viernes, 18 de diciembre de 2020
A todos los sacerdotes, diáconos, seminaristas, consagrados y laicos de nuestra Archidiócesis
Queridos amigos:
A continuación os envío una carta del Sr. Arzobispo con el ruego de que también participéis su contenido a todo el Pueblo de Dios, tal vez leyéndola en las misas del próximo domingo.
18 de diciembre de 2020
Queridos hermanos y hermanas:
Junto con mi saludo cordial y fraterno, quiero compartir con vosotros mi situación, agravada hace aproximadamente un mes.
Como sabéis, el 26 de junio del año pasado sufrí un grave problema ocular en el ojo izquierdo que me conservó la vista periférica, pero no así la visión central ni los detalles de las cosas. En consecuencia, no puedo leer ni escribir. El pasado 13 de noviembre tuve un problema semejante en el ojo derecho con una hemorragia masiva, infección y dolores enormes, casi insufribles. He sido operado dos veces de éste último ojo sin encontrar de momento una palpable mejoría. Lo más probable es que no lo recupere. Agradezco de corazón el excelente servicio que me están prestando los oftalmólogos, con gran generosidad y entrega.
No os oculto que estoy sufriendo mucho, como nunca sospeché. Todo lo acepto como permitido por nuestro Padre Dios para mi purificación y santificación. Todo lo ofrezco por la Iglesia, por la Diócesis a la que me ha tocado servir, por los sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y laicos. Pido al Señor que mi sufrimiento no sea estéril y que se convierta en fuente de energía sobrenatural para la Iglesia, la Archidiócesis y cada uno de nosotros.
Ahora estoy comprendiendo mejor que nunca el valor altísimo de la cruz, en la que el Señor quiso demostrarnos palpablemente cuanto ama a su Padre Celestial, a la humanidad y a cada uno de nosotros. Ahora estoy entendiendo que no puede haber santidad, ni fidelidad, ni fecundidad apostólica sin amor a la cruz, sin amor al Crucificado y sin nuestra identificación con Él.
Mi oración en esta temporada es la oración del pobre: oración de alabanza, de agradecimiento y de intercesión, con el corazón lleno de nombres, todos vosotros los hermanos que la Iglesia me ha confiado. Puesto que no puedo rezar el Oficio, rezo las cuatro partes del Rosario y siento la compañía y la ternura de la Santísima Virgen, la Buena Madre de los sacerdotes.
Lógicamente mi acción pastoral está muy mermada. Agradezco a los colaboradores más inmediatos: Vicario General, Canciller Secretario y Vicarios Episcopales su ayuda generosa y su suplencia. Yo procuro colaborar con ellos con la oración constante, que es una forma eminente de servir pastoralmente a nuestro pueblo.
Dadas mis circunstancias, he pedido a la Santa Sede que acelere el trámite de mi sustitución. Mientras tanto, debéis seguir en el tajo con la misma entrega e ilusión de siempre. Los obispos pasamos. Sois los sacerdotes los que dais continuidad a la acción pastoral y los que tenéis que mantener enhiesto el pabellón de la fidelidad, la caridad pastoral y la entrega a vuestros fieles.
Rezad ya desde ahora por el nuevo Pastor que la Iglesia pronto nos enviará, para que el Señor le conceda las entrañas, el estilo y el corazón del Buen Pastor que no vino a ser servido sino a servir. Rezad también por mí. Pedid a la Virgen que dulcifique un tanto mis sufrimientos. A todos os envío un abrazo fraterno y mi bendición.
Afmo. en el Señor.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
La carta también se enviará por correo electrónico.
DELG. CLERO.
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