jueves, 31 de diciembre de 2020
1 de enero de 2021, Maternidad de María: Lc 2, 16-21 Hoy comienza el nuevo año, con los buenos deseos de que mejoremos sobre lo principal, que es el espíritu. Entre estos deseos pedimos sobre todo por la Paz. En la liturgia recordamos la octava de Navidad con la Circuncisión de Jesús e imposición de su nombre. Pero sobre todo es una gran fiesta de la Virgen como Madre de Dios. 1. Comienza el nuevo año. Esto no es una celebración litúrgica, sino algo sólo convencional en el calendario civil. En otras civilizaciones o culturas comienza el año en otras fechas. Lo nuestro del 1 de enero viene de una costumbre romana en que comenzaban a regir los cónsules. Pero es una ocasión y una oportunidad para pensar que el tiempo pasa y que debemos hacer realidad lo de: “año nuevo, vida nueva”. Este es un tiempo de bendición, como comenzamos en la primera lectura de la misa. Pero no sólo queremos que Dios nos bendiga. Todos debemos ser bendición para los demás y para el mundo. Por eso aprovechemos el comienzo de un nuevo año para una mayor limpieza de nuestras culpas y un hermoso deseo de aprovechar este muevo año. 2. Jornada mundial de la paz. Entre las principales peticiones, al comenzar el año, debe estar el pedir por la paz. Desde el año 1968 se celebra esta jornada mundial de la paz. Lo promulgó el papa Pablo VI. Decía al comenzar: “Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura”. Y entre tantas cosas hermosas decía: “La Paz se funda subjetivamente sobre un nuevo espíritu que debe animar la convivencia de los Pueblos una nueva mentalidad acerca del hombre, de sus deberes y sus destinos”. Y decía: “Es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la Paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor”. En este año el papa Francisco ha puesto como tema en que nos fijemos en “La cultura del cuidado como camino de paz”. Dios quiso que tuviéramos cuidado de la naturaleza y entre nosotros mismos, unos con otros. Si así lo hacemos se evitarían muchas o todas las guerras y v4ndría la paz. 3. En la liturgia celebramos la octava de Navidad: A los ocho días circuncidaron a Jesús y le pusieron el nombre. A nosotros nos dice poco el hecho de la circuncisión; pero era muy importante para los israelitas, porque era el día de la entrada y aceptación legal en la comunidad de Israel y de hacerse responsable de la carga que supone la ley. Era como otro nacimiento. También puede decirse cuando comienza una vida social muy diferente, como era la circuncisión para los israelitas. Y mucho más nacemos nosotros cuando comenzamos una vida de gracia, como es el bautismo. El nombre de Jesús se lo puso el mismo Dios. Así el ángel se lo dijo a María y a José. Los israelitas daban mucha importancia al significado, y Jesús significa “Dios salva”. Debemos poner mucho amor y confianza al pronunciar este bendito nombre. 4. Celebramos sobre todo la solemnidad de María Madre de Dios. Es el mayor título que un ser creado puede tener. Ha habido muchos que dicen ser impropio de María llevar ese nombre porque a Dios nadie lo ha hecho. En parte tienen razón; pero María es la madre de Jesús y, como Jesús, además de hombre, es Dios, a su madre la podemos llamar Madre de Dios. Así lo entendieron los obispos reunidos en Éfeso en el año 431. Y desde entonces así la proclamamos, señalando la unión tan profunda con su Hijo “en las penas y alegrías”, y también en la redención y en las gracias que Dios nos va dando. Por eso es también nuestra madre espiritual y madre de la Iglesia. En este día nos alegramos por las maravillas que Dios ha hecho en su madre. Ella, aun colmada de dones, siguió siendo libre y cooperó generosamente. Si María es nuestra madre, la contemos nuestros problemas y pidamos su ayuda para superarlos; pero sobre todo hagamos en este nuevo año lo que gustaría a nuestra madre del cielo
1 de enero de 2021, Maternidad de María: Lc 2, 16-21
Hoy comienza el nuevo año, con los buenos deseos de que mejoremos sobre lo principal, que es el espíritu. Entre estos deseos pedimos sobre todo por la Paz. En la liturgia recordamos la octava de Navidad con la Circuncisión de Jesús e imposición de su nombre. Pero sobre todo es una gran fiesta de la Virgen como Madre de Dios.
1. Comienza el nuevo año. Esto no es una celebración litúrgica, sino algo sólo convencional en el calendario civil. En otras civilizaciones o culturas comienza el año en otras fechas. Lo nuestro del 1 de enero viene de una costumbre romana en que comenzaban a regir los cónsules. Pero es una ocasión y una oportunidad para pensar que el tiempo pasa y que debemos hacer realidad lo de: “año nuevo, vida nueva”. Este es un tiempo de bendición, como comenzamos en la primera lectura de la misa. Pero no sólo queremos que Dios nos bendiga. Todos debemos ser bendición para los demás y para el mundo. Por eso aprovechemos el comienzo de un nuevo año para una mayor limpieza de nuestras culpas y un hermoso deseo de aprovechar este muevo año.
2. Jornada mundial de la paz. Entre las principales peticiones, al comenzar el año, debe estar el pedir por la paz. Desde el año 1968 se celebra esta jornada mundial de la paz. Lo promulgó el papa Pablo VI. Decía al comenzar: “Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura”. Y entre tantas cosas hermosas decía: “La Paz se funda subjetivamente sobre un nuevo espíritu que debe animar la convivencia de los Pueblos una nueva mentalidad acerca del hombre, de sus deberes y sus destinos”. Y decía: “Es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la Paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor”. En este año el papa Francisco ha puesto como tema en que nos fijemos en “La cultura del cuidado como camino de paz”. Dios quiso que tuviéramos cuidado de la naturaleza y entre nosotros mismos, unos con otros. Si así lo hacemos se evitarían muchas o todas las guerras y v4ndría la paz.
3. En la liturgia celebramos la octava de Navidad: A los ocho días circuncidaron a Jesús y le pusieron el nombre. A nosotros nos dice poco el hecho de la circuncisión; pero era muy importante para los israelitas, porque era el día de la entrada y aceptación legal en la comunidad de Israel y de hacerse responsable de la carga que supone la ley. Era como otro nacimiento. También puede decirse cuando comienza una vida social muy diferente, como era la circuncisión para los israelitas. Y mucho más nacemos nosotros cuando comenzamos una vida de gracia, como es el bautismo.
El nombre de Jesús se lo puso el mismo Dios. Así el ángel se lo dijo a María y a José. Los israelitas daban mucha importancia al significado, y Jesús significa “Dios salva”. Debemos poner mucho amor y confianza al pronunciar este bendito nombre. 4. Celebramos sobre todo la solemnidad de María Madre de Dios. Es el mayor título que un ser creado puede tener. Ha habido muchos que dicen ser impropio de María llevar ese nombre porque a Dios nadie lo ha hecho. En parte tienen razón; pero María es la madre de Jesús y, como Jesús, además de hombre, es Dios, a su madre la podemos llamar Madre de Dios. Así lo entendieron los obispos reunidos en Éfeso en el año 431. Y desde entonces así la proclamamos, señalando la unión tan profunda con su Hijo “en las penas y alegrías”, y también en la redención y en las gracias que Dios nos va dando. Por eso es también nuestra madre espiritual y madre de la Iglesia. En este día nos alegramos por las maravillas que Dios ha hecho en su madre. Ella, aun colmada de dones, siguió siendo libre y cooperó generosamente. Si María es nuestra madre, la contemos nuestros problemas y pidamos su ayuda para superarlos; pero sobre todo hagamos en este nuevo año lo que gustaría a nuestra madre del cielo
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