domingo, 29 de noviembre de 2020

Rafa Corral: PARA MEDITAR HOY DOMINGO

[29/11 7:08] En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!» Palabra del Señor Sin previo aviso, así de rondón, se nos ha metido otro Adviento más. Y sin duda será Adviento muy distinto, porque el virus no solo ha afectado a la salud, sino que también ha afectado a la esperanza, y cuando un hombre pierde la esperanza, la vida se le hace cuesta arriba. Menos mal que el Adviento es precisamente eso, es espera y esperanza porque Él volverá. Muchos esperan volver a la normalidad, otros esperan reencontrarse con sus seres queridos, y tantos deseamos anhelantes la llegada de la vacuna, y mira que son importante esas esperas pero el adviento cristiano, la esperanza cristiana está depositada en una persona: Jesucristo ¿Y quién lo espera realmente? Pues me temo que candidatos no hay muchos porque es complicado encontrarse con el Señor sí eres de los que a fuerza de no mirar hacia dentro de sí ni de las cosas, te limitas a flotar, a deslizarte por la superficie de la vida sin vivirla. O si eres de los que no piensas en el futuro y el presente nisiquieras lo vives pues solo te mueves en la lógica del usar y tirar, del consumir y disfrutar. No te engañes eso no es vivir, es vegetar, es en definitiva, ir de pasota por la vida En cambio para el creyente, el tiempo de adviento es un tiempo para estar más en sintonía con uno mismo, en recogimiento interior para preparar el corazón. ¡Velad! Es el grito de adviento, es decir, estar atentos, no paséis por la vida como el pasota, de puntillas. ¡Velad! en tiempos de pandemia suena a reconstruir la esperanza, a preparar la “casa” para cuando el Señor vuelva. Que la lumbre esté encendida y puesta la mesa. Que no haya malas caras ni zancadillas al que destaca, ni codazos para abrirse paso, ni grandullones abusando de los peques, ni ruido de contiendas, ni silencios de miedo. Que cada uno esté en su puesto, con las lámparas encendidas, atento a lo que realmente cuenta, porque al final vendrá el Señor a pedirnos cuentas sobre los dones que no confió. Que este tiempo de adviento, crezcas hacia dentro, en profundidad, crezca hacia lo alto, en esperanza y crezca hacia los demás en misericordia. Para que la luz de la Navidad te inunde y transforme tu vida, necesitas vivir este tiempo de adviento de puertas para adentro. ¿Serás capaz de arrancarle a nuestros días, a la dictadura del tiempo, tiempo para ti y para Dios? ¡Feliz Domingo de Adviento! *_Rvdo. D. Manuel Blanco_* [29/11 7:13] Rafa Corral: domingo 29 de noviembre de 2020 Tiempo de Adviento Domingo I de Adviento (Ciclo B) LAUDES y OFICIO INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios. R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. invitatorio Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses, tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle. HIMNO Ven, Señor, no tardes, ven, que te esperamos; ven, Señor, no tardes, ven pronto, Señor. El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos porque han matado al Amor. Envuelto en noche sombría, gime el mundo de pavor; va en busca de una esperanza, buscando tu fe, Señor. Al mundo le falta vida y le falta corazón; le falta cielo en la tierra, si no lo riega tu amor. Rompa el cielo su silencio, baje el rocío a la flor, ven, Señor, no tardes tanto, ven, Señor. Amén. SALMODIA Ant. 1. Aquel día los montes destilarán dulzura y las colinas manarán leche y miel. Aleluya. Salmo 62, 2-9 El alma sedienta de Dios Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas. ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aquel día los montes destilarán dulzura y las colinas manarán leche y miel. Aleluya. Ant. 2. Los montes y las colinas aclamarán en presencia del Señor y los árboles del bosque aplaudirán, porque viene el Señor y reinará eternamente. Aleluya. Cántico Dn 3, 57-88. 56 Toda la creación alabe al Señor Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19, 5) Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. No se dice Gloria Ant. Los montes y las colinas aclamarán en presencia del Señor y los árboles del bosque aplaudirán, porque viene el Señor y reinará eternamente. Aleluya. Ant. 3. Vendrá el gran profeta y renovará Jerusalén. Aleluya. Salmo 149 Alegría de los santos Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio) Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Vendrá el gran profeta y renovará Jerusalén. Aleluya. LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12 Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. RESPONSORIO BREVE V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. V. Tú que has de venir al mundo. R. Ten piedad de nosotros. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. lecturas del oficio V. Levantaos, alzad la cabeza. R. Se acerca vuestra liberación. PRIMERA LECTURA Del libro del profeta Isaías 6, 1-13 Vocación de Isaías El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban, y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos: llena está toda la tierra de su gloria.». Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la casa se llenó de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey el Señor de los ejércitos han visto mis ojos!» Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Yo contesté: «Heme aquí: envíame.» Dijo: «Ve y di a ese pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis, ved bien, pero no comprendáis.” Engorda el corazón de ese pueblo, hazle duro de oídos, y pégale los ojos, no sea que vea con sus ojos y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y se le cure.» Yo pregunté: «¿Hasta dónde, Señor?» Y él me contestó: «Hasta que se vacíen las ciudades y queden sin habitantes, las casas sin hombres, la campiña desolada, y haya alejado el Señor a las gentes, y cunda el abandono dentro del país. Aun el décimo que quede en él volverá a ser devastado como la encina o el roble, en cuya tala queda un tocón. Este tocón será semilla santa.» Responsorio Cf. Ex 3, 4.7.13; Sal 79, 2 R. Por favor, Señor: mira la opresión de tu pueblo y envía al que te propones mandar; * ven a salvarnos, como lo has prometido. V. Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño; tú que te sientas sobre querubines. R. Ven a salvarnos, como lo has prometido. SEGUNDA LECTURA San Elredo de Rievaulx, abad, Sermón Sermón 1 sobre la venida del Señor: PL 195, 209-210 Este tiempo nos recuerda las dos venidas del Señor Debéis saber, carísimos hermanos, que este santo tiempo que llamamos Adviento del Señor, nos recuerda dos cosas: por eso nuestro gozo debe referirse a estos dos acontecimientos, porque doble es también la utilidad que deben reportarnos. Este tiempo nos recuerda las dos venidas del Señor, a saber: aquella dulcísima venida por la que el más bello de los hombres y el deseado de todas las naciones, es decir, el Hijo de Dios, manifestó a este mundo su presencia visible en la carne, presencia largamente esperada y ardientemente deseada por todos los padres: es la venida por la que vino a salvar a los pecadores. La segunda venida –que hemos de esperar aún con inquebrantable esperanza y recordar frecuentemente con lágrimas— es aquella en la que nuestro Señor, que primero vino oculto en la carne, vendrá manifiesto en su gloria, como de él cantamos en el Salmo: Vendrá Dios abiertamente, esto es, el día del juicio, cuando aparecerá para juzgar. De su primera venida se percataron sólo unos pocos justos; en la segunda se manifestará abiertamente a justos y réprobos, como claramente lo insinúa el Profeta cuando dice: Y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Propiamente hablando, el día que dentro de poco celebraremos en memoria de su nacimiento nos lo presenta nacido, es decir, que nos recuerda más bien el día y la hora en que vino a este mundo; en cambio este tiempo que celebramos como preparación para la Navidad, nos recuerda al Deseado, esto es, el gran deseo de los santos padres que vivieron antes de su venida. Con muy buen acuerdo ha dispuesto en consecuencia la Iglesia que en este tiempo se lean las palabras y se traigan a colación los deseos de quienes precedieron la primera venida del Señor. Y este su deseo no lo celebramos solamente un día, sino durante un tiempo más bien largo, pues es un hecho de experiencia que si sufre alguna dilación la consecución de lo que ardientemente deseamos, una vez conseguido nos resulta doblemente agradable. A nosotros nos corresponde, carísimos hermanos, seguir los ejemplos de los santos padres y recordar sus deseos, para así inflamar nuestras almas en el amor y el deseo de Cristo. Pues debéis saber, hermanos, que la celebración de este tiempo fue establecida para hacernos reflexionar sobre el ferviente deseo de nuestros santos padres en relación con la primera venida de nuestro Señor, y para que aprendamos, a ejemplo suyo, a desear ardientemente su segunda venida. Debemos considerar los innumerables beneficios que nuestro Señor nos hizo con su primera venida, y que está dispuesto a concedérnoslos aún mayores con su segunda venida. Dicha consideración ha de movernos a amar mucho su primera venida y a desear mucho la segunda. Y si no tenemos la conciencia tan tranquila como para atrevernos a desear su venida, debemos al menos temerla, y que este temor nos mueva a corregirnos de nuestros vicios: de modo que si aquí no podemos evitar el temor, al menos que, cuando venga, no tengamos miedo y nos encuentre tranquilos. Responsorio Cf. Jr 31, 10 R. Escuchad la palabra del Señor, naciones, y anunciadla en las islas más lejanas, * y decid: Vendrá nuestro Salvador. V. Anunciadlo y que se oiga en todas partes; proclamad la buena nueva, pregonadla a voz en grito. R. Y decid: Vendrá nuestro Salvador. evangelio del día Del Santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!». CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre ti, María; no temas, concebirás en tu seno al Hijo de Dios. Aleluya. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre ti, María; no temas, concebirás en tu seno al Hijo de Dios. Aleluya. PRECES Oremos a Dios Padre, que nos concede la gracia de esperar la revelación de nuestro Señor Jesucristo, y digámosle confiados: Muéstranos, Señor, tu misericordia. Santifica, Señor, todo nuestro ser, alma y cuerpo, – y guárdanos libres de culpa hasta el día de la venida de tu Hijo. Haz que durante este día caminemos en santidad – y llevemos una vida justa y religiosa. Haz que nos revistamos de nuestro Señor Jesucristo – y que nos llenemos del Espíritu Santo. Concédenos, Señor, que vivamos siempre preparados – para el día de la manifestación gloriosa de tu Hijo. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Como nos enseñó el Salvador, nos atrevemos a decir: PADRE NUESTRO Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. ORACIÓN Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. [29/11 7:16] Rafa Corral: domingo 29 de noviembre de 2020 Tiempo de Adviento Domingo I de Adviento (Ciclo B) HORA INTERMEDIA: TERCIA INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. HIMNO SALMODIA Ant. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen. Salmo 117 Himno de acción de gracias después de la victoria Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4, 11) 1 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia, En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 2 Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa.» No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, Pero no me entregó a la muerte. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 3 Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor os bendecimos desde la casa del Señor! el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen. LECTURA BREVE Rm 13, 13-14a Andemos como en pleno día, con dignidad. No andemos en comilonas y borracheras, ni en deshonestidad ni lujuria, ni en riñas ni envidias; sino revestíos de Jesucristo, el Señor. RESPONSORIO BREVE V. Los gentiles temerán tu nombre, Señor. R. Los reyes del mundo tu gloria. ORACIÓN Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. [29/11 7:18] Rafa Corral: domingo 29 de noviembre de 2020 Tiempo de Adviento Domingo I de Adviento (Ciclo B) II VÍSPERAS INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. HIMNO Éste es el tiempo en que llegas, Esposo, tan de repente, que invitas a los que velan y olvidas a los que duermen. Salen cantando a tu encuentro doncellas con ramos verdes y lámparas que guardaron copioso y claro el aceite. ¡Cómo golpean las necias las puertas de tu banquete!. ¡Y cómo lloran a oscuras los ojos que no han de verte! Mira que estamos alerta, Esposo, por si vinieres, y está el corazón velando mientras los ojos se duermen. Danos un puesto a tu mesa, Amor que a la noche vienes, antes que la noche acabe y que la puerta se cierre. Amén. SALMODIA Ant. 1. Hija de Sión, alégrate; salta de gozo, hija de Jerusalén. Aleluya. Salmo 109, 1-5. 7 El Mesías, Rey y Sacerdote Él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. (1Co 15, 25) Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Hija de Sión, alégrate; salta de gozo, hija de Jerusalén. Aleluya. Ant. 2. Vendrá nuestro rey, Cristo, el Señor: el cordero de quien Juan anunció la venida. Salmo 113 A Israel liberado de Egipto: las maravillas del éxodo Reconoced que también vosotros, los que renunciasteis al mundo, habéis salido de Egipto. (S. Agustín) Cuando Israel salió de Egipto, los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente, Judá fue su santuario, Israel fue su dominio. El mar, al verlos, huyó, el Jordán se echó atrás; los montes saltaron como carneros; las colinas, como corderos. ¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te echas atrás? ¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; colinas, que saltáis como corderos? En presencia del Señor se estremece la tierra, en presencia del Dios de Jacob; que transforma las peñas en estanques, el pedernal en manantiales de agua. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Vendrá nuestro rey, Cristo, el Señor: el cordero de quien Juan anunció la venida. Ant. 3. Llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para pagar a cada uno según sus propias obras. Cántico Cf. Ap 19, 1-2. 5-7 Las bodas del Cordero Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. ( R. Aleluya.) Porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Alabad al Señor, sus siervos todos. ( R. Aleluya.) Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. ( R. Aleluya.) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Llegó la boda del Cordero. ( R. Aleluya.) Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para pagar a cada uno según sus propias obras. LECTURA BREVE Flp 4, 4-5 Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca. RESPONSORIO BREVE V. Muéstranos, Señor, tu misericordia. R. Muéstranos, Señor, tu misericordia. V. Y danos tu salvación. R. Muéstranos, Señor, tu misericordia. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Muéstranos, Señor, tu misericordia. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo. Aleluya. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo. Aleluya. PRECES Oremos a Jesucristo, nuestro redentor, que es camino, verdad y vida de los hombres, y digámosle: Ven, Señor, y quédate con nosotros. Jesús, Hijo del Altísimo, anunciado por el ángel Gabriel a María Virgen, – ven a reinar para siempre sobre tu pueblo. Santo de Dios, ante cuya venida el Precursor saltó de gozo en el seno de Isabel, – ven y alegra al mundo con la gracia de la salvación. Jesús, Salvador, cuyo nombre el ángel reveló a José, – ven a salvar al pueblo de sus pecados. Luz del mundo, a quien esperaban Simeón y todos los justos, – ven a consolar a tu pueblo. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Sol naciente, de quien Zacarías profetizó que nos visitaría de lo alto, – ven a iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte. Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las palabras que Cristo nos enseñó: PADRE NUESTRO Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. ORACIÓN Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. [29/11 7:19] Rafa Corral: COMPLETAS INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios. R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. EXAMEN DE CONCIENCIA. Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial, de la siguiente forma: Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Todos examinan en silencio su conciencia. Terminando el examen se añade la fórmula penitencial: V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Pueden usarse otras invocaciones penitenciales. Si preside la celebración un ministro, él solo dice la absolución siguiente; en caso de lo contrario la dicen todos: V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Cuando acabamos el día te suplicamos, Señor, nos hagas de centinela y otorgues tu protección. Que te sintamos: contigo sueñe nuestro corazón para cantar tus loores de nuevo al salir el sol. Danos vida saludable, alienta nuestro calor, tu claridad ilumine la oscuridad que llegó. Dánoslo, Padre piadoso, por Jesucristo, el Señor, que reina con el Espíritu Santo vivificador. Amén. SALMODIA Ant. 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Salmo 90 A la sombra del Omnipotente Os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones. (Lc 10,19) Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. LECTURA BREVE Ap 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. CONCLUSIÓN El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario