martes, 15 de junio de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 15 de Junio de 2021 El Espíritu Santo está siempre, esperando que lo reconozcamos, en lo más íntimo de nuestra intimidad. Y nosotros estamos siempre dentro de Él, sumergidos en Él que nos envuelve. Él nos sostiene y nos lleva dentro de sí permanentemente. Él está llenando todo espacio, todo tiempo y todo lugar, y nunca podemos estar fuera de Él, o escondidos de su Presencia permanente: *"¿Adonde iré lejos de tu espíritu? ¿Adonde huiré de tu presencia? Si subo hasta los cielos, allí estás tú, si bajo hasta el abismo, allí te encuentras. Si tomo las alas de la aurora y voy a parar a los confines del océano, también allí tu mano me conduce, tu brazo me sostiene"* (Salmo 139, 7-10). Sin embargo, una persona puede reconocer con su mente que el Espíritu Santo está presente, que Dios está allí, pero su corazón no logra comunicarse con ese Dios porque le tiene miedo, o lo rechaza, o por algún motivo desea escapar de Él. Entonces, tenemos que hablarle al Espíritu Santo de ese temor y pedirle que lo sane, para que podamos arrojarnos con todo nuestro ser, llenos de confianza y gratitud, deseosos y necesitados, en su infinito amor. .

lunes, 14 de junio de 2021

PARA MEDITAR HOY LUNES.-

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.» Palabra del Señor La estricta justicia no es más que un mal menor que nunca transformará la faz de la tierra. ¿Ojo por ojo? Pero,a ese precio,¿Quien podrá sobrevivir? Por eso, Jesús supera esta prescripción y plantea el principio de la no-violencia, sugiere que no se haga resistencia al agresor, ni devolviendo golpe por golpe, ni contraatacando al tribunal. Se trata, como escribirá Pablo, de no dejarse vencer por el mal, sino vencer al mal con el bien. *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 14 de Junio de 2021

_Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva. Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida. Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada mañana._ _Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío. Ayúdame a reconocer que la rutina no existe, porque todo es nuevo cada día, porque siempre hay algo que está comenzando._ _En cada momento algo precioso está naciendo, y la vida vuelve a brotar por todas partes._ _Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo. Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión, esperanza y entusiasmo._ _Toma mi vida, Espíritu Santo, y llénala de la eterna novedad de tu amor._ _Que este día no pase en vano, y pueda descubrir el mensaje que hoy tienes para mi vida._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén._ .

domingo, 13 de junio de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 13 de Junio de 2021

Hoy la Iglesia celebra a San Antonio de Padua, uno de los santos más queridos en todo el mundo. Detengámonos a contemplar brevemente su figura, porque los santos son como una piedra preciosa que el Espíritu Santo ha hecho, y es bueno detenerse a admirar lo que hace el Espíritu Santo en aquellos que lo dejan actuar. El popular San Antonio de Padua, muy conocido como un poderoso intercesor, era sobre todo un insigne y valiente predicador. La leyenda cuenta que en una ciudad donde no quisieron escucharle, sació su incontenible necesidad de anunciar el Evangelio predicándole a los peces. Se trata de un símbolo para expresar una misión que toma por entero el corazón y toda la vida de un ser humano. Llevó no solamente el hábito, sino también la vida pobre y desprendida de San Francisco de Asís. Debido a los innumerables frutos de conversión de su predicación acompañada por frecuentes y numerosos prodigios, fue canonizado sólo once meses después de su muerte y venerado con un gran fervor popular. Antonio, como fiel discípulo de Francisco de Asís, fue muchas veces instrumento de paz y de reconciliación con su predicación apasionada. Sin embargo, este anuncio de paz no significaba consentir el pecado y la mediocridad. Antonio era muy duro con los pecados de injusticia de los ricos y poderosos. Sus sermones en Padua son muy valorados por su fuerte contenido social, que muestran que, para Antonio, la paz era inseparable de la justicia y la solidaridad. Pidamos al Espíritu Santo que, así como hizo cosas tan bellas en la vida de San Antonio, también las haga en nuestras vidas. .

sábado, 12 de junio de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 12 de Junio de 2021

_Espíritu Santo, fuente inagotable de todo lo que existe, hoy quiero darte gracias. Gracias ante todo por la vida, porque respiro, me muevo, siento cosas, mi cuerpo funciona, mi corazón late. Hay vida en mí. Gracias porque a través de mi piel y mis sentidos puedo tomar contacto con los seres que has creado._ _Porque el aire roza mi piel, siento el calor y el frío, percibo el contacto con las cosas que toco._ _Gracias porque mi pequeño mundo está repleto de pequeñas maravillas que no alcanzo a descubrir. Gracias, porque tu amor me llega cada día._ _Me rodeas y me envuelves con tu luz._ _Gracias porque estás conmigo en todo lo que me pasa, para que pueda aprender algo de cada cosa que me suceda._ _Gracias porque quieres transformar todo mi ser con tu vida divina._ _Gracias porque cada día es una novedad, porque siempre hay nuevos signos de tu amor, porque siempre me invitas a algo más, y siempre me llamas a volver a empezar._ _¡Gracias Espíritu Santo!_ _Amén._

viernes, 11 de junio de 2021

11ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 4, 26-34

Hoy el evangelio nos presenta dos parábolas de Jesús tratando de explicar dos facetas de lo que Él entiende por “Reino de Dios”. Ya desde el principio de su predicación hablaba del Reino de Dios, y muchas veces usa parábolas para darnos a entender algún sentido. Pero la simple formulación de la parábola para aquellos que no tienen mucha fe les deja más o menos indiferentes. Por eso, como se dice hoy al terminar el evangelio, Jesús se las explicaba luego a sus discípulos. Estas explicaciones han ido quedando en la Iglesia a través de los tiempos por medio de los santos padres y otros grandes predicadores de la fe. En la primera de las dos parábolas de hoy nos dice Jesús que todos, al menos los que nos creemos discípulos suyos, somos cooperadores en la obra de Dios, que es su Reino, porque todos debemos sembrar y al final recoger frutos. Pero esta planta, que es el Reino de Dios, crece aparentemente sola. Crece por la energía que tiene encerrada la semilla. El sembrador poco adelanta o nada por el hecho de que esté vigilando o tire de la mata para que crezca más rápidamente. Es una invitación a tener paciencia. Trata de exponer la diferencia abismal entre lo poco que puede hacer el hombre y lo mucho que hace Dios. Y es una advertencia para comprender que el Reino de Dios sigue el curso que Dios parece que quiere: lento pero seguro. Por lo tanto ni las fuerzas del mal podrán contra el Reino, ni adelantaremos demasiado por mucho que nos movamos. Esto requiere explicación. En primer lugar que no es lo mismo el Reino de Dios que la Iglesia. Ésta es “el principio y germen” del reino, como dice el concilio Vaticano II. La Iglesia, aquí en la tierra, está en vías de perfección, camina hacia, prepara el Reino; aunque a veces los dos sentidos pueden significar o tender a una sola cosa. El Reino crece de una manera sencilla, sin ruido. Quizá Jesús dijo esta parábola contra algunos que buscaban de Jesús unos hechos espectaculares y querían que el apostolado tuviera efectos brillantes, a través quizá de cierta violencia. Todo ello nos debe dar una gran confianza y optimismo, porque sabemos que Dios es el que verdaderamente está actuando, no a la fuerza ni violentando la libertad humana. Pero de nuestra parte hay que huir de dos extremos: la pasividad o pereza y el activismo. Del activismo, porque, como nos dice Jesús, poco podemos hacer una vez que hemos sembrado. Claro que el sembrar es más complicado de lo que parece, porque hay que preparar la tierra y cuidarla. Pero lo más importante que debemos hacer es unirnos espiritualmente con Quien hace crecer. Por eso para un apóstol es tan necesaria la oración. De aquí que no vale la pereza, porque siempre hay mucho interno que hacer con la planta, aunque no entendamos el misterio del crecimiento. La 2ª parábola nos habla de la mostaza, semilla sumamente pequeña que llega a convertirse en un arbolito, de modo que los pájaros pueden poner sus nidos. Aquí Jesús nos quiere hablar de la sencillez de la Iglesia. El profeta Ezequiel en la 1ª lectura nos dice cómo Dios aborreció al pueblo de Israel cuando soberbio quiso ser muy grande en lo material olvidando su espíritu. Así a veces ha pasado en cierta parte de la Iglesia, cuando ha buscado el poder y gloria material, apartándose, de esa manera, del fin que tiene, que es el de ayudar a fundamentar el reino de Dios. Cuando Dios quiere hacer “grandes cosas”, busca medios sencillos y pobres, como la Virgen María, como tantos santos. Busca entre sus predicadores o sembradores de su palabra corazones entregados a los dones del Espíritu. El justo es una plantación de Dios, nos dice el salmo responsorial. Quiere decirnos Jesús que, aunque su Reino parece poca cosa, tiene tanta potencialidad que, sin ser árbol soberbio, sus ramas pueden acoger a todo aquel que se acerque con sincero corazón. Jesús comienza a darnos ya un sentido universalista del Reino de Dios.

Domingo de la Semana 11ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «El Reino de Dios es como un grano de mostaza»

Lectura de profeta Ezequiel (17, 22-24): Ensalzo los árboles humildes. Así dice el Señor Dios: «Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel; para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.» Salmo 91,2-3. 13-14. 15-16: Es bueno darte gracias, Señor. R./ Es bueno dar gracias al Señor // y tocar para tu nombre, oh Altísimo, // proclamar por la mañana tu misericordia // y de noche tu fidelidad. R./ El justo crecerá como una palmera, // se alzará como un cedro del Líbano; // plantado en la casa del Señor, // crecerá en los atrios de nuestro Dios. R./ En la vejez seguirá dando fruto // y estará lozano y frondoso, // para proclamar que el Señor es justo, // que en mi Roca no existe la maldad. R./ Lectura de la segunda carta de San Pablo a los Corintios (5, 6-10): En el destierro o en patria, nos esforzamos en el Señor. Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos he¬cho mientras teníamos este cuerpo. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (4, 26-34): Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas. En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.» Dijo también: « ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.» Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas El Reino de los Cielos marca la pauta en las lecturas dominicales. Siendo el mensaje principal en la predicación de Jesús. Él ha venido a inaugurar el Reino de los Cielos. Pero ¿qué es este Reino? San Marcos nos pondrá dos figuras que el Señor Jesús utiliza para describir y hacer entender a sus oyentes de qué estaba hablando. Con metáforas agrícolas – el grano de trigo y el grano de la mostaza – los seguidores del Maestro comienzan a percibir que los parámetros del Antiguo Testamento se ven sobrepasados. En la Primera Lectura, el profeta Ezequiel nos dejará la figura del ramo que, plantado por Dios, se convertirá en un cedro magnífico. Finalmente San Pablo nos exhorta a vivir con una mirada fija en el futuro, de manera tal que sopesemos nuestro actos a la luz del juicio final que se dará cuando se instaure de manera definitiva el Reino de Dios.  El primero de todos El Evangelio de San Marcos, tal como lo tenemos hoy, es considerado el más antiguo de los Evangelios. Para cualquier lector atento de los Evangelios es evidente que entre los tres primeros Evangelios – San Mateo, San Marcos y San Lucas- hay muchos episodios paralelos que tienen notables semejanzas, incluso de vocabula¬rio. Esto es lo que permite ponerlos en columnas paralelas de manera que puedan percibirse con una sola mirada; en una «sinopsis». Por este motivo a estos tres Evangelios se les llama «Evange¬lios sinópticos». Examinando los episodios paralelos resulta evidente que existe dependencia entre ellos. Rige aquí el principio de Santo Tomás de Aquino: «Es necesario que en aquellas cosas que son semejantes, una sea causa de otra o que todas procedan de una sola causa». Puede demostrarse fácilmente que San Mateo y San Lucas son independientes. En efec¬to, si San Lucas hubiera conocido el Evangelio de San Mateo sería impensable que hubie¬ra desar¬ticulado el Sermón de la Montaña, por ejemplo, y que hubiera dejado fuera de su Evangelio, la parábola de las diez vírgenes necias y prudentes, y la parábola del juicio final, que son textos propios del Evangelio de San Mateo. Por su parte, tampoco es posible concluir que San Mateo haya conocido el Evangelio de San Lucas, porque, en este caso habría debido prescindir del así llamado «Evangelio de la infan¬cia» de San Lucas con los episodios de la Anunciación, de la Visita¬ción, del Naci-miento de Jesús, y habría tenido que desesti¬mar las magní¬ficas parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano, que aparecen sólo en Lucas. Resta entonces la única conclusión posible para explicar las semejanzas entre los tres Evangelios sinópti¬cos: que tanto San Mateo como San Lucas dependan de San Marcos, es decir, que ambos evangelistas, al escribir sus respectivos Evangelios, hayan tenido ante los ojos el Evangelio de San Marcos y lo hayan empleado como fuente. Esto significa que el Evangelio de San Marcos es el más antiguo y original -como hemos afirmado más arriba- y es el único que en un momento existió sólo. Podemos concluir entonces que fue San Marcos el creador el género literario llamado «evangelio», que luego fue adoptado por todos los demás. Este género consiste en la revelación progresiva de la identidad de Jesús de Nazaret a través de un relato de su vida, predicación y milagros, de la hosti¬lidad creciente de las autoridades judías, de su pasión y muerte en la cruz y de su resurrec¬ción de entre los muertos. Cuando escribió su Evangelio, San Marcos pretendía dar una respuesta completa a la pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazaret? En nuestra lectura de este Evangelio, que es el que se lee en la liturgia durante este año B, estamos procurando encontrar esa respuesta.  El ramo plantado en la montaña Hemos dicho que la Primera Lectura tiene relación con el Evangelio. En efecto, la lectura del profeta Ezequiel (17,22-24) se dirige al pueblo en el exilio de Babilonia y anuncia que Dios tomará de la punta de un alto cedro un ramo que plantará en la montaña de Israel. Echará ramas y se convertirá en un cedro magnífico en cuya ramas habitará toda clase de pájaros. El profeta veía el futuro de Is¬rael. Pero Dios veía mucho más allá. Jesús le da su pleno sentido, anunciando el desarrollo impresionante de la Iglesia, cuya realidad es precisamente hacer presente en el mundo el Reino de Dios.  ¿Qué es el Reino de Dios? En el Evangelio de hoy Jesús explica el misterio del Reino de Dios mediante dos parábolas: el Reino de Dios es como un grano de trigo echado en la tierra, que brota y crece hasta que, sin saber cómo, llega a ser trigo abun¬dante; el Reino de Dios es como un grano de mostaza, que siendo la más pequeña de las semillas, crece hasta hacerse la mayor de las hortalizas, de modo que las aves del cielo anidan en sus ramas. Las parábolas del trigo que crece indefectiblemente y del grano de mostaza que crece hasta un árbol magnífico, destacan el crecimiento del Reino de Dios en el mundo. Jesús extiende su mirada hacia el futuro y ve que, a pesar de la modestia de los orígenes, la Iglesia crecerá y llenará el mundo. Sólo dentro de la Iglesia de Cristo tenemos expe¬riencia del Reino de Dios. Si nos preguntamos: ¿Qué es el Reino de Dios?, nos responde el Santo Padre en su encíclica sobre las misiones: «El Reino de Dios no es un concepto, no es una doctrina, no es un programa sujeto a libre elaboración; el Reino de Dios es ante todo una persona, que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible» . Por eso es que se puede encontrar sólo dentro de la Iglesia. Es que «la luz de los pueblos, que es Cristo, resplan¬dece sobre la faz de la Iglesia», como leemos en la Lumen Gentium. Las parábolas del crecimiento del Reino de Dios deberían ser suficientes para comprender que Jesucristo es el Señor de la historia. No es necesario tener fe para entender que aquí hay una auténtica profecía. Esta ense¬ñanza fue propuesta por Jesús alrededor del año 30 de nuestra era y fue registrada por escrito en el Evangelio de San Marcos no después del año 70 (en realidad, mucho an¬tes). A la luz del desarrollo posterior y de la situación actual del cristianismo en el mundo, cualquier persona inteligente debe reconocer que Jesús fue de una clarivi¬dencia extraordinaria. Él anunció este desarrollo de su Iglesia cuando nada hacía preverlo y cuando nadie lo habría imaginado. Al contrario, todo hacía suponer que ese movimiento había sido sofocado con la muerte de Jesús en la cruz. Tal vez la opinión más sensata haya sido la del Rabino Gamaliel. En un momento en que los seguidores de Jesús eran un minúsculo grupo, aconsejó al tribunal judío: «'Desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destrui¬rá; pero si es de Dios, no conseguiréis destruirlos. No sea que os encontréis luchando contra Dios'. Todos aceptaron su parecer» (Hch 5,38-39). La historia ha registrado numero¬sos episodios de persecución; pero no han conseguido destruir la Iglesia. Los hombres sensatos de hoy tienen más elementos para concluir que la Iglesia es obra de Dios y que Él la conduce y gobierna. ¡Ojalá nadie se encuentre luchando contra Dios!  Una palabra del Santo Padre: «Vosotros podríais preguntarme: ¿Cómo se encuentra el reino de Dios? Cada uno de nosotros tiene un itinerario especial, cada uno de nosotros tiene su camino en la vida. Para alguno el encuentro con Jesús es algo esperado, deseado, buscado por largo tiempo, como nos lo muestra la parábola del comerciante que da vueltas por el mundo para encontrar algo de valor. Para otros ocurre de forma improvisa, casi por casualidad, como en la parábola del campesino. Esto nos recuerda que Dios se deja encontrar de una manera o de otra, porque es Él el primero que desea encontrarnos y el primero que busca encontrarnos: vino para ser el «Dios con nosotros». Y Jesús está entre nosotros, Él está aquí hoy. Lo dijo Él: cuando os reunís en mi nombre, yo estoy entre vosotros. El Señor está aquí, está con nosotros, está en medio de nosotros. Es Él quien nos busca, es Él quien se deja encontrar incluso por quien no lo busca. A veces Él se deja encontrar en sitios insólitos y en momentos inesperados. Cuando encontramos a Jesús quedamos fascinados, conquistados, y es una alegría dejar nuestro acostumbrado modo de vivir, tal vez árido y apático, para abrazar el Evangelio, para dejarnos guiar por la lógica nueva del amor y del servicio humilde y desinteresado. La Palabra de Jesús, el Evangelio. Os hago una pregunta, pero no quiero que la respondáis: ¿cuántos de vosotros leéis cada día un pasaje del Evangelio? Y cuántos de vosotros, tal vez, tenéis prisa por acabar el trabajo con el fin de no perder la telenovela… Tener el Evangelio entre las manos, tener el Evangelio sobre la mesilla, tener el Evangelio en la cartera, tener el Evangelio en el bolsillo y abrirlo para leer la Palabra de Jesús: así viene el reino de Dios. El contacto con la Palabra de Jesús nos acerca al reino de Dios. Pensadlo bien: un Evangelio pequeño siempre al alcance de la mano, se abre en un punto por casualidad y se lee lo que dice Jesús, y Jesús está allí. ¿Qué se puede hacer para poseer el reino de Dios? Sobre este punto Jesús es muy explícito: no basta el entusiasmo, la alegría del descubrimiento. Es necesario anteponer la perla preciosa del reino a cualquier otro bien terreno; es necesario poner a Dios en el primer lugar de nuestra vida, preferirlo a todo. Dar el primado a Dios significa tener el valor de decir no al mal, no a la violencia, no a los atropellos, para vivir una vida de servicio a los demás y en favor de la legalidad y del bien común. Cuando una persona descubre a Dios, el verdadero tesoro, abandona un estilo de vida egoísta y busca compartir con los demás la caridad que viene de Dios. Quien llega a ser amigo de Dios, ama a los hermanos, se compromete en salvaguardar su vida y su salud incluso respetando el medio ambiente y la naturaleza. Sé que sufrís por estas cosas. Hoy, al llegar, uno de vosotros se acercó y me dijo: Padre tráiganos la esperanza. Pero yo no puedo daros la esperanza, yo puedo deciros que donde está Jesús allí está la esperanza; donde está Jesús se aman los hermanos, se comprometen en salvaguardar su vida y su salud incluso respetando el medio ambiente y la naturaleza. Esta es la esperanza que nunca defrauda, la que nos da Jesús. Esto es particularmente importante en esta vuestra hermosa tierra que requiere ser tutelada y preservada, requiere tener el valor de decir no a toda forma de corrupción y de ilegalidad —todos conocemos el nombre de estas formas de corrupción y de ilegalidad—, pide a todos ser servidores de la verdad y asumir en cada situación el estilo de vida evangélico, que se manifiesta en la entrega de sí y en la atención al pobre y al excluido. ¡Dedicarse al pobre y al excluido! La Biblia está llena de estas exhortaciones. El Señor dice: vosotros hacéis esto y esto otro, a mí no me interesa, a mí me interesa que el huérfano esté atendido, que la viuda esté atendida, que el excluido sea acogido, que se proteja la creación. ¡Esto es el reino de Dios!» (Papa Francisco. Homilía en la Plaza Carlos III. Sábado 26 de julio de 2014)  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana 1. El Reino de Dios es Jesús mismo que viene a nosotros. ¿Cómo es mi relación personal con Jesús? ¿Qué puedo hacer para que mejore y sea más cercana? 2. San Pablo nos pide algo que es aparentemente muy sencillo: “estad de buen ánimo”. ¿Cómo es mi ánimo? ¿Tengo esa visión de eternidad que estoy llamado a tener? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 541- 556. 567. 680. 2046. texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA, en Toledo

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 11 de Junio de 2021

La vanidad y el orgullo son causa de muchas tristezas y alejan la alegría del Espíritu Santo. Por eso, cuando vemos que el orgullo quiere apoderarse de nuestro interior, es bueno que nos detengamos a preguntarnos con sinceridad: _"¿Es tan importante que me alaben o me critiquen? ¿Acaso soy el centro del universo?"_ Y si estoy sufriendo con el orgullo herido porque me han humillado, puedo preguntarme: _"¿Acaso no pasará también esta humillación o este fracaso como han pasado tantas otras cosas? ¿No es verdad que todo pasa?"_ Y puedo repetir: _"Todo pasa."_ _Y esto también pasará. Se lo llevará el viento y pronto no tendrá importancia."_ Entonces puedo entregarme de lleno a una tarea con libertad interior, no por las caricias que eso pueda aportarle al orgullo. Puedo hacer algo bueno, pero no por orgullo, sino porque reconozco la dignidad que Dios me da. Y no quiero desperdiciar los dones que el Dios de amor me ha regalado para mis hermanos. Lo hago porque deseo responder a ese amor, y por eso soy capaz de ilusionarme con algo nuevo para el bien de los demás. Además, si buscamos la aprobación ajena, cuando no recibimos de los demás el reconocimiento que esperamos, comenzamos a sentirnos como competidores. Rumiamos nuestro rencor en la soledad, incapaces de vivir en fraternidad. O procuramos cada vez más llamar la atención para que no nos ignoren, y terminamos molestándonos y arrastrándonos ante ellos, reclamando que nos tengan en cuenta. Es mejor pedirle todos los días al Espíritu Santo que nos libere del orgullo y de la vanidad, que no sirven para nada. No vale la pena darle importancia a los reconocimientos ajenos. Se los lleva el viento y no nos dejan nada. .

jueves, 10 de junio de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 10 de Junio de 2021

Juan el Bautista anunciaba que el Mesías iba a bautizar _*"en el Espíritu Santo y en el fuego"*,_ purificando todo lo que no sirve *(Lucas 3,16-17).* El Bautismo que trae el Mesías será una verdadera purificación, porque derrama el Espíritu Santo como fuego. El Mesías cumple aquel anuncio del profeta Ezequiel: *"Los purificaré de toda inmundicia y de toda basura, y les daré un corazón nuevo... Infundiré mi Espíritu en vosotros y haré que caminen según mis preceptos"* (Ezequiel 36, 25-27). Esto significa que la manifestación del poder del Mesías se realiza sobre todo en los corazones. Y esa obra interior del Mesías hace que los hombres puedan cumplir de verdad la voluntad de Dios. Porque una predicación atractiva no es suficiente; es necesaria la acción secreta de la gracia de Dios en el interior de la persona. Pensemos un momento de qué quisiéramos ser purificados, y pidámoslo al Espíritu Santo, que es fuego purificador. .

miércoles, 9 de junio de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 9 de Junio de 2021

_Espíritu Santo, Tú eres alegría que desborda, que se derrama luminosa en cada criatura._ _El mundo entero es un canto de gozo que surge como cascadas de vida de tu exceso de amor._ _Toca mi interior con tu gracia, Espíritu Santo, para que pueda formar parte en esa felicidad._ _Muéstrame la belleza y la bondad de las cosas pequeñas._ _Te doy gracias, Espíritu de vida, por el agua, la luz, los colores, las sensaciones de la piel, la voz de mis amigos, las manos, el cielo, la sangre que corre intensamente y me mantiene vivo._ _Enséñame a buscar siempre algo más en la vida. Porque mientras hay vida, hay esperanza._ _Todos los días nacen niños, todos los días puede aparecer un santo, un sabio, un héroe, y el amor nos sorprende en cualquier esquina._ _Despierta en mi interior, Señor amado, un intenso amor a Ti, para que te busque con el corazón ardiente, para que me goce en tu amistad, y repose en tu Presencia cada noche con una sonrisa en los labios._ _Muéstrame las maravillas de tu amor, Espíritu Santo, para que seas mi lugar de delicias, mi tesoro, mi banquete feliz._ _Me regocijo en Ti, Infinito y glorioso. Ayúdame a probar la alegría de Jesús resucitado. Dame la potencia de tu gracia para que todo mi ser sea un testimonio de tu gozo._ _Amén._ .

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 8 de Junio de 2021

El Espíritu Santo no permite que vivamos una de individualista, porque Él nos inserta en un cuerpo místico, el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, y nos regala dones para edificar ese Cuerpo maravilloso donde todos somos importantes y donde nos necesitamos unos a otros. *(1 Corintios, 12)* Mientras los criterios de este mundo nos invitan a pensar en nosotros mismos, a acomodarnos lo mejor posible, a desentendernos de los demás, a consumir, a comprar, a no participar, el Espíritu Santo quiere impulsarnos siempre a la unidad. Su impulso divino busca que todas las cosas y todas las personas se vayan armonizando en una maravillosa unidad. Él es amor que une personas. Por eso, en este año somos llamados a integrarnos un poco más en la Iglesia, a quererla más, a buscar nuevas maneras de sentirnos parte de ella. Ya sabemos que eso no significa que tengamos que ser iguales en todo. El Espíritu Santo siembra dones diferentes por todas partes y como Él quiere. Por éso, donde Él actúa, hay variedad, riqueza, novedad. Pero esos diferentes carismas que Él derrama, no nos enfrentan ni nos dividen, sino que se complementan, se armonizan, se enriquecen unos a otros y nos llevan a valorarnos, a reconocernos, a estimularnos entre nosotros. Sería bueno que frecuentemente, pidiéramos la luz del Espíritu Santo para poder descubrir los carismas, las capacidades que Él ha sembrado en cada uno de nosotros, para enriquecer a la Iglesia y el mundo con esos dones. Así podemos experimentar el gozo de ser fecundos, de regalarle algo más bello a este mundo, de hacer feliz a otro, de ayudarlo a crecer. ¿Qué te dio el Espíritu Santo para que ayudes a los demás a ser más buenos y más felices? .

lunes, 7 de junio de 2021

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 7 de Junio de 2021

La Biblia dice: *"Da y recibe"* (Sirácida o Eclesiástico 14, 16). El amor verdadero no es sólo dar, no es sólo hacer cosas por los demás. Es también recibir de los demás y aprender de ellos con humildad. No basta derramarme en el otro, hacerme fecundo en él. También tengo que disponerme a recibir algo de él, a reconocer el inmenso valor del hermano. Cuando el apóstol San Pablo habla del cuerpo místico y de la importancia de los dones de todos, allí la actitud negativa que se describe no es la de no querer dar, sino precisamente la de no querer recibir de los demás, la de no saber gozarse en el don del hermano: *"No puede el ojo decir a la mano: 'No te necesito'... Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte de su gozo."* (1 Corintios 12, 21.26). La capacidad de beber del cántaro del hermano es fuente de un gozo especialísimo. ¿Acaso puede haber verdadero amor en una pareja si uno de los dos se encierra en sus esquemas, si se siente salvado en sus seguridades, y ya no es capaz de aprender del otro? ¿Ama de verdad alguien que ya no es capaz de admirarse del otro, o de escucharlo con interés, o que siente que ya no lo necesita? El amor que derrama el Espíritu es una capacidad de dar y también de recibir, porque nos hace reconocer que no somos dioses y que necesitamos de los demás. .

domingo, 6 de junio de 2021

Domingo, 6 de Junio de 2021

¿Qué es lo que no me gusta de mí ser? ¿Qué parte de mi vida siento que está desorientada o desubicada? ¿Qué es lo que trato de ocultar a los ojos de los demás? ¿Qué es lo que me cuesta reconocer de mi propio ser, eso que ni siquiera me gusta recordar? El primer paso es invocar al Espíritu Santo para poder verlo, y tratar de reconocerlo, mirarlo de frente. Luego, poco a poco, aceptarlo como parte de tu vida y conversar con el Espíritu Santo sobre eso. Si conversando con Él realmente puedes decirle que quisieras liberarte de eso, entonces ya has comenzado el camino de la liberación. Sólo es necesario que sigas pidiéndoselo cada día y que comiences a intentar dar pequeños pasos para cambiar. Se trata de ejercitar lo que sería la virtud opuesta a eso que te desagrada. No te desanimes si vuelves a caer, si por cada paso hacia adelante, das uno para atrás. Eso sucederá hasta que te convenzas de que es mejor vivir de una manera y estés cómodo con esa nueva vida. Para motivarte a dar esos pasos, es bueno que te preguntes con sinceridad: ¿Qué es lo que quiero hacer crecer en mí? ¿Hacia dónde quiero ir? ¿Qué estilo de vida quiero alcanzar? Pero también es indispensable que le pidas luz al Espíritu Santo, para que Él te ayude a reconocer lo que debes ser. Nadie sabe mejor que Él lo que cada uno de nosotros tiene que llegar a ser, esa identidad única, irrepetible, que nadie puede copiar. Por eso, es muy sano detenerse a pedirle a Él la luz para ver quién es uno en realidad y quién debe llegar a ser: *"A ti levanto mi alma Dios mío. En ti confío. Que no sea confundido...* *Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación."* (Salmo 25, 1-2. 4-5) .

Domingo, 6 de Junio de 2021

¿Qué es lo que no me gusta de mí ser? ¿Qué parte de mi vida siento que está desorientada o desubicada? ¿Qué es lo que trato de ocultar a los ojos de los demás? ¿Qué es lo que me cuesta reconocer de mi propio ser, eso que ni siquiera me gusta recordar? El primer paso es invocar al Espíritu Santo para poder verlo, y tratar de reconocerlo, mirarlo de frente. Luego, poco a poco, aceptarlo como parte de tu vida y conversar con el Espíritu Santo sobre eso. Si conversando con Él realmente puedes decirle que quisieras liberarte de eso, entonces ya has comenzado el camino de la liberación. Sólo es necesario que sigas pidiéndoselo cada día y que comiences a intentar dar pequeños pasos para cambiar. Se trata de ejercitar lo que sería la virtud opuesta a eso que te desagrada. No te desanimes si vuelves a caer, si por cada paso hacia adelante, das uno para atrás. Eso sucederá hasta que te convenzas de que es mejor vivir de una manera y estés cómodo con esa nueva vida. Para motivarte a dar esos pasos, es bueno que te preguntes con sinceridad: ¿Qué es lo que quiero hacer crecer en mí? ¿Hacia dónde quiero ir? ¿Qué estilo de vida quiero alcanzar? Pero también es indispensable que le pidas luz al Espíritu Santo, para que Él te ayude a reconocer lo que debes ser. Nadie sabe mejor que Él lo que cada uno de nosotros tiene que llegar a ser, esa identidad única, irrepetible, que nadie puede copiar. Por eso, es muy sano detenerse a pedirle a Él la luz para ver quién es uno en realidad y quién debe llegar a ser: *"A ti levanto mi alma Dios mío. En ti confío. Que no sea confundido...* *Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación."* (Salmo 25, 1-2. 4-5) .

jueves, 3 de junio de 2021

Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Ciclo B «Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre»

Lectura del libro del Exodo (24,3-8): Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros. En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos Jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.» Salmo (115,12-13.15.16bc.17-18): Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor. R./ ¿Cómo pagaré al Señor // todo el bien que me ha hecho? // Alzaré la copa de la salvación, // invocando su nombre. R./ Mucho le cuesta al Señor // la muerte de sus fieles. // Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; // rompiste mis cadenas. R./ Te ofreceré un sacrificio de alabanza, // invocando tu nombre, Señor. // Cumpliré al Señor mis votos // en presencia de todo el pueblo. R./ Lectura de la carta a los Hebreos (9,11-15): La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia. Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes defi¬nitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Lectura del Evangelio según San Marcos (14,12-16.22-26): Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? Él envió a dos discípulos, diciéndoles: Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípu-los?» Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la ce-na de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas El tema central que nos ocupa en esta solemnidad del Corpus Christi es la Alianza de Dios con los hom-bres. El pacto de Dios con el pueblo de Israel queda sellado en el Sinaí, por mediación de Moisés, con la sangre de los animales (Primera Lectura). La nueva Alianza se sella también con la sangre de la víctima; pero aquí quien se ofrece es Jesucristo, sumo Sacerdote y Mediador (Segunda Lectura). En la Última Ce-na, Cristo anticipa sacramentalmente su oblación, y establece, por medio de su Cuerpo y de su Sangre, la nueva y definitiva Alianza; aquella que nos revela el rostro misericordioso de Dios y la salvación del género humano (Evangelio).  ¿Cuándo comenzó la fiesta del Corpus? La fiesta del Corpus Christi se celebró por primera vez en la diócesis de Lieja, Bélgica (1246); y entró en el misal romano para la Iglesia universal en el mismo siglo XIII, con el esquema litúrgico de Santo Tomás de Aquino. La causa inmediata que determinó a Urbano IV en 1246 establecer oficialmente esta fiesta fue un hecho extraordinario ocurrido en 1263 en Orvieto, Italia, cerca de Bolsena, donde se encontraba el Papa ocasionalmente. Sucedió que un sacerdote, con fuertes dudas sobre la presencia real de Cristo en la euca-ristía, mientras celebraba la Santa Misa, vio caer de la Hostia consagrada borbotones de sangre que tiñeron de rojo el corporal que actualmente se venera en la bellísima catedral de Orvieto que fue construida espe-cialmente para este fin.  La Alianza del Sinaí El texto del Éxodo es particularmente importante porque formaliza de modo solemne la alianza entre Dios y su pueblo. En realidad, la historia de la alianza se confunde con la historia de la salvación. Esta alian-za ya existía antes de que fuera consagrada en el Sinaí. Recordemos que ya había sido prometida a Noé después del diluvio: «Pero contigo estableceré mi alianza» (Ver Gen 6,18; 9,9-17), y había sido concertada con Abraham de manera solemne: «Aquel día firmó Yahveh una Alianza con Abraham» (Ver Gen 15,18; 17,2-21). Dios ya había obrado maravillas en favor del pueblo de Israel y lo había liberado de la esclavitud de Egipto. Sin embargo, es en el Sinaí donde el pueblo acepta la alianza y se compromete a obedecerla de modo solemne. El Señor lo conduce al desierto y lo lleva a la montaña para concluir su pacto. La iniciativa siem-pre es de Dios. Moisés, el mediador, hace lectura ante el pueblo de la ley (los mandamientos) que son el contenido de la alianza que el Señor establece con su pueblo. El pueblo, por su parte, se compromete a observar todo aquello que le manda el Señor. Moisés se levanta temprano erige un altar con las doce piedras que simbolizan las doce tribus de Israel. Se ofrecen los sacrificios y se vierte la sangre de las víctimas sobre el altar y se rocía al pueblo. Conviene comprender bien el alcance de este rito. La inmolación de una víctima podía ser de dos formas: el holocaus-to, es decir, la víctima era totalmente consumida por el fuego; y el sacrificio pacífico o de comunión en el que la víctima sacrificada se dividía en dos, una se ofrecía a Yahveh y la otra la consumía el oferente. En el Sinaí tienen lugar los dos sacrificios. Con el holocausto se establecía, por una parte, la primacía de Dios sobre todo lo creado; con el sacrificio pacífico, por otra, se establecía la comunión que el hombre te-nía con Dios por medio de la participación de la ofrenda. Conviene indicar que el rito de la sangre, que nos puede parecer extraño y causar repulsa, tiene un signi-ficado muy positivo. Los antiguos pensaban que en la sangre estaba la vida. Dar la sangre equivalía a dar la vida. Así, cuando la víctima es sacrificada -se ofrece la víctima a Dios-, Dios responde dando la vida. El sacrificio, implica ciertamente una oblación, una muerte, pero su contenido más profundo es dar la vida. El rito de la aspersión de la sangre significa, por tanto, la respuesta de Dios al sacrificio que se ha ofrecido y al compromiso del pueblo de observar los mandamientos: Dios responde comunicando la vida.  La Nueva Alianza La alianza del Sinaí encuentra su culminación y perfección en la nueva alianza que Dios establece con los hombres por medio de su Hijo Jesucristo. La carta a los Hebreos, presenta a Cristo como el sumo sa-cerdote, aquel que ofrece el sacrificio perfecto. Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes futu-ros. La alianza ha llegado a su máxima expresión. Ya no es la sangre de animales la que ofrece el sacerdo-te en el «santo de los santos» , ahora es la sangre misma de Cristo, sumo sacerdote, la que se ofrece. Je-sús, el Verbo Encarnado, habiendo muerto y resucitado ha entrado de una vez para siempre en el santuario del cielo y está a la derecha del Padre intercediendo por nosotros, sus hermanos en adopción.  La institución de la Alianza definitiva En la Última Cena se anticipa sacramentalmente el sacrificio de Cristo en la cruz que será el ofrecimien-to definitivo y fundará la alianza definitiva. La sangre que Cristo ofrece en el cáliz es la sangre de la alianza que será derramada por muchos, es decir, en lenguaje semítico, por todos. En esta cena se evoca la libera-ción de Egipto y la estipulación de la alianza del Sinaí. Esta alianza no era entre «dos partes iguales». Dios mismo se comprometía en favor de su pueblo. El pueblo, por su parte, se comprometía a observar los mandamientos. Con la sangre de Cristo se establece la nueva y definitiva alianza. En su sangre, en el don de su vida, se manifiesta el amor del Padre por el mundo: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Por medio de esta sangre los hombres son liberados de la esclavitud del pecado, absueltos de sus culpas y reconciliados con el Padre. Dios se compromete a manifestar siempre su amor, su «hesed» (misericor-dia). Ahora el hombre tiene abierto el camino de la conversión y de la vida eterna. En el sacramento de la Eucaristía Jesús no solamente se queda con sus discípulos, sino que funda con ellos su comunión con Dios. Esto nos recuerda un hermoso texto del famoso libro «Imitación de Cristo» de Tomas de Kempis: «La co-munión aparta del mal y reafirma en el bien; si ahora que comulgo o celebro tus misterios con tanta fre-cuencia soy negligente y desanimado ¿qué pasaría si no recibiera este tónico y no acudiera a tan gran ayuda?».  Una palabra del Santo Padre: En el Evangelio que hemos escuchado se narra la Última Cena, pero sorprendentemente la atención es-tá más puesta en los preparativos que en la cena. Se repite varias veces el verbo "preparar". Los discípulos preguntan, por ejemplo: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» (Mc 14,12). Je-sús los envía a prepararla dándoles indicaciones precisas y ellos encuentran «una habitación grande, acon-dicionada y dispuesta» (v. 15). Los discípulos van a preparar, pero el Señor ya había preparado. Jesús, en definitiva, prepara para nosotros y nos pide que también nosotros preparemos. ¿Qué prepara Jesús para nosotros? Prepara un lugar y un alimento. Un lugar mucho más digno que la «habitación grande acondicionada» del Evangelio. Es nuestra casa aquí abajo, amplia y espaciosa, la Iglesia, donde hay y debe haber un lugar para todos. Pero nos ha reservado también un lugar arriba, en el paraíso, para estar con él y entre nosotros para siempre. Además del lugar nos prepara un alimento, un pan que es él mismo: «Tomad, esto es mi cuerpo» (Mc 14,22). Estos dos dones, el lugar y el alimento, son lo que nos sirve para vivir. Son la comida y el alojamiento definitivos. Ambos se nos dan en la Eucaristía. Alimento y lugar. Jesús nos prepara un puesto aquí abajo, porque la Eucaristía es el corazón palpitante de la Iglesia, la ge-nera y regenera, la reúne y le da fuerza. Pero la Eucaristía nos prepara también un puesto arriba, en la eternidad, porque es el Pan del cielo. Viene de allí, es la única materia en esta tierra que sabe realmente a eternidad. Es el pan del futuro, que ya nos hace pregustar un futuro infinitamente más grande que cualquier otra expectativa mejor. Es el pan que sacia nuestros deseos más grandes y alimenta nuestros sueños más hermosos. Es, en una palabra, la prenda de la vida eterna: no solo una promesa, sino una prenda, es decir, una anticipación, una anticipación concreta de lo que nos será dado. La Eucaristía es la "reserva" del paraí-so; es Jesús, viático de nuestro camino hacia la vida bienaventurada que no acabará nunca. En la Hostia consagrada, además del lugar, Jesús nos prepara el alimento, la comida. En la vida necesi-tamos alimentarnos continuamente, y no solo de comida, sino también de proyectos y afectos, deseos y esperanzas. Tenemos hambre de ser amados. Pero los elogios más agradables, los regalos más bonitos y las tecnologías más avanzadas no bastan, jamás nos sacian del todo. La Eucaristía es un alimento sencillo, como el pan, pero es el único que sacia, porque no hay amor más grande. Allí encontramos a Jesús real-mente, compartimos su vida, sentimos su amor; allí puedes experimentar que su muerte y resurrección son para ti. Y cuando adoras a Jesús en la Eucaristía recibes de él el Espíritu Santo y encuentras paz y alegría. Queridos hermanos y hermanas, escojamos este alimento de vida: pongamos en primer lugar la Misa, des-cubramos la adoración en nuestras comunidades. Pidamos la gracia de estar hambrientos de Dios, nunca saciados de recibir lo que él prepara para nosotros. Papa Francisco. Homilía en la Solemnidad del Corpus Christi. Jueves 3 de junio de 2018.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana 1. ¿Cómo vivo mi relación con el Santísimo Sacramento?¿Me doy el tiempo para visitarlo a lo largo de la semana o me digo a mí mismo que no me alcanza el tiempo? 2. ¿Voy con mi familia a misa los Domingos? ¿Soy ejemplo para ellos?¿Soy constante? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 1356 – 1405. texto facilitado: JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de Adoración Nocturna Española, Toledo

Domingo del Corpus B: Mc 14, 12-16. 22-26

Hoy celebra la Iglesia la fiesta del “Corpus Cristi” o del Cuerpo y la Sangre de Cristo, o dicho más simplemente: la fiesta de la Eucaristía. Siempre que vamos a la Misa celebramos la Eucaristía, que es el sacramento de la Entrega de Jesús en sacrificio a su Padre Celestial por nuestra Redención. Es el hacerse presente de nuevo el mismo sacrificio de la Cruz. Pero es al mismo tiempo el recibir el alimento especial para nuestra alma, que es el mismo Jesús, que se nos da en alimento. Y es también la oportunidad de adorar a Jesús, que es nuestro Dios y Salvador, y que está realmente presente en el Augusto Sacramento del Altar, que es Jesús en la Eucaristía. Esta presencia real de Jesús es lo que se quiere resaltar principalmente en esta fiesta del “Corpus”. Jesús prometió estar con nosotros hasta el final de los tiempos. Y está espiritualmente de muchas maneras: en su palabra, en la reunión de fieles que están orando, en el pueblo de Dios, en la caridad. Pero está de una manera muy especial y más real en la Eucaristía. Esto nos dice nuestra fe. Hubo unos tiempos, por la edad Media, en que unos herejes decían que Jesús estaba presente mientras la Misa, pero luego ya no se quedaba, y hasta había sacerdotes que dudaban de la presencia real de Jesús. Hubo un hecho muy conocido en el año 1264 en que un sacerdote que, dudando había ido a Roma al sepulcro de los apóstoles para pedir la fe, cuando retornaba a su tierra y celebraba misa en Bolsena, vio que de la Sagrada Forma destilaba sangre de modo que quedó mojado todo el corporal. El papa Urbano VI, que estaba en la ciudad cercana de Orvieto, supo el acontecimiento y pidió dichos corporales. Al constatar la realidad del milagro, quiso que todos lo supieran y que se adorase a Jesús presente en la Eucaristía de modo más solemne. Por eso instituyó la fiesta del “Corpus Cristi” encargando los himnos de la fiesta a Sto. Tomás de Aquino. Desde entonces en esta fiesta se han realizado solemnes procesiones para que el Señor pueda salir por las calles de pueblos grandes y pequeños y todos puedan adorar a Jesús, que está presente entre nosotros. No todos tendrán esta fe y este amor para adorar y agradecer que Jesucristo pueda estar real en cuerpo y alma entre nosotros. Muchos están ciegos en su espíritu. Ojalá haya muchos que, al saber que Cristo está entre nosotros, puedan gritar como el ciego Bartimeo: “Señor, ten piedad de mi”. Que Jesús tenga piedad, no sólo de males físicos y de tantas calamidades que nos circundan, sino de tantos males del alma y de la sociedad. La Eucaristía es el sello más firme de la Alianza de amor entre Dios y los hombres. Siempre Dios, por su gran amor, ha querido realizar alianzas. Hoy en la primera lectura, se habla de la alianza de Dios con el pueblo de Israel, manifestada por medio de la sangre de unos animales. Era la cultura de aquel tiempo. Jesús quiso ratificar esa alianza de Dios con su propia sangre, con el Sacrificio de la Cruz. Ese mismo sacrificio se hace presente cada vez que celebramos la Eucaristía. Ahora Cristo está triunfante, resucitado; pero se hace presente ese recuerdo de su entrega en la Santa Misa. Nosotros estaremos más unidos con él, cuanto más hagamos entrega de todo nuestro ser por la salvación nuestra y la de toda la humanidad. En este año (ciclo B) el evangelio es la narración sencilla de la Institución de la Eucaristía según san Marcos. Lo precede la preparación de la cena Pascual. Jesús se entrega para que nosotros le podamos comer. No sólo cada uno, sino todos. Por esto la Eucaristía es signo de unidad. San Pablo se quejaba a los cristianos de Corinto de que había mucha división de clases, especialmente en la comida. Pone el ejemplo de unidad en la comida eucarística que nos dio el Señor en la Ultima Cena, en la que todos somos iguales y tenemos las mismas posibilidades de gracias. La diferencia estaría en el amor. Aquel que muestre más amor por sus semejantes, podemos decir que es el que mejor está adorando y venerando a Jesús en la Eucaristía.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 3 de Junio de 2021

Con el Espíritu Santo se derraman en nosotros sus dones más preciosos, que nos hacen más dóciles para seguir sus impulsos, para ser menos esclavos de lo que nos hace daño y dejarnos impulsar hacia las cosas bellas y buenas. Los siete dones son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. (Isaías 11,1-2) Si ya has recibido la confirmación, sería bueno que renovaras la gracia de este Sacramento. Y si no lo has recibido, sería hermoso que lo pensaras. El rito es muy simple. Consiste en una unción con aceite perfumado (Crisma) que hace el obispo en la frente, diciendo las siguientes palabras: _"Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo"._ Esta unción imprime como un sello permanente en el interior de la persona, y por eso sólo se recibe una vez. Pero una vez recibido, podemos invocar al Espíritu Santo, pedir perdón por nuestros pecados, alimentarnos con la lectura de la Biblia y la Eucaristía, para que esa gracia de la Confirmación reviva y crezca cada día más, para que el Espíritu Santo pueda reformar plenamente nuestras vidas. .

miércoles, 2 de junio de 2021

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 2 de Junio de 2021

_Espíritu Santo, una vez más te pido la gracia de liberarme, Señor._ _Derrama en mí un profundo deseo de perdonar, de vivir en paz con todos y de comprender profundamente las agresiones y desprecios de algunas personas._ _Ayúdame a descubrir sus sufrimientos y debilidades más hondas para que pueda mirarlos con ternura y no juzgarlos por lo que me han hecho. Limpia mi interior, Espíritu Santo, de todo resto de resentimiento y de malos recuerdos. Mi seguridad está en tu amor y en tu fuerza que me abraza. No permitas que me debilite y con faltas de perdón._ _Arranca de mi interior todo deseo de hacerles daño y de pagarles con la misma moneda._ _Es posible reaccionar con el perdón, elevarse por encima de los resentimientos._ _Elévame, Espíritu Santo, para que yo no necesite hacerlos sufrir de alguna manera para sentirme bien._ _Derrama en mi interior tu compasión para que pueda recordarlos sin rencor y sin angustia._ _Son hijos de Dios, Jesús los salvó con su sangre, son mis hermanos, están llamados a la vida eterna, y tú, Espíritu Santo, vives en ellos._ _Dame la gracia de perdonarlos sinceramente._ _Libérame, Espíritu Santo, para que pueda respirar feliz y caminar por la vida sin ataduras interiores._ _Amén._ .