jueves, 17 de julio de 2014

Domingo de la semana 16, Tiempo ordinario. Ciclo A


Reproduzco la comunicación recibida de mi amigo J.R.P. de la Diócesis de Toledo, muy útil para preparar las lecturas del domingo e incluso mantener la reflexión a lo largo de la semana; esperamos que ésta semilla de buen fruto entre quienes han sido llamados a su lectura.

«Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre»

Lectura del libro de la Sabiduría 12,13. 16-19: En el pecado das lugar al arrepentimiento.

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo,
ante quien tengas que justificar tu sentencia.
Tu poder es el principio de la justicia,
y tu soberanía universal te hace perdonar a todos.
Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total,
y reprimes la audacia de los que no lo conocen.
Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación
y nos gobiernas con gran indulgencia,
porque puedes hacer cuanto quieres.
Obrando así, enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser humano,
y diste a tus hijos la dulce esperanza
de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.


Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos 8, 26- 27 : El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.

El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13,24 -43: Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
-«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:

"Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sa¬le la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho."
Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenarlo en mi granero.” »

Les propuso esta otra parábola:

-«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es mas alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola:
-«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la ama¬sa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
-«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó:
-«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»


 Pautas para la reflexión personal

 El vínculo entre las lecturas

En su extenso discurso parabólico, Jesús nos va a proponer nuevamente las figuras agrícolas para hablar del Reino de los Cielos. Hablará de la buena y la mala semilla; del grano de mostaza; y de la levadura. Todas las imágenes que ha usado Jesús les resultan claras y directas. Sin embargo los discípulos le piden que explique la parábola de la cizaña y del trigo ya que resulta tan reprobable la actitud del enemigo que quieren profundizar en la explicación dada por el Maestro. Todos debemos tener esa visión de eternidad y confianza en el «dueño de la mies».

El libro de la Sabiduría llega a la misma conclusión después de preguntarse por qué Yahveh se muestra tan misericordioso en relación a Egipto (Sb 11, 15-20) y Canaan (Sb 12, 1-11). «No existe Dios fuera de Ti...Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos...Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación» (Primera Lectura). En la carta a los Romanos San Pablo nos muestra cómo el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad y nos enseña a orar como debemos. A través de la acción del Espíritu Santo el cristiano poco a poco llega a comprender, en cuanto esto es posible, el actuar misericordioso y benigno de Dios Amor (Segunda Lectura).

 “El Reino de los cielos es semejante a…”

El Evangelio de este Domingo nos propone tres parábo¬las: la parábola de la cizaña, y las parábolas complementarias del grano de mostaza y de la levadura en la masa. Todas comien¬zan con la frase: «El Reino de los cielos es semejante a...». Tal vez convenga explicar brevemente en qué consiste la enseñanza en parábolas. ¿Quién no sabe que gran parte de la enseñanza de Jesús fue expuesta en parábolas? El sustantivo «parábola» viene del verbo griego: «paraballo», que significa literalmente: "poner una cosa junto a otra con la cual tiene alguna semejanza". De aquí pasó a significar: "comparar". Y el sustantivo «parabolé», puede traducirse por "comparación, semejanza, analogía". Eso es lo que significa literalmente el término «parábola». Pero actualmente es un término técnico que indica un modo de enseñanza. Una parábola es un relato inventado pero de ocurren¬cia muy posible, o la descripción de una situación corriente de la vida cotidiana y, por tanto, familiar para los oyentes. A partir de estas “comparaciones” se busca una enseñanza.

 El trigo y la cizaña

La parábola del trigo y la cizaña comienza así: «El Reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo…». Pero, ya de noche, el enemigo sembró la cizaña entre el trigo y se fue. Luego al brotar la hierba aparece la planta no deseada. Ésta debe de haber sido una situación familiar para los oyentes de Jesús, propia de una sociedad campesina, en la cual solía ocurrir que para dañar al enemigo se venía de noche y en secreto sembraba en su campo en medio de la buena semilla una maleza agreste. En este caso el enemigo sembró cizaña. Ya está ganada la atención de todos los oyentes ya que ellos saben perfectamente a que se refiere, sin embargo necesi¬tamos una aclaración.

La cizaña es una semilla maligna que dificulta el crecimiento del trigo y, en el momento de la siega, mezclándose con el trigo, molesta. Tiene el nombre científico: «lolium temulentum». No puede distinguirse del trigo, en medio del cual crece, antes que haya llegado a madurez y se haya vuelto amarillento. Sería poco sabio arrancar la cizaña antes de la siega, tratando de dejar intacto el trigo. Es mejor esperar la siega cuando la operación de separación es fácil y sin riesgo para el trigo. Pongámonos en la situación de los oyentes de Jesús; son todos expertos en el modo de enfrentar esta dificultad.

Sigue el relato de Jesús: «Los siervos del amo se acercaron a decirle: 'Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?' El les contestó: 'Algún enemigo malo ha hecho esto'». Hasta aquí la narración del hecho de vida. Ahora viene la interpelación a los oyentes ante el pedido de los siervos por arrancar la cizaña. En este punto podemos imaginar a los oyentes que toman partido y exclaman: «¡No, no se hace así, hay que esperar que maduren ambos, no sea que junto con la cizaña se arranque también el trigo!» Y el amo les da razón, diciendo a los siervos: «No, no vayáis... Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero».

Hasta aquí el relato tiene una clara enseñanza, pero hay algo que falta para los discípulos de Jesús. ¿No tendrá que ver esta parábola con uno de los problemas más serios del judaísmo tardío: la retribución en la vida eterna? ¿Qué pasa con los justos que han sufrido en esta vida que pasa? El mismo Jesús nos dirá: «El campo es el mundo», hoy día diríamos: «El campo es la historia humana». La enseñanza que queda en los oyentes es que en la historia humana el bien y el mal están mezclados y que en su etapa actual nosotros no somos capaces de distinguirlos y separarlos sin equivocarnos y cometer injusticia. Hay que esperar hasta que ambos lle¬guen a madurez. No hay que impacientarse. Hay que confiar en la sabiduría de Dios.

San Agustín nos dirá que esta parábola se refiere a la paciencia del Padre que siempre espera, «porque hay muchos que antes eran pecadores y después llegan a convertirse». San Agustín debe de hablar desde su propia experiencia de vida. Por medio de esta parábola Jesús ha expuesto de manera eficaz la misma enseñanza que ya daba Dios en el Antiguo Testamento: «Desiste de la cólera y abandona el enojo, no te impacientes, que es peor: pues serán extirpados los malva¬dos, más los que esperan en el Señor poseerán la tierra. Un poco más y no hay impío, buscas su lugar y ya no está; en cambio, poseerán la tierra los humildes, y gozarán de inmensa paz» (Sal 37,8-11).

 El grano de mostaza

La parábola del grano de mostaza tiene la finalidad de enseñar que, en contraste con sus humildes inicios, la enseñanza de Cristo estaba destinada a crecer y difundirse y llenar la tierra. En efecto, el grano de mostaza es la más pequeña de las semillas, pero una vez que crece, se hace un gran árbol que cobija a las aves del cielo. Nosotros leemos esta parábola ahora que la Iglesia de Cristo está establecida en todos los Continentes y en todos los rincones de tierra, es decir, cuando es un gran árbol que cobija a mil millones de hombres. Pero no debemos olvidar que fue dicha por Cristo cuando sus seguido¬res eran sólo un pequeño grupo en un alejado rincón del mundo. El cumplimiento de este anuncio de Jesús, que en su momento fue una magnífica profecía sobre el desarrollo de su Iglesia, constituye uno de los motivos de credibilidad de la fe cristiana. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, «la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es, en modo alguno, un movimiento ciego del espíritu» .


 La levadura que fermenta toda la masa

La parábola de la levadura que fermenta toda la masa indica una misión esencial de los cristianos. Ellos han recibido de su Señor la misión de «hacer discípulos de todos los pueblos, enseñándoles a observar todo lo que Cristo les enseñó». Hoy día es frecuente escuchar a personas declararse cristianos, y hasta católicos practicantes, pero no aceptar algunas de las enseñanzas de la Iglesia Cató¬lica. A menudo argumentan que vivimos en una sociedad «tolerante» y que «cada uno tiene derecho a creer en su verdad» aun siendo ésta contraria a la fe y enseñanza cristiana. En realidad, el que piensa y actúa de esa manera no ha entendido nada del cristianismo y no puede considerarse un auténtico discípulo de Cristo. Cristo no presentó su doctrina como una opinión entre otras, sino como «la Verdad» y afirmó de manera tajante: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Un cristianismo que se adapta a nuestros gustos y caprichos personales simplemente no es «cristianismo»; eso es una creación nuestra, un cristianismo a nuestra medida, un cristianismo «light». Es decir una religión de supermercado hecha a «imagen y semejanza» de sus propios caprichos personales. Es Dios que tiene que adaptarse si yo me separo de mi mujer, si uso métodos anticonceptivos artificiales, si practico el aborto o si tengo un desorden en mi comportamiento sexual.

El verdadero cristiano está convencido que Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre y que vino a este mundo para reconciliarnos y comunicarnos «la única verdad que nos hace libres». El verda¬dero cristiano está convencido que solamente en el misterio del Verbo Encarnado, el misterio del hombre se aclara y que aceptar medias verdades es lo mismo que aceptar la mentira y su terrible dinamismo de muerte. La parábola de la levadura en la masa nos enseña que los discípulos de Cristo no debemos pasar inadvertidos en la masa, sino fermentarla toda. San Juan Crisóstomo nos dice que «la levadura son los cristianos que cambiarán el mundo entero».

 Una palabra del Santo Padre:

«La unidad de los hombres en su multiplicidad ha sido posible porque Dios, el único Dios del cielo y de la tierra, se nos manifestó; porque la verdad esencial sobre nuestra vida, sobre nuestro origen y nuestro destino, se hizo visible cuando Él se nos manifestó y en Jesucristo nos hizo ver su rostro, se nos reveló a sí mismo. Esta verdad sobre la esencia de nuestro ser, sobre nuestra vida y nuestra muerte, verdad que Dios hizo visible, nos une y nos convierte en hermanos. Catolicidad y unidad van juntas. Y la unidad tiene un contenido: la fe que los Apóstoles nos transmitieron de parte de Cristo...

En este momento de la historia, lleno de escepticismo y de dudas, pero también rico en deseo de Dios, reconocemos de nuevo nuestra misión común de testimoniar juntos a Cristo nuestro Señor y, sobre la base de la unidad que ya se nos ha donado, de ayudar al mundo para que crea. Y pidamos con todo nuestro corazón al Señor que nos guíe a la unidad plena, a fin de que el esplendor de la verdad, la única que puede crear la unidad, sea de nuevo visible en el mundo».

Benedicto XVI. Homilía en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, 29 de junio de 2005.


 Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana.

1. Muchas veces nos olvidamos que «el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad». Hagamos una visita al Santísimo y recemos al Señor por alguna necesidad personal concreta.
2. ¿Por mis actos y mi testimonio de vida realmente soy «levadura en medio de la masa»?
3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 309-314.385.








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