir al estilo de Jesús. De hecho no podremos echar demonios, si nosotros estamos poseídos de varios demonios, como son el egoísmo, la injusticia y tantos pecados. Esos son los demonios peores que podemos expulsar si vivimos en el amor a Dios y en una verdadera fraternidad.
Uno de los consejos principales es la pobreza. Les dice que lleven bastón, para poder mantener la marcha, pero no para dominar y someter por la fuerza. En realidad es difícil determinar la pobreza o falta de recursos humanos, según cada época y cada circunstancia. Lo cierto es que tiene que haber una tendencia hacia ella. No se recibe la llamada a evangelizar para sacar provecho material, sino para enseñar la buena nueva del amor de Dios y nuestra fraternidad. Para ello la imprescindible mochila es la del amor. A veces se confía demasiado en medios humanos, como la capacidad de palabra o dinero u organización, queriendo casi sustituir a los medios divinos. Los medios materiales pueden ayudar, pero no son lo fundamental. Y muchas veces sucede que el demasiado “boato” externo y la demasiada alianza con potencias políticas y económicas dan una imagen negativa de la Iglesia.
Esto no quiere decir que la Iglesia no tenga que hablar sobre política u otros asuntos materiales, con tal que sea para defender los derechos de Dios y de los pobres. Si se busca el bien con recta intención, el fruto será cierto. Pero no será de la manera que nosotros lo hemos pensado o con la rapidez que esperamos. Dios tiene su tiempo y su razón. Lo cierto es que, si se predica el evangelio buscando el mensaje de alegría y salvación, un día de alguna manera veremos los frutos. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
PP. SILVERIO
Domingo de la Semana 15ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos»
Lectura del Profeta Amós (7, 12-15): Ve y profetiza a mi pueblo.
En aquellos días, dijo Amasias, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.»
Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sa-có de junto al rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo de Israel."»
Salmo 84,9ab-10.11-12.13-14: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R./
Voy a escuchar lo que dice el Señor: // «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» // La salva-ción está ya cerca de sus fieles, // y la gloria habitará en nuestra tierra. R./
La misericordia y la fidelidad se encuentran, // la justicia y la paz se besan; // la fidelidad brota de la tie-rra, // y la justicia mira desde el cielo. R./
El Señor nos dará la lluvia, // y nuestra tierra dará su fruto. // La justicia marchará ante él, //
la salvación seguirá sus pasos. R./
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprocha-bles ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapi-tular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. Por su medio hemos heredado también nosotros.
A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, pa-ra alabanza de su gloria.
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (6, 7-13): Los fue enviando.
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alfor-ja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos en-fermos y los curaban.
Pautas para la reflexión personal
El vínculo entre las lecturas
El tema central de las lecturas dominicales es la misión encomendada por Dios a los hombres. El profe-ta Amós, en la Primera Lectura, nos dice que profetiza no por voluntad o iniciativa personal, sino porque Dios sorpresivamente lo llamó de sus actividades cotidianas: «porque el Señor me agarró y me hizo dejar el rebaño diciendo: Ve a profetizar a mi pueblo Israel». En el Evangelio vemos a Jesús enviando a los doce con la misión de predicar, curar y expulsar demonios. El himno de la carta a los Efesios canta las bendicio-nes espirituales de la que somos merecedores: la bendición del Padre, la elección en Jesucristo, la adop-ción filial, la reconciliación, el perdón de los pecados, la revelación del amoroso Plan del Padre y el bautis-mo en el Espíritu Santo.
«Yahveh me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel”»
A la muerte del Rey Salomón (931 a.C.), que es infiel a Dios en sus últimos días; el reino de Israel que-da dividido. En el sur, las tribus de Judá y de Benjamín siguieron a Roboán, hijo de Salomón; y en el norte, las diez restantes tribus quedaron bajo el cetro del rey Jeroboán, que edificó un templo en los altos de Betel (a unos 19 km. al norte de Jerusalén) para que su gente no tuviera que bajar a Jerusalén al templo erigido por Salomón. Siglo y medio después, en medio de la corrupción social y religiosa en el reinado de Jeroboán II, surge la voz del profeta Amós (s. VIII A.C.). Originario de Tecoa (una aldea situada a 19 km al sur de Jerusalén), dedicado al trabajo en el campo como cuidador de ganado y cultivador de frutos, fue enviado por Dios a predicar al Reino del Norte. El profeta recibió la llamada de Dios sin intermediarios y sin prepara-ción alguna, en forma sorpresiva e irresistible. Su respuesta al llamado de Dios fue inmediata sin embargo su predicación no fue muy bien recibida ya que anunciaba el castigo de Yahveh y la ruina de la casa real.
Por eso es expulsado de Israel por Amasias, sacerdote del becerro que era adorado en Betel, que lo manda volver a la tierra de Judá. Las palabras que Amasias le dirige son dramáticas: «No sigas profetizan-do en Betel, porque es el santuario del rey y el templo del reino». Es decir aquella región ya no pertenece a Yahveh, sino es del rey. Y, por tanto, Dios es expulsado. Su palabra, anunciada por intermedio del profeta Amós, no puede ser soportada y por lo tanto es eliminada. Dios, que no ha sido mencionado antes por el sacerdote Amasias, es presentado por Amós como el origen de su misión profética y, por tanto, como la causa de su expulsión de Betel. La decisión que han tomado contra el profeta, la han tomado contra Dios, que lo ha enviado. Según una antigua tradición judía, se cree que el profeta murió mártir siendo fiel a su llamado.
Ser hijos en el único Hijo
Este Domingo iniciamos la lectura casi continuada de la carta de San Pablo a los Efesios, que se pro-longará a lo largo de siete Domingos. La carta a los cristianos de la ciudad de Éfeso, en el Asia Menor, fue escrita por San Pablo durante su custodia militar en Roma (hacia el año 61- 63). El pasaje de este Domingo es un himno litúrgico cuya temática central es la gratuidad del Padre que nos ha bendecido y elegido desde «antes de la fundación del mundo» a ser «santos e inmaculados» e hijos adoptivos suyos. Realmente so-mos hijos de Dios a causa del sacrificio reconciliador del Señor Jesús por el cual recibimos el don de la re-conciliación y la revelación del «misterio de su voluntad»; es decir el amoroso Plan del Padre para cada uno de nosotros. En Jesucristo hemos sido sellados con el Espíritu Santo y así hacemos parte del Nuevo Pueblo de Dios.
«Comenzó a enviarlos...»
El Evangelio de este Domingo nos relata el primer envío en misión de los seguidores de Jesús. Por eso dice: «comenzó a enviarlos». El verbo griego que se traduce aquí por «enviar», trascrito, suena así: «apos-té¬llo», y el sustantivo correspondiente es: «apóstolos»: enviado. Si ahora nos preguntamos: ¿a quiénes en-vió Jesús, es decir, quiénes merecen este nombre de «apóstoles»?, vemos que se trata de un grupo bien determi¬nado de los discípulos, que se supone ya conocido por el lector, pues es llamado sencillamente "los Doce" sin más explicación. Si leemos los capítulos anteriores a esta lectura, encontraremos que Jesús tuvo la voluntad explícita de destacar a doce de sus seguidores más cercanos y formar con ellos un grupo parti-cular que se distinguió tanto de la multitud de sus seguidores que, con el tiempo, fue llamado simplemente de «los Doce». En el tercer capítulo de este Evangelio, leemos que Jesús «subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios» (Mc 3, 13-15) y coloca los nombres de cada uno de los elegidos. Cuando ellos murieron, otros heredaron su mismo poder y su misma misión, que perdura en el colegio de los obis-pos; pero ningún otro podría pretender entrar en la categoría de los «Doce apóstoles del Cordero» (Ap 21,14).
Jesús comparte con los Doce la misión que el Padre le había encomendado personalmente y les da las instrucciones de cómo deben de proceder dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Es una participa-ción en el mismo poder que tiene Jesús. Ésta es la primera señal de admiración que produce la actuación de Jesús: «Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: ¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen» (Mc 1,27). Es que la misión reconciliadora de Jesús consiste en librar a los hombres de la esclavitud del demo-nio y del pecado. Justamente esta misma misión se prolonga en sus enviados.
«Les ordenó que nada llevasen para el camino»
¿Será que Jesús exageró al decir a sus apóstoles que no llevasen casi nada para el camino? ¿No será acaso un pedido un poco fuera de la realidad? ¿Quién emprende un viaje solamente con lo que lleva pues-to? Sin duda la misión encomendada por Jesús a sus apóstoles es sumamente importante y apremiante ya que solamente cuando uno tiene una terrible urgencia es que parte con lo que se lleva puesto. No hay tiem-po para preparar las provisiones o maletas. Éste es el carácter de la misión que Jesús encarga a sus discí-pulos. Es algo que no admite retrasos ni excusas. Él exige una decisión hoy y no mañana; mañana ya será demasiado tarde.
Pero además de la urgencia, Jesús quiere enseñar que para esta misión no se necesita nada; nada de esta tierra. Sólo es necesaria la fuerza del Espíritu Santo y de ésta Cristo proveyó a sus apóstoles abundan-temente compartiéndoles su poder. Para ser apóstol de Jesús tampoco es necesario gozar de mucho talen-to humano, de nada sirve la influencia que puede conceder el dinero, la inteligencia y la sabiduría humana y tanto menos la fuerza física. San Pablo ya nos ha enseñado cuál debe de ser la actitud apostólica cuando estaba entre los corintios: «me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso. Y mi palabra y mi predi-cación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios » (1Co 2, 3-5).
«Sacudirse el polvo de los pies»
Finalmente, Jesús fija su atención en los destinatarios de la predicación. A ellos había que predicarles lo mismo que había predicado el Señor Jesús: «predicaron que se convirtieran» (Mc 6,12).Coincide pues con la misma predicación de Jesús: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). A los que escuchan este mensaje les queda la libertad de acoger o rechazar. El Maestro Bueno se pone en el caso extremo, es decir de aquellos que se han cerrado al anun-cio y los han rechazado. Dios siempre respeta nuestras opciones personales a pesar de no ser siempre las adecuadas. En ese caso el gesto que indica Jesús es muy elocuente: «sacudirse el polvo de los pies». Es el gesto que tenía que hacer un judío cuando salía de un lugar pagano para indicar que nada tenía en común con los habitantes de ese lugar. En este caso, los que no escuchan a los enviados de Jesús, es bueno que sepan que no tienen nada que ver con Él; por eso el gesto no se hace privadamente sino «en testimonio contra ellos».
Una palabra del Santo Padre:
«Jesús llama a sus discípulos y los envía dándoles reglas claras, precisas. Los desafía con una serie de actitudes, comportamientos que deben tener. Y no son pocas las veces que nos pueden parecer exage-radas o absurdas; actitudes que sería más fácil leerlas simbólicamente o «espiritualmente». Pero Jesús es bien claro. No les dice: «Hagan como que…» o «hagan lo que puedan».Recordemos juntos esas recomen-daciones: «No lleven para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero... permanezcan en la casa donde les den alojamiento» (cf. Mc 6,8-11). Parecería algo imposible.
Podríamos concentrarnos en las palabras: «pan», «dinero», «alforja», «bastón», «sandalias», «túnica». Y es lícito. Pero me parece que hay una palabra clave, que podría pasar desapercibida frente a la contun-dencia de las que acabo de enumerar. Una palabra central en la espiritualidad cristiana, en la experiencia del discipulado: hospitalidad. Jesús como buen maestro, pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Les dice: «Permanezcan donde les den alojamiento». Los envía a aprender una de las características funda-mentales de la comunidad creyente. Podríamos decir que cristiano es aquel que aprendió a hospedar, que aprendió a alojar.
Jesús no los envía como poderosos, como dueños, jefes o cargados de leyes, normas; por el contra-rio, les muestra que el camino del cristiano es simplemente transformar el corazón. El suyo, y ayudar a transformar el de los demás. Aprender a vivir de otra manera, con otra ley, bajo otra norma. Es pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división, de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor. De la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir y cuidar.
Son dos las lógicas que están en juego, dos maneras de afrontar la vida y de afrontar la mi-sión.Cuántas veces pensamos la misión en base a proyectos o programas. Cuántas veces imaginamos la evangelización en torno a miles de estrategias, tácticas, maniobras, artimañas, buscando que las personas se conviertan en base a nuestros argumentos. Hoy el Señor nos lo dice muy claramente: en la lógica del Evangelio no se convence con los argumentos, con las estrategias, con las tácticas, sino simplemente aprendiendo a alojar, a hospedar.
La Iglesia es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesi-dad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad. La Iglesia, como la quería Jesús, es la casa de la hos-pitalidad. Y cuánto bien podemos hacer si nos animamos a aprender este lenguaje de la hospitalidad, este lenguaje de recibir, de acoger. Cuántas heridas, cuánta desesperanza se puede curar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido. Para eso hay que tener las puertas abiertas, sobre todo las puertas del cora-zón.
Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso (cf. Mt 25,34-37), con el leproso, con el paralítico. Hospitalidad con el que no piensa como noso-tros, con el que no tiene fe o la ha perdido. Y, a veces, por culpa nuestra. Hospitalidad con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra paraguaya es tan rica. Hospitalidad con el pecador, porque cada uno de nosotros también lo es.
Tantas veces nos olvidamos que hay un mal que precede a nuestros pecados, que viene antes. Hay una raíz que causa tanto, pero tanto, daño, y que destruye silenciosamente tantas vidas. Hay un mal que, poco a poco, va haciendo nido en nuestro corazón y «comiendo» nuestra vitalidad: la soledad. Soledad que puede tener muchas causas, muchos motivos. Cuánto destruye la vida y cuánto mal nos hace. Nos va apartando de los demás, de Dios, de la comunidad. Nos va encerrando en nosotros mismos. De ahí que lo propio de la Iglesia, de esta madre, no sea principalmente gestionar cosas, proyectos, sino aprender la fra-ternidad con los demás. Es la fraternidad acogedora, el mejor testimonio que Dios es Padre, porque «de esto sabrán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Jn 13,35).
De esta manera, Jesús nos abre a una nueva lógica. Un horizonte lleno de vida, de belleza, de verdad, de plenitud.Dios nunca cierra horizontes, Dios nunca es pasivo a la vida, nunca es pasivo al sufrimiento de sus hijos. Dios nunca se deja ganar en generosidad. Por eso nos envía a su Hijo, lo dona, lo entrega, lo comparte; para que aprendamos el camino de la fraternidad, el camino del don. Es definitivamente un nuevo horizonte, es una nueva palabra, para tantas situaciones de exclusión, disgregación, encierro, aislamiento. Es una palabra que rompe el silencio de la soledad.
Y cuando estemos cansados, o se nos haga pesada la tarea de evangelizar, es bueno recordar que la vida que Jesús nos propone responde a las necesidades más hondas de las personas, porque todos he-mos sido creados para la amistad con Jesús y para el amor fraterno (cf. Evangeliigaudium, 265)».
Papa Francisco. Homilía en el Campo grande de Ñu Guazú, Asunción. Domingo 12 de julio de 2015
Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana
1. «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quién a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado» (Lc 10,16). ¿Realmente me esfuerzo por predicar la Palabra de Dios cotidianamente o me dejo llevar por el miedo y la timidez? El Señor es muy claro y nos alienta a confiar en su gracia.
2. Para ser cristiano no basta con leer el Evangelio. Hay que responder personalmente a la «misión» que el Señor me encomienda. ¿Cuál es mi misión? ¿Hago los esfuerzos necesarios para poder co-nocerla y responder a ella? ¿Tengo urgencia para conocer y responder a ella?
3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 429. 874 - 878.
texto facilitado por JUAN R. PULIDO, PRESIDENTE DIOCESANO DE ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA, TOLEDO
LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Domingo XV del Tiempo Ordinario - Mc 6,1-11* *Jesús cuida a sus enviados* Jesús envía a sus discípulos a los pueblos de alrededor a predicar el Evangelio. Llama la atención que les dice que prescindan de dinero, comida, alforja, etc. Una interpretación superficial de estas condiciones llevaría a creer que cuantas más renuncias ascéticas mejor; sin embargo bien sabemos que los que se apoyan en estos ascetismos, poco a poco se van acomodando a "la eficacia del mundo y su gloria". Lo que Jesús les y nos está diciendo es que… ¡Dejemos que sea Él quien nos cuide! Que si el Padre está pendiente de las aves del cielo y de los lirios del campo… ¡Cuánto más lo estará de nosotros por el hecho de ser discípulos suyos! (Mt 6, 25-32). Los que creen que Dios cuida de ellos, cuando predican el Evangelio aparecen ante sus oyentes como veraces, pues éstos se dan cuenta perfectamente de que se fían por completo de Jesús a quien anuncian y al constatar esto comprenden que el Evangelio que les anuncian es fiable para alcanzar la Vida. Para tener esta libertad hemos de anunciar… no una Institución, un Movimiento, un Santo… sino a Jesús, a su Santo Evangelio. P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY```
*Domingo XV del Tiempo Ordinario - Mc 6,1-11*
*Jesús cuida a sus enviados*
Jesús envía a sus discípulos a los pueblos de alrededor a predicar el Evangelio. Llama la atención que les dice que prescindan de dinero, comida, alforja, etc. Una interpretación superficial de estas condiciones llevaría a creer que cuantas más renuncias ascéticas mejor; sin embargo bien sabemos que los que se apoyan en estos ascetismos, poco a poco se van acomodando a "la eficacia del mundo y su gloria". Lo que Jesús les y nos está diciendo es que… ¡Dejemos que sea Él quien nos cuide! Que si el Padre está pendiente de las aves del cielo y de los lirios del campo… ¡Cuánto más lo estará de nosotros por el hecho de ser discípulos suyos! (Mt 6, 25-32). Los que creen que Dios cuida de ellos, cuando predican el Evangelio aparecen ante sus oyentes como veraces, pues éstos se dan cuenta perfectamente de que se fían por completo de Jesús a quien anuncian y al constatar esto comprenden que el Evangelio que les anuncian es fiable para alcanzar la Vida. Para tener esta libertad hemos de anunciar… no una Institución, un Movimiento, un Santo… sino a Jesús, a su Santo Evangelio.
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
PARA MEDITAR HOY SÁBADO.-
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»
Palabra del Señor
Termina la semana y en el Evangelio de hoy Jesús nos hace una última recomendación. Hasta tres veces nos repite: “No tengáis miedo”. No debemos tener miedo a nada ni a nadie porque Dios nuestro Padre está a nuestro lado. Porque pueden matar nuestro cuerpo pero no podrán matar nuestro espíritu. Porque hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados y el que vela por este mundo, que es su creador, ¿no va a cuidar de nosotros que somos sus hijos queridos?
El evangelio nos invita al optimismo. Sabemos de las dificultades que nos enfrentamos en nuestra vida personal, en nuestras familias, en el trabajo, en nuestros países. Somos conscientes de que no hay soluciones fáciles. Seguir adelante implica nuestro compromiso, nuestro esfuerzo, nuestro sacrificio.
Pero estamos dispuestos a todo ello porque sabemos que a nuestro lado, compartiendo con nosotros cada uno de nuestros pasos, está Dios mismo, que nunca nos va a dejar de su mano. Por eso, somos capaces de tomar decisiones arriesgadas. Por eso, no tenemos miedo. El que cuida de los gorriones, ¿no va a cuidar de nosotros?
Llevamos este tesoro en nuestro corazón: la seguridad de que Dios está con nosotros. Nos podremos equivocar. Cometeremos errores. Pero nunca, nunca, vamos a desesperar. Nunca, nunca, nos vamos a quedar tendidos en el suelo, sin levantarnos, pensando que no vale la pena seguir intentándolo.
*_Rvdo. D. Manuel Blanco_*
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 10 de Julio de 2021
El Espíritu Santo realiza la obra de sacarnos fuera de nosotros mismos, porque nuestra debilidad nos lleva a encerrarnos en nuestras propias necesidades e intereses, y nos cuesta muchísimo abrir verdaderamente el corazón a Dios y a los demás.
Sin el Espíritu Santo no podemos salir de ese egocentrismo, pero Él realiza la maravillosa obra de inclinarnos hacia los demás.
Veamos cómo lo expresan varios sabios:
_"En cualquier caso el hombre tiene que llevar a cabo esta empresa: salir de sí mismo... El corazón se posee verdaderamente a sí mismo en cuanto que se olvida de sí mismo en el obrar, en cuanto que sale, y perdiéndose se posee verdaderamente"_
(Karl Rahner)
_"Andar en Jesucristo me parece a mí que es salir de sí mismo... Estoy persuadida de que el secreto de la paz y de la dicha está en olvidarse uno de sí mismo, en vaciarse enteramente de sí...hasta el punto de no sentir las propias miserias físicas ni morales."_
(Beata Isabel de la Trinidad)
_"El ser humano está más en sí cuando más está en los demás. Sólo llega a sí mismo cuando sale de sí mismo."_
(Joseph Ratzinger).
_"La esencia del amor se realiza lo más profundamente en el don de sí mismo que la persona amante hace a la persona amada... Es como una ley de éxtasis: salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento del propio ser."_
(Karol Wotyla)
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viernes, 9 de julio de 2021
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 9 de Julio de 2021
Muchas veces sufrimos por la agresividad que llevamos dentro. Algunas personas reaccionan mal, con agresiones o ironías; otras se callan, pero se aíslan resentidas. Hay muchas tensiones interiores que nos llevan a sentirnos mal con las demás personas.
A veces hay cosas que nos molestan y no sabemos bien por qué; otras veces sentimos rechazo por cosas que no son tan importantes. Es necesario llevar calma y armonía a ese mundo interior, para que no desgastemos tantas energías inútilmente.
El Espíritu Santo puede sanar nuestro interior para que nos liberemos de muchas tensiones innecesarias, para que renunciemos a la guerra con los demás, para que dejemos de resistirnos ante las cosas que nos irritan y aprendamos a aceptarlas como parte de la vida.
Si dejamos que el Espíritu Santo nos serene en un momento de oración, podemos decirle no a la violencia interior y optar sinceramente por la paz del corazón. Esto no significa que no luchemos o que no discutamos cuando es necesario. Sólo significa que aprendamos a hacerlo sin perder la calma interior.
Con la gracia del Espíritu Santo podemos lograrlo, porque Él es el dulce maestro interior.
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PARA MEDITAR HOY VIERNES:_
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
"Yo os envío como ovejas en medio de lobos..." Jesús hace saber a los suyos la otra cara inevitable y necesaria de la misión, la de la hostilidad y la persecución.
Son palabras duras y es que el Evangelio de Jesucristo no es un simple discurso ni mucho menos un tratado. El Evangelio no te deja indiferente: se está a favor o en contra de él. El "Sígueme" significa 'inmediatamente, sin retorno', por eso la misión está indisolublemente unida a la fe y tiene que asumir el peligro y las contradicciones.
Los discípulos no serán verdaderos "seguidores" de Jesús en tanto no hayan sido capaces de recorrer todo el camino, hasta llegar a la contradicción, hasta alcanzar el Gólgota. Tienen que llegar a ser bautizados con el fuego, han de beber de la copa, para poder transmitir el testimonio de la verdad:"solo el que persevere hasta el final se salvará". En definitiva, han de ser como el Maestro.
¡Dios mío qué lejos estamos tus discípulos del siglo XXI! A veces pienso que soy un cristiano solo de nombre, sin apenas haber sufrido por Ti y el Evangelio. Una fe cómoda, un servicio a mi medida y un compromiso que no me supone mayor esfuerzo. ¿Qué será de mi cuando llegue "la prueba"?
Señor que tu Espíritu me asista y me haga salir de esta fe 'adomesticada' que no afecta a mi vida. Una fe 'ni fu, ni fa'.
*_Rvdo. D. Manuel Blanco_*
lunes, 5 de julio de 2021
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 5 de Julio de 2021
Te propongo que te pongas en oración y dialogues con el Espíritu Santo acerca de la misión de tu vida, y para ayudarte te hago algunas preguntas:
¿Qué estás buscando en la vida? ¿Por qué te gustaría que te recuerden después de tu muerte? ¿Qué te interesa dejar detrás de ti en tu paso por esta tierra?
Y más allá de esto:
¿Te parece que estás haciendo de tu vida lo que Dios pensó y soñó al crearte?
No se trata de torturarte, o de llenarte de escrúpulos, porque todos cumplimos nuestra misión de una manera imperfecta y limitada. Pero lo importante es que tu vida tenga un para qué, un objetivo profundo, una finalidad, una opción.
Es cierto que en el fondo lo importante es que tu vida le dé gloria a Dios. Pero cada uno de nosotros le da gloria a Dios viviendo con pasión una misión en este mundo.
¿Has descubierto cuál es tu misión? No interesa si es pequeña o grande, oculta o llamativa. Es tu misión, la que nadie más puede cumplir.
Si no lo ves con claridad, es importante que trates de descubrirlo en la oración, pidiéndole al Espíritu Santo que te ilumine. Pero además de eso, es importante que le pidas que te impulse a esa misión, aunque no la veas con mucha claridad: que la cumplas, aunque no la entiendas del todo.
Entonces, aun en medio de tus dudas y de tus momentos difíciles, todo lo que vivas te llevará a cumplir esa misión que el Espíritu Santo ha pensado para tu vida.
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domingo, 4 de julio de 2021
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*
Domingo, 4 de Julio de 2021
Cerremos los ojos por un instante y dediquemos un momento de nuestro tiempo sólo al Espíritu Santo.
Digámosle que nuestro tiempo es sólo para Él y nada más que para Él, porque Él lo merece más que nadie. Si dedicamos tanto tiempo a las cosas de este mundo, es justo que haya un tiempo exclusivo para Él. ¿Por qué no?
Con los ojos cerrados, sin prisas, sin ansiedades, sin nerviosismos, tratemos de reconocer su Presencia de amor. Dejemos que se vayan aplacando todas las resistencias y temores, hasta que Él pueda apoderarse serenamente de nuestro interior.
No se trata de hacer esfuerzos, sino de dejarlo actuar a Él. Él sabe cómo hacerlo: sólo hay que dejar de ponerle obstáculos. No hay que exigirle nada. Sólo hay que permitirle por un instante que haga lo que Él quiera, aunque nosotros no entendamos, aunque nosotros no podamos descubrir ni reconocer qué ha hecho en nuestro interior. Sin duda sólo Él puede hacer cosas buenas en nuestra intimidad escondida. Por eso, vale la pena dejarlo actuar en el silencio.
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MEDITAR PARA HOY DOMINGO.-
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano De Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor
¡Con cuánta fatiga la verdad se abre camino entre los hombres! Las lecturas de este Domingo nos presenta a tres personas para la misión: el profeta desterrado Ezequiel, Pablo el que presume de sus debilidades y Jesús, un carpintero, hijo de María y José. Todos experimentan el rechazo de los suyos, sus conocidos, vecinos, conciudadanos.
Es el riesgo que asume Dios al usar la mediación de los profetas. Seguro que el mensaje que quiere transmitirnos no llegará químicamente puro, sino mezclado, empobrecido con la ganga de las limitaciones humanas. Pero Él lo prefiere así. Prefiere que su Palabra llegue a los hombres no dicha desde arriba, a golpe de relámpago, sino envuelta en el ropaje sencillo de una palabra humana.
Existe, el riesgo, de que los hombres, al oír al profeta, se queden en la sola apariencia y no lleguen a darse cuenta de que, dentro de la pobre palabra del profeta, está tratando de llegar nada más y nada menos que la Palabra salvadora del Señor. No es extraño que así ocurra. Pasó con Jesús ¡y eso que era Jesús!: "¿De dónde saca todo esto....?, ¿no es éste el carpintero...? Y desconfiaban del él".
Pero la gloria del profeta es ver la alegría de su corazón agradecido porque Dios se ha dignado usar sus pobres harapos para vestir esa Palabra eterna que está queriendo decir a los hombres.
Dios cuenta con el hombre, ¿no es maravilloso?
¡Feliz Domingo!
*_Rvdo. D. Manuel Blanco_*
sábado, 3 de julio de 2021
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado 3 de Julio de 2021
Es maravilloso detenerse a admirar cómo se hace presente la vida del Espíritu en las relaciones humanas. Porque todo gesto de amor humano es un pálido reflejo de ese Amor infinito que une al Padre y al Hijo.
Toda experiencia de amor sincero es una chispa del Espíritu Santo que se mete en este mundo.
Por eso, para imaginarnos cómo es el Espíritu Santo debo imaginarme un momento de una experiencia de amor humano generoso, sincero, feliz. Eso mismo, infinitamente más grande, más precioso, es el Espíritu Santo.
Por eso puedo detenerme a admirar los luminosos reflejos del Espíritu Santo en una pareja que se ama, en un abrazo de reencuentro, en un gesto de servicio humilde y generoso, en una sonrisa que busca hacer feliz al otro.
jueves, 1 de julio de 2021
14ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 6, 1-6
Hoy se nos narra cómo fue Jesús con sus discípulos a su tierra, a Nazaret. Se supone que el estar con los suyos, su madre y su familia, sería para El algo agradable y con tranquilidad. El sábado, como todas las personas piadosas fue a la sinagoga. Como ya tenía fama de predicador, fue invitado a hablar. El ambiente era conocido y hablaría como en familia. No nos dice san Marcos de qué habló, pero sí nos describe la reacción de la gente ante la predicación. Lo primero fue sorpresa y asombro. De suyo el asombro es bueno y puede llevar a descubrimientos agradables; y puede ser el principio de una gran amistad. Pero allí, en Nazaret, la conclusión fue diferente: aquella predicación de Jesús fue un escándalo para muchos.
Escándalo significa “piedra de tropiezo o de caída para alguno”. Pero podríamos preguntarnos: ¿Cómo Jesús, que ha venido para darnos la vida, puede ser causa de tropiezo para algunos? Ya había profetizado el anciano Simeón que Jesús sería signo de contradicción para muchos. Y Jesús, cuando fue preguntado por los discípulos de Juan Bautista si era el Mesías, después de apelar a las obras que hacía, según lo que había profetizado Isaías, había dicho: “Bienaventurado quien no se escandalice de mi”. Ahora sus paisanos, los de Nazaret, se escandalizan. ¿Por qué? Porque creen conocerle demasiado, cuando en verdad no le conocen. Dan por supuesto que sus conocimientos sobre la Escritura tienen que ser muy escasos porque saben que ha sido un carpintero y conocen a toda la familia. Entonces se preguntan: “¿De dónde saca todo eso?” Por lo tanto “desconfiaban de El”.
La interpretación de Jesús acerca de la Escritura no era fría como solían hacer los fariseos y los peritos en la Ley. Jesús interpretaba de modo vivencial, creando en los corazones inquietudes. Porque la fe no es algo estático y sin vida, sino una entrega a un ser superior que es Dios. Si aumentamos la fe es para ser mejores.
Hoy también hay personas que se escandalizan ante las enseñanzas de la Iglesia o del Papa, porque de un mal de una persona, quieren hacerlo de toda la Iglesia; y sobre todo porque no escuchan con corazón recto. Hay quienes, cuando comienza a hablar la Iglesia, todo lo ven malo, porque lo ven con corazón torcido y orgulloso. Quien tiene mal el corazón cambia las palabras de Jesucristo, dando su propia interpretación.
Tiene el corazón recto el que escucha con cierto temblor la Palabra de Dios, pero con la humildad suficiente para saber que le falta mucho en el camino de la perfección. Tiene el corazón torcido el que se cree ser perfecto y cree que nada tiene que aprender. Quien es soberbio no está en la onda de Dios y por lo tanto la escucha no es según los planes y la voluntad de Dios. No es que falle la Palabra de Dios. Lo que falla es la preparación por medio de la disposición del corazón.
Jesús podría haber aparecido de una manera maravillosa, sin que nadie supiera de su familia y su pueblo, dando sus mensajes de salvación; pero quiso usar medios totalmente humanos y quiso que los mensajes de Dios se extendiesen por el mundo por medio de unos hombres no perfectos, sino con deficiencias. Lo nuestro es saber ver la presencia de Dios a través de esas deficiencias y ver el mensaje de salvación que es perfecto y lleno de bondad por parte de Dios hacia nosotros.
Algo de esto aparece también en la primera lectura en que el profeta Ezequiel se queja del pueblo de Israel que es testarudo y obstinado en el mal. San Pablo en la 2ª lectura se siente incomprendido y rechazado. Cuánto cuesta aceptar la enseñanza de alguien a quien hemos conocido igual a nosotros, pero ha ascendido de categoría social. Mucho más cuesta si tenemos envidia. Muchas veces se estima más a una persona por los títulos, sin saber cómo los ha conseguido, que otra sin títulos, pero hablando con la fuerza del Espíritu Santo. Que nuestros ojos estén fijos en el Señor, para ver con claridad, como decimos hoy en el salmo responsorial.
Rvdo. PP. Silverio
Domingo de la Semana 14ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio»
Domingo de la Semana 14ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B
«Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio»
Lectura del profeta Ezequiel (2,2-5): Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, oí que me decía: - «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»
Salmo 122,1-2a.2bcd.3-4: Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. R./
A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. // Como están los ojos de los esclavos // fijos en las manos de sus señores. R./
Como están los ojos de la esclava // fijos en las manos de su señora, // así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, // esperando su misericordia. R./
Misericordia, Señor, misericordia, // que estamos saciados de desprecios; // nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, // del desprecio de los orgullosos. R./
Lectura de la segunda carta de San Pablo a los Corintios (12,7b-10): Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
Hermanos: Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los in-sultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (6,1-6): No desprecian a un profeta más que en su tierra.
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: « ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Pautas para la reflexión personal
El vínculo entre las lecturas
Este Domingo las lecturas están centradas en las dificultades para creer y en la actitud de los hombres ante el mensaje revelado. Los israelitas a los que Dios, a través del profeta Ezequiel dirige su palabra, dudan de la fidelidad de Dios y obstinadamente piensan que los ha abandonado a su propia suerte en el exilio de Babilonia. Ante esta situación se rebelan y su corazón se endurece para las cosas de Dios (Primera Lectu-ra).
Después de los portentosos signos y milagros realizados por Jesús, los nazarenos lo ven simplemente como un conocido más, como un hombre más; y no son capaces de ir más allá de sus propias narices. «¿No es éste el carpintero, el hijo de María?» (Evangelio). San Pablo nos comparte no solamente sus pro-pias debilidades personales sino las diversas dificultades que ha encontrado al predicar la Palabra. Sin em-bargo, él se mantiene firme porque en su interior Dios le responde y le dice: «Te basta mi gracia – y San Pablo responde- pues cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte» (Segunda Lectura).
«Hijos de rostro duro y de corazón obstinado»
Ezequiel, hijo de Buzo del linaje sacerdotal, fue llevado al cautiverio a Babilonia junto con el rey Jeco nías de Judá (587 a.C.). Cinco años después Dios lo llamó a ser su profeta desde su ínfima condición de «hijo de hombre». Ezequiel ejerció su misión entre sus compatriotas desterrados durante 22 años, es decir hasta el año 570 a.C.
La expresión «hijo de hombre» es característica del libro de Ezequiel que la emplea unas cien veces siempre referida al protagonista del libro. En contraste con la majestad, la gloria y el poder de Dios, tan fuer-temente subrayados en este libro, evoca la fragilidad del hombre mortal. Todavía no reviste, en Ezequiel, el alcance mesiánico que encontramos en el libro de Daniel 7,13 y que alcanza su punto culminante en el Nuevo Testamento en cuanto peculiar título que Jesús de Nazaret se aplica con predilección a sí mismo.
Desde la gloria de Dios se le presenta al profeta el libro, el rollo de la Palabra de Dios, que debe comer (hacer suya) para poder anunciarla. A pesar de que sea poco agradable proclamar un mensaje tan duro (Ez 2,10), para el profeta es «dulce como la miel». De nuevo la gloria de Dios (Ez 3,12-15) «lo invade y lo trans-porta» como si fuera la misma fuerza del Señor actuando sobre él.
Lo esencial de la misión profética de Ezequiel está expresado en Ez 2,3-7. Cuando habla como profeta, está pronunciando un mensaje que no es suyo sino de Dios mismo. Consecuentemente, sus oráculos profé-ticos a lo largo de todo su libro, serán introducidos por la fórmula: «Así dice el Señor, yo recibí esta palabra del Señor», porque es de Él de quien viene el mensaje. Un mensaje para «Israel», o mejor, como se dice en Ez 3,4 y en todo el libro, para la «casa de Israel», porque Ezequiel no es enviado solamente a Judá, el reino del Sur, sino también a todos los miembros del primitivo reino del Norte, suprimido por Asiria 130 años an-tes.
La misión encomendada al profeta consistió, principalmente en combatir la idolatría, las malas costum-bres y las ideas equivocadas acerca del retorno a la tierra prometida. Para consolarlos, el profeta habla con colores vivos y bellos sobre la esperanza mesiánica. Ezequiel tuvo un trágico fin ya que fue asesinado por otro judío en el exilio. Los reproches que leemos en la lectura de este Domingo, son frecuentes en boca de Dios para calificar a su pueblo de corazón duro e infiel. Sin embargo con esa misma severidad y firmeza muestra también su corazón de Padre adolorido que a pesar de todo les manda un profeta para que cam-bien de vida (ver Ez 3, 16-21). Dios siempre nos da una oportunidad más...
«¡Cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte!»
Corinto era una ciudad grande y cosmopolita del mundo antiguo. San Pablo, ante el fracaso por fundar una comunidad en Atenas, fundó y apreció mucho la comunidad de Corinto (ubicada en la península del Peloponeso). En ella, se reflejaban los problemas de una gran ciudad. Fue a partir del conocimiento de los problemas concretos que pasaba la comunidad que San Pablo se motiva para escribir sus cartas. Después de haber visitado la ciudad de Corinto y un poco decepcionado por lo que encuentra, escribe su segunda carta el año 57 desde Macedonia durante su viaje de Éfeso a Corinto.
Sin duda San Pablo tuvo numerosas y excepcionales experiencias místicas. Al inicio del capítulo 12 se refiere a «un hombre en Cristo» que tuvo visiones y revelaciones. Parece ser que él mismo quien ha tenido esas mismas experiencias pero en todo momento deja claro que no quieren que lo valoren por ello. «Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, me fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás, para que me abofetee, para que no me engría» (2Co 12, 7). Con las palabras el «aguijón clavado en la carne» alude San Pablo a un sufrimiento suyo especial cuya naturaleza nos es desconocida. ¿Era un sufrimiento físico o una dificultad moral? Tal vez se refiere a la dolencia física crónica que describe en Ga 4,13-14. En todo caso, lo importante es constatar que la debilidad y la impotencia humana del Após-tol forma parte del Plan divino de salvación. Así ha entendido el misterio de la pequeñez que tanto habló Jesús: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3). Por ello es capaz de reconocer sus propias debilidades ya que no tiene ningún problema en admi-tir que su fuerza proviene del Señor ya que «todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4,13). Santa Teresa de Lisieux decía: «Amad vuestra pequeñez»; idea que parecería tanto más paradójica cuanto que aquí no se trata de la pobreza en lo material sino de la propia debilidad espiritual que nos obliga, junto con San Pablo, a reconocer que sin la gracia (vivir en comunión con Dios) no podemos hacer nada.
«¿De dónde le viene esto?»
Después de narrar los portentosos milagros que comentábamos el Domingo pasado, a saber, la curación de la mujer con flujo de sangre y la resurrección de la hija de Jairo; el Evange¬lio nos relata la vuelta de Je-sús a su pueblo de origen: «Partió de allí y vino a su patria y sus discípulos lo siguieron. Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinago¬ga». Una primera cosa que es necesario aclarar es ¿dónde fue Jesús?, es decir, ¿cuál es su patria? El Evange¬lio de San Marcos no lo dice, porque supone que todos lo saben. Para aclarar este punto debemos recurrir al Evangelio de Lucas en el punto en que relata el mismo hecho. Lucas dice: «Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu... Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró el sábado en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura» (Lc 4,14.15). Lucas aclara, enton¬ces, que el lugar donde esto ocurre es un pueblo de la Galilea llamado Nazaret. Por eso Jesús es lla-mado de «Nazareno» y el acento de su voz era la de un galileo .
El Evangelio de hoy toca un punto central de nuestra fe; quiere subrayar la verdad de la Encarnación: el Hijo de Dios se hizo verdadero Hombre y fue uno de los nuestros. Él también sufrió las envidias, las peque-ñeces y los comentarios malévolos de nuestros pequeños pueblos. Es verdad lo que dice el himno cristoló-gico de Filipenses 2,6ss: «Se despojó de su condición divina asumiendo la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como un hombre».Jesús se hace «siervo entre los siervos» en un oscuro pueblito de la Palestina, hace más de dos mil años. Y esto, que era un escándalo para sus vecinos y conocidos, seguirá siendo escándalo hasta el fin del mundo. Sin embargo, aceptar la Encarnación del Cristo y reconocer en Él al Hijo de Dios y confesar la fe en Él como único Reconciliador, es el único camino de salvación. «¡Dichoso aquel que no halle escándalo en mí!» (Lc 7,23).
La multitud que escuchaba a Jesús ese sábado, se queda maravillada y comentaba «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?». El Evan-gelio no nos dice qué cosas predicó Jesús en esta ocasión; pero podría haber sido una explicación sobre su origen divino y el cumplimiento, en Él, de todas las profecías de las Escrituras. Por eso se preguntan: «¿No es éste el carpintero , el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?».De paso, en dicho pasaje hermanos, ha de leerse «parientes», según usos en la manera aramea y hebrea de hablar que sólo tenía una voz para designar a los hermanos y parientes y que traducida literalmente al griego y luego al castellano puede dar lugar a confusión.
Claro que para quienes sabían que María era Madre sólo de Jesús, no habría lugar a error alguno. La luz de la Tradición lo confirma plenamente. Sus paisanos se maravillan de dos cosas: su sabiduría y sus mila-gros. Jesús demostró tener la sabiduría de un escribano, pues se alza y es capaz de leer la Escritura en hebreo (recordemos que su lengua natal era el arameo). Su palabra era nueva y los que lo oían se «queda-ban admirados de su doctrina porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas» (Mt 7,28-29). No podían negar que demostraba una sabiduría inexplicable. Pero chocaban con la humildad de su origen. Se maravillaban también por sus milagros. Seguramente habrían oído las maravillosas cura-ciones; sin embargo, en su pueblo, solamente curó algunos enfermos. Pero no era suficiente para que se abrieran a la fe. ¿Qué estarían pensando sobre Él? ¿No estaría pesando más lo que ellos sabían que la evidencia de estos hechos maravillosos? ¿No tenía más peso sus propios prejuicios que la realidad objeti-va? Esto les costaba mucho: abrirse a la realidad objetiva.
El escándalo de la cruz
Aquí justamente comienza el camino de la cruz: el escándalo de un Dios que nos ama tanto que se hace hombre y muere para darnos la vida eterna. El escándalo de la humillación de Dios. En la cruz también es-cuchamos decir que éste no puede ser el Mesías, el Hijo de Dios. Por eso le decían: «Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz» (Mt 27,40). Pero no hay otro camino de salvación y de reconciliación. Por eso Jesús nos dice: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6), que quiere de-cir: aceptando la Encarnación; aceptándome pero despojado; aceptándome a mí, Crucificado. Aceptando que el amor de Dios puede llegar hasta el extremo. Es lo que San Juan nos dice en su prólogo: «Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; más cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre» (Jn 1,11-12).
Una palabra del Santo Padre:
El perdón de Dios no es una sentencia del tribunal que puede absolver «por falta de pruebas». Nace, en cambio, de la compasión del Padre por cada persona. Y esta es precisamente la misión de cada sacerdote, que debe tener la capacidad de conmoverse para entrar verdaderamente en la vida de su gente.
Lo volvió a afirmar el Papa Francisco en la misa que celebró el viernes 30 de octubre, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta. La compasión, destacó inmediatamente el Papa en la homilía que pronunció en español, es «una de las virtudes, por decirlo así, un atributo que tiene Dios». Y nos lo relata san Lucas en el pasaje evangélico (14, 1-6) propuesto por la liturgia. Dios, afirmó el Papa Francisco, «tiene compa-sión; siente compasión por cada uno de nosotros; tiene compasión por la humanidad y ha mandato a su Hijo para curarla, para regenerarla, para recrearla, para renovarla». Por ello, continuó, «es interesante que en la parábola, que todos conocemos, del hijo pródigo se dice que cuando el padre —que es figura de Dios que perdona— ve venir a su hijo, se compadeció».
«La compasión de Dios no es tener lástima: no tiene nada que ver una cosa con la otra», alertó el Papa. De hecho, «puedo tener lástima de un perro que se está muriendo o por una situación».
Y «siento lástima también por una persona: siento lástima, siento mucho que esté pasando por esa situa-ción». En cambio «la compasión de Dios es meterse en el problema, meterse en la situación del otro, con su corazón de Padre». E «por eso envió a su Hijo».
«La compasión de Jesús está presente en el Evangelio», continuó el Papa Francisco, recordando que «Je-sús curaba la gente, pero no como un curandero». Más bien Jesús «curaba a la gente como signo, como signo —además de curarla en serio— de esa compasión de Dios, para salvar, para volver a poner en su sitio a la oveja perdida en el corral, a la moneda perdida para aquella señora en el monedero» añadió refi-riéndose a las parábolas evangélicas.«Dios se compadece» destacó el Pontífice. Y «apuesta su corazón de Padre, apuesta su corazón por cada uno de nosotros».
En efecto, «cuando Dios perdona, perdona como Padre, no como un empleado judicial que lee un expe-diente y dice: “sí, realmente, puede ser absuelto porque no hay materia...”». Dios «perdona de adentro, per-dona porque se metió en el corazón de esa persona». El Papa Francisco recordó que «cuando Jesús tiene que presentarse en la sinagoga, en Nazaret, por primera vez, y le dan a leer el libro, tiene precisamente ante él el anuncio del profeta Isaías: “He sido enviado para llevar la buena noticia, para liberar a quien se siente oprimido”». Estas palabras significan, explicó, «que Jesús es enviado por el Padre para entrar en cada uno de nosotros, liberándonos de nuestros pecados, de nuestros males y para traer “la buena noti-cia”».El «anuncio de Dios», en efecto, «es una alegría».».
(Papa Francisco. Capilla de la Domus Sanctae Marthae. Viernes 30 de octubre de 2015)
Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana
1. El creer y ser testigo de la fe en Jesucristo encuentra dificultades en cualquier época y lugar. ¿Cuáles son las dificultades que encuentro en mi camino de fe? ¿Qué hago ante ellas? ¿Qué medios coloco para poder superar esos obstáculos?
2. Meditemos la frase de Pablo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». ¿Realmente confío en la gracia de Dios? ¿Tengo fe en sus palabras? Colaborando con la gracia de Dios puedo hacer maravillas…
3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 156. 515. 547-548. 2089. 2732
texto facilitado: JUAN RAMON PULIDO. PRESIDENTE DIOCESANO de ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA, TOLEDO
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