Pretendamos vivir intensamente éste tiempo, en el que S.S. Benedicto XVI en unión con todos los Pastores de la Iglesia nos llama a profundizar sobre nuestra Fe; Europa y nuestra querido País, estado componente de la misma, viven unos tiempos desérticos en los que la oración y prácticas religiosas han quedado obsoletas, nos mueve más la crisis económica que detenernos a considerar la crisis de valores; tierras cristianas, evangelizadoras de otros continentes ahora muestran carencia Fe en nuestro Padre, Creador, Redentor nuestro cuyo Espíritu continua asistiéndonos en nuestras Obras.
Estamos en el momento clave del inicio del Año; avancemos en el estudio y divulgación de cuánto nos resulte interesante pues el tesoro encontrado no debemos retenerlo de manera personal.
En la familia; nuestro grupo de amigos; los hermanos de nuestras Asociaciones Religiosas podemos y debemos participar en el discernimiento y divulgación de todo cuánto nos conduzca a las metas fijadas de conocer, amar y servir más a nuestro Padre y Señor.
Un amigo Diácono me/nos facilitará material suficiente a tal fin que se irá insertando en éste recuadro; comienzo por el primer fascículo:
1.-El compendio en la nueva evangelización
Compendio, números 33 a 35 y 79 a 80
I. Punto de Partida.-
Nuestras preguntas
Es preciso comprender que la fe es de actualidad permanente y de gran racionalidad.
¿Es la fe compatible con la razón? ¿Tiene algo que decir a la vida de las personas? El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica es una nueva guía para la transmisión de la fe, que nos ayuda a conocer y a vivir mejor la fe que nos une.
La Palabra de Dios
«Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
Mt 28,18-20
El testimonio de la Iglesia
«Lo que en el gran Catecismo se presenta de manera detallada, en el Compendio se
encuentra recapitulado en sus contenidos esenciales, que luego se han de traducir al
lenguaje diario y se han de concretar siempre de nuevo. No se puede leer este libro como se lee una novela. Hace falta meditarlo con calma en cada una de sus partes, dejando que su contenido, mediante las imágenes, penetre en el alma.»
Benedicto XVI
II. Exposición de la fe
1. Una nueva evangelización y un nuevo Catecismo.-
Evangelizar significa anunciar la «Buena Noticia» de Jesucristo, que es una buena nueva para todos los hombres.
Leer nn. 79 y 80
79. ¿Cuál es la Buena Noticia para el hombre?
422-424
La Buena Noticia es el anuncio de Jesucristo, «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16), muerto y resucitado. En tiempos del rey Herodes y del emperador César Augusto, Dios cumplió las promesas hechas a Abraham y a su descendencia, enviando «a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva» (Ga 4, 4-5).
80. ¿Cómo se difunde esta Buena Noticia?
425-429
Desde el primer momento, los discípulos desearon ardientemente anunciar a Cristo, a fin de llevar a todos los hombres a la fe en Él. También hoy, el deseo de evangelizar y catequizar, es decir, de revelar en la persona de Cristo todo el designio de Dios, y de poner a la humanidad en comunión con Jesús, nace de este conocimiento amoroso de Cristo.
Para dar a conocer la fe cristiana a los que deseaban bautizarse o a los que querían profundizar, la Iglesia siempre ha utilizado los símbolos de la fe, compuestos ya desde los primeros siglos. El más importante es el Credo, que proclamaron los primeros Concilios
(Éfeso en el año 431, Nicea en el año 325 y Constantinopla, en el año 381). Hay otro más antiguo y muy importante que llamamos Símbolo de los Apóstoles. (Ver el Credo y el Símbolo de los Apóstoles, antes del n. 33.)
Leer nn. 33 a 35
33. ¿Qué son los símbolos de la fe?
185-188
199.197
Los símbolos de la fe, también llamados «profesiones de fe» o «Credos», son fórmulas articuladas con las que la Iglesia, desde sus orígenes, ha expresado sintéticamente la propia fe, y la ha transmitido con un lenguaje común y normativo para todos los fieles.
34. ¿Cuáles son los símbolos de la fe más antiguos?
189-191
Los símbolos de la fe más antiguos son los bautismales. Puesto que el Bautismo se administra «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19), las verdades de fe allí profesadas son articuladas según su referencia a las tres Personas de la Santísima Trinidad.
35. ¿Cuáles son los símbolos de la fe más importantes?
193-195
Los símbolos de la fe más importantes son: el Símbolo de los Apóstoles, que es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, y el Símbolo niceno-constantinopolitano, que es fruto de los dos primeros Concilios Ecuménicos de Nicea (325) y de Constantinopla (381), y que sigue siendo aún hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
El papa Juan Pablo II propuso una nueva evangelización para el comienzo del tercer
milenio.
En síntesis, nueva evangelización quiere decir:
• Una renovación y revitalización de la vida cristiana de los creyentes;
• un nuevo anuncio a quienes se han alejado;
• y un primer anuncio a quienes no conocen el Evangelio.
Como instrumento para la nueva evangelización, se preparó el Catecismo de la Iglesia
Católica. Fue promulgado por Juan Pablo II en 1992. De ese Catecismo, se hizo un
Compendio, promulgado por Benedicto XVI en 2005.
Leer los nn. 1 y 2 de la «Introducción» del Compendio
1. ¿Cuál es el designio de Dios para el hombre?
1-25
Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. En la plenitud de los tiempos, Dios Padre envió a su Hijo como Redentor y Salvador de los hombres caídos en el pecado, convocándolos en su Iglesia, y haciéndolos hijos suyos de adopción por obra del Espíritu Santo y herederos de su eterna bienaventuranza.
30
«Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza (…). Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti» (San Agustín).
2. ¿Por qué late en el hombre el deseo de Dios?
27-30
44-45
Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, inscribió en el corazón de éste el deseo de verlo. Aunque el hombre a menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que aspira sin descanso. En consecuencia, el hombre, por naturaleza y vocación, es un ser esencialmente religioso, capaz de entrar en comunión con Dios. Esta íntima y vital relación con Dios otorga al hombre su dignidad fundamental.
2. Cuatro partes del Catecismo y cuatro dimensiones de la vida
cristiana.-
El Catecismo de la Iglesia Católica y también el Compendio tienen cuatro partes, porque la vida cristiana tiene cuatro dimensiones profundamente unidas:
• La profesión de la fe en:
Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
• La celebración del misterio de Cristo, que nos llena de esperanza.
• La forma de vida, presidida por la caridad.
• La oración, que impregna y sostiene toda la vida del cristiano.
Si estudiamos detenidamente el «índice» del Compendio vemos claramente definidas sus
cuatro partes:
I. La profesión de la fe. Profesar quiere decir declarar y adherirse con la vida a aquello que se cree. Nuestra fe, contenida en el Credo, es expuesta íntegramente en esta parte.
II. La celebración del Misterio cristiano. Un gran misterio, un acontecimiento magnífico y lleno de significado y de fuerza cambió la historia de la humanidad: la muerte y la resurrección de Cristo. Los cristianos lo recordamos y celebramos cada día.
III. La vida en Cristo. La manera de vivir cristiana es vivir como Cristo, amando a Dios Padre y a todos los hombres.
IV. La oración cristiana.
La oración tiene gran importancia y llena de sentido la vida de los creyentes. La oración cristiana más importante es el Padrenuestro, Jesús mismo nos la enseñó como forma de rezar al Padre.
3. Lo que pretende esta propuesta formativa
Sirviéndonos del Compendio, vamos a tratar de revitalizar y renovar cada uno de estos aspectos de nuestra vida cristiana:
• El conocimiento de la fe.
• La comprensión y la mejor participación en las celebraciones litúrgicas.
• Nuestra manera de vivir, que nos lleve a la conversión y sea verdaderamente
cristiana.
• La oración y el trato con Dios.
III. Propuestas para conocer y vivir
Reflexión y diálogo:
• ¿Qué es la nueva evangelización?
• ¿Qué es el Compendio y para qué sirve?
• ¿Cuáles son las cuatro partes del Catecismo?
• ¿Qué es la profesión de fe?
• ¿Qué es la celebración del misterio cristiano?
• ¿Qué es la vida en Cristo?
• ¿Qué es orar?
Recordar:
• Las cuatro partes del Catecismo y las cuatro dimensiones de la vida cristiana.
Conocer más:
• Leer los números del 3 al 6 de la «Introducción» y el Motu proprio del papa Benedicto XVI, que están al inicio del Compendio.
3. Tres son las características principales del Compendio: la estrecha dependencia del Catecismo de la Iglesia Católica, el estilo dialogal y el uso de imágenes en la catequesis.
Ante todo, el Compendio no es una obra autónoma ni pretende de ningún modo sustituir al Catecismo de la Iglesia Católica: más bien remite a él constantemente, tanto con la puntual indicación de los números de referencia como con el continuo llamamiento a su estructura, desarrollo y contenidos. El Compendio, además, pretende despertar un renovado interés y aprecio por el Catecismo, que, con su sabiduría expositiva y unción espiritual, continua siendo el texto de base de la catequesis eclesial de hoy.
Como el Catecismo, también el Compendio se articula en cuatro partes,correspondientes a las leyes fundamentales de la vida en Cristo.
La primera parte, titulada «La profesión de la fe», contiene una oportuna síntesis de la lexcredendi, es decir, de la fe profesada por la Iglesia Católica, tomada del Símbolo Apostólico,ulteriormente explicitado y detallado por el Símbolo Niceno-Constantinopolitano, cuya constante proclamación en la asamblea cristiana mantiene viva la memoria de las principales verdades de la fe.
La segunda parte, titulada «La celebración del misterio cristiano», presenta los elementos esenciales de la lex celebrandi. El anuncio del Evangelio encuentra, efectivamente, su respuesta privilegiada en la vida sacramental. En ella los fieles experimentan y dan testimonio en cada momento de su existencia, de la eficacia salvífica del misterio pascual, por medio del cual Cristo ha consumado la obra de nuestra redención.
La tercera parte, titulada «La vida en Cristo», presenta la lex vivendi, es decir, el compromiso que tienen los bautizados de manifestar en sus comportamientos y en sus decisiones éticas la fidelidad a la fe profesada y celebrada. Los fieles, en efecto, están llamados por el Señor Jesús a realizar las obras que se corresponden con su dignidad de hijos del Padre en la caridad del Espíritu Santo.
La cuarta parte, titulada «La oración cristiana», ofrece una síntesis de la lex orandi, es decir, de la vida de oración. A ejemplo de Jesús, modelo perfecto de orante, también el cristiano está llamado al diálogo con Dios en la oración, de la que es expresión privilegiada el Padre Nuestro, la oración que nos enseñó el mismo Jesús.
4. Una segunda característica del Compendio es su forma dialogal, que recupera un antiguo género catequético basado en preguntas y respuestas. Se trata de volver a proponer un diálogo ideal entre el maestro y el discípulo, mediante una apremiante secuencia de preguntas, que implican al lector, invitándole a proseguir en el descubrimiento de aspectos siempre nuevos de la verdad de su fe. Este género ayuda también a abreviar notablemente el texto, reduciéndolo a lo esencial, y favoreciendo de este modo la asimilación y eventual memorización de los contenidos.
5. Una tercera característica es la presencia de algunas imágenes, que acompañan a la
articulación del Compendio. Provienen del riquísimo patrimonio de la iconografía cristiana. De la secular tradición conciliar aprendemos que también la imagen es predicación evangélica. Los artistas de todos los tiempos han ofrecido, para contemplación y asombro de los fieles, los hechos más sobresalientes del misterio de la salvación, presentándolo en el esplendor del color y la perfección de la belleza.
Es éste un indicio de cómo hoy más que nunca, en la civilización de la imagen, la imagen sagrada puede expresar mucho más que la misma palabra, dada la gran eficacia de su dinamismo de comunicación y de transmisión del mensaje evangélico.
6. Cuarenta años después de la conclusión del Concilio Vaticano II y en el año de la Eucaristía, el Compendio puede constituir un ulterior instrumento para satisfacer tanto el hambre de verdad de los fieles de toda edad y condición, como la necesidad de todos aquellos que, sin serlo, tienen sed de verdad y de justicia. Su publicación tendrá lugar en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia universal y evangelizadores ejemplares en el mundo antiguo.
Estos apóstoles vieron lo que predicaron, y dieron testimonio de la verdad de Cristo hasta el martirio. Imitémosle en su impulso misionero, y roguemos al Señor para que la Iglesia siga siempre las enseñanzas de los Apóstoles, de quienes ha recibido el primer anuncio gozoso de la fe.
Llevar a la vida:
• Leer todos los días uno o dos números del Compendio o del Catecismo.
Para orar:
«Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación de tu doctrina le
enseñe a cumplir siempre, de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén».
Misal Romano, oración colecta del VII domingo del tiempo ordinario.
Terminar con la Señal de la Cruz.
lunes, 29 de octubre de 2012
miércoles, 24 de octubre de 2012
EL ABUELO
Paseaba camino de la Catedral de Jaén el pasado fin de semana para hacer una visita al Señor Sacramentado y de camino orar junto a la bendita Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, “ El Abuelo” como allí se le conoce, cuando al observar un Templo se me informa que allí recibía culto precisamente El que quería visitar.
Posteriormente me informa el Capellán que, precisamente es también el Consiliario de la Adoración Nocturna que en aquel lugar ha vuelto a residir tras distintas vicisitudes por las que ha pasado el Templo, desamortizado por Mendizabal; transformado en viviendas humildes más adelante hasta llegar a convertirse de nuevo en Iglesia; en distintos períodos estuvo “ El Abuelo “ en la Parroquia del Sagrario.
Era viernes y lo que me llenó de alegría fue contemplar el fervor de los fieles que llenaban el Templo; su Fe en Quien han llegado a conocer gracias a sus antepasados a través de diversos medios pero en infinidad de casos habrá estado presente Nuestro Padre Jesús Nazareno en la fotografía enmarcada, en la túnica del familiar, en el recuerdo de los más mayores.
¡ Que parte tan importante tienen estas Imágenes bendecidas por la Iglesia para llevarnos a Bendecir al Señor en la Eucaristía ¡
Viernes, día de Vía Crucis, de la íntima y particular oración contemplando los misterios dolorosos de su Bendita Pasión para redimirnos; en los que se acostumbra a visitarlos en sus Templos como ocurre también en otros lugares: Gran Poder de Sevilla, Medinaceli en Madrid y tantos en los distintos lugares de nuestra Patria llegando hasta el Nazareno de mi amigo Ricardo allá por Villanueva de la Serena.
El Abuelo, mi abuelo, que grande fue para mí; he llegado a considerar el amor que dimanaba de su persona; en él me apoyaba y confiaba incluso llegaba a pensar no podría faltarme nunca, el era mi consuelo, mi escudo, mi amor y pienso que es el primer catón por el que el Señor me mostró su Amor utilizando a mi abuelo; ahora cuándo estoy con ellos, mis nietos, lo llego a pensar.
Posteriormente me informa el Capellán que, precisamente es también el Consiliario de la Adoración Nocturna que en aquel lugar ha vuelto a residir tras distintas vicisitudes por las que ha pasado el Templo, desamortizado por Mendizabal; transformado en viviendas humildes más adelante hasta llegar a convertirse de nuevo en Iglesia; en distintos períodos estuvo “ El Abuelo “ en la Parroquia del Sagrario.
Era viernes y lo que me llenó de alegría fue contemplar el fervor de los fieles que llenaban el Templo; su Fe en Quien han llegado a conocer gracias a sus antepasados a través de diversos medios pero en infinidad de casos habrá estado presente Nuestro Padre Jesús Nazareno en la fotografía enmarcada, en la túnica del familiar, en el recuerdo de los más mayores.
¡ Que parte tan importante tienen estas Imágenes bendecidas por la Iglesia para llevarnos a Bendecir al Señor en la Eucaristía ¡
Viernes, día de Vía Crucis, de la íntima y particular oración contemplando los misterios dolorosos de su Bendita Pasión para redimirnos; en los que se acostumbra a visitarlos en sus Templos como ocurre también en otros lugares: Gran Poder de Sevilla, Medinaceli en Madrid y tantos en los distintos lugares de nuestra Patria llegando hasta el Nazareno de mi amigo Ricardo allá por Villanueva de la Serena.
El Abuelo, mi abuelo, que grande fue para mí; he llegado a considerar el amor que dimanaba de su persona; en él me apoyaba y confiaba incluso llegaba a pensar no podría faltarme nunca, el era mi consuelo, mi escudo, mi amor y pienso que es el primer catón por el que el Señor me mostró su Amor utilizando a mi abuelo; ahora cuándo estoy con ellos, mis nietos, lo llego a pensar.
CREDO DEL PUEBLO DE DIOS
Continuo reflexionando sobre el Credo del Pueblo de Dios en el que, considero, el Papa Pablo VI se extiende en relación con las fórmulas que nosotros venimos recitando de siempre, entre otros momentos en la participación de la Eucaristía.
En el apéndice observaremos las múltiples referencias a documentos del Concilio Vaticano II en las que se ha apoyado S.S. Pablo VI.
.../..
Cristología
11. Creemos en nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. El es el Verbo eterno, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial al Padre, u homoousios to Patri; por quien han sido hechas todas las cosas. Y se encarnó por obra del Espíritu Santo, de María la Virgen, y se hizo hombre: igual, por tanto, al Padre según la divinidad, menor que el Padre según la humanidad[6], completamente uno, no por confusión (que no puede hacerse) de la sustancia, sino por unidad de la persona [7].
12. El mismo habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Anunció y fundó el reino de Dios, manifestándonos en sí mismo al Padre. Nos dio su mandamiento nuevo de que nos amáramos los unos a los otros como él nos amó. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas evangélicas, a saber: ser pobres en espíritu y mansos, tolerar los dolores con paciencia, tener sed de justicia, ser misericordiosos, limpios de corazón, pacíficos, padecer persecución por la justicia. Padeció bajo Poncio Pilato; Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo, murió por nosotros clavado a la cruz, trayéndonos la salvación con la sangre de la redención. Fue sepultado, y resucitó por su propio poder al tercer día, elevándonos por su resurrección a la participación de la vida divina, que es la gracia. Subió al cielo, de donde ha de venir de nuevo, entonces con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos, a cada uno según los propios méritos: los que hayan respondido al amor y a la piedad de Dios irán a la vida eterna, pero los que los hayan rechazado hasta el final serán destinados al fuego que nunca cesará.
Y su reino no tendrá fin.
El Espíritu Santo
13. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y vivificador que, con el Padre y el Hijo, es juntamente adorado y glorificado. Que habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia. Su acción, que penetra lo íntimo del alma, hace apto al hombre de responder a aquel precepto de Cristo: Sed perfectos como también es perfecto vuestro Padre celeste (cf Mt 5,48).
Mariología
14. Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y Salvador nuestro, Jesucristo [8] y que ella, por su singular elección, en atención a los méritos de su Hijo redimida de modo más sublime [9], fue preservada inmune de toda mancha de culpa original [10] y que supera ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas [11].
15. Ligada por un vínculo estrecho e indisoluble al misterio de la encarnación y de la redención[12], la Beatísima Virgen María, Inmaculada, terminado el curso de la vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste [13], y hecha semejante a su Hijo, que resucitó de los muertos, recibió anticipadamente la suerte de todos los justos; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia [14], continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo, por el que contribuye para engendrar y aumentar la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos [15].
Pecado original
16. Creemos que todos pecaron en Adán; lo que significa que la culpa original cometida por él hizo que la naturaleza, común a todos los hombres, cayera en un estado tal en el que padeciese las consecuencias de aquella culpa. Este estado ya no es aquel en el que la naturaleza humana se encontraba al principio en nuestros primeros padres, ya que estaban constituidos en santidad y justicia, y en el que el hombre estaba exento del mal y de la muerte. Así, pues, esta naturaleza humana, caída de esta manera, destituida del don de la gracia del que antes estaba adornada, herida en sus mismas fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte, es dada a todos los hombres; por tanto, en este sentido, todo hombre nace en pecado. Mantenemos, pues, siguiendo el concilio de Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, por propagación, no por imitación, y que se halla como propio en cada uno[16].
17. Creemos que nuestro Señor Jesucristo nos redimió, por el sacrificio de la cruz, del pecado original y de todos los pecados personales cometidos por cada uno de nosotros, de modo que se mantenga verdadera la afirmación del Apóstol: Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (cf. Rom 5,20).
18. Confesamos creyendo un solo bautismo instituido por nuestro Señor Jesucristo para el perdón de los pecados. Que el bautismo hay que conferirlo también a los niños, que todavía no han podido cometer por sí mismos ningún pecado, de modo que, privados de la gracia sobrenatural en el nacimiento nazcan de nuevo, del agua y del Espíritu Santo, a la vida divina en Cristo Jesús [17].
La Iglesia
19. Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, edificada por Jesucristo sobre la piedra, que es Pedro. Ella es el Cuerpo místico de Cristo, sociedad visible, equipada de órganos jerárquicos, y, a la vez, comunidad espiritual; Iglesia terrestre, Pueblo de Dios peregrinante aquí en la tierra e Iglesia enriquecida por bienes celestes, germen y comienzo del reino de Dios, por el que la obra y los sufrimientos de la redención se continúan a través de la historia humana, y que con todas las fuerzas anhela la consumación perfecta, que ha de ser conseguida después del fin de los tiempos en la gloria celeste [18]. Durante el transcurso de los tiempos el Señor Jesús forma a su Iglesia por medio de los sacramentos, que manan de su plenitud [19]. Porque la Iglesia hace por ellos que sus miembros participen del misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo, por la gracia del Espíritu Santo, que la vivifica y la mueve [20]. Es, pues, santa, aunque abarque en su seno pecadores, porque ella no goza de otra vida que de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida, se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma que impiden que la santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo.
20. Heredera de las divinas promesas e hija de Abrahán según el Espíritu, por medio de aquel Israel, cuyos libros sagrados conserva con amor y cuyos patriarcas y profetas venera con piedad; edificada sobre el fundamento de los apóstoles, cuya palabra siempre viva y cuyos propios poderes de pastores transmite fielmente a través de los siglos en el Sucesor de Pedro y en los obispos que guardan comunión con él; gozando finalmente de la perpetua asistencia del Espíritu Santo, compete a la Iglesia la misión de conservar, enseñar, explicar y difundir aquella verdad que, bosquejada hasta cierto punto por los profetas, Dios reveló a los hombres plenamente por el Señor Jesús. Nosotros creemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia, o con juicio solemne, o con magisterio ordinario y universal, para ser creídas como divinamente reveladas[21]. Nosotros creemos en aquella infalibilidad de que goza el Sucesor de Pedro cuando habla ex cathedra [22] y que reside también en el Cuerpo de los obispos cuando ejerce con el mismo el supremo magisterio [23].
21. Nosotros creemos que la Iglesia, que Cristo fundó y por la que rogó, es sin cesar una por la fe, y el culto, y el vinculo de la comunión jerárquica [24]. La abundantísima variedad de ritos litúrgicos en el seno de esta Iglesia o la diferencia legítima de patrimonio teológico y espiritual y de disciplina peculiares no sólo no dañan a la unidad de la misma, sino que más bien la manifiestan [25].
22. Nosotros también, reconociendo por una parte que fuera de la estructura de la Iglesia de Cristo se encuentran muchos elementos de santificación y verdad, que como dones propios de la misma Iglesia empujan a la unidad católica[26], y creyendo, por otra parte, en la acción del Espíritu Santo, que suscita en todos los discípulos de Cristo el deseo de esta unidad [27], esperamos que los cristianos que no gozan todavía de la plena comunión de la única Iglesia se unan finalmente en un solo rebaño con un solo Pastor.
23. Nosotros creemos que la Iglesia es necesaria para la salvación. Porque sólo Cristo es el Mediador y el camino de la salvación que, en su Cuerpo, que es la Iglesia, se nos hace presente [28]. Pero el propósito divino de salvación abarca a todos los hombres: y aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, sin embargo, a Dios con corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, por cumplir con obras su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, ellos también, en un número ciertamente que sólo Dios conoce, pueden conseguir la salvación eterna [29].
Eucaristía
24. Nosotros creemos que la misa que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida por el sacramento del orden, y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares. Nosotros creemos que, como el pan y el vino consagrados por el Señor en la última Cena se convirtieron en su cuerpo y su sangre, que en seguida iban a ser ofrecidos por nosotros en la cruz, así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, sentado gloriosamente en los cielos; y creemos que la presencia misteriosa del Señor bajo la apariencia de aquellas cosas, que continúan apareciendo a nuestros sentidos de la misma manera que antes, es verdadera, real y sustancial[30].
25. En este sacramento, Cristo no puede hacerse presente de otra manera que por la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo y la conversión de toda la sustancia del vino en su sangre, permaneciendo solamente íntegras las propiedades del pan y del vino, que percibimos con nuestros sentidos. La cual conversión misteriosa es llamada por la Santa Iglesia conveniente y propiamente transustanciación. Cualquier interpretación de teólogos que busca alguna inteligencia de este misterio, para que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que, en la misma naturaleza de las cosas, independientemente de nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de existir, de modo que, el adorable cuerpo y sangre de Cristo, después de ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino[31], como el mismo Señor quiso, para dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico [32].
26. La única e indivisible existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cielos, no se multiplica, pero por el sacramento se hace presente en los varios lugares del orbe de la tierra, donde se realiza el sacrificio eucarístico. La misma existencia, después de celebrado el sacrificio, permanece presente en el Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es como el corazón vivo de nuestros templos. Por lo cual estamos obligados, por obligación ciertamente suavísima, a honrar y adorar en la Hostia Santa que nuestros ojos ven, al mismo Verbo encarnado que ellos no pueden ver, y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber dejado los cielos.
Escatología
27. Confesamos igualmente que el reino de Dios, que ha tenido en la Iglesia de Cristo sus comienzos aquí en la tierra, no es de este mundo (cf. Jn 18,36), cuya figura pasa (cf. 1Cor 7,31), y también que sus crecimientos propios no pueden juzgarse idénticos al progreso de la cultura de la humanidad o de las ciencias o de las artes técnicas, sino que consiste en que se conozcan cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, en que se ponga cada vez con mayor constancia la esperanza en los bienes eternos, en que cada vez más ardientemente se responda al amor de Dios; finalmente, en que la gracia y la santidad se difundan cada vez más abundantemente entre los hombres. Pero con el mismo amor es impulsada la Iglesia para interesarse continuamente también por el verdadero bien temporal de los hombres. Porque, mientras no cesa de amonestar a todos sus hijos que no tienen aquí en la tierra ciudad permanente (cf. Heb 13,14), los estimula también, a cada uno según su condición de vida y sus recursos, a que fomenten el desarrollo de la propia ciudad humana, promuevan la justicia, la paz y la concordia fraterna entre los hombres y presten ayuda a sus hermanos, sobre todo a los más pobres y a los más infelices. Por lo cual, la gran solicitud con que la Iglesia, Esposa de Cristo, sigue de cerca las necesidades de los hombres, es decir, sus alegrías y esperanzas, dolores y trabajos, no es otra cosa sino el deseo que la impele vehementemente a estar presente a ellos, ciertamente con la voluntad de iluminar a los hombres con la luz de Cristo, y de congregar y unir a todos en aquel que es su único Salvador. Pero jamás debe interpretarse esta solicitud como si la Iglesia se acomodase a las cosas de este mundo o se resfriase el ardor con que ella espera a su Señor y el reino eterno.
28. Creemos en la vida eterna. Creemos que las almas de todos aquellos que mueren en la gracia de Cristo —tanto las que todavía deben ser purificadas con el fuego del purgatorio como las que son recibidas por Jesús en el paraíso en seguida que se separan del cuerpo, como el Buen Ladrón— constituyen el Pueblo de Dios después de la muerte, la cual será destruida totalmente el día de la resurrección, en el que estas almas se unirán con sus cuerpos.
29. Creemos que la multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el paraíso, forma la Iglesia celeste, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna, ven a Dios, como Él es[33] y participan también, ciertamente en grado y modo diverso, juntamente con los santos ángeles, en el gobierno divino de las cosas, que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente nuestra flaqueza [34].
30. Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones, como nos aseguró Jesús: Pedid y recibiréis (cf. Lc 10,9-10; Jn 16,24). Profesando esta fe y apoyados en esta esperanza, esperamos la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero.
Bendito sea Dios, santo, santo, santo. Amén.
Notas
[1] Cf. Conc. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius: Denz.-Schön. 3002.
[2] Cf. enc. Humani generis: AAS 42 (1950) 575; Con. Lateran. V: Denz.-Schön. 1440-1441.
[3] Cf. Conc. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius: Denz.-Schön. 3016.
[4] Símbolo Quicumque: Denz.-Schön. 75.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd., n. 76.
[7] Ibíd.
[8] Cf. Conc. Efes.: Denz.-Schön. 251-252.
[9] Cf. Concilio Vaticano II, constitución dogmática Lumen gentium, 53.
[10] Cf. Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: Acta p. 1 vol. 1 p. 616.
[11] Cf. Lumen gentium, 53.
[12] Cf. Ibíd., n. 53.58.61..
[13] Cf. Const. apost. Munificentissimus Deus: AAS 42 (1950) 770.
[14] Lumen gentium, 53.56.61.63; cf. Pablo Vl, Al. en el cierre de la III sesión del concilio Vat. II: AAS 56 (1964), 1016; exhort. apost. Signum magnum: AAS 59 (1967) 465 y 467.
[15] Lumen gentium, 62; cf. Pablo Vl, exhort. apost. Signum magnum: AAS 59 (1967) 468.
[16] Cf. Conc. Trid., ses.5: Decr. De pecc. orig.: Denz-Schön. 1513
[17] Cf. Conc. Trid., ibíd.,: Denz-Schön. 1514.
[18] Cf. Lumen gentium, 8 y 50.
[19] Cf. Ibíd., n.7.11..
[20] Cf. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium n. 5.6; Lumen gentium n.7.12.50.
[21] Cf. Conc. Vat. I, Const. Dei Filius: Denz-Schön. 3011.
[22] Cf. Ibíd., Const. Pastor aeternus: Denz-Schön. 3074..
[23] Cf. Lumen gentium, n. 25.
[24] Ibíd., n. 8.18-23; decret. Unitatis redintegratio, n. 2.
[25] Cf. Lumen gentium, n. 23; decret. Orientalium Ecclesiarum, n. 2.3.5.6..
[26] Cf. Lumen gentium, n. 8.
[27] Cf. Ibíd., n. 15.
[28] Cf. Ibíd., n. 14..
[29] Cf. Ibíd., n. 16.
[30] Cf. Conc. Trid., ses. 13: Decr. De Eucharistia: Denz-Schön. 1651..
[31] Cf. Ibíd.: Denz-Schön. 1642; Pablo Vl, Enc. Mysterium fidei: AAS 57 (1965) 766..
[32] Cf. Santo Tomás, Summa Theologica III, q.73 a.3
[33] 1Jn 3, 2; Benedicto XII, Const. Benedictus Deus: Denz-Schön. 1000.
[34] Lumen gentium, n. 49.
En el apéndice observaremos las múltiples referencias a documentos del Concilio Vaticano II en las que se ha apoyado S.S. Pablo VI.
.../..
Cristología
11. Creemos en nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. El es el Verbo eterno, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial al Padre, u homoousios to Patri; por quien han sido hechas todas las cosas. Y se encarnó por obra del Espíritu Santo, de María la Virgen, y se hizo hombre: igual, por tanto, al Padre según la divinidad, menor que el Padre según la humanidad[6], completamente uno, no por confusión (que no puede hacerse) de la sustancia, sino por unidad de la persona [7].
12. El mismo habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Anunció y fundó el reino de Dios, manifestándonos en sí mismo al Padre. Nos dio su mandamiento nuevo de que nos amáramos los unos a los otros como él nos amó. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas evangélicas, a saber: ser pobres en espíritu y mansos, tolerar los dolores con paciencia, tener sed de justicia, ser misericordiosos, limpios de corazón, pacíficos, padecer persecución por la justicia. Padeció bajo Poncio Pilato; Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo, murió por nosotros clavado a la cruz, trayéndonos la salvación con la sangre de la redención. Fue sepultado, y resucitó por su propio poder al tercer día, elevándonos por su resurrección a la participación de la vida divina, que es la gracia. Subió al cielo, de donde ha de venir de nuevo, entonces con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos, a cada uno según los propios méritos: los que hayan respondido al amor y a la piedad de Dios irán a la vida eterna, pero los que los hayan rechazado hasta el final serán destinados al fuego que nunca cesará.
Y su reino no tendrá fin.
El Espíritu Santo
13. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y vivificador que, con el Padre y el Hijo, es juntamente adorado y glorificado. Que habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia. Su acción, que penetra lo íntimo del alma, hace apto al hombre de responder a aquel precepto de Cristo: Sed perfectos como también es perfecto vuestro Padre celeste (cf Mt 5,48).
Mariología
14. Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y Salvador nuestro, Jesucristo [8] y que ella, por su singular elección, en atención a los méritos de su Hijo redimida de modo más sublime [9], fue preservada inmune de toda mancha de culpa original [10] y que supera ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas [11].
15. Ligada por un vínculo estrecho e indisoluble al misterio de la encarnación y de la redención[12], la Beatísima Virgen María, Inmaculada, terminado el curso de la vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste [13], y hecha semejante a su Hijo, que resucitó de los muertos, recibió anticipadamente la suerte de todos los justos; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia [14], continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo, por el que contribuye para engendrar y aumentar la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos [15].
Pecado original
16. Creemos que todos pecaron en Adán; lo que significa que la culpa original cometida por él hizo que la naturaleza, común a todos los hombres, cayera en un estado tal en el que padeciese las consecuencias de aquella culpa. Este estado ya no es aquel en el que la naturaleza humana se encontraba al principio en nuestros primeros padres, ya que estaban constituidos en santidad y justicia, y en el que el hombre estaba exento del mal y de la muerte. Así, pues, esta naturaleza humana, caída de esta manera, destituida del don de la gracia del que antes estaba adornada, herida en sus mismas fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte, es dada a todos los hombres; por tanto, en este sentido, todo hombre nace en pecado. Mantenemos, pues, siguiendo el concilio de Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, por propagación, no por imitación, y que se halla como propio en cada uno[16].
17. Creemos que nuestro Señor Jesucristo nos redimió, por el sacrificio de la cruz, del pecado original y de todos los pecados personales cometidos por cada uno de nosotros, de modo que se mantenga verdadera la afirmación del Apóstol: Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (cf. Rom 5,20).
18. Confesamos creyendo un solo bautismo instituido por nuestro Señor Jesucristo para el perdón de los pecados. Que el bautismo hay que conferirlo también a los niños, que todavía no han podido cometer por sí mismos ningún pecado, de modo que, privados de la gracia sobrenatural en el nacimiento nazcan de nuevo, del agua y del Espíritu Santo, a la vida divina en Cristo Jesús [17].
La Iglesia
19. Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, edificada por Jesucristo sobre la piedra, que es Pedro. Ella es el Cuerpo místico de Cristo, sociedad visible, equipada de órganos jerárquicos, y, a la vez, comunidad espiritual; Iglesia terrestre, Pueblo de Dios peregrinante aquí en la tierra e Iglesia enriquecida por bienes celestes, germen y comienzo del reino de Dios, por el que la obra y los sufrimientos de la redención se continúan a través de la historia humana, y que con todas las fuerzas anhela la consumación perfecta, que ha de ser conseguida después del fin de los tiempos en la gloria celeste [18]. Durante el transcurso de los tiempos el Señor Jesús forma a su Iglesia por medio de los sacramentos, que manan de su plenitud [19]. Porque la Iglesia hace por ellos que sus miembros participen del misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo, por la gracia del Espíritu Santo, que la vivifica y la mueve [20]. Es, pues, santa, aunque abarque en su seno pecadores, porque ella no goza de otra vida que de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida, se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma que impiden que la santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo.
20. Heredera de las divinas promesas e hija de Abrahán según el Espíritu, por medio de aquel Israel, cuyos libros sagrados conserva con amor y cuyos patriarcas y profetas venera con piedad; edificada sobre el fundamento de los apóstoles, cuya palabra siempre viva y cuyos propios poderes de pastores transmite fielmente a través de los siglos en el Sucesor de Pedro y en los obispos que guardan comunión con él; gozando finalmente de la perpetua asistencia del Espíritu Santo, compete a la Iglesia la misión de conservar, enseñar, explicar y difundir aquella verdad que, bosquejada hasta cierto punto por los profetas, Dios reveló a los hombres plenamente por el Señor Jesús. Nosotros creemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia, o con juicio solemne, o con magisterio ordinario y universal, para ser creídas como divinamente reveladas[21]. Nosotros creemos en aquella infalibilidad de que goza el Sucesor de Pedro cuando habla ex cathedra [22] y que reside también en el Cuerpo de los obispos cuando ejerce con el mismo el supremo magisterio [23].
21. Nosotros creemos que la Iglesia, que Cristo fundó y por la que rogó, es sin cesar una por la fe, y el culto, y el vinculo de la comunión jerárquica [24]. La abundantísima variedad de ritos litúrgicos en el seno de esta Iglesia o la diferencia legítima de patrimonio teológico y espiritual y de disciplina peculiares no sólo no dañan a la unidad de la misma, sino que más bien la manifiestan [25].
22. Nosotros también, reconociendo por una parte que fuera de la estructura de la Iglesia de Cristo se encuentran muchos elementos de santificación y verdad, que como dones propios de la misma Iglesia empujan a la unidad católica[26], y creyendo, por otra parte, en la acción del Espíritu Santo, que suscita en todos los discípulos de Cristo el deseo de esta unidad [27], esperamos que los cristianos que no gozan todavía de la plena comunión de la única Iglesia se unan finalmente en un solo rebaño con un solo Pastor.
23. Nosotros creemos que la Iglesia es necesaria para la salvación. Porque sólo Cristo es el Mediador y el camino de la salvación que, en su Cuerpo, que es la Iglesia, se nos hace presente [28]. Pero el propósito divino de salvación abarca a todos los hombres: y aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, sin embargo, a Dios con corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, por cumplir con obras su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, ellos también, en un número ciertamente que sólo Dios conoce, pueden conseguir la salvación eterna [29].
Eucaristía
24. Nosotros creemos que la misa que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida por el sacramento del orden, y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares. Nosotros creemos que, como el pan y el vino consagrados por el Señor en la última Cena se convirtieron en su cuerpo y su sangre, que en seguida iban a ser ofrecidos por nosotros en la cruz, así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, sentado gloriosamente en los cielos; y creemos que la presencia misteriosa del Señor bajo la apariencia de aquellas cosas, que continúan apareciendo a nuestros sentidos de la misma manera que antes, es verdadera, real y sustancial[30].
25. En este sacramento, Cristo no puede hacerse presente de otra manera que por la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo y la conversión de toda la sustancia del vino en su sangre, permaneciendo solamente íntegras las propiedades del pan y del vino, que percibimos con nuestros sentidos. La cual conversión misteriosa es llamada por la Santa Iglesia conveniente y propiamente transustanciación. Cualquier interpretación de teólogos que busca alguna inteligencia de este misterio, para que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que, en la misma naturaleza de las cosas, independientemente de nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de existir, de modo que, el adorable cuerpo y sangre de Cristo, después de ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino[31], como el mismo Señor quiso, para dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico [32].
26. La única e indivisible existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cielos, no se multiplica, pero por el sacramento se hace presente en los varios lugares del orbe de la tierra, donde se realiza el sacrificio eucarístico. La misma existencia, después de celebrado el sacrificio, permanece presente en el Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es como el corazón vivo de nuestros templos. Por lo cual estamos obligados, por obligación ciertamente suavísima, a honrar y adorar en la Hostia Santa que nuestros ojos ven, al mismo Verbo encarnado que ellos no pueden ver, y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber dejado los cielos.
Escatología
27. Confesamos igualmente que el reino de Dios, que ha tenido en la Iglesia de Cristo sus comienzos aquí en la tierra, no es de este mundo (cf. Jn 18,36), cuya figura pasa (cf. 1Cor 7,31), y también que sus crecimientos propios no pueden juzgarse idénticos al progreso de la cultura de la humanidad o de las ciencias o de las artes técnicas, sino que consiste en que se conozcan cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, en que se ponga cada vez con mayor constancia la esperanza en los bienes eternos, en que cada vez más ardientemente se responda al amor de Dios; finalmente, en que la gracia y la santidad se difundan cada vez más abundantemente entre los hombres. Pero con el mismo amor es impulsada la Iglesia para interesarse continuamente también por el verdadero bien temporal de los hombres. Porque, mientras no cesa de amonestar a todos sus hijos que no tienen aquí en la tierra ciudad permanente (cf. Heb 13,14), los estimula también, a cada uno según su condición de vida y sus recursos, a que fomenten el desarrollo de la propia ciudad humana, promuevan la justicia, la paz y la concordia fraterna entre los hombres y presten ayuda a sus hermanos, sobre todo a los más pobres y a los más infelices. Por lo cual, la gran solicitud con que la Iglesia, Esposa de Cristo, sigue de cerca las necesidades de los hombres, es decir, sus alegrías y esperanzas, dolores y trabajos, no es otra cosa sino el deseo que la impele vehementemente a estar presente a ellos, ciertamente con la voluntad de iluminar a los hombres con la luz de Cristo, y de congregar y unir a todos en aquel que es su único Salvador. Pero jamás debe interpretarse esta solicitud como si la Iglesia se acomodase a las cosas de este mundo o se resfriase el ardor con que ella espera a su Señor y el reino eterno.
28. Creemos en la vida eterna. Creemos que las almas de todos aquellos que mueren en la gracia de Cristo —tanto las que todavía deben ser purificadas con el fuego del purgatorio como las que son recibidas por Jesús en el paraíso en seguida que se separan del cuerpo, como el Buen Ladrón— constituyen el Pueblo de Dios después de la muerte, la cual será destruida totalmente el día de la resurrección, en el que estas almas se unirán con sus cuerpos.
29. Creemos que la multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el paraíso, forma la Iglesia celeste, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna, ven a Dios, como Él es[33] y participan también, ciertamente en grado y modo diverso, juntamente con los santos ángeles, en el gobierno divino de las cosas, que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente nuestra flaqueza [34].
30. Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones, como nos aseguró Jesús: Pedid y recibiréis (cf. Lc 10,9-10; Jn 16,24). Profesando esta fe y apoyados en esta esperanza, esperamos la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero.
Bendito sea Dios, santo, santo, santo. Amén.
Notas
[1] Cf. Conc. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius: Denz.-Schön. 3002.
[2] Cf. enc. Humani generis: AAS 42 (1950) 575; Con. Lateran. V: Denz.-Schön. 1440-1441.
[3] Cf. Conc. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius: Denz.-Schön. 3016.
[4] Símbolo Quicumque: Denz.-Schön. 75.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd., n. 76.
[7] Ibíd.
[8] Cf. Conc. Efes.: Denz.-Schön. 251-252.
[9] Cf. Concilio Vaticano II, constitución dogmática Lumen gentium, 53.
[10] Cf. Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: Acta p. 1 vol. 1 p. 616.
[11] Cf. Lumen gentium, 53.
[12] Cf. Ibíd., n. 53.58.61..
[13] Cf. Const. apost. Munificentissimus Deus: AAS 42 (1950) 770.
[14] Lumen gentium, 53.56.61.63; cf. Pablo Vl, Al. en el cierre de la III sesión del concilio Vat. II: AAS 56 (1964), 1016; exhort. apost. Signum magnum: AAS 59 (1967) 465 y 467.
[15] Lumen gentium, 62; cf. Pablo Vl, exhort. apost. Signum magnum: AAS 59 (1967) 468.
[16] Cf. Conc. Trid., ses.5: Decr. De pecc. orig.: Denz-Schön. 1513
[17] Cf. Conc. Trid., ibíd.,: Denz-Schön. 1514.
[18] Cf. Lumen gentium, 8 y 50.
[19] Cf. Ibíd., n.7.11..
[20] Cf. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium n. 5.6; Lumen gentium n.7.12.50.
[21] Cf. Conc. Vat. I, Const. Dei Filius: Denz-Schön. 3011.
[22] Cf. Ibíd., Const. Pastor aeternus: Denz-Schön. 3074..
[23] Cf. Lumen gentium, n. 25.
[24] Ibíd., n. 8.18-23; decret. Unitatis redintegratio, n. 2.
[25] Cf. Lumen gentium, n. 23; decret. Orientalium Ecclesiarum, n. 2.3.5.6..
[26] Cf. Lumen gentium, n. 8.
[27] Cf. Ibíd., n. 15.
[28] Cf. Ibíd., n. 14..
[29] Cf. Ibíd., n. 16.
[30] Cf. Conc. Trid., ses. 13: Decr. De Eucharistia: Denz-Schön. 1651..
[31] Cf. Ibíd.: Denz-Schön. 1642; Pablo Vl, Enc. Mysterium fidei: AAS 57 (1965) 766..
[32] Cf. Santo Tomás, Summa Theologica III, q.73 a.3
[33] 1Jn 3, 2; Benedicto XII, Const. Benedictus Deus: Denz-Schön. 1000.
[34] Lumen gentium, n. 49.
domingo, 21 de octubre de 2012
Reunión de la Zona de Andalucía Oriental de la ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
Ayer día 20 de octubre celebramos en el Seminario Diocesano de Jaén la reunión de Zona de la Adoración Nocturna Española de Andalucía Oriental con asistencia de los Presidentes y representantes de los Consejos Diocesanos de Almeria, Granada, Jaén y Málaga; convocada por su Delegado de Zona D. José Antonio Barroso Torres y presidida por D. José Luis González Aullón, Vicepresidente del Consejo Nacional, acompañado del Vocal nacional de zonas Cayetano Medina. El Consiliario Diocesano de Jaén D. Antonio Aranda tuvo afectuosas palabras de bienvenida al comienzo de la reunión en la que no pudo permanecer más tiempo debido a otros compromisos pastorales previos
En el orden del día un tema de reflexión muy importante y de máxima actualidad: “ El año de la Fe y la Nueva Evangelización” en el que nuestro Vicepresidente expuso de manera clara y concisa las motivaciones y conceptos que nos han de regir a lo largo de éste año de la Fe y la Nueva Evangelización, que será el segundo convocado por un Papa ya que S.S. Pablo VI convocó el Año de la Fe en 1967/68.
Los otros temas de la reunión: “ La promoción de la Adoración Nocturna” y la “ Homogenización de la estructura de nuestras vigilias “ fueron muy participativos e interesantes, opinión generalizada de todos los participantes que se mostraban muy satisfechos del resultado de la reunión; antes de finalizar la misma y a modo de resumen y balance de la reunión un Punto: Compromisos que cada participante entienda debe aplicar en su entorno como respuesta a las reflexiones expuestas y la documentación entregada por D. José Luis.
Creo necesario compartir las mismas con vosotros, de ahí que aproveche este nuestro Blogg como medio de comunicación.
Anoto la necesidad de reflexionar sobre los textos dimanados del Concilio Vaticano II; profundizar en el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica apoyándome en el compendio del mismo publicado en 2005 y asimismo contemplare con vosotros el “ Credo del Pueblo de Dios “ sobre el que me extiendo a continuación, si bien debido a la extensión del mismo, (extraído de la webb http://www.vatican.va) se me ocurre fraccionarlo en sucesivas entregas para facilitar nuestra meditación sobre su contenido.
Existen otras publicaciones recomendadas para su estudio sobre la que nos extenderemos a lo largo de este año que finalizará en noviembre de 2013.
CREDO DEL PUEBLO DE DIOS
Solemne Profesión de fe que Pablo VI pronunció el 30 de junio de 1968,
al concluir el Año de la fe proclamado con motivo del XlX centenario
del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma
" Y como en otro tiempo, en Cesarea de Filipo, Simón Pedro, fuera de las opiniones de los hombres, confesó verdaderamente, en nombre de los doce apóstoles, a Cristo, Hijo del Dios vivo, así hoy su humilde Sucesor y Pastor de la Iglesia universal, en nombre de todo el pueblo de Dios, alza su voz para dar un testimonio firmísimo a la Verdad divina, que ha sido confiada a la Iglesia para que la anuncie a todas las gentes.
Queremos que esta nuestra profesión de fe sea lo bastante completa y explícita para satisfacer, de modo apto, a la necesidad de luz que oprime a tantos fieles y a todos aquellos que en el mundo —sea cual fuere el grupo espiritual a que pertenezcan— buscan la Verdad.
Por tanto, para gloria de Dios omnipotente y de nuestro Señor Jesucristo, poniendo la confianza en el auxilio de la Santísima Virgen María y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, para utilidad espiritual y progreso de la Iglesia, en nombre de todos los sagrados pastores y fieles cristianos, y en plena comunión con vosotros, hermanos e hijos queridísimos, pronunciamos ahora esta profesión de fe.
Unidad y Trinidad de Dios
8. Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles —como es este mundo en que pasamos nuestra breve vida— y de las cosas invisibles —como son los espíritus puros, que llamamos también ángeles[1]— y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal[2].
9. Creemos que este Dios único es tan absolutamente uno en su santísima esencia como en todas sus demás perfecciones: en su omnipotencia, en su ciencia infinita, en su providencia, en su voluntad y caridad. Él es el que es, como él mismo reveló a Moisés (cf. Ex 3,14), él es Amor, como nos enseñó el apóstol Juan (cf. 1Jn 4,8) de tal manera que estos dos nombres, Ser y Amor, expresan inefablemente la misma divina esencia de aquel que quiso manifestarse a si mismo a nosotros y que,habitando la luz inaccesible (cf. 1Tim 6,16), está en si mismo sobre todo nombre y sobre todas las cosas e inteligencias creadas. Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de sí mismo, revelándose a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida eterna estamos llamados por la gracia a participar, aquí, en la tierra, en la oscuridad de la fe, y después de la muerte, en la luz sempiterna. Los vínculos mutuos que constituyen a las tres personas desde toda la eternidad, cada una de las cuales es el único y mismo Ser divino, son la vida íntima y dichosa del Dios santísimo, la cual supera infinitamente todo aquello que nosotros podemos entender de modo humano[3].
Sin embargo, damos gracias a la divina bondad de que tantísimos creyentes puedan testificar con nosotros ante los hombres la unidad de Dios, aunque no conozcan el misterio de la Santísima Trinidad.
10. Creemos, pues, en Dios, que en toda la eternidad engendra al Hijo; creemos en el Hijo, Verbo de Dios, que es engendrado desde la eternidad; creemos en el Espíritu Santo, persona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos. Así, en las tres personas divinas, que son eternas entre sí e iguales entre sí [4], la vida y la felicidad de Dios enteramente uno abundan sobremanera y se consuman con excelencia suma y gloria propia de la esencia increada; y siempre hay que venerar la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad [5].
En el orden del día un tema de reflexión muy importante y de máxima actualidad: “ El año de la Fe y la Nueva Evangelización” en el que nuestro Vicepresidente expuso de manera clara y concisa las motivaciones y conceptos que nos han de regir a lo largo de éste año de la Fe y la Nueva Evangelización, que será el segundo convocado por un Papa ya que S.S. Pablo VI convocó el Año de la Fe en 1967/68.
Los otros temas de la reunión: “ La promoción de la Adoración Nocturna” y la “ Homogenización de la estructura de nuestras vigilias “ fueron muy participativos e interesantes, opinión generalizada de todos los participantes que se mostraban muy satisfechos del resultado de la reunión; antes de finalizar la misma y a modo de resumen y balance de la reunión un Punto: Compromisos que cada participante entienda debe aplicar en su entorno como respuesta a las reflexiones expuestas y la documentación entregada por D. José Luis.
Creo necesario compartir las mismas con vosotros, de ahí que aproveche este nuestro Blogg como medio de comunicación.
Anoto la necesidad de reflexionar sobre los textos dimanados del Concilio Vaticano II; profundizar en el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica apoyándome en el compendio del mismo publicado en 2005 y asimismo contemplare con vosotros el “ Credo del Pueblo de Dios “ sobre el que me extiendo a continuación, si bien debido a la extensión del mismo, (extraído de la webb http://www.vatican.va) se me ocurre fraccionarlo en sucesivas entregas para facilitar nuestra meditación sobre su contenido.
Existen otras publicaciones recomendadas para su estudio sobre la que nos extenderemos a lo largo de este año que finalizará en noviembre de 2013.
CREDO DEL PUEBLO DE DIOS
Solemne Profesión de fe que Pablo VI pronunció el 30 de junio de 1968,
al concluir el Año de la fe proclamado con motivo del XlX centenario
del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma
" Y como en otro tiempo, en Cesarea de Filipo, Simón Pedro, fuera de las opiniones de los hombres, confesó verdaderamente, en nombre de los doce apóstoles, a Cristo, Hijo del Dios vivo, así hoy su humilde Sucesor y Pastor de la Iglesia universal, en nombre de todo el pueblo de Dios, alza su voz para dar un testimonio firmísimo a la Verdad divina, que ha sido confiada a la Iglesia para que la anuncie a todas las gentes.
Queremos que esta nuestra profesión de fe sea lo bastante completa y explícita para satisfacer, de modo apto, a la necesidad de luz que oprime a tantos fieles y a todos aquellos que en el mundo —sea cual fuere el grupo espiritual a que pertenezcan— buscan la Verdad.
Por tanto, para gloria de Dios omnipotente y de nuestro Señor Jesucristo, poniendo la confianza en el auxilio de la Santísima Virgen María y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, para utilidad espiritual y progreso de la Iglesia, en nombre de todos los sagrados pastores y fieles cristianos, y en plena comunión con vosotros, hermanos e hijos queridísimos, pronunciamos ahora esta profesión de fe.
Unidad y Trinidad de Dios
8. Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles —como es este mundo en que pasamos nuestra breve vida— y de las cosas invisibles —como son los espíritus puros, que llamamos también ángeles[1]— y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal[2].
9. Creemos que este Dios único es tan absolutamente uno en su santísima esencia como en todas sus demás perfecciones: en su omnipotencia, en su ciencia infinita, en su providencia, en su voluntad y caridad. Él es el que es, como él mismo reveló a Moisés (cf. Ex 3,14), él es Amor, como nos enseñó el apóstol Juan (cf. 1Jn 4,8) de tal manera que estos dos nombres, Ser y Amor, expresan inefablemente la misma divina esencia de aquel que quiso manifestarse a si mismo a nosotros y que,habitando la luz inaccesible (cf. 1Tim 6,16), está en si mismo sobre todo nombre y sobre todas las cosas e inteligencias creadas. Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de sí mismo, revelándose a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida eterna estamos llamados por la gracia a participar, aquí, en la tierra, en la oscuridad de la fe, y después de la muerte, en la luz sempiterna. Los vínculos mutuos que constituyen a las tres personas desde toda la eternidad, cada una de las cuales es el único y mismo Ser divino, son la vida íntima y dichosa del Dios santísimo, la cual supera infinitamente todo aquello que nosotros podemos entender de modo humano[3].
Sin embargo, damos gracias a la divina bondad de que tantísimos creyentes puedan testificar con nosotros ante los hombres la unidad de Dios, aunque no conozcan el misterio de la Santísima Trinidad.
10. Creemos, pues, en Dios, que en toda la eternidad engendra al Hijo; creemos en el Hijo, Verbo de Dios, que es engendrado desde la eternidad; creemos en el Espíritu Santo, persona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos. Así, en las tres personas divinas, que son eternas entre sí e iguales entre sí [4], la vida y la felicidad de Dios enteramente uno abundan sobremanera y se consuman con excelencia suma y gloria propia de la esencia increada; y siempre hay que venerar la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad [5].
LA SECCIÓN DE PLASENCIA CELEBRÓ SU CXXV ANIVERSARIO
VIGILA EXTRAORDINARIA 125 ANIVERSARIO DE ANE Y 50 ANIVERSARIO DE ANFE DE PLASENCIA.
Lo celebraron conjuntamente ANE y ANFE el día 22 de septiembre de 2012 en la Catedral de Plasencia.
Los días anteriores martes, miércoles y jueves tuvieron un triduo con exposición del Santísimo Sacramento en tres parroquias diferentes y el viernes en San Martín un acto de poesía y música con temas de Adoración a Jesús Sacramentado.
Fue presidida por el Señor Obispo de Plasencia D. Amadeo Rodríguez Magro acompañado por 14 sacerdotes.
ASISTENTES:
Presidente Nacional: D. Carlos Menduiña Fernández
Alcalde de Plasencia: D. Fernando Pizarro
Concejal de Cultura: D. Ángel Custodio
Delegado de Zona: D. José Luis Sánchez Merino
Presidente diocesano de Plasencia: Juan Plata Ruano
Presidente diocesano de Mérida- Badajoz: D. Manuel Gordillo Tarral
Vicepresidenta de Coria- Cáceres: Dª Fuencisla Ruano Santa Teresa
Presidente diocesano de Toledo: D. Juan Ramón Pulido
Presidente diocesano de Salamanca: D. Ernesto Santadaría Delgado
10 Secciones de ANE diócesis de Plasencia 82 adoradores
5 Consejos diocesanos 22 adoradores
3 Secciones de otras diócesis 12 adoradores
12 Secciones de ANFE diócesis de Plasencia 90 adoradoras
_______________
Adoradores y adoradoras 212
30 Banderas
Asistieron entre 200 y 220 fieles no adoradores. En total 420 personas aproximadamente.
(Datos facilitados por el Presidente Diocesano de Plasencia)
NOTA: La autoridades civiles nos acompañaron hasta el final de la Vigilia y participaron del ágape fraterno con que nos obsequiaron en el enlosado de la catedral.
domingo, 7 de octubre de 2012
IN MEMORIA DE DON JOSÉ AVILA ALVENDIZ
Ayer tarde recibí la noticia del fallecimiento de nuestro querido Pepe Ávila, Adorador Veterano Constante de la Adoración Nocturna Española, Presidente que fue de la Sección de Sevilla, Jefe en su día del Turno número 5; hombre de hondas raíces cristianas, padre de familia ejemplar y volcado en la atención al culto del Templo de San Hermenegildo mientras sus condiciones físicas lo permitieron.
Cuidadoso no faltase nada para la celebración de la Eucaristía y los Turnos de Adoración que allí celebramos los Adoradores; estaba siempre presente en todas las Vigilias normales que le correspondía y las Extraordinarias convocadas por la Sección; cuando los años y los achaques de salud le obligaron a pasar a la “ reserva “ continúo cumpliendo sus encuentros con Jesús Sacramentado asistiendo a las Vigilias vespertinas del Turno de Honorarios.
Incluso en los último años se le encontraba, en su sillita de ruedas en algunas Misas, se notaba como en su propia Casa.
Se distinguió entre otras circunstancias por su dedicación al canto que el entonaba siempre con mucho amor. Medito: habrás encontrado hoy mucho revuelo a las Puertas del Cielo con motivo del doctorado de San Juan de Ávila, el que usa tu apellido, y tu allí curioseando, en silencio, sorprendido por lo cantos celestiales que ahora llegarás a perfeccionar.
En mi primer periodo de servicio a la Sección de Sevilla me acompañó como Vicepresidente, hasta que por mis obligaciones profesionales me relevó en el cargo de Presidente, cargo para el que fue reelegido posteriormente hasta que, superadas mis circunstancias personales antedichas pasé a relevarle posteriormente.
Pepe, ahora tendrás ocasión de contemplarnos desde el Turno eterno, allá encontrarás a muchos y grandes amigos, el Señor te recompensará todos los desvelos vividos; intercede ante El por todos nosotros y conocerás que Cayetano te apreciaba mucho, tanto como mostraste cuándo visité tu domicilio; gracias por cuánto me ayudaste y no me tengas en cuenta las ingratitudes que me hayas encontrado, quiero aumentar mi amistad contigo teniéndote presente en mis oraciones iniciadas nada más conocer tu marcha al Reino eterno, con ese Rosario por el que pedía a la Madre Celestial preparara tu encuentro con Su Hijo.
Ahora, en el silencio de mi habitación entonaré contigo: Hacia ti Morada Santa, hacia ti tierra de salvación…
Pepe, un fuerte abrazo en los Corazones de Jesús y María, Cayetano Medina
Adorado sea Jesús Sacramentado Ave María Purísima
Consejos Prácticos para vivir con fruto el AÑO DE LA FE
Presentamos nuestra traducción de JJM articula publicado en el sitio web de la Conferencia
Episcopal de los Estados Úrdaos y escrito por el Obispo Presidente de la Comisión para la
Evangelización y Catequesis, en el cual se propone a ios católicos diez maneras de vivir con fruto
el ya inminente Año de la Fe convocado por el Santo Padre.
Para honrar el 50° aniversario del Concilio Vaticano II y el 20° aniversario del Catecismo
de la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI ha anunciado un Año de la Fe, que comenzará el 11
de octubre y culminará el 24 de noviembre de 2013. El objetivo es reforzar la fe de los católicos y
atraer el mundo a la fe con la fuerza de su ejemplo.
El obispo David Ricken. de Green Bay, Wisconsin, presidente de la Comisión para la
Evangelización y la Catequesis de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, ofrece "10
modos con los cuáles los católicos pueden vivir el Año de la Fe". Tomados de las directivas de la
Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe, algunas de estas sugerencias son ya pedidas a los
católicos; otras se pueden observar en cualquier tiempo y sobre iodo durante eí Año de la Fe.
1. Participar ea la Saata Misa. El Año de la Fe quiere promover ei encuentro
personal con Jesús. En el modo más inmediato, esto tiene lugar en la Eucaristía. Una
participación regular en la Misa refuerza la propia fe a través de las Escrituras, el
Credo, las oraciones, la música sagrada, la homilía, recibiendo la Comunión y
formando parte de una comunidad de fe.
2. Confesarse. Como para la Misa, los católicos reciben fuerza y profundizan su fe
celebrando el sacramento de la Penitencia y Reconciliación. La confesión llama a
volver a Dios, a expresar dolor por las caídas y a abrir la propia vida al poder de la
gracia sanadora de Dios. Perdona las heridas del pasado y da fuerza para el futuro.
3. Conocer las vidas de los santos. Los santos son ejemplos válidos para todos los
tiempos de corno vivir una vida cristiana, y suscitan una esperanza infinita. No sólo
eran pecadores que incesantemente buscaban caminar hacia Dios, sino que
ejemplifican también las modalidades con las cuales servir a Dios: la enseñanza, ei
trabajo misionero, la caridad, la oración, y sencillamente esforzarse por agradar a
Dios en las acciones y decisiones ordinarias de la vida cotidiana.
4. Leer la Biblia cada día. La Biblia ofrece un acceso directo a la Palabra de Dios y
narra la historia de la salvación de los hombres. Los católicos rezan con las EscrituraPalabra de Dios. No se puede prescindir de la Biblia para un sano crecimiento durante
el Año de la Fe.
5. Leer ios documentos del Concilio Vaticano EL El Concilio Vaticano II (1962-
1965) ha traído una gran renovación en la Iglesia. Una renovación en la celebración
de la Misa, en el rol de los laicos, en la auto-comprensión de la Iglesia y en la
relación con los otros cristianos y con los no cristianos. Para llevar adelante la
renovación, los católicos deben conocer lo que enseña el Concilio y cómo enriquece
la vida de los creyentes.
6. Estudiar el Catecismo. El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado
exactamente 30 años después del comienzo del Concilio, trata en un solo libro los
dogmas de fe, la doctrina moral, la oración y los sacramentos de la Iglesia Católica.
Es un verdadero recurso para crecer en la comprensión de la fe.
7. Voluntariado en la parroquia. El Año de la Fe no puede limitarse al estudio y a
la reflexión. El sólido fundamento de las Escrituras, del Concilio y del Catecismo
debe traducirse en acción. Un óptimo lugar para comenzar es la parroquia, ya que los
carismas de cada uno ayudan a construir la comunidad. Todos son bienvenidos para
convertirse en ministro de acogida, músico litúrgico, lector, catequista y muchos
otros roles de la vida parroquial.
8. Ayudar a los necesitados. La Iglesia exhorta a los católicos a donaciones de
caridad y a socorrer a los necesitados durante el Año de la Fe, ya que en el pobre, el
marginado y el vulnerable se encuentra Cristo personalmente. Ayudarlos nos conduce
cara a cara con Cristo y constituye un ejemplo para todos los demás.
9. Invitar a un amigo a Misa. El Año de la Fe tiene ciertamente una relevancia
global, y quiere promover una renovación de fe y de evangelización para toda la
Iglesia, pero un cambio real tiene lugar a nivel local. Una invitación personal puede
realmente marcar la diferencia para alguien que se ha alejado de la fe o se siente
ajeno a la Iglesia. Todos conocemos personas así: por eso es bueno poder invitarlas
amigablemente.
10. Encarnar las Bienaventuranzas en la vida de todos los días. Las
Bienaventuranzas (Mt. 5, 3-12) ofrecen un rico programa para la vida cristiana.
Ponerlas en práctica es muy útil para ser más humildes, más pacientes, más justos,
más transparentes, más misericordiosos y más libres. Es precisamente el ejemplo de
fe vivida el que atraerá hacia la Iglesia en el Año de la Fe.
(siguiendo el método de la Lectio Divina u otros) para sintonizarse mejor con la
CALENDARIO del AÑO de la FE, para el mes de OCTUBRE
El calendario del Año, que concluirá el 24 de noviembre de 2013, prevé una serie de encuentros, congresos e iniciativas que profundizarán en los diversos temas religiosos y culturales vinculados a la celebración
L´OSSERVATORE ROMANO en su publicación del pasado 5 de agosto, informa del tema de referencia del que extractamos la agenda para el mes de Octubre.
DEL 7 AL 28, CIUDAD DEL VATICANO
XIII asamblea general ordinaria del
Sínodo de los obispos sobre el tenia
«La nueva evangelización para la
transmisión de la fe cristiana».
DIA 11CIUDAD DEL VATICANO
Solemne apertura del Año de la fe
con los padres sinodales y los presidentes
de las Conferencias episcopales.
Plaza de San Pedro, a las 10.
Procesión de antorchas en el 50°
aniversario de la apertura del concilio
Vaticano II, organizada por la
Acción católica italiana desde el castillo
Sant'Angelo hasta la plaza de
San Pedro. De las 18.30 a las 21.30
DÍA 12, ROMA
«La fe de Dante», velada cultural y
artística en la iglesia del Gesú en
Roma (a las 21) organizada por el
Consejo pontificio para la cultura en
colaboración con la rectoría del Santísimo
Nombre de «Gesü all'Argentina
» y la Casa de Dante en Roma.
Se presentará el canto XXIV del Paraíso,
que contiene la profesión de fe
del gran poeta.
DÍA 20, ROMA
Peregrinación al Janículo y vigilia
misionera, organizada por la Congregación
para la evangelización de
los pueblos.
DÍA 21, CIUDAD DEL VATICANO
Canonización de seis mártires y confesores
de la fe: Santiago Berthieu,
sacerdote jesuíta, mártir misionero
en Madagascar (1896); Pedro
Calungsod, laico catequista, mártir
en Filipinas (1672); Juan Bautista
Piainarta, sacerdote, testigo de la fe
en la educación de la juventud
(1913); Madre Mariana (Bárbara Cope)
testigo de la fe en la leprosería
de Molokai (igi8); Carmen Salles y
Barangueras, religiosa en España
(ion); Catalina Tckakwitha, laica indígena
convertida a la fe católica
(1680); y Ana Schaffer, laica bávara,
testigo del amor de Cristo desde el
lecho del sufrimiento (1925).
DEL 26 AL 30, ROMA
Congreso de la Unión mundial de
profesores católicos sobre el papel
del docente y de la familia en la formación
integral de los estudiantes,
con la participación de la Congregación
para la educación católica y celebración por el año de la Fe
lunes, 1 de octubre de 2012
CENTENARIO DE LA ADORACIÓN NOCTURNA DE NOVALLAS ( Zaragoza )
CENTENARIO DE LA ADORACIÓN
NOCTURNA DE NOVALLAS (Zaragoza)
"La Eucaristía que adoramos y recibimos es,
para los adoradores, como una exigencia de
vivir el amor fraterno"
Escogí como patrón al SANTÍSIMO SACRAMENTO
(Monseñor Eusebio Hernández, Obispo de Tarazona)
Un Centenario no es cosa
baladí; para lo amigos de Jesús, un
Centenario, es algo apoteósico y
también un inmenso trabajo que implica
a todos los pueblos, agrandes y
pequeños. Hay que embellecer el
pueblo, (el corazón ya lo tiene por ese
amor a nuestro Señor), para el magno
acontecimiento. Las imprentas, la
difusión, las fotocopiadoras han
trabajado sin descanso para difundir el
evento y llevarlo fuera de los límites del pueblo: Invitación para todos los hermanos
en Cristo que deseen oír su voz, en esta noche tan extraordinaria.
Y ... cuando los invitados hemos llegado nos hemos encontrado con un
Novallas totalmente adornado, colgaduras, pequeñas capillas a cada paso, con las
imágenes de la Custodia, Sagrado Corazón, la Santísima Virgen del Pilar , tres bellos
altares para que Dios vivo en la Custodia descanse, alfombras por doquier, y junto a
la iglesia de la Asunción una exclusiva, realizada en serrín ron bonitos colores..
Carteles y escritos dando la bienvenida a Jesús y a los hermanos
•La
iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es un templo de origen románico
construido durante el siglo XII. De este período conserva algunos como el abside y
dos columnas. La nueva fisonomía es de los siglos XVI y XVII . En su interior podemos
admirar el busto de San Marcial, del siglo XVI, un Ecce Homo del siglo XVII y una talla en
madera de Nuestra Señora de los Milagros de 2010,donada por una feligresa
Desde la ermita de Santo Domingo salen 44 banderas y unos 750
adoradores y feligreses dispuestos a rezar el Sanio Rosario como la Santísima
Virgen, en 1208, se lo indicó a Santo Domingo. Este
es un arma poderosa, sencilla, al alcance de todos, se
puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora. El
rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un
modo especial. Es un día de fiesta y de alegría: se
contemplan los Misterios Gozosos. Entre avemarias,
padrenuestros y canciones, las calles de Novallas se
van engalanando, si cabe, un poco más. No se sabe
quién está más asombrado si el adorador ante esta
magnífica ornamentación de calles, balcones,
entradas y altarcitos o los novalleros/novalleras ante
el clamor y el amor de los asistentes recitando el
Santo Rosario, diciéndole a la Santísima Virgen
cantando: "Estrella y camino, prodigio de amor. De tu
mano Madre, hallamos a Dios". La procesión no se dirige a la iglesia de Nuestra
Señora de la Asunción. ¡Esta no tiene cabida suficiente para la Acción de Gracias!.
Los novalleros lo tienen todo previsto!. Un altar al aire libre (en las cercanías del
antiguo castillo. Construido en el siglo XIII; rehabilitado en el año 1991. Sede del
Ayuntamiento). La plaza, arreglada para tan extraordinaria efeméride, se había
habilitado para que Cristo-Jesús se hiciese allí presente e invitase a propios y
extraños a beber de la fuente de la vida, a sentarse al banquete celestial para saciar el
hambre espiritual y expandir su amor por todo el universo. A ambos lados del
pasillo central se colocaros las banderas para que pudieran ser rendidas, a los pies de
Nuestro Señor, en el momento de la Consagración.
Bajo el cielo de Novallas, con numerosos truenos, sin que cayese una sola
gota, (de eso se encargó su patrona santa Bárbara), se dio comienzo a la celebración
litúrgica. El Sr. Obispo Monseñor Eusebio Hernández, el Vicario General, el
Consiliario y numerosos sacerdotes, concelebraron la Eucaristía, ayudados de los
seminaristas de Tarazona. Destacada la labor y participación del Párroco de
Novallas, D. Javier Bernard y del coro parroquial. El evangelio del XVII Domingo
del tiempo ordinario hablaba de la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6, 1
15: Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron.
El Sr. Obispo, Monseñor Eusebio Hernández, al comienzo de la homilía
saludó a los sacerdotes, Consejos Diocesanos de la Adoración Nocturna, a los de las
distintas Secciones de las diócesis cercanas y lejanas. Saludó a cada una de las
secciones asistentes nombrando a todos los Consejos y Secciones (entre ellos se
encontraba el Presidente del Consejo Nacional, D. Carlos Menduiña y esposa; el
Presidente del Consejo Diocesano de Vitoria, D. Alfredo Sáenz de Ojer y esposa; la
Consejera, Dña. Encarna Fdez. de Larrea y un representante de Llodio): "Os
saludo, dijo, con cariño y afecto por esta muestra de devoción que demostráis hacia
la fuente que es la Sagrada Eucaristía. Saludó con deferencia a los distintos
miembros del Ayuntamiento. Dijo también que al entrar en el seminario escogió
por patrón al Santísimo Sacramento, para que fuese, también para él, como la
fuente que le iluminase en su trayecto como sacerdote y como religioso. Y es una
suerte y una cosa providencial que el evangelio de hoy nos hable, nos regale en esta
liturgia la multiplicación de los panes, puesto que este episodio en la vida de Jesús
tiene mucho que ver con la eucaristía que estamos celebrando, el que da sentido a
nuestra vida: La Eucaristía es el centro de la vida cristiana. La Eucaristía que
adoramos y recibimos es para los adoradores como una exigencia de vivir el amor
fraterno. Consiste en hacerse pan para los demás. Es un pecado, que no
confesamos, que derrochamos los bienes que tienen un destino común. El mundo
necesita el amor, como necesita el aire para respirar. Queridos adoradores: sois
piezas, elementos importantes de la vida de la Iglesia. La Iglesia, nosotros los
sacerdotes, os necesitamos para hacer una pastoral que incida en la vida cristiana.
Sin vuestra colaboración, difícilmente podemos hacer tantas cosas que soñamos
hacer en nuestras parroquias.
Finalizada la hermosísima celebración eucarística se expone a Jesús
Sacramentado en la Custodia para salir, poco después, a pasear por las calles,
bellamente acicaladas en su honor, y descansar en tres diferentes monumentos, en
los altares que, con amor, le habían preparado sus amigos de Novallas. Dos niñas y
un pequeño sembraban su paso con pétalos de flores, ofreciéndole con cada uno de
ellos lo mejor de nuestras vidas, pidiéndole su bendición para la tierra entera, su
amor para todos sus habitantes, su luz, significada en las numerosas velas que
alumbraban su paso, pata todos sus hermanos, el buen perfume de las buenas
obras, significado en los cantos eucarísticos y marianos que rompían el silencio de
la noche y se expandía por la rica vega del río Queiles.
La adoración-procesión por las calles de Novallas lleva a Jesús
Sacramentado, para la Reserva Eucarística, hasta la iglesia de Nuestra Señora de la
Asunción. Allí con alegría en el alma y tristeza en el corazón porque nuestro
encuentro con el Señor finalizaba, recibimos, una vez más, su amorosa bendición
los asistentes, nuestros familiares y la humanidad entera. Agradecimos a Nuestra
Madre celestial su protección constante y la obsequiamos como a ella le gusta con
un hermoso canto mariano.
¡Enhorabuena al Presidente de la Adoración, D. Julio Royo, a D. Javier
Bernard, al pueblo de Novallas por su buen hacer, el entusiasmo, la estupenda
organización y cariñosa acogida a los adoradores!.
¡Para Torcuato Andrés, Tarsicio de Calatayud, y sus tres hermanitos
nuestra oración y apoyo para que sigan mostrando con orgullo sus insignias de
adoradores y acompañando al Salvador del Mundo!
M.C. Llodio
Artículo publicado en el Boletín de la Adoración Nocturna, Diócesis de Vitoria
NOCTURNA DE NOVALLAS (Zaragoza)
"La Eucaristía que adoramos y recibimos es,
para los adoradores, como una exigencia de
vivir el amor fraterno"
Escogí como patrón al SANTÍSIMO SACRAMENTO
(Monseñor Eusebio Hernández, Obispo de Tarazona)
Un Centenario no es cosa
baladí; para lo amigos de Jesús, un
Centenario, es algo apoteósico y
también un inmenso trabajo que implica
a todos los pueblos, agrandes y
pequeños. Hay que embellecer el
pueblo, (el corazón ya lo tiene por ese
amor a nuestro Señor), para el magno
acontecimiento. Las imprentas, la
difusión, las fotocopiadoras han
trabajado sin descanso para difundir el
evento y llevarlo fuera de los límites del pueblo: Invitación para todos los hermanos
en Cristo que deseen oír su voz, en esta noche tan extraordinaria.
Y ... cuando los invitados hemos llegado nos hemos encontrado con un
Novallas totalmente adornado, colgaduras, pequeñas capillas a cada paso, con las
imágenes de la Custodia, Sagrado Corazón, la Santísima Virgen del Pilar , tres bellos
altares para que Dios vivo en la Custodia descanse, alfombras por doquier, y junto a
la iglesia de la Asunción una exclusiva, realizada en serrín ron bonitos colores..
Carteles y escritos dando la bienvenida a Jesús y a los hermanos
•La
iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es un templo de origen románico
construido durante el siglo XII. De este período conserva algunos como el abside y
dos columnas. La nueva fisonomía es de los siglos XVI y XVII . En su interior podemos
admirar el busto de San Marcial, del siglo XVI, un Ecce Homo del siglo XVII y una talla en
madera de Nuestra Señora de los Milagros de 2010,donada por una feligresa
Desde la ermita de Santo Domingo salen 44 banderas y unos 750
adoradores y feligreses dispuestos a rezar el Sanio Rosario como la Santísima
Virgen, en 1208, se lo indicó a Santo Domingo. Este
es un arma poderosa, sencilla, al alcance de todos, se
puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora. El
rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un
modo especial. Es un día de fiesta y de alegría: se
contemplan los Misterios Gozosos. Entre avemarias,
padrenuestros y canciones, las calles de Novallas se
van engalanando, si cabe, un poco más. No se sabe
quién está más asombrado si el adorador ante esta
magnífica ornamentación de calles, balcones,
entradas y altarcitos o los novalleros/novalleras ante
el clamor y el amor de los asistentes recitando el
Santo Rosario, diciéndole a la Santísima Virgen
cantando: "Estrella y camino, prodigio de amor. De tu
mano Madre, hallamos a Dios". La procesión no se dirige a la iglesia de Nuestra
Señora de la Asunción. ¡Esta no tiene cabida suficiente para la Acción de Gracias!.
Los novalleros lo tienen todo previsto!. Un altar al aire libre (en las cercanías del
antiguo castillo. Construido en el siglo XIII; rehabilitado en el año 1991. Sede del
Ayuntamiento). La plaza, arreglada para tan extraordinaria efeméride, se había
habilitado para que Cristo-Jesús se hiciese allí presente e invitase a propios y
extraños a beber de la fuente de la vida, a sentarse al banquete celestial para saciar el
hambre espiritual y expandir su amor por todo el universo. A ambos lados del
pasillo central se colocaros las banderas para que pudieran ser rendidas, a los pies de
Nuestro Señor, en el momento de la Consagración.
Bajo el cielo de Novallas, con numerosos truenos, sin que cayese una sola
gota, (de eso se encargó su patrona santa Bárbara), se dio comienzo a la celebración
litúrgica. El Sr. Obispo Monseñor Eusebio Hernández, el Vicario General, el
Consiliario y numerosos sacerdotes, concelebraron la Eucaristía, ayudados de los
seminaristas de Tarazona. Destacada la labor y participación del Párroco de
Novallas, D. Javier Bernard y del coro parroquial. El evangelio del XVII Domingo
del tiempo ordinario hablaba de la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6, 1
15: Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron.
El Sr. Obispo, Monseñor Eusebio Hernández, al comienzo de la homilía
saludó a los sacerdotes, Consejos Diocesanos de la Adoración Nocturna, a los de las
distintas Secciones de las diócesis cercanas y lejanas. Saludó a cada una de las
secciones asistentes nombrando a todos los Consejos y Secciones (entre ellos se
encontraba el Presidente del Consejo Nacional, D. Carlos Menduiña y esposa; el
Presidente del Consejo Diocesano de Vitoria, D. Alfredo Sáenz de Ojer y esposa; la
Consejera, Dña. Encarna Fdez. de Larrea y un representante de Llodio): "Os
saludo, dijo, con cariño y afecto por esta muestra de devoción que demostráis hacia
la fuente que es la Sagrada Eucaristía. Saludó con deferencia a los distintos
miembros del Ayuntamiento. Dijo también que al entrar en el seminario escogió
por patrón al Santísimo Sacramento, para que fuese, también para él, como la
fuente que le iluminase en su trayecto como sacerdote y como religioso. Y es una
suerte y una cosa providencial que el evangelio de hoy nos hable, nos regale en esta
liturgia la multiplicación de los panes, puesto que este episodio en la vida de Jesús
tiene mucho que ver con la eucaristía que estamos celebrando, el que da sentido a
nuestra vida: La Eucaristía es el centro de la vida cristiana. La Eucaristía que
adoramos y recibimos es para los adoradores como una exigencia de vivir el amor
fraterno. Consiste en hacerse pan para los demás. Es un pecado, que no
confesamos, que derrochamos los bienes que tienen un destino común. El mundo
necesita el amor, como necesita el aire para respirar. Queridos adoradores: sois
piezas, elementos importantes de la vida de la Iglesia. La Iglesia, nosotros los
sacerdotes, os necesitamos para hacer una pastoral que incida en la vida cristiana.
Sin vuestra colaboración, difícilmente podemos hacer tantas cosas que soñamos
hacer en nuestras parroquias.
Finalizada la hermosísima celebración eucarística se expone a Jesús
Sacramentado en la Custodia para salir, poco después, a pasear por las calles,
bellamente acicaladas en su honor, y descansar en tres diferentes monumentos, en
los altares que, con amor, le habían preparado sus amigos de Novallas. Dos niñas y
un pequeño sembraban su paso con pétalos de flores, ofreciéndole con cada uno de
ellos lo mejor de nuestras vidas, pidiéndole su bendición para la tierra entera, su
amor para todos sus habitantes, su luz, significada en las numerosas velas que
alumbraban su paso, pata todos sus hermanos, el buen perfume de las buenas
obras, significado en los cantos eucarísticos y marianos que rompían el silencio de
la noche y se expandía por la rica vega del río Queiles.
La adoración-procesión por las calles de Novallas lleva a Jesús
Sacramentado, para la Reserva Eucarística, hasta la iglesia de Nuestra Señora de la
Asunción. Allí con alegría en el alma y tristeza en el corazón porque nuestro
encuentro con el Señor finalizaba, recibimos, una vez más, su amorosa bendición
los asistentes, nuestros familiares y la humanidad entera. Agradecimos a Nuestra
Madre celestial su protección constante y la obsequiamos como a ella le gusta con
un hermoso canto mariano.
¡Enhorabuena al Presidente de la Adoración, D. Julio Royo, a D. Javier
Bernard, al pueblo de Novallas por su buen hacer, el entusiasmo, la estupenda
organización y cariñosa acogida a los adoradores!.
¡Para Torcuato Andrés, Tarsicio de Calatayud, y sus tres hermanitos
nuestra oración y apoyo para que sigan mostrando con orgullo sus insignias de
adoradores y acompañando al Salvador del Mundo!
M.C. Llodio
Artículo publicado en el Boletín de la Adoración Nocturna, Diócesis de Vitoria
Tema de reflexión para Octubre: REFLEXIONES SOBRE LA FE
Octubre de 2012
Reflexiones sobre la Fe.- I.
La fe es la "virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la misma verdad" (Catecismo, 1814).
El Papa nos invita este año a reflexionar sobre la Fe. Sobre la fe, como acto que realizamos desde lo más hondo de nuestra alma, y sobre las verdades que la Santa Iglesia nos propone, porque las ha recibido de Dios, para que las creamos.
Muchos santos, al final de su vida, piden al Señor que les aumente la fe. ¿Han dejado de creer? ¿Han encontrado obstáculos insuperables para seguir creyendo? No. Han descubierto, sencillamente, que el camino de crecer en la fe no se acaba nunca: porque la ésta va abriendo nuestra inteligencia al misterio de Dios, Uno y Trino, que supera todos los límites de la capacidad de conocer por nuestra razón. Y a la vez, ésta es capaz de reconocer que las verdades que admite por fe, no son irracionales.
El camino “empieza en el Bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en Él”.
En estas reflexiones no podremos considerar todas las verdades que confesamos y con todos los detalles que serían necesarios. Detendremos nuestra atención en las verdades básicas, que Benedicto XVI resume con estas palabras:
“Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo- equivale a creer en un solo Dios que es Amor: el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor” (La puerta de la Fe, 1).
“El justo vive de la fe”, nos recuerda el apóstol san Pablo. Y es algo que no debemos olvidar en estas reflexiones. Nuestra inteligencia se enriquece con la luz de la fe, y así podremos llegar a ver toda nuestra existencia, personal, profesional, familiar, pública, con los ojos de Dios, en relación con Dios.
¿Qué es la fe?
“La fe es, ante todo, un adhesión personal del hombre a Dios; es, al mismo tiempo, un asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana” (Catecismo, 150).
“En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: “Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia” (Catecismo, 155)
“La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él. Para dar esta respuesta de fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede “a todos gusto en aceptar y creer la verdad” (Catecismo, 153).
Podemos decir que la fe es un acto libre, que el hombre lleva a cabo, movido por una luz interior que le da el Espíritu Santo. Dios no nos impone la fe: nos ilumina, sale a nuestro encuentro, cuando buscamos la Verdad.
El Señor ya nos lo dijo: “Me hago el encontradizo con quienes me buscan”.
La fe, por tanto, es la respuesta más plena que el hombre da a Dios. Y es una respuesta libre, racional, confiada, que manifiesta siempre un gran amor a Dios, que nos da la gracia de creer.
María es la primera criatura que vivió plenamente la fe, en Dios Padre, en Dios Hijo, en Dios Espíritu Santo. “Bienaventurada tú, que has creído”, dijo de ella su prima Santa Isabel. Y María es testimonio vivo de la Resurrección de Cristo, y en cada encuentro con los creyentes, transmite a cada uno de nosotros la alegría de Dios, con las mismas palabras con que ella la vivió: “bienaventurado tú, que crees”.
* * * * * *
Cuestionario
¿Agradezco a Dios, con humildad y de todo corazón, ser creyente, ser católico?
¿Tengo confianza en Dios, sabiendo que es mi padre, y padre amoroso, para rogarle que me “aumente la fe” cada día?
Cuando rezo, ¿soy consciente de que Dios espera una palabra mía personal, la palabra de un hijo, nunca de un extraño?
Reflexiones sobre la Fe.- I.
La fe es la "virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la misma verdad" (Catecismo, 1814).
El Papa nos invita este año a reflexionar sobre la Fe. Sobre la fe, como acto que realizamos desde lo más hondo de nuestra alma, y sobre las verdades que la Santa Iglesia nos propone, porque las ha recibido de Dios, para que las creamos.
Muchos santos, al final de su vida, piden al Señor que les aumente la fe. ¿Han dejado de creer? ¿Han encontrado obstáculos insuperables para seguir creyendo? No. Han descubierto, sencillamente, que el camino de crecer en la fe no se acaba nunca: porque la ésta va abriendo nuestra inteligencia al misterio de Dios, Uno y Trino, que supera todos los límites de la capacidad de conocer por nuestra razón. Y a la vez, ésta es capaz de reconocer que las verdades que admite por fe, no son irracionales.
El camino “empieza en el Bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en Él”.
En estas reflexiones no podremos considerar todas las verdades que confesamos y con todos los detalles que serían necesarios. Detendremos nuestra atención en las verdades básicas, que Benedicto XVI resume con estas palabras:
“Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo- equivale a creer en un solo Dios que es Amor: el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor” (La puerta de la Fe, 1).
“El justo vive de la fe”, nos recuerda el apóstol san Pablo. Y es algo que no debemos olvidar en estas reflexiones. Nuestra inteligencia se enriquece con la luz de la fe, y así podremos llegar a ver toda nuestra existencia, personal, profesional, familiar, pública, con los ojos de Dios, en relación con Dios.
¿Qué es la fe?
“La fe es, ante todo, un adhesión personal del hombre a Dios; es, al mismo tiempo, un asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana” (Catecismo, 150).
“En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: “Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia” (Catecismo, 155)
“La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él. Para dar esta respuesta de fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede “a todos gusto en aceptar y creer la verdad” (Catecismo, 153).
Podemos decir que la fe es un acto libre, que el hombre lleva a cabo, movido por una luz interior que le da el Espíritu Santo. Dios no nos impone la fe: nos ilumina, sale a nuestro encuentro, cuando buscamos la Verdad.
El Señor ya nos lo dijo: “Me hago el encontradizo con quienes me buscan”.
La fe, por tanto, es la respuesta más plena que el hombre da a Dios. Y es una respuesta libre, racional, confiada, que manifiesta siempre un gran amor a Dios, que nos da la gracia de creer.
María es la primera criatura que vivió plenamente la fe, en Dios Padre, en Dios Hijo, en Dios Espíritu Santo. “Bienaventurada tú, que has creído”, dijo de ella su prima Santa Isabel. Y María es testimonio vivo de la Resurrección de Cristo, y en cada encuentro con los creyentes, transmite a cada uno de nosotros la alegría de Dios, con las mismas palabras con que ella la vivió: “bienaventurado tú, que crees”.
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Cuestionario
¿Agradezco a Dios, con humildad y de todo corazón, ser creyente, ser católico?
¿Tengo confianza en Dios, sabiendo que es mi padre, y padre amoroso, para rogarle que me “aumente la fe” cada día?
Cuando rezo, ¿soy consciente de que Dios espera una palabra mía personal, la palabra de un hijo, nunca de un extraño?
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