miércoles, 31 de marzo de 2021

Domingo de Resurrección: Jn 20, 1-9

Evangelio significa Buena Noticia. Hoy se nos da la mejor de las noticias: Cristo ha resucitado. Si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana, descansaría en el vacío y en la muerte. Pero Cristo resucitó y nuestra fe se acrecienta en la esperanza de que nosotros también un día podemos resucitar y entrar en la vida definitiva. Proclamar la Resurrección es anunciar que la muerte está vencida, que la muerte no es el final. Nadie fue testigo del momento de la resurrección del Señor, porque no fue un hecho físico y sensible como el de levantarse del sepulcro para vivir la vida de antes. Fue un hecho estrictamente sobrenatural. Los apóstoles no vieron el hecho transformante, pero fueron testigos de los efectos: Vieron a Jesús, le palparon, y este acontecimiento les trasformó totalmente la vida. Hay personas que quizá piensen que la resurrección de Jesús fue como un revivir, como fue lo de Lázaro, la hija de Jairo o el joven de Naín. En ese caso después tendría que volver a morir. Lo de Jesús fue un paso adelante hacia otra vida superior, hacia una vida para siempre, una vida que será para nosotros. Hoy lo primero que se nos pide es un acto de fe: creemos que Cristo resucitó, que vive entre nosotros. Cristo resucitó y por lo tanto vive para nosotros y en nosotros. La Resurrección del Señor no es un acto que pasó. Es actual, porque vive y lo debemos sentir que está con nosotros. La Resurrección nos revela que Dios no nos abandona, sino que está con nosotros en nuestro caminar de la vida. Por eso es un día de acción de gracias y de alegría. La alegría es un fruto del Espíritu Santo. No debemos ahogarla aunque hayamos sufrido con Cristo clavado en la cruz el Viernes Santo. Precisamente a aquellos que más unidos estuvieron con el dolor de Jesús en su muerte, en el día de su resurrección Jesús les quiere dar una mayor alegría. Sentir la alegría de Cristo resucitado sería una gracia que debemos pedir a Dios vivamente en este día. El evangelio de este domingo nos cuenta cómo María Magdalena, al ver el sepulcro vacío, va a contárselo a los apóstoles. Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, marchan a toda prisa al sepulcro. Los dos ven lo mismo: que el cuerpo del Maestro no está, que las vendas y ropa están bien colocadas, cosa que no harían unos ladrones, y el que más ama cree. La fe verdadera es una mezcla de razones y de amor. En este día se nos dan razones para creer, sobre todo por el testimonio de los apóstoles y otras personas, que sintieron transformada su vida y con su predicación comenzaron a transformar al mundo. Así nuestra vida de cristianos tiene que ser también un testimonio de que Cristo vive entre nosotros. Y esto será verdad, si nuestra vida es una vida de seres resucitados o vivificados por el impulso de Jesucristo. Como al discípulo amado también nuestro amor debe llevarnos a la fe. La alegría de la Pascua madura sólo en el terreno de un amor fiel. También nuestro apostolado será más eficaz, si vivimos como personas resucitadas con Cristo. Hoy san Pablo nos dice en la segunda lectura que, si hemos resucitado con Cristo, debemos aspirar a los bienes de arriba. Es lo mismo que cuando pedimos que “venga su Reino”. En primer lugar ese reino pedimos que venga sobre nosotros y también sobre los demás. Cuando comenzaron a predicar los apóstoles, como se dice en la primera lectura, el principal mensaje era la Resurrección de Jesús: que El vive. Esta es nuestra gran persuasión. Por eso se enciende el cirio pascual en la liturgia: para recordarnos que Cristo está vivo entre nosotros. En verdad, como decía san Pablo, si Cristo no hubiera resucitado seríamos “los más miserables de los hombres”. Es el día de reavivar el compromiso bautismal para estar más unidos a Cristo, como se hacía anoche en la Vigilia. Hoy saludamos con alegría a la Virgen María, que fue la que más se alegró en ese día. Y la pedimos que nos ayude a que vivamos en nuestro corazón el misterio de esta alegría, para que podamos dar testimonio en nuestro trabajo de cada día del amor y la esperanza que Cristo resucitado nos da en nuestro caminar.

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles Santo, 31 de Marzo de 2021

El Espíritu Santo es el término, el fruto del amor entre el Padre y el Hijo y por eso es el gran regalo que nos hacen el Padre y el Hijo, derramándolo en nuestros corazones. El Espíritu que el Padre y el Hijo nos regalan es también el principio de nuestra santificación. Por eso, San Buenaventura considera que el Espíritu Santo es la Persona que se relaciona más directamente con nosotros, y de algún modo es el "más inmediato" a nosotros, el más íntimo (1 Sentencias, 18, 5, ad 3). Él es quien, poco a poco, puede hacernos verdaderamente santos. Por eso la Escritura habla del "Espíritu de la gracia" *(Hebreos 10, 29)* o de "la acción santificadora del Espíritu" *(2 Tesalonicenses 2,13; 1 Pedro 1, 2).* Él es quien nos va convirtiendo en nuevas creaturas, y va reformando poco a poco los aspectos enfermos de nuestra limitada existencia. ¿Qué es lo que quisieras que el Espíritu Santo cambiara en tu vida? ¿Qué tipo de santidad te gustaría alcanzar?

martes, 30 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes Santo, 30 de Marzo de 2021

_Una vez más, intento contemplar con una mirada positiva a la gente que hay a mi alrededor, para descubrir los carismas que hay en mis compañeros, familiares, amigos. Es necesario repetir frecuentemente este ejercicio, para que la mirada no se nos vuelva demasiado negativa._ _Doy gracias al Espíritu Santo por cada uno de esos carismas que Él derrama en los hermanos y me pregunto cómo puedo ayudarlos para que esos carismas den mejores frutos para bien de todos. Es hermoso dedicarse a regar las semillas buenas que hay en los demás, y ser como el jardinero del Espíritu Santo._ _Me detengo a pedir al Espíritu Santo que me libere de los egoísmos y me ayude a hacer un acto de amor sincero y generoso hacia alguna persona. Trato de pensar en alguien que no me despierta simpatía a flor de piel y me propongo regalarle un momento de felicidad, algo que lo haga sentir bien._ _Recuerdo que en esa experiencia de amor tendré un encuentro íntimo y profundo con un amor que me impulsa hacia el Infinito, con el Espíritu Santo, vale la pena intentarlo._ .

lunes, 29 de marzo de 2021

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 29 de Marzo de 2021

_Una vez más quiero llegar ante ti Espíritu Santo._ _Aquí estoy, pequeño, pero importante porque Tú me amas._ _Débil, pero firme en la esperanza. Preocupado por el sufrimiento de muchos hermanos, pero ofreciéndome para acompañarlos en su camino. Inmerso en un mundo competitivo, pero dispuesto a la comunión y al perdón._ _Conmocionado por la pérdida de valores, pero anunciando un mensaje que cambia los corazones. Aquí estoy invocándote, Espíritu Santo._ _Sopla, para que se desplieguen las velas de mi barca y me atreva a remar mar adentro_._ _Ven, Espíritu Santo._ _Amén._

domingo, 28 de marzo de 2021

LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo de Ramos, 28 de Marzo de 2021

_Ven Espíritu Santo y toca mi interior con tu divina luz, para que pueda descubrir que no todo es negro, porque existe Tú, hermosura infinita. No puedo verte con los ojos de mi cuerpo, pero tu gracia me permite reconocerte con la mirada del corazón._ _Tú eres maravilloso Espíritu de vida, quiero adorarte con todo el corazón, por la multitud de tus maravillas, porque todo lo que hay de bello y de bueno en este mundo es obra tuya._ _Te adoro porque en Ti hay belleza y amor sin confines. Bendito seas. Gloria a Ti, que estás en todos los lugares y en cada cosa, que todo lo superas por encima del tiempo y espacio, y todo lo penetras con tu poder invisible._ _Te alabo, porque por todas partes se refleja tu hermosura, porque Tú eres un abismo ilimitado de gracia y de esplendor._ _Pero vives, sobre todo en los corazones simples que saben amar._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén._

sábado, 27 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 27 de Marzo de 2021

Sería bueno que estuviéramos más atentos a todo lo que el Espíritu Santo siembra en el mundo, en todas partes, aun en aquellos que no tienen fe. El Señor nos invita a un diálogo con el mundo, y nos propone también descubrir los signos de esperanza que hay a nuestro alrededor. No todo está perdido, porque el Espíritu Santo actúa siempre y en todas partes; y aun a pesar del rechazo de los hombres, Él logra penetrar con sutiles rayos de luz en medio de las peores tinieblas. Entonces, la actitud del hombre del Espíritu no es la de señalar permanentemente lo corrupto, sino también la de descubrir y alentar los signos de esperanza. Ojalá cada uno de nosotros pueda dar un paso maravilloso: salir de la tristeza, de la queja amarga, del rencor, y tratar de descubrir qué ha sembrado el Espíritu Santo en sus amigos, en sus vecinos, en su lugar de trabajo, en su comunidad. Y dedicarse a fomentar, a alentar esos signos de esperanza. ¡Cuánto bien hacen esas personas que son capaces de descubrir y de estimular las cosas buenas que hay a su alrededor! Más que luchar por destruir las sombras, se desviven por alimentar la luz. Y a través de ellos el Espíritu Santo se derrama como lenguas de fuego. .

viernes, 26 de marzo de 2021

DOMINGO DE RAMOS. CICLO B «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

Procesión de los ramos. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (11, 1-10): Bendito el que viene en nombre del Se-ñor. Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontra¬réis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestad¬le: "El Señor lo necesita y lo devolverá pronto."» Fueron y encontraron el borrico en la calle, atado a una puerta, y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron: «¿Por qué tenéis que desatar el borrico?» Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo per¬mitieron. Llevaron el borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: «Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!» Lecturas de la Santa Misa. Lectura del libro del profeta Isaías (50, 4-7): No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Salmo 21,8-9.17-18a.19-20.23-24: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? R./ Al verme, se burlan de mí, // hacen visajes, menean la cabeza: // «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; // que lo libre, si tanto lo quiere.» R./ Me acorrala una jauría de mastines, // me cerca una banda de malhechores; // me taladran las ma-nos y los pies, // puedo contar mis huesos. R./ Se reparten mi ropa, // echan a suertes mi túnica. // Pero tú, Señor, no te quedes lejos; // fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R./ Contaré tu fama a mis hermanos, // en medio de la asamblea te alabaré. // Fieles del Señor, ala-badlo; // linaje de Jacob, glorificadlo; // temedlo, linaje de Israel. R./ Lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses (2, 6-11): Se rebajó a sí mismo, por eso Dios lo le-vantó sobre todo. Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muer-te de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nom-bre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (14,1-15,47): Pasión de Nuestro Señor Jesucristo O bien, más breve (Mc 15,1-39) Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Él respondió: «Tú lo dices.» Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le pre-guntó de nuevo: «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presen¬tan contra ti.» Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Es¬taba en la cárcel un tal Barrabás, con los revol-tosos que ha¬bían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de cos-tumbre. Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?» Pues sabía que los sumos sacer-dotes se lo habían en¬tregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidie-ran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?» Ellos gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!» Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?» Ellos gritaron más fuerte: «¡Crucifícalo!» Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían tren¬zado, y comenzaron a hacerle el saludo: «¡Salve, rey de los judíos!» Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucifi-carlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofre-cieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los ju-díos.» Crucifi¬caron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su iz¬quierda. Así se cumplió la Escritu-ra que dice: «Lo considera¬ron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo recons¬truías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.» Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo: «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede sal¬var. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También los que estaban crucificados con él lo insul¬taban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinie¬blas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.» Que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, está llamando a Elías.» Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vi¬nagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.» Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expi¬rado, dijo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas La Iglesia recuerda la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén y da inicio así a la Semana Santa. El Evangelio de este Domingo se puede decir que es doble ya que por un lado, al inicio de la Misa, se lee la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, acompañado por la multitud que lo aclama con ramos de olivos en la mano; y por otro lado, durante la liturgia de la Palabra, se proclama la lectura de la Pasión y Muerte según el Evangelio de San Marcos. Del mismo modo que en las lecturas dominicales de la Cuaresma, la perícopa evangélica es la que marca la pauta y el tema del día; el tema del sufrimiento del Redentor estará presente en todas las lecturas; a excepción de la antífona de entrada que explota en el jubiloso grito mesiánico del « ¡aleluya!» La lectura del Antiguo Testamento, sacada del tercer cántico del Siervo de Yavheh del profeta Isaías; nos habla de la obediencia sufridora del «Siervo de Dios», y desemboca en el Salmo Responsorial, con los versículos sacados del Salmo 21: «¿Dios mío, Dios mío; porqué me has abandonado?».San Pablo en su carta a los Filipenses relata, en uno de los más antiguos himnos cristológicos, el movimiento kenótico - as-censional que marcará toda la vida y misión de Nuestro Señor Jesucristo; y que encontrará su plenitud en su Pasión - Muerte - Resurrección. Jesús se hace obedece obediente hasta la muerte y muerte de Cruz.  Domingo de Ramos en la Pasión El sexto Domingo de Cuaresma o Domingo de Ramos en la Pasión ocupa un lugar muy importante en los cuarenta días previos. Por el título ya sabemos que se refiere a dos aspectos fundamentales que se fun-den en una sola conmemoración: la entrada de Jesús en Jerusalén y la conmemoración de la Pasión. Sa-bemos por el relato de la famosa peregrina Eteria que los cristianos de Jerusalén, en los inicios del siglo V, se reunían en el monte de los Olivos en las primeras horas de la tarde, para una larga liturgia de la Palabra; en seguida, al caer ya la noche, se dirigían a la ciudad de Jerusalén, llevando ramos de palmera o de olivo en las manos. Esta costumbre fue asumida primero en las Iglesias Orientales pasando luego al Occidente (por España y las Galias) pero sin procesión. En esas regiones se entregaba en este Domingo el Símbolo de la Fe (el Credo) y se ungía a los catecúmenos leyéndose el Evangelio de San Juan 12, 1-11 (unción de Jesús en Betania), al cual se le aumentaron los versículos 12-16 (entrada de Jesús en Jerusalén). Por eso el día co-menzó a llamarse de Domingo de Ramos, pero no como una solemnidad propia. La bendición de los ramos de palmera, así como la procesión comienzan a divulgarse alrededor del siglo VII recibiendo, en los siglos posteriores, elementos cada vez más teatrales. En el nuevo Misal existen tres formas de poder conmemo-rar la entrada de Jesús en Jerusalén de acuerdo a razones pastorales.  ¿Qué sucedió para cambiar tan rápido de opinión? Al participar de esta Solemnidad uno no deja de sorprenderse por el contraste tan evidente entre ambos momentos de la liturgia. Los mismos que acompañaban, que aclamaban, que jubilosos reconocían a Jesús como el Mesías prometido; ésos mismos, pocos días después exigirán a gritos que sea crucificado. ¿Qué ocurrió en esos días para explicar este cambio? Ocurrió que Jesús cayó en desgracia y así perdió todo el favor popular. Los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos mandaron gente con espadas y palos a detenerlo, y Jesús se entregó mansamente para ser llevado ante Pilato y ser acusado. Viendo el pueblo que Jesús no reaccionaba con poder, sino que se dejaba escupir y abofetear le volvió la espalda. Sin embargo, no podemos olvidar que existe un plano más profundo que es la encarnizada lucha que se va a dar entre las fuerzas del bien y del mal; entre la vida y la muerte.  «¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David!» Jesús entró en Jerusalén proveniente de Jericó. Atra¬vesó Jericó acompañado de una gran muchedum-bre. Y entonces un ciego se pone a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mi!» (Mc 10,47). Jesús lo hace llamar y le devuelve la vista. Con esto quedaba demostrado que Él era efectivamen¬te el «hijo de David». La gente no podía menos que recor¬dar la profecía que Natán dijo a David, el Ungido (Mesías) de Dios: «Afir¬maré después de ti la descendencia que saldrá de tus en¬trañas y consolidaré el trono de su realeza para siempre... ante mí; tu trono estará firme eternamente» (2Sam 7,12.16). Esta era la fama que había precedido a Jesús en su entrada a Jerusalén. Por eso gritan a su paso:«¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David!» Cuando decían eso, decían literalmente una pro¬fecía que se cumplía en Jesús, pero no entendían lo que decían. Jesu¬cristo era Rey, el Rey anunciado, pero en el sentido que Dios lo enten¬día, no en el sentido que lo entendían los hombres. El Rey de Israel tenía que actuar como hijo de Dios, de manera que fuera Dios el que reinara por medio de él sobre su pueblo. También esto estaba dicho en la profecía de Natán acerca del «hijo de David»: «Yo seré para él padre y él será para mi hijo» (2Sam 7,14). Jesús no cedió nunca a la ten-tación de un poder terreno; pero este aspecto de la profecía de Natán lo vivió con absoluta fide¬lidad. El reino de Dios estaba pre¬sente en Él porque Él era Hijo de Dios. Y éstas son las dos cosas que consti¬tuyen el nú-cleo de la predi¬cación de Je¬sús: el Reino de Dios y la paternidad divina.  El Rey prometido a Israel Jesús entró a Jerusalén como Rey, según su verdadera condición. Llama la atención de que, a pesar de ser tan solemne la ocasión (según el Evangelio de Marcos, ésta es la única vez que Jesús viene a Jerusa-lén), el relato se detenga con tanto detalle en el tema del asno. Cuatro veces se menciona este animal en el breve relato. Si la entrada de Jesús en Jerusalén se relata en 10 versículos, 7 de ellos se emplean en expli-car cómo se obtuvo el asno sobre el cual Jesús se sentó. Más todavía nos sorprende leer que el mismo Jesús a los que envió a traer el asno ordenó decir: «El Señor lo necesita». Es la única vez en el Evangelio en que Jesús expresa una necesi¬dad. A Marta, que se agitaba por muchas cosas, Él había enseñado: «Hay necesidad de pocas cosas, o mejor, de una sola» (Lc 10,4¬2). ¿Por qué necesita Jesús un asno para entrar en Jerusalén? Cuando el Evangelista Mateo, leyendo a Marcos, compo¬ne su propio Evangelio, se hace la misma pre-gunta, y en¬cuentra la respuesta en una antigua profecía: «Esto suce¬dió para que se cumpliese el oráculo del profeta: 'Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asno, en un bo-rrico, hijo de animal de yugo'» (Mt 21,4). En efec¬to, así estaba escrito en el libro del profeta Zacarías (9,9). Jesús se procuró un asno y lo consideró necesario para entrar en Jerusalén porque tenía que entrar como el Rey prometido a Israel. El puede prescindir de todo - «no tiene dónde reclinar su cabeza» (Mt 8,20)-; pero nunca de algo que tenga relación con su misión, porque la misión que le encomendó su Padre es esa «úni-ca cosa necesaria». Sabemos que en diversas ocasiones la gente se dirigió a Jesús llamándolo «hijo de David». Pero si nos preguntamos: ¿Quién es el hijo de David que heredó su trono?, la res¬puesta correcta es: Salomón. Es in-teresante repasar la histo¬ria del reinado de David y de su sucesión tal como se relata en los libros de los Reyes. Allí veremos que David, ya anciano, dio a sus ministros estas disposiciones para asegurar el trono a su hijo Salomón: «Haced montar a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadlo a Guijón. El sacerdote Sadoq y el profeta Natán lo ungirán allí como Rey de Israel, tocaréis el cuerno y grita¬réis: ¡Viva el Rey Sa-lomón! Subiréis luego detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono y él reina¬rá en mi lugar porque lo pongo como jefe de Israel y Judá» (1R 1,33-35). Los presentes interpretaron estas instruc¬ciones como mandato de Dios, exclamando: «Amen. Así habla Yahveh, Dios de mi señor el rey» (1R 1,36). Las órdenes de David se cum¬plie¬ron y la entrada de Salomón fue apoteósica: «Hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey David... El sacer¬dote Sadoq tomó de la tienda el cuerno de aceite y ungió a Salomón, tocaron el cuerno y todo el pueblo gritó: ¡Viva el Rey Salomón! Subió después todo el pueblo detrás de él; la gente tocaba las flautas y manifestaba tan gran alegría que la tierra se hendía con sus voces» (1Re 1,38-40). Salomón fue hijo de David, entró a Jerusalén montado en una mula, fue ungido (Mesías) y reinó sobre la casa de Jacob (así se llama a Israel y Judá unidos); pero no se cumple en él la palabra dicha a David acer-ca de su hijo: «Yo consolidaré el trono de su realeza para siempre» (2S 7,13). Esta profe¬cía es verdad sólo en Jesucristo, a quien proclamamos Rey del Universo hasta hoy y así lo haremos hasta el fin del mundo.  ¡Hosanna! En cada misa que participamos repetimos la aclamación «¡Hosanna!» en la recitación del «Santo». Es probable que la hayamos cantado miles de veces y ahora la escuchamos en la entrada a Jerusalén...pero ¿cuál es su significado? Esta palabra es la trascripción griega de un verbo imperativo en hebreo que sona-ría: hoshiá-na. El verbo es «hoshiá» que significa salvar, liberar. El sujeto era generalmente Dios como ve-mos en los salmos 21,1; 20,9; 28,9. Pero sobre todo en el Salmo 18,25-27 es muy significativo: «¡Ah, Yah-veh, da la salvación!¡Ah, Yahveh, da el éxito! ¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh!... ¡Cerrad la procesión, ramos en mano, hasta los cuernos del altar!». Por eso en cada misa pedimos a Dios que nos salve y reconocemos que esa salvación nos ha sido dada por Jesucristo. El mismo nombre de Jesús signi-fica: «Yahvé salva». Es importante registrar lo que gritaba el pueblo al paso de Jesús: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!...¡Hosanna en las alturas!». Así fue aclamado Jesús a su entrada en Jerusalén. Estos gritos iban a desencadenar los hechos que lo llevaron a su muerte en la cruz. Todos reconocemos en esos gritos de júbilo la misma aclamación que en cada Misa introduce la plegaria eucarís¬tica. Si con esa aclama-ción se dio entrada a Jesús en Jerusalén, donde iba a ofrecerse en sacrifi¬cio muriendo en la cruz, es signi-ficativo que se cante esa aclamación en la acción sacramental que va a hacer presen¬te sobre el altar ese mismo sacrificio con toda su efica¬cia salvífica. Por eso resulta inoportuno que al canto del «Sanctus» se le acomoden otras palabras. En efecto, adoptar otras palabras en ese lugar de la Misa hace perder toda la ambientación de lo que se está conmemorando.  Una palabra del Santo Padre: «El primer gesto de este amor «hasta el extremo» (Jn 13,1) es el lavatorio de los pies. «El Maestro y el Señor» (Jn 13,14) se abaja hasta los pies de los discípulos, como solamente hacían lo siervos. Nos ha enseñado con el ejemplo que nosotros tenemos necesidad de ser alcanzados por su amor, que se vuelca sobre nosotros; no podemos prescindir de este, no podemos amar sin dejarnos amar antes por él, sin ex-perimentar su sorprendente ternura y sin aceptar que el amor verdadero consiste en el servicio concreto. Pero esto es solamente el inicio. La humillación de Jesús llega al extremo en la Pasión: es vendido por treinta monedas y traicionado por un beso de un discípulo que él había elegido y llamado amigo. Casi todos los otros huyen y lo abandonan; Pedro lo niega tres veces en el patio del templo. Humillado en el espíritu con burlas, insultos y salivazos; sufre en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los latigazos y la corona de espinas desfiguran su aspecto haciéndolo irreconocible. Sufre también la infamia y la condena inicua de las autoridades, religiosas y políticas: es hecho pecado y reconocido injusto. Pilato lo envía posteriormente a Herodes, y este lo devuelve al gobernador romano; mientras le es negada toda justicia, Jesús experimen-ta en su propia piel también la indiferencia, pues nadie quiere asumirse la responsabilidad de su destino. Pienso ahora en tanta gente, en tantos inmigrantes, en tantos prófugos, en tantos refugiados, en aquellos de los cuales muchos no quieren asumirse la responsabilidad de su destino. El gentío que apenas unos días antes lo aclamaba, transforma las alabanzas en un grito de acusación, prefiriendo incluso que en lugar de él sea liberado un homicida. Llega de este modo a la muerte en cruz, dolorosa e infamante, reservada a los traidores, a los esclavos y a los peores criminales. La soledad, la difamación y el dolor no son todavía el culmen de su anonadamiento. Para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso abandono del Pa-dre. Sin embargo, en el abandono, ora y confía: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). Suspendido en el patíbulo, además del escarnio, afronta la última tentación: la provocación a bajar de la cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de un Dios potente e invencible. Jesús en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento, revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia. Perdona a sus verdugos, abre las puertas del paraíso al ladrón arrepentido y toca el corazón del centurión. Si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta el se-pulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio. Nos pude parecer muy lejano a nosotros el modo de actuar de Dios, que se ha humillado por nosotros, mientras a nosotros nos parece difícil incluso olvidarnos un poco de nosotros mismos. Él viene a salvar-nos; y nosotros estamos llamados a elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Podemos encaminarnos por este camino deteniéndonos durante estos días a mirar el Crucifijo, es la “catedra de Dios”. Os invito en esta semana a mirar a menudo esta “Catedra de Dios”, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama. Con su humillación, Jesús nos invita a caminar por su camino. Volvamos a él la mirada, pidamos la gracia de entender al menos un poco de este misterio de su anonadamiento por nosotros; y así, en silencio, con-templemos el misterio de esta semana». Papa Francisco. Domingo de Ramos, 26 de marzo de 2016.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Leamos y meditemos el relato entero de la Pasión y Muerte de Jesús según San Marcos. 2. ¿Cómo voy a vivir la Semana Santa? ¿Será solamente un fin de semana largo? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 595 – 630. Texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA, TOLE-DO

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 25 de Marzo de 2021

Hoy celebramos la anunciación del ángel a María. Esto significa que estamos celebrando el momento en que el Hijo de Dios se hizo hombre en el vientre de la Virgen santa. Pero eso es obra del Espíritu Santo *(Lucas 1, 35).* Por eso, hoy festejamos esa acción maravillosa del Espíritu Santo que fue formando a Jesús dentro de María. La encarnación del Hijo de Dios debería llevarnos a una tierna gratitud y a una profunda alabanza al Espíritu Santo por esa obra tan preciosa. Es bueno recordar que toda la belleza de Jesús, de su mirada, de sus palabras y de sus acciones, ha sido obra del Espíritu Santo, que lo formó admirablemente. Por eso, nosotros podemos pedirle al Espíritu Santo que nos forme de nuevo en el seno de María, para renacer a una vida mejor, transformados, embellecidos, y liberados de todo lo que arruina nuestra existencia. De esa manera, Él nos hará nacer de nuevo, más parecidos a Jesús. Así sea. .

```LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Reflexión al Domingo de Pasión. Mc 14,1-15,47*

_¡Dios mío! ¡Por qué me has abandonado!_ Con nuestro consentimiento o no, este gemido de Jesús surge de nuestro ser, de distintas maneras seamos creyentes o no y se hace oír cuando nuestra vida, incluso razonablemente bien trazada, se siente golpeada por las "leyes del tiempo"; leyes inmisericordes que van mermando y hasta desmoronando nuestras capacidades. Un día creímos comernos el mundo y poco a poco somos nosotros los "comidos" por él. El Señor Jesús se abraza a este nuestro abandono existencial, lo hace suyo y lo eleva al Padre. Despoja a las leyes del tiempo de su aparente maldición y nos abre a la Bendición de la Vida sin fin. Así es como termina este Salmo. Recordemos; empezaba con un gemido y culmina con este grito de victoria: ¡Me hará vivir para Él! (Sal 22,30). Es un canto a su y nuestra victoria sobre la muerte. Jesús agonizante vencidas las leyes del tiempo proclama su Resurrección y la nuestra. _P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com_

miércoles, 24 de marzo de 2021

```LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *La pandemia y el Buen Pastor*

A vueltas con la pandemia; no es que me guste el tema pero es que se está convirtiendo en una auténtica pesadilla. Apenas salimos de una ola y ya se nos anuncia la siguiente y además desde distintos frentes nos asustan alertándonos de efectos secundarios de las vacunas. Todo esto genera incertidumbres, miedos... etc, y nos falta un soporte que nos tranquilice. Explico lo del soporte. Tiempos atrás, en pandemias como por ejemplo la peste, diezmaban nuestros pueblos y ciudades pero con mayores o menores luces la gente tenía a Dios de soporte. Hoy el hombre se ha creído tan autosuficiente que -en general- prescinde de Dios... y de pronto sobreviene está pandemia que le coge sin soporte en el que apoyarse y un hombre sin "soporte" ante una pandemia así se vuelve "insoportable". Es lo que estamos viendo, que el hombre sin Dios es víctima de sí mismo, impotente para controlar sus miedos, su equilibrio mental se bambolea de parte a parte. La Buena Noticia es que podemos relegar a Dios pero Él a nosotros no y por eso vuelve a decirnos: "Venid a mi los que estáis abatidos y exhaustos… yo os daré descanso..." (Mt 11,28-30) Sí… vosotros… los que estáis de espaldas a mi, daos la vuelta, miradme… "Yo soy vuestra victoria" (Sl 35,3). _P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com_

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 24 de Marzo de 2021

El Espíritu Santo también nos ayuda a descubrir que no somos dioses, que no somos el centro del mundo, que no vale la pena vivir cuidando la imagen y alimentando el orgullo. La verdad es que somos muy pequeños y pasajeros, y que no vale la pena gastar energías detrás de la vanidad o de la apariencia. Nuestro valor está en ser amados por Dios, no en la opinión de los otros. Por eso los sabios son humildes, los que se dejan llenar por el Espíritu Santo son sencillos y no se dan demasiada importancia: los verdaderos santos son humildes. Porque el Espíritu Santo no puede trabajar en los corazones dominados por el orgullo. Están tan llenos de sí mismos que allí no hay espacio para el Espíritu Santo; están tan ocupados cuidando su imagen que no tienen tiempo para abrirse a la acción divina. Pero la humildad que infunde el Espíritu Santo no es la tristeza de las personas que se desprecian a sí mismas. Es la sencillez de quien se ha liberado del orgullo, y entonces sufre mucho menos. No tiene que preocuparse tanto por lo que digan los demás, y eso se traduce en una agradable paz, en una sensación interior de grata libertad. .

martes, 23 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 23 de Marzo de 2021

El Espíritu Santo no sólo habita en la intimidad de cada ser humano. Él habita en la Iglesia entera. El amor es el vínculo perfecto de la unidad del cuerpo místico, y es el dinamismo del amor el que crea esos lazos misteriosos que hacen de un conjunto de individuos un solo cuerpo místico. La obra del Espíritu en el corazón de los hombres, a través del don del amor, posee un dinamismo eclesial, comunitario, popular. Por eso la Escritura pone en estrecha relación al Espíritu con el cuerpo místico fecundado por Él *(1 Corintios 12, 13)*, o con la Iglesia-esposa *(Apocalipsis 22,17).* Pero además, la Escritura relaciona explícitamente al Espíritu con la "comunión" fraterna *(2 Corintios 13,13)* y con la unidad *(Filipenses 2, 1; 1 Corintios 12, 3; Efesios 4, 3-4).* El Espíritu, modelo ejemplar de nuestro amor, es el término del amor de dos Personas, es la inclinación en que culmina el amor del Padre y del Hijo. Por eso, el dinamismo del amor en el corazón del hombre, necesariamente mueve a buscar la comunión con los demás. Pero si nosotros nos resistimos al encuentro con los demás y nos aislamos en nuestros propios intereses, terminaremos expulsando al Espíritu Santo de nuestras vidas, y nos quedaremos terriblemente solos por dentro. .

sábado, 20 de marzo de 2021

Domingo de la Semana 5ª de Cuaresma. Ciclo B «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre»

Lectura del libro del profeta Jeremías (31, 31- 34): Haré una alianza nueva y no recordaré sus peca-dos. Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la que hice con vuestros padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza; -Oráculo del Señor-.Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-. Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: Reconoce al Señor. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados. Salmo 50,3-4.12-13.14-15: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. R./ Misericordia, Dios mío, por tu bondad, // por tu inmensa compasión borra mi culpa; // lava del todo mi de-lito, // limpia mi pecado. R./ Oh Dios, crea en mí un corazón puro, // renuévame por dentro con espíritu firme; // no me arrojes lejos de tu rostro, // no me quites tu santo espíritu. R./ Devuélveme la alegría de tu salvación, // afiánzame con espíritu generoso: // enseñaré a los malva-dos tus caminos, // los pecadores volverán a ti. R./ Lectura de la carta a los Hebreos (5,7-9): Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salva-ción eterna. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salva-ción eterna. Lectura del Santo Evangelio según San Juan (12, 20- 33): Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto. En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercán-dose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tie-rra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera ser¬virme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi ser¬vidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.» Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Aho¬ra va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba morir.  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere…no da fruto». La respuesta de Dios al pueblo que una y otra vez se aleja de Él es una alianza nueva y definitiva. Una alianza que no pasará jamás porque está es-crita en el corazón de cada uno y será conocida por todos (Primera Lectura). Esta alianza se consuma en el único sacrificio Reconciliador de nuestro Señor Jesucristo: muere en la cruz para que todos tengamos vida. En la fiel obediencia al Plan del Padre, no exento de sufrimiento y dolor, el Hijo se hace «causa de salva-ción eterna para todos» siendo así reconocido como el Sumo y Eterno Sacerdote que intercede en favor de toda la humanidad (Segunda Lectura). Nosotros también estamos llamados a vivir la misma dinámica de la muerte para la vida, a semejanza del grano de trigo, para así ganar la vida eterna.  «Una nueva alianza» Recordemos las palabras de la Primera Lectura del IV Domingo de Cuaresma: «Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira de Yahveh contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio» (2Cr 36,16). Jeremías es considerado uno de los cuatro «profetas mayores» (con Isaías, Ezequiel y Daniel) y es uno de los profetas a los que se refie-re el pasaje mencionado. Nació en Anatot, de familia sacerdotal y predicó por más de cuarenta años (desde el 627 a.C. hasta la destrucción de Jerusalén y el Templo en el año 587 a.C.). Alentó la reforma religiosa promovida por el rey Josías y, en una época de infidelidad a la Alianza, le tocó la pesada misión de anunciar el castigo de Dios. Los falsos profetas azuzaron a los reyes Joaquín y Sedecías en contra de Jeremías, que fue maltratado e incluso se intentó matarlo. Tras el fracaso de la antigua alianza, el Plan de Dios aparece bajo un nuevo aspecto. No se trata de restablecer lo antiguo, sino de crear algo nuevo. La «nueva alianza» (31,31ss) se refiere fundamentalmente a tres puntos: la iniciativa divina del perdón de los pecados; la responsabilidad y la retribución personal; y la interiorización de la religión: la ley deja de ser un código exterior para convertirse en una inspiración que alcanza el «corazón» del hombre. En el Nuevo Testamento el libro del profeta Jere-mías es citado repetidas veces. También el profeta es citado textualmente en la Carta a los Hebreos (8, 8 - 12). Jesús en la última cena, al bendecir la copa, une las palabras de Moisés (Ex 24) con las del profeta Jeremías (Jr 31,31) sobre la alianza definitiva.  Jesús, Sumo Sacerdote compasivo «Teniendo pues tal Sumo Sacerdote…Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos firmes la fe que profesa-mos» (Hb 5, 14)y sólo así podremos acercarnos confiadamente al trono de la gracia para alcanzar miseri-cordia y la ayuda oportuna (Hb 4,16). Todo Sumo Sacerdote, tal como es presentado en la carta a los He-breos, es escogido, de entre los hombres, por el mismo Dios para ofrecer los dones y sacrificios con los cuales pretende restablecer las relaciones con Dios eliminando así el obstáculo entre ellos: el pecado de los hombres. Estas condiciones se han realizado plenamente en Jesucristo (Hb 5,5-10). Cristo tiene la dignidad y el honor del sacerdocio no porque lo haya arrebatado, usurpado, comprado o robado, sino por la humilde aceptación de una misión encomendada por Dios Padre, que lo ha proclamado solemnemente Sumo Sacerdote (ver Hb 1,5; Sal 110,4). El hecho de ser el «Hijo» da a su sacerdocio una categoría, gloria, dignidad y calidad suprema; porque lo coloca en una relación personal íntima, perfecta, plena, con Dios (Hb 2,17; 6,20). El autor ve realizado en Cristo un nuevo tipo de sacerdocio, un sacerdote eficaz que proporciona la salvación a cuantos a Él se adhieran llevándolos plenamente hasta Dios.  ¡Queremos ver a Jesús! El Evangelio de este V Domingo de Cuaresma se sitúa en el mismo día de su entrada en Jerusalén, cin-co días antes de la última Pascua de Jesús. El día anterior Jesús se había detenido en Betania en la casa de Lázaro, Marta y María donde un «gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos» (Jn 12,9). Por eso, la entrada de Jesús en Jerusalén fue triunfal: «Por eso también salió la gente a su encuentro, porque habían oído que Él había realizado aquella señal» (Jn 12,18). Entre aquellos que subieron a Jerusalén ha-bía unos griegos. Estos, no siendo judíos, se habían adherido al monoteísmo de Israel y, hasta tal punto, a las observancias mosaicas: eran los «piadosos y temerosos de Dios» (Hch 10,2), distintos a los «helenis-tas» (ver Hch 6,1) que eran judíos en la diáspora. El deseo de estos griegos gentiles de «ver» o conversar con Jesús debió de extrañar a los discípulos, por eso Felipe consulta con Andrés. Jesús sabe que la gente lo busca y lo quieren «ver» porque ha hecho algo extraordinario. Pero, para Je-sús, deberían de buscarlo no sólo por el hecho externo sino porque ese hecho es una «señal» de algo mu-cho más profundo, que se capta y entiende solamente por y desde la fe. En otra ocasión había ocurrido lo mismo. «Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecede-ro, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre”» (Jn 6,26-27). El milagro es una señal externa que deja entrever su identidad más profunda: el ser Hijo único de Dios. Cuan-do Jesús sabe lo que quieren «ver», no rechaza la petición; sino que la orienta hacia el momento de su glori-ficación: su muerte en la cruz. Hacia allí deben de converger todas las miradas que lo buscan y lo quieren «ver».  «Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado» La «hora» a la que Jesús se refiere es sin duda el momento en el que Él será levantado sobre la tierra. Éste «ser levantado» tiene un doble sentido: por un lado, se refiere a su ser levantado en la cruz, y en este sentido es la expresión de su muerte dolorosa y llena de oprobio; pero, por otro lado, Jesús alude a su exal-tación junto al Padre, y en este segundo sentido es expresión de su glorificación. Ambas cosas suceden en un mismo movimiento hacia lo alto. Jesús revela su ser Hijo eterno del Padre, enseñándolo de palabra; pe-ro, sobretodo, por medio de su actitud de obediencia filial que alcanza su punto culminante en la cruz. Él fue enviado por el Padre a una misión. Muriendo en la cruz pudo decir: «Todo está cumplido» (Jn 19,30). La carta a los Hebreos nos recuerda: «Con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen» (Hb 5,9). Ahora podemos entender mejor la hermosa comparación que Jesús utiliza cuando explica «su hora»: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto». Es difícil expresar con mayor precisión y eficacia la fecundidad de su propia muerte. Los padres conciliares nos han dicho que el hombre no puede «encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los de-más» . El dinamismo inscrito en el grano de trigo, es el mismo inscrito en el ser del Señor Jesús, y es el mismo inscrito en cada uno de nosotros: morir para vivir; donarnos y entregarnos continuamente para desplegar-nos en una nueva vida, para conquistar una vida plena y tremendamente fecunda. Y para que quede claro el Señor nos invitar a vivir el mismo dinamismo: «El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna». Él mismo fue un grano de trigo que se precipitó a caer en tierra y morir, para obtener mucho fruto; el fru-to abundante de su muerte en la cruz es el don de la vida eterna que se ofrece a todos los hombres. Ahora toca a cada uno de nosotros seguir el camino trazado...«Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas» (1Pe 2,21).  Una palabra del Santo Padre: «“Queremos ver a Jesús”: estas palabras, al igual que muchas otras en los Evangelios, van más allá del episodio particular y expresan algo universal; revelan un deseo que atraviesa épocas y culturas, un deseo presente en el corazón de muchas personas que han oído hablar de Cristo, pero no lo han encontra-do aún. «Yo deseo ver a Jesús», así siente el corazón de esta gente. Respondiendo indirectamente, de modo profético, a aquel pedido de poderlo ver, Jesús pronuncia una profecía que revela su identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre» (Jn 12, 23). ¡Es la hora de la Cruz! Es la hora de la derrota de Sata-nás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios. Cristo declara que será «le-vantado sobre la tierra» (v. 32), una expresión con doble significado: «levantado» en cuanto crucificado, y «levantado» porque fue exaltado por el Padre en la Resurrección, para atraer a todos hacia sí y reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos. La hora de la Cruz, la más oscura de la historia, es también la fuente de salvación para todos los que creen en Él. Continuando con la profecía sobre su Pascua ya inminente, Jesús usa una imagen sencilla y sugestiva, la del «grano de trigo» que, al caer en la tierra, muere para dar fruto (cf. v. 24). En esta imagen encontra-mos otro aspecto de la Cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de Cristo es fecunda. La muerte de Je-sús, de hecho, es una fuente inagotable de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza regeneradora del amor de Dios. Inmersos en este amor por el Bautismo, los cristianos pueden convertirse en «granos de trigo» y dar mucho fruto si, al igual que Jesús, «pierden la propia vida» por amor a Dios y a los hermanos (cf. v. 25). Por este motivo, a aquellos que también hoy «quieren ver a Jesús», a los que están en búsqueda del rostro de Dios; a quien recibió una catequesis cuando era pequeño y luego no la profundizó más y quizá ha perdido la fe; a muchos que aún no han encontrado a Jesús personalmente...; a todas estas personas po-demos ofrecerles tres cosas: el Evangelio; el Crucifijo y el testimonio de nuestra fe, pobre pero sincera. El Evangelio: ahí podemos encontrar a Jesús, escucharlo, conocerlo. El Crucifijo: signo del amor de Jesús que se entregó por nosotros. Y luego, una fe que se traduce en gestos sencillos de caridad fraterna. Pero principalmente en la coherencia de vida: entre lo que decimos y lo que vivimos, coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, entre nuestras palabras y nuestras acciones. Evangelio, Crucifijo y testimonio. Que la Vir-gen nos ayude a llevar estas tres cosas». Papa Francisco. Ángelus, 22 de marzo de 2015.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. El hombre de hoy, hijo de una cultura hedonista y auto referente, muchas veces huye del dolor inhe-rente a nuestra condición humana. Hay muchas situaciones en nuestra vida en que estamos llama-dos a cargar nuestra propia cruz. ¿Acepto la cruz que debo de cargar? Solamente desde una mirada de fe, podremos no solamente aceptar sino agradecer a Dios por la cruz que tenemos. 2. ¿Qué me enseña María? Miremos la corona de rosas que rodea el Corazón de la Madre: es también una corona de invisibles espinas. Ella me recuerda una realidad ineludible y me dice: acéptalas, asu-me reciamente el dolor que ellas te produzcan, pues quien quiere ver su corazón coronado con las hermosas rosas de la pureza y demás virtudes, debe aceptar primero la corona del dolor que purifica. 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 541-542. 661-662. Texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA, TO-LEDO

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 20 de Marzo de 2021

_Espíritu Santo, toma mis ojos. Mis ojos tentados por la curiosidad. Mis ojos que juzgan y condenan, que controlan, que envidian. Incapaces de contemplar la verdad sin miedo. Toma mis ojos, y conviértelos en admiración, ternura, disculpa, compasión. Coloca en ellos la mirada de Cristo._ _Espíritu, toma mis oídos, que sólo escuchan lo que les conviene, o que se atontan escuchando todos los ruidos del mundo. Mis oídos cerrados al hermano, incapaces de escuchar la Palabra que invita al cambio. Toma mis oídos y conviértelos, para que sean acogedores, y escuchen con amor al hermano; llenos de sensibilidad, de apertura, atentos a la voz del buen Pastor, sensibles al susurro amable de Cristo._ _Espíritu Santo, toma mi boca, usada muchas veces para reprochar, ironizar, criticar, mentir, para quejarse, para murmurar. Tómala Espíritu, y conviértela en un lugar de canción, de aliento, de perdón. Hazla capaz de decir la palabra justa, el consejo justo, las palabras fecundas de amor sincero, las palabras que diría Cristo. Y ábrela en un himno de alabanza al Resucitado._ _Amén._

viernes, 19 de marzo de 2021

```LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` _V Domingo de Cuaresma (Jn 11,1-44)_

*Lázaro somos tú y yo* Jesús es el Enviado del Padre para iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte (Lc,1,79). El grito de Jesús a Lázaro que hace en el tumba y le resucita, resuena sin cesar en su Evangelio despertándonos de la muerte que cargamos cada día (Jn 5,25). Conocemos estos lazos de muerte que nos asfixian: fracasos, desprecios, soledades, enfermedades… etc... todo ello nos ata y necesitamos que alguien más fuerte que nuestras muertes grite… ¡Desatadlo, dejadlo andar! ¡El grito liberador de Jesús por antonomasia...! ¡Desatadlo, yo lo conduciré hacia el Padre! He ahí la misión de la Iglesia... predicar el Evangelio que desata los lazos de muerte que a todos nos envuelven. Jesús, el que deshace los lazos que nos oprimen, fue atado y conducido por los escribas y fariseos ante Pilato (Mc15,1) y este le ató, clavó en la Cruz. Se dejó atar para desatar nos a ti y a mi. _P. Antonio Pavía - comunidadmariamadrespostoles.co

jueves, 18 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 18 de Marzo de 2021

_Me regocijo en ti, infinito y glorioso Espíritu._ _Tú que penetras en lo más íntimo de mi ser, sana las raíces de mi tristeza profunda._ _Llega hasta el fondo de mis males para que pueda recuperar la verdadera alegría._ _Eso espero de tu amor, mi Señor poderoso._ _No dejes que me entregue en los brazos enfermos de la melancolía, no permitas que beba del veneno de los lamentos, las quejas, el desaliento. No valen la pena._ _Dame una mirada positiva y optimista._ _Convénceme, con un toque de tu gracia, de que la entrega generosa es el mejor camino._ _Hazme probar el júbilo de Jesús resucitado._ _Dame la potencia de tu gracia para que todo mi ser sea un testimonio del gozo cristiano._ _Me entrego nuevamente a ti, Espíritu Santo, para servir a Jesús en los hermanos. Quiero estar bien dispuesto para lo que Tú quieras y como Tú quieras, para enfrentar cualquier desafío e iniciar nuevas etapas._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén._ .

miércoles, 17 de marzo de 2021

5ª semana de Cuaresma. Domingo B: Jn 7, 40-53

Era el día de la entrada triunfal en Jerusalén. Entre la multitud había unos griegos. Quizá eran una especie de turistas o quizá eran buscadores del bien y de las cosas de Dios. Y quieren “ver a Jesús”. De hecho ya le veían y sabían dónde estaba; pero ellos quieren conocerle más personalmente y por eso piden una audiencia. Felipe y Andrés hacen de intermediarios y les introducen donde Jesús. La primera enseñanza que nos dan aquellos griegos es el deseo de “ver a Jesús”. A veces hay deseos de ver a Jesús por curiosidad. Hay otros deseos malsanos, como Herodes el Viernes santo, o el drogadicto que busca la salvación por la droga o quien vende su cuerpo por un poco de dinero. Otros deseos son normales, como el desocupado que busca trabajo. Nosotros debemos saber transformar los deseos normales, que son de felicidad pasajera, por la definitiva que nos dará el conocer personalmente a Jesús. Nosotros debemos mostrar el verdadero rostro de Jesús. Para ello debemos vivir lo más posible en unión con Jesús y ser testimonio de su amor con nuestro modo de vivir cada día. Jesús les hablaría a aquellos griegos de muchas cosas de manera sencilla; pero el evangelista hoy nos narra los mensajes más grandiosos de Jesús en aquellos momentos, mensajes importantes para la primitiva iglesia y mensajes que hoy nos trae la Iglesia a nuestra consideración en las vísperas de la Semana Santa y Glorificación. Jesús nos descubre el éxito de la fecundidad espiritual y apostólica, que es el resumen del significado de su misma vida. Jesús estaba viendo que muchas de aquellas aclamaciones de la gente se iban a convertir en terrible clamor de condena. Y Jesús sufría una especie de agonía. Ya está sufriendo, pero comprende que eso es la voluntad de su Padre celestial, porque es lo mejor para nosotros. Pero su muerte es para dar vida, la muerte terminará en resurrección. Y pone el ejemplo del grano de trigo. Si no penetra en la tierra y se pudre, no puede germinar y dar fruto. Así es nuestra vida: muriendo se da vida. A veces se puede entender de morir corporalmente; pero sobre todo se trata de morir a las pasiones, a los deseos de triunfo mundano, a todo lo que es egoísmo. Muriendo así, obtendremos vida para nosotros y para los demás en las labores apostólicas. Muchas veces nos llegará la cruz y el sufrimiento. Sólo cuando lo abracemos con el amor de Cristo, veremos el sentido de ese dolor. Hay muchas situaciones en la vida en que podemos ir muriendo un poco a nosotros: Puede ser en el matrimonio, el saber ceder a algún capricho o idea, o es cuando evitamos criticar a los demás, o cuando vamos a participar en la Eucaristía aunque no tengamos ganas. Porque el morir al egoísmo, claro que cuesta; pero en ese morir está la verdadera vida, que lo experimentaremos aquí y sobre todo en la vida futura. Jesús era un verdadero hombre y por eso, cuando preveía su muerte y todo lo que le venía con la pasión, sufría terriblemente. Hoy se nos expone como una especie de agonía. De tal manera siente la muerte que está dispuesto a pedir a su Padre celestial que le libre de ella. Algo así como haría en el huerto de Getsemaní. Hasta con lágrimas y gritos, nos dice hoy la segunda lectura, que pedía ser librado de la muerte. Pero se arroja en los brazos del Padre. Este abandono en el amor del Padre es donación libre y por eso, es fecundo de vida. Por eso, en esta humillación suprema de su pasión y muerte es cuando llega el culmen de su glorificación, que es glorificación de Dios. Este es el ideal grandioso de la vida de Jesús, la glorificación del Padre. Y el gran deseo y obsesión de su vida es “hacer la voluntad del Padre”. Esto es lo que nos enseñó a pedir como algo principal en el Padrenuestro: glorificar al Padre y hacer en todo su voluntad. Hacer la voluntad de Dios es lo mismo que seguir a Jesús. Este debe ser nuestro ideal de cristianos. Pero para seguirle debemos conocerle bien, no sólo por lo que nos dice el evangelio, sino intimando con Él, como hacían los apóstoles, viendo a Jesús con la fe y con la apertura del corazón.

Fiesta de san José, 19 de Marzo: Mt 1, 16.18-21.24a

Celebramos hoy a san José, el hombre que más cerca estuvo de Jesucristo, y de la Virgen María haciendo las veces de padre en la tierra del Hijo de Dios hecho hombre. Hoy nos habla el evangelio del anuncio que hace Dios a san José para que admita como esposa a María y se haga cargo de su hijo como si fuese hijo propio. Tuvo que ser tremendo para san José el darse cuenta de que María iba a ser madre. Quizá fuese cuando María volvió de visitar a su prima Isabel. Quizá se enteró por las habladurías de la gente y hasta quizá fue cuando alguien le felicitó por ello. Resulta que entre los judíos existían unas leyes, para nosotros extrañas, leyes casi sólo tenidas por la costumbre, sobre el momento del matrimonio: una cosa era el contrato y otra la cohabitación. Entre estos dos momentos solían pasar unos cuantos meses. Parece ser que José y María habían hecho el contrato. Por eso se dice en la Anunciación que María estaba desposada con José. Pero parece que aún no cohabitaban pues hoy al final del evangelio dice que “José se llevó a María a su casa”. También por ello pudo estar María tres meses con su prima Isabel. El caso es que durante esos meses se llamaban esposos, pero era mal visto que pudieran ya esperar un hijo, aunque en realidad era aceptado. De tal manera que, si alguno tenía una relación carnal con otra persona, se consideraba ya un adulterio. San José sabía que él no había tenido parte en esa paternidad; pero también sabía de la santidad de María. Por eso tuvo que ser grande su angustia. ¿Qué hacer? La podía acusar como adúltera; pero san José era “bueno”, como dice el evangelio. Algunas veces se traduce como “justo”; pero esta palabra puede tener dos sentidos. Si se trata de una justicia, como la señalada por las leyes de los judíos, debía acusarla; pero Jesús nos enseñó otra clase de justicia, que llamamos santidad. Por ella uno debe tender a hacer el bien. Por eso san José pensó sacrificarse él mismo y prefirió dejarla y marcharse lejos, abandonado en las manos de Dios. Alguno pensará que porqué no hablaron y por qué María no explicó todo como le había dicho el ángel. Esto es muy difícil explicarlo y mucho más difícil creerlo, si no hay una intervención de Dios. Por eso Dios intervino y le anunció a José todo lo que había sucedido. El evangelio habla de un “sueño”. Es una forma bíblica para expresar que hubo una manifestación extraordinaria de Dios. De alguna manera fue un ángel o mensajero de Dios. No sólo le explica lo que ha sucedido con María, sino que le da a José un encargo muy especial: el poner el nombre al niño. En lenguaje bíblico quería decir que fuese responsable del niño como si fuese su padre. Poner el nombre era aceptar que se responsabilizaba de la educación y crianza de aquel niño. El nombre que debía ponerle era “Jesús”, que significa salvador. Pero no salvador del poder de los enemigos externos, sino salvador de los pecados, para darnos su gracia. Hoy san José nos da un ejemplo magnífico de entrega en las manos de Dios. Se fía de Dios. Y cuando uno se fía de Dios, pueden venir muchas dificultades, que serán purificadoras; pero al final brilla la luz. No fue todo fácil en la vida de san José para hacer de padre de Jesús: el tener que dejar su tranquilidad de Nazaret para el nacimiento de Jesús, la huida a Egipto, el volver a comenzar el trabajo, la oscuridad de la fe para comprender a Jesús al quedarse en el templo y en la vida ordinaria. Pero san José es el hombre que más cerca ha estado de Jesús y eso le reportaría un sin fin de gracias. Hoy san José sigue estando junto a Jesús en el cielo y, como decía santa Teresa, no puede haber cosa que desee y que le niegue Jesús. Por eso debemos invocarle con mucha fe para nosotros mismos, para la unión en las familias, para el bien de la Iglesia y para que todos podamos tener, como él, una santa muerte en los brazos de Jesús y de María. Pongamos nuestros trabajos en las manos de Dios, como san José, y un día podremos gozar para siempre de su compañía en el cielo.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 17 de Marzo de 2021

Te propongo que hagas un pequeño instante de profunda oración para que trates de reconocer al Espíritu Santo en tu interior y así descubras que la soledad no existe, porque Él está. Es importante que intentes hacer un hondo silencio, que te sientes en la serenidad de un lugar tranquilo, respires profundo varias veces, y dejes a un lado todo recuerdo, todo razonamiento, toda inquietud. Vale la pena que le dediques un instante sólo al Espíritu Santo, porque Él es Dios, y es el sentido último de tu vida. Trata de reconocer en el silencio que Él te ama, que Él te está haciendo existir con su poder y te sostiene, que Él te valora. Siente por un instante que su Presencia infinita y tierna es realmente lo más importante. Y quédate así por un momento, dejando que todo repose en su Presencia.

martes, 16 de marzo de 2021

```LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *El Corazón Traspasado *

El día de Pentecostés, después de la predicación de Pedro, Lucas señala que los oyentes "con el corazón traspasado" - según texto original- le dijeron ¿Qué hemos de hacer? El -qué hemos de hacer- indica disponibilidad para poner su vida en las manos de Aquél a quien habían crucificado desmarcándose así del voluntarismo que había su vida. Su -qué hemos de hacer- en vez de -voy a hacer-, indica un salto cualitativo de fe, propio de quienes se dejan traspasar el corazón por la Palabra (Hb 4,12). El acontecimiento salvífico del día de Pentecostés supuso el cumplimiento de la promesa que nos fue dada por Dios por medio de Ezequiel de que cambiaría nuestro corazón de piedra por uno de carne (Ez 36,26). Un corazón de piedra, en general lo hemos tenido todo, es diríamos, inmune al Evangelio… al ser de piedra la Palabra leída o escuchada rebota en ella. Vemos la maravilla insondable del Amor de Dios en el hecho de que para que Dios cumpliese la promesa dada por Ezequiel, permitió que en el Calvario, un soldado traspasase con una lanza el Corazón de su Hijo clavado en la Cruz. Juan, lo vio y dio testimonio de ello (Jn 19,31-37). En esa tarde santa del Calvario Dios cumplió por medio de su Hijo, el del Corazón traspasado, la promesa de darnos un corazón traspasado como el suyo… promesa que vimos cumplida en primicias en los que escuchando con el oído abierto a Pedro, se dejaron traspasar por la Palabra que Él puso en sus labios… Es una promesa para quienes buscan y desean ser sus Discípulos con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. _P. Antonio Pavía - comunidadmariadreapostoles.com_

lunes, 15 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 15 de Marzo de 2021

Me pregunto si en mi oración personal están realmente incorporadas las tres Personas de la Trinidad, si invoco al Espíritu y me dejo llevar por Él hacia Jesús y hacia el Padre. Puedo hacerlo así: Imaginar a Cristo y detenerme a contemplar la herida de su corazón. Reconocer el amor inmenso que se expresa en esa herida: *"Me amó y se entregó por mí"* (Gálatas 2, 20). Así, le pido que desde ese corazón abierto derrame en mi vida el fuego del Espíritu Santo. Imagino al Espíritu que brota para mí, y penetra en mí, desde el corazón de Jesús resucitado. Luego, poco a poco, le entrego al Espíritu Santo todas las áreas de mi ser: mis pensamientos, mi cuerpo, mi imaginación, mis deseos, mis planes, etc. Pido que derrame su luz y su fuego purificador en todos los detalles de mi existencia y que me haga más parecido a Jesús en mis reacciones, palabras, actitudes, etc. Después le pido la gracia de entrar con confianza en el corazón de Cristo para que allí se sanen todas mis heridas, se sacie mi necesidad de amor, se llenen de luz y de vida todas las cosas buenas que pueda haber en mí y se quemen todas las semillas del mal. Sintiéndome profundamente unido a Jesús, digo la oración que Jesús nos enseñó, el Padrenuestro, tratando de expresarla con los mismos sentimientos que tiene Jesús hacia el Padre, y dejando que el Espíritu grite en mí "¡Padre!". .

domingo, 14 de marzo de 2021

Cayetano Medina sáb, 13 mar 8:46 (hace 1 día) para mí https://youtu.be/s4vBbdNByYY Zona de los archivos adjuntos Vista previa del vídeo ¿Cómo nos ama Jesús de YouTube

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 14 de Marzo de 2021

_Ven Espíritu Santo, para que aprenda a vivir con libertad interior._ _Ayúdame a desprenderme de mis planes cuando la vida me los modifique._ _Toca mi corazón para que confíe en tu protección amorosa._ _Serás mi poderoso salvador en medio de toda dificultad._ _Derrama en mí tu vida, intensa y armoniosa, para que no me resista al cansancio, al desgaste, a los cambios, y para que no busque falsas seguridades._ _Enséñame a aceptar con serenidad y fortaleza los límites variados de cada día y las cosas imprevistas._ _Libérame de toda resistencia interior contra la realidad._ _Ayúdame a confiar, Espíritu Santo, sabiendo que también de los males puedes sacar algo bueno._ _Enséñame a vencer mis nerviosismos y tensiones, para enfrentar con calma y seguridad interior todo lo que me suceda._ _Destruye toda desconfianza para que pueda descansar en tu Presencia, entregarme en tus brazos, sin pretender escapar de tu mirada de amor._ _Vive conmigo Señor, enfrenta conmigo los desafíos y las dificultades que ahora tengo que resolver._ _Porque contigo todo terminará bien._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén._ .

sábado, 13 de marzo de 2021

4ª semana de Cuaresma. Domingo B: Jn 3, 14-21

Nicodemo era un buen fariseo. Procuraba cumplir todas las leyes, pero también buscaba la verdad. Por eso quiso hablar a solas con Jesús. Lo hizo de noche, quizá porque no estaba de acuerdo con sus compañeros. El hecho es que el evangelista Juan nos narra lo principal de esta conversación. Comienza Nicodemo por llamar “Rabí” a Jesús. Es la idea que tenía de Él: un maestro de la ley, que explica la ley, aunque de forma más sublime. Pero Jesús le dirá que es intermediario de Dios para una nueva vida que Dios nos quiere dar. Para recibir esa vida hay que nacer de nuevo, lo que se realiza en el bautismo. Y terminará la conversación con las primeras palabras del evangelio de este día. Él, Jesús, que se hace llamar “el hijo del hombre”, tiene que ser levantado en alto, para que todos los que le miren con fe tengan la vida eterna. Y pone Jesús el ejemplo de la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el desierto. Resulta que, debido a los pecados de los israelitas, en el desierto salieron unas serpientes que con sus mordeduras ocasionaban la muerte a muchos. Entonces Moisés oró al Señor y se le reveló que hiciera una serpiente de bronce, para que puesta en alto librara de las mordeduras a todos los que la miraran. Claro que no era la imagen la que curaba, sino era la fe puesta en Dios, en su grandeza y misericordia, que se veía reflejada en esa imagen, siguiendo el parecer popular de pueblos vecinos. Jesús nos enseña que la cruz es la expresión más grandiosa del amor de Dios y que todo el que mire a Jesús en la cruz con amor y con el deseo y la realidad de seguirle en sus enseñanzas, obtendrá la vida eterna, que no es sólo una promesa de felicidad futura, sino que es la expresión de la verdadera felicidad que Dios quiere para todos. Y, al terminar ese diálogo, en el versículo 16, según todos los entendidos, es el evangelista quien hace una reflexión, inspirada por Dios, en que expresa la verdad más importante de toda la Biblia: Dios nos ama, y tanto, tanto que entrega a su Hijo para que el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Toda la historia de Dios con el ser humano es una historia de amor: la creación con la vida material, la redención por medio de Jesús y el perdón, todos los sacramentos que nos ayudan a tener, conservar y aumentar la vida eterna. Dios no quiere la muerte, sino la vida y la alegría. Nosotros, con la libertad dada por Dios, somos los que escogemos a veces la muerte. Dios tiene para todos un proyecto de salvación por medio de Jesucristo. La cruz no se opone a la alegría, que es compatible con la mortificación y el dolor. En esta vida en que estamos rodeados de pecados, tiene que haber mortificación y dolor para poder salir de ellos y así caminar en la verdadera alegría. A veces es Dios mismo quien, como un buen padre, nos pone las cosas duras para que podamos salir del mal. Como pasaba en el pueblo de Israel, cuando fueron al destierro por sus pecados, como nos narra la primera lectura. Ellos clamaron a Dios, como nos dice el salmo de hoy, y fueron liberados por medio del rey Ciro. Así pasa en nuestra vida. Sin embargo, la parte más dura la quiso llevar el mismo Dios, hecho hombre. Jesús fue a la cruz para que pudiéramos tener fuerzas para podernos librar de nuestros males. Por eso es tan importante mirar a la cruz. Mirar con fe y con amor. Mirar para seguir las huellas de Jesús. Este tiempo de Cuaresma es más apto para esperar en la misericordia de Dios a través de su acción en Cristo Jesús que lo expresaremos más en la próxima Semana Santa. Todo ello terminará en la gloria de la resurrección. Porque Dios nos ha hecho para la alegría. La tecnología moderna aumenta las ocasiones de placer; pero no es lo mismo que alegría. Muchas veces el dinero y los placeres materiales están juntos con la tristeza y la aflicción. La alegría viene del saberse amado por Dios y a la vez amar a Dios. Ese amor se debe traducir en obras buenas, donde la paz de Dios muchas veces abundará en medio de sufrimientos por nosotros y por los demás. El amor siempre engendra alegría. P.Silverio

Domingo de la Semana 4ª de Cuaresma. Ciclo B «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único»

Lectura del Segundo libro de las Crónicas (36, 14-16.19-23): La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la deportación y en la liberación del pueblo. En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pue¬blo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abo¬minables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Je-rusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron es¬clavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años.» En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jere-mías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de pala¬bra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: "El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los rei¬nos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros perte-nezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!"» Salmo 136,1-2.3.4.5.6: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. R./ Junto a los canales de Babilonia // nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; // en los sauces de sus orillas // colgábamos nuestras cítaras. R./ Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; // nuestros opresores, a divertirlos: // «Cantadnos un cantar de Sión.» R./ ¡Cómo cantar un cántico del Señor // en tierra extranjera! // Si me olvido de ti, Jerusalén, // que se me paralice la mano derecha. R./ Que se me pegue la lengua al paladar // si no me acuerdo de ti, // si no pongo a Jerusalén // en la cumbre de mis alegrías. R./ Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios (2,4-10): Estando muertos por los pecados, nos has hecho vivir con Cristo. Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha re¬sucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha crea-do en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicá-semos. Lectura del Santo Evangelio según San Juan (3,14-21): Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él. En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tie-ne que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único...»: aquí reside el mensaje central que la Iglesia nos transmite mediante los textos litúrgicos en este cuarto Domingo de Cuaresma. Ese amor infinito de Dios ha recorrido un largo camino en la Historia de la Reconciliación, antes de llegar a expresarse en forma definiti-va y última en Jesucristo (Evangelio). La Primera Lectura nos muestra en acción el amor de Dios que busca suscitar en el pueblo el arrepenti-miento y la conversión; sin embargo el pueblo se burla y desprecia a los mensajeros de Dios. En la carta a los Efesios, San Pablo resalta por una parte nuestra falta de amor que causa la muerte, y el amor de Dios que nos hace retornar a la vida junto con Jesucristo (Segunda Lectura). En todo y por encima de todo, el amor de Dios en Cristo Jesús que se entrega en sacrifico reconciliador para que tengamos «vida eterna».  La infidelidad de un pueblo La primera lectura cierra el segundo libro de las Crónicas, escrito en el siglo IV a.C. entre el final de la dominación persa y el principio de la época helenística (333-63 A.C.). El gran interés que muestra el autor de los dos libros de Crónicas por todo lo que se refiere al culto y al templo insinúa que sea un sacerdote o levita, familiarizado con los problemas religiosos de Israel. Esdras, cuyo nombre significa «Dios es mi auxi-lio» y probable autor de estos libros, fue un levita judío exiliado a Babilonia, en la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Luego se vuelve consejero del rey de Persia para los negocios con los judíos y es re-enviado a Jerusalén al frente de 1,500 judíos con el fin de reorganizarlos. Este pasaje se da en el contexto del final de la monarquía y es un juicio general sobre la infidelidad del pueblo que es la causante de su ruina. El pueblo israelita rechaza el aviso de los mensajeros enviados por Dios, en concreto del profeta Jere-mías. El pueblo sufre las consecuencias de su infidelidad: la destrucción de Jerusalén y del templo por los caldeos, y el cautiverio israelita en Babilonia. Justamente el Salmo Responsorial (Salmo 137) canta la nos-talgia del pueblo desterrado. Con los libros de las Crónicas estamos en los últimos 500 años anteriores a la venida de Jesús habiendo vivido por 70 años en el exilio en Babilonia (desde 587 a.C.). El exilio se prolonga hasta el año 538, cuando el imperio babilónico se desmorona bajo la presión del rey Ciro de Persia. Con él, los judíos inician su retorno a Judea liderados por Zorobabel que fue nombrado go-bernador de Judea por el rey de Persia y se inicia la reconstrucción del Templo. Tras la invitación al retorno se empieza a vislumbrar en el horizonte inmediato la apasionante aventura del reencuentro con la tierra perdida, de la reconstrucción de las viejas ruinas y de la restauración de la vida de un pueblo que, pese a todo, sigue siendo el verdadero Israel, el pueblo de Dios.  «¡Hemos sido salvados por la gracia mediante la fe!» La carta a los Efesios, escrita por San Pablo desde su cautiverio en Roma en el año 61 ó 62; es un men-saje dirigido no solamente a los habitantes de Éfeso sino a todos los fieles de Asia Menor. Para la edifica-ción del cuerpo de Cristo, nos dice San Pablo, había que superar un doble obstáculo: el estado de pecado en que todos, judíos y paganos se encontraban (Ef 2,1-10) y «el muro de enemistad que tenía separados» a éstos respecto de aquéllos (Ef 2,11-21). Tres son las ideas que aparecen en éste capítulo: todos nos encon-tramos bajo el dominio del pecado; Dios nos ha dado una nueva vida por la fe y esto no se debe a nosotros. «Muertos en vuestros delitos y pecados» expresa la multitud de pecados en que se encontraban los paga-nos. La expresión de vivir «según el proceder deeste mundo» designa aquí el mundo pecaminoso que tiene por príncipe al demonio (ver Jn 14,30; 1 Jn 5,19), que prosigue su obra entre quienes no obedecen los mandatos de Dios. Son «rebeldes» a Dios. La rebeldía es un término clásico de la teología paulina que de-nota desobediencia con respecto a Dios (ver Rom 11,32; Col 3,6). El texto griego presenta a Satanás como «el príncipe del imperio del aire» ya que en la concepción de los antiguos, los demonios habitaban en el aire, entre la tierra y la luna. San Pablo hace referencia al poder de Satanás bajo el cual nos encontrábamos también nosotros al seguir los dictámenes de las «apetencias de la carne». La «carne» (sarx) tiene aquí sentido peyorativo: designa la parte inferior de nuestra naturaleza que se sustrae a la voluntad de Dios para seguir sus apetencias desordenadas. Esta conducta pecaminosa nos hacía «destinatarios naturales de la ira de Dios». Pero Dios nos ha demostrado su inmensa bondad y misericordia y llevado de un amor inmenso (Jn 3,16), que nosotros no merecíamos (Rom 5,6-9), nos ha otorgado una nueva vida, «resucitándonos y sen-tándonos con Cristo en el cielo». Pablo afirma, como un hecho cierto y ya realizado, la resurrección de los cuerpos de la que es anticipo la resurrección de Cristo (1 Cor 15,20). Esta doble condición del cristiano tiene que marcar su vida en este mundo. Dos cosas concurren a nuestra salvación: la gracia de Dios (causa principal y formal) y nuestra fe (condición necesaria). De la primera sí que puede decir el apóstol que es pura gracia de Dios. Pero también la segunda es un don de Dios; no proviene de razonamientos humanos ni es debida a nuestras obras, de modo que nadie puede presumir de ellas. «Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús»: el primer hombre fue forma-do por Dios al principio, infundiendo el hálito vital al polvo de la tierra (Gn 2,7). Así también ahora el hombre nuevo es una creación de Dios en y por Cristo Jesús. Pero el hombre tiene que colaborar con su libre albe-drío. Dios no nos ha consultado a la hora de crearnos; pero no nos salvará sin que nosotros colaboremos a nuestra salvación. «El que te creó sin ti, no te salvará sin ti» (San Agustín).  ¡Tanto amó Dios al mundo…! El Evangelio de hoy es parte del diálogo que tuvo Jesús con uno de los fariseos, llamado Nicodemo, que vino donde Él de noche. Vencido por la evidencia, Nicodemo dice a Jesús: «Rabbí, sabemos que has veni-do de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las seña¬les que tú realizas si Dios no está con él». El Evangelio del Domingo pasado concluía con esta afirmación general: «Mientras Jesús estuvo en Jerusa-lén por la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en Él al ver las señales que realizaba» (Jn 2,23). Uno de ellos sin duda era Nicodemo. Para comprender esta reacción de la gente es necesario saber qué se entien-de por «señal» en el Evangelio de Juan. Una «señal» es un hecho milagroso. Juan lo llama «señal», porque este hecho, que es de experiencia sensible, deja en eviden¬cia la gloria de Jesús, que supera la experiencia sensible. Por eso la señal suscita una respuesta de fe. Como Tomás cuando vio ante sí a Jesús con las he-ridas de la Pasión y exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28). En su diálogo con Nicodemo Jesús se deja llevar a las afir¬macio¬nes más impresionantes sobre el amor de Dios hacia el mundo. Lo primero es darle una señal, algo que será visto: «Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna»". Jesús evoca como imagen un episodio del período del desierto donde el pueblo, tras murmurar contra Dios y Moisés, era mordido por serpientes venenosas. Dios le ordenó a Moisés hacer una serpiente de bronce diciéndole: «Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá» (ver Num 21,4-9). Así tiene que ser levantado Jesús en el estandarte de la cruz para librarnos de la muerte eterna que merecemos por nues¬tros pecados. Y es que siempre la Cruz tiene el doble sentido de: ser elevado en la cruz y de ser elevado a la gloria del Padre. Ambos movimientos coinciden. Discutiendo con los judíos Jesús les dice: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy»(Jn 8,28). Quiere decir: Allí quedará en eviden-cia mi identidad divina. En otra ocasión les dice: «Yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos ha-cia mí» (Jn 12,32). La cruz es el signo más evidente del amor de Dios, como sigue diciendo Jesús a Nicodemo: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que ten-ga vida eterna». ¿Qué explicación se puede dar al hecho de que el Hijo eterno de Dios se haya hecho hombre y haya muerto en la cruz? ¿Qué motivación se puede encontrar a este hecho? No hay otra expli-cación ni otra motivación que el amor de Dios hacia el hombre. Es un amor gratuito, sin mérito alguno de nuestra parte. El que cree en esto es destinatario de esta promesa de Cristo: «No perecerá, sino que tiene la vida eterna». El que no crea rehúsa el amor de Dios y se excluye de la salvación. San Pablo no se can-saba de contemplar este hecho y de llamar la atención de los hombres sobre la misericordia de Dios: «La prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom 5,8). Dios no podía darnos un signo mayor de su amor que la cruz de Cristo. Para eso fue elevado Jesús sobre la cruz: para que lo mire¬mos, creamos y tengamos vida eterna.  Una palabra del Santo Padre: «La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.«A partir del “amor social” es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» (FT, 183). La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo comparti-mos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así suce-dió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez. Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimien-to, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo. «Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad» (FT, 187)». Papa Francisco. Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2021  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana 1. La celebración del cuarto Domingo nos hace tomar conciencia que estamos cerca de la celebración de la Semana Santa. ¿Cómo estoy viviendo mi cuaresma? ¿Me estoy acercando y acompañando al Señor en su paso por el desierto? 2. «Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios». ¿Mi conducta y mis actos realmente responden a mi apertura a la Verdad que el Señor Jesús ha revelado? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 218 – 221.458. texto facilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACIÓN NOCTURNA, TOLEDO

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 12 de Marzo de 2021

En el movimiento de atracción que realiza el Espíritu Santo, Él va reformando nuestro ser enfermo y nos va haciendo cada vez más parecidos a Jesús; va logrando que nuestra forma de pensar, de actuar, de reaccionar, de mirar, sea cada vez más parecida a la de Jesús, hasta que podamos decir: *"ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí"* (Gálatas 2, 20). Y si esto es así, el Espíritu va despertando en mi corazón la fascinación que tenía Jesús por el Padre Dios, su amor y su admiración por el Padre. Por eso, el Espíritu nos hace clamar Padre junto con Jesús *(Gálatas 4, 6; Romanos 8,15).* El Espíritu Santo, que es inseparable del Padre y del Hijo, y que todo lo recibe de ellos, está siempre pendiente de ellos dos como un infinito enamorado; por eso, no nos hace quedar en su Persona, sino que desea imperiosamente llevarnos a Jesús y al Padre. Amén.

```LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *Reflexión Evangelio IV Domingo de Cuaresma ( Jn 3,14-21)*

¿Cómo nos ama Jesucristo? En el Evangelio de hoy Jesús dice a Nicodemo: " Tanto amo Dios al mundo que entregó a su Hijo para que todo el que crea en Él, no perezca sino que tenga Vida Eterna". Dios es Amor; hablamos de un Amor indecible, más allá de todo esquema: es la entrega sin medidas. Veamos algo de este Amor único. Dios escoge a un pueblo, le habla al corazón de mil maneras, le cuida, le protege incesantemente. Israel, imagen de la humanidad herida, se aviene más o menos con Dios, cumple a su manera con Él en normas cultos rezos… pero no le ama. Hablamos de un cumplimiento con la idolatría agazapada en el corazón pronta a saltar haciendo valer su presencia cuando la Palabra leída e incluso estudiada lo requiere… La idolatría de los corazones de los israelitas saltó con saña ante el Evangelio predicado por Jesús porque les ponía en evidencia... como a nosotros, a todos. Jesús, despreciado, desechado y maldecido por su propio pueblo se dejó crucificar. Fue entonces cuando supimos cómo amó y ama Dios al mundo. Levantado ignominiosamente como el Gran Maldito en la Cruz... fijó su mirada en el Padre y le dijo... ¡¡Perdónales no saben lo que hacen!! _P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com_

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 13 de Marzo de 2021

¿Le falta Espíritu a tu familia? ¿Le falta Espíritu a tu lugar de trabajo? ¿Le falta Espíritu a tu barrio? Entonces estás llamado a realizar dos cosas: En primer lugar, a invocar insistentemente al Espíritu Santo para que se haga presente allí, en cada persona y en cada tarea, de manera que vuelva a reinar el diálogo, el entusiasmo, la paz y la alegría. Pero no basta orar, porque el Espíritu Santo no quiere que seamos pasivos. Es necesario que le ofrezcamos alguna cooperación de nuestra parte, porque Él nos regaló muchas capacidades que podemos utilizar para cambiar las cosas: nuestra imaginación, nuestros intentos, los gestos que podamos realizar, las palabras que podamos decir. El Espíritu Santo quiere que seas su instrumento para que, como decía Francisco de Asís: _"allí donde haya odio pongas el amor, donde haya ofensa pongas el perdón, donde haya tristeza pongas alegría, y donde haya tinieblas pongas su luz."_ .

lunes, 8 de marzo de 2021

Teresita, Bendición de Dios para el mundo*

Hoy día Internacional de la Mujer, os hablo de Teresa Castillo de Diego, Teresita para familiares y amigos. Aquejada de un tumor cerebral, después de múltiples operaciones, subió ayer al Padre con apenas 10 años. Por su trayectoria, corta pero enormemente grande por su bellísima unión con Jesús, el Amor que no muere, podemos afirmar que es acreedora por herencia de su Madre Celeste, del título que Ella recibió de su prima Isabel quien llena del Espíritu Santo exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y Bendito el fruto de tu seno!" (Lc 1,41). Teresita es como su Madre, Bendita entre las mujeres porque las bendiciones que brotan de su unión con Jesús, bendiciones como la Luz, la Alegría, la Fiesta que no tiene fin, el Amor, etc… descienden sobre nosotros y prendiendo en nuestros corazones el inquebrantable deseo de ser Discípulos de Jesús: la mayor Gloria que puede recibir una persona, Gloria que sólo Dios puede dar. También como su Madre Celeste -de tal palo tal astilla- afirmamos que es y será para siempre Bendito el fruto de su seno… sí, Bendito porque Jesús creció en ella… y quizás sin ella saberlo vivió, no me cabe la menor duda, la Pasión Inmortal por el Evangelio de Jesús… la única pasión que podemos vivir los humanos. Es eterna porque el Evangelio es Eterno. Teresita vivió la Pasión Inmortal por el Evangelio al hacerlo suyo y este es el fruto infinitamente rico, de su seno, que nos deja: Bendición de Dios, imitando así a su Madre: la Bendita de Dios por excelencia. Gracias Teresita... Hoy día Internacional de la Mujer... ¡¡Y que mujer!! _P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com_

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 8 de Marzo de 2021

Si hago un repaso de las distintas tareas que realizo, o de las cosas que hago y vivo durante la semana, puedo descubrir que algunos de esos momentos están llenos de espíritu. ¿Qué significa esto? Tener espíritu no es simplemente hacer algo con ganas o con gusto; el asunto es que podamos vivir las cosas con profundidad, con un sentido. Por ejemplo, una enfermedad a nadie le gusta, pero se puede vivir sin sentido, o se puede vivir con profundidad. Por eso es bueno detenerse cada tanto a descubrir si en la propia vida hay algunas cosas que no tienen espíritu, porque las hago sólo por obligación, porque no les encuentro sentido, porque me parece que no valen la pena, y sobre todo porque las hago sin amor. Entonces, habrá que pedirle al Espíritu Santo que se haga presente allí para derramar su luz. Porque cuando lo dejamos entrar, Él se hace presente y todas las cosas tienen sentido. Así, la vida deja de ser un conjunto de cosas que toleramos, y empezamos a vivirla a fondo. .

domingo, 7 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Domingo, 7 de Marzo de 2021

Cuando imaginamos al Espíritu como viento, dejemos espacio a la fantasía. _"El viento hincha las velas y empuja la barca; juega con las arenas del desierto derribando y remodelando dunas; encrespa y hace retumbar las olas del mar; transporta nubes y polen; ruge, silva, se calla... Dejémonos conducir o arrebatar por el Espíritu como por un viento"_ (Luis Alonso Schökel). A veces queremos estar demasiado cómodos, y por eso preferimos que el Espíritu Santo no se meta demasiado en nuestra vida; queremos que todo se quede como está y que no haya sobresaltos. Pero eso es elegir la muerte. Mejor dejemos que el Espíritu Santo nos lleve donde Él quiera, y la vida tendrá mucho más sabor. Dejémonos llevar por el viento del Espíritu, y todo será mucho más interesante que resistirnos y defendernos. .

sábado, 6 de marzo de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 5 de Marzo de 2021

Para que el Espíritu Santo pueda hacer maravillas en nuestra vida, es necesario que estemos de verdad abiertos a su acción. Pero, ¿qué significa estar abiertos a la acción del Espíritu Santo? Significa dejar que nos cambie los planes, que nos lleve donde quiera, y sobre todo significa desearlo, buscarlo siempre más, no estar nunca conformes, no creer que ya lo hemos conocido suficiente. No hay que pensar que ya no puede haber novedades en nuestra relación con Él, que ya lo hemos probado todo. No es así. Él es siempre nuevo, siempre deslumbrante, siempre sorprendente. Nunca podemos decir que ya sabemos encontrarnos con Él, porque Él supera infinitamente todas nuestras experiencias. Él es siempre mucho más rico y lleno de hermosura de lo que nosotros podemos llegar a imaginar. Por eso cada día somos mendigos de su amor y de su Presencia. Él está indicándonos un nuevo camino para encontrarnos con Él. Y a través de las nuevas experiencias de la vida, también de las crisis, Él nos va abriendo los senderos para descubrir algo que nunca habíamos experimentado. Él siempre está insinuando en el corazón una nueva invitación de amor. Vale la pena escucharlo.
https://youtu.be/hBbv-HDAb64

Domingo de la Semana 3ª de Cuaresma. Ciclo B «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré»

Lectura del libro del Éxodo (20, 1-17): La Ley se dio por medio de Moisés. En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cie-lo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.» Salmo 18,8.9.10.11: Señor, tú tienes palabras de vida eterna. R./ La ley del Señor es perfecta // y es descanso del alma; // el precepto del Señor es fiel // e instruye al ig-norante. R./ Los mandatos del Señor son rectos // y alegran el corazón; // la norma del Señor es límpida // y da luz a los ojos. R./ La voluntad del Señor es pura // y eternamente estable; // los mandamientos del Señor son verdaderos // y enteramente justos. R./ Más preciosos que el oro, // más que el oro fino; // más dulces que la miel // de un panal que destila. R./ Lectura de la Primera carta de San Pablo a los Corintios (1, 22-25): Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero, para los llamados, sabiduría de Dios. Hermanos: Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Lectura del Santo Evangelio según San Juan (2,13-25): Destruid este templo, y en tres días lo le-vantaré. Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedo-res de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinie-ron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los sig-nos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimo-nio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas «Nosotros predicamos a un Cristo crucificado…fuerza de Dios y sabiduría de Dios» (Segunda Lectura). En esta frase encontramos una excelente síntesis de las lecturas en este tercer Domingo de Cuaresma. La fuerza y la sabiduría que Dios revela a través del Verbo Encarnado perfeccionan y dan plenitud a los Diez Mandamientos (Primera Lectura). Por otro lado, se instaura un nuevo templo y un culto nuevo; situado ya no en un lugar físico (el Templo de Jerusalén) sino en una persona: Jesucristo. Cuando resucita Jesús en-tonces entienden los Apóstoles de qué estaba hablando al referirse sobre la destrucción del Templo; inaugu-rando así un nuevo culto (la economía sacramental) y un nuevo templo (la Iglesia que es su Cuerpo Místi-co).  Las diez palabras de Dios Como era usanza entre los reyes al hacer un pacto; vemos en este pasaje el «código» que se establece entre Dios y las personas que pertenecen a un pueblo: Israel. Como el compromiso con Dios se realiza en el seno del grupo, todas las obligaciones pasan por Él: no hay pecados contra Dios y pecados contra el pró-jimo; todos son contra aquel que ha establecido el «pacto», es decir Dios mismo. La absoluta gratuidad de Dios al elegir a Israel es la razón de este comportamiento; por eso si se separa la ley de la alianza, ésta se vacía y pierde su sentido. La palabra «Decálogo» significa literalmente «diez palabras» (Ex 34, 28; Dt 4, 13; 10, 4). Estas «diez pa-labras» Dios las reveló a su pueblo en la montaña santa y las escribe «con su Dedo» (Ex 31, 18; Dt 5, 22), a diferencia de los otros preceptos escritos por Moisés. Constituyen palabras de Dios en un sentido eminente y nos enseñan al mismo tiempo las verdades fundamentales sobre el hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por lo tanto, indirectamente, los derechos inherentes a la naturaleza de la persona humana. El Decálogo contiene una expresión privilegiada de la «ley natural» ya que a pesar de ser accesible (en su gran mayoría) por la sola razón ha tenido que ser explícitamente revelado por el Creador a causa de la rup-tura en la que se encontraba toda la humanidad. El Decálogo es una llamada al pueblo para que sea reflejo de la actividad del Señor, de su gloria y santi-dad, que se manifiestan en su bondad, misericordia y compromiso activo. El preámbulo o introducción (Éx 20,1-2) imita la forma en que se auto-presentaban los reyes; el Señor lo hace con su nombre inefable de «Yahvé», protagonista real de una historia verificable y no de una ficción producida por la imaginación hu-mana. La salvación constituye el don radical y lleva implícita una invitación a reconocerlo. Los preceptos que siguen se convierten en actos de gratitud al Señor que concedió a los israelitas cuanto son y tienen.  «Escándalo para los judíos y necedad para los gentiles» Corinto era una grande y cosmopolita ciudad griega del mundo antiguo. Situada en el estrecho istmo que une la parte principal de Grecia con la península meridional era un lugar muy favorable para el comercio. La ciudad atraía gentes de muchas nacionalidades. Se hallaba dominada por «Acrocorinto»: la roca escarpada en que se alzaba la acrópolis y un templo dedicado a Afrodita (diosa del amor). Las prácticas libertinas del templo y una numerosa población «flotante» contribuían a la pésima fama de Corinto, harto conocida por sus excesos e inmoralidades, así como por sus numerosas religiones. San Pablo permanece en Corinto unos 18 meses y funda una comunidad durante su segundo viaje misionero. Luego de recibir malas noticias sobre la comunidad en Corinto, así como consejos sobre diversos asuntos; decide escribir esta importante carta y se ocupa en responder a los principales problemas: la división, los problemas morales y familiares, las dudas acerca de las prácticas heredadas del judaísmo, etc. En el texto de este Domingo, San Pablo ve en Jesús crucificado la manifestación, humanamente des-concertante pero definitiva, de la fuerza salvadora de Dios y afirma que es desde esa luz que debemos leer toda la realidad histórica del hombre. Como consecuencia, en la aceptación o no aceptación de la predica-ción evangélica sobre la fuerza salvadora de la cruz de Cristo se hace ya presente el juicio de Dios (positivo o negativo) sobre los hombres. Por lo que se refiere al contenido del pasaje ya los profetas de Israel habían puesto en evidencia que la sabiduría simplemente humana es por sí misma incapaz de salvar a nadie (Is 5,21; 29,14; Jr 8,9). Sólo la Palabra de Dios es fuente de sabiduría, que equivale a decir de salvación. Pablo se sitúa en la misma línea y rechaza de plano la eterna tentación del hombre que ya desde los orígenes (Gn 3,1-6) pretende bastarse a sí mismo y prescindir de Dios que es la única y verdadera fuente de salvación. En la «locura de la cruz» se hace presente toda la profundidad y la angustia a la que ha llegado el amor de Dios por nosotros. Los caminos de Dios, por incomprensibles que parezcan, son siempre más «sabios», y por tanto son los únicos y verdaderos caminos por el cual el hombre debe de caminar…  «Se acercaba la Pascua de los judíos…» El Evangelio de hoy comienza indicando la si¬guiente circunstancia temporal: «Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén». ¿Por qué intro¬duce San Juan la precisión «Pascua de los judíos»? ¿Es que hay otra Pascua? Sí, hay otra Pascua, una Pascua verdadera, la Pascua cuya celebra¬ción anhe-lamos porque nos da nueva vida y nos concede el ser con plenitud hijos de Dios. A esta Pascua verdadera es a la que se refiere San Pablo cuando escribe a los corin¬tios y les dice: «Cristo, nues¬tra Pascua, ha sido inmola¬do» (1Cor 5,7). Sin duda hay una clara inten¬ción de distinguir una «Pascua de los ju¬díos» y una «Pas-cua nuestra». La primera es sólo una figura destinada a pasar; esta última se identifica con Cristo inmolado, y es eterna. El culto antiguo y el Templo en que se realizaba la Pascua habían sido ordenados por Dios en el Anti¬guo Testamento para ser anuncio y figura del culto y del Templo definitivo . Aunque, una vez llegada la realidad, estaban destinados a pasar, eran, sin embargo, el modo que había dispuesto Dios para hacer¬se pre¬sente a su pueblo. El Templo poseía, por tanto, su grandeza y merecía el respeto debido a Dios. Esto explica la actitud de Jesús al entrar en el templo y encontrar allí a los vendedo-res de bueyes, ovejas y palo¬mas y a los cambistas en sus puestos: «Hacien¬do un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del templo». Es la única vez en el Evangelio que vemos a Jesús en esta actitud: agarrando a los vendedores literalmente a latigazos. Tiene que haber algo que la justifique y tiene que haber algo que garantice su efecti¬vidad. ¿Qué puede justificar esta actitud de fuerza de Jesús? ¡Los mismos apóstoles están perplejos! Pero en-cuen¬tran una explicación en la Palabra de Dios: «Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu Casa me devorará”» (ver Salmo 69, 8 -10). La actitud de Jesús nos enseña a ser intransigentes cuando se destruye y se profanan las cosas de Dios ya que estos cambistas profanaban la santidad del Templo trocando en el atrio de los gentiles, que era la parte más externa del Templo, pero igualmente sa-grada, las monedas griegas o romanas que eran consideradas impuras porque llevaban la imagen del Cé-sar, por la moneda sagrada de los judíos. Pero, ¿cómo es posible que un solo hombre, aunque usara un látigo, haya logrado este resultado contra una multitud? No se entiende sino postulando que Jesús manifes-tó su propia identidad de Hijo de Dios: «No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Lo que los vendedores experimentaron fue el temor que se experimenta ante la divinidad, ante la Persona divina del Hijo. Por esto mismo las autoridades judías no reaccionan sino mesuradamente: «Los judíos le replicaron di-ciéndole: '¿Qué señal nos muestras para obrar así?'». Es de notar que la palabra «señal» se usa en el Evangelio de Juan para designar los milagros de Jesús. Piden un milagro que acredite a Jesús. Y Él res-ponde: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Es una respuesta enigmática. Los judíos enten-dieron que se refería al templo material y lo ridiculizan: «Cuarenta y seis años se ha tardado en cons¬truir este templo ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero el evangelista nos explica el sentido de esa «señal»: «El hablaba del templo de su cuerpo. Cuando resu¬citó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos que había dicho eso y creyeron». La señal verdadera de Cristo es su Muerte y Resurrección. Esta es nues-tra Pascua.  Una palabra del Santo Padre: «El Evangelio de hoy presenta, en la versión de Juan, el episodio en el que Jesús expulsa a los vende-dores del templo de Jerusalén (cf. Juan 2, 13-25). Él hizo este gesto ayudándose con un látigo, volcó las mesas y dijo: «No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado» (v. 16). Esta acción decidida, rea-lizada en proximidad de la Pascua, suscitó gran impresión en la multitud y la hostilidad de las autoridades religiosas y de los que se sintieron amenazados en sus intereses económicos. Pero, ¿cómo debemos in-terpretarla? Ciertamente no era una acción violenta, tanto es verdad que no provocó la intervención de los tutores del orden público: de la policía. ¡No! Sino que fue entendida como una acción típica de los profetas, los cuales a menudo denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos. La cuestión que se planteaba era la de la autoridad. De hecho, los judíos preguntaron a Jesús: «¿Qué señal nos muestras para obrar así?» (v. 18), es decir ¿qué autoridad tienes para hacer estas cosas? Como pidiendo la demostración de que Él actuaba en nombre de Dios. Para interpretar el gesto de Jesús de purificar la casa de Dios, sus dis-cípulos usaron un texto bíblico tomado del salmo 69: «El celo por tu casa me devorará» (v. 17); así dice el salmo: «pues me devora el celo de tu casa». Este salmo es una invocación de ayuda en una situación de extremo peligro a causa del odio de los enemigos: la situación que Jesús vivirá en su pasión. El celo por el Padre y por su casa lo llevará hasta la cruz: su celo es el del amor que lleva al sacrificio de sí, no el falso que presume de servir a Dios mediante la violencia. De hecho, el «signo» que Jesús dará como prueba de su autoridad será precisamente su muerte y resurrección: «Destruid este santuario —dice— y en tres días lo levantaré» (v. 19). Y el evangelista anota: «Él hablaba del Santuario de su cuerpo» (v. 21). Con la Pas-cua de Jesús inicia el nuevo culto en el nuevo templo, el culto del amor, y el nuevo templo es Él mismo. La actitud de Jesús contada en la actual página evangélica, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. Somos llamados a tener siempre presentes esas palabras fuertes de Jesús: «No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado» (v. 16). Es muy feo cuando la Iglesia se desliza hacia esta actitud de hacer de la casa de Dios un mercado. Estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer también de nuestra alma, que es la casa de Dios, un lugar de mercado que viva en la continua búsqueda de nuestro interés en vez de en el amor generoso y solidario. Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solamente para las comunida-des eclesiales, sino también para los individuos, para las comunidades civiles y para toda la sociedad. Es común, de hecho, la tentación de aprovechar las buenas actividades, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, o incluso ilícitos. Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentaliza a Dios mismo y el culto que se le debe a Él, o el servicio al hombre, su imagen. Por eso Jesús esa vez usó «las maneras fuertes», para sacudirnos de este peligro mortal. Que la Virgen María nos sostenga en el com-promiso de hacer de la Cuaresma una buena ocasión para reconocer a Dios como único Señor de nuestra vida, quitando de nuestro corazón y de nuestras obras todo tipo de idolatría». Papa Francisco. Ángelus, Domingo 4 de marzo de 2018.  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana 1. A la luz de la Primera Lectura, hagamos un verdadero y sincero examen de conciencia a partir de los Diez Mandamientos que nos ha dado Dios y busquemos acercarnos al sacramento de la Reconcilia-ción. 2. Muchas veces prefiero creer en la «necedad del mundo» que en «la sabiduría de Dios». ¿Cuáles son los criterios equivocados que debo ir cambiando por los criterios de Jesucristo? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 2052 – 2074. texto facilitado: JUAN RAMON PULIDO, presidente ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA en TOLEDO