domingo, 31 de octubre de 2010

INTENCIONES GENERALES y MISIONALES DEL PAPA PARA NOVIEMBRE

General: Drogadictos y víctimas de toda forma de dependencia

Para que cuantos son víctimas de la droga y de toda forma de adicción encuentren en el poder de Dios Salvador la fuerza de cambiar radicalmente su vida, gracias al apoyo de la comunidad cristiana.



Misionera: La misión continental en América Latina

Para que las Iglesias de América Latina prosigan la misión continental propuesta por sus Obispos, insertándola en la tarea misionera universal del Pueblo de Dios

TEMA DE REFLEXIÓN, VIGILIAS NOVIEMBRE

ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA

Noviembre de 2010.
IV.- La Santa Misa.- El sacrificio de la Eucaristía

Cristo, que nos “ama hasta el fin”, se ofrece en sacrificio por nosotros.

“El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las palabras mismas de la institución: ‘Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros` y ‘Esta copa es la nueva Alianza de mi sangre, que será derramada por vosotros` (Lc 22. 19-20). En la Eucaristía, Cristo ofrece por nosotros el mismo cuerpo que entregó en la cruz, y la misma sangre que ´derramó por muchos para remisión de los pecados`” (Mt 26, 28) (Catecismo, n. 1365).

En estas palabras de la Consagración queda bien de manifiesto una verdad que no debemos olvidar nunca: que la Eucaristía es un sacrificio. Cristo muere para obtener de Dios Padre el perdón de nuestros pecados. Y así nos da a conocer el inmenso y misericordioso amor que Dios Padre nos tiene: “Tanto amó Dios al mundo, que le dio su Hijo Unigénito” (Juan 3, 16).

“La Eucaristía es un sacrificio porque re-presenta (hace presente) el sacrificio de la Cruz, porque es su memorial y aplica su fruto” (Catecismo n. 1366).
En la Institución de la Eucaristía, y como fruto de ese Amor, Cristo anuncia ya su Resurrección “para la remisión de los pecados”, que lleva consigo la “remisión de la muerte”, ultimo enemigo que ha de vencer, y que es fruto del pecado. El pecado no quedaría vencido del todo, si no quedara derrotada la muerte para siempre.

El sacrificio de la Misa pone delante de nuestros ojos la Cruz de Cristo, y nos recuerda que la Cruz pertenece al misterio divino de la salvación. La Cruz es la manifestación de ese “amor hasta el fin”, que Cristo vivió entregándose por nosotros, libre y voluntariamente.

En la Misa, Cristo nos invita a unirnos a su Cruz, para redimir con Él, y gozar ya aquí en la tierra de un adelanto de la Resurrección; de la misma Resurrección. El seguimiento de Cristo viviendo la Misa es participación en su Cruz, es unión con su Amor. Por eso, viviendo la Misa, nuestra vida se transforma: morimos en la Cruz al pecado; y vivimos en la Eucaristía, la Resurrección, la derrota de la muerte.

En la Eucaristía nace el hombre nuevo, creado según Dios. Quien omite la Cruz, quien abandona la Misa, olvida la esencia del cristianismo, la raíz más honda de nuestra vida con Cristo, de nuestra unión con Dios. No descubrirá la luz de la Resurrección que vence a la muerte, porque no habrá muerto en la Cruz al pecado.

Después de lo que hemos reflexionado, nos podemos preguntar: Si la Eucaristía es un sacrificio, ¿se repite en el Altar el sacrificio del Calvario?
No. En el Altar se vive sacramentalmente el mismo sacrificio. Se hace “presente” el mismo sacrificio, que no se puede repetir, porque Cristo murió por nosotros una vez, y para siempre. El sacrificio del Calvario y el sacrificio de la Eucaristía, son el único y el mismo sacrificio. Así nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica: “En este divino sacrificio que se realiza en la Misa, el mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta” (n. 1367).

Cristo se sacrificó en la cruz “para redimirnos de nuestros pecados”. En la Resurrección nos redimió de la muerte, consecuencia del pecado. En la Santa Misa, el Señor presenta cada día a Dios Padre el mismo sacrificio de la cruz, y la victoria de la Resurrección, “para que todos alcancemos la salvación”, y podamos gozar eternamente de su gloria en el Cielo.
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Cuestionario.-
-¿Somos conscientes de que en la Misa Cristo ofrece su muerte en la Cruz, por la redención de nuestros pecados?
-En la Cruz, Cristo nos manifiesta el Amor que nos tiene Dios Padre. ¿Damos gracias a Cristo por ese Amor?
-Descubrimos muchas veces la cruz en nuestras vidas. ¿Sabemos que si vivimos esa cruz con Cristo en la Misa, viviremos también con Él, la resurrección?

martes, 26 de octubre de 2010

CIRCULAMOS PETICIONES DE ORACIÓN POR LA

(La Causa necesita un milagro, ayudemos con nuestra oración)

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· Un sacerdote de la diócesis de Orense, nos comunica dos posibles gracias para pedir al Señor por mediación del Siervo de Dios Luis de Trelles y Noguerol.

1ª.- La curación de un niño de dos años y medio, de Orense, que nació con una lesión medular y no puede caminar. Si se le cae la cabeza hacia delante ya no es capaz de levantarla. El niño va creciendo y cogiendo peso por lo que levantarlo en brazos cada vez es más difícil; es un peso muerto. Es fácil suponer la angustia de sus padres.

2ª.- La madre de este sacerdote, que nos comunica estas dos gracias para pedir al Señor, padece un cáncer de pulmón, con metástasis ósea. Lo lleva con toda la dignidad que le es posible. Ha cumplido 4 años con la enfermedad, pero el tratamiento es muy duro y no lo aguanta.

Todos pedimos su curación por intercesión del Siervo de Dios Luis de Trelles y Noguerol.

· Para que, si es la voluntad del Señor, que el Siervo de Dios llegue a ser glorificado, pedimos vuestra oración a la espera de una pronta curación. Sería maravilloso que el Señor quisiera mostrar su amor. Ayúdennos.
¡La oración todo lo puede!

ORACIÓN PARA LA DEVOCIÓN PRIVADA

Padre nuestro que estás en el Cielo. Tú que escogiste a tu siervo LUIS DE TRELLES como laico comprometido en su tiempo y ardiente Adorador de la EUCARISTÍA: Dame la gracia de imitarle cumpliendo siempre fielmente con mi compromiso en la adoración del Sacramento y en el servicio a los demás. Dígnate glorificar a tu siervo LUIS y concédeme por su intercesión la gracia que humildemente te pido. (Pídase la gracia) Así sea.

(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII.
(Con licencia eclesiástica del Obispado de Zamora)

martes, 19 de octubre de 2010

NOS CUESTA SER AGRADECIDOS

Fernando Rivero, desde Zaragoza me remite la reflexión a un pasaje del Evangelío, cuyo texto quiero compartir con vosotros:


“Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias”.

Dice el refrán que “es de bien nacidos el ser agradecidos”. Sin embargo, el episodio de los diez leprosos que encontramos en el Evangelio, nos muestra y nos revela que la gratitud es, más bien, una virtud rara, una virtud exótica.

Nos cuesta ser agradecidos. Pero ¿por qué? Tal vez porque en el fondo “dar las gracias” implica regresar un camino; algo que no siempre estamos dispuestos a hacer: “Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó...”

Esos hombres, los diez, estaban desahuciados, eran unos muertos en vida, comidos por la enfermedad y por la soledad, señalados por la sociedad, proscritos, relegados, rotos por dentro y por fuera. Esos hombres pasaron en un instante a recuperar, de golpe, toda su dignidad, toda su salud, todo su cuerpo. Debió ser algo impresionante, inesperado, impactante. El único detalle en contra es que Jesús lo hizo gratis. A Jesús no le debían mil millones de dólares, ni siquiera un regalo de agradecimiento. Lo único que les ataba a la persona que les había curado era su capacidad de agradecer; pero eso implicaba regresar por el mismo camino, tal vez perder un poco de tiempo, y reconocer el favor. Algo que sólo uno estuvo dispuesto a hacer.

“Regresar el camino” y dar las gracias no siempre y no todos estamos dispuestos a hacerlo. Somos mucho más agradecidos con el doctor, que nos recibe en su consulta, reloj en mano, y nos receta un medicamento, una dieta o una terapia, que con el confesor que nos absuelve, sin dinero de por medio, y nos limpia de la lepra del pecado. Somos más agradecidos con el funcionario que nos hace algún favor, que con nuestros padres, que con esfuerzo y sacrificio han gastado y han dado su vida para sacar adelante la nuestra.

¿Y con Dios? con Dios, más que agradecidos somos exigentes y muchas veces injustos. Le exigimos curaciones, milagros, suerte, le exigimos un buen trabajo, que nos vaya siempre bien en la vida, que no nos pase nada ni a nosotros ni a los nuestros, que nuestros hijos tengan éxito en la vida.... Exigimos, exigimos, exigimos y si no nos cumple renegamos, nos alejamos o dudamos de Él haciéndolo culpable de todo lo que nos pasa.

Es triste, que no nos hayamos dado cuenta de que Dios ya hizo el gran milagro; que Él ya cumplió su parte. Él nos ha dado lo más importante: la existencia y su amor; su vida y su muerte; su cuerpo y su sangre; la resurrección y la vida eterna. A nosotros es a quien corresponde, ahora, recorrer el camino. El problema es si estamos dispuestos a regresar, ese camino, para corresponder con nuestra capacidad de agradecer.

Diez leprosos fueron curados de su enfermedad. Los diez se beneficiaron del milagro, pero sólo uno regresó para dar las gracias. Ese leproso, además del milagro de su curación corporal, escuchó palabras no menos misteriosas e impresionantes, que sin duda marcaron el resto de su existencia: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.

Cada domingo tenemos la oportunidad de “regresar por el camino” de acción de gracias a Dios. La palabra “Eucaristía”, significa “acción de gracias”. Sólo por ese motivo se justifica ir a Misa. Sorprende y entristece ver la facilidad con que dejamos de hacerlo, a veces por flojera, las prisas de la vida, nos hacen ver ese “dar gracias” como una pérdida de tiempo. Con toda razón, el Papa Juan Pablo II advertía a todos los creyentes que “la Eucaristía dominical, congregando a los cristianos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión”. No hacerlo, no es sólo signo de ingratitud, sino también signo de despiste existencial. Ser agradecidos no cuesta dinero, es gratis; tal vez eso es lo malo, porque todo lo gratuito corre el riesgo de no ser valorado. Es cierto que no cuesta dinero en esta vida, pero tendrá su peso cuando en la otra oigamos: “¿No fueron diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?”

OREMOS TODOS POR LA VIDA

La Adoración Nocturna en Sevilla, siguiendo las indicaciones de nuestro Arzobispo, celebrará el próximo día 21 de octubre, jueves, una Exposición extraordinaria del Santísimo en la Iglesia de San Hermenegildo, desde las 10 hasta las 18:30 horas. La Exposición culminará con una Eucaristía.

La idea de este acto es orar por la vida con motivo del Congreso que un grupo de profesionales favorecedores de prácticas o medios abortistas celebrará en Sevilla del 21 al 23 de octubre

lunes, 18 de octubre de 2010

VIGILIA DE ORACIÓN 21 DE OCTUBRE DE 2010

“UN Sí ROTUNDO A LA VIDA”


El Consejo de Apostolado Seglar convoca a los miembros de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla y a cuantos fieles laicos quieran acompañarnos el próximo 21 de octubre para celebrar una Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento a las 21.00 horas en Iglesia Colegial del Divino Salvador de Sevilla a favor de la vida, para impulsar una cultura que acoja y promueva la vida .

“Un sí rotundo a la vida”, como ya conocemos el Sr. Arzobispo de Sevilla ha escrito esta semana sobre este tema de tanta importancia. En la carta, insta a los grupos y movimientos apostólicos, y otros colectivos diocesanos a intensificar la oración ante el Santísimo Sacramento durante los días 21, 22 y 23 de octubre. Como ya conocemos durante estos días se celebrará en Sevilla un Congreso Internacional sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas.

NOTA DE PRENSA DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA

En las últimas semanas, los Medios de comunicación social han dado cuenta de algunos sucesos de los que han sido protagonistas tristemente algunos sacerdotes. Para conocimiento general, y muy especialmente, de los cristianos de la Archidiócesis, con gran dolor, el Arzobispo desea manifestar lo siguiente:

1. En relación con la parroquia de San José Obrero de San Juan de Aznalfarache, tan pronto como el Arzobispo tuvo noticia fidedigna de la sustancia de los hechos, tuvo una entrevista con el sacerdote, quien dos días después decidió espontáneamente abandonar la parroquia. Con fecha 13 de octubre, el Arzobispo firmó un decreto apartándole de su oficio pastoral y suspendiéndole del ejercicio del ministerio, al tiempo que incoaba un proceso canónico, cuyas actas, en cumplimiento de las normas vigentes, serán enviadas oportunamente a la Santa Sede para su decisión definitiva.

2. Con respecto a la muerte de un sacerdote de la capital, que según fuentes dignas de crédito, después se ha demostrado que fue violenta, el Arzobispo deplora el hecho y sus circunstancias, encomienda al difunto a la misericordia infinita de Dios y reza por la conversión de quienes le quitaron la vida.

3. Al mismo tiempo que manifiesta su propósito de colaborar con la justicia, invita a los cristianos de la Archidiócesis a seguir ayudando y estimando a sus sacerdotes, cuya inmensa mayoría son fieles a su ministerio y están dejando la vida al servicio de sus comunidades. En estos momentos de confusión y dolor, ruega a todos que les encomienden al Señor para que les sostenga y sigan viviendo con gozo su entrega a la hermosísima vocación que les ha regalado en su Iglesia, al servicio del Evangelio y de sus hermanos.

4. Ante estos acontecimientos, el Arzobispo desea confortar también a sus sacerdotes, que deben ver en estas situaciones, objetivamente deplorables y negativas, un signo, una llamada del Señor a ejercer con autenticidad creciente cada día su ministerio y a vivir fiel y santamente su sacerdocio. De esta forma se cumplirá también en nosotros aquello que dice San Pablo en la carta a los Romanos, que para los que aman a Dios, todo lo que sucede, sucede para bien.
Sevilla, 17 de octubre de 2010

+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla

viernes, 8 de octubre de 2010

NOTA DE LA DELEGACION DIOCESANA DE APOSTOLADO SEGLAR

Adjunto la Carta Pastoral que el Sr. Arzobispo ha escrito “Un sí rotundo a la vida”. En dicha carta nos insta a los grupos y movimientos apostólicos y otros colectivos diocesanos a intensificar nuestra oración ante el Santísimo Sacramento que durante los días 21, 22 y 23 de octubre en los que se celebrará en Sevilla un Congreso Internacional sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas.

Por todo ello, una vez consultados diversos miembros del Consejo de Apostolado Seglar hemos convocado a los miembros de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla y a cuantos fieles laicos quieran acompañarnos el próximo 21 de octubre para celebrar una Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento a las 21.00 horas en Iglesia Colegial del Salvador de Sevilla ruego se lo transmitáis a todos los miembros de vuestras organizaciones para que puedan asistir, pido también que les hagáis llegar la carta pastoral del Sr. Arzobispo por el medio que consideréis

Carta Pastoral de nuestro Arzobispo en DEFENSA DE LA VIDA

Queridos hermanos y hermanas:

En las últimas semanas no pocos cristianos de la Archidiócesis me habéis manifestado vuestra preocupación por la celebración en Sevilla de un congreso de ámbito mundial sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas. Tendrá lugar entre los días 21 y 23 de octubre y, según parece, será financiado por instituciones públicas de la capital y la región.

Algunos me habéis pedido que haga cuanto esté a mi alcance por impedirlo. Como podéis imaginar, no tengo en mis manos la posibilidad evitar su celebración, pero si tengo el deber de iluminar la conciencia de nuestros fieles sobre este acontecimiento que, a mi juicio, no va a ser un hito glorioso en la historia de nuestra ciudad.

El pasado 4 de julio entró en vigor en España la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que en realidad no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas.

Su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral. El aborto es siempre una inmoralidad, un mal objetivo; no es progreso sino regresión. En realidad es un “crimen abominable”, como lo calificó el Concilio Vaticano II (GS 51), por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano a petición de sus progenitores, con el concurso de los médicos, los primeros, junto con los padres, que deberían tutelar esa vida naciente.

¿Y qué podemos hacer los cristianos ante el drama del aborto y ante la segura celebración del citado congreso? Una primera posibilidad es que nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos, muchos de los cuales aceptan casi sin pestañear la realidad del aborto en nombre del progreso y de la libertad de la mujer.

La aceptación social del aborto es una realidad fatal, como reconociera el filósofo Julián Marías hace unos años, calificándola como uno de los acontecimientos más graves que han acaecido en el siglo XX. Algo parecido afirmó poco antes de su muerte el gran escritor Miguel Delibes.

En este sentido os invito a todos a difundir en vuestros ambientes, en vuestros hogares, en vuestros lugares de trabajo y en cualquier oportunidad, también en la catequesis y en la formación religiosa escolar, el Evangelio de la Vida, es decir, el valor sagrado de toda vida humana desde la fecundación hasta su ocaso natural, de modo que paulatinamente vayamos sustituyendo la mentalidad abortista y la “cultura de la muerte” por una cultura que acoja y promueva la vida.

En diciembre de 2007, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución por la que se invitaba a los Estados miembros a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Dios quiera que llegue también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos reconozcamos con vergüenza el inmenso y trágico error cometido en los siglos XX y XXI por la humanidad.

¿Qué más podemos hacer? Una forma sencilla de implicarnos en la defensa de la vida humana es rezar. La oración privada y pública es el alma de toda pastoral. También lo es de la defensa de la vida, don de Dios, del que nadie arbitrariamente puede disponer. Así lo reconocía el Papa Juan Pablo II en 1995 en la encíclica Evangelium vitae al decirnos que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero.

Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida". Por ello, sugiero a los sacerdotes que en los días de la celebración del congreso tengan en cuenta esta intención en las preces de los fieles de la Santa Misa y en el rezo del Rosario en las parroquias, y que incluso programen algún acto especial de oración ante el Santísimo por esta causa.

Lo pido también a las contemplativas, a las Hermandades en sus cultos y a los grupos y movimientos apostólicos. En todos los casos se puede concluir la oración con la bellísima plegaria a la Santísima Virgen que escribiera el Papa Juan Pablo II como colofón de la citada encíclica.

Termino mi carta semanal manifestando mi respaldo y aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas. Pocas formas de acción social y de apostolado son hoy tan hermosas y urgentes como ésta. Dios quiera que seamos muchos, también las instancias públicas, los que les secundemos y ayudemos.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla