Si no vas a Misa estas
Lecturas te acercaran a una sintonía
más
clarificadora, solidaria y hermosa.
Si vas, te servirán de
recuerdo y preparación.
Y si no vas, pero quieres ir, te ayudaran a acercarte a la puerta.
Y si no vas, pero quieres ir, te ayudaran a acercarte a la puerta.
**********************************
BENDICIÓN DE LOS RAMOS Y PROCESION:
Evangelio
según San Marcos (11, 1-10): Bendito el que viene en nombre del Señor.
«Cuando se
aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los
Olivos, envía a dos de sus discípulos,
diciéndoles: “Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en
él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún
hombre. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: ¿Por qué hacéis eso?, decid:
El Señor lo necesita, y que lo devolverá enseguida”. Fueron y encontraron el
pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron. Algunos
de los que estaban allí les dijeron: “¿Qué hacéis desatando el pollino?” Ellos
les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.
Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus
mantos y se sentó sobre él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros,
follaje cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían,
gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el
reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!”».
SANTA
MISA:
Lectura del libro del profeta Isaías (50, 4-7): No me
tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
Mi Señor me ha dado una lengua
de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me
espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído; y yo
no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas
a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no
sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no
quedaría defraudado.
Salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses
(2, 6-11): Se rebajó a sí mismo, por eso Dios lo
levantó sobre todo.
Cristo, a pesar de su condición
divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su
rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así,
actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre
todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda
lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Evangelio: Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14-16,8 (se ha cogido 15, 16-27)
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y
reunieron alrededor de Él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto
de color púrpura y, trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y
le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante Él la rodilla, se
burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!». Luego lo escupían, le
quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y terminada la burla, le
quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y
lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota
(que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con
hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se
repartieron su ropa echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo.
Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el
rey de los judíos». Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a la derecha y otro
a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú
que, destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si
eres Hijo de Dios, baja de la cruz».
Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se
burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y Él no se puede salvar. ¿No es
el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en
Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de
Dios?». Hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas
sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó: «Elí, Elí, lamá
sabaktaní». Es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Al
oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron: «A Elías llama éste». Uno de
ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: «Déjalo, a ver si
viene Elías a salvarlo».
Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
& Pautas para la reflexión personal
z
El vínculo entre las lecturas
La Iglesia
recuerda la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén y da inicio así a la Semana
Santa. El Evangelio de este Domingo se puede decir que es doble ya que por un
lado, al inicio de la Misa, se lee la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén,
acompañado por la multitud que lo aclama con ramos de olivos en la mano; y por
otro lado, durante la liturgia de la Palabra, se proclama la lectura de la
Pasión y Muerte según el Evangelio de San Marcos. Del mismo modo que en las
lecturas dominicales de la Cuaresma, la perícopa evangélica es la que marca la
pauta y el tema del día; el tema del sufrimiento del Reconciliador estará
presente en todas las lecturas; a excepción de la antífona de entrada que
explota en el jubiloso grito mesiánico del « ¡aleluya!»
La lectura
veterotestamentaria, sacada del tercer cántico del Siervo de Yavheh del profeta
Isaías; nos habla de la obediencia sufridora del «Siervo de Dios», y desemboca
en el Salmo Responsorial, con los versículos sacados del Salmo 21: «¿Dios mío, Dios mío; porqué me has abandonado?».San
Pablo en su carta a los Filipenses relata, en uno de los más antiguos himnos
cristológicos, el movimiento kenótico[1]-
ascensional que marcará toda la vida y misión de Nuestro Señor Jesucristo; y
que encontrará su plenitud en su Pasión - Muerte - Resurrección. Jesús se hace
obedece obediente hasta la muerte y muerte de Cruz.
J
Domingo de Ramos en la Pasión
El sexto Domingo
de Cuaresma o Domingo de Ramos en la Pasión ocupa un lugar muy importante en
los cuarenta días previos. Por el título ya sabemos que se refiere a dos
aspectos fundamentales que se funden en una sola conmemoración: la entrada de
Jesús en Jerusalén y la conmemoración de la Pasión. Sabemos por el relato de la
famosa peregrina Eteria[2]
que los cristianos de Jerusalén, en los inicios del siglo V, se reunían en el
monte de los Olivos en las primeras horas de la tarde, para una larga liturgia
de la Palabra; en seguida, al caer ya la noche, se dirigían a la ciudad de
Jerusalén, llevando ramos de palmera o de olivo en las manos.
Esta
costumbre fue asumida primero en las Iglesias Orientales pasando luego al
Occidente (por España y las Galias) pero sin procesión. En esas regiones se
entregaba en este Domingo el Símbolo de la Fe (el Credo) y se ungía a los
catecúmenos leyéndose el Evangelio de San Juan 12, 1-11 (unción de Jesús en
Betania), al cual se le aumentaron los versículos 12-16 (entrada de Jesús en
Jerusalén). Por eso el día comenzó a llamarse de Domingo de Ramos pero no como
una solemnidad propia. La bendición de los ramos de palmera así como la
procesión comienzan a divulgarse alrededor del siglo VII recibiendo, en los
siglos posteriores, elementos cada vez más teatrales. En el nuevo Misal existen
tres formas de poder conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén de acuerdo a
razones pastorales.
JL
¿Qué sucedió para cambiar tan rápido de
opinión?
Al
participar de esta Solemnidad uno no deja de sorprenderse por el contraste tan
evidente entre ambos momentos de la liturgia. Los mismos que acompañaban, que
aclamaban, que jubilosos reconocían a Jesús como el Mesías prometido; ésos
mismos, pocos días después exigirán a gritos que sea crucificado. ¿Qué
ocurrió en esos días para explicar este cambio? Ocurrió que Jesús cayó en
desgracia y así perdió todo el favor popular. Los sumos sacerdotes, los
escribas y los ancianos mandaron gente con espadas y palos a detenerlo, y Jesús se
entregó mansamente para ser llevado ante Pilato y ser acusado. Viendo el
pueblo que Jesús no reaccionaba con poder, sino que se dejaba escupir y abofetear
le volvió la espalda. Sin
embargo no podemos olvidar que existe un plano más profundo que es la
encarnizada lucha que se va a dar entre las fuerzas del bien y del mal; entre
la vida y la muerte.
J «¡Bendito el
reino que viene, de nuestro padre David!»
Colaborador: J.R. Pulido. Presidente Consejo Diocesano ANE
en Toledo
[1]
Kénosis: abajamiento, humillación.
[2]
Eteria (finales del siglo IV o inicios del
V), monja española que realizó un viaje
a Oriente que plasmó en su obra Itinerario.
Se ignora la fecha y el lugar de su nacimiento, aunque es de suponer que era
gallega pues se alude a su nacimiento en las playas del extremo Occidente. Ha
sido conocida, a lo largo de la historia, con diferentes nombres: Geria,
Eteria, Egenia o Aiteria. Incansable, viajó por Asia Menor, Egipto, Mesopotamia
y Palestina, reflejando en su obra Itinerario
la descripción de sus desplazamientos y numerosas notas sobre la vida de las
comunidades cristianas de estas regiones en los inicios del cristianismo. Al
final del XIX se redescubrió en Italia el relato de su Itinerarium.
No hay comentarios:
Publicar un comentario