Bendición del portal de Belén en familia
Tomado de Aciprensa.com
Queremos poner en sus manos esta oración para ser rezada en familia, en la Nochebuena o el día de Navidad.
Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (ver Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (ver Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:
La Virgen da hoy a luz al Eterno.
Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.
Los ángeles y los pastores le alaban,
y los magos avanzan con la estrella.
Porque Tú has nacido para nosotros,
Niño pequeño, ¡Dios eterno!
Sólo hoy será Navidad si en ti y en tu familia nace de María el Señor Jesús.
INICIO DE LA ORACIÓN
Todos santiguándose dicen:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El padre de familia, al comenzar la celebración, dice:
Alabemos y demos gracias al Señor,
que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo.
Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor.
Luego el padre de familia dispone a los presentes para la bendición, con las siguientes palabras:
El Señor Jesús ha nacido de Santa María. El pesebre que adorna nuestro hogar nos recuerda el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar entre nosotros. Aquello que ocurrió hace dos mil un años, lo revivimos esta noche santa (día santo) en el misterio. El Señor Jesús es el mismo, ayer, hoy y siempre. Que esta Navidad fortalezca nuestros pasos en el tercer milenio cristiano.
Uno de los miembros de la familia lee el siguiente texto de la Sagrada Escritura:
LECTURA (Lc. 2, 4-7a: María dio a luz a su hijo primogénito.)
Escuchemos, ahora, hermanos, la palabra del Santo Evangelio según San Lucas:
En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor
Todos responden:
Gloria a Ti, Señor Jesús.
Después de la lectura se canta "NOCHE DE PAZ", mientras el menor de la familia coloca al Niño en el Pesebre.
NOCHE DE PAZ
1. Noche de paz, noche de amor:
llena el cielo un resplandor;
en la altura resuena un cantar:
"os anuncio una dicha sin par,
en la tierra ha nacido Dios,
hay en Belén de Judá".
2. Noche de paz, noche de amor:
todo duerme en derredor;
sólo velan mirando la faz
de su niño en angélica paz,
José y María en Belén (2 veces)
3. Noche de Dios, noche de paz:
esplendor inmortal,
luz eterna en la noche brilló:
es la gloria del Hijo de Dios.
Duerme el Niño Jesús. (2 veces)
PETICIONES
Otros dos miembros de la familia dirigen las peticiones:
En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración al Señor Jesús, Hijo de Dios vivo y de Santa María, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle:
POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.
- Señor Jesús, Palabra Eterna, que al venir al mundo, anunciaste la alegría a la tierra, alegra nuestros corazones con la alegría de tu visita.
POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.
- Reconciliador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios-Padre a sus promesas, haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.
POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.
- Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, conserva en tu paz nuestras vidas y que haya paz en nuestro país y en todo el mundo.
POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.
- Hijo de Santa María, que quisiste serte Hijo de Mujer, concédenos descubrir que María es también nuestra Madre y ayúdanos a amarla con la ternura filial de tu corazón.
POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.
- Dios-con-nosotros, que quisiste nacer en el seno de una familia, bendice nuestro hogar para que en el siempre reine el amor de manera especial acuérdate de las familias que en estas fiestas de navidad viven en soledad y dolor y haz que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios.
POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA.
Se pueden añadir otras peticiones libres
Terminemos nuestras peticiones rezando la oración de los hijos de Dios: Padre Nuestro.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Luego el padre de familia dice:
Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a la familia cristiana que está aquí presente, para que las imágenes de este Belén nos ayuden a profundizar en la fe. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Concluida la bendición del pesebre toda la familia reza junta la siguiente oración:
Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio pasó a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
El padre de familia dice:
Que con el auxilio de tan dulce intercesora.
Todos responden:
Seamos siempre fieles en el terreno caminar.
Todos santiguándose dicen:
En el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Podemos ofrecerle al Señor Jesús una respuesta de fe concreta, en esta navidad y Nuevo Año.
Especialmente podemos proponernos expresarle nuestro amor en algo práctico y efectivo, en relación a nuestros hermanos más pobres, a través de alguna obra de caridad.
BENDICIÓN DE LA CENA DE NOCHEBUENA
En el centro de la mesa se colocará una vela apagada.
Toda la familia, de pie, se reúne alrededor de la mesa. Santiguándose dicen:
El Padre, el hijo y el Espíritu Santo, sean glorificados en todo tiempo y lugar por al Inmaculada Virgen maría. Que Así sea. Amén
La madre de familia dice:
Hoy nos encontramos reunidos celebrando el nacimiento del Señor Jesús de la Virgen María. Dios, en muestra de su inmenso amor, envió a su hijo para que la comunión perdida por el pecado fuera restablecida. Él nos reúne esta noche y, unidos de la misma forma que la familia de Nazaret, nos muestra que nuestra espera no ha sido en vano.
Uno de los hijos lee:
"Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo y Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace"." (Lc. 2, 8-14)
Y todos responden:
Gloria a Ti, Señor Jesús, que hoy has nacido de la Virgen María.
Mientras uno de los hijos enciende el cirio colocado en medio de la mesa, todos entonan el siguiente canto:
CAMPANAS
1. Campana sobre campana
y sobre campana una,
asómate a la ventana
verás al niño en la cuna.
BELÉN, CAMPANAS DE BELÉN
QUE LOS ÁNGELES TOCAN,
¿QUÉ NUEVAS ME TRAÉIS? (2 veces)
2. Recogido tu rebaño,
¿adónde vas, pastorcito?
voy a llevar al portal
mi canción y mi cariño.
3. Campana sobre campana
y sobre campana dos,
asómate a la ventana,
porque está naciendo Dios.
Para finalizar; el padre de familia reza la siguiente oración de bendición:
Oremos.
Dios Padre,
que nos enviaste a tu Hijo muy amado,
derrama tu bendición sobre estos alimentos
y también sobre los miembros de este hogar,
para que así, como ahora acogemos,
gozosos, a tu Hijo Reconciliador,
lo recibamos también confiados
cuando vengas al fin de los
tiempos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.
En el nombre del Padre, del hijo y del espíritu Santo. Amén.
martes, 14 de diciembre de 2010
viernes, 3 de diciembre de 2010
EN NUESTRAS ORACIONES TENGAMOS PRESENTE LAS INTENCIONES DE LA IGLESIA
Intención papal general:
Para que la experiencia del sufrimiento sea ocasión para comprender las situaciones de malestar y de dolor de las personas solas, enfermos y ancianos, y estimule a todos a salir a su encuentro con generosidad.
Intención papal misional:
Para que los pueblos de la tierra abran las puertas a Cristo y a su Evangelio de paz, fraternidad y justicia.
Intención de la CEE:
Que el bien incuestionable del matrimonio y de la familia sea reconocido en nuestra sociedad y se promuevan las medidas sociales, políticias y legales que lo favorezcan..
Para que la experiencia del sufrimiento sea ocasión para comprender las situaciones de malestar y de dolor de las personas solas, enfermos y ancianos, y estimule a todos a salir a su encuentro con generosidad.
Intención papal misional:
Para que los pueblos de la tierra abran las puertas a Cristo y a su Evangelio de paz, fraternidad y justicia.
Intención de la CEE:
Que el bien incuestionable del matrimonio y de la familia sea reconocido en nuestra sociedad y se promuevan las medidas sociales, políticias y legales que lo favorezcan..
TEMA DE REFLEXION para DICIEMBRE
V.- La Santa Misa. –El Sacramento de la Eucaristía
“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Y después de ponernos todos en la presencia de la Santísima Trinidad, el sacerdote nos dice: “El Señor esté con vosotros”, y nos invita a pedir perdón por nuestros pecados.
¿Por qué? Vamos a oír la Palabra de Dios, y vamos a vivir con Cristo la memoria de su muerte y de su resurrección. ¿Qué mejor preparación que la de renovar nuestros deseos de no ofenderle nunca y darle gracias porque nos invita a vivir con Él? Y ¿cómo renovamos estos deseos? Arrepintiéndonos de nuestros pecados, rechazándolos de nuestro corazón; sólo así podremos gozar del triunfo de Cristo, enriquecernos con su Palabra, y alimentarnos de Él en la Comunión.
“Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1323).
Después de decirnos que la Santa Misa es sacramento y sacrificio, el Catecismo nos invita a considerar la Eucaristía bajo tres aspectos, que vivimos en la celebración litúrgica que hemos considerado:
-es una acción de gracias y alabanza a Dios Padre;
- es el memorial del Sacrificio de Cristo, ofrecido en reparación de los pecados;
-es la presencia de Cristo Resucitado, por el poder de su Palabra y la acción del Espíritu Santo.
En definitiva, el sacramento de la Eucaristía alimenta nuestra Fe en Cristo; nuestra Esperanza –“prenda de la gloria futura”- en el Cielo; y alimenta nuestra Caridad porque, sin pecado, recibimos el amor más grande de Dios: Cristo mismo en la Comunión.
Con palabras muy recordadas en la catequesis cristiana desde hace siglos, podemos decir que la Santa Misa es “un acto de adoración; de reparación, de petición de perdón y de acción de gracias”.
En el sacrificio eucarístico que celebramos no estamos solos con Cristo. Toda la creación es presentada a Dios Padre por Cristo Nuestro Señor, que la ha redimido con su muerte y resurrección. Toda la creación da gloria y alabanza a Dios. Y unidos a la Creación, todos nosotros. Al morir para la redención de nuestros pecados, Cristo glorifica a Dios Padre, y pone a sus pies, mejor, en su corazón, la vida de cada uno de nosotros, la vida de todos los seres creados.
Y, a la vez, la Iglesia, la ya triunfante en el Cielo; la que se purifica en el Purgatorio, y la que ama en la tierra, “expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. Eucaristía significa, ante todo, acción de gracias” (Catecismo, n. 1360).
Nuestra Misa es un canto de gloria y de alabanza, de toda la Creación a su Creador, que nosotros vivimos con Cristo, Hijo de Dios hecho hombre, y por “quien fueron creadas todas las cosas”. El Espíritu Santo mueve nuestros corazones en esta acción de alabanza. ¿Cómo vivimos esta alabanza? Después de rechazar el pecado en el acto penitencial; confesando a Dios todopoderoso, en unión con los coros de ángeles y de bienaventurados, al recitar el Gloria.
El final de la Plegaria Eucarística expresa claramente esta acción de adoración y alabanza que el hombre puede vivir, y que ofrece a Dios no sólo desde su propio corazón, sino desde el seno de la Santísima Trinidad.
“Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
Al vivir la Misa, toda la vida del cristiano, se convierte en un acto de adoración a Dios; de reparación; de petición y de profunda acción de gracias.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Vivimos con atención el acto penitencial, y pedimos de verdad perdón por nuestros pecados?
-¿Somos conscientes de que vivimos la Misa con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?
-Adoración y alabanza a Dios. ¿No nos maravilla que toda la creación dé gloria a Dios, mientras se celebra la Santa Misa?
“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Y después de ponernos todos en la presencia de la Santísima Trinidad, el sacerdote nos dice: “El Señor esté con vosotros”, y nos invita a pedir perdón por nuestros pecados.
¿Por qué? Vamos a oír la Palabra de Dios, y vamos a vivir con Cristo la memoria de su muerte y de su resurrección. ¿Qué mejor preparación que la de renovar nuestros deseos de no ofenderle nunca y darle gracias porque nos invita a vivir con Él? Y ¿cómo renovamos estos deseos? Arrepintiéndonos de nuestros pecados, rechazándolos de nuestro corazón; sólo así podremos gozar del triunfo de Cristo, enriquecernos con su Palabra, y alimentarnos de Él en la Comunión.
“Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1323).
Después de decirnos que la Santa Misa es sacramento y sacrificio, el Catecismo nos invita a considerar la Eucaristía bajo tres aspectos, que vivimos en la celebración litúrgica que hemos considerado:
-es una acción de gracias y alabanza a Dios Padre;
- es el memorial del Sacrificio de Cristo, ofrecido en reparación de los pecados;
-es la presencia de Cristo Resucitado, por el poder de su Palabra y la acción del Espíritu Santo.
En definitiva, el sacramento de la Eucaristía alimenta nuestra Fe en Cristo; nuestra Esperanza –“prenda de la gloria futura”- en el Cielo; y alimenta nuestra Caridad porque, sin pecado, recibimos el amor más grande de Dios: Cristo mismo en la Comunión.
Con palabras muy recordadas en la catequesis cristiana desde hace siglos, podemos decir que la Santa Misa es “un acto de adoración; de reparación, de petición de perdón y de acción de gracias”.
En el sacrificio eucarístico que celebramos no estamos solos con Cristo. Toda la creación es presentada a Dios Padre por Cristo Nuestro Señor, que la ha redimido con su muerte y resurrección. Toda la creación da gloria y alabanza a Dios. Y unidos a la Creación, todos nosotros. Al morir para la redención de nuestros pecados, Cristo glorifica a Dios Padre, y pone a sus pies, mejor, en su corazón, la vida de cada uno de nosotros, la vida de todos los seres creados.
Y, a la vez, la Iglesia, la ya triunfante en el Cielo; la que se purifica en el Purgatorio, y la que ama en la tierra, “expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. Eucaristía significa, ante todo, acción de gracias” (Catecismo, n. 1360).
Nuestra Misa es un canto de gloria y de alabanza, de toda la Creación a su Creador, que nosotros vivimos con Cristo, Hijo de Dios hecho hombre, y por “quien fueron creadas todas las cosas”. El Espíritu Santo mueve nuestros corazones en esta acción de alabanza. ¿Cómo vivimos esta alabanza? Después de rechazar el pecado en el acto penitencial; confesando a Dios todopoderoso, en unión con los coros de ángeles y de bienaventurados, al recitar el Gloria.
El final de la Plegaria Eucarística expresa claramente esta acción de adoración y alabanza que el hombre puede vivir, y que ofrece a Dios no sólo desde su propio corazón, sino desde el seno de la Santísima Trinidad.
“Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
Al vivir la Misa, toda la vida del cristiano, se convierte en un acto de adoración a Dios; de reparación; de petición y de profunda acción de gracias.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Vivimos con atención el acto penitencial, y pedimos de verdad perdón por nuestros pecados?
-¿Somos conscientes de que vivimos la Misa con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?
-Adoración y alabanza a Dios. ¿No nos maravilla que toda la creación dé gloria a Dios, mientras se celebra la Santa Misa?
PRIMAVERA EUCARÍSTICA
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).-
“Quisiera afirmar con alegría que hoy en la Iglesia hay una 'primavera eucarística'”, así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
El Papa constató que “muchas personas se detienen silenciosas ante el Tabernáculo, para entretenerse en coloquio de amor con Jesús”, y que “no pocos grupos de jóvenes han redescubierto la belleza de rezar en adoración ante la Santísima Eucaristía”.
Ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza, el Papa habló sobre otra mujer de la Edad Media, santa Juliana de Cornillon, mística e impulsora de la fiesta del Corpus Christi o Corpus Domini en toda la Iglesia.
Benedicto XVI quiso subrayar la importancia de recuperar la adoración eucarística fuera de la Misa,: “la fidelidad al encuentro con el Cristo Eucarístico en la Santa Misa dominical es esencial para el camino de fe, pero intentemos también ir frecuentemente a visitar al Señor presente en el Tabernáculo”.
Citando la Encíclica Ecclesia de Eucharistia, constataba que “la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad”.
“Mirando en adoración la Hostia consagrada, encontramos el don del amor de Dios, encontramos la Pasión y la Cruz de Jesús, como también su Resurrección".
Precisamente a través de nuestra mirada en adoración, el Señor nos atrae hacia sí, dentro de su misterio, para transformarnos como transforma el pan y el vino”, afirmó el Papa.
El Papa mostró su deseo de que “esta 'primavera' eucarística se difunda cada vez más en todas las parroquias, en particular en Bélgica, la patria de santa Juliana”.
Corpus Domini
Siguiendo con su ciclo de santas mujeres de la Edad Media, el Papa habló sobre santa Juliana de Cornillón, conocida también como santa Juliana de Lieja, que vivió en Bélgica en el siglo XIII.
Esta mujer quedó huérfana muy pequeña y fue acogida en un convento de monjas agustinas, donde tomó los hábitos.
“Además de una vivaz inteligencia, Juliana mostraba, desde el principio, una propensión particular por la contemplación; tenía un sentido profundo de la presencia de Cristo, que experimentaba viviendo de modo particularmente intenso el Sacramento de la Eucaristía”, explicó el Papa.
Desde muy joven tuvo una visión en la que aparecía la luna en su pleno esplendor, con una franja oscura que la atravesaba diametralmente.
“El Señor le hizo comprender el significado de lo que se le había aparecido:
La luna simbolizaba la vida de la Iglesia en la tierra, la línea opaca representaba en cambio la ausencia de una fiesta litúrgica, para cuya institución se pedía a Juliana que trabajase de modo eficaz”.
Con el tiempo, Juliana contactó con otras dos santas mujeres, con las que trabajó intensamente para promover la fiesta del Corpus Domini.
“Las tres mujeres establecieron una especie de 'alianza espiritual', con el propósito de glorificar al Santísimo Sacramento”, explicó el Papa.
Esta determinación supuso también muchas dificultades, hasta el punto de tener que abandonar el convento debido a la oposición del mismo superior del que dependía su monasterio.
Juliana tuvo que acogerse a otros monasterios cistercienses, en uno de los cuales murió, ante el Santísimo Sacramento expuesto.
Nueve años después, el papa Urbano IV, que había conocido personalmente a Juliana, instituyó la solemnidad del Corpus Domini como fiesta de precepto para la Iglesia universal, el jueves sucesivo a Pentecostés”.
“Quisiera afirmar con alegría que hoy en la Iglesia hay una 'primavera eucarística'”, así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
El Papa constató que “muchas personas se detienen silenciosas ante el Tabernáculo, para entretenerse en coloquio de amor con Jesús”, y que “no pocos grupos de jóvenes han redescubierto la belleza de rezar en adoración ante la Santísima Eucaristía”.
Ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza, el Papa habló sobre otra mujer de la Edad Media, santa Juliana de Cornillon, mística e impulsora de la fiesta del Corpus Christi o Corpus Domini en toda la Iglesia.
Benedicto XVI quiso subrayar la importancia de recuperar la adoración eucarística fuera de la Misa,: “la fidelidad al encuentro con el Cristo Eucarístico en la Santa Misa dominical es esencial para el camino de fe, pero intentemos también ir frecuentemente a visitar al Señor presente en el Tabernáculo”.
Citando la Encíclica Ecclesia de Eucharistia, constataba que “la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad”.
“Mirando en adoración la Hostia consagrada, encontramos el don del amor de Dios, encontramos la Pasión y la Cruz de Jesús, como también su Resurrección".
Precisamente a través de nuestra mirada en adoración, el Señor nos atrae hacia sí, dentro de su misterio, para transformarnos como transforma el pan y el vino”, afirmó el Papa.
El Papa mostró su deseo de que “esta 'primavera' eucarística se difunda cada vez más en todas las parroquias, en particular en Bélgica, la patria de santa Juliana”.
Corpus Domini
Siguiendo con su ciclo de santas mujeres de la Edad Media, el Papa habló sobre santa Juliana de Cornillón, conocida también como santa Juliana de Lieja, que vivió en Bélgica en el siglo XIII.
Esta mujer quedó huérfana muy pequeña y fue acogida en un convento de monjas agustinas, donde tomó los hábitos.
“Además de una vivaz inteligencia, Juliana mostraba, desde el principio, una propensión particular por la contemplación; tenía un sentido profundo de la presencia de Cristo, que experimentaba viviendo de modo particularmente intenso el Sacramento de la Eucaristía”, explicó el Papa.
Desde muy joven tuvo una visión en la que aparecía la luna en su pleno esplendor, con una franja oscura que la atravesaba diametralmente.
“El Señor le hizo comprender el significado de lo que se le había aparecido:
La luna simbolizaba la vida de la Iglesia en la tierra, la línea opaca representaba en cambio la ausencia de una fiesta litúrgica, para cuya institución se pedía a Juliana que trabajase de modo eficaz”.
Con el tiempo, Juliana contactó con otras dos santas mujeres, con las que trabajó intensamente para promover la fiesta del Corpus Domini.
“Las tres mujeres establecieron una especie de 'alianza espiritual', con el propósito de glorificar al Santísimo Sacramento”, explicó el Papa.
Esta determinación supuso también muchas dificultades, hasta el punto de tener que abandonar el convento debido a la oposición del mismo superior del que dependía su monasterio.
Juliana tuvo que acogerse a otros monasterios cistercienses, en uno de los cuales murió, ante el Santísimo Sacramento expuesto.
Nueve años después, el papa Urbano IV, que había conocido personalmente a Juliana, instituyó la solemnidad del Corpus Domini como fiesta de precepto para la Iglesia universal, el jueves sucesivo a Pentecostés”.
martes, 2 de noviembre de 2010
ACCION de GRACIAS por la COMUNIÓN
Nuestro amigo, hermano adorador, miembro del Consejo Diocesano y seguidor de nuestro Blog, Ricardo Nieto, ha recopilado la reflexión sobre la oración post-comunión, extraida de varios textos consultados; merece la pena que la reflexionemos con él:
"El sentido de esta práctica de piedad es mantener, fortalecer y perfeccionar la unión alcanzada en la Santa Comunión.
Me atrevería a pensar, que muchos frutos de la Eucaristía desaparecen cuando omitimos el agradeci-
miento.. Sorprende la rapidez con que transcurre la liturgia de la Misa después de la Comunión;
una sola oración, ,la bendición, y el saludo de los fieles. ¿ y los momentos en que debemos agradecer
y orar según nuestro corazón?.
San Juan Crisóstomo dice a aquellos que salen de la Iglesia justo después de la Misa: “ El mismo te ha dado su Propio Cuerpo y tú ¿no tienes palabras para darle gracias?, tú que has participado del alimento espiritual que supera todas las cosas ¿no esperas ni unos minutos para decir Gracias?”.
Se podría decir que no basta con prepararse piadosamente antes de la Santa Comunión; es necesario
perseverar en la devoción también después de haber recibido el Sacramento. Creo que después de la
Comunión se exige una vigilancia mayor que la que valía como preparación, porque el perfecto recogi-
miento tras recibir el Sacramento es la mejor preparación para recibir una Gracia mayor. El hombre
pierde la capacidad de recibir la gracia precisamente porque después se distrae con las diversiones externas. Evitemos decir demasiadas palabras, permanezcamos en un rincón unidos a Dios.
La nueva liturgia aconseja “El sagrado silencio” antes de la oración y bendición finales, la acción de gracias se integra así en la misma liturgia, pero es tan difícil.
De todas maneras lo importante es recibir al Señor como lo recibían sus amigos en Palestina, con el celo de Marta, con el silencio atento de Maria, con el cariño de sus discípulos. Dar rienda suelta a los sentimientos de afecto, de agradecimiento, de amor. No hay necesidad de palabras, tampoco de muchos
Pensamientos. Al amor se responde con amor y con la devoción de la que cada uno es capaz, sincera y que nazca del corazón."
"El sentido de esta práctica de piedad es mantener, fortalecer y perfeccionar la unión alcanzada en la Santa Comunión.
Me atrevería a pensar, que muchos frutos de la Eucaristía desaparecen cuando omitimos el agradeci-
miento.. Sorprende la rapidez con que transcurre la liturgia de la Misa después de la Comunión;
una sola oración, ,la bendición, y el saludo de los fieles. ¿ y los momentos en que debemos agradecer
y orar según nuestro corazón?.
San Juan Crisóstomo dice a aquellos que salen de la Iglesia justo después de la Misa: “ El mismo te ha dado su Propio Cuerpo y tú ¿no tienes palabras para darle gracias?, tú que has participado del alimento espiritual que supera todas las cosas ¿no esperas ni unos minutos para decir Gracias?”.
Se podría decir que no basta con prepararse piadosamente antes de la Santa Comunión; es necesario
perseverar en la devoción también después de haber recibido el Sacramento. Creo que después de la
Comunión se exige una vigilancia mayor que la que valía como preparación, porque el perfecto recogi-
miento tras recibir el Sacramento es la mejor preparación para recibir una Gracia mayor. El hombre
pierde la capacidad de recibir la gracia precisamente porque después se distrae con las diversiones externas. Evitemos decir demasiadas palabras, permanezcamos en un rincón unidos a Dios.
La nueva liturgia aconseja “El sagrado silencio” antes de la oración y bendición finales, la acción de gracias se integra así en la misma liturgia, pero es tan difícil.
De todas maneras lo importante es recibir al Señor como lo recibían sus amigos en Palestina, con el celo de Marta, con el silencio atento de Maria, con el cariño de sus discípulos. Dar rienda suelta a los sentimientos de afecto, de agradecimiento, de amor. No hay necesidad de palabras, tampoco de muchos
Pensamientos. Al amor se responde con amor y con la devoción de la que cada uno es capaz, sincera y que nazca del corazón."
domingo, 31 de octubre de 2010
INTENCIONES GENERALES y MISIONALES DEL PAPA PARA NOVIEMBRE
General: Drogadictos y víctimas de toda forma de dependencia
Para que cuantos son víctimas de la droga y de toda forma de adicción encuentren en el poder de Dios Salvador la fuerza de cambiar radicalmente su vida, gracias al apoyo de la comunidad cristiana.
Misionera: La misión continental en América Latina
Para que las Iglesias de América Latina prosigan la misión continental propuesta por sus Obispos, insertándola en la tarea misionera universal del Pueblo de Dios
Para que cuantos son víctimas de la droga y de toda forma de adicción encuentren en el poder de Dios Salvador la fuerza de cambiar radicalmente su vida, gracias al apoyo de la comunidad cristiana.
Misionera: La misión continental en América Latina
Para que las Iglesias de América Latina prosigan la misión continental propuesta por sus Obispos, insertándola en la tarea misionera universal del Pueblo de Dios
TEMA DE REFLEXIÓN, VIGILIAS NOVIEMBRE
ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA
Noviembre de 2010.
IV.- La Santa Misa.- El sacrificio de la Eucaristía
Cristo, que nos “ama hasta el fin”, se ofrece en sacrificio por nosotros.
“El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las palabras mismas de la institución: ‘Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros` y ‘Esta copa es la nueva Alianza de mi sangre, que será derramada por vosotros` (Lc 22. 19-20). En la Eucaristía, Cristo ofrece por nosotros el mismo cuerpo que entregó en la cruz, y la misma sangre que ´derramó por muchos para remisión de los pecados`” (Mt 26, 28) (Catecismo, n. 1365).
En estas palabras de la Consagración queda bien de manifiesto una verdad que no debemos olvidar nunca: que la Eucaristía es un sacrificio. Cristo muere para obtener de Dios Padre el perdón de nuestros pecados. Y así nos da a conocer el inmenso y misericordioso amor que Dios Padre nos tiene: “Tanto amó Dios al mundo, que le dio su Hijo Unigénito” (Juan 3, 16).
“La Eucaristía es un sacrificio porque re-presenta (hace presente) el sacrificio de la Cruz, porque es su memorial y aplica su fruto” (Catecismo n. 1366).
En la Institución de la Eucaristía, y como fruto de ese Amor, Cristo anuncia ya su Resurrección “para la remisión de los pecados”, que lleva consigo la “remisión de la muerte”, ultimo enemigo que ha de vencer, y que es fruto del pecado. El pecado no quedaría vencido del todo, si no quedara derrotada la muerte para siempre.
El sacrificio de la Misa pone delante de nuestros ojos la Cruz de Cristo, y nos recuerda que la Cruz pertenece al misterio divino de la salvación. La Cruz es la manifestación de ese “amor hasta el fin”, que Cristo vivió entregándose por nosotros, libre y voluntariamente.
En la Misa, Cristo nos invita a unirnos a su Cruz, para redimir con Él, y gozar ya aquí en la tierra de un adelanto de la Resurrección; de la misma Resurrección. El seguimiento de Cristo viviendo la Misa es participación en su Cruz, es unión con su Amor. Por eso, viviendo la Misa, nuestra vida se transforma: morimos en la Cruz al pecado; y vivimos en la Eucaristía, la Resurrección, la derrota de la muerte.
En la Eucaristía nace el hombre nuevo, creado según Dios. Quien omite la Cruz, quien abandona la Misa, olvida la esencia del cristianismo, la raíz más honda de nuestra vida con Cristo, de nuestra unión con Dios. No descubrirá la luz de la Resurrección que vence a la muerte, porque no habrá muerto en la Cruz al pecado.
Después de lo que hemos reflexionado, nos podemos preguntar: Si la Eucaristía es un sacrificio, ¿se repite en el Altar el sacrificio del Calvario?
No. En el Altar se vive sacramentalmente el mismo sacrificio. Se hace “presente” el mismo sacrificio, que no se puede repetir, porque Cristo murió por nosotros una vez, y para siempre. El sacrificio del Calvario y el sacrificio de la Eucaristía, son el único y el mismo sacrificio. Así nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica: “En este divino sacrificio que se realiza en la Misa, el mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta” (n. 1367).
Cristo se sacrificó en la cruz “para redimirnos de nuestros pecados”. En la Resurrección nos redimió de la muerte, consecuencia del pecado. En la Santa Misa, el Señor presenta cada día a Dios Padre el mismo sacrificio de la cruz, y la victoria de la Resurrección, “para que todos alcancemos la salvación”, y podamos gozar eternamente de su gloria en el Cielo.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Somos conscientes de que en la Misa Cristo ofrece su muerte en la Cruz, por la redención de nuestros pecados?
-En la Cruz, Cristo nos manifiesta el Amor que nos tiene Dios Padre. ¿Damos gracias a Cristo por ese Amor?
-Descubrimos muchas veces la cruz en nuestras vidas. ¿Sabemos que si vivimos esa cruz con Cristo en la Misa, viviremos también con Él, la resurrección?
Noviembre de 2010.
IV.- La Santa Misa.- El sacrificio de la Eucaristía
Cristo, que nos “ama hasta el fin”, se ofrece en sacrificio por nosotros.
“El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las palabras mismas de la institución: ‘Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros` y ‘Esta copa es la nueva Alianza de mi sangre, que será derramada por vosotros` (Lc 22. 19-20). En la Eucaristía, Cristo ofrece por nosotros el mismo cuerpo que entregó en la cruz, y la misma sangre que ´derramó por muchos para remisión de los pecados`” (Mt 26, 28) (Catecismo, n. 1365).
En estas palabras de la Consagración queda bien de manifiesto una verdad que no debemos olvidar nunca: que la Eucaristía es un sacrificio. Cristo muere para obtener de Dios Padre el perdón de nuestros pecados. Y así nos da a conocer el inmenso y misericordioso amor que Dios Padre nos tiene: “Tanto amó Dios al mundo, que le dio su Hijo Unigénito” (Juan 3, 16).
“La Eucaristía es un sacrificio porque re-presenta (hace presente) el sacrificio de la Cruz, porque es su memorial y aplica su fruto” (Catecismo n. 1366).
En la Institución de la Eucaristía, y como fruto de ese Amor, Cristo anuncia ya su Resurrección “para la remisión de los pecados”, que lleva consigo la “remisión de la muerte”, ultimo enemigo que ha de vencer, y que es fruto del pecado. El pecado no quedaría vencido del todo, si no quedara derrotada la muerte para siempre.
El sacrificio de la Misa pone delante de nuestros ojos la Cruz de Cristo, y nos recuerda que la Cruz pertenece al misterio divino de la salvación. La Cruz es la manifestación de ese “amor hasta el fin”, que Cristo vivió entregándose por nosotros, libre y voluntariamente.
En la Misa, Cristo nos invita a unirnos a su Cruz, para redimir con Él, y gozar ya aquí en la tierra de un adelanto de la Resurrección; de la misma Resurrección. El seguimiento de Cristo viviendo la Misa es participación en su Cruz, es unión con su Amor. Por eso, viviendo la Misa, nuestra vida se transforma: morimos en la Cruz al pecado; y vivimos en la Eucaristía, la Resurrección, la derrota de la muerte.
En la Eucaristía nace el hombre nuevo, creado según Dios. Quien omite la Cruz, quien abandona la Misa, olvida la esencia del cristianismo, la raíz más honda de nuestra vida con Cristo, de nuestra unión con Dios. No descubrirá la luz de la Resurrección que vence a la muerte, porque no habrá muerto en la Cruz al pecado.
Después de lo que hemos reflexionado, nos podemos preguntar: Si la Eucaristía es un sacrificio, ¿se repite en el Altar el sacrificio del Calvario?
No. En el Altar se vive sacramentalmente el mismo sacrificio. Se hace “presente” el mismo sacrificio, que no se puede repetir, porque Cristo murió por nosotros una vez, y para siempre. El sacrificio del Calvario y el sacrificio de la Eucaristía, son el único y el mismo sacrificio. Así nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica: “En este divino sacrificio que se realiza en la Misa, el mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta” (n. 1367).
Cristo se sacrificó en la cruz “para redimirnos de nuestros pecados”. En la Resurrección nos redimió de la muerte, consecuencia del pecado. En la Santa Misa, el Señor presenta cada día a Dios Padre el mismo sacrificio de la cruz, y la victoria de la Resurrección, “para que todos alcancemos la salvación”, y podamos gozar eternamente de su gloria en el Cielo.
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Cuestionario.-
-¿Somos conscientes de que en la Misa Cristo ofrece su muerte en la Cruz, por la redención de nuestros pecados?
-En la Cruz, Cristo nos manifiesta el Amor que nos tiene Dios Padre. ¿Damos gracias a Cristo por ese Amor?
-Descubrimos muchas veces la cruz en nuestras vidas. ¿Sabemos que si vivimos esa cruz con Cristo en la Misa, viviremos también con Él, la resurrección?
martes, 26 de octubre de 2010
CIRCULAMOS PETICIONES DE ORACIÓN POR LA
(La Causa necesita un milagro, ayudemos con nuestra oración)
*********************
· Un sacerdote de la diócesis de Orense, nos comunica dos posibles gracias para pedir al Señor por mediación del Siervo de Dios Luis de Trelles y Noguerol.
1ª.- La curación de un niño de dos años y medio, de Orense, que nació con una lesión medular y no puede caminar. Si se le cae la cabeza hacia delante ya no es capaz de levantarla. El niño va creciendo y cogiendo peso por lo que levantarlo en brazos cada vez es más difícil; es un peso muerto. Es fácil suponer la angustia de sus padres.
2ª.- La madre de este sacerdote, que nos comunica estas dos gracias para pedir al Señor, padece un cáncer de pulmón, con metástasis ósea. Lo lleva con toda la dignidad que le es posible. Ha cumplido 4 años con la enfermedad, pero el tratamiento es muy duro y no lo aguanta.
Todos pedimos su curación por intercesión del Siervo de Dios Luis de Trelles y Noguerol.
· Para que, si es la voluntad del Señor, que el Siervo de Dios llegue a ser glorificado, pedimos vuestra oración a la espera de una pronta curación. Sería maravilloso que el Señor quisiera mostrar su amor. Ayúdennos.
¡La oración todo lo puede!
ORACIÓN PARA LA DEVOCIÓN PRIVADA
Padre nuestro que estás en el Cielo. Tú que escogiste a tu siervo LUIS DE TRELLES como laico comprometido en su tiempo y ardiente Adorador de la EUCARISTÍA: Dame la gracia de imitarle cumpliendo siempre fielmente con mi compromiso en la adoración del Sacramento y en el servicio a los demás. Dígnate glorificar a tu siervo LUIS y concédeme por su intercesión la gracia que humildemente te pido. (Pídase la gracia) Así sea.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII.
(Con licencia eclesiástica del Obispado de Zamora)
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· Un sacerdote de la diócesis de Orense, nos comunica dos posibles gracias para pedir al Señor por mediación del Siervo de Dios Luis de Trelles y Noguerol.
1ª.- La curación de un niño de dos años y medio, de Orense, que nació con una lesión medular y no puede caminar. Si se le cae la cabeza hacia delante ya no es capaz de levantarla. El niño va creciendo y cogiendo peso por lo que levantarlo en brazos cada vez es más difícil; es un peso muerto. Es fácil suponer la angustia de sus padres.
2ª.- La madre de este sacerdote, que nos comunica estas dos gracias para pedir al Señor, padece un cáncer de pulmón, con metástasis ósea. Lo lleva con toda la dignidad que le es posible. Ha cumplido 4 años con la enfermedad, pero el tratamiento es muy duro y no lo aguanta.
Todos pedimos su curación por intercesión del Siervo de Dios Luis de Trelles y Noguerol.
· Para que, si es la voluntad del Señor, que el Siervo de Dios llegue a ser glorificado, pedimos vuestra oración a la espera de una pronta curación. Sería maravilloso que el Señor quisiera mostrar su amor. Ayúdennos.
¡La oración todo lo puede!
ORACIÓN PARA LA DEVOCIÓN PRIVADA
Padre nuestro que estás en el Cielo. Tú que escogiste a tu siervo LUIS DE TRELLES como laico comprometido en su tiempo y ardiente Adorador de la EUCARISTÍA: Dame la gracia de imitarle cumpliendo siempre fielmente con mi compromiso en la adoración del Sacramento y en el servicio a los demás. Dígnate glorificar a tu siervo LUIS y concédeme por su intercesión la gracia que humildemente te pido. (Pídase la gracia) Así sea.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII.
(Con licencia eclesiástica del Obispado de Zamora)
martes, 19 de octubre de 2010
NOS CUESTA SER AGRADECIDOS
Fernando Rivero, desde Zaragoza me remite la reflexión a un pasaje del Evangelío, cuyo texto quiero compartir con vosotros:
“Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias”.
Dice el refrán que “es de bien nacidos el ser agradecidos”. Sin embargo, el episodio de los diez leprosos que encontramos en el Evangelio, nos muestra y nos revela que la gratitud es, más bien, una virtud rara, una virtud exótica.
Nos cuesta ser agradecidos. Pero ¿por qué? Tal vez porque en el fondo “dar las gracias” implica regresar un camino; algo que no siempre estamos dispuestos a hacer: “Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó...”
Esos hombres, los diez, estaban desahuciados, eran unos muertos en vida, comidos por la enfermedad y por la soledad, señalados por la sociedad, proscritos, relegados, rotos por dentro y por fuera. Esos hombres pasaron en un instante a recuperar, de golpe, toda su dignidad, toda su salud, todo su cuerpo. Debió ser algo impresionante, inesperado, impactante. El único detalle en contra es que Jesús lo hizo gratis. A Jesús no le debían mil millones de dólares, ni siquiera un regalo de agradecimiento. Lo único que les ataba a la persona que les había curado era su capacidad de agradecer; pero eso implicaba regresar por el mismo camino, tal vez perder un poco de tiempo, y reconocer el favor. Algo que sólo uno estuvo dispuesto a hacer.
“Regresar el camino” y dar las gracias no siempre y no todos estamos dispuestos a hacerlo. Somos mucho más agradecidos con el doctor, que nos recibe en su consulta, reloj en mano, y nos receta un medicamento, una dieta o una terapia, que con el confesor que nos absuelve, sin dinero de por medio, y nos limpia de la lepra del pecado. Somos más agradecidos con el funcionario que nos hace algún favor, que con nuestros padres, que con esfuerzo y sacrificio han gastado y han dado su vida para sacar adelante la nuestra.
¿Y con Dios? con Dios, más que agradecidos somos exigentes y muchas veces injustos. Le exigimos curaciones, milagros, suerte, le exigimos un buen trabajo, que nos vaya siempre bien en la vida, que no nos pase nada ni a nosotros ni a los nuestros, que nuestros hijos tengan éxito en la vida.... Exigimos, exigimos, exigimos y si no nos cumple renegamos, nos alejamos o dudamos de Él haciéndolo culpable de todo lo que nos pasa.
Es triste, que no nos hayamos dado cuenta de que Dios ya hizo el gran milagro; que Él ya cumplió su parte. Él nos ha dado lo más importante: la existencia y su amor; su vida y su muerte; su cuerpo y su sangre; la resurrección y la vida eterna. A nosotros es a quien corresponde, ahora, recorrer el camino. El problema es si estamos dispuestos a regresar, ese camino, para corresponder con nuestra capacidad de agradecer.
Diez leprosos fueron curados de su enfermedad. Los diez se beneficiaron del milagro, pero sólo uno regresó para dar las gracias. Ese leproso, además del milagro de su curación corporal, escuchó palabras no menos misteriosas e impresionantes, que sin duda marcaron el resto de su existencia: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.
Cada domingo tenemos la oportunidad de “regresar por el camino” de acción de gracias a Dios. La palabra “Eucaristía”, significa “acción de gracias”. Sólo por ese motivo se justifica ir a Misa. Sorprende y entristece ver la facilidad con que dejamos de hacerlo, a veces por flojera, las prisas de la vida, nos hacen ver ese “dar gracias” como una pérdida de tiempo. Con toda razón, el Papa Juan Pablo II advertía a todos los creyentes que “la Eucaristía dominical, congregando a los cristianos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión”. No hacerlo, no es sólo signo de ingratitud, sino también signo de despiste existencial. Ser agradecidos no cuesta dinero, es gratis; tal vez eso es lo malo, porque todo lo gratuito corre el riesgo de no ser valorado. Es cierto que no cuesta dinero en esta vida, pero tendrá su peso cuando en la otra oigamos: “¿No fueron diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?”
“Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias”.
Dice el refrán que “es de bien nacidos el ser agradecidos”. Sin embargo, el episodio de los diez leprosos que encontramos en el Evangelio, nos muestra y nos revela que la gratitud es, más bien, una virtud rara, una virtud exótica.
Nos cuesta ser agradecidos. Pero ¿por qué? Tal vez porque en el fondo “dar las gracias” implica regresar un camino; algo que no siempre estamos dispuestos a hacer: “Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó...”
Esos hombres, los diez, estaban desahuciados, eran unos muertos en vida, comidos por la enfermedad y por la soledad, señalados por la sociedad, proscritos, relegados, rotos por dentro y por fuera. Esos hombres pasaron en un instante a recuperar, de golpe, toda su dignidad, toda su salud, todo su cuerpo. Debió ser algo impresionante, inesperado, impactante. El único detalle en contra es que Jesús lo hizo gratis. A Jesús no le debían mil millones de dólares, ni siquiera un regalo de agradecimiento. Lo único que les ataba a la persona que les había curado era su capacidad de agradecer; pero eso implicaba regresar por el mismo camino, tal vez perder un poco de tiempo, y reconocer el favor. Algo que sólo uno estuvo dispuesto a hacer.
“Regresar el camino” y dar las gracias no siempre y no todos estamos dispuestos a hacerlo. Somos mucho más agradecidos con el doctor, que nos recibe en su consulta, reloj en mano, y nos receta un medicamento, una dieta o una terapia, que con el confesor que nos absuelve, sin dinero de por medio, y nos limpia de la lepra del pecado. Somos más agradecidos con el funcionario que nos hace algún favor, que con nuestros padres, que con esfuerzo y sacrificio han gastado y han dado su vida para sacar adelante la nuestra.
¿Y con Dios? con Dios, más que agradecidos somos exigentes y muchas veces injustos. Le exigimos curaciones, milagros, suerte, le exigimos un buen trabajo, que nos vaya siempre bien en la vida, que no nos pase nada ni a nosotros ni a los nuestros, que nuestros hijos tengan éxito en la vida.... Exigimos, exigimos, exigimos y si no nos cumple renegamos, nos alejamos o dudamos de Él haciéndolo culpable de todo lo que nos pasa.
Es triste, que no nos hayamos dado cuenta de que Dios ya hizo el gran milagro; que Él ya cumplió su parte. Él nos ha dado lo más importante: la existencia y su amor; su vida y su muerte; su cuerpo y su sangre; la resurrección y la vida eterna. A nosotros es a quien corresponde, ahora, recorrer el camino. El problema es si estamos dispuestos a regresar, ese camino, para corresponder con nuestra capacidad de agradecer.
Diez leprosos fueron curados de su enfermedad. Los diez se beneficiaron del milagro, pero sólo uno regresó para dar las gracias. Ese leproso, además del milagro de su curación corporal, escuchó palabras no menos misteriosas e impresionantes, que sin duda marcaron el resto de su existencia: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.
Cada domingo tenemos la oportunidad de “regresar por el camino” de acción de gracias a Dios. La palabra “Eucaristía”, significa “acción de gracias”. Sólo por ese motivo se justifica ir a Misa. Sorprende y entristece ver la facilidad con que dejamos de hacerlo, a veces por flojera, las prisas de la vida, nos hacen ver ese “dar gracias” como una pérdida de tiempo. Con toda razón, el Papa Juan Pablo II advertía a todos los creyentes que “la Eucaristía dominical, congregando a los cristianos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión”. No hacerlo, no es sólo signo de ingratitud, sino también signo de despiste existencial. Ser agradecidos no cuesta dinero, es gratis; tal vez eso es lo malo, porque todo lo gratuito corre el riesgo de no ser valorado. Es cierto que no cuesta dinero en esta vida, pero tendrá su peso cuando en la otra oigamos: “¿No fueron diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?”
OREMOS TODOS POR LA VIDA
La Adoración Nocturna en Sevilla, siguiendo las indicaciones de nuestro Arzobispo, celebrará el próximo día 21 de octubre, jueves, una Exposición extraordinaria del Santísimo en la Iglesia de San Hermenegildo, desde las 10 hasta las 18:30 horas. La Exposición culminará con una Eucaristía.
La idea de este acto es orar por la vida con motivo del Congreso que un grupo de profesionales favorecedores de prácticas o medios abortistas celebrará en Sevilla del 21 al 23 de octubre
La idea de este acto es orar por la vida con motivo del Congreso que un grupo de profesionales favorecedores de prácticas o medios abortistas celebrará en Sevilla del 21 al 23 de octubre
lunes, 18 de octubre de 2010
VIGILIA DE ORACIÓN 21 DE OCTUBRE DE 2010
“UN Sí ROTUNDO A LA VIDA”
El Consejo de Apostolado Seglar convoca a los miembros de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla y a cuantos fieles laicos quieran acompañarnos el próximo 21 de octubre para celebrar una Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento a las 21.00 horas en Iglesia Colegial del Divino Salvador de Sevilla a favor de la vida, para impulsar una cultura que acoja y promueva la vida .
“Un sí rotundo a la vida”, como ya conocemos el Sr. Arzobispo de Sevilla ha escrito esta semana sobre este tema de tanta importancia. En la carta, insta a los grupos y movimientos apostólicos, y otros colectivos diocesanos a intensificar la oración ante el Santísimo Sacramento durante los días 21, 22 y 23 de octubre. Como ya conocemos durante estos días se celebrará en Sevilla un Congreso Internacional sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas.
El Consejo de Apostolado Seglar convoca a los miembros de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla y a cuantos fieles laicos quieran acompañarnos el próximo 21 de octubre para celebrar una Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento a las 21.00 horas en Iglesia Colegial del Divino Salvador de Sevilla a favor de la vida, para impulsar una cultura que acoja y promueva la vida .
“Un sí rotundo a la vida”, como ya conocemos el Sr. Arzobispo de Sevilla ha escrito esta semana sobre este tema de tanta importancia. En la carta, insta a los grupos y movimientos apostólicos, y otros colectivos diocesanos a intensificar la oración ante el Santísimo Sacramento durante los días 21, 22 y 23 de octubre. Como ya conocemos durante estos días se celebrará en Sevilla un Congreso Internacional sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas.
NOTA DE PRENSA DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA
En las últimas semanas, los Medios de comunicación social han dado cuenta de algunos sucesos de los que han sido protagonistas tristemente algunos sacerdotes. Para conocimiento general, y muy especialmente, de los cristianos de la Archidiócesis, con gran dolor, el Arzobispo desea manifestar lo siguiente:
1. En relación con la parroquia de San José Obrero de San Juan de Aznalfarache, tan pronto como el Arzobispo tuvo noticia fidedigna de la sustancia de los hechos, tuvo una entrevista con el sacerdote, quien dos días después decidió espontáneamente abandonar la parroquia. Con fecha 13 de octubre, el Arzobispo firmó un decreto apartándole de su oficio pastoral y suspendiéndole del ejercicio del ministerio, al tiempo que incoaba un proceso canónico, cuyas actas, en cumplimiento de las normas vigentes, serán enviadas oportunamente a la Santa Sede para su decisión definitiva.
2. Con respecto a la muerte de un sacerdote de la capital, que según fuentes dignas de crédito, después se ha demostrado que fue violenta, el Arzobispo deplora el hecho y sus circunstancias, encomienda al difunto a la misericordia infinita de Dios y reza por la conversión de quienes le quitaron la vida.
3. Al mismo tiempo que manifiesta su propósito de colaborar con la justicia, invita a los cristianos de la Archidiócesis a seguir ayudando y estimando a sus sacerdotes, cuya inmensa mayoría son fieles a su ministerio y están dejando la vida al servicio de sus comunidades. En estos momentos de confusión y dolor, ruega a todos que les encomienden al Señor para que les sostenga y sigan viviendo con gozo su entrega a la hermosísima vocación que les ha regalado en su Iglesia, al servicio del Evangelio y de sus hermanos.
4. Ante estos acontecimientos, el Arzobispo desea confortar también a sus sacerdotes, que deben ver en estas situaciones, objetivamente deplorables y negativas, un signo, una llamada del Señor a ejercer con autenticidad creciente cada día su ministerio y a vivir fiel y santamente su sacerdocio. De esta forma se cumplirá también en nosotros aquello que dice San Pablo en la carta a los Romanos, que para los que aman a Dios, todo lo que sucede, sucede para bien.
Sevilla, 17 de octubre de 2010
+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla
1. En relación con la parroquia de San José Obrero de San Juan de Aznalfarache, tan pronto como el Arzobispo tuvo noticia fidedigna de la sustancia de los hechos, tuvo una entrevista con el sacerdote, quien dos días después decidió espontáneamente abandonar la parroquia. Con fecha 13 de octubre, el Arzobispo firmó un decreto apartándole de su oficio pastoral y suspendiéndole del ejercicio del ministerio, al tiempo que incoaba un proceso canónico, cuyas actas, en cumplimiento de las normas vigentes, serán enviadas oportunamente a la Santa Sede para su decisión definitiva.
2. Con respecto a la muerte de un sacerdote de la capital, que según fuentes dignas de crédito, después se ha demostrado que fue violenta, el Arzobispo deplora el hecho y sus circunstancias, encomienda al difunto a la misericordia infinita de Dios y reza por la conversión de quienes le quitaron la vida.
3. Al mismo tiempo que manifiesta su propósito de colaborar con la justicia, invita a los cristianos de la Archidiócesis a seguir ayudando y estimando a sus sacerdotes, cuya inmensa mayoría son fieles a su ministerio y están dejando la vida al servicio de sus comunidades. En estos momentos de confusión y dolor, ruega a todos que les encomienden al Señor para que les sostenga y sigan viviendo con gozo su entrega a la hermosísima vocación que les ha regalado en su Iglesia, al servicio del Evangelio y de sus hermanos.
4. Ante estos acontecimientos, el Arzobispo desea confortar también a sus sacerdotes, que deben ver en estas situaciones, objetivamente deplorables y negativas, un signo, una llamada del Señor a ejercer con autenticidad creciente cada día su ministerio y a vivir fiel y santamente su sacerdocio. De esta forma se cumplirá también en nosotros aquello que dice San Pablo en la carta a los Romanos, que para los que aman a Dios, todo lo que sucede, sucede para bien.
Sevilla, 17 de octubre de 2010
+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla
viernes, 8 de octubre de 2010
NOTA DE LA DELEGACION DIOCESANA DE APOSTOLADO SEGLAR
Adjunto la Carta Pastoral que el Sr. Arzobispo ha escrito “Un sí rotundo a la vida”. En dicha carta nos insta a los grupos y movimientos apostólicos y otros colectivos diocesanos a intensificar nuestra oración ante el Santísimo Sacramento que durante los días 21, 22 y 23 de octubre en los que se celebrará en Sevilla un Congreso Internacional sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas.
Por todo ello, una vez consultados diversos miembros del Consejo de Apostolado Seglar hemos convocado a los miembros de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla y a cuantos fieles laicos quieran acompañarnos el próximo 21 de octubre para celebrar una Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento a las 21.00 horas en Iglesia Colegial del Salvador de Sevilla ruego se lo transmitáis a todos los miembros de vuestras organizaciones para que puedan asistir, pido también que les hagáis llegar la carta pastoral del Sr. Arzobispo por el medio que consideréis
Por todo ello, una vez consultados diversos miembros del Consejo de Apostolado Seglar hemos convocado a los miembros de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla y a cuantos fieles laicos quieran acompañarnos el próximo 21 de octubre para celebrar una Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento a las 21.00 horas en Iglesia Colegial del Salvador de Sevilla ruego se lo transmitáis a todos los miembros de vuestras organizaciones para que puedan asistir, pido también que les hagáis llegar la carta pastoral del Sr. Arzobispo por el medio que consideréis
Carta Pastoral de nuestro Arzobispo en DEFENSA DE LA VIDA
Queridos hermanos y hermanas:
En las últimas semanas no pocos cristianos de la Archidiócesis me habéis manifestado vuestra preocupación por la celebración en Sevilla de un congreso de ámbito mundial sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas. Tendrá lugar entre los días 21 y 23 de octubre y, según parece, será financiado por instituciones públicas de la capital y la región.
Algunos me habéis pedido que haga cuanto esté a mi alcance por impedirlo. Como podéis imaginar, no tengo en mis manos la posibilidad evitar su celebración, pero si tengo el deber de iluminar la conciencia de nuestros fieles sobre este acontecimiento que, a mi juicio, no va a ser un hito glorioso en la historia de nuestra ciudad.
El pasado 4 de julio entró en vigor en España la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que en realidad no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas.
Su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral. El aborto es siempre una inmoralidad, un mal objetivo; no es progreso sino regresión. En realidad es un “crimen abominable”, como lo calificó el Concilio Vaticano II (GS 51), por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano a petición de sus progenitores, con el concurso de los médicos, los primeros, junto con los padres, que deberían tutelar esa vida naciente.
¿Y qué podemos hacer los cristianos ante el drama del aborto y ante la segura celebración del citado congreso? Una primera posibilidad es que nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos, muchos de los cuales aceptan casi sin pestañear la realidad del aborto en nombre del progreso y de la libertad de la mujer.
La aceptación social del aborto es una realidad fatal, como reconociera el filósofo Julián Marías hace unos años, calificándola como uno de los acontecimientos más graves que han acaecido en el siglo XX. Algo parecido afirmó poco antes de su muerte el gran escritor Miguel Delibes.
En este sentido os invito a todos a difundir en vuestros ambientes, en vuestros hogares, en vuestros lugares de trabajo y en cualquier oportunidad, también en la catequesis y en la formación religiosa escolar, el Evangelio de la Vida, es decir, el valor sagrado de toda vida humana desde la fecundación hasta su ocaso natural, de modo que paulatinamente vayamos sustituyendo la mentalidad abortista y la “cultura de la muerte” por una cultura que acoja y promueva la vida.
En diciembre de 2007, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución por la que se invitaba a los Estados miembros a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Dios quiera que llegue también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos reconozcamos con vergüenza el inmenso y trágico error cometido en los siglos XX y XXI por la humanidad.
¿Qué más podemos hacer? Una forma sencilla de implicarnos en la defensa de la vida humana es rezar. La oración privada y pública es el alma de toda pastoral. También lo es de la defensa de la vida, don de Dios, del que nadie arbitrariamente puede disponer. Así lo reconocía el Papa Juan Pablo II en 1995 en la encíclica Evangelium vitae al decirnos que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero.
Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida". Por ello, sugiero a los sacerdotes que en los días de la celebración del congreso tengan en cuenta esta intención en las preces de los fieles de la Santa Misa y en el rezo del Rosario en las parroquias, y que incluso programen algún acto especial de oración ante el Santísimo por esta causa.
Lo pido también a las contemplativas, a las Hermandades en sus cultos y a los grupos y movimientos apostólicos. En todos los casos se puede concluir la oración con la bellísima plegaria a la Santísima Virgen que escribiera el Papa Juan Pablo II como colofón de la citada encíclica.
Termino mi carta semanal manifestando mi respaldo y aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas. Pocas formas de acción social y de apostolado son hoy tan hermosas y urgentes como ésta. Dios quiera que seamos muchos, también las instancias públicas, los que les secundemos y ayudemos.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
En las últimas semanas no pocos cristianos de la Archidiócesis me habéis manifestado vuestra preocupación por la celebración en Sevilla de un congreso de ámbito mundial sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas. Tendrá lugar entre los días 21 y 23 de octubre y, según parece, será financiado por instituciones públicas de la capital y la región.
Algunos me habéis pedido que haga cuanto esté a mi alcance por impedirlo. Como podéis imaginar, no tengo en mis manos la posibilidad evitar su celebración, pero si tengo el deber de iluminar la conciencia de nuestros fieles sobre este acontecimiento que, a mi juicio, no va a ser un hito glorioso en la historia de nuestra ciudad.
El pasado 4 de julio entró en vigor en España la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que en realidad no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas.
Su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral. El aborto es siempre una inmoralidad, un mal objetivo; no es progreso sino regresión. En realidad es un “crimen abominable”, como lo calificó el Concilio Vaticano II (GS 51), por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano a petición de sus progenitores, con el concurso de los médicos, los primeros, junto con los padres, que deberían tutelar esa vida naciente.
¿Y qué podemos hacer los cristianos ante el drama del aborto y ante la segura celebración del citado congreso? Una primera posibilidad es que nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos, muchos de los cuales aceptan casi sin pestañear la realidad del aborto en nombre del progreso y de la libertad de la mujer.
La aceptación social del aborto es una realidad fatal, como reconociera el filósofo Julián Marías hace unos años, calificándola como uno de los acontecimientos más graves que han acaecido en el siglo XX. Algo parecido afirmó poco antes de su muerte el gran escritor Miguel Delibes.
En este sentido os invito a todos a difundir en vuestros ambientes, en vuestros hogares, en vuestros lugares de trabajo y en cualquier oportunidad, también en la catequesis y en la formación religiosa escolar, el Evangelio de la Vida, es decir, el valor sagrado de toda vida humana desde la fecundación hasta su ocaso natural, de modo que paulatinamente vayamos sustituyendo la mentalidad abortista y la “cultura de la muerte” por una cultura que acoja y promueva la vida.
En diciembre de 2007, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución por la que se invitaba a los Estados miembros a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Dios quiera que llegue también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos reconozcamos con vergüenza el inmenso y trágico error cometido en los siglos XX y XXI por la humanidad.
¿Qué más podemos hacer? Una forma sencilla de implicarnos en la defensa de la vida humana es rezar. La oración privada y pública es el alma de toda pastoral. También lo es de la defensa de la vida, don de Dios, del que nadie arbitrariamente puede disponer. Así lo reconocía el Papa Juan Pablo II en 1995 en la encíclica Evangelium vitae al decirnos que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero.
Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida". Por ello, sugiero a los sacerdotes que en los días de la celebración del congreso tengan en cuenta esta intención en las preces de los fieles de la Santa Misa y en el rezo del Rosario en las parroquias, y que incluso programen algún acto especial de oración ante el Santísimo por esta causa.
Lo pido también a las contemplativas, a las Hermandades en sus cultos y a los grupos y movimientos apostólicos. En todos los casos se puede concluir la oración con la bellísima plegaria a la Santísima Virgen que escribiera el Papa Juan Pablo II como colofón de la citada encíclica.
Termino mi carta semanal manifestando mi respaldo y aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas. Pocas formas de acción social y de apostolado son hoy tan hermosas y urgentes como ésta. Dios quiera que seamos muchos, también las instancias públicas, los que les secundemos y ayudemos.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
miércoles, 29 de septiembre de 2010
FUNDACIÓN LUIS DE TRELLES
Boletín de noticias - Septiembre 2010
Estimados amigos:
Con este boletín iniciamos un nuevo modo de comunicarnos con todos vosotros; queremos sea una forma de intercambio, en el que os mandaremos nuestras noticias y esperamos recibir vuestras sugerencias y comentarios.
Este año 2010 ha sido pródigo en acontecimientos: Un año en que el Señor nos ha bendecido, y nos ha impulsado en nuestras actividades: En abril, la Ofrenda en Zamora, en Mayo el Pregón del Corpus en Villacarrillo (Jaén). Del 28 al 30 de mayo, la intervención en el X Congreso Eucarístico de Toledo, con D. Antonio Troncoso. La celebración de las Bodas de Oro de nuestro Asesor Espiritual Don Placido Vázquez Peña… Todo ello está reflejado en nuestra página Web www.fundaciontrelles.org, que os invitamos a visitar.
XXI Curso de verano: Ha sido la culminación de los eventos, en Ribadeo, un marco maravilloso, conferencias interesantísimas, y como mención especial la intervención de la Profesora Doña Milagros Otero, que expuso con mucha belleza el tema “La cortesía de don Luis de Trelles”, citando el párrafo de don Luis: “La delicadeza es una condición natural del amor. Es una cualidad que muchos tienen y que pocos comprenden en los demás y aún menos usan en sus relaciones. Es una modalidad de relación que expresa un sentido íntimo, del alma, dirigido al mismo sentido de otra alma; es una condición de los pensamientos palabras y obras que brotan de una exquisitez de sensibilidad” (Trelles). (En estos tiempos en que tan poco se valora y se practica la cortesía y el respeto). La referencia de las actividades del curso está en nuestra Web, que podéis ver.
Oración de intercesión: Renovamos la súplica de que sigamos orando por la curación de María Ramos, joven de 17 años, que padece una grave dolencia Su familia identificada con la causa solicita nuestra oración. Sería un caso muy interesante para la beatificación del siervo de Dios.
Que nuestra página Web sea un medio de difusión de la vida y el espíritu de Luis de Trelles y de unión de oraciones para que pronto lo veamos en los altares.
Estimados amigos:
Con este boletín iniciamos un nuevo modo de comunicarnos con todos vosotros; queremos sea una forma de intercambio, en el que os mandaremos nuestras noticias y esperamos recibir vuestras sugerencias y comentarios.
Este año 2010 ha sido pródigo en acontecimientos: Un año en que el Señor nos ha bendecido, y nos ha impulsado en nuestras actividades: En abril, la Ofrenda en Zamora, en Mayo el Pregón del Corpus en Villacarrillo (Jaén). Del 28 al 30 de mayo, la intervención en el X Congreso Eucarístico de Toledo, con D. Antonio Troncoso. La celebración de las Bodas de Oro de nuestro Asesor Espiritual Don Placido Vázquez Peña… Todo ello está reflejado en nuestra página Web www.fundaciontrelles.org, que os invitamos a visitar.
XXI Curso de verano: Ha sido la culminación de los eventos, en Ribadeo, un marco maravilloso, conferencias interesantísimas, y como mención especial la intervención de la Profesora Doña Milagros Otero, que expuso con mucha belleza el tema “La cortesía de don Luis de Trelles”, citando el párrafo de don Luis: “La delicadeza es una condición natural del amor. Es una cualidad que muchos tienen y que pocos comprenden en los demás y aún menos usan en sus relaciones. Es una modalidad de relación que expresa un sentido íntimo, del alma, dirigido al mismo sentido de otra alma; es una condición de los pensamientos palabras y obras que brotan de una exquisitez de sensibilidad” (Trelles). (En estos tiempos en que tan poco se valora y se practica la cortesía y el respeto). La referencia de las actividades del curso está en nuestra Web, que podéis ver.
Oración de intercesión: Renovamos la súplica de que sigamos orando por la curación de María Ramos, joven de 17 años, que padece una grave dolencia Su familia identificada con la causa solicita nuestra oración. Sería un caso muy interesante para la beatificación del siervo de Dios.
Que nuestra página Web sea un medio de difusión de la vida y el espíritu de Luis de Trelles y de unión de oraciones para que pronto lo veamos en los altares.
INTENCIONES GENERALES DE LA ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA
Serán intenciones generales y permanentes de la Adoración Nocturna Española de la Diócesis de Sevilla por las que se pedirá en todas las Vigilias, explícita o implícitamente, las siguientes:
1ª La mayor honra y gloria de Dios.
2ª La Iglesia Católica, la propagación de la Fe y la unión de los cristianos.
3ª Las intenciones del Papa y de nuestro Obispo.
4ª La paz y la justicia en el mundo.
5ª La propagación y perfección de la Adoración Nocturna y Diurna en todo el mundo.
6ª El fomento de los medios de comunicación católicos.
7ª El aumento de las vocaciones y la perfección espiritual del clero y las comunidades religiosas.
8ª Quienes padecen necesidades de orden espiritual o material.
9ª Los movimientos de apostolado y de caridad.
10ª Las benditas almas del Purgatorio.
11ª Por el mantenimiento de la fe católica en España.
1ª La mayor honra y gloria de Dios.
2ª La Iglesia Católica, la propagación de la Fe y la unión de los cristianos.
3ª Las intenciones del Papa y de nuestro Obispo.
4ª La paz y la justicia en el mundo.
5ª La propagación y perfección de la Adoración Nocturna y Diurna en todo el mundo.
6ª El fomento de los medios de comunicación católicos.
7ª El aumento de las vocaciones y la perfección espiritual del clero y las comunidades religiosas.
8ª Quienes padecen necesidades de orden espiritual o material.
9ª Los movimientos de apostolado y de caridad.
10ª Las benditas almas del Purgatorio.
11ª Por el mantenimiento de la fe católica en España.
INTENCIONES DEL PAPA para el mes de OCTUBRE
GENERAL: Las Universidades Católicas
Para que las Universidades Católicas sean cada vez más lugares donde, gracias a la luz del Evangelio, sea posible experimentar la armónica unidad que hay entre fe y razón.
MISIONERA La Jornada Misionera Mundial
Para que la celebración de la Jornada Misionera Mundial sea ocasión para comprender que la tarea de anunciar a Cristo es un servicio necesario e irrenunciable que la Iglesia está llamada a desempeñar en favor de la humanidad
Para que las Universidades Católicas sean cada vez más lugares donde, gracias a la luz del Evangelio, sea posible experimentar la armónica unidad que hay entre fe y razón.
MISIONERA La Jornada Misionera Mundial
Para que la celebración de la Jornada Misionera Mundial sea ocasión para comprender que la tarea de anunciar a Cristo es un servicio necesario e irrenunciable que la Iglesia está llamada a desempeñar en favor de la humanidad
LA IMPORTANCIA DE LA LITURGIA EN LA VIDA ESPIRITUAL CRISTIANA
ZS10092910 - 29-09-2010
Permalink: http://www.zenit.org/article-36725?l=spanish
El Papa afirma que la liturgia es fundamental en la vida cristiana
Propone como modelo a la santa alemana Matilde de Hackeborn
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 29 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI subrayó hoy la importancia de la liturgia en la vida espiritual cristiana, como lo fue para santa Matilde de Hackeborn, a quien presentó hoy durante la audiencia general.
Siguiendo con su ciclo de escritores cristianos, que con Hildegarda de Bingen a finales de agosto inauguró una serie de catequesis sobre mujeres insignes, el Papa quiso hoy detenerse en una de las grandes figuras del monaquismo alemán.
Santa Matilde de Hackeborn, de familia noble, nació y murió en el siglo XIII en Turingia (Alemania), y vivió casi toda su vida recluída en el convento de Helfta, en la misma congregación que su hermana mayor Gertrudis.
En aquella época, y gracias a Gertrudis, el monasterio de Rodersdorf y después el de Helfta se convirtieron, afirmó el Papa, en un importante “centro de mística y de cultura, escuela de formación científica y teológica”.
Matilde “se distinguió por la humildad, fervor, amabilidad, limpieza e inocencia de vida, familiaridad e intensidad con que vivió su relación con Dios, la Virgen y los Santos. Estaba dotada de elevadas cualidades naturales y espirituales”.
Entre otras, tenía una voz de una extraordinaria suavidad. Fue maestra del coro del convento, además de maestra de novicias.
La llamaban con el sobrenombre de “ruiseñor de Dios”.
“La oración y la contemplación fueron el humus vital de su existencia: las revelaciones, sus enseñanzas, su servicio al prójimo, su camino en la fe y en el amor tienen aquí su raíz y su contexto”, explicó el Papa.
El Pontífice añadió que “es impresionante la capacidad que esta santa tenía de vivir la Liturgia en sus varios componentes, incluso los más sencillos, llevándola a la vida monástica cotidiana”.
“Sus visiones, sus enseñanzas, las circunstancias de su existencia se describen con expresiones que evocan el lenguaje litúrgico y bíblico”, explicó.
La santa tenía, destacó el Papa, un “profundo conocimiento de la Sagrada Escritura, su pan cotidiano. Recurre continuamente a ella, sea valorando los textos bíblicos leídos en la liturgia, sea tomando símbolos, términos, paisajes, imágenes, personajes”.
De Matilde, Benedicto XVI invitó a los fieles a imitar la importancia que ésta daba a la Liturgia de las Horas y a la Santa Misa.
“La oración personal y litúrgica, especialmente la Liturgia de las Horas y la Santa Misa son la raíz de la experiencia espiritual de santa Matilde de Hackeborn”.
“Esto es también para nosotros una fuerte invitación a intensificar nuestra amistad con el Señor, sobre todo a través de la oración cotidiana y la participación atenta, fiel y activa en la Santa Misa. La Liturgia es una gran escuela de espiritualidad”, añadió.
Matilde sentía gran predilección por el Evangelio, que el mismo Jesús, en una visión, le recomendó leer, para comprender “su inmenso amor”, que “en ningún lugar se encuentra expresado más claramente que en el Evangelio”.
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El Papa afirma que la liturgia es fundamental en la vida cristiana
Propone como modelo a la santa alemana Matilde de Hackeborn
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 29 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI subrayó hoy la importancia de la liturgia en la vida espiritual cristiana, como lo fue para santa Matilde de Hackeborn, a quien presentó hoy durante la audiencia general.
Siguiendo con su ciclo de escritores cristianos, que con Hildegarda de Bingen a finales de agosto inauguró una serie de catequesis sobre mujeres insignes, el Papa quiso hoy detenerse en una de las grandes figuras del monaquismo alemán.
Santa Matilde de Hackeborn, de familia noble, nació y murió en el siglo XIII en Turingia (Alemania), y vivió casi toda su vida recluída en el convento de Helfta, en la misma congregación que su hermana mayor Gertrudis.
En aquella época, y gracias a Gertrudis, el monasterio de Rodersdorf y después el de Helfta se convirtieron, afirmó el Papa, en un importante “centro de mística y de cultura, escuela de formación científica y teológica”.
Matilde “se distinguió por la humildad, fervor, amabilidad, limpieza e inocencia de vida, familiaridad e intensidad con que vivió su relación con Dios, la Virgen y los Santos. Estaba dotada de elevadas cualidades naturales y espirituales”.
Entre otras, tenía una voz de una extraordinaria suavidad. Fue maestra del coro del convento, además de maestra de novicias.
La llamaban con el sobrenombre de “ruiseñor de Dios”.
“La oración y la contemplación fueron el humus vital de su existencia: las revelaciones, sus enseñanzas, su servicio al prójimo, su camino en la fe y en el amor tienen aquí su raíz y su contexto”, explicó el Papa.
El Pontífice añadió que “es impresionante la capacidad que esta santa tenía de vivir la Liturgia en sus varios componentes, incluso los más sencillos, llevándola a la vida monástica cotidiana”.
“Sus visiones, sus enseñanzas, las circunstancias de su existencia se describen con expresiones que evocan el lenguaje litúrgico y bíblico”, explicó.
La santa tenía, destacó el Papa, un “profundo conocimiento de la Sagrada Escritura, su pan cotidiano. Recurre continuamente a ella, sea valorando los textos bíblicos leídos en la liturgia, sea tomando símbolos, términos, paisajes, imágenes, personajes”.
De Matilde, Benedicto XVI invitó a los fieles a imitar la importancia que ésta daba a la Liturgia de las Horas y a la Santa Misa.
“La oración personal y litúrgica, especialmente la Liturgia de las Horas y la Santa Misa son la raíz de la experiencia espiritual de santa Matilde de Hackeborn”.
“Esto es también para nosotros una fuerte invitación a intensificar nuestra amistad con el Señor, sobre todo a través de la oración cotidiana y la participación atenta, fiel y activa en la Santa Misa. La Liturgia es una gran escuela de espiritualidad”, añadió.
Matilde sentía gran predilección por el Evangelio, que el mismo Jesús, en una visión, le recomendó leer, para comprender “su inmenso amor”, que “en ningún lugar se encuentra expresado más claramente que en el Evangelio”.
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TEMA DE REFLEXIÓN PARA las VIGILIAS en OCTUBRE
ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA
Octubre de 2010.
III.- La Santa Misa.- La liturgia eucarística
La Liturgia eucarística comienza con la presentación de las ofrendas, en la que son llevados al altar los mismos alimentos que Cristo tomó en sus manos durante la última cena: el pan y el vino. “Es la acción misma de Cristo en la última Cena, “tomando pan y una copa”.
Todos los Domingos y días de precepto, nosotros –el pueblo cristiano- nos congregamos en torno al Altar, para participar, para vivir con Cristo, la Eucaristía. ¿Somos conscientes de lo que tiene lugar en el Altar, delante de nuestros ojos?
Estamos viviendo un mandato que el mismo Cristo Nuestro Señor desea que realicemos hasta el fin de los tiempos: “Haced esto en conmemoración mía”.
Para ayudarnos a entender mejor lo que sucede en los momentos de la celebración, podemos considerar que la Santa Misa se celebra en la tierra y en el cielo. En la tierra; y a la vez, fuera del espacio y del tiempo.
Fuera del espacio, porque se vive también ante la Santísima Trinidad; como si el lugar donde nos reunimos fuera ya una parte del cielo.
Fuera del tiempo, porque la duración de la Eucaristía no se mide por esos treinta, veinticinco, treinta y cinco minutos que avanzan las manecillas del reloj, sino que tiene una dimensión de eternidad, porque la vivimos con Cristo Resucitado, que ya vive eternamente en el cielo, ante Dios Padre y en unión con el Espíritu Santo.
¿Qué hacemos nosotros?
“Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta, siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1351).
Y nos ofrecemos especialmente nosotros mismos: nuestros afectos, nuestras acciones, nuestros trabajos. El creyente ofrece la Misa en virtud de su “sacerdocio común”, como un actor del acontecimiento, porque “celebra” la Misa con el mismo Cristo, y Cristo la celebra en el interior del espíritu de cada cristiano.
Después de ofrecernos así con Cristo, vivimos especialmente con Él la acción de gracias a Dios Padre: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro” (Prefacio).
El sacerdote, con Cristo y en su nombre, ruega a Dios Padre, que acepte en su bondad “esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos”.
Después, dirige su petición a Dios Padre, para que “santifique por el Espíritu Santo estos dones que hemos separado para ti (el pan y el vino), de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios”.
“Haced esto en conmemoración mía”. Con estas palabras termina el sacerdote la Consagración del pan y del vino. Consagración que sólo él, por su ordenación sacerdotal, está autorizado a pronunciar sacramentalmente en nombre y en la persona de Nuestro Señor Jesucristo.
Con las palabras de la Consagración se realiza el grandioso misterio, el Milagro de la Trasubstanciación. Aunque sobre el Altar permanecen las apariencias del pan y del vino, desde el instante de la Consagración, el pan es ya el Cuerpo de Cristo; y el vino, la Sangra de Cristo. Allí está Cristo entero, “con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y su Divinidad”.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Nos unimos a la acción del sacerdote, y nos ofrecemos también nosotros, nuestros trabajos, nuestras dificultades, y unirlos así a la Pasión y Muerte de Cristo?
-¿Damos gracias a menudo por poder vivir la Santa Misa con Cristo, en Cristo, por Cristo?
-¿Renovamos con frecuencia nuestra fe en la Transubstanciación, por la que Cristo está verdadera y realmente presente en el altar después de la Consagración?
Octubre de 2010.
III.- La Santa Misa.- La liturgia eucarística
La Liturgia eucarística comienza con la presentación de las ofrendas, en la que son llevados al altar los mismos alimentos que Cristo tomó en sus manos durante la última cena: el pan y el vino. “Es la acción misma de Cristo en la última Cena, “tomando pan y una copa”.
Todos los Domingos y días de precepto, nosotros –el pueblo cristiano- nos congregamos en torno al Altar, para participar, para vivir con Cristo, la Eucaristía. ¿Somos conscientes de lo que tiene lugar en el Altar, delante de nuestros ojos?
Estamos viviendo un mandato que el mismo Cristo Nuestro Señor desea que realicemos hasta el fin de los tiempos: “Haced esto en conmemoración mía”.
Para ayudarnos a entender mejor lo que sucede en los momentos de la celebración, podemos considerar que la Santa Misa se celebra en la tierra y en el cielo. En la tierra; y a la vez, fuera del espacio y del tiempo.
Fuera del espacio, porque se vive también ante la Santísima Trinidad; como si el lugar donde nos reunimos fuera ya una parte del cielo.
Fuera del tiempo, porque la duración de la Eucaristía no se mide por esos treinta, veinticinco, treinta y cinco minutos que avanzan las manecillas del reloj, sino que tiene una dimensión de eternidad, porque la vivimos con Cristo Resucitado, que ya vive eternamente en el cielo, ante Dios Padre y en unión con el Espíritu Santo.
¿Qué hacemos nosotros?
“Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta, siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1351).
Y nos ofrecemos especialmente nosotros mismos: nuestros afectos, nuestras acciones, nuestros trabajos. El creyente ofrece la Misa en virtud de su “sacerdocio común”, como un actor del acontecimiento, porque “celebra” la Misa con el mismo Cristo, y Cristo la celebra en el interior del espíritu de cada cristiano.
Después de ofrecernos así con Cristo, vivimos especialmente con Él la acción de gracias a Dios Padre: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro” (Prefacio).
El sacerdote, con Cristo y en su nombre, ruega a Dios Padre, que acepte en su bondad “esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos”.
Después, dirige su petición a Dios Padre, para que “santifique por el Espíritu Santo estos dones que hemos separado para ti (el pan y el vino), de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios”.
“Haced esto en conmemoración mía”. Con estas palabras termina el sacerdote la Consagración del pan y del vino. Consagración que sólo él, por su ordenación sacerdotal, está autorizado a pronunciar sacramentalmente en nombre y en la persona de Nuestro Señor Jesucristo.
Con las palabras de la Consagración se realiza el grandioso misterio, el Milagro de la Trasubstanciación. Aunque sobre el Altar permanecen las apariencias del pan y del vino, desde el instante de la Consagración, el pan es ya el Cuerpo de Cristo; y el vino, la Sangra de Cristo. Allí está Cristo entero, “con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y su Divinidad”.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Nos unimos a la acción del sacerdote, y nos ofrecemos también nosotros, nuestros trabajos, nuestras dificultades, y unirlos así a la Pasión y Muerte de Cristo?
-¿Damos gracias a menudo por poder vivir la Santa Misa con Cristo, en Cristo, por Cristo?
-¿Renovamos con frecuencia nuestra fe en la Transubstanciación, por la que Cristo está verdadera y realmente presente en el altar después de la Consagración?
martes, 7 de septiembre de 2010
A.N.E. CONSEJO DIOCESANO DE SEVILLA, INFORMA
LOTERIA DE NAVIDAD
Informamos que, por tercer año consecutivo, vamos a recurrir a las participaciones de Lotería para alcanzar el objetivo de ingresos que compensen los gastos afrontados por el Consejo Diocesano de ANE en el presente ejercicio; un 28% de estos limitados gastos quedan cubiertos con los 60 céntimos de donativo de cada participación.
El año pasado hubo Adoradores que no participaron por desconocimiento.
A partir de ahora puedes encargar el número de participaciones que quieras, a través de las señas abajo detalladas.
No obstante, se remitirán talonarios a todas nuestras Secciones.
Cada Turno recibirá igualmente participaciones para su distribución.
Ah y que os acompañe la suerte en el número
4 9 3 1 7 de la acreditada Administración de calle SAGASTA
Peticiones, Reservas: Teléfonos
ANE, CD Sevilla, c/ Muñoz León, 6 954 371790
Tesorería, Urbano Muñoz 954 438116
Por e-mails: urma@mupe.jazztel.es
cayetanomedinas@gmail.com
Informamos que, por tercer año consecutivo, vamos a recurrir a las participaciones de Lotería para alcanzar el objetivo de ingresos que compensen los gastos afrontados por el Consejo Diocesano de ANE en el presente ejercicio; un 28% de estos limitados gastos quedan cubiertos con los 60 céntimos de donativo de cada participación.
El año pasado hubo Adoradores que no participaron por desconocimiento.
A partir de ahora puedes encargar el número de participaciones que quieras, a través de las señas abajo detalladas.
No obstante, se remitirán talonarios a todas nuestras Secciones.
Cada Turno recibirá igualmente participaciones para su distribución.
Ah y que os acompañe la suerte en el número
4 9 3 1 7 de la acreditada Administración de calle SAGASTA
Peticiones, Reservas: Teléfonos
ANE, CD Sevilla, c/ Muñoz León, 6 954 371790
Tesorería, Urbano Muñoz 954 438116
Por e-mails: urma@mupe.jazztel.es
cayetanomedinas@gmail.com
domingo, 5 de septiembre de 2010
LA VERDADERA DEVOCION A MARIA
San Luis Grignion de Monfort en su tratado de la Verdadera Deovión a la Santísima Virgen (www.apostoladomariano.com)nos relaciona detalladamente las prácticas particulares de esta devoción, comenzando por la consagración después de los ejercicios preparatorios proponiéndonos observar un orden: " Durante la primera semana dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir al Espíritu Santo el conocimiento de sí mismos y la contricción por nuestros pecados ... y dirán todos los dias las Letanias del Espíritu Santo (punto 228)
He de confesar mi desconocimiento de éstas Letanias que tras localizarlas quiero compartir contigo; no he guardarme ésta sabiduria ni de ocultar el tesoro que creo haber encontrado con este Tratado de San Luis Grignión, por ello si, como yo, decides iniciar éstas prácticas, ahi tienes las Letanias, que hemos de recitar durante la primera semana:
LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre omnipotente, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo eterno del Padre y Redentor del mundo, sálvanos.
Espíritu del Padre y del Hijo y Amor infinito de uno y otro, santifícanos.
Trinidad Santísima, óyenos.
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo,
… ven a nosotros.
Promesa del Padre,
Don del Dios Altísimo,
Rayo de luz celeste,
Fuente de agua viva,
Espíritu de amor y de verdad,
Fuego abrasador,
Autor de todo bien,
Unción espiritual,
Caridad ardiente,
Espíritu de sabiduría,
Espíritu de entendimiento,
Espíritu de consejo y de fuerza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu del temor del Señor,
Espíritu de gracia y de oración,
Espíritu de paz y de dulzura,
Espíritu de modestia y de inocencia,
Espíritu consolador,
Espíritu santificador,
Espíritu que gobiernas la Iglesia,
Espíritu que llenas el universo,
Espíritu de filiación de los hijos de Dios,
Espíritu Santo, imprime en nosotros el horror al pecado,
… te rogamos óyenos.
Espíritu Santo, ven a renovar la faz de la tierra,
Espíritu Santo, derrama tus luces en nuestra inteligencia,
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones,
Espíritu Santo, abrásanos en el fuego de tu amor,
Espíritu Santo, abre el tesoro de tus gracias,
Espíritu Santo, enséñanos a orar como se debe,
Espíritu Santo, ilumínanos con tus inspiraciones celestiales,
Espíritu Santo, concédenos la única ciencia necesaria,
Espíritu Santo, inspíranos la práctica de las virtudes,
Espíritu Santo, haz que perseveremos en la justicia,
Espíritu Santo, sé Tú mismo nuestra recompensa.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, envíanos tu Espíritu Santo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, derrama en nuestras almas los dones del Espíritu Santo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, infúndenos el Espíritu de sabiduría y devoción.
V/. Ven, oh Espíritu Santo, llena los corazones de tus hijos.
R/. Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
OREMOS. Oh Dios, que con la luz del Espíritu Santo, enseñaste a los fieles la verdad, concédenos conocerla en el mismo Espíritu y gozar siempre de sus consuelos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Quiera el Señor utilizarme como escribano para poder Glorificarlo a través de su Bendita Madre, que lo es nuestra, con las prácticas de esta devoción que nos lleve a ponernos en Mano de María para alcanzar, a través de ella, todas sus Gracias y Bendiciones.
He de confesar mi desconocimiento de éstas Letanias que tras localizarlas quiero compartir contigo; no he guardarme ésta sabiduria ni de ocultar el tesoro que creo haber encontrado con este Tratado de San Luis Grignión, por ello si, como yo, decides iniciar éstas prácticas, ahi tienes las Letanias, que hemos de recitar durante la primera semana:
LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre omnipotente, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo eterno del Padre y Redentor del mundo, sálvanos.
Espíritu del Padre y del Hijo y Amor infinito de uno y otro, santifícanos.
Trinidad Santísima, óyenos.
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo,
… ven a nosotros.
Promesa del Padre,
Don del Dios Altísimo,
Rayo de luz celeste,
Fuente de agua viva,
Espíritu de amor y de verdad,
Fuego abrasador,
Autor de todo bien,
Unción espiritual,
Caridad ardiente,
Espíritu de sabiduría,
Espíritu de entendimiento,
Espíritu de consejo y de fuerza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu del temor del Señor,
Espíritu de gracia y de oración,
Espíritu de paz y de dulzura,
Espíritu de modestia y de inocencia,
Espíritu consolador,
Espíritu santificador,
Espíritu que gobiernas la Iglesia,
Espíritu que llenas el universo,
Espíritu de filiación de los hijos de Dios,
Espíritu Santo, imprime en nosotros el horror al pecado,
… te rogamos óyenos.
Espíritu Santo, ven a renovar la faz de la tierra,
Espíritu Santo, derrama tus luces en nuestra inteligencia,
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones,
Espíritu Santo, abrásanos en el fuego de tu amor,
Espíritu Santo, abre el tesoro de tus gracias,
Espíritu Santo, enséñanos a orar como se debe,
Espíritu Santo, ilumínanos con tus inspiraciones celestiales,
Espíritu Santo, concédenos la única ciencia necesaria,
Espíritu Santo, inspíranos la práctica de las virtudes,
Espíritu Santo, haz que perseveremos en la justicia,
Espíritu Santo, sé Tú mismo nuestra recompensa.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, envíanos tu Espíritu Santo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, derrama en nuestras almas los dones del Espíritu Santo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, infúndenos el Espíritu de sabiduría y devoción.
V/. Ven, oh Espíritu Santo, llena los corazones de tus hijos.
R/. Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
OREMOS. Oh Dios, que con la luz del Espíritu Santo, enseñaste a los fieles la verdad, concédenos conocerla en el mismo Espíritu y gozar siempre de sus consuelos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Quiera el Señor utilizarme como escribano para poder Glorificarlo a través de su Bendita Madre, que lo es nuestra, con las prácticas de esta devoción que nos lleve a ponernos en Mano de María para alcanzar, a través de ella, todas sus Gracias y Bendiciones.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
15 septiembre, Memoria de NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE LOS DOLORES
La devoción a la Santísima Virgen en su advocación de la Madre Dolorosa nos acompaña y nos guía en el tiempo en el que la liturgia de la Iglesia nos dispone a conmemorar el Misterio Pascual de su Hijo Jesucristo. A instancia de Felipe V, el Papa Clemente XII, el 20 de septiembre de 1735, concedió la ampliación a la Iglesia de España de esta conmemoración, propia hasta entonces de los religiosos servitas, fundados en Florencia en el siglo XIII. La celebración litúrgica se ha ampliado al calendario de la Iglesia Universal, concentrándose ahora en una de sus fechas originales, con relación a la fiesta de la Santa Cruz, en el mes de septiembre, trasladándose la festividad, tan enraizada en España, de la antevíspera del Domingo de Ramos.
Profecía de Simeón
Refiere el Evangelio de San Lucas (2, 25-35) este episodio de la primera infancia de Jesús que, aunque podría pasar por ser tan sólo una anécdota piadosa, encierra una considerable riqueza teológica. Era Simeón un hombre justo, al que el Espíritu Santo le había asegurado que no vería la muerte antes de ver al Mesías. Pero, cuando ve entrar en el Templo al Niño Jesús en brazos de su Madre, se dirige hacia ella diciéndole que una espada le atravesará el alma. Sorprendería este anuncio que hace este hombre, si no fuera porque el texto del Evangelio insiste tantas veces en que actuaba movido por el Espíritu Santo. No es así mero anuncio: es profecía, que debemos entender como complemento del anuncio del ángel: María había aceptado lo que le ofreció el ángel, sin concretar más: "hágase en mí según tu palabra". Y la palabra del ángel, que no había dicho en aquel momento más que lo imprescindible -"el Espíritu vendrá sobre ti... el Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios"-, va descendiendo a detalles por la palabra del mismo Espíritu, manifestada en la profecía del anciano: "una espada..."
María va descubriendo lo que el Espíritu le va haciendo ver; y lo primero que descubre es el dolor que le atravesará el alma, que atravesará toda su vida. La devoción cristiana posterior ha desarrollado este dolor, único, subdividiéndolo en siete "dolores", en siete episodios de dolor, con los que recorremos la vida de la Santísima Virgen María. La misma iconografía cristiana, al no poder figurar el alma de María, representa su corazón fuera del pecho, atravesado no por una, sino por siete dagas.
Pero, en realidad, de lo que habla Simeón es de un dolor único, que atravesará toda el alma, toda la vida de María.
Dolor que es sacrificio; sacrificio que es cruz; cruz, que es unión, a lo largo de toda la vida, con Jesús, el Hijo de Dios, al que Ella está presentando, recién nacido, en el Templo -¡la casa de su Padre!-; Hijo de María, cuya Encarnación en sus purísimas entrañas maternales tiende como hacia su propio fin hacia el Misterio Pascual: fin que es el término del proceso vital de Cristo, Dios y hombre, en este mundo; fin que es, sobre todo, la gloria de Dios, restituida al Padre por la inmolación de la vida del único Hijo, que por nosotros se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Al pie de la Cruz
Señala San Juan en su Evangelio que "junto a la Cruz de Jesús estaba, en pie, su Madre" (19, 25). Menciona por su nombre a cada una de las otras mujeres allí presentes; de María no: sólo dice que es "su Madre". Y añade que estaba "de pie".
Nosotros ahora no podemos imaginarnos siquiera lo que era, realmente, una crucifixión. Los primeros cristianos se resistieron a representar a Jesús en la Cruz, porque muchos habían visto lo horrible que era aquello. El emperador Constantino prohíbe la crucifixión como ejecución de la pena capital; y sólo a partir de las generaciones siguientes, cuando ya no quedaba nadie que en su vida hubiera presenciado una crucifixión, aparece en la iconografía cristiana el Crucifijo: la cruz así deja de ser realidad para convertirse en símbolo. Y empezamos a bendecirnos los cristianos con lo que había sido hasta entonces el signo de la mayor maldición: la señal de una cruz.
Allí estaba de pie, soportándolo todo junto al mayor de los suplicios, la Madre de Jesús. Así, sólo podemos vislumbrar con una cierta aproximación lo que tuvo que suponer para Ella entonces estar al lado del Crucificado, y estar de pie. No es lo mismo que la madre que vela, impotente, a su hijo agonizante sentada junto al lecho de una clínica: no puede haber comparación. De ahí, la admiración que reconoce en aquel gesto el Evangelista Juan -testigo presencial-, al señalar que Ella aguantaba de pie. Quizá los soldados se sentaron un momento, para jugarse a las tabas las vestiduras de Cristo; Ella seguía de pie.
La devoción recoge la tradición (que no se encuentra expresamente en el Evangelio), de que, al bajar de la Cruz el cadáver de Cristo muerto, y antes de depositarlo en el sepulcro, aquellos hombres piadosos lo dejaron unos momentos en el regazo de María. Y aquí la tradición iconográfica es constante: con Cristo muerto, se representa a la Madre sentada; con el Hijo crucificado aún vivo, agonizante, el Evangelio nos la presenta de pie. El dolor asumido y aceptado desde la profecía de Simeón no le consiente ni siquiera el alivio de sentarse.
Quizá San Juan recordara entonces sus propias palabras, en presencia de su madre, cuando le pedía a Jesús un puesto para cada uno de sus hijos en el Reino. Jesús preguntó: "¿podéis beber el cáliz que yo he de beber?" Los dos hermanos, al unísono, y sin saber quizás con precisión lo que decían, respondieron entusiasmados que sí, que podían beber- lo, Levantando los ojos hacia Jesús en la Cruz, vería Juan lo que era el cáliz; bajándolos hacía María, vería lo que es beberlo: de pie.
Madre de la Iglesia
En este dolor de María al pie de la Cruz reconocemos los dolores del alumbramiento de la Iglesia, de la que la Madre de Cristo es también Madre. Ese dolor que atraviesa toda su vida se convierte entonces en aquel dolor de parto; no lo sufrió en el nacimiento virginal del Hijo de Dios hecho hombre, pero ahora se le hace intensamente presente en nuestro nacimiento a la vida de la gracia, a la vida de hijos de Dios, originada en cada uno a partir de la Pascua del Señor. Es cierto que la gracia santificante nos viene únicamente de Cristo, pero ha sido El mismo el que ha deseado tener a su Madre tan unida a El en el misterio de nuestra redención, que no ha querido ahorrarle lo más mínimo de aquel dolor, que en Él es Sacrificio, y en Ella, unión. Es esta misma unión de la que es Inmaculada desde su Concepción la que le hace aceptar, hasta la saciedad, aquel dolor que el Hijo, en su amor a Ella, le ofrece compartir con El por su amor hacia nosotros.
No podemos contemplar solamente como espectadores lejanos la escena del Calvario: la Cruz nos compromete y nos involucra a cada uno por completo. Que la consideración de la Madre Dolorosa nos pueda ayudar a vivir lo que a nosotros nos corresponde de este Misterio, que es paso previo a nuestra resurrección pascual.
José F. Guijarro
La Lámpara del Santuario", n.° 18
Profecía de Simeón
Refiere el Evangelio de San Lucas (2, 25-35) este episodio de la primera infancia de Jesús que, aunque podría pasar por ser tan sólo una anécdota piadosa, encierra una considerable riqueza teológica. Era Simeón un hombre justo, al que el Espíritu Santo le había asegurado que no vería la muerte antes de ver al Mesías. Pero, cuando ve entrar en el Templo al Niño Jesús en brazos de su Madre, se dirige hacia ella diciéndole que una espada le atravesará el alma. Sorprendería este anuncio que hace este hombre, si no fuera porque el texto del Evangelio insiste tantas veces en que actuaba movido por el Espíritu Santo. No es así mero anuncio: es profecía, que debemos entender como complemento del anuncio del ángel: María había aceptado lo que le ofreció el ángel, sin concretar más: "hágase en mí según tu palabra". Y la palabra del ángel, que no había dicho en aquel momento más que lo imprescindible -"el Espíritu vendrá sobre ti... el Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios"-, va descendiendo a detalles por la palabra del mismo Espíritu, manifestada en la profecía del anciano: "una espada..."
María va descubriendo lo que el Espíritu le va haciendo ver; y lo primero que descubre es el dolor que le atravesará el alma, que atravesará toda su vida. La devoción cristiana posterior ha desarrollado este dolor, único, subdividiéndolo en siete "dolores", en siete episodios de dolor, con los que recorremos la vida de la Santísima Virgen María. La misma iconografía cristiana, al no poder figurar el alma de María, representa su corazón fuera del pecho, atravesado no por una, sino por siete dagas.
Pero, en realidad, de lo que habla Simeón es de un dolor único, que atravesará toda el alma, toda la vida de María.
Dolor que es sacrificio; sacrificio que es cruz; cruz, que es unión, a lo largo de toda la vida, con Jesús, el Hijo de Dios, al que Ella está presentando, recién nacido, en el Templo -¡la casa de su Padre!-; Hijo de María, cuya Encarnación en sus purísimas entrañas maternales tiende como hacia su propio fin hacia el Misterio Pascual: fin que es el término del proceso vital de Cristo, Dios y hombre, en este mundo; fin que es, sobre todo, la gloria de Dios, restituida al Padre por la inmolación de la vida del único Hijo, que por nosotros se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Al pie de la Cruz
Señala San Juan en su Evangelio que "junto a la Cruz de Jesús estaba, en pie, su Madre" (19, 25). Menciona por su nombre a cada una de las otras mujeres allí presentes; de María no: sólo dice que es "su Madre". Y añade que estaba "de pie".
Nosotros ahora no podemos imaginarnos siquiera lo que era, realmente, una crucifixión. Los primeros cristianos se resistieron a representar a Jesús en la Cruz, porque muchos habían visto lo horrible que era aquello. El emperador Constantino prohíbe la crucifixión como ejecución de la pena capital; y sólo a partir de las generaciones siguientes, cuando ya no quedaba nadie que en su vida hubiera presenciado una crucifixión, aparece en la iconografía cristiana el Crucifijo: la cruz así deja de ser realidad para convertirse en símbolo. Y empezamos a bendecirnos los cristianos con lo que había sido hasta entonces el signo de la mayor maldición: la señal de una cruz.
Allí estaba de pie, soportándolo todo junto al mayor de los suplicios, la Madre de Jesús. Así, sólo podemos vislumbrar con una cierta aproximación lo que tuvo que suponer para Ella entonces estar al lado del Crucificado, y estar de pie. No es lo mismo que la madre que vela, impotente, a su hijo agonizante sentada junto al lecho de una clínica: no puede haber comparación. De ahí, la admiración que reconoce en aquel gesto el Evangelista Juan -testigo presencial-, al señalar que Ella aguantaba de pie. Quizá los soldados se sentaron un momento, para jugarse a las tabas las vestiduras de Cristo; Ella seguía de pie.
La devoción recoge la tradición (que no se encuentra expresamente en el Evangelio), de que, al bajar de la Cruz el cadáver de Cristo muerto, y antes de depositarlo en el sepulcro, aquellos hombres piadosos lo dejaron unos momentos en el regazo de María. Y aquí la tradición iconográfica es constante: con Cristo muerto, se representa a la Madre sentada; con el Hijo crucificado aún vivo, agonizante, el Evangelio nos la presenta de pie. El dolor asumido y aceptado desde la profecía de Simeón no le consiente ni siquiera el alivio de sentarse.
Quizá San Juan recordara entonces sus propias palabras, en presencia de su madre, cuando le pedía a Jesús un puesto para cada uno de sus hijos en el Reino. Jesús preguntó: "¿podéis beber el cáliz que yo he de beber?" Los dos hermanos, al unísono, y sin saber quizás con precisión lo que decían, respondieron entusiasmados que sí, que podían beber- lo, Levantando los ojos hacia Jesús en la Cruz, vería Juan lo que era el cáliz; bajándolos hacía María, vería lo que es beberlo: de pie.
Madre de la Iglesia
En este dolor de María al pie de la Cruz reconocemos los dolores del alumbramiento de la Iglesia, de la que la Madre de Cristo es también Madre. Ese dolor que atraviesa toda su vida se convierte entonces en aquel dolor de parto; no lo sufrió en el nacimiento virginal del Hijo de Dios hecho hombre, pero ahora se le hace intensamente presente en nuestro nacimiento a la vida de la gracia, a la vida de hijos de Dios, originada en cada uno a partir de la Pascua del Señor. Es cierto que la gracia santificante nos viene únicamente de Cristo, pero ha sido El mismo el que ha deseado tener a su Madre tan unida a El en el misterio de nuestra redención, que no ha querido ahorrarle lo más mínimo de aquel dolor, que en Él es Sacrificio, y en Ella, unión. Es esta misma unión de la que es Inmaculada desde su Concepción la que le hace aceptar, hasta la saciedad, aquel dolor que el Hijo, en su amor a Ella, le ofrece compartir con El por su amor hacia nosotros.
No podemos contemplar solamente como espectadores lejanos la escena del Calvario: la Cruz nos compromete y nos involucra a cada uno por completo. Que la consideración de la Madre Dolorosa nos pueda ayudar a vivir lo que a nosotros nos corresponde de este Misterio, que es paso previo a nuestra resurrección pascual.
José F. Guijarro
La Lámpara del Santuario", n.° 18
INTENCIONES DEL PAPA PARA ESTE MES
General: Para que en las regiones menos desarrolladas del mundo el anuncio de la Palabra de Dios renueve el corazón de las personas, alentándolas a ser protagonistas de un auténtico progreso social.
Misionera: Para que abriendo el corazón al amor, se ponga fin a tantas guerras y conflictos que aún ensangrientan el mundo.
PRIMER VIERNES DE MES: DÍA 3
INTENCIONES DE LA CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA
Que las instituciones católicas implicadas en los medios de Comunicación Social trabajen prioritariamente en favor de la evangelización desde la plena comunión con la Iglesia.
Misionera: Para que abriendo el corazón al amor, se ponga fin a tantas guerras y conflictos que aún ensangrientan el mundo.
PRIMER VIERNES DE MES: DÍA 3
INTENCIONES DE LA CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA
Que las instituciones católicas implicadas en los medios de Comunicación Social trabajen prioritariamente en favor de la evangelización desde la plena comunión con la Iglesia.
sábado, 28 de agosto de 2010
DOMINGO XXII, TIEMPO ORDINARIO. COMENTARIO AL EVANGELIO
ZS10082705 - 27-08-2010
Permalink: http://www.zenit.org/article-36350?l=spanish
Evangelio del domingo: Observador de apariencias
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes, 27 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 29 de agosto, XXII del tiempo ordinario (Lucas 14, 1.7-14), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.
* * *
No sólo se fijaba en los lirios del campo, en los pájaros del cielo, sino que también Jesús era un profundo observador de la conducta humana: los niños sencillos y sin doblez, las viudas que dan todo lo que tienen, los pecadores que en el fondo tienen un corazón abierto al perdón y al arrepentimiento... y también se fijará el Señor en los aparentes, en los que van por la vida de reclamo y de etiqueta.
Estaba invitado en casa de uno de los fariseos un sábado. Tanto Él como los demás, todos se observaban mutuamente en aquél convite. ¿Qué vio Jesús? Que la gente se apuntaba a los primeros puestos, para salir en la foto de sociedad del lugar, para estar en la boca de los otros y sentirse en la pasarela del influjo y del renombre.
Jesús hablará siempre de la verdad, y por la verdad morirá, y de la verdad se autodefinirá. Jamás de la apariencia. Porque la apariencia es siempre una mentira, más o menos camuflada, más o menos fomentada y querida. Ser lo que en el fondo no se es, dar el pego y el camelo, aparecer tras el truco y la careta, jugar al eterno carnaval. Una persona así, que vive la vida desde su disfraz particular (importa poco que tal disfraz sea ideológico, cultural, económico... o incluso religioso), es una persona vendida a sí mismo, a sus pretensiones; una persona esclava de sus propias cadenas, y por eso inhábil para la libertad y para la sencillez.
«Cuando os inviten a una boda -decía el Maestro-, no busques el primer puesto» (Lc 14,8). No sólo por el soponcio que puede suponer después el que el acomodador te saque de tu podium, y te devuelva a tu cruda realidad, sino porque quien tiene pretensiones indebidas, quien va de "trepa" y de capta-portadas, es difícil que comprenda su dignidad, y la de los demás, cuando tan ocupado anda en su apariencia.
San Francisco lo dirá con su proverbial sencillez: «Somos lo que somos ante Dios, y nada más» (Admonición 19). Sólo quien ha experimentado la libertad de ser y de querer ser lo que somos ante los ojos de Dios, sólo ése puede entender a Jesús. Son los ojos del Señor los que nos guían en la senda verdadera, los que nos mueven a reemprender el camino siempre que nos cansamos de andar, los que nos desvían cuando se tuercen nuestros pasos, los que se hacen luz y gracia para caminar. Los ojos de los demás tantas veces ven poco, o ven mal, turbiamente quizás. Los ojos de Dios, no engañan nunca, no humillan nunca, alumbran sin deslumbrar. Feliz el que vive así, sencillamente, porque experimentará lo que es vivir en la paz, en la libertad, sin ansias devoradoras, sin poses hipócritas, sin trucos ficticios... siendo ante uno mismo y ante los otros, lo que somos ante Dios.
Permalink: http://www.zenit.org/article-36350?l=spanish
Evangelio del domingo: Observador de apariencias
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes, 27 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 29 de agosto, XXII del tiempo ordinario (Lucas 14, 1.7-14), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.
* * *
No sólo se fijaba en los lirios del campo, en los pájaros del cielo, sino que también Jesús era un profundo observador de la conducta humana: los niños sencillos y sin doblez, las viudas que dan todo lo que tienen, los pecadores que en el fondo tienen un corazón abierto al perdón y al arrepentimiento... y también se fijará el Señor en los aparentes, en los que van por la vida de reclamo y de etiqueta.
Estaba invitado en casa de uno de los fariseos un sábado. Tanto Él como los demás, todos se observaban mutuamente en aquél convite. ¿Qué vio Jesús? Que la gente se apuntaba a los primeros puestos, para salir en la foto de sociedad del lugar, para estar en la boca de los otros y sentirse en la pasarela del influjo y del renombre.
Jesús hablará siempre de la verdad, y por la verdad morirá, y de la verdad se autodefinirá. Jamás de la apariencia. Porque la apariencia es siempre una mentira, más o menos camuflada, más o menos fomentada y querida. Ser lo que en el fondo no se es, dar el pego y el camelo, aparecer tras el truco y la careta, jugar al eterno carnaval. Una persona así, que vive la vida desde su disfraz particular (importa poco que tal disfraz sea ideológico, cultural, económico... o incluso religioso), es una persona vendida a sí mismo, a sus pretensiones; una persona esclava de sus propias cadenas, y por eso inhábil para la libertad y para la sencillez.
«Cuando os inviten a una boda -decía el Maestro-, no busques el primer puesto» (Lc 14,8). No sólo por el soponcio que puede suponer después el que el acomodador te saque de tu podium, y te devuelva a tu cruda realidad, sino porque quien tiene pretensiones indebidas, quien va de "trepa" y de capta-portadas, es difícil que comprenda su dignidad, y la de los demás, cuando tan ocupado anda en su apariencia.
San Francisco lo dirá con su proverbial sencillez: «Somos lo que somos ante Dios, y nada más» (Admonición 19). Sólo quien ha experimentado la libertad de ser y de querer ser lo que somos ante los ojos de Dios, sólo ése puede entender a Jesús. Son los ojos del Señor los que nos guían en la senda verdadera, los que nos mueven a reemprender el camino siempre que nos cansamos de andar, los que nos desvían cuando se tuercen nuestros pasos, los que se hacen luz y gracia para caminar. Los ojos de los demás tantas veces ven poco, o ven mal, turbiamente quizás. Los ojos de Dios, no engañan nunca, no humillan nunca, alumbran sin deslumbrar. Feliz el que vive así, sencillamente, porque experimentará lo que es vivir en la paz, en la libertad, sin ansias devoradoras, sin poses hipócritas, sin trucos ficticios... siendo ante uno mismo y ante los otros, lo que somos ante Dios.
viernes, 27 de agosto de 2010
DESPLAZAMIENTO A SANTIAGO DE COMPOSTELA
Con el deseo de participar en la Vigilia Extraordinaria de A.N.E. a celebrar en la Catedral de Santiago de Compostela con motivo de la celebración del Año Santo Compostelano el próximo 9 de octubre, a las 21 horas en que comenzará la Procesión de Banderas, y para facilitar el desplazamiento de cuántos Adoradores y fieles quieran acompañarnos, detallamos a continuación el programa de viaje que nos ha confeccionado COSTA TRAVEL VIAJES:
REF: 2060 GRP. ADULTOS X 50 PAX
Día 01
8 de OCTUBRE - Salida 8 horas, lugar calle Muñoz León,6, Sede de la Adoración Nocturna de Sevilla. Almuerzo en ruta
Alojamiento en Zamora. Media Pensión.
Se procurará visitar en la Catedral de Zamora la tumba de nuestro fundador LUIS DE TRELLES.
Día 02
9 de OCTUBRE.a las 9,00 horas salida hacía Santiago Compostela en donde almorzaremos.
Alojamiento en Rías Bajas. Media Pensión
a las 19 horas retorno a Santiago de Compostela, para participar a las 21 horas en la Procesión de Banderas, a la que seguirá la celebración de la Eucaristía y Vigilia Extraordinaria con Procesión Claustral entre las Naves de la Catedral a su finalización bendición de Peregrinos con el Butafumeiro.
Día 03
10 de OCTUBRE.
a las 10 horas inicio de regrero, que se realizará a través de Portugal.
Almuerzo en la ciudad de COIMBRA
Regreso hasta Sevilla. Fin del viaje
Precio neto por pax en habitación doble: 190 €
Suplemento individual: 50 €
Incluye:
- Bus durante todo el recorrido.
- Hotel 3***
- Régimen de Pensión Completa según itinerario.
- Agua y vino en las comidas.
- Seguro de viaje.
No Incluye:
- Guía acompañante.
- Guías locales ni entradas a monumentos ni espectáculos no especificados.
- Extras en los hoteles y restaurantes tales como bebidas, cafés, llamadas telefónicas, etc.
- En general, cualquier servicio no especificado en el apartado anterior.
-----------------------------
RESERVAS de PLAZAS
Pueden reservar las plazas para el viaje mediante comunicación a través del correo: cayetanomedinas@gmail.com o al teléfono 607 278 673; se les informará sobre los trámites de pago.
Se harán las reservas por riguroso orden de petición, hasta alcanzar las 50 plazas; fecha límite hasta el próximo 15 de septiembre.
------------------------------
Una recomendación, un objetivo: ¡ EL 9 de OCTUBRE ESTAMOS CONVOCADAS TODAS LAS SECCIONES DIOCESANAS DE SEVILLA A SANTIAGO DE COMPOSTELA ¡
REF: 2060 GRP. ADULTOS X 50 PAX
Día 01
8 de OCTUBRE - Salida 8 horas, lugar calle Muñoz León,6, Sede de la Adoración Nocturna de Sevilla. Almuerzo en ruta
Alojamiento en Zamora. Media Pensión.
Se procurará visitar en la Catedral de Zamora la tumba de nuestro fundador LUIS DE TRELLES.
Día 02
9 de OCTUBRE.a las 9,00 horas salida hacía Santiago Compostela en donde almorzaremos.
Alojamiento en Rías Bajas. Media Pensión
a las 19 horas retorno a Santiago de Compostela, para participar a las 21 horas en la Procesión de Banderas, a la que seguirá la celebración de la Eucaristía y Vigilia Extraordinaria con Procesión Claustral entre las Naves de la Catedral a su finalización bendición de Peregrinos con el Butafumeiro.
Día 03
10 de OCTUBRE.
a las 10 horas inicio de regrero, que se realizará a través de Portugal.
Almuerzo en la ciudad de COIMBRA
Regreso hasta Sevilla. Fin del viaje
Precio neto por pax en habitación doble: 190 €
Suplemento individual: 50 €
Incluye:
- Bus durante todo el recorrido.
- Hotel 3***
- Régimen de Pensión Completa según itinerario.
- Agua y vino en las comidas.
- Seguro de viaje.
No Incluye:
- Guía acompañante.
- Guías locales ni entradas a monumentos ni espectáculos no especificados.
- Extras en los hoteles y restaurantes tales como bebidas, cafés, llamadas telefónicas, etc.
- En general, cualquier servicio no especificado en el apartado anterior.
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RESERVAS de PLAZAS
Pueden reservar las plazas para el viaje mediante comunicación a través del correo: cayetanomedinas@gmail.com o al teléfono 607 278 673; se les informará sobre los trámites de pago.
Se harán las reservas por riguroso orden de petición, hasta alcanzar las 50 plazas; fecha límite hasta el próximo 15 de septiembre.
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Una recomendación, un objetivo: ¡ EL 9 de OCTUBRE ESTAMOS CONVOCADAS TODAS LAS SECCIONES DIOCESANAS DE SEVILLA A SANTIAGO DE COMPOSTELA ¡
martes, 24 de agosto de 2010
EXAMEN DE CONCIENCIA
Examen de Conciencia:
Es el paso necesario antes de Confesarse, seria interesante y beneficioso hacerlo día a día, incluso antes de dormir. He recopilado una Guía Ayuda, para realizarlo.
*¿Cuando rezo, doy gracias a Dios, le alabo, le pido perdón, le pido fuerzas para amar ?.
*¿Procuro vivir austeramente, controlando mis gastos, en todas las actividades de mi vida?
*¿Cuál es mi actitud ante el mal? . No hay nada que hacer. ¿ O sigo a Jesucristo que cargó con esperanza su Cruz?
*¿En mi oración, tengo presente a las personas que trato, y los problemas que viven?
*¿Soy comprensivo, paciente? ¿ Ayudo a los demás a cambiar?
*¿Reconozco mi pecado de orgullo, de creerme superior a los demás?
*¿Pido perdón por la mediocridad de mi fe y mi amor al prójimo?
*¿Voy al Sacramento de la Penitencia con deseo de purificación, o por cumplir con las normas?
*¿Tengo tanta preocupación por los bienes materiales que dejo a Dios en segundo plano?
*¿ He soportado con paciencia los dolores y contrariedades que Dios permite para mi?
*¿Cómo he usado mi tiempo, mis fuerzas,...los dones que Dios me ha dado?
*¿Me comporto como cristiano en mi vida publica y privada?
*¿Soy causa de pecado para alguien?
*¿Debo de reconciliarme con alguien y no lo he hecho?
*¿Ofendo a Dios con juramentos o usando su nombre sin respeto?
*¿He deseado mal a alguna persona?
*¿Participo con atención y devoción en la Santa Misa?
*¿Me confieso frecuentemente o considero que no tengo pecados?
*¿He ayudado a mis mayores en sus necesidades espirituales y temporales?
*¿Me he preocupado de educar cristianamente a mis hijos?
*¿He dicho o hecho cosas que ofenden al prójimo, o causan daño al honor o bienes de otros?
*¿Me he puesto en ocasión de cometer actos impuros?
*¿He leído libros inadecuados, mirando revistas, películas u otro tipo de material pornográfico?
*¿He malgastado mis bienes, o derrochado dinero en cosas inútiles?
*¿Desperdicio el tiempo en el trabajo, en la escuela o en la casa?
*¿Busco compartir lo que tengo con los necesitados?
*¿He sido fiel a la verdad?
*¿Soy critico, negativo, o falto de caridad en mis pensamientos de los demás?
*¿He perjudicado a alguien con mentiras, calumnias, o violación de algún secreto?
*¿Rezo inmediatamente para desvanecer pensamientos y deseos impuros o tentaciones?
*¿Soy ambicioso y tengo deseos exagerados de poseer bienes materiales?
*¿Soy egoísta? ¿Hago las cosas para quedar bien?
*¿Reconozco mis errores y pido perdón?
*¿Verdaderamente atribuyo toda la Gloria a Dios?
*¿Sacrifico tiempo y dinero en servicio de los demás y de mi fe?
*¿Soy intransigente e intolerante? ¿Impaciente e iracundo?
*¿Envidio los bienes o cualidades de los demás?
*¿Soy rápido en servir aún cuando no tenga ganas?
· Padre nuestro que……….
POESIA A LA CONCIENCIA
Conciencia nunca dormida
Mudo y pertinaz testigo
Que no dejas sin castigo
Ningún crimen de la vida
El hombre calla,
El mundo olvida
Mas …¿Quién sacude tu yugo?
Al Sumo Hacedor le plugo
Que, a solas con el pecado
Fueses tú, para el culpado
Delator, juez y verdugo.
Ricardo Nieto Sánchez
Es el paso necesario antes de Confesarse, seria interesante y beneficioso hacerlo día a día, incluso antes de dormir. He recopilado una Guía Ayuda, para realizarlo.
*¿Cuando rezo, doy gracias a Dios, le alabo, le pido perdón, le pido fuerzas para amar ?.
*¿Procuro vivir austeramente, controlando mis gastos, en todas las actividades de mi vida?
*¿Cuál es mi actitud ante el mal? . No hay nada que hacer. ¿ O sigo a Jesucristo que cargó con esperanza su Cruz?
*¿En mi oración, tengo presente a las personas que trato, y los problemas que viven?
*¿Soy comprensivo, paciente? ¿ Ayudo a los demás a cambiar?
*¿Reconozco mi pecado de orgullo, de creerme superior a los demás?
*¿Pido perdón por la mediocridad de mi fe y mi amor al prójimo?
*¿Voy al Sacramento de la Penitencia con deseo de purificación, o por cumplir con las normas?
*¿Tengo tanta preocupación por los bienes materiales que dejo a Dios en segundo plano?
*¿ He soportado con paciencia los dolores y contrariedades que Dios permite para mi?
*¿Cómo he usado mi tiempo, mis fuerzas,...los dones que Dios me ha dado?
*¿Me comporto como cristiano en mi vida publica y privada?
*¿Soy causa de pecado para alguien?
*¿Debo de reconciliarme con alguien y no lo he hecho?
*¿Ofendo a Dios con juramentos o usando su nombre sin respeto?
*¿He deseado mal a alguna persona?
*¿Participo con atención y devoción en la Santa Misa?
*¿Me confieso frecuentemente o considero que no tengo pecados?
*¿He ayudado a mis mayores en sus necesidades espirituales y temporales?
*¿Me he preocupado de educar cristianamente a mis hijos?
*¿He dicho o hecho cosas que ofenden al prójimo, o causan daño al honor o bienes de otros?
*¿Me he puesto en ocasión de cometer actos impuros?
*¿He leído libros inadecuados, mirando revistas, películas u otro tipo de material pornográfico?
*¿He malgastado mis bienes, o derrochado dinero en cosas inútiles?
*¿Desperdicio el tiempo en el trabajo, en la escuela o en la casa?
*¿Busco compartir lo que tengo con los necesitados?
*¿He sido fiel a la verdad?
*¿Soy critico, negativo, o falto de caridad en mis pensamientos de los demás?
*¿He perjudicado a alguien con mentiras, calumnias, o violación de algún secreto?
*¿Rezo inmediatamente para desvanecer pensamientos y deseos impuros o tentaciones?
*¿Soy ambicioso y tengo deseos exagerados de poseer bienes materiales?
*¿Soy egoísta? ¿Hago las cosas para quedar bien?
*¿Reconozco mis errores y pido perdón?
*¿Verdaderamente atribuyo toda la Gloria a Dios?
*¿Sacrifico tiempo y dinero en servicio de los demás y de mi fe?
*¿Soy intransigente e intolerante? ¿Impaciente e iracundo?
*¿Envidio los bienes o cualidades de los demás?
*¿Soy rápido en servir aún cuando no tenga ganas?
· Padre nuestro que……….
POESIA A LA CONCIENCIA
Conciencia nunca dormida
Mudo y pertinaz testigo
Que no dejas sin castigo
Ningún crimen de la vida
El hombre calla,
El mundo olvida
Mas …¿Quién sacude tu yugo?
Al Sumo Hacedor le plugo
Que, a solas con el pecado
Fueses tú, para el culpado
Delator, juez y verdugo.
Ricardo Nieto Sánchez
10 REFLEXIONES PARA ORAR
RICARDO NIETO, Adorador nocturno del Turno 3º de la Sección de Sevilla, desea compartir con nosotros reflexiones tomadas de diversas fuentes y que nos pueden servir a todos; sus apuntes sirvan para aprobar nuestro "examén"
Aprender a orar en 10 pasos
1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.
2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes los planes de Dios.
3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: "Pedid y recibiréis"
4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.
5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.
6.-No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
7.- Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé cual eres.
8.-¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.
9.- Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.
10.- No hables nunca de "ratos de oración"; ten "vida de oración".
Aprender a orar en 10 pasos
1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.
2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes los planes de Dios.
3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: "Pedid y recibiréis"
4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.
5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.
6.-No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
7.- Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé cual eres.
8.-¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.
9.- Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.
10.- No hables nunca de "ratos de oración"; ten "vida de oración".
domingo, 22 de agosto de 2010
TEMA DE REFLEXION para nuestras VIGILIAS en el mes de SEPTIEMBRE
ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA
Septiembre de 2010.
II.- La Santa Misa.- Un solo acto de culto
Después de haber señalado que la Eucaristía es una acción de Cristo, en la que Él mismo nos invita a participar; hemos de considerar ahora como se realiza esa acción. O sea, cómo se lleva a cabo la celebración litúrgica.
¿Qué significa Liturgia? “En la tradición cristiana la palabra “Liturgia” significa que el Pueblo de Dios toma parte en la “obra de Dios”. Por la liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención” (cfr. Catecismo, n 1069).
Esta “obra de Dios” que es la liturgia, la lleva a cabo la Iglesia en la celebración de los Sacramentos, en la Evangelización. Y al participar en la liturgia, en la “obra de Dios”, el cristiano se une a Dios, en su Hijo Jesucristo.
¿Cómo se desarrolla la acción litúrgica en la Misa?
“La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica:
-la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal;
-la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.
La Liturgia de la Palabra y liturgia eucarística constituyen juntas “un solo acto de culto”; en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor” (n. 1346).
“Un solo acto de culto”, y dos grandes momentos: “liturgia de la Palabra”; “liturgia eucarística”.
En el primer momento –“liturgia de la Palabra”- oímos palabras que, inspiradas por el Espíritu Santo, han quedado escritas para siempre en los libros sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Esas palabras son un testimonio vivo de la acción de Dios en la historia de los hombres; acción que comenzó con la creación de nuestros primeros padres y seguirá hasta el final de la presencia del hombre sobre la tierra.
Las lecturas del Antiguo Testamento narran las actuaciones de Dios con el pueblo escogido de Israel, que debía mantener la fe en Dios Uno hasta la llegada del Hijo de Dios, Cristo, el Mesías, que nos iba a revelar a Dios Uno y Trino.
Los textos del Nuevo Testamento son de dos tipos: los que narran los hechos y dichos del mismo Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que vive, trabaja, come, sufre con los discípulos, y que se leen en el Evangelio; y las enseñanzas de los apóstoles, que se leen en las Lecturas.
El sacerdote predica la homilía, para facilitar a los fieles la comprensión del misterio que se está celebrando, y a la vez, el sentido de las palabras de los textos sagrados que se acaban de leer.
Y termina la Liturgia de la Palabra con la manifestación de la Fe, que es el recital del Credo, y la Oración de los Fieles. Confesión de Fe y oración en comunión de los santos, que expresan esa unidad de corazón y de alma, que vivieron en su momento los primeros cristianos, y que hemos de mantener viva dentro de la Iglesia, todos los cristianos hasta el fin de los tiempos.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Escuchamos las palabras de las Lecturas y del Evangelio como lo que verdaderamente son, como palabras de Dios?
-¿Renovamos personalmente nuestra fe, al recitar el Credo con todos los fieles que viven con nosotros la Eucaristía?
-Al rezar la oración de los fieles, y elevar nuestras peticiones a Dios, ¿nos acordamos de rogar especialmente por las intenciones del Santo Padre?
Septiembre de 2010.
II.- La Santa Misa.- Un solo acto de culto
Después de haber señalado que la Eucaristía es una acción de Cristo, en la que Él mismo nos invita a participar; hemos de considerar ahora como se realiza esa acción. O sea, cómo se lleva a cabo la celebración litúrgica.
¿Qué significa Liturgia? “En la tradición cristiana la palabra “Liturgia” significa que el Pueblo de Dios toma parte en la “obra de Dios”. Por la liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención” (cfr. Catecismo, n 1069).
Esta “obra de Dios” que es la liturgia, la lleva a cabo la Iglesia en la celebración de los Sacramentos, en la Evangelización. Y al participar en la liturgia, en la “obra de Dios”, el cristiano se une a Dios, en su Hijo Jesucristo.
¿Cómo se desarrolla la acción litúrgica en la Misa?
“La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica:
-la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal;
-la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.
La Liturgia de la Palabra y liturgia eucarística constituyen juntas “un solo acto de culto”; en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor” (n. 1346).
“Un solo acto de culto”, y dos grandes momentos: “liturgia de la Palabra”; “liturgia eucarística”.
En el primer momento –“liturgia de la Palabra”- oímos palabras que, inspiradas por el Espíritu Santo, han quedado escritas para siempre en los libros sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Esas palabras son un testimonio vivo de la acción de Dios en la historia de los hombres; acción que comenzó con la creación de nuestros primeros padres y seguirá hasta el final de la presencia del hombre sobre la tierra.
Las lecturas del Antiguo Testamento narran las actuaciones de Dios con el pueblo escogido de Israel, que debía mantener la fe en Dios Uno hasta la llegada del Hijo de Dios, Cristo, el Mesías, que nos iba a revelar a Dios Uno y Trino.
Los textos del Nuevo Testamento son de dos tipos: los que narran los hechos y dichos del mismo Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que vive, trabaja, come, sufre con los discípulos, y que se leen en el Evangelio; y las enseñanzas de los apóstoles, que se leen en las Lecturas.
El sacerdote predica la homilía, para facilitar a los fieles la comprensión del misterio que se está celebrando, y a la vez, el sentido de las palabras de los textos sagrados que se acaban de leer.
Y termina la Liturgia de la Palabra con la manifestación de la Fe, que es el recital del Credo, y la Oración de los Fieles. Confesión de Fe y oración en comunión de los santos, que expresan esa unidad de corazón y de alma, que vivieron en su momento los primeros cristianos, y que hemos de mantener viva dentro de la Iglesia, todos los cristianos hasta el fin de los tiempos.
* * * * * *
Cuestionario.-
-¿Escuchamos las palabras de las Lecturas y del Evangelio como lo que verdaderamente son, como palabras de Dios?
-¿Renovamos personalmente nuestra fe, al recitar el Credo con todos los fieles que viven con nosotros la Eucaristía?
-Al rezar la oración de los fieles, y elevar nuestras peticiones a Dios, ¿nos acordamos de rogar especialmente por las intenciones del Santo Padre?
CARTA PASTORAL DE NUESTRO ARZOBISPO en el nuevo COMIENZO DE CURSO
ANTE EL NUEVO CURSO PASTORAL
PRIORIDADES Y ACENTOS
Queridos hermanos y hermanas:
Inicio mi carta pastoral de comienzo de curso saludando cordial y fraternalmente a los sacerdotes, consagrados, seminaristas y laicos de la Archidiócesis. A todos os deseo que hayáis podido descansar unos días para tomar fuerzas para el nuevo camino que se abre ante nuestros pies y reemprender así con ilusión renovada nuestras tareas apostólicas y evangelizadoras. Comenzamos un nuevo año pastoral que el Señor nos ofrece como don para continuar escribiendo con nosotros una historia de amor y de salvación. Nos ponemos en camino con gozo y esperanza, con nuestra confianza puesta en el Señor, que es quien, por medio de su Espíritu, “obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito” (Flp 2,13).
Comenzaremos este nuevo año de gracia con la solemne Beatificación de la Sierva de Dios, Madre María de la Purísima, que tendrá lugar el próximo 18 de septiembre, y que va constituir para todos un elocuente recordatorio de que nuestro principalísimo quehacer en el nuevo curso es aspirar con todas nuestras fuerzas a la santidad. Después, también en el mes de septiembre, tendrán lugar las elecciones al Consejo del Presbiterio, órgano que ayuda al Arzobispo en el gobierno pastoral de nuestra Iglesia diocesana, y que se constituirá en los primeros días de octubre. En este curso iremos dando los pasos oportunos para la apertura del Seminario Menor en septiembre de 2011, en el que tantas esperazas tengo depositadas y para el que solicito humildemente la colaboración de todos, muy especialmente de los sacerdotes, padres, educadores, profesores de Religión y catequistas. Todos habremos de emplearnos a fondo también en la preparación de la participación de nuestros jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid en el mes de agosto, de la que tantos bienes sobrenaturales y apostólicos cabe esperar.
Pero, sobre todo, en la pastoral ordinaria, deberemos seguir esforzándonos en la aplicación del Plan Pastoral Diocesano, sobre el que ya hemos venido trabajando en el curso pasado, todo él centrado en “La Parroquia, casa de la familia cristiana”, la concreción más pequeña de la Iglesia, es decir la Iglesia de Dios junto a las casas de sus hijos para brindarles los dones de la salvación. En los últimos meses las Delegaciones Diocesanas y algunos arciprestazgos han ido proponiendo lo que podrían ser las prioridades pastorales para el nuevo curso. Son tres y las hago mías con entusiasmo.
1. La primera prioridad tiene como título “La parroquia, casa de los jóvenes”, y su meta es la potenciación de la pastoral juvenil en cada una de nuestras parroquias, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud ya mencionada. El objetivo último debería ser que en todas y cada una de las parroquias de nuestra Archidiócesis, eficazmente coordinadas por la Delegación Diocesana, se articule una pastoral juvenil seria, consistente, que busque la formación de nuestros jóvenes y su encuentro con Jesucristo y con la Iglesia. Sobre todo ello escribiré con algún detenimiento en la hoja diocesana en una próxima carta semanal.
2. La segunda prioridad lleva como título “La parroquia, ámbito privilegiado para la formación de adultos”. Todos hemos de ser conscientes de que hoy más que nunca necesitamos laicos bien formados, que puedan dar razón de su fe y de su esperanza. En ese sentido, hay que seguir apoyando a las Delegaciones de Apostolado Seglar y de Hermandades y Cofradías, que están haciendo un esfuerzo notable por implantar el Itinerario de formación cristiana para adultos de la Conferencia Episcopal Española, un instrumento muy válido para potenciar la formación doctrinal de nuestros laicos.
3. La tercera prioridad se titula “La parroquia hogar de caridad y fraternidad”. El curso pastoral que ahora iniciamos va a seguir estando marcado, por desgracia, por la crisis económica. Por ello, me detengo con alguna extensión en este punto. Los técnicos y voluntarios de Caritas Diocesana y de las Caritas parroquiales, los sacerdotes, los religiosos que mantienen infinidad de obras sociales y caritativas, y los responsables de las Hermandades y Cofradías habéis conocido el dolor, la desesperanza y los sufrimientos de los pobres, los parados, los inmigrantes, los sin techo, y de cientos de familias que sufren las consecuencias de lo algunos han dado en llamar una verdadera emergencia social. Más de uno me habéis confesado vuestros sentimientos de frustración e impotencia al no poder dar respuesta a tantas situaciones de dolor por la limitación de los recursos. La crisis está provocando el deterioro del tejido industrial, de la agricultura y del comercio en toda España y, también en nuestra provincia. Son muchos los que han visto empeorar sus condiciones laborales, los que han perdido el empleo e, incluso su casa, al no poder satisfacer los plazos de la hipoteca. Son muchos los trabajadores autónomos y empresarios que encuentran serias dificultades para sacar adelante sus negocios familiares o sus pequeñas o medianas empresas.
La crisis económica está provocando una gran crisis social. Cada vez es más sombrío el futuro de los inmigrantes, de los jóvenes y de miles de matrimonios y familias. La crisis, de alcance mundial, ha sacudido los pilares de un sistema económico y financiero que parecía inconmovible y que ofrecía aparentemente todo lo que el hombre del primer mundo necesitaba para alcanzar su felicidad. Se han hecho muchas valoraciones de lo sucedido, algunas más superficiales, otras más profundas. Mientras que algunos consideran que todo se solucionará con medidas técnicas capaces de alumbrar un nuevo orden financiero internacional, la Iglesia ha llamado la atención sobre las raíces éticas de la crisis, que están reclamando la floración de una nueva cultura de la solidaridad y de la participación responsable en la construcción del futuro de nuestro planeta.
Se ha dicho que existe una responsabilidad moral de los políticos, gobernantes y profesionales de las finanzas. En realidad, la crisis nos interpela a todos. Todos hemos de preguntarnos en qué medida somos responsables de lo sucedido por haber convertido el consumismo frenético y el bienestar individualista en el valor supremo, en un ídolo en definitiva, viviendo muchas veces por encima de nuestras posibilidades. Urge, pues, recuperar un estilo de vida personal más austero y solidario. Urge además impulsar un nuevo orden económico mundial al servicio de cada hombre o mujer y de todos los hombres y mujeres, respetuoso al mismo tiempo con la creación, don de Dios. Urge que las comunidades cristianas conozcan en profundidad la Doctrina Social de la Iglesia y que en las sesiones de formación de nuestros grupos y movimientos apostólicos se estudie con seriedad la encíclica Caritas in veritate del Santo Padre Benedicto XVI. Este precioso documento pontificio nos servirá de aliento para trabajar conjuntamente y salir al paso de las necesidades de tantos hermanos nuestros que están sufriendo en primera persona las consecuencias de la crisis. En este sentido, invito a todas las comunidades cristianas de la Archidiócesis, a Caritas Diocesana y a las Caritas parroquiales, a hacer todos los esfuerzos que estén a nuestro alcance para que ningún necesitado que acude a nosotros se sienta defraudado y para que nuestras parroquias sean verdaderos hogares de caridad.
4. A estas tres prioridades, me parece necesario añadir una cuarta, que podría llevar como titulo: La parroquia, mesa en la que compartimos el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. En el texto del Plan Pastoral Diocesano se cita expresamente un fragmento del discurso de Benedicto XVI a la Asamblea del Consilium de laicis de octubre de 2006, en el que el Papa afirma que “la parroquia… crece en el entendimiento y en la cohesión fraterna si ora incesantemente, si permanece a la escucha de la palabra de Dios y, sobre todo, si participa con fe en la celebración de la Eucaristía, presidida por el sacerdote. En este sentido, escribía el amado Juan Pablo II en su última encíclica Ecclesia de Eucaristía: La parroquia es una comunidad de bautizados que expresan y confirman su identidad principalmente por la celebración del sacrificio eucarístico”. Así es realidad. Sin la fuerza vivificadora que nos brinda la Eucaristía, ni la pastoral juvenil, ni los proyectos de formación de adultos, ni nuestra cercanía eficaz a los más pobres podrán subsistir por mucho tiempo. Por ello, propongo trabajar también este aspecto decisivo en la vida de nuestras comunidades.
La vida de la Iglesia y de sus miembros va creciendo gracias al alimento que, como sarmientos, recibimos de la vid que es Cristo (Jn 15,1-10). La experiencia y el hecho cristiano parten de la experiencia del conocimiento del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús: «como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Pero para tener un encuentro personal que llene nuestro corazón plenamente y lo transforme según el modelo de Cristo, es necesario encontrarnos con Él y con su amor allí donde Él ha querido quedarse. No es posible ser cristiano sin Cristo; no se puede ser auténticamente discípulo de Cristo, y dar los frutos que cabe esperar de un discípulo, sin vincularnos personalmente con el Señor resucitado, a través del sacramento que Él mismo ha instituido para estar con nosotros hasta el final de los tiempos. A la celebración eucarística llevamos nuestras vidas y de ella salimos para cumplir cristianamente nuestras tareas, anhelos y proyectos, para compartir y testimoniar nuestra fe y para dar a conocer a todos el amor del Señor, especialmente a través de nuestro amor y caridad con los más pobres y necesitados. Todos estamos convocados a vivir de la manera más consciente y plena el encuentro con Cristo en la Eucaristía, cumpliendo su más ardiente deseo: “permaneced en mi amor” (Jn 15, 9).
En la carta apostólica Mane nobiscum Domine, nos invitaba el Papa Juan Pablo II a fortalecer nuestra fe y nuestro amor al sacramento que es el centro de la vida eclesial, y a vivir, en suma, una espiritualidad profundamente eucarística, tomando “conciencia renovada del tesoro incomparable que Cristo ha encomendado a su Iglesia" (n. 29). El Papa nos pedía conocer, amar y contemplar el rostro eucarístico del Señor, impregnándonos de sus actitudes eucarísticas, del modo de ser de Cristo en la Eucaristía y que pasa de Él a nosotros cuando celebramos y adoramos el misterio de nuestra fe (Ib. 25). El propio Juan Pablo II, en su encíclica Ecclesia de Eucaristía nos decía que "todo compromiso de santidad, toda acción orientada a realizar la misión de la Iglesia, toda puesta en práctica de planes pastorales, ha de sacar del misterio eucarístico la fuerza necesaria y se ha de ordenar a él como a su culmen" (EdeE 60).
En la celebración de la Santa Misa se perpetúa y actualiza de modo incruento el único sacrificio de la cruz. En ella se renueva la ofrenda sacrificial de Cristo al Padre en favor de toda la humanidad (EdeE 12), que nos impulsa a ofrecernos a Él como victima viva de alabanza y propiciación por los pecados del mundo. En ella recibimos el sustento que hoy necesitamos más que nunca, en estos tiempos recios que nos ha tocado vivir. En ella Jesús sigue siendo el Pan vivo bajado del cielo que alimenta nuestros corazones mientras peregrinamos hacia la casa del Padre. Vivamos cada día con emoción renovada la Santa Misa. Intensifiquemos la preparación cálida para recibir al Señor en nuestros corazones y hagamos cuanto esté a nuestro alcance para recuperar la acción de gracias, esos momentos de diálogo íntimo y también de crecimiento interior, en los que el Señor graba en nuestro corazón sus propios sentimientos y nos alienta en el camino de la santidad.
Como os pedía en una de mis cartas semanales del pasado mes de julio, es necesario seguir insistiendo en la recuperación del sentido cristiano del domingo, el día primordial de los cristianos, el día del Señor resucitado y del don de su Espíritu, y el señor de los días. El domingo es la pascua de la semana, el día en que todos estamos invitados a vivir la alegría de la salvación, a incrementar nuestra formación cristiana, a vivir con gozo la vida familiar, más difícil hoy en el curso de la semana, a hacer obras de caridad con los pobres y los enfermos y a gozar de la naturaleza, don de Dios.
Es urgente seguir insistiendo, sobre todo, en la importancia de la Eucaristía dominical, subrayando su dimensión evangelizadora, como es también necesario que los sacerdotes cuidemos la dignidad de la celebración, de acuerdo con las normas de la Iglesia, pues no somos los dueños ni de la Eucaristía ni de nuestras comunidades. Es urgente también potenciar en nuestras parroquias la adoración y el culto eucarístico fuera de la Misa, verdadero manantial de santidad. Dios quiera que nuestras comunidades cristianas rivalicen en iniciativas que propicien la adoración eucarística, brindando a los fieles la posibilidad de contemplar al Señor, acompañarlo, expiar y reparar, pues de ello se derivarán muchos bienes sobrenaturales para nuestra Archidiócesis y para nuestras parroquias. Hagamos también todo lo posible por recuperar las actitudes físicas convenientes en la celebración, entre ellas la genuflexión, gesto lleno de amor, de sumisión y adoración al Señor presente en los sagrarios de nuestras iglesias.
La Eucaristía es la fuente de la comunión eclesial. Participar en ella exige vivir la comunión y la fraternidad. Participar en el banquete del Señor ha de convertirnos en artífices y promotores de comunión fraterna en un mundo herido por tantas formas de división y de discordia. La participación en la Eucaristía entraña efectivamente una exigencia firmísima de unidad para nuestras comunidades. En ella aprendemos a ser pan partido y sangre derramada en el servicio a nuestros hermanos y comprendemos cuál debe ser la medida y la intensidad de nuestra entrega. Ella es escuela de diálogo y colaboración, de fraternidad sincera, de perdón, de amor gratuito y de servicio a los últimos, los hermanos más pobres, los transeúntes, los ancianos, enfermos e inmigrantes. Con el Papa Juan Pablo II os recuerdo que este es el criterio básico de la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas (EdeE 28), que de lo contrario pueden convertirse en un puro teatro.
Hasta aquí las cuatro prioridades que deberán reclamar la atención de los sacerdotes y religiosos que trabajan en nuestra Archidiócesis y de los laicos, cualesquiera que sean los grupos o movimientos a los que pertenecen. La comunión en el plano doctrinal y disciplinar, y que se manifiesta también en el mutuo aprecio y afecto fraterno, necesita ser completada por la comunión en el plano pastoral, que es siempre manantial de eficacia en la evangelización y en el apostolado. La comunión nunca es un valor tangencial en la vida de la Iglesia. Pertenece a su misma entraña, puesto que la Iglesia, como nos dijeran San Cipriano y San Agustín y recoge el Concilio Vaticano II, “es una muchedumbre de pueblos reunidos por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). Esto quiere decir que la Iglesia sólo se realiza como Iglesia imitando la unidad de la que procede, mientras que se niega a sí misma y se trunca su edificación y crecimiento cuando surgen las fragmentaciones y las quiebras de la unidad.
Las citadas prioridades han de ser completadas con las correspondientes acciones por las Delegaciones Diocesanas más concernidas, en concreto Pastoral Juvenil, Apostolado Seglar, Hermandades y Cofradías, Pastoral Obrera, Orientación Social, Caritas Diocesana y Liturgia, de modo que puedan ser aprobadas en uno de los primeros Consejos Episcopales del mes de septiembre, para ser trabajadas ulteriormente en los Encuentros de Vicaría de comienzo de curso y en las reuniones arciprestales.
Bajo la protección maternal de la Santísima Virgen, tan querida y venerada en innumerables santuarios y ermitas de toda la geografía diocesana, ponemos el curso pastoral que estamos iniciando. A Ella nos acogemos para que nos ayude a seguir con gozo y esperanza las huellas del Maestro. Él, que a través de su Espíritu, fecunda con la lluvia de su gracia nuestros mejores propósitos y proyectos, nos invita una vez más a echar las redes confiando en su Palabra y a remar con Él mar a dentro.
Deseándoos un curso pastoral lleno de frutos sobrenaturales y apostólicos, contad todos con mi saludo fraterno y mi bendición.
Sevilla, 1 de septiembre de 2010
+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla
PRIORIDADES Y ACENTOS
Queridos hermanos y hermanas:
Inicio mi carta pastoral de comienzo de curso saludando cordial y fraternalmente a los sacerdotes, consagrados, seminaristas y laicos de la Archidiócesis. A todos os deseo que hayáis podido descansar unos días para tomar fuerzas para el nuevo camino que se abre ante nuestros pies y reemprender así con ilusión renovada nuestras tareas apostólicas y evangelizadoras. Comenzamos un nuevo año pastoral que el Señor nos ofrece como don para continuar escribiendo con nosotros una historia de amor y de salvación. Nos ponemos en camino con gozo y esperanza, con nuestra confianza puesta en el Señor, que es quien, por medio de su Espíritu, “obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito” (Flp 2,13).
Comenzaremos este nuevo año de gracia con la solemne Beatificación de la Sierva de Dios, Madre María de la Purísima, que tendrá lugar el próximo 18 de septiembre, y que va constituir para todos un elocuente recordatorio de que nuestro principalísimo quehacer en el nuevo curso es aspirar con todas nuestras fuerzas a la santidad. Después, también en el mes de septiembre, tendrán lugar las elecciones al Consejo del Presbiterio, órgano que ayuda al Arzobispo en el gobierno pastoral de nuestra Iglesia diocesana, y que se constituirá en los primeros días de octubre. En este curso iremos dando los pasos oportunos para la apertura del Seminario Menor en septiembre de 2011, en el que tantas esperazas tengo depositadas y para el que solicito humildemente la colaboración de todos, muy especialmente de los sacerdotes, padres, educadores, profesores de Religión y catequistas. Todos habremos de emplearnos a fondo también en la preparación de la participación de nuestros jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid en el mes de agosto, de la que tantos bienes sobrenaturales y apostólicos cabe esperar.
Pero, sobre todo, en la pastoral ordinaria, deberemos seguir esforzándonos en la aplicación del Plan Pastoral Diocesano, sobre el que ya hemos venido trabajando en el curso pasado, todo él centrado en “La Parroquia, casa de la familia cristiana”, la concreción más pequeña de la Iglesia, es decir la Iglesia de Dios junto a las casas de sus hijos para brindarles los dones de la salvación. En los últimos meses las Delegaciones Diocesanas y algunos arciprestazgos han ido proponiendo lo que podrían ser las prioridades pastorales para el nuevo curso. Son tres y las hago mías con entusiasmo.
1. La primera prioridad tiene como título “La parroquia, casa de los jóvenes”, y su meta es la potenciación de la pastoral juvenil en cada una de nuestras parroquias, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud ya mencionada. El objetivo último debería ser que en todas y cada una de las parroquias de nuestra Archidiócesis, eficazmente coordinadas por la Delegación Diocesana, se articule una pastoral juvenil seria, consistente, que busque la formación de nuestros jóvenes y su encuentro con Jesucristo y con la Iglesia. Sobre todo ello escribiré con algún detenimiento en la hoja diocesana en una próxima carta semanal.
2. La segunda prioridad lleva como título “La parroquia, ámbito privilegiado para la formación de adultos”. Todos hemos de ser conscientes de que hoy más que nunca necesitamos laicos bien formados, que puedan dar razón de su fe y de su esperanza. En ese sentido, hay que seguir apoyando a las Delegaciones de Apostolado Seglar y de Hermandades y Cofradías, que están haciendo un esfuerzo notable por implantar el Itinerario de formación cristiana para adultos de la Conferencia Episcopal Española, un instrumento muy válido para potenciar la formación doctrinal de nuestros laicos.
3. La tercera prioridad se titula “La parroquia hogar de caridad y fraternidad”. El curso pastoral que ahora iniciamos va a seguir estando marcado, por desgracia, por la crisis económica. Por ello, me detengo con alguna extensión en este punto. Los técnicos y voluntarios de Caritas Diocesana y de las Caritas parroquiales, los sacerdotes, los religiosos que mantienen infinidad de obras sociales y caritativas, y los responsables de las Hermandades y Cofradías habéis conocido el dolor, la desesperanza y los sufrimientos de los pobres, los parados, los inmigrantes, los sin techo, y de cientos de familias que sufren las consecuencias de lo algunos han dado en llamar una verdadera emergencia social. Más de uno me habéis confesado vuestros sentimientos de frustración e impotencia al no poder dar respuesta a tantas situaciones de dolor por la limitación de los recursos. La crisis está provocando el deterioro del tejido industrial, de la agricultura y del comercio en toda España y, también en nuestra provincia. Son muchos los que han visto empeorar sus condiciones laborales, los que han perdido el empleo e, incluso su casa, al no poder satisfacer los plazos de la hipoteca. Son muchos los trabajadores autónomos y empresarios que encuentran serias dificultades para sacar adelante sus negocios familiares o sus pequeñas o medianas empresas.
La crisis económica está provocando una gran crisis social. Cada vez es más sombrío el futuro de los inmigrantes, de los jóvenes y de miles de matrimonios y familias. La crisis, de alcance mundial, ha sacudido los pilares de un sistema económico y financiero que parecía inconmovible y que ofrecía aparentemente todo lo que el hombre del primer mundo necesitaba para alcanzar su felicidad. Se han hecho muchas valoraciones de lo sucedido, algunas más superficiales, otras más profundas. Mientras que algunos consideran que todo se solucionará con medidas técnicas capaces de alumbrar un nuevo orden financiero internacional, la Iglesia ha llamado la atención sobre las raíces éticas de la crisis, que están reclamando la floración de una nueva cultura de la solidaridad y de la participación responsable en la construcción del futuro de nuestro planeta.
Se ha dicho que existe una responsabilidad moral de los políticos, gobernantes y profesionales de las finanzas. En realidad, la crisis nos interpela a todos. Todos hemos de preguntarnos en qué medida somos responsables de lo sucedido por haber convertido el consumismo frenético y el bienestar individualista en el valor supremo, en un ídolo en definitiva, viviendo muchas veces por encima de nuestras posibilidades. Urge, pues, recuperar un estilo de vida personal más austero y solidario. Urge además impulsar un nuevo orden económico mundial al servicio de cada hombre o mujer y de todos los hombres y mujeres, respetuoso al mismo tiempo con la creación, don de Dios. Urge que las comunidades cristianas conozcan en profundidad la Doctrina Social de la Iglesia y que en las sesiones de formación de nuestros grupos y movimientos apostólicos se estudie con seriedad la encíclica Caritas in veritate del Santo Padre Benedicto XVI. Este precioso documento pontificio nos servirá de aliento para trabajar conjuntamente y salir al paso de las necesidades de tantos hermanos nuestros que están sufriendo en primera persona las consecuencias de la crisis. En este sentido, invito a todas las comunidades cristianas de la Archidiócesis, a Caritas Diocesana y a las Caritas parroquiales, a hacer todos los esfuerzos que estén a nuestro alcance para que ningún necesitado que acude a nosotros se sienta defraudado y para que nuestras parroquias sean verdaderos hogares de caridad.
4. A estas tres prioridades, me parece necesario añadir una cuarta, que podría llevar como titulo: La parroquia, mesa en la que compartimos el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. En el texto del Plan Pastoral Diocesano se cita expresamente un fragmento del discurso de Benedicto XVI a la Asamblea del Consilium de laicis de octubre de 2006, en el que el Papa afirma que “la parroquia… crece en el entendimiento y en la cohesión fraterna si ora incesantemente, si permanece a la escucha de la palabra de Dios y, sobre todo, si participa con fe en la celebración de la Eucaristía, presidida por el sacerdote. En este sentido, escribía el amado Juan Pablo II en su última encíclica Ecclesia de Eucaristía: La parroquia es una comunidad de bautizados que expresan y confirman su identidad principalmente por la celebración del sacrificio eucarístico”. Así es realidad. Sin la fuerza vivificadora que nos brinda la Eucaristía, ni la pastoral juvenil, ni los proyectos de formación de adultos, ni nuestra cercanía eficaz a los más pobres podrán subsistir por mucho tiempo. Por ello, propongo trabajar también este aspecto decisivo en la vida de nuestras comunidades.
La vida de la Iglesia y de sus miembros va creciendo gracias al alimento que, como sarmientos, recibimos de la vid que es Cristo (Jn 15,1-10). La experiencia y el hecho cristiano parten de la experiencia del conocimiento del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús: «como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Pero para tener un encuentro personal que llene nuestro corazón plenamente y lo transforme según el modelo de Cristo, es necesario encontrarnos con Él y con su amor allí donde Él ha querido quedarse. No es posible ser cristiano sin Cristo; no se puede ser auténticamente discípulo de Cristo, y dar los frutos que cabe esperar de un discípulo, sin vincularnos personalmente con el Señor resucitado, a través del sacramento que Él mismo ha instituido para estar con nosotros hasta el final de los tiempos. A la celebración eucarística llevamos nuestras vidas y de ella salimos para cumplir cristianamente nuestras tareas, anhelos y proyectos, para compartir y testimoniar nuestra fe y para dar a conocer a todos el amor del Señor, especialmente a través de nuestro amor y caridad con los más pobres y necesitados. Todos estamos convocados a vivir de la manera más consciente y plena el encuentro con Cristo en la Eucaristía, cumpliendo su más ardiente deseo: “permaneced en mi amor” (Jn 15, 9).
En la carta apostólica Mane nobiscum Domine, nos invitaba el Papa Juan Pablo II a fortalecer nuestra fe y nuestro amor al sacramento que es el centro de la vida eclesial, y a vivir, en suma, una espiritualidad profundamente eucarística, tomando “conciencia renovada del tesoro incomparable que Cristo ha encomendado a su Iglesia" (n. 29). El Papa nos pedía conocer, amar y contemplar el rostro eucarístico del Señor, impregnándonos de sus actitudes eucarísticas, del modo de ser de Cristo en la Eucaristía y que pasa de Él a nosotros cuando celebramos y adoramos el misterio de nuestra fe (Ib. 25). El propio Juan Pablo II, en su encíclica Ecclesia de Eucaristía nos decía que "todo compromiso de santidad, toda acción orientada a realizar la misión de la Iglesia, toda puesta en práctica de planes pastorales, ha de sacar del misterio eucarístico la fuerza necesaria y se ha de ordenar a él como a su culmen" (EdeE 60).
En la celebración de la Santa Misa se perpetúa y actualiza de modo incruento el único sacrificio de la cruz. En ella se renueva la ofrenda sacrificial de Cristo al Padre en favor de toda la humanidad (EdeE 12), que nos impulsa a ofrecernos a Él como victima viva de alabanza y propiciación por los pecados del mundo. En ella recibimos el sustento que hoy necesitamos más que nunca, en estos tiempos recios que nos ha tocado vivir. En ella Jesús sigue siendo el Pan vivo bajado del cielo que alimenta nuestros corazones mientras peregrinamos hacia la casa del Padre. Vivamos cada día con emoción renovada la Santa Misa. Intensifiquemos la preparación cálida para recibir al Señor en nuestros corazones y hagamos cuanto esté a nuestro alcance para recuperar la acción de gracias, esos momentos de diálogo íntimo y también de crecimiento interior, en los que el Señor graba en nuestro corazón sus propios sentimientos y nos alienta en el camino de la santidad.
Como os pedía en una de mis cartas semanales del pasado mes de julio, es necesario seguir insistiendo en la recuperación del sentido cristiano del domingo, el día primordial de los cristianos, el día del Señor resucitado y del don de su Espíritu, y el señor de los días. El domingo es la pascua de la semana, el día en que todos estamos invitados a vivir la alegría de la salvación, a incrementar nuestra formación cristiana, a vivir con gozo la vida familiar, más difícil hoy en el curso de la semana, a hacer obras de caridad con los pobres y los enfermos y a gozar de la naturaleza, don de Dios.
Es urgente seguir insistiendo, sobre todo, en la importancia de la Eucaristía dominical, subrayando su dimensión evangelizadora, como es también necesario que los sacerdotes cuidemos la dignidad de la celebración, de acuerdo con las normas de la Iglesia, pues no somos los dueños ni de la Eucaristía ni de nuestras comunidades. Es urgente también potenciar en nuestras parroquias la adoración y el culto eucarístico fuera de la Misa, verdadero manantial de santidad. Dios quiera que nuestras comunidades cristianas rivalicen en iniciativas que propicien la adoración eucarística, brindando a los fieles la posibilidad de contemplar al Señor, acompañarlo, expiar y reparar, pues de ello se derivarán muchos bienes sobrenaturales para nuestra Archidiócesis y para nuestras parroquias. Hagamos también todo lo posible por recuperar las actitudes físicas convenientes en la celebración, entre ellas la genuflexión, gesto lleno de amor, de sumisión y adoración al Señor presente en los sagrarios de nuestras iglesias.
La Eucaristía es la fuente de la comunión eclesial. Participar en ella exige vivir la comunión y la fraternidad. Participar en el banquete del Señor ha de convertirnos en artífices y promotores de comunión fraterna en un mundo herido por tantas formas de división y de discordia. La participación en la Eucaristía entraña efectivamente una exigencia firmísima de unidad para nuestras comunidades. En ella aprendemos a ser pan partido y sangre derramada en el servicio a nuestros hermanos y comprendemos cuál debe ser la medida y la intensidad de nuestra entrega. Ella es escuela de diálogo y colaboración, de fraternidad sincera, de perdón, de amor gratuito y de servicio a los últimos, los hermanos más pobres, los transeúntes, los ancianos, enfermos e inmigrantes. Con el Papa Juan Pablo II os recuerdo que este es el criterio básico de la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas (EdeE 28), que de lo contrario pueden convertirse en un puro teatro.
Hasta aquí las cuatro prioridades que deberán reclamar la atención de los sacerdotes y religiosos que trabajan en nuestra Archidiócesis y de los laicos, cualesquiera que sean los grupos o movimientos a los que pertenecen. La comunión en el plano doctrinal y disciplinar, y que se manifiesta también en el mutuo aprecio y afecto fraterno, necesita ser completada por la comunión en el plano pastoral, que es siempre manantial de eficacia en la evangelización y en el apostolado. La comunión nunca es un valor tangencial en la vida de la Iglesia. Pertenece a su misma entraña, puesto que la Iglesia, como nos dijeran San Cipriano y San Agustín y recoge el Concilio Vaticano II, “es una muchedumbre de pueblos reunidos por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). Esto quiere decir que la Iglesia sólo se realiza como Iglesia imitando la unidad de la que procede, mientras que se niega a sí misma y se trunca su edificación y crecimiento cuando surgen las fragmentaciones y las quiebras de la unidad.
Las citadas prioridades han de ser completadas con las correspondientes acciones por las Delegaciones Diocesanas más concernidas, en concreto Pastoral Juvenil, Apostolado Seglar, Hermandades y Cofradías, Pastoral Obrera, Orientación Social, Caritas Diocesana y Liturgia, de modo que puedan ser aprobadas en uno de los primeros Consejos Episcopales del mes de septiembre, para ser trabajadas ulteriormente en los Encuentros de Vicaría de comienzo de curso y en las reuniones arciprestales.
Bajo la protección maternal de la Santísima Virgen, tan querida y venerada en innumerables santuarios y ermitas de toda la geografía diocesana, ponemos el curso pastoral que estamos iniciando. A Ella nos acogemos para que nos ayude a seguir con gozo y esperanza las huellas del Maestro. Él, que a través de su Espíritu, fecunda con la lluvia de su gracia nuestros mejores propósitos y proyectos, nos invita una vez más a echar las redes confiando en su Palabra y a remar con Él mar a dentro.
Deseándoos un curso pastoral lleno de frutos sobrenaturales y apostólicos, contad todos con mi saludo fraterno y mi bendición.
Sevilla, 1 de septiembre de 2010
+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla
sábado, 7 de agosto de 2010
MAS DETALLES SOBRE LA VIDA DE SAN CAYETANO
Muchas felicidades Cayetano, desde Zaragoza.Muy fuerte abrazo, Fernando Rivero
Etimología: Cayetano = alegre. Viene de la lengua latina.
Su padre, el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto. El padre murió cuando los dos hermanos eran muy pequeños. Su piadosa madre dio a sus hijos un admirable ejemplo.
Cayetano estudió 4 años en la Universidad de Padua donde se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza.
Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506. Decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II. Ayudaba al Papa a escribir las cartas apostólicas. Conoció de cerca a cardenales y prelados.
El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno.
Funda en Roma la "Cofradía del Amor Divino", una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Tuvo su primera experiencia pastoral en la parroquia de Santa María de Malo, cerca de Vicenza; luego se dedicó a cuidar los santuarios esparcidos por el monte Soratte.
Ingresó en el oratorio de San Jerónimo que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a laicos pobres. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él.
A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes de las enfermedades repugnantes.
Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: "En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente".
Fundó otro oratorio en Verona. Se trasladó a Venecia en 1520, siguiendo el consejo de su confesor, Juan Bautista de Crema, un dominico santo y prudente. Se alojó en el hospital de la ciudad y siguió la misma forma de vida. Se le consideraba fundador principal del hospital por todos los regalos que hizo.
La Eucaristía
Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: "No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza".
La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: "Cristo espera, ninguno se mueve".
Fundador
San Cayetano regresó a Roma para hablar de la reforma con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles.
La llamaron "Ordo Regularium Theatinorum" o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos viene del episcopado de "Teate Marrucinorum" ), y tenía como finalidad principal la renovación del clero.
Clemente VII aprobó la fundación el 14 de septiembre de 1524. Cayetano renuncia a todos sus bienes y Carafa a los 2 episcopados de Brindis y de Chieti.
Los 4 primeros miembros visten sus hábitos religiosos y hacen los votos en San Pedro, ante un delegado pontificio. Carafa es nombrado superior general de la orden. Aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.
Los seguidores no eran muchos. A los 4 años, en 1527, cuando la orden tenía 12 miembros, el ejercito saqueó la ciudad, la casa fue destruida y ellos escaparon a Venecia. En 1530 San Cayetano sucede a Carafa en el cargo de superior. Por su humildad, lo hace con renuencia.
Trabaja enérgicamente por la reforma del clero. En 1533, Carafa fue elegido superior general por segunda vez. Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas.
Viaja a Nápoles para fundar una casa de su orden. Recibe una casa donada por el conde de Oppido y rechaza otros terrenos. El conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: "Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia".
Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Fundó con el Beato Juan Marinoni los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Esta obra fue aprobada poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: "Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero".
Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547.
Ocho años después de su muerte, el teatino Carafa fue elegido Papa, con el nombre Pablo IV, un auténtico reformador, aunque su pontificado fue muy impopular.
Cayetano fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros.
ORACIÓN
Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos
padre de providencia porque socorres con grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades:
acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos.
(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)
Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios (que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo) me dará las demás cosas por añadidura. Amén.
Etimología: Cayetano = alegre. Viene de la lengua latina.
Su padre, el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto. El padre murió cuando los dos hermanos eran muy pequeños. Su piadosa madre dio a sus hijos un admirable ejemplo.
Cayetano estudió 4 años en la Universidad de Padua donde se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza.
Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506. Decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II. Ayudaba al Papa a escribir las cartas apostólicas. Conoció de cerca a cardenales y prelados.
El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno.
Funda en Roma la "Cofradía del Amor Divino", una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Tuvo su primera experiencia pastoral en la parroquia de Santa María de Malo, cerca de Vicenza; luego se dedicó a cuidar los santuarios esparcidos por el monte Soratte.
Ingresó en el oratorio de San Jerónimo que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a laicos pobres. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él.
A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes de las enfermedades repugnantes.
Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: "En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente".
Fundó otro oratorio en Verona. Se trasladó a Venecia en 1520, siguiendo el consejo de su confesor, Juan Bautista de Crema, un dominico santo y prudente. Se alojó en el hospital de la ciudad y siguió la misma forma de vida. Se le consideraba fundador principal del hospital por todos los regalos que hizo.
La Eucaristía
Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: "No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza".
La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: "Cristo espera, ninguno se mueve".
Fundador
San Cayetano regresó a Roma para hablar de la reforma con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles.
La llamaron "Ordo Regularium Theatinorum" o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos viene del episcopado de "Teate Marrucinorum" ), y tenía como finalidad principal la renovación del clero.
Clemente VII aprobó la fundación el 14 de septiembre de 1524. Cayetano renuncia a todos sus bienes y Carafa a los 2 episcopados de Brindis y de Chieti.
Los 4 primeros miembros visten sus hábitos religiosos y hacen los votos en San Pedro, ante un delegado pontificio. Carafa es nombrado superior general de la orden. Aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.
Los seguidores no eran muchos. A los 4 años, en 1527, cuando la orden tenía 12 miembros, el ejercito saqueó la ciudad, la casa fue destruida y ellos escaparon a Venecia. En 1530 San Cayetano sucede a Carafa en el cargo de superior. Por su humildad, lo hace con renuencia.
Trabaja enérgicamente por la reforma del clero. En 1533, Carafa fue elegido superior general por segunda vez. Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas.
Viaja a Nápoles para fundar una casa de su orden. Recibe una casa donada por el conde de Oppido y rechaza otros terrenos. El conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: "Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia".
Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Fundó con el Beato Juan Marinoni los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Esta obra fue aprobada poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: "Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero".
Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547.
Ocho años después de su muerte, el teatino Carafa fue elegido Papa, con el nombre Pablo IV, un auténtico reformador, aunque su pontificado fue muy impopular.
Cayetano fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros.
ORACIÓN
Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos
padre de providencia porque socorres con grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades:
acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos.
(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)
Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios (que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo) me dará las demás cosas por añadidura. Amén.
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