martes, 28 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 28 de Septiembre de 2021

Cuando alguien está sereno y pacificado por dentro, es capaz de percibir la armonía que hay en el universo; pero si está inquieto y perturbado, todo lo que ve y escucha le parece fuera de lugar. De hecho, cuando una persona está en armonía por dentro, cuando va al campo es capaz de gozar percibiendo la armonía que hay entre todos los sonidos que se escuchan al atardecer. Los distintos pájaros, las vacas, el ruido del pasto y de las ramas que se mueven, algunas voces, y hasta los rumores de la carretera que se oyen lejanos. Todo produce una preciosa armonía. Pero la persona que no está pacificada por dentro se siente molesta por esos sonidos. Quisiera un silencio absoluto, o desearía oír sólo algunos de esos sonidos, y no otros. Quiere que el mundo se adapte a sus pretensiones. Y no encuentra calma. Por eso, tenemos que descubrir que lo más importante no es que el mundo cambie, sino que cambiemos nosotros. Pidamos al Espíritu que armonice nuestro interior, para que así podamos estar en armonía con la vida. Que así sea. .

lunes, 27 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 27 de Septiembre de 2021

Hoy recordamos al generoso San Vicente de Paul, y así podemos descubrir de qué manera actúa el Espíritu Santo cuando hay hermanos sufriendo necesidades. Luego de ser ordenado sacerdote a los 19 años, fue tomado preso por los turcos, que lo llevaron a Túnez y lo vendieron como esclavo a un viejo médico. De este médico aprendió varios métodos medicinales que luego utilizó. Al morir el médico, se apoderó de él un hombre a quien convirtió, y juntos viajaron a Roma. Después volvió a París y dejó para siempre las aventuras para dedicarse de lleno a los pobres, enfermos y condenados a esclavitud. Así vivía aquel consejo bíblico: *"Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, recordando que vosotros también tenéis un cuerpo"* (Hebreos 13, 3). Fundó una congregación para la predicación en las poblaciones rurales, y una congregación femenina para atender enfermos y asistir a los pobres en sus domicilios. Promovió la fundación de hospitales para niños, asilos para ancianos, y organizó la ayuda a las poblaciones más pobres. Tenía el gran objetivo de erradicar la mendicidad, y logró convocar a toda la sociedad francesa para cumplirlo. Su pasión por los pobres logró motivar hasta a los más fríos e indiferentes. Ese cambio sólo es posible por la acción del Espíritu Santo, porque sólo Él nos saca de la comodidad egoísta para que sepamos mirar a los demás con verdadero amor. El Espíritu Santo coloca en nosotros la mirada de Jesús, que es capaz de compadecerse de corazón al ver a los que sufren sin tener quien los auxilie. Por eso, cuando alguien está padeciendo, sin poder resolver sus necesidades más urgentes, no es porque Dios no desee liberarlo, sino porque alguno de los instrumentos humanos que podrían ayudarlo no se deja tocar por el Espíritu Santo, no se deja movilizar por su amor. Los que se dejan llevar por el Espíritu Santo, no sólo son generosos, sino que son creativos, inquietos para encontrar la forma de hacer felices a los demás. En San Vicente de Paul podemos reconocer a un instrumento fiel y creativo, que se entregó con entusiasmo a buscar los medios para auxiliar a los enfermos y a los pobres, y el Espíritu Santo manifestó su poder y su amor a través de la misericordia y de la entrega laboriosa de San Vicente de Paúl. .

domingo, 26 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 26 de Septiembre de 2021

A veces nuestra vida está tan sumergida en la mediocridad, el egoísmo y la comodidad que sólo un terremoto podría despertarnos y cambiarnos. Por eso el Espíritu Santo puede permitir algún terremoto para que nos decidamos a vivir en serio. Ese es el sentido de algunos textos bíblicos, que parecen de terror, pero que en realidad nos quieren decir que, si no aceptamos la vida nueva del Espíritu y nos aferramos a seguridades de este mundo, llegará un momento en que esas seguridades van a caer destruidas. Pero la Palabra de Dios en realidad quiere consolarnos, porque nos dice que eso no será nuestra ruina sino nuestra liberación. Porque cuando se caigan todas esas seguridades podremos estar desprendidos de todo ante el Espíritu Santo, y aceptaremos su invitación a vivir de otra manera. *"Habrá un tiempo de angustia, como nunca ha sucedido desde que surgieron las naciones; ese día será salvado mi pueblo."* (Daniel 12, 1) _*"Cuando comiencen a suceder estas cosas, levanten la cabeza, porque se acerca la liberación."*_ (Lucas 21, 28) Por eso cuentan los Hechos de los Apóstoles que *"de improviso vino un terremoto tan fuerte que se movieron los fundamentos de la prisión. Entonces, todas las puertas se abrieron y se rompieron las cadenas de todos "* (Hechos 16, 26) Dejemos que suceda algún terremoto en nuestras vidas, para que el Espíritu Santo pueda abrir nuestras puertas y romper nuestras cadenas. Que así sea. .

Domingo de la Semana 26ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «Pues enosotros, está por nosotros»

Lectura del libro de los Números (11, 25-29): ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profe-ta! En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar en seguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campa-mento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamen-to.» Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: «Señor mío, Moisés, prohíbeselo.» Moi-sés le respondió: «¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!» Salmo 18,8.10.12-13.14: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. R./ La ley del Señor es perfecta // y es descanso del alma; // el precepto del Señor es fiel // e instruye al ignorante. R./ La voluntad del Señor es pura // y eternamente estable; // los mandamientos del Señor son verdade-ros // y enteramente justos. R./ Aunque tu siervo vigila // para guardarlos con cuidado, // ¿quién conoce sus faltas? // Absuélveme de lo que se me oculta. R./ Preserva a tu siervo de la arrogancia, // para que no me domine: // así quedaré libre e inocente // del gran pecado. R./ Lectura de la carta del Apóstol Santiago (5, 1-6): Vuestra riqueza está corrompida. Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han lle-gado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (9, 38-43.45.47-48): El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela. En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.» Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Los textos de este Domingo tienen como telón de fondo la necesidad de tener un recto discernimiento cristiano. El intento de querer monopolizar el uso carismático del nombre de Jesús por parte de sus discípu-los (Evangelio), o el espíritu de profecía por parte de Josué (Primera Lectura), tiene su respuesta en las pa-labras de Jesús: «El que no está contra nosotros, está a nuestro favor», y en las de Moisés: «¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta!».El Apóstol Santiago (Segunda Lectura) se dirige, ya en el final de su carta, a los miembros ricos de la comunidad para recriminar su conducta en relación al justo, al que han condena-do y matado; y así hacerles reflexionar sobre el día del juicio final.  ¡Quién me diera que todo el pueblo de Yahveh profetizara! La Primera Lectura hace parte de los lamentos de Moisés ante las constantes quejas del pueblo, que siente nostalgia por la abundancia de alimentos que tenían en Egipto. Moisés, que se siente abrumado con tantos problemas, clama a Dios: «No puedo cargar yo sólo con este pueblo: es demasiado pesado para mí» (Nm 11,14). Dios responde a Moisés diciendo que tomaría su Espíritu para ponerlo sobre setenta ancia-nos a fin de que lleven juntos la carga del pueblo. Moisés nos dice cómo «el pueblo viene a mí para consul-tar a Dios. Cuando tienen alguna querella vienen a mí y yo me pronuncio entre ellos, haciéndoles saber los mandatos de Dios y sus leyes» (Ex 18,15s).Esto mismo es lo que aquellos ancianos van a realizar movidos por el Espíritu que Dios les otorgará, y que en la Biblia se denominará «profetizar». Da ahí comenzaron su actividad ayudando a Moisés en el gobierno del pueblo. La institución de «los setenta ancianos» se mantu-vo hasta los tiempos de Jesús, aunque en forma modificada. En tiempos de Jesús, el Sanhedrín o Gran Concilio se componía de los «jefes principales, los escribas y los ancianos» y tiene su origen en la elección de Moisés. En nuestro pasaje dominical vemos como el incidente de Eldad y Medad sirve para introducir en la histo-ria a un muchacho llamado Josué, que va a ser el sucesor de Moisés, y también para sentar la tesis, que viene a ser como la culminación de todo el pasaje: «¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infun-diera en todos su espíritu!» (Nm 11,29). Joel se hará portavoz de estos mismos deseos (Jl 3,1-2), y Pedro los verá cumplidos el día de Pentecostés (Hch 2,16-18). Josué quisiera monopolizar el espíritu solamente en Moisés (Nm 11,28). Lo mismo vemos que hará Juan en el Evangelio (Mc 9,38-40). Pero éste no es el pare-cer de Moisés (Nm 11,29), ni el de San Pablo (1 Tes 5,19-20), ni tampoco el de Jesús (Mc 9,38-40) ya que «el viento sopla donde quiere» (Jn 3,8).  «¡Vosotros, ricos, llorad y dad alaridos!» La carta de Santiago concluye con dos series de exhortaciones. Esta primera se centra en algunos as-pectos negativos que ya han merecido anteriormente la atención del autor sagrado; destaca en especial la denuncia de la situación injusta creada por los ricos que explotan a sus hermanos los pobres. La dimensión social del mensaje de Santiago es evidente y realmente cuestionadora. Es posible y probable que en estos pasajes de la carta reflejen la situación concreta de la comunidad de Jerusalén, en la que abundaban los necesitados. Pero en la comunidad hay también ricos que no parecen prestar demasiada atención a los pobres, y por ello son denunciados con palabras que recuerdan el tono condenatorio de los antiguos profe-tas y del mismo Jesús (ver Lc 6,24-26). Sin duda, el pasaje debe de ser entendido en una dimensión escatológica; las calamidades que aguardan a los ricos se sitúan en la perspectiva del Juicio Final (ver Mt 6, 19; Is 5,8-10; Am 2,6-7). Vemos cómo, en una visión profética, se contempla el final negativo de las riquezas acumuladas a costa de «condenar y ma-tar al justo». Entonces serán el oro y la plata los que gritarán contra los ricos (St 5,3) ya que «cuanto dejas-teis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo» (Mt 25,45).  «El que no está contra vosotros, está por vosotros» El Evangelio comienza abruptamente sin introducción, ni presentaciones y habla de un extraño que ex-pulsa demonios en nombre de Jesús pero que no anda con ellos. Según el Apóstol Juan, nadie puede invo-car el nombre de Jesús, si no pertenece al círculo de los discípulos: por dos veces repite la circunstancia«no viene con nosotros». Comentando este punto, nos dice el Pseudo-Crisóstomo: «No era, pues, por envidia o celo por lo que quería San Juan impedir que lanzase aquel hombre los demonios, sino porque deseaba que todos los que invocaban el nombre del Señor siguiesen a Cristo y formasen como un solo cuerpo con sus discípulos. Pero el Señor por medio de éstos que hacen milagros, aunque sean indignos de ello, llama a otros a la fe, y por esta inefable gracia los induce a hacerse mejores. "No hay para qué prohibírselo, res-pondió Jesús"». Ciertamente lo que ese hombre anónimo hacía era expulsar demonios. Esto fue lo que hizo Jesús desde el primer momento de su ministerio público; y también a sus apóstoles les dio poder sobre los demonios (ver Mc 3,14-15). Para expulsar demonios era necesario poseer un poder que venía de lo alto. Por eso a la ex-pulsión del demonio Jesús la llama: «obrar un milagro invocando mi nombre». La condición esencial para que un milagro se realice es que quien lo realiza no crea que se da por su virtud o en mérito propio sino ex-clusivamente por gracia (regalo, don) de Dios. Lo que el hombre consigue por su propia virtud no es un mi-lagro; es un logro humano. Los milagros no se conceden sino por la fe, y no cualquier fe sino «aquella que mueve las montañas». Quien tiene esta fe, y por eso obra milagros, obviamente reconoce a Cristo como Dios. Este no puede «hablar mal de Cristo». De su boca no puede salir más que alabanzas y agradecimientos hacia Jesús. Co-mo conclusión de este episodio, notemos cómo Jesús pasa del trato que recibe Él - «no puede hablar mal de mí» -al trato que reciben los apóstoles - «no está contra vosotros», expresando una identificación con ellos. Recordemos que ya lo había dicho de manera explícita: «Quien a vosotros os escucha, a mí me es-cucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado» (Lc 10,16). No estar contra significa estar a favor. No hay opción intermedia. Respecto a Jesu-cristo todos tenemos que optar y esa opción es radical: en contra o a favor. Finalmente aprendemos de este episodio que la gracia de Cristo es absolutamente libre y gratuita ya que también puede actuar fuera de los cauces ordinarios.  Lo que está en juego… La segunda idea que vemos en el Evangelio es: Jesús anuncia la recompensa o el castigo según la acti-tud de los discípulos. Jesús describe a sus discípulos por medio de dos expresiones «los que son de Cristo» y «estos pequeños que creen». Si el apóstol Juan parecía entender que Jesús era propiedad de los Doce, ahora Jesús dice que, en realidad, ellos son de Cristo. Y Cristo agradece incluso un vaso de agua dado a uno de ellos y promete recompensa. Vemos como Jesús considera gravísimo quien ponga un obstáculo y haga caer - que esto es lo que significa «escándalo» - a uno de sus pequeños discípulos como cariñosa-mente los llama. El «escándalo», en el sentido moral de la palabra, es una acción que constituye un tropiezo para otro en su caminar hacia Dios. La responsabilidad es inmensa ya que la figura utilizada por Jesús es extrema: «mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar». La comparación puede sonar extraña en los labios de Jesús pero expresa toda la grave-dad que atribuye al escándalo. Por último, hay una tercera parte del Evangelio en que Jesús advierte a sus discípulos contra el pecado grave, el pecado que priva de la vida divina a quien lo comete. «Si tu mano te es ocasión de pecado, córta-tela...». La frase tiene una lógica implacable. Si el pecado trae la muerte entera al hombre entero, cierta-mente antes de cometer un acto de tan graves consecuencias, más vale perder una mano. Y para que se entienda claramente el mensaje el Señor lo va a repetir por tres veces. ¿Cómo describe Jesús la gehena? Es un lugar donde «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga» . Nos dice nuevamente el Pseudo - Crisóstomo: «He aquí el testimonio profético de Isaías: "Cuyo gusano no muere nunca, y cuyo fuego jamás se apagará" (Is 66,24). Pero no es del gusano material del que habla, sino del gusano de la conciencia que remuerde al que no ha obrado el bien. Cada cual será su propio acu-sador, recordando lo que hizo en la vida mortal, y por eso su gusano no morirá nunca». Que el fuego no se apague significa que el tormento físico causado por la sensación del calor abrasador no acaba nunca y no hay posible refresco. Así describe Jesús la pena eterna debido al pecado.  Una palabra del Santo Padre: El Pontífice, refiriéndose al pasaje evangélico de Marcos (9, 41-50) leído en la liturgia, recordó que Je-sús habló con fuerza contra el escándalo y «dijo: “El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen —uno solo de estos hermanos y hermanas que tienen fe—, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y le echasen al mar”». En verdad, explicó el Papa, «el cristiano incoherente hace mucho mal», y la imagen fuerte usada por Jesús es muy elocuente. Por lo tanto, prosiguió, «la vida del cristiano está en la senda de la coherencia», pero también tiene que vérselas «con la tentación de no ser coherente y de dar tanto escándalo. Y el escándalo mata». Las consecuencias, además, saltan a la vista. Todos los cristianos, comentó el Papa, han oído decir: «Yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque vosotros cristianos decís una cosa y hacéis otra». Son pa-labras que «todos hemos escuchado: yo creo en Dios, pero no en vosotros». Y esto sucede «por la in-coherencia» de los cristianos, explicó el Papa. Afirmó después que las dos lecturas del día nos ayudan «a rezar por la coherencia cristiana, para ac-tuar, sentir y pensar como cristianos». Y «para vivir con coherencia cristiana —reafirmó— es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios». Es un don que debemos esforzarnos por pedir, diciendo: «Señor, que yo sea coherente. Señor, que no escandalice nunca. Que sea una persona que piense como cristiano, que sienta como cristiano, que actúe como cristiano». Y «ésta —dijo el Papa— es la oración de hoy para todos nosotros: tenemos necesidad de coherencia». Significativo fue el ejemplo práctico que sugirió: «Si te encuentras ante un ateo que te dice que no cree en Dios, puedes leerle toda una biblioteca donde se dice que Dios existe, y aunque se pruebe que Dios existe, él no tendrá fe». Pero, prosiguió el Papa, «si delante de este ateo das testimonio de coherencia y de vida cristiana, algo comenzará a trabajar en su corazón». Y «será precisamente tu testimonio el que le creará la inquietud sobre la cual trabajará el Espíritu Santo». El Papa Francisco recordó que «todos nosotros, toda la Iglesia», debemos pedir al Señor «la gracia de ser coherentes», reconociéndonos pecadores, débiles, incoherentes, pero siempre dispuestos a pedir per-dón a Dios. Se trata de «ir adelante en la vida con coherencia cristiana», dando testimonio de que creemos en Jesu-cristo y sabiendo que somos pecadores. Pero con «la valentía de pedir perdón cuando nos equivocamos» y «teniendo mucho miedo de escandalizar». Y que «el Señor —fue el deseo conclusivo del Papa— nos conceda esta gracia a todos nosotros». (Papa Francisco. Misa matutina en Domius Sanctae Marthae. Jueves 27 de febrero de 2014.)  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Nosotros podemos escandalizar a muchas personas con nuestra propia incoherencia o mal ejemplo. ¿Soy verdadero testimonio de mi amor a Dios y a su Iglesia? ¿En qué actitudes podría ser escándalo para los pequeños del Señor? 2. A la luz de la Carta del Apóstol Santiago, ¿soy una persona justa y generosa? ¿De qué manera con-creta vivo la caridad? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 2258- 2262. 2284 - 2326 texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA

sábado, 25 de septiembre de 2021

26ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 9, 38-48

Iba Jesús caminando entre sus discípulos. Quizá comenzaban ya su viaje hacia Jerusalén, y mientras caminaban, Jesús les daba varias enseñanzas e instrucciones. La primera lección que hoy nos trae el evangelio es la de que nosotros, aunque sigamos de cerca a Jesús, no tenemos el monopolio de la verdad. Hay que respetar y apreciar las cosas buenas que veamos en otros, aunque no sean de nuestro grupo social o religioso. La enseñanza surgió porque Juan, como portavoz de otros, le dijo a Jesús que habían visto a una persona que hacía cosas buenas como expulsar demonios en el nombre de Jesús; pero como no era de su grupo, se lo habían prohibido. Esto dio pie para que Jesús les dijera, a ellos y a nosotros, que cualquiera que no está en contra de Él, está a su favor. Que es como decir que debemos estimar todo lo bueno que nos encontramos en los demás, aunque sean de otro grupo. Es algo parecido a lo que le pasó a Moisés (1ª lectura). Un día llamó a los setenta más importantes del pueblo y el Espíritu de Dios vino sobre ellos, de modo que todos se pusieron a expresar las maravillas de Dios, como solía hacer Moisés. Pero resulta que faltaban dos de ellos. Y donde estaban también se pusieron a expresar esas maravillas. Josué fue donde Moisés a contárselo y le dijo: “Prohíbeselo”. Pero Moisés, que tenía un corazón muy grande, aunque aquellos dos no habían acudido, le dijo: “¡Ojalá todo el pueblo proclame estas maravillas!”. Es la grandeza del corazón, imagen del gran corazón de Jesús que acoge a todo el que no esté realmente en contra. Solemos ser muy egoístas a solas y muchas veces, de manera más viva, cuando formamos parte de un grupo. Este egoísmo nos hace parecer que todo lo del contrario es malo. Esto se ve muchas veces en los partidos políticos. Algunas veces todo lo que hace o dice el adversario nos parece mal. Pero algo tendrán de bueno. El caso es que se critica y se lleva la contraria, aunque no estemos del todo convencidos. Esto pasa en política, pero pasa también en religión. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “Todo lo bueno y verdadero de las diversas religiones lo aprecia la Iglesia como un don de aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan vida” (nº 843). Muchas veces el pertenecer a un grupo nos hace ciegos para poder ver la verdad y el bien en el adversario. Sobre todo, si unos se creen que son los “buenos”, y por ello se creen también que tienen toda la verdad. Lo peor no está sólo en el mal que nos hacemos a nosotros por el pecado. Lo peor es si con nuestro pecado inducimos a otros, que quizá son más débiles en la fe, a cometer el mismo error o pecado. Esto es lo que se llama escándalo. Jesús dice palabras terribles contra los que dan escándalo a otros. Pueden ser personas ricas, o ser personas con responsabilidad social, pero si no cumplen con la justicia y se aprovechan de los pobres en cuanto a salarios y en cuanto a trabajos excesivos, dan escándalo. Igualmente, si son padres que no dan buen ejemplo a sus hijos. El Catecismo de la Iglesia Católica se fija en la maldad de los que deben hacer leyes y las hacen induciendo al mal. Eso es escándalo. Hay muchas veces que cuesta ser cristiano auténtico. Aunque te cueste tanto como te costaría perder un ojo, vale la pena el hacerlo y ser consecuente en nuestra vida con las enseñanzas de Jesucristo. Con esas frases radicales, con las que termina el evangelio de hoy, Jesús nos quiere decir que para ser sus discípulos no debemos conformarnos con la mediocridad, sino que debemos ser auténticos o radicales, que quiere decir que el pensamiento de Jesús no influya sólo en algo exterior, sino que nos llegue hasta lo más hondo de nuestro ser. Y el pensamiento de Jesús es sobre todo el amor. No quedaremos sin recompensa. Hoy nos dice que nos recompensará hasta un vaso de agua que se dé a quien lo necesita. ¡Cuánto más la entrega de nuestro ser! Recordemos que no debemos “apagar al Espíritu”, como nos dice san Pablo, pues sopla donde y como quiere. Y por todo ello bendigamos siempre al Señor.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 25 de Septiembre de 2021

_"Ven Espíritu Santo, a limpiar mis miserias._ _No quiero que mis debilidades y pecados me quiten la alegría, la fuerza, la energía, el empuje de mi entrega. No quiero que mis errores me detengan y me debiliten. Porque Tú tampoco lo quieres._ _Pero necesitas que reconozca mis pecados y no te los oculte, para así poder sanarme. Esperas que mire con claridad mis errores, sin excusas. No te agrada que me paralicen los escrúpulos y la culpa, pero esperas que reconozca ante Ti mis caídas, para poder liberarme._ _Ven Espíritu Santo, no puedo ocultarte nada. Todo está claro y patente ante tu mirada que todo lo ve, que me penetra por completo. Todo lo sabes, y no tiene sentido que intente escapar avergonzado._ _Tu amor me espera con infinita ternura para quemarlo todo en ese fuego abrasador._ _Límpiame una vez más Espíritu Santo, porque quiero hacer de mi vida una ofrenda cada día más bella._ _Amén."_ .

domingo, 19 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo 19 de Septiembre de 2021

Es cierto que el Espíritu Santo actúa de modo permanente en nuestras vidas, y hace maravillas. Pero normalmente no las hace de la manera que nosotros lo esperamos o lo imaginamos. Por eso nos parece que Él está en silencio, que calla, que no interviene. Sin embargo, Él siempre está preparando algo nuevo, y por eso podemos tener esperanzas. Veamos cómo lo expresaba Romano Guardini en su oración: _"Espíritu Santo, que nos has sido enviado,_ _y permaneces cerca de nosotros_ _aunque los espacios_ _resuenen vacíos_ _como si estuvieras lejos._ _En tus manos perduran los siglos_ _y todas las cosas serán en Ti cumplidas,_ _mientras reinas en el misterio del silencio,_ _así lo creemos y esperamos_ _el mundo que ha de venir._ _Enséñanos a esperar en la esperanza,_ _concédenos a participar de ese mundo que vendrá,_ _para que la Presencia de tu Gloria,_ _sea verdadera en nosotros._ _Amén."_ .

sábado, 18 de septiembre de 2021

25ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 9, 30-37

Como era algo tan importante y tan incomprensible para la gente, que sólo deseaba tener favores materiales de Jesús y hacerle rey, se fue por sitios solitarios para poder hablar a solas con los apóstoles. Y hoy les repite lo que ya habíamos visto el domingo pasado: que él, siendo el Mesías, debe morir o dejarse morir para poder resucitar. Esto les era muy difícil entenderlo, pues ellos tenían muy metido en el alma que el Mesías debía controlar todo el mal y vencerlo. Por eso les parecía incomprensible y absurdo el que, para vencer el mal, tuviera que dejarse matar. Claro que les decía que luego tenía que resucitar; pero esto lo comprendían mucho menos. Por eso dice un evangelista, cuando las apariciones después de la Resurrección, que se les abrió la inteligencia para comprender todo ese misterio de la muerte y resurrección de Jesús. Para ello se necesita fe. Ciertamente que es un don de Dios, pero es también una colaboración nuestra. Los apóstoles colaboraron siguiendo al Maestro. Le podían haber abandonado, como hicieron algunos discípulos, cuando la proclamación de la Eucaristía; pero ellos permanecieron siguiendo a Jesús. No lo entendían, pero se fiaron de Él y permanecieron con Él. Esto es una gran enseñanza para nosotros en los momentos de crisis o de “noche oscura”. Habrá momentos difíciles para nuestra permanencia en la fe. Recordemos los momentos en que hemos sentido a Jesús que camina a nuestro lado y sepamos que siempre sigue, aunque “sea de noche”. Y veamos la segunda gran enseñanza de hoy. Los apóstoles parece que estaban más atentos a sus intereses personales que a las enseñanzas de Jesús. Y entre ellos, apartados un poco de Jesús, iban discutiendo quién iba a estar en puestos más importantes en el reino de Jesús. Estaban aún muy alejados de la mentalidad del mismo Jesús. Ya en casa, estando más cercanos y tranquilos, les da un pensamiento esencial en nuestra religión cristiana. Resulta que el más importante no es el que tiene poder o dinero o prestigio social y material, sino el que está el último. Esto no se lo cree nadie. Claro, no se lo cree el que tiene mentalidad materialista, que es la mayoría. Aquí podríamos hacer una consideración sobre la autoridad. No es lo mismo autoridad que poder. Este se puede tener a la fuerza, sin que haya autoridad, mientras que ésta viene de la aceptación del súbdito. En el mundo tiene que haber autoridad, como debe haberla en la familia; pero la verdadera autoridad consiste en el servicio. Ya sabemos que, cuando hay elecciones políticas en todas las partes del mundo, hay algunos que dicen que van a mandar “para servir”. Esto suele ser propaganda. En el fondo lo que quiere la mayoría es tener poder y ser más que los demás. Hoy Jesús nos dice a nosotros que en nuestra religión “sirve el que sirve”, y el que no está al servicio de los demás no sirve para el Reino de los cielos. Más que muchas explicaciones, conviene meditarlo en nuestro corazón y hacerlo tema para hablarlo con Dios, nuestro Padre. Y para que se entendiera un poco más, toma un niño y lo pone en medio. A nosotros nos parece muy bonito ese gesto de Jesús. Debemos comprender que en aquella cultura un niño no valía para nada, porque no podía devolver el favor. Quizá, como dice otro evangelista, era un criadito, un niño de la calle abandonado, que vivía haciendo encargos. Vivamos con humildad y seremos grandes ante Dios. texto facilitado por Sacerdote D. Silverio

Domingo de la Semana 25ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «El que quiera ser el primero, sea el servidor de todos»

Lectura del libro de la Sabiduría (2, 12.17-20): Lo condenaremos a muerte ignominiosa. Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muer-te ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.» Sal 53,3-4.5.6.8: El Señor sostiene mi vida. R./ Oh Dios, sálvame por tu nombre, // sal por mí con tu poder. // Oh Dios, escucha mi súplica, // atiende a mis palabras. R./ Porque unos insolentes se alzan contra mí, // y hombres violentos me persiguen a muerte, // sin tener presente a Dios. R./ Pero Dios es mi auxilio, // el Señor sostiene mi vida. // Te ofreceré un sacrificio voluntario, // dando gracias a tu nombre, que es bueno. R./ Lectura de la carta del Apóstol Santiago (3, 16-4,3): Los que procuran la paz están sembrando paz, y su fruto es la justicia. Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda cla¬se de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, ade¬más, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de miseri¬cordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vo¬sotros? ¿No es de vuestras pasiones, que lu-chan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os com-batís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pe¬dís mal, para dar satisfacción a vuestras pasio-nes. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (9, 30-37): El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos. En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser en-tregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como és-te en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Sin duda, Jesucristo ha traído una verdadera revolución al hombre ya sea por su persona, sus enseñan-zas y, sin duda, por su propia vida. Este auténtico cambio nace de una aproximación diferente a la vida y es lo que leemos en los textos de las lecturas dominicales. Por un lado, el injusto se cuestiona por el testimonio de aquel que coloca su fortaleza y su confianza en el Señor. Leemos que nada malo le va a pasar pues Dios «le librará de las manos de sus enemigos…y le visitará» (Primera Lectura). Los discípulos del Maestro Bueno son constantemente educados para que entiendan que «quien quiera ser el primero tiene que ser el último y el servidor de todos» (Evangelio), escribe Santiago, qué nos tiene ya acostumbrados a sus afirmaciones claras y directas. Ahora nos propone un verdadero programa de reno-vación personal que implica un verdadero cambio de mentalidad y de vida. Las guerras, la violencia, las contiendas y toda clase de maldad; nunca pueden provenir de la Sabiduría que vienen de lo alto sino de las pasiones desordenadas que encontramos en nuestro interior (Segunda Lectura).  El justo perseguido La primera lectura del libro de la Sabiduría es un fragmento del discurso de los malvados enjuiciando y condenando al «justo». ¿Quién es ese justo perseguido? ¿A quién se refiere? A semejanza del «Siervo de Dios» que leemos en el profeta Isaías; la situación y cualidades de este «justo, hijo de Dios» se pueden verificar, sobre todo, en la persona de Jesús de Nazaret. El libro de la Sabiduría debió de ser escrito por un judío familiarizado con la cultura helénica del siglo I a.C. De modo que podemos afirmar que es, cronológicamente, el último libro del Antiguo Testamento. Todo el libro fue escrito en griego y el autor debió haber vivido en Alejandría que era la capital del helenismo bajo la dinastía de los Ptolomeos donde había una importante y fuerte colonia judía. El autor se dirige en primer lugar a los judíos, sus compatriotas, cuya fidelidad está en peligro por el prestigio de la civilización alejandri-na. La cuestión de la retribución, que tanto preocupaba a los sabios, recibe en él la solución afirmando que Dios ha creado al hombre para la incorruptibilidad y que «el amor es la observancia de las leyes» (Sab 6,18). Esto será lo que garantizará la incorruptibilidad que no es sino «estar cerca de Dios» (Sab 6,19). Es interesante destacar que él no alude a una resurrección corporal pero ya introduce la idea de una resurrec-ción de los cuerpos en forma espiritualizada.  La sabiduría que viene de lo alto Nadie está exento de caer en envidias, contiendas y en rivalidad. Ni siquiera los cristianos a los que el Apóstol Santiago dirige su carta. En ella, en cadencia sapiencial y veterotestamentaria, va exponiendo di-chos, exhortaciones y normas de ética general que tienen su origen en la fe en Jesucristo. En el texto ve-mos como primero se contrapone la sabiduría de arriba a la terrena, la verdadera a la falsa. La primera ge-nera envidia y peleas; la segunda paz, misericordia y sinceridad. Como hemos estado leyendo en los domingos anteriores, para Santiago la fe, la religión y la sabiduría cristianas deben de vivirse en la vida cotidiana. La vida coherente es la que demuestra que un cristiano es sabio, lo demás puede ser pura apariencia. Lamentablemente las apariencias fácilmente engañan. El saber entre cristianos no se mide principalmente por la locuacidad, la facilidad de palabra o la inteligencia, sino por vivir en concreto las actitudes que emanan del misterio de la Cruz de nuestro Señor Jesucristo (ver 1 Cor 1,24).  El segundo anuncio de la Pasión La enseñanza acerca del destino de Jesús, que comenzó después de la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo...», se reanuda ahora. El Evangelio dice que Jesús iba de camino enseñando a sus discípulos. Ve-mos cómo el contenido de esa enseñanza es exactamente el mismo. Este es el segundo anuncio de su Pasión. La insistencia revela el valor que Jesús le atribuye. Salvo la expresión «Hijo del hombre», todas las demás palabras usadas por Jesús en esa enseñanza son del vocabulario común y de fácil comprensión para todos. «Hijo del hombre» es una expresión idiomática hebrea. Puede significar simplemente «hom-bre»; pero es evidente que, usada por Jesús, significa algo más que eso; evoca la visión del profeta Daniel, donde se habla de un Hijo del hombre al cual «se dio imperio, honor y reino...su imperio es un imperio que nunca pasará» (ver Dan 7,13-14). Lo que interesa destacar aquí es que no es una expresión oscura para los apóstoles, pues ellos sabían que Jesús la usaba para hablar de sí mismo. La situación es ésta: Jesús, a solas con sus discípulos les ex-plica largamente durante el camino algo que Él considera de fundamental importancia; lo hace en términos fáciles de entender; y ya no es la primera vez. ¿Por qué ellos no lo entienden? ¿Qué es lo que no entienden? En realidad, es un «no entender» que sig-nifica «no aceptar», «no reconocer» y hasta podría significar «rechazar lo que decía» (ver 1Cor 14,38). Ellos prefieren no seguir haciendo preguntas. No quieren aceptar eso de tener que sufrir, no aceptan que a la vida se llegue por el camino de la cruz y la muerte. A esto se refería Jesús cuando, en la última cena, les dice: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16,12-13). Cuando vino el Espíritu Santo, entonces lo en-tendieron bien y, por eso, nos dejaron los Evangelios, que fueron escritos por quienes saben lo que dicen.  ¿Qué discutían por el camino? La continuación del relato nos muestra cómo los discípulos aún permanecían aferrados a sus criterios «mundanos». Cuando llegan a Cafarnaúm, Jesús les pregunta sobre lo que discutían en el camino, perci-ben que la preocupación de ellos contrasta con la de Jesús, y callan. En efecto, «por el camino entre sí ha-bían discutido quién era el mayor». Jesús aprovecha la ocasión para presentar la misma enseñanza que les había dicho pero de otra manera. Esta vez la solemnidad de la enseñanza está indicada por la posición que asume: «se sienta y llama a los Doce». Es la actitud del maestro que enseña desde la cátedra (de aquí la expresión «ex cathedra») porque lo que va a decir reviste de gran importancia. Dos condiciones se deben de cumplir quien quiera ser el primero: «ser el último de todos y ser servidor de todos». El Evangelio de hoy nos ofrece uno de los argumentos más claros de la historicidad del mismo. El autor sagrado - en este caso San Marcos - escribe su Evangelio después de la Resurrección de Cristo y bajo la inspiración del Espíritu Santo que le concedió una comprensión plena del misterio de Cristo. Pero eso no le impidió referir con veracidad los hechos de la vida de Cristo. Vemos cómo los únicos testigos de los he-chos narrados son los apóstoles, sin embargo ¿por qué registran aspectos tan negativos de ellos mismos? Ellos son los jefes y responsables de una comunidad y como tales, a ellos no les favorecía aparecer ante los fieles como incapaces de comprender, desentendidos de la misión de Cristo y ambiciosos. La única explicación razonable de la inclusión de estos episodios en el Evangelio es la absoluta seriedad y responsabilidad con que los apóstoles transmitieron la verdad acerca de toda la vida de Jesús, incluso de aquellos episodios en que ellos quedaban mal. Prefirieron la verdad antes que su propio prestigio. Esto nos garantiza a nosotros, que estamos leyendo hechos realmente históricos, transmitidos por aquellos que te-nían la verdad como máxima preocupación.  Una palabra del Santo Padre: «Y son numerosos los dones, muchas las riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré sólo algunos. Portan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y en la mamá; y tiene una confianza natural en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mis-mo tiempo, su mirada interior es pura, aún no está contaminada por la malicia, la doblez, las «incrustacio-nes» de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, sus egoísmos, pero conservan una pureza y una sencillez interior. Pero los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente. Y muchas veces ponen en dificultad a los padres, manifestan-do delante de otras personas: «Esto no me gusta porque es feo». Pero los niños dicen lo que ven, no son personas dobles, no han cultivado aún esa ciencia de la doblez que nosotros adultos lamentablemente he-mos aprendido. Los niños —en su sencillez interior— llevan consigo, además, la capacidad de recibir y dar ternura. Ter-nura es tener un corazón «de carne» y no «de piedra», come dice la Biblia (cf. Ez 36, 26). La ternura es también poesía: es «sentir» las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, sólo para usarlos, porque sirven...Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos, cuando los tomo para abrazarlos, sonríen; otros me ven vestido de blanco y creen que soy el médico y que vengo a vacunarlos, y lloran... pero espontáneamente. Los niños son así: sonríen y lloran, dos cosas que en nosotros, los gran-des, a menudo «se bloquean», ya no somos capaces... Muchas veces nuestra sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, algo sin vida, una sonrisa que no es alegre, incluso una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente. Depende siempre del corazón, y con frecuencia nuestro corazón se bloquea y pierde esta capacidad de sonreír, de llorar. Entonces, los niños pueden en-señarnos de nuevo a sonreír y a llorar. Pero, nosotros mismos, tenemos que preguntarnos: ¿sonrío espon-táneamente, con naturalidad, con amor, o mi sonrisa es artificial? ¿Todavía lloro o he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.Por todos estos motivos Jesús invita a sus discípulos a «hacerse como niños», porque «de los que son como ellos es el reino de Dios» (cf. Mt 18, 3; Mc 10, 14). Queridos hermanos y hermanas, los niños traen vida, alegría, esperanza, incluso complicaciones. Pero la vida es así. Ciertamente causan también preocupaciones y a veces muchos problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se que-dó sin niños. Y cuando vemos que el número de nacimientos de una sociedad llega apenas al uno por cien-to, podemos decir que esta sociedad es triste, es gris, porque se ha quedado sin niños». Papa Francisco. Audiencia General 18 de marzo de 2015  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Para nosotros también se nos hace «difícil de entender» el mensaje de Jesús. En efecto vemos cómo muchas veces queremos ser los primeros y difícilmente entendemos que todo puesto de au-toridad tiene que ser un puesto de servicio. ¿Cómo vivo yo esta realidad? ¿Me cuesta servir? ¿Me cuesta ser el último? 2. Leamos con calma la Segunda Lectura y hagamos un verdadero examen de conciencia a partir de los «criterios evangélicos» que coloca Santiago. 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 1817 – 1829. 2546. 2631. 2713. texto facilitado JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de Adoración Nocturna Española, Toledo

viernes, 17 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 17 de Septiembre de 2021

En *(Juan 20,19-23)* vemos que, a pesar de la resurrección, los discípulos se encierran, llenos de miedo. Porque todavía debían recibir la fuerza del Espíritu Santo que los impulsara a la misión liberándolos del temor y la cobardía. No significa esto que el Espíritu Santo no estuviera presente de ninguna manera, ya que según el Evangelio de San Juan Jesús derrama el Espíritu cuando muere en la cruz. Pero Jesús iba produciendo poco a poco una efusión cada vez más plena y liberadora en sus discípulos que finalmente les haría vivir la explosión evangelizadora de la Iglesia naciente en Pentecostés. El Espíritu Santo nos saca del encierro, del aislamiento, y nos impulsa hacia fuera. Por eso tenemos que convencernos de que el Espíritu Santo nos quiere hacer vivir una espiritualidad en la acción. No tenemos que pensar que sólo tenemos espiritualidad cuando nos encerramos a orar, porque cuando estamos evangelizando, o cuando estamos prestando un servicio bajo el impulso del Espíritu Santo, eso también es espiritualidad. Y esto vale sobre todo para los laicos, que están llamados a impregnar el mundo con la presencia del Espíritu. Todo lo bueno que Jesús produce en nuestras vidas se realiza por la acción íntima y profunda del Espíritu Santo que Él envía. Todo consuelo, toda luz interior, todo regalo de la gracia, todo carisma y todo impulso de amor, nos llegan por la acción interior del Espíritu Santo. Y con ese poder es posible cambiar el mundo. Por eso, si queremos liberar y embellecer nuestras vidas, y el mundo entero, tenemos que pedirle a Jesús resucitado que derrame en nosotros un poco más del poder del Espíritu Santo que llena su humanidad gloriosa. .

jueves, 16 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 16 de Septiembre de 2021

El Espíritu Santo puede enseñarnos a disfrutar de las cosas lindas de la vida, pero en la presencia de Dios. Él nos enseña a gozar, encontrando al Señor también en los placeres cotidianos. Por ejemplo: Si uno aprende a disfrutar de la ducha, si es capaz de detenerse a disfrutar el roce del agua caliente, si deja que su cuerpo se alivie con el agua, y se detiene sin prisa a gozar de ese contacto. Entonces, puede empezar a imaginarse a Dios como agua viva, agua que sana, agua que alivia. Dios como fuente de vida, manantial infinito. Si está escuchando música que le gusta ¿por qué no puede detenerse un minuto a disfrutarla? Y mientras la escucha, puede poco a poco dejar que el ritmo y la armonía vayan tomando todo su ser. Y así empieza a imaginar a Dios como una música infinita, que lo envuelve y le hace bailar por el universo. Si está ante un paisaje, puede detenerse un rato, sin apuros. Hay gente que pasa ante los paisajes como si estuviera mirando fotos, y no se queda aunque sea unos minutos disfrutándolo. O ignora las flores, o un árbol, o el cielo. En cambio deteniéndose en esas cosas, poco a poco, uno puede comenzar a contemplar a Dios como belleza infinita. Podemos intentarlo. Alguna vez que estemos disfrutando de algo, invoquemos al Espíritu Santo para poder elevarnos en medio de ese placer. No se trata de renunciar al placer, sino de darle un sentido infinito. .

miércoles, 15 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 15 de Septiembre de 2021

_Ven Espíritu Santo, fuente de la paz verdadera. Ven pacifica mis miedos._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis ansiedades._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis obsesionemos._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis remordimientos._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis malos recuerdos._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis insatisfacciones._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis rencores._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis tristezas._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica mis nerviosismos._ _Ven Espíritu Santo. Pacifica toda mi vida._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén."_ .

martes, 14 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 14 de Septiembre de 2021

La alegría es un tema típico del Evangelio de San Lucas, desde la Anunciación hasta la Pascua, pasando por una especie de caravana de gente gozosa, entre los que se destaca María, que _*"se estremecía de gozo en Dios su salvador"*_ (Lucas 1, 47) En *(Lucas 10, 21-24)* es Jesús el que se llena de alegría, no una alegría mundana, o una euforia psicológica, sino el gozo que procede del Espíritu Santo. Por eso nuestros corazones tristes necesitan invocar cada dia al Espíritu Santo. Él es un verdadero manantial de alegría, que puede convertir en gozo nuestras amarguras más profundas. Pero el motivo de la alegría de Jesús es muy particular. Jesús se alegraba contemplando cómo los más pequeños y sencillos recibían la Buena Noticia y captaban los misterios más profundos del amor de Dios. Y Jesús se goza porque es su Padre amado el que manifiesta a los sencillos esas cosas profundas que permanecen ocultas para los sabios de este mundo. El Padre nos regala la fuerza del Espíritu Santo, que nos llena de alegría también cuando nos sentimos pobres, pequeños y limitados. Es una alegría que el mundo no puede dar. Es la alegría celestial que derrama el Espíritu divino. Amén. . .

lunes, 13 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 13 de Septiembre de 2021

Podríamos decir que entrar en la presencia del Espíritu Santo no es tanto un esfuerzo por estar atentos con la claridad de la mente, sino más bien dejarnos inundar por Él poco a poco. Pero en realidad Él está siempre inundándonos, aunque estemos distraídos, dormidos, u ocupados en un trabajo exigente. También cuando pasamos un momento de oración distraídos, sólo pensando en nuestros proyectos, Él está, esperando que lo reconozcamos, en lo más hondo de nuestra intimidad. Por eso algunos dicen que en realidad no se trata de que Él entre en nosotros, sino de entrar nosotros en Él, de penetrar en su Presencia, de habitar en su amor y en su luz que siempre nos superan. Pero nosotros estamos siempre dentro del Espíritu divino, sumergidos en Él que nos envuelve, nos sostiene y nos lleva dentro de sí permanentemente. Él está llenando todo espacio, todo tiempo y todo lugar, y nunca podemos estar fuera de Él, o escondidos de su Presencia permanente: *"¿Adonde iré lejos de tu espíritu? ¿Adonde huiré de tu presencia? Si subo hasta los cielos, allí estás tú, si bajo hasta el abismo, allí te encuentras tú. Si tomo las alas de la aurora y voy a parar a los confines del océano, también allí tu mano me conduce, tu brazo me sostiene"* (Salmo 139,7-10). Entrar en su Presencia es sobre todo arrojarnos, llenos de confianza y gratitud, deseosos y necesitados, en sus brazos de amor. Es penetrar allí donde siempre estamos, pero entrar con toda la fuerza de nuestro deseo. Que así sea. .

domingo, 12 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 12 de Septiembre de 2021

_"Ven Espíritu Santo, ven a sanar mi manera de reaccionar._ _Para que frente a las agresiones reaccione con amor._ _Para que frente a las burlas reaccione con comprensión._ _Para que frente a las preocupaciones reaccione con la súplica._ _Para que frente a los imprevistos reaccione con creatividad._ _Para que frente a los fracasos reaccione con la esperanza._ _Para que frente a los errores reaccione con constancia._ _Para que frente a las desilusiones reaccione con confianza._ _Para que frente a los problemas reaccione con paz._ _Para que frente a los desafíos reaccione con coraje._ _Para que frente a tu amor reaccione con alegría._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén."_ .

sábado, 11 de septiembre de 2021

24ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 8, 27-35

Hoy se nos plantea un tema muy serio en la vida como es el dolor y sufrimiento. Hay personas que creen que la Iglesia, en su doctrina, es algo así como masoquista o que enseña que hay que buscar el dolor y que no se debe gozar en la vida. En realidad, el dolor, como la muerte, sigue siendo una especie de misterio; pero tiene que tener un sentido. Por algo llamó Jesús “dichosos” a los que sufren. Lo cierto es que el dolor aquí no es un castigo divino ni el remedio es la sola resignación. Aunque sea difícil entenderlo, lo cierto es que Dios, para salvarnos, ha escogido compartir nuestro dolor. Darle sentido es comprender que Jesús, Dios hecho hombre, entre muchas posibilidades, nos ha salvado con el dolor. Pero lo mismo que Jesús resucitó, también es una promesa para nosotros. Por eso debemos vivir en una confianza continua en la presencia de Dios que nos acompaña. Esta es nuestra fe, que nos une con Dios- La escena que hoy nos trae el evangelio sucede en Cesarea de Filipo. Esta ciudad parece que se había llamado Paneas; pero el tetrarca Filipo la nombró Cesarea en honor al César Augusto. Primero les pregunta Jesús a los apóstoles quién dice la gente que es Él. No se trata de saber lo que dicen los muy amigos o los enemigos, sino los indiferentes. Estos suelen decir que es Juan Bautista resucitado o algún profeta. Hoy también hay muchas opiniones sobre Jesús, algunas muy distanciadas porque sigue teniendo muy buenos amigos y sigue teniendo enemigos que le odian. Pero lo que le interesaba más a Jesús era la opinión de sus mismos discípulos. Es san Pedro quien primero dice: “Eres el Mesías”. ¿Qué entendería san Pedro entonces por “Mesías”? Ya Jesús había hablado de servicio, ya les había dicho las bienaventuranzas, que primeramente se aplicaban a su propia vida y actuación, ya había prohibido a los endemoniados que proclamasen que era “Hijo de Dios”. Pero era difícil entender la mentalidad de Jesús, cuando tenían bien metida la idea de un mesías triunfador, que con su poder les llevase a los israelitas a ser los dueños del mundo. Jesús va a explicarles lo que Él entiende por Mesías, siguiendo lo que ya había dicho el profeta Isaías sobre el “Siervo de Yahvé”, un siervo sufriente. Lo primero que les encarga es que no digan a nadie que Él es el Mesías. ¡Menudo lío se hubiera armado! Pues toda la gente le hubiera aclamado por su rey. Es lo que pasó después de la multiplicación de panes y peces. Jesús tuvo que esconderse. Así que acepta que Él es el Mesías. Pero a continuación les explica que Él, siendo el Mesías, debe padecer e ir a la muerte. Y esas palabras denotan un sentido de cercanía a esos sucesos. Claro que después, y pronto, vendría la resurrección. Esto lo entendían menos. San Pedro, que todavía no era santo, sino muy apegado a sus ideas triunfalistas, le lleva un poco aparte, porque comprende que le tiene que decir algo serio al maestro: “Esto no puede ser”. Para Jesús era una nueva tentación de triunfalismo. Podríamos decir que las antiguas tentaciones del desierto vuelven a suscitarse. Y una tentación viene en este momento. Por eso Pedro está haciendo las veces de Satanás. Y así se lo dice Jesús. Más bien parece como un grito para vencer la tentación. Pedro había presentado, como nosotros a veces queremos, un mesianismo o una religión sin sufrimiento. San Pablo nos dirá que “sin efusión de sangre no hay redención”. Una religión sin sufrimiento quiere decir también con intereses personales y egoístas o sin compromisos hacia el bien de los demás, sólo con intereses materiales o terrenos. Y comienza a explicar Jesús que el desprendimiento terreno no es sólo para el Mesías, sino para todo el que quiera ser discípulo suyo. Y dice esas frases desconcertantes: “Quien pierde su vida la salvará”. Para algunos salvar su vida es no meterse en líos o problemas por el bien de los demás. Piensan que está perdiendo su vida. Por encima de la vida que se ve, hay otra vida que se gana con seguir a Jesús en medio de las cruces de cada día, pero cumpliendo cada uno con su propio deber.

Domingo de la Semana 24ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho»

Lectura del libro del profeta Isaías (50,5-9a): Ofrecí la espalda a los que me apaleaban. El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará? Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9: Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. R./ Amo al Señor, porque escucha // mi voz suplicante, // porque inclina su oído hacia mí // el día que lo invoco. R./ Me envolvían redes de muerte, // me alcanzaron los lazos del abismo, // caí en tristeza y angustia. // Invoqué el nombre del Señor: // «Señor, salva mi vida.» R./ El Señor es benigno y justo, // nuestro Dios es compasivo; // el Señor guarda a los sencillos: // estando yo sin fuerzas, me salvó. R./ Arrancó mi alma de la muerte, // mis ojos de las lágrimas, // mis pies de la caída. // Caminaré en presencia del Señor // en el país de la vida. R./ Lectura de la carta del Apóstol Santiago (2,14-18): La fe, si no tiene obras, está muerta. ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.» Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (8,27-35): Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Vivir de acuerdo a lo que se cree, es decir según las opciones que uno ha realizado. La fe en el Nuevo Testamento es la adhesión a Dios y a lo que Él ha revelado en Jesucristo. La fe lleva al creyente a prestar obediencia a Dios, que se revela, y a modelar la propia existencia de acuerdo a lo que Él revela y manifiesta al hombre para que viva (ver Dt 4,1). Esto es lo que reclama el apóstol Santiago (Segunda Lectura): « ¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe». La fe sin obras es una fe muerta e hipócrita. Jesús mismo nos ha dejado un mensaje claro y exigente: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo». Son palabras duras pero verdaderas y libertadoras. El camino de la coherencia y del seguimiento exige confiar en el Padre a pesar de los sufrimientos e incomprensiones que esto pueda acarrear (Primera Lectura).  «He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará?» En la lectura del profeta Isaías, el tercer canto del Siervo de Yahveh, se muestra cómo el discípulo fiel es encargado de enseñar a los «temerosos de Dios», es decir a los judíos piadosos (ver Is 50,10) y a los extraviados o infieles «que andan a oscuras». El Siervo de Yahveh acepta la misión que se le ha encomendado, aunque es difícil y llena de peligros: la confianza que pone en Dios le da la fuerza y los recursos necesarios para cumplirla, permaneciendo firme incluso en medio de la terrible adversidad de no ser comprendido. El Siervo de Yahveh sabe que debe enfrentar un juicio ante sus enemigos. Así lo sugiere el vocabulario judicial de Is 50,8-9a: «defender, denunciar, comparecer, acusar, condenar». Sabe que dispone de los medios necesarios para hacer frente a la situación y salir victorioso. Pero sabe también que no tendrá necesidad de utilizar esos medios (véase Is 54,17) ya que el Señor mismo es quien lo defenderá. La imagen nos habla de un prisionero que «por la mañana muy temprano» (Is 50,4) se ha despertado con la plena seguridad de que Dios está siempre a su lado ayudándolo y por ello será capaz de derrotar a sus enemigos. Espera ese momento con serena alegría, como un momento de triunfo propio y de glorificación de Dios.  Los criterios buenos La carta del apóstol Santiago denuncia de manera enérgica la falta de consecuencia con los «pensamientos de Dios», es decir el traicionar con la conducta diaria aquello que se cree. «Yo, por las obras, te demostraré mi fe». Con estas palabras el apóstol nos invita a expresar en la vida diaria, abiertamente y con valentía, nuestra fe en Jesucristo; especialmente a través de nuestras obras de caridad y solidaridad con los más necesitados. Dos ejemplos tomados de la Escritura ilustran la fe operante de Abrahán y de Rajab, pues sus obras hicieron efectiva la fe. Santiago desarrolla el tema en tres momentos (St 2,14-17.18-20 y en 21-26), que culminan con una valoración totalmente negativa de la fe sin obras. Los modelos de fe del Antiguo Testamento subrayan el sentido operativo de la fe en Dios (St 2,21-25). Abrahán demuestra la plenitud de su fe no sólo al fiarse de Dios sino cuando va a realizar la ofrenda en sacrificio de su hijo Isaac (ver Gn 15,6), de modo que su conducta revela su confianza en Dios. También la prostituta Rajab demuestra su fe (ver Jos 2,9-10) cuando ayuda a los mensajeros de Josué. La conclusión final del capítulo refleja por medio de una imagen antropológica y de una sentencia la realidad de la fe sin obras: es un cadáver.  «¿Quién dicen los hombres que yo soy?» El leer el Evangelio de este Domingo nos queda la impresión que aquí hay un verdadero punto de quiebre, algo que produce un cambio de actitud en Jesús. En efecto después de la famosa confesión de Pedro, el Evangelio dice que a partir de ese momento Jesús «comenzó a enseñarles» (Mc 8,31) a sus discípulos acerca de su misión: «el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado... ser matado y resucitar a los tres días». A lo largo de las lecturas que hemos venido acompañando en este año litúrgico (Ciclo B), hemos visto cómo Jesús ha hecho una serie de señales realmente sorprendentes: curaciones, multiplicación de los panes, calmar la tormenta, etc. Todo esto era más que suficiente para que, en el pequeño ambiente de esa época, Jesús se hiciera notar. «Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea» (Mc 1,28). Era pues natural que la gente se preguntará: «¿Quién es éste?», e intentaran dar explicaciones sobre su identidad. El Evangelio toca este punto directamente. Jesús pregunta a sus apóstoles sobre la idea que tenían la gente de Él. Si todo el Evangelio consiste en la revelación de la identidad de Jesús, sin duda que aquí tenemos un punto central. Los discípulos le refieren a las diversas opiniones que tenía la gente acerca de Jesús: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas». Los discípulos saben que las respuestas no son exactas y el mismo Jesús no reacciona ante ellas.  «Tú eres el Cristo» Pero ahora Jesús hace una segunda pregunta que cuestiona directamente a sus discípulos y los obliga a comprometerse en primera persona: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Se hace un momento de incómodo silencio ya que es fácil decir lo que los otros piensan, sin embargo es difícil «jugarse» y decir lo que uno piensa acerca de otra persona cuando ella hace una pregunta directa. Es entonces que se adelanta Pedro y contesta «Tú eres el Cristo». Ésta es una respuesta extraordinariamente comprometedora porque quiere decir: «Tú eres el Esperado de Israel, el Mesías, el anunciado por todos los profetas, el que salvará a su pueblo». «Cristo» es la traducción griega del término hebreo «Mesías» que quiere decir «ungido» . El «ungido» por excelencia había sido el rey David. A él Dios le había prometido: «Uno salido de tus entrañas se sentará sobre tu trono y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre» (2Sam 7,12). Y toda la historia de Israel está cómo que orientada hacia el futuro a la espera de este descendiente de David que restablecería la monarquía y la grandeza que gozó Israel durante el reinado de este gran rey. Sin embargo el verdadero «ungido», no con aceite a modo de signo, sino directamente por el Espíritu Santo, era Jesús. Por eso el adopta el nombre propio de «Cristo». Es interesante recordar que el Evangelio de Marcos, que es el primero que se escribió y por lo tanto el único que existió solo; ya antes de la profesión de Pedro menciona la palabra «Cristo» solamente en el título: «Comienzo del Evangelio de Jesús Cristo, Hijo de Dios» (Mc 1,1). Por eso la profesión de Pedro es totalmente novedosa. Sin embargo, después de esa profesión, el nombre «Cristo» aparecerá otras cinco veces (Mc 9,41; 13,21; 12,35; 14,61; 15,32). En todas estas ocasiones manifestará lo que es el «Cristo». En la opinión general el Cristo es «hijo de David» y, por tanto, «Rey de Israel»; pero en la opinión más ilustrada del Sumo Sacerdote (ver Mc 14,61) y en la de Jesús mismo; el Cristo es Hijo de Dios Bendito y, por tanto, mucho más que David.  «¡Quítate de mi vista, Satanás!» Jesús acepta la definición dada por Pedro; pero impone un absoluto silencio acerca de su identidad y comienza a decirles algo que contrasta con su condición de «Cristo», tal como entendía la gente y como los mismos discípulos entendían: «el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado...ser matado». Literalmente quiere decir que tenía que ser reprobado como indigno o incompetente. Y esto lo habla abiertamente. Esto los discípulos no se lo esperaban, era realmente demasiado. El mismo Pedro no lo puede digerir y comienza a censurar a Jesús. ¡No es posible que el Cristo, anunciado como rey y salvador, pueda ser víctima de maltrato por parte de los hombres y pueda ser sometido a muerte! Es que aquí Jesús está dando una definición del Cristo y de su misión de salvador del mundo, que es nueva y que contrasta con la opinión de los hombres, pero que responde a las antiguas profecías acerca del siervo de Dios como hemos leído en la Primera Lectura. Ésta es la misión que Jesús tenía que cumplir y la cumplió con total fidelidad. Por eso cualquiera que tratara de apartarlo de ella sería rechazado con energía, como lo hace en este pasaje con Pedro. Jesús lo manda «ponerse detrás de Él» porque «no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres» (Mc 8, 33). Lo llama Satanás, que quiere decir «adversario» en hebreo, porque así como Satanás arruinó una vez la obra de Dios en Adán, ahora intenta arruinarla de nuevo desviando de su misión al «Nuevo Adán». Jesús le dice literalmente a Pedro: «Ponte detrás de mí», es decir, toma tu lugar de discípulo y no pretendas ser el maestro. Desde este momento Jesús, sin rechazar su identidad de «Cristo» e «Hijo de David», comienza a explicar a sus discípulos cada vez más claramente que su misión era la de ofrecerse en sacrificio por el perdón de todos los pecados. Si Cristo hubiera hecho el papel de un rey al modo de David, es decir, como era el pensamiento de los hombres acerca del Cristo, habría sido un rey más de esta tierra pero su «reino no es de este mundo» (Jn 18,36). Él, dando su vida por cada uno de nosotros, se ofreció como víctima agradable reconciliándonos con el Padre. Dios demostró que había aceptado el sacrificio del Hijo, resucitándolo de los muertos, como Él ya lo había anunciado. Por eso la definición de la identidad de Jesús la dio Juan el Bautista cuando lo vio venir hacia él: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).  Una palabra del Santo Padre: «En el itinerario dominical con el Evangelio de Mateo, llegamos hoy al punto crucial en el que Jesús, tras verificar que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios, comenzó «a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho..., ser ejecutado y resucitar al tercer día» (16, 21). Es un momento crítico en el que emerge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. Pedro, incluso, siente el deber de reprender al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final tan infame. Entonces Jesús, a su vez, reprende duramente a Pedro, lo pone «a raya», porque no piensa «como Dios, sino como los hombres» (cf. v. 23) y sin darse cuenta hace las veces de Satanás, el tentador. Sobre este punto insiste, en la liturgia de este domingo, también el apóstol Pablo, quien, al escribir a los cristianos de Roma, les dice: «No os amoldéis a este mundo —no entrar en los esquemas de este mundo—, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios» (Rm 12, 2). En efecto, nosotros cristianos vivimos en el mundo, plenamente incorporados en la realidad social y cultural de nuestro tiempo, y es justo que sea así; pero esto comporta el riesgo de convertirnos en «mundanos», el riesgo de que «la sal pierda el sabor», como diría Jesús (cf. Mt 5, 13), es decir, que el cristiano se «agüe», pierda la carga de novedad que le viene del Señor y del Espíritu Santo. En cambio, tendría que ser al contrario: cuando en los cristianos permanece viva la fuerza del Evangelio, ella puede transformar «los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida» (Pablo VI, Exhort. ap. Evangeliinuntiandi, 19). Es triste encontrar cristianos «aguados», que se parecen al vino diluido, y no se sabe si son cristianos o mundanos, como el vino diluido no se sabe si es vino o agua. Es triste esto. Es triste encontrar cristianos que ya no son la sal de la tierra, y sabemos que cuando la sal pierde su sabor ya no sirve para nada. Su sal perdió el sabor porque se entregaron al espíritu del mundo, es decir, se convirtieron en mundanos». Papa Francisco. Ángelus 31 de agosto de 2014.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Leamos la carta de Santiago 2,14-26 y hagamos un examen de conciencia. ¿Vivo mi fe en mi vida cotidiana? ¿Cuáles son mis obras de fe? 2. ¿Para mí quién es Jesús? ¿Yo qué hubiese respondido a la pregunta del Maestro? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 436 - 440. 1814-1816. 1886-1889.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 11 de Septiembre de 2021

Jesús quería hacer ver a sus discípulos que no debían entristecerse por su partida, porque en realidad esa partida era un bien para ellos: _*"Les conviene que yo me vaya"*_ (Juan 16, 7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: _*"Si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito"*_ (Juan 16, 7). Y la presencia interior del Espíritu Santo es una riqueza y un tesoro que los discípulos no podían ni siquiera imaginar; porque es el Espíritu el que derrama la gracia divina en los corazones y hace presente la vida de Jesús en lo íntimo de los creyentes. Pero el cuarto Evangelio describe la obra del Espíritu Santo de un modo extraño; dice que el Espíritu Santo convence a los creyentes *"de un pecado, de una justicia, de una sentencia"* (Juan 16, 8). En definitiva esto significa que el Espíritu saca a luz el error del mundo que no da a Cristo su lugar y que se mueve con falsos valores que no son su mensaje de amor. Y toda la miseria que el mundo trata de ocultar y disfrazar sale a la luz en toda su negrura gracias a la acción del Espíritu en nuestros corazones. Así, el Espíritu Santo evita que nos dejemos engañar. El Espíritu hace ver el pecado de incredulidad del mundo, y así muestra cómo el camino que ofrece el mundo es ceguera, oscuridad, sin sentido. Hace ver la justicia, porque muestra que la verdadera justicia, la de Dios, está del lado de Cristo y no de las mentiras del mundo; y hace ver también una sentencia, porque Dios ya ha sentenciado a los poderes del mal, ya los ha condenado, aunque aparentemente ellos lleven las de ganar, aunque parezcan victoriosos. Dejémonos convencer por el Espíritu Santo, porque Él tiene la verdad que nos libera de la mentira. Que así sea. .

viernes, 10 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 10 de Septiembre de 2021

Cuando alguien se detiene a pensar en su infelicidad, en sus fracasos, en las cosas que soñó y no logró, en sus insatisfacciones. ¿Para qué gastar el tiempo y las energías en esos pensamientos? Hay que invocar al Espíritu Santo para poder adorar al Padre Dios. Lo importante es que existe Él y es infinitamente feliz. Él es pura felicidad, sin límites ni confines. Existe la felicidad perfecta, que es Él. Yo puedo recibir gotitas de esa felicidad, y estoy llamado a una felicidad inmensa. Pero lo más importante es que Él es feliz, inmensa y maravillosamente feliz, que en Él hay un gozo ilimitado. Sólo una persona sanada y liberada por el Espíritu Santo es capaz de disfrutar con la felicidad de otro, sin estar pensando en lo que no tiene. Por eso, sólo el Espíritu Santo puede enseñarnos a adorar. La adoración es extasiarme en la belleza y en la felicidad de Dios, de tal manera que pueda desprenderme de mi propio yo por un instante. Sólo cuenta Él, sólo Dios. Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe el arte de la adoración. Que así sea. .

jueves, 9 de septiembre de 2021

_"Espíritu Santo, tú eres Dios. Hoy vengo a pedirte perdón por las veces que te he ofendido._ _Confío en tu misericordia sin límites, en tu compasión que nunca se acaba, y te pido que me perdones por mis caídas. Porque no fui más generoso, porque no siempre me entregué con alegría, porque me dejé llevar por la negatividad o la tristeza, porque en mi interior alimenté algún desprecio y rechazo hacia otras personas._ _Perdóname y purifícame, Espíritu Santo._ _También te pido perdón por las veces que no me dejé inspirar por Ti, que no me dejé llevar, que me resistí a tus invitaciones, que preferí quedarme cómodo en mi mediocridad y cerré mis oídos a tus llamados._ _Te pido perdón, sabiendo que me darás la gracia para volver a comenzar, para seguir intentando los cambios que me propones en mi interior._ _Gracias, Espíritu Santo, porque nunca dejas de confiar en mí._ _Amén."_ .

miércoles, 8 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 8 de Septiembre de 2021

En *(Juan 14, 21-26)* leemos unas preciosas promesas que nos hablan de la intimidad de Dios en nuestros corazones. Los que aman a Dios se convierten en verdaderos templos de la presencia del Padre y de Jesús. Sólo esa Presencia de amor hace posible cumplir de verdad los mandamientos, vivir lo que el Señor nos pide. Pero luego aparece alguien más haciéndose presente en la intimidad de los creyentes: el Padre enviará el Espíritu Santo. Él es el que enseñará todo a los discípulos para que puedan comprender las enseñanzas de Jesús. En realidad el Espíritu Santo no enseñará cosas que Jesús no haya dicho, sino que recordará y hará comprender en profundidad las palabras de Jesús. Jesús sabe que los discípulos no pueden comprender todas sus palabras, pero les promete que cuando llegue el Espíritu Santo, Él les hará alcanzar la verdad completa *(Juan 16,13).* En realidad este texto dice *"los conducirá en la Verdad completa".* Y como en el Evangelio de Juan la Verdad es el mismo Jesús, esto significa que el Espíritu Santo nos conduce dentro del misterio de Jesús para que podamos comprenderlo plenamente. No significa entonces que el Espíritu Santo nos da algo que Jesús no nos puede dar, o que nos enseña cosas que Jesús no nos enseñó. En realidad lo que Él hace es recordarnos las enseñanzas de Jesús e introducirnos dentro del misterio de Jesús para que podamos comprender mejor sus palabras y amarlo más. El Espíritu Santo nos lleva a Jesús, nos acerca más a Él, nos hace entrar en Él. Y en cada momento de nuestra vida Él nos recuerda las palabras de Jesús para que iluminen nuestra existencia y nos permitan seguir el buen camino. Por eso Jesús dice que el Espíritu Santo *"no hablará por su cuenta"* (Juan 16,13). En todo lo que el Espíritu Santo hace está dando gloria a Jesús, ya que lo que Él comunica es lo que recibe de Jesús *(v. 14),* así como Jesús comparte todo con el Padre amado *(v. 15).* .

martes, 7 de septiembre de 2021

Es bueno dejar entrar al Espíritu Santo en toda nuestra vida. No para que nos ayude a descubrir qué debemos hacer o decir, sino también para que nos haga ver cuál es la mejor manera de hacerlo o de decirlo. Cuál es el estilo y la modalidad que más nos conviene imprimirle a nuestros actos. Podemos pedirlo con las palabras del Cardenal Verdier: _Espíritu Santo,_ _Amor del Padre y del Hijo_ _Inspírame Siempre lo que deba pensar_ _lo que deba decir,_ _y cómo tenga que decirlo;_ _lo que deba callar_ _lo que deba escribir;_ _lo que deba hacer_ _y cómo tenga que hacerlo._ _Para obtener tu gloria,_ _el bien de los demás_ _y mi propia santificación._ _Amén._ .

lunes, 6 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 6 de Septiembre de 2021

A veces realizamos nuestras tareas por obligación, porque no tenemos otra salida, porque no hemos encontrado algo mejor. Entonces, simplemente toleramos lo que nos toca realizar. Otras veces comparamos nuestras tareas con las que realizan otras personas, y entonces nos parece que lo que hacemos tiene poco valor. Eso nos hace daño, porque convierte nuestra actividad en un tiempo vacío, sin Espíritu; un tiempo que esperamos que pase, que soportamos. Es como si ese tiempo no nos sirviera para nada, y simplemente deseamos que se termine para poder hacer algo que valga la pena. Pero no dejemos que ese tiempo pase en vano. Ya que nos toca hacer una tarea, hagámosla con ganas, ofreciéndola a Dios, encontrándole alguna belleza. Si no lo logramos, pidámosle al Espíritu Santo que se haga presente en medio de ese trabajo, y nos ayude a vivirlo como un servicio. Hay mil maneras de servir a Dios y a los demás. Ese trabajo también es un servicio, y el Espíritu Santo puede ayudarnos a que nos sintamos agradecidos porque podemos prestar ese servicio, porque podemos hacer algo con nuestro cuerpo y con nuestras capacidades. Clamemos al Espíritu Santo, para que nos regale esa alegría de servir con nuestras humildes tareas. Que así sea. .

domingo, 5 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 5 de Septiembre de 2021

Hay una forma de alcanzar una inmensa paz: consagrarse al Espíritu Santo y aceptar que haga lo que quiera, que nos lleve donde quiera, que disponga de nuestra vida como le parezca. En realidad eso será lo mejor para nosotros. Esto no significa que el Espíritu Santo nos enviará sufrimientos. De ninguna manera. Pero si Él permite que nos sucedan cosas propias de la vida, Él hará que eso sea para nuestro bien. Intentemos rezar con el corazón esta oración del Cardenal Mercier: _Espíritu Santo,_ _alma de mi alma, yo te adoro_ _ilumíname,_ _guíame,_ _fortaléceme,_ _consuélame,_ _inspírame lo que debo hacer._ _Te pido que dispongas mí,_ _porque prometo obedecerte,_ _y aceptar todo lo que_ _permitas que me suceda._ _solo hazme conocer tu voluntad._ _Amén._ .

viernes, 3 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 3 de Agosto de 2021

El futuro a veces nos despierta mucha inseguridad. No sabemos qué será de nosotros el día de mañana, y a veces nos imaginamos encerrados en un asilo de ancianos, en un lugar oscuro y desagradable. O pensamos en la posibilidad de enfermarnos gravemente y que los demás no nos cuiden, y terminar abandonados. Estos y otros pensamientos a veces tiñen el futuro de tristeza o de inquietud. Pero tenemos que creer en la Palabra de Dios, donde Él amablemente nos dice: *"No te dejaré ni te abandonaré"* (Hebreos 13, 5) y nos recuerda que *"nada podrá separarnos del amor de Dios"* (Romanos 8, 39). Si creemos en esas promesas, podemos saber con seguridad que el Espíritu Santo estará de verdad con nosotros, en toda circunstancia. Por eso, no importa tanto cómo será nuestro futuro ni lo que nos sucederá. Es más importante sentirnos seguros sabiendo que no estaremos solos. De eso podemos tener certeza. .

Domingo de la Semana 23ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos»

Lectura del libro del profeta Isaías (35, 4-7a): Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará. Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial. Salmo 145,7.8-9a.9bc-10: Alaba, alma mía, al Señor. R./ Él mantiene su fidelidad perpetuamente, // hace justicia a los oprimidos, // da pan a los hambrientos. // El Señor liberta a los cautivos. R./ El Señor abre los ojos al ciego, // el Señor endereza a los que ya se doblan, // el Señor ama a los justos, // el Señor guarda a los peregrinos. R./ Sustenta al huérfano y a la viuda // y trastorna el camino de los malvados. // El Señor reina eternamente, // tu Dios, Sión, de edad en edad. R./ Lectura de la carta del Apóstol Santiago (2, 1-5): ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos herederos del reino? Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con crite¬rios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman? Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (7, 31-37): Hace oír a los sordos y hablar a los mudos. En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Los criterios que el mundo tiene para juzgar a las personas no son los mismos criterios de Dios. Todas las lecturas dominicales nos hablan del amor de predilección de Dios por los enfermos, los necesitados y los disminuidos física o espiritualmente. En la curación del sordomudo (Evangelio) comienza a darse la esperanza mesiánica que había sido anunciada ocho siglos antes por el profeta Isaías (Primera Lectura). Es lo mismo que afirma tajantemente el apóstol Santiago al decir: «¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que le aman?»(Segunda Lectura).  ¡Sé fuerte en el Señor! La secuencia de los capítulos 34 y 35 del libro de Isaías es conocida como el «apocalipsis de Isaías» o «pequeño apocalipsis». El capítulo 34 nos muestra la destrucción y el juicio de Edom (ciudad enemiga de Israel). Dios se presenta como el protector del pueblo que es fiel. En la lectura vemos al pueblo sufrido que vuelve a Sión después de la esclavitud en Babilonia. Muchos se encuentran física y espiritualmente disminuidos. Hay ciegos, sordos y cojos. Algunos tal vez sean soldados heridos a causa de las continuas guerras. El mensaje de esperanza les viene directamente de Dios que se dirige al corazón de cada uno de ellos: «¡Ánimo, no tengas miedo!». Frase que nos remite al bello Salmo 27 (26): «Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh es el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar?». Para la tradición judía las personas que tenían un defecto o disminución física eran consideradas impuras y no poseían la bendición de Dios. Si habían nacido así, tenían un pecado y estaban siendo castigadas por Dios. Ellas debían ser separadas de las personas «perfectas o sanas» para no contaminarlas. Sin embargo, Dios mismo «vendrá y los salvará»; es decir devolverá a estas personas, consideradas disminuidas, su auténtica dignidad humana. Serán «curadas» y entonces podrán volver a sus familias, a sus trabajos; podrán integrarse nuevamente a la sociedad. Podrán sonreír nuevamente con los suyos. Pero además Dios hará brotar torrentes de abundante agua en el desierto. Así como cuando el pueblo caminaba por el desierto y Moisés hizo salir agua de una roca antes de entrar a la Tierra Prometida; ahora, después de la esclavitud de Babilonia, Dios volverá a sacar agua y ríos caudalosos en el «país árido». Entonces habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21,1). Así «Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós penar y suspiros!» (Is 35,10). ¡Todo será alegría eterna en el Señor!  «¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?» La carta del apóstol Santiago es considerada como una de las siete «cartas católicas» y estas están colocadas según el orden que leemos en Gálatas 2,9. Ellas tienden a ser «mensajes sapienciales», es decir escritos que muestran la sabiduría cristiana ante las dificultades o problemas concretos de la vida cotidiana. Algunas de ellas parecen ser homilías o exposiciones catequéticas. Al estudiar la carta de Santiago veremos que se dirige a los judíos-cristianos de mentalidad helénica que viven fuera de Palestina ya que coloca muchas citas de la Versión de los LXX . El contenido de la carta reduce toda la Ley - Torah - al mandamiento del amor al prójimo (ver St 1,25; 2,8.12). Durante la carta, Santiago, va demostrando cómo vivir, concretamente, ese amor en la comunidad. Encontramos en ella, la mayor y más directa crítica a los ricos de toda la Biblia (ver St 5,1-6). En el pasaje de nuestra lectura dominical vemos cómo una persona de fe verdadera jamás discrimina al prójimo ya que lo considera su hermano. Leemos: «Supongamos que entra en vuestra asamblea» o «sinagoga» (St 2,2). Éste es el único pasaje de todo el Nuevo Testamento en que así es llamada una asamblea cristiana. Hay quienes ven en esto un indicio de que Santiago se dirigía a judíos conversos. Termina llamando la atención a sus oyentes colocando a los pobres como los predilectos de Dios. Sin embargo no coloca esta preferencia en desmedro de los ricos ya que esos pobres son «ricos en la fe y herederos del Reino prometido». Por lo tanto ni los pobres ni ninguna persona debe de ser discriminada, separada ya que sería colocarnos en el lugar del Buen Juez que nos dice «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).  «Hace oír a los sordos y hablar a los mudos» El nombre «Marcos» proviene del latín y significa «siervo de Marte». Era el nombre romano del discípulo llamado Juan Marcos, ya que era la costumbre de los antiguos súbditos del Imperio Romano adoptar dos nombres. La familia de Marcos era muy considerada en la comunidad primitiva ya que en su casa se reunían los cristianos en los primeros tiempos para rezar (ver Hch 12,12). Marcos era hijo de María (Hch 12,12), muy cercano a Pedro (1Pe 5,13) y a Bernabé (ver Hech 15,36-39). En el pasaje que leemos este Domingo vemos a Jesús que, después de un breve viaje al norte, a la región de Tiro en Fenicia, vuelve a su tierra, es decir, a los alrededores del mar de Galilea. Sabemos que uno de los rasgos que distinguía Jesús era su condición de «galileo» (ver Lc 23,6. Jn 18, 4-5). Comienza el relato mencionando de manera exacta una serie de lugares geográficos del itinerario seguido por Jesús: «Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo por Sidón, al mar de Galilea, atrave¬sando la Decápo¬lis». La Decápolis es una región que se extiende al oriente del mar de Galilea y del río Jordán; se llama así porque abraza diez ciudades griegas que el emperador romano Pompeyo organizó en una especie de confederación cuando conquistó ese territo¬rio.El Evangelio nos presenta una de las curaciones que realizó en su propia tierra: Galilea. Como en la mayoría de los relatos de milagros, se comienza con la presentación del enfermo y la descripción de su mal: «Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan que imponga la mano sobre él». Se trata de un hombre que «no está bien», es decir que no está en su integridad. Veamos la petición que le hacen a Jesús: que imponga la mano sobre él. Podemos decir que éste es un gesto propio de Jesús. En efecto, no vemos que en el Antiguo Testamento se use la imposición de manos; en cambio, en el Nuevo Testamento aparece con frecuencia en la actuación de Jesús y de sus apóstoles. Ya antes de este episodio el mismo Evangelio de Marcos dice que en su propio pueblo de Nazaret Jesús «curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos» (Mc 6,5). En Cafarnaúm le presentan a todos los que estaban enfermos y, «Jesús, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba» (Lc 4,40). Asimismo Jesús resucitado declara que una de las señales que acompañarán a los que crean en su nombre es ésta: «Impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien» (Mc 16,18). Desde el primer momento los cristianos usaron este gesto como signo, no sólo de una curación física, sino también de la transmisión de un don espiritual (ver Hch. 8,17. 9,17). Con su intervención Jesús devuelve al pobre sordomudo a su situación original. Lo hace por medio de su palabra: «Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: "Effatá", que quiere decir: "¡Abrete!"». Se le abrieron los oídos y, al instante, se puso a hablar. El hecho adquiere un sentido más profundo si se ubica en el contexto de las profecías, cuyo cumplimiento todos aguardaban expectantes en Israel. Nadie ignoraba la profecía que hemos leído en la Primera Lectura del profeta Isaías. Ésta es utilizada por el mismo Jesús ante los enviados por Juan el Bautista (ver Lc 7,20-22). Son los signos de la intervención salvífica personal de Dios que se esperaba y que iba a ser definitiva. Cuando los presentes vieron al que era sordomudo hablar correctamente, «se maravillaban sobremanera y decían "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos"». Estas expresiones no pueden dejar de evocar en nosotros el relato de la creación en que el agente es Dios mismo y todo viene a la existencia por su Palabra. Después de toda la obra de la creación, el Génesis dice: «Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien» (Gn 1,3-31). La ruptura producida por el pecado hace que el hombre necesite la reconciliación ofrecida por Dios mismo a través del sacrificio redentor de su Hijo. Es como si fuera un nuevo acto creador. La muerte de Jesucristo en la cruz fue un sacrificio que expió al hombre del pecado y de todo su cortejo de males. Por eso en Cristo actúa la salvación que devuelve al hombre a su integridad primera, en el aspecto físico y, sobre todo, moral. Dios lo creó íntegro y Cristo lo recreó. Su actuación puede homologarse a una nueva creación. Por eso el relato de la curación del sordomudo se presenta en esos términos: Jesús asume la actuación creadora de Dios. A esto se refiere San Pablo cuando dice: «El que está en Cristo es una nueva creación» (2Cor 5,17). Y para los tiempos finales, por obra de la salvación de Cristo, se esperan «nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia» (2Pe 3,13).  Una palabra del Santo Padre: «El Evangelio de hoy (Mc 7, 31-37) relata la curación de un sordomudo por parte de Jesús, un acontecimiento prodigioso que muestra cómo Jesús restablece la plena comunicación del hombre con Dios y con los otros hombres. El milagro está ambientado en la zona de la Decápolis, es decir, en pleno territorio pagano; por lo tanto, ese sordomudo que es llevado ante Jesús se transforma en el símbolo del no-creyente que cumple un camino hacia la fe. En efecto, su sordera expresa la incapacidad de escuchar y de comprender no sólo las palabras de los hombres, sino también la Palabra de Dios. Y san Pablo nos recuerda que «la fe nace del mensaje que se escucha» (Rm 10, 17).La primera cosa que Jesús hace es llevar a ese hombre lejos de la multitud: no quiere dar publicidad al gesto que va a realizar, pero no quiere tampoco que su palabra sea cubierta por la confusión de las voces y de las habladurías del entorno. La Palabra de Dios que Cristo nos transmite necesita silencio para ser acogida como Palabra que sana, que reconcilia y restablece la comunicación. Se evidencian después dos gestos de Jesús. Él toca las orejas y la lengua del sordomudo. Para restablecer la relación con ese hombre «bloqueado» en la comunicación, busca primero restablecer el contacto. Pero el milagro es un don que viene de lo alto, que Jesús implora al Padre; por eso, eleva los ojos al cielo y ordena: «¡Ábrete!». Y los oídos del sordo se abren, se desata el nudo de su lengua y comienza a hablar correctamente (cf. v. 35). La enseñanza que sacamos de este episodio es que Dios no está cerrado en sí mismo, sino que se abre y se pone en comunicación con la humanidad. En su inmensa misericordia, supera el abismo de la infinita diferencia entre Él y nosotros, y sale a nuestro encuentro. Para realizar esta comunicación con el hombre, Dios se hace hombre: no le basta hablarnos a través de la ley y de los profetas, sino que se hace presente en la persona de su Hijo, la Palabra hecha carne. Jesús es el gran «constructor de puentes» que construye en sí mismo el gran puente de la comunión plena con el Padre. Pero este Evangelio nos habla también de nosotros: a menudo nosotros estamos replegados y encerrados en nosotros mismos, y creamos muchas islas inaccesibles e inhóspitas. Incluso las relaciones humanas más elementales a veces crean realidades incapaces de apertura recíproca: la pareja cerrada, la familia cerrada, el grupo cerrado, la parroquia cerrada, la patria cerrada… Y esto no es de Dios. Esto es nuestro, es nuestro pecado. Sin embargo, en el origen de nuestra vida cristiana, en el Bautismo, están precisamente aquel gesto y aquella palabra de Jesús: «¡Effatá! – ¡Ábrete!». Y el milagro se cumplió: hemos sido curados de la sordera del egoísmo y del mutismo de la cerrazón y del pecado y hemos sido incorporados en la gran familia de la Iglesia; podemos escuchar a Dios que nos habla y comunicar su Palabra a cuantos no la han escuchado nunca o a quien la ha olvidado y sepultado bajo las espinas de las preocupaciones y de los engaños del mundo». Papa Francisco. Ángelus, domingo 6 de septiembre de 2015.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Santiago nos dice claramente: «Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado». Leamos con atención el texto de la carta de Santiago y hagamos un sincero examen de conciencia para ver qué criterios guían nuestro actuar. ¿Acepto a todos como mis hermanos y los valoro como son? ¿Hago acepción de personas? 2. Juan Pablo II nos dice que «la caridad de los cristianos es la prolongación de la presencia de Cristo que se da a sí mismo». ¿Cómo y de qué manera concreta vivo la caridad? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 25, 1822 – 1829. 1853, 2013, 2094.

jueves, 2 de septiembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 2 de Septiembre de 2021

El Espíritu Santo no espera que nos obsesionemos buscando la perfección. Por eso dice la Biblia: *"No quieras ser demasiado perfecto ni busques ser demasiado sabio. ¿Para qué destruirte?"* (Eclesiastés o Qohélet 7, 16). No tienes por qué ser perfecto en todo, ni hacerlo todo bien, ni hacerlo todo ahora. Suelta ese falso ideal. Porque estás llamado a ser feliz en lo que haces, no a destruirte haciendo cosas. La base de todo cambio está en aceptarse serenamente a uno mismo. Eso brinda una calma interior para descubrir los pequeños pasos que podemos dar sin destruirnos. No conviene dar lugar a los reproches interiores que terminan bloqueando todo posible crecimiento. Porque no es cierto que si no cambias ese defecto, no sirves para nada. Ese cambio puede ser importante, pero mientras no lo logres hay muchas cosas bellas que puedes hacer. Tampoco es cierto que nunca vas a cambiar. El cambio llegará en el momento justo. Pero si te desprecias y te lastimas no te preparas para recibirlo. Vivir culpándose a uno mismo no sirve para nada, no nos estimula ni nos ayuda a cambiar. El Espíritu Santo no quiere sentimientos de culpa sino buenos deseos. Por eso es tan importante mirarse a sí mismos con el amor compasivo y paciente del Señor, perdonarse, y liberarse de esos ideales de perfección que provocan permanentes sentimientos de culpabilidad y de inferioridad. Pidamos al Espíritu Santo que destruya esos sentimientos inútiles. Amén. .