martes, 17 de abril de 2012

De los escritos de nuestro Fundador sobre las Jaculatoria BENDITO Y ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR

Luis de Trelles, entre otros cometidos desempeñados en su faceta de Adorador eucarístico asumió la dirección de la revista LA LAMPARA DEL SANTUARIO; son numerosos los escritos por él publicados de los que entresaco y registro en nuestro Blog el que a continuación he tomado, publicado en el Boletin Informativo Nº 776 de la ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA, CONSEJO DIOCESANO TUI-VIGO


"La recitación (de la jaculatoria Bendito y alabado sea el santísimo sacramento del altar) es una manera de invitar a los demás a que se unan a la idea, aparte el valor que puede dar al concepto el eco de la voz, y el ardor del deseo, cuando se hacen comunicativos. Meditémoslobien.

La forma del pensamiento es el propósito de alabar y de que sea alabado el augusto sacramento del altar, porque la frase sea bendito y alabado es como si dijera bendigan y alaben todos, esto es, los /ángeles y los hombres, los dichosos habitantes del cielo, y los peregrinos de este valle de lágrimas; y además, todos los seres animados y las cosas inanimadas. Diríase que todas las criaturas esperan nuestro precepto para venir a rendir a Dios homenaje, como si fuesen un ejército que en correcta formación atendiese a la voz de mando para rendir sus armas
al creador.

Mirado por este lado, el concepto reviste una grande importancia, llegando casi
a semejarse en el orden espiritual el deseo al acto. Porque en aquellos actos que no son realizables, el propósito eficaz es el decreto humano. Y además, refiriéndose a la actividad de otros espíritus, el nuestro hace lo que desea ardientemente; y para su mérito, el acto inmanente de la voluntad equivale a la ejecución. Se puede así entender sin duda alguna que el que alaba en tales términos, queriendo asociar a su sentimiento íntimo la cooperación y la voz de todos los hijos de Dios, siguiendo éstos su iniciativa, si les fuese dado obedecer al deseo humano, pronunciando
allí las voces, o expresando los sentimientos que se les invita a pregonar. Y aun
cuando esta acción no se realizase, la oración hecha de aquel modo adquiere grandes quilates y produce el mérito de la obra que anhela ver ejecutada para quien eleva sus preces con tal intención".

"Perseveremos pues sin intermisión velando ante el altar sacrosanto; y haciéndonos, aunque indignos, intercesores entre la tierra y el cielo. Y pidiendo clemencia ante los castigos que nos amenazan. Clemencia para nosotros mismos, que somos parte del mundo pecador.

Clemencia para todos nuestros afines, parientes, amigos y enemigos. Clemencia para los que más la hayan menester; y para la sociedad entera, que en el tiempo presente vive alejada de Dios, y de su espíritu; y en fin, para toda la iglesia militante y purgante: que a todos alcanza y nunca se agota la eficacia de la sangre preciosísima de nuestro señor Jesucristo que se ofrece en el cáliz de propiciación, y sobre el ara santa, al eterno Padre en expiación de nuestras culpas"."El perfume que exhala la flora en el ambiente en la estación primaveral es una pálida imagen de las flores de virtud que la gracia divina, rocío celestial, hace brotar en los (fieles) que
reciben a Jesús eucaristía, al hombre Dios, en acción de gracias al criador por sus mercedes.

Tomando estas imágenes como ocasión de reconocer estos misterios de amor, puede el cristiano subir algunos escalones en la vía de la oración proficiente, o en la vía proficiente de la oración, eslabón precioso que une a la tierra con el cielo"."Proficiente. Adjetivo. Dícese del que Dva aprovechando en una cosa".
La lámpara del santuario, 15 (Madrid 1884) 12-18

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