Al contemplar las características arquitectónicas de este Templo, edificado sobre piedras, pocos podrán fijar la fecha de su construcción en la segunda mitad del siglo XX.
Fue su Párroco D. Evaristo Vaamonde da Cortiña quién promovió su erección recurriendo a la ayuda de todo el pueblo para su realización; él vivió en sencillez y pobreza toda su vida hasta su muerte; fue insigne mentor de la Juventud, protector de los Pobres y Amigo de la Niñez; con esa carta de presentación ocupará un lugar entre los elegidos en la Presencia del Señor.
Observamos que esta Iglesia Mayor es un gran centro de oración, observándose participaciones activas de los grupos Parroquiales con su Párroco y otros Curas al frente, que atienden una numerosa feligresía que abarrotaba el Templo en las ocasiones que tuvimos de participar con ellos en la celebración de la Eucaristía.
Merece especial comentario la ayuda del monaguillo; joven entusiasta, de los mejores lectores que haya conocido y con vocación sacerdotal que nos expresó al felicitarlo.
Bendigamos al Señor por los frutos de las raíces sembradas por Don Evaristo, pendientes que un día florezca un Turno de Adoración Nocturna.
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