viernes, 13 de marzo de 2015

VIACRUCIS DELANTE DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

ESCRITOSDEL VENERABLE LUISDE TRELLES EL VIACRUCIS DELANTE DEL SANTÍSMO SACRAMENTO

El propósito de buscar relaciones entre todos los ejercicios devotos con el Santísimo Sacramento de nuestros altares, no encuentra en el caso presente dificultad alguna, porque según el verso 40 del salmo 130, “hizo el Señor (la Eucaristía según los intérpretes) memorial de sus maravillas y se dio en alimento a los que le temen”; y para aquél y esta idea la toma la Santa Iglesia para el oficio de la Octava del Santísimo Corpus Christi.

En el sagrario se halla la persona misma, que padeció; y allí se atesoran los méritos de la pasión y muerte del Salvador, y aunque real y efectivamente estos actos se consumaron en el tiempo, recayendo en el Verbo divino, se hicieron inmanentes, porque en el plan divino existían de toda la eternidad como dice el Apocalipsis, que el Cordero fue sacrificado desde el origen del mundo. Además la Sagrada Hostia recuerda el sacrificio de la Cruz y el de la Misa; y al consagrar se reproduce aquél en ésta, bien que de un modo incruento, de suerte que su propia etimología, trae a la memoria la víctima del sacrificio y en algún modo lo condensa y hace su mérito infinito […]. El Sacramento además de representar el infinito valor del Verbo como persona divina que unió de esta manera la Humanidad, trae para nosotros la labor exquisita de la pasión. […], con todo su amor, ya que es prueba irrefragable y nos brinda sus frutos en la comunión. Viene bien por tanto a la práctica del Vía Crucis el Santísimo Sacramento, sólo nos queda la dificultad de sacar utilidad de éste para aquel ejercicio. Pero esta dificultad es pequeña para el espíritu, porque puede hacerse el ejercicio delante del Señor, si hay Vía Crucis en el templo ó puede iniciarse aquél con una visita a Jesús Sacramentado y cerrarse con otra, cuyas ventajas no pueden ser desconocidas por nuestros lectores.

Con el propósito de armonizar en torno al sagrario ambas cosas, y todas las devociones […], dada la proximidad que tienen los dos asuntos citados, que son los que más amamos, porque son propiamente uno mismo. En medio de ellos resplandece el Verbo divino, que late en la Eucaristía y padeció en el camino de sus dolores, y nos brinda en el altar todos
aquellos méritos.

El objeto de nuestra adoración, que es infinito en sí, se presenta de esta manera inmenso, rondando y asediando con su mor al hombre en todas partes.

Artículo extraido del Boletin del mes de marzo publicado por la Fundación Luis de Trelles.

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