Nos traslada la carta el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna Española de San Sebastián
Muy estimado/a hermano/a en Cristo:
Aunque es probable que la noticia le haya llegado por otros medios, adjunto
le remito la carta enviada recientemente por Mons. D. José Ignacio Munilla,
obispo de San Sebastián, en relación con la profanación del Sagrario acontecida
en la capilla del cementerio de nuestra ciudad. Es su deseo, y el nuestro,
celebrar una Santa Misa en señal de desagravio por tan aberrante acto contra el
Amor Misericordioso de Dios y la propia libertad religiosa de los cristianos.
En el caso de que no pueda acudir a la ceremonia, que tendrá lugar a las
10:30 horas del día 20 de noviembre, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo,
en la propia capilla del cementerio de Polloe de San Sebastián, o bien, resida
lejos de la ciudad, le agradeceré igualmente difunda el evento entre sus
familiares, amigos o en los Turnos y Secciones de la Adoración Nocturna. Le
ruego tenga en cuenta esta intención en las próximas visitas al Santísimo
Sacramento o durante las Vigilias de Adoración Eucarísticaa las que asista,
pidiendo al Señor por tantas ofensas como ocurren en el mundo, incluyendo las
nuestras.
Reciba un cordial abrazo en Jesús Sacramentado.
Presidente de ANE en San Sebastián
Queridos adoradores:
Hoy os escribo
por un triste motivo, pidiéndoos vuestra
ayuda e implicación de una forma especial. Se trata de una muy grave profanación
del Santísimo Sacramento que hace escasos días se ha producido en nuestra
Diócesis. En efecto, en la capilla del cementerio ha sido robado el sagrario,
con las especies eucarística en su interior.
Podéis suponer
que nuestro dolor es grande, y por ello, me siento llamado a compartirlo con
vosotros y a pediros que realicéis en vuestros turnos de adoración una
respuesta de desagravio y de reparación. El domingo 20 de noviembre, día de
Cristo Rey, a las 10:30 de la mañana, celebraremos una Misa de desagravio, en
la misma capilla del cementerio.
Lo ocurrido
nos permite reflexionar sobre lo que supone que el Señor se haya quedado
presente entre nosotros bajo las especies eucarísticas. ¿Dios en nuestras
manos? ¡Qué peligro!... Desde el punto
de vista de la prudencia humana, cualquiera de nosotros le hubiese “aconsejado”
a Dios que no arriesgase tanto: ¿Acaso no lo tienen demasiado fácil los
miembros de las sectas satánicas y cuantos odian el Santo Nombre de Dios?
¿Acaso no era previsible que los que nos acercamos a comulgar, pudiésemos
hacerlo sin la debida conciencia y disposición, e incluso, con el riesgo de
comulgar de forma sacrílega? ¿Acaso no era de suponer que muchos sagrarios
permaneciesen cuasi abandonados, y que multitudes pasasen delante de ellos con
la mayor indiferencia?...
Y, sin
embargo, Él no dudó ni un momento en
cumplir su promesa: “Yo estaré con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”… Si el Señor, a pesar de todos los riesgos y peligros,
mantiene hoy su voluntad de permanecer entre nosotros, es una señal inequívoca
de que los bienes que se desprenden de su presencia son infinitamente más
grandes que los males que puedan derivar.
La conclusión
es clara: aprovechemos lo acontecido para renovar nuestra devoción eucarística.
Detrás de este suceso se esconde una llamada a la conversión dirigida a cada
uno de nosotros. Hagamos de este agravio una oportunidad de desagravio. Que
esta ofensa sea ocasión para suscitar y manifestar nuestro amor hacia Él.
Con mi
bendición:
+ José Ignacio Munilla
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