¡Alabado sea el Santisimo Sacramento del Altar!
Un gesto vale más que mil palabras.
Bendito sea Dios!!!
Aleluya !!!
"Puede ser que la cultura moderna no comprenda el gesto de arrodillarse, en la medida en que es una cultura que se ha alejado de la fe, y no conoce ya a aquél ante el que arrodillarsees el gesto adecuado, es mas interiormente necesario. Quien aprende a creer aprende tambien a arrodillarse. Una fe o una liturgia que no conociese el acto de arrodillarse estaría enferma en un punto central.Allí donde este gesto se haya perdido, hay que volver a APRENDERLO, para permanecer con nuestra oración en comunión con los apósteles y mártires, en comunión con todo el cosmos y en unidad con Jesucrito mismo.
Benedicto XVI, Introducción al Espíritu de la Liturgia
__________ Información de ESET NOD32 Antivirus, versión de
viernes, 25 de enero de 2013
miércoles, 23 de enero de 2013
LEON se prepara para celebrar el 950 aniversario de la traslación de los restos de S.ISIDORO desde Sevilla
El pasado mes de Diciembre tuvimos ocasión de hacer una visita, breve, a la bella ciudad de León; monumental, acogedora, con un encanto muy especial. Nuestros anfitriones Miguel Ángel, Presidente Diocesano del Consejo de ANE en León y Jesús Antolin, Delegado de la Zona Cantabrico de ANE, se volcaron en toda clase de atenciones.
El corto espacio de tiempo disponible lo distribuimos en conocer la Real Colegiata de San Isidoro; la Catedral de Santa María; la Casa de Espiritualidad anexa a la Colegiata y la Sede de la Adoración Nocturna Española que se halla dentro de la Real Colegiata.
En la capital existen 30 Turnos que cada noche del mes celebran sus Vigilias de Adoración a Jesús Sacramentado en la Real Colegiata, que goza del privilegio de mantener la Adoración Permanente de la que los leoneses son pioneros
La instalación de la Sede aprovechando todos los espacios de una construcción en piedra
está muy bien acondicionada; cuenta con una sala de Juntas muy cómoda donde se aprovecha para celebrar las Juntas de Turno.
La Organización administrativa es modélica en sus Registros y Secretaría; la primera Bandera de la Sección, etc; gozán de la instalación subterránea de calefacción que ayuda a combatir las bajas temperaturas.
Para el próximo año de 2014, celebrarán su CXXV aniversario de su fundación con distintos eventos entre los que tienen programado el Curso de Verano que la Fundación Luis de Trelles organiza anualmente en distintas ciudades vinculadas con la Adoración Nocturna Española.
Su página webb: www.ane-leon.es merece ser visitada por su contenido; de ella hemos entresacado el artículo sobre el 950 aniversario del traslado de los restos de San Isidoro desde Sevilla.
Nos emocionó hallar el fervor hacia nuestro Arzobispo San Isidoro, cuyos restos fueron trasladados para que nuestros hermanos leoneses lo vereren en el altar Mayor de la Colegiata, bajo la Custodia con Jesús Sacramentado.
"En el próximo año 2013, se cumple el 950 Aniversario de la Traslación del cuerpo de San Isidoro de la ciudad de Sevilla a la de León. La llegada del cuerpo del santo arzobispo de Sevilla a la ciudad de León en el año 1063, fue un hecho que influyó prodigiosamente en la historia del antiguo Reino de León. Los primeros reyes de Castilla y León, D. Fernando y Dña. Sancha, trasladaron la valiosa reliquia a la que hoy es Real Basílica de San Isidoro, siendo desde entonces objeto de gran veneración entre las gentes de León. Los cronistas de la época relatan con todo tipo de detalles cómo fue hallado el sepulcro de San Isidoro en Sevilla, cómo se apareció el santo doctor al entonces obispo de León, Alvito y cómo llegó su cuerpo a la ciudad de León, siendo recibido con gran alborozo por todo el pueblo leonés.
Con este motivo, el Abad de la Colegiata, en nombre del Cabildo colegial de San Isidoro, convocó a las primeras autoridades leonesas: el Obispo de la Diócesis, el Alcalde de la ciudad, la Presidenta de la Diputación, el Delegado de la Junta de Castilla y León y el Rector de la Universidad. Todos convinieron en celebrar el Aniversario con la mayor solemnidad, designando las personas que se encargaran de preparar la conmemoración del gran acontecimiento. La Comisión formada por los representantes de dichas instituciones y del Cabildo de la Real Colegiata de San Isidoro, ha programado diversos actos de inauguración del Aniversario.
En diciembre se convocó rueda de prensa en la Real Colegiata en la que se expusieron las líneas básicas de actuación de cada una de las instituciones leonesas. El día 12, el cardenal emérito de Sevilla, Mons. Carlos Amigo Vallejo, pronunció el Pregón del Aniversario en la Basílica de San Isidoro. El día 14, se celebró una misa de rito mozárabe en la Basílica de la Real Colegiata presidida por el Excmo. Sr. Obispo de León.
A lo largo del año 2013, habrá diversos actos dirigidos a dar a conocer y ensalzar la figura y la obra del santo arzobispo de Sevilla, cuyos restos se veneran en la Basílica de San Isidoro. Entre los actos más señalados, se celebrará un Congreso internacional sobre San Isidoro: su tiempo, su obra y su legado, que tendrá lugar en los días 22 al 24 de octubre de 2013, en la Colegiata de San Isidoro. Intervendrán en el Congreso conocidos historiadores y estudiosos de la cultura visigoda, investigadores y expertos de la literatura isidoriana, teólogos y especialistas en el arte románico y en la liturgia mozárabe. Asimismo, el Excmo. Ayuntamiento y la Excma. Diputación Provincial de León realizarán actos en la ciudad y en la provincia para dar a conocer la figura, la obra y la herencia de San Isidoro en León y para el mundo."
domingo, 20 de enero de 2013
Texto publicado en la " LAMPARA DEL SANTUARIO " por nuestro Fundador D. Luis de Trelles
DISCURSOS EUCARÍSTICOS
Si es hijo nuestro Jesucristo al nacer en Belén, ¿por qué no lo continuará siendo al
nacer sobre el Ara Santa? Es indudable: porque el Niño del pesebre es el Niño del
altar. El mismo. Si pequeñuelo era al darlo a luz su Madre Santísima, más pequeñuelo
todavía se nos revela en su alumbramiento sacramental […]. Niño era en Belén de
Judá, y Niño es, aunque Niño invisible, en las manos del sacerdote que le consagra, y
así lo han visto muchos santos. Niño, sí, aunque sólo se describe a la mirada de la fe,
mientras permanece sobre el Ara Santa.
Si pañales gastaba en su infancia natural
y su Madre Purísima lo envolvió en ellos,
como dice el evangelista, en los
corporales nace real y sustancialmente
[…] No hay diferencia social entre uno y
otro estado. Aplicad el oído de vuestra fe
y el instinto de vuestro amor, y le
escuchareis:«me he dado a vosotros
como un hijo» ¡qué ternura! ¡qué
maravilla! [….] ¿Cómo responderéis a
tanta fineza? ¿Cómo desentenderéis este dulce llamamiento? ¿No oís la voz dulcísima
de Jesús Sacramentado? ¿No escucháis los gemidos del Niño? No llora ya afectando
la misma situación del hijo del hombre, pero solloza místicamente de pena por
nuestros pecados, que lastiman su apasionado corazón divino y humano, a la vez, por
nuestros agravios, y sobre todo, por los que recibe en su presencial real, que le
entristecerían, si fuera esto posible en su estado glorioso.
¿No adivináis que entre otras funciones, todas ellas provechosas para nosotros, de su
vida sacramental, hay que agradecerle su pobreza, que os demanda vuestra cariñosa
solicitud … ? ¡Ah! Es la voz del Hijo de Dios hecho hombre, hecho Niño, hecho
Eucaristía, y que adopta el Nombre de Hijo vuestro, la que os ha llamado por el
oráculo de su gracia y la que os sostiene en vuestra hermosa vocación.
Adelante, es imposible desdeñar tan cariñoso llamamiento.
L.S. tomo 16, (1885) pág. 35 – 36
Si es hijo nuestro Jesucristo al nacer en Belén, ¿por qué no lo continuará siendo al
nacer sobre el Ara Santa? Es indudable: porque el Niño del pesebre es el Niño del
altar. El mismo. Si pequeñuelo era al darlo a luz su Madre Santísima, más pequeñuelo
todavía se nos revela en su alumbramiento sacramental […]. Niño era en Belén de
Judá, y Niño es, aunque Niño invisible, en las manos del sacerdote que le consagra, y
así lo han visto muchos santos. Niño, sí, aunque sólo se describe a la mirada de la fe,
mientras permanece sobre el Ara Santa.
Si pañales gastaba en su infancia natural
y su Madre Purísima lo envolvió en ellos,
como dice el evangelista, en los
corporales nace real y sustancialmente
[…] No hay diferencia social entre uno y
otro estado. Aplicad el oído de vuestra fe
y el instinto de vuestro amor, y le
escuchareis:«me he dado a vosotros
como un hijo» ¡qué ternura! ¡qué
maravilla! [….] ¿Cómo responderéis a
tanta fineza? ¿Cómo desentenderéis este dulce llamamiento? ¿No oís la voz dulcísima
de Jesús Sacramentado? ¿No escucháis los gemidos del Niño? No llora ya afectando
la misma situación del hijo del hombre, pero solloza místicamente de pena por
nuestros pecados, que lastiman su apasionado corazón divino y humano, a la vez, por
nuestros agravios, y sobre todo, por los que recibe en su presencial real, que le
entristecerían, si fuera esto posible en su estado glorioso.
¿No adivináis que entre otras funciones, todas ellas provechosas para nosotros, de su
vida sacramental, hay que agradecerle su pobreza, que os demanda vuestra cariñosa
solicitud … ? ¡Ah! Es la voz del Hijo de Dios hecho hombre, hecho Niño, hecho
Eucaristía, y que adopta el Nombre de Hijo vuestro, la que os ha llamado por el
oráculo de su gracia y la que os sostiene en vuestra hermosa vocación.
Adelante, es imposible desdeñar tan cariñoso llamamiento.
L.S. tomo 16, (1885) pág. 35 – 36
viernes, 4 de enero de 2013
TEMA DE REFLEXIÓN PARA LAS VIGILIAS DEL MES DE ENERO
Enero de 2013
Reflexiones sobre la Fe. IV
Dios Padre y Creador. (I)
“Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible” (Credo de Nicea-Constantinopla)).
“Dios es Padre Todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su paternidad por la manera de cómo cuida de nuestras necesidades; por la adopción filial que nos da (“Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso”, 2 Cor 6, 18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados”( Catecismo, n. 270).
Benedicto XVI nos recuerda la dificultad que, a veces, podemos tener para ver a Dios como padre: “Tal vez el hombre moderno no percibe la belleza, la grandeza y el profundo consuelo contenidos en la palabra padre, con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque la figura paterna no está suficientemente presente, hoy en día, y no es lo bastante positiva en la vida diaria”.
Dios es Padre, y quiere que nos relacionemos con Él como hijos, verdaderos hijos. Por eso, para descubrir y vivir en el misterio de Dios Padre es importante que enraicemos bien en el alma la conciencia de ser hijos de Dios en Cristo: es la acción más importante del Espíritu Santo en cada cristiano.
“Ésta es la gran osadía de la fe cristiana –escribe Josemaría Escrivá-: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo” (Es Cristo que pasa, n. 133).
Ya nos lo había recordado el evangelista san Juan en su primera Carta: “Ved qué amor nos ha manifestado el Padre, que seamos hijos de Dios y lo seamos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce a Él. Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es” (3, 1-2).
Con esta conciencia viva de ser hijos de Dios, de ser, por tanto, miembros de la familia de Dios, el acto de fe nos mueve a “una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”. Y en esa conversión, profundizamos en el conocimiento del misterio de Dios, que “en el misterio de la muerte y resurrección de su Hijo, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados”. Descubrimos a Dios, Padre misericordioso.
Esta afirmación de la paternidad de Dios, nos lleva a aceptar la plenitud de nuestra condición de criaturas, y nos abre el camino para dar el segundo paso como nuevas criaturas en Cristo; para que, por la gracia y con la gracia, el mismo Cristo Redentor se enraíce en nuestra persona, convirtiéndonos en hijos de Dios en Cristo: la filiación divina; y así vivamos siempre injertados en Cristo.
“La catequesis sobre la creación reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explica la respuesta a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: “¿De dónde venimos?” “¿A dónde vamos?” “¿Cuál es nuestro origen?” “¿Cuál es nuestro fin?” “De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?” Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida” (Catecismo, n. 282).
Con una fe sincera en Dios Padre, afirmamos que Dios nos ha creado por amor y nos ha dado la vida, para “que le conozcamos, le amemos, vivamos con Él en esta vida; y lleguemos a vivir eternamente con Él en el Cielo”.
Dios nos conoce personalmente y nos llama, a cada uno, por nuestro nombre. Dios nos crea, nos da la vida, uno a uno.
Ante un padre que nos ama y nos da la vida, hemos de tener plena confianza, sabiendo que Dios busca siempre nuestro bien. A veces, no queremos recibir ese bien, y nos obstinamos en alejarnos de Dios, de la relación con Dios; dejamos de rezarle y de pedirle; dejamos de dirigirnos a Él. Es el mayor dolor que podemos provocar al corazón paternal y misericordioso de Dios, que nos espera siempre para perdonar nuestros pecados, sanar nuestras miserias y darnos su Amor.
* * * * * *
Cuestionario
--------------------------------------------------------------------------------
Cuando rezo, ¿me dirijo siempre a Dios sabiendo que es mi Padre?
¿Tengo toda confianza en el amor que Dios me tiene, consciente de que me ama como si yo fuera su único hijo?
¿Recibo con alegría el perdón de mi Padre Dios, en el sacramento de la Reconciliación?
Reflexiones sobre la Fe. IV
Dios Padre y Creador. (I)
“Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible” (Credo de Nicea-Constantinopla)).
“Dios es Padre Todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su paternidad por la manera de cómo cuida de nuestras necesidades; por la adopción filial que nos da (“Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso”, 2 Cor 6, 18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados”( Catecismo, n. 270).
Benedicto XVI nos recuerda la dificultad que, a veces, podemos tener para ver a Dios como padre: “Tal vez el hombre moderno no percibe la belleza, la grandeza y el profundo consuelo contenidos en la palabra padre, con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque la figura paterna no está suficientemente presente, hoy en día, y no es lo bastante positiva en la vida diaria”.
Dios es Padre, y quiere que nos relacionemos con Él como hijos, verdaderos hijos. Por eso, para descubrir y vivir en el misterio de Dios Padre es importante que enraicemos bien en el alma la conciencia de ser hijos de Dios en Cristo: es la acción más importante del Espíritu Santo en cada cristiano.
“Ésta es la gran osadía de la fe cristiana –escribe Josemaría Escrivá-: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo” (Es Cristo que pasa, n. 133).
Ya nos lo había recordado el evangelista san Juan en su primera Carta: “Ved qué amor nos ha manifestado el Padre, que seamos hijos de Dios y lo seamos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce a Él. Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es” (3, 1-2).
Con esta conciencia viva de ser hijos de Dios, de ser, por tanto, miembros de la familia de Dios, el acto de fe nos mueve a “una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”. Y en esa conversión, profundizamos en el conocimiento del misterio de Dios, que “en el misterio de la muerte y resurrección de su Hijo, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados”. Descubrimos a Dios, Padre misericordioso.
Esta afirmación de la paternidad de Dios, nos lleva a aceptar la plenitud de nuestra condición de criaturas, y nos abre el camino para dar el segundo paso como nuevas criaturas en Cristo; para que, por la gracia y con la gracia, el mismo Cristo Redentor se enraíce en nuestra persona, convirtiéndonos en hijos de Dios en Cristo: la filiación divina; y así vivamos siempre injertados en Cristo.
“La catequesis sobre la creación reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explica la respuesta a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: “¿De dónde venimos?” “¿A dónde vamos?” “¿Cuál es nuestro origen?” “¿Cuál es nuestro fin?” “De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?” Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida” (Catecismo, n. 282).
Con una fe sincera en Dios Padre, afirmamos que Dios nos ha creado por amor y nos ha dado la vida, para “que le conozcamos, le amemos, vivamos con Él en esta vida; y lleguemos a vivir eternamente con Él en el Cielo”.
Dios nos conoce personalmente y nos llama, a cada uno, por nuestro nombre. Dios nos crea, nos da la vida, uno a uno.
Ante un padre que nos ama y nos da la vida, hemos de tener plena confianza, sabiendo que Dios busca siempre nuestro bien. A veces, no queremos recibir ese bien, y nos obstinamos en alejarnos de Dios, de la relación con Dios; dejamos de rezarle y de pedirle; dejamos de dirigirnos a Él. Es el mayor dolor que podemos provocar al corazón paternal y misericordioso de Dios, que nos espera siempre para perdonar nuestros pecados, sanar nuestras miserias y darnos su Amor.
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Cuestionario
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Cuando rezo, ¿me dirijo siempre a Dios sabiendo que es mi Padre?
¿Tengo toda confianza en el amor que Dios me tiene, consciente de que me ama como si yo fuera su único hijo?
¿Recibo con alegría el perdón de mi Padre Dios, en el sacramento de la Reconciliación?
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