lunes, 22 de noviembre de 2021

Meditar el Evangelio con tres puntos. 22-11-21 Lc 21,1-4 La escena de la viuda en el Templo siempre ha conmovido a toda la humanidad. Antes conmovió al Corazón de Jesús asombrado por la generosidad de los pobres, por los que dan sin quédese con nada. Dar hasta que duela. 1. Todos daban más que aquella pobre mujer viuda que dio todo lo que tenía, se dio a sí misma. Es la lógica del don. 2. Jesús contemplativo del Padre descubre la ternura de su Amor en los corazones humanos que viven entregando la vida. Es lo mejorcito de la humanidad. Son la cara bonita de la Iglesia. Tanta generosidad derramada conmueve al Corazón de Jesús . 3. Solo los pobres comparten. Solo aquellos que como esta pobre viuda se dan todo y sin limites escriben las mejores páginas de amor entregado de la historia y de la vida. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

```LA COMUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES HOY``` *La Tienda del Encuentro*

En el camino de Israel por el desierto, Dios dijo a Moisés que hiciera una Tienda, llamada del Encuentro, que habría de levantar en cada etapa de su marcha, para poder hablar ambos. Dice el cronista del Éxodo que En esta Tienda: "Dios hablaba con Moisés cómo un hombre habla con su amigo" (Ex 33, 11). Sepamos, para nuestra alegría, que esta Tienda del Encuentro es una figura profética de la que Jesús levanta en el corazón de todo aquel que escucha su Palabra y la guarda en su corazón: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra y mi Padre le amara y vendremos a él y haremos morada -levantaremos la Tienda del Encuentro- en él (Jn 14, 23). Es una promesa que colma por completo el corazón de los verdaderos buscadores de Dios; promesa que lleva a su plenitud, la vida de quien cree en ella hasta hacerla Alma de su alma. Esta promesa de Jesús contiene su Fuerza y la Gracia, propias de Él y que nos permiten crecer hasta llegar a ser discípulos suyos. _P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com_

domingo, 21 de noviembre de 2021

Meditar el Evangelio con tres puntos. 21-11-21 *DOMINGO XXXIV.*

Jn 18,33 *Jesucristo Rey del Universo.* Con Cristo Rey concluye el año litúrgico y nos preparamos para un nuevo año litúrgico con el Adviento. El título de Rey que aparece en otros pasajes del Evangelio, donde lo buscan para proclamarlo, en principio, no lo acepta Jesús. Sin embargo, como en esta escena con Pilato, Jesús habla abiertamente de su realeza. Lo dice en un contexto de cruz, donde no hace falta explicar que su reino no es de este mundo, ni al estilo de este mundo. 1. Su reino es un reino que tiene las Bienaventuranzas como Ley. Por tanto su reino y su reinado no es al estilo de este mundo. Es un Reino de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren motivos para la esperanza. 2. Ante Pilato no puede callar la verdad de su realeza. Para Jesús servir es reinar. No vive en los palacios, sino en los caminos, en las periferias, en la intemperie. Es un Rey con corazón manso y humilde donde su cetro es una cruz y su trono la humildad de un amor ofrecido incansablemente. 3. Jesús quiere reinar en todos los corazones no por la fuerza, sino por la seducción de quien abre su corazón. Me parece sugerente que su reinar es como lo que le dice una madre a su niño pequeño, tú eres el rey de mi casa, anda... Reina en mi corazón. Así quiere ser el Reinado de Cristo, no sobre piedras, sino sobre corazones que se abran uno a uno a su Corazón. Pedir a los de casa y a toda la humanidad que Reine en nuestras vidas para construir la civilización del amor. + Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo Primado de España

PARA MEDITAR HOY DOMINGO.-

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.» Palabra del Señor Celebramos hoy la fiesta de Jesucristo rey del universo. Para saber realmente cómo reina Jesús tenemos que contemplarlo al final de su vida: Pilato le dijo: con que ¿tú eres rey? Jesús le contestó: -tú lo dices: Soy Rey. Y más tarde, sobre la cruz aparecerá un letrero:“Jesús Nazareno, rey de los judíos”. ¿Un rey maniatado y crucificado?¿Qué manera de reinar es ésta? Jesús mismo, en este evangelio, nos da la clave para aclarar este asunto: “Mi reino no es de este mundo” por eso no se ajusta a nuestras coordenadas y choca, tan de frente, con nuestra mentalidad: supone un cambio profundo, un estilo nuevo de ser. Es como si nos dijera Jesús: se equivocan los que quieren que mi Reino avance a golpe de condenaciones. Se equivocan los que busca sentarse a mi derecha, cuando aquí lo que importa es ser el último. Se equivocan cuantos pretenden que este Reino sea suyo en exclusiva, olvidando que yo vine para que todos tengan vida. Se equivocan quienes lo buscan por caminos de prestigio, o pretenden comprarlo con el dinero de sus arcas. Se equivocan los que llegan a él cargados de recomendaciones, pero vacíos de buenas obras. Se equivocan los que olvidan que, en mi Reino, la última palabra de la justicia es el perdón, y el mayor título de gloria es el servicio. Pero también Jesús dice: “Tú lo dice: soy Rey” Mi Reino es diferente, si; pero es, al mismo tiempo, un Reino absoluto. Por eso, se equivocan todos los que, diciendo que son de los míos, y andan hincando también sus rodillas ante otros señores, como el oro o la espada. Se equivocan también los que pretenden que yo reine solo un día cada semana, o quieren impedirme que salga de los templos para meterme en las fábricas y en los estadios, en las reuniones de los políticos y en los prostíbulos. Se equivocan los que intentan, por cualquier medio, aguar el vino de mi Palabra para quitarle fuerza, para acomodarla a su mediocridad.... Sí. Yo soy el Señor y no hay otro. Diferente, sí, pero, por eso mismo, el único absoluto. Clavado en una cruz, pero, precisamente desde ella reinando sobre el mundo. ¡Viva Cristo rey! ¡Feliz Domingo! *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

sábado, 20 de noviembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 20 de Noviembre de 2021

Es cierto que el Espíritu Santo quiere hacer grandes cosas en nuestras vidas, pero lo que cuenta no es la notoriedad, la fama o los éxitos llamativos. Cosas grandes significa que hagamos lo que Dios espera de nuestras vidas, aunque nadie descubra el valor que tienen esas cosas. Lo importante es que cada uno sea lo que debe ser, que ocupe el lugar que debe ocupar en el universo. Eso es lo grande. Veamos cómo lo decía Martin Luther King: _"Si no puedes ser un pino sobre un monte, sé una hierba, pero sé la mejor hierba pequeña a la orilla del arroyo._ _Si no puedes ser un árbol, sé un arbusto._ _Si no puedes ser una autopista, sé un sendero._ _Si no puedes ser el sol, sé una estrella._ _Sé siempre lo mejor de eso que eres._ _Trata de descubrir el proyecto que estás llamado a realizar y dedícate con pasión a cumplirlo en la vida."_ El Espíritu Santo, puede ayudarnos a descubrir eso que debemos ser, y puede darnos la fuerza y la creatividad para que lo logremos de la mejor manera posible. Que así sea. .

Meditar el Evangelio con tres puntos. 20-11-21

Lc 20,27-40 Jesús es un Dios de vivos y no es un Dios de muertos. Ante los saduceos que negaban la resurrección de los muertos y ridiculizaban a los que creían en la resurrección de los muertos. 1. La forma de ridiculizar a Jesús es contarle la conocida historieta de la mujer que estuvo casado con los siete hermanos y cuando resuciten los muertos de quien será. 2. Jesús vuelve a las raíces de la revelación y les recuerda la zarza ardiente, donde Moises contempla la zarza que arde sin consumirse y nos recuerda que no es un Dios de muertos sino de vivos. 3. Remata el Señor la jugada dando la revelación plena de la resurrección de los muertos, diciendo que en el cielo seremos como angeles, nuestros cuerpos no serán para engendrar, sino que habrá un único esposo Cristo, que nos dará la vida a todos y cada uno. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

Para meditar hoy Sábado.-

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas. Palabra del Señor Otra polémica con Jesús, en esta ocasión sobre la vida y la muerte. Para los judíos todo gira en torno a la muerte. Es ella la que determina las decisiones y fija las reglas. Pero Jesús da un giro radical: ¡es la Vida el motor de nuestra vida! Sí, sentimos pasión por la vida; somos gente viva, ¡muy viva! Y si creemos en la vida, es porque experimentamos que la resurrección de Jesús es el secreto luminoso del mundo: Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de los vivientes. Por eso amamos la vida. Porque ya nuestro corazón ha pasado a la otra orilla, con Cristo Resucitado. En Él somos vencedores de las fuerzas de la muerte, aunque éstas nos sigan acosando. Gracias a nuestra experiencia pascual, el mundo sabe lo que ni siquiera se atrevió realmente a imaginar: la muerte es "contra natura".

Domingo, Cristo Rey B: Jn 18, 33 B-37 Estamos en el último domingo del año litúrgic

o. Como complemento o resumen de todo lo bueno que podemos decir y aprender de Jesús, la Iglesia nos pone en este día la fiesta de Cristo Rey. La palabra “Rey” o reino en muchos ambientes modernos está desprestigiada; pero siempre queda la influencia histórica y la expresión de Jesús al comenzar su predicación sobre la importancia de pertenecer al “Reino de Dios”. De modo que entre las peticiones más importantes que podemos hacer a nuestro Padre Dios, es que “venga su reino”. Pertenecer a él será nuestro fin y nuestra felicidad. Parece un contrasentido el hecho de que, celebrando a Cristo como Rey del universo, en el evangelio no se nos propone algún hecho triunfante de Jesús, sino que aparece humillado ante el representante del imperio que en aquel tiempo era casi omnipotente. Jesús ante Pilato está como un esclavo ante su señor. Sin embargo, a los tres días, Jesús resucitaría triunfante y poco después Pilato desaparecerá en el olvido. Jesús había sido condenado como rey falso, pero peligroso para el imperio romano. Mas allí está atado y sin ningún poder. Aun así, Pilato le pregunta a Jesús si es rey, y Jesús le contesta que en verdad Él es rey. Pero a continuación testifica que su reino no es como los reinos de este mundo. En varias ocasiones la gente entusiasmada ante los milagros de Jesús le quiso proclamar como rey. Especialmente cuando la multiplicación de panes y peces, pensando egoístamente que con un rey así, no les iba a faltar el pan de cada día. En otros momentos, eran los mismos discípulos los que creían que Jesús iba ya a instaurar el reino al estilo del rey David. Les costaba entender que su reino no era como los del mundo, que se basan en la fuerza, en el dinero o en el poder. Su Reino, como nos dice el prefacio de la misa de hoy es un Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, amor y paz. Su Reino es sobre todo de verdad. Ante Pilato proclama Jesús que Él ha venido a proclamar la verdad. La mentira es el emblema del demonio. Con frecuencia, vemos que muchos para conseguir el poder se basan en la mentira. No están en el lado de Jesús. Pilato preguntó qué es la verdad, pero no quiso escuchar la respuesta. Estaba demasiado convencido de su verdad, que era su propia política, su comodidad y su egoísmo. Nosotros, para participar del Reino de Jesús, debemos estar atentos a su verdad, que nos la va proclamando a través de todo su Evangelio cada domingo. El Reino de Jesús tiene una dimensión muy diferente de los reinos de este mundo. Es un reino de amor, de gracia y de paz, un reino que está por encima de las ambiciones humanas. Por eso, aquellos que tienen ambiciones terrenas, aunque estén muy metidos entre cosas religiosas, están fuera, al menos entonces, del reino de Jesús. Es un reino que comienza ahora, pero que tendrá su culminación o plenitud en la otra vida. Con varias parábolas describió Jesús este Reino: Es como un grano de mostaza pequeño, pero que se va agrandando, aunque se le note poco. Es como un fermento que está en el mundo; es como un tesoro escondido en el campo. En fin, que el centro de nuestra vida y predicación de la Iglesia debe ser el Reino de Jesús, y su realización será la unión de todos los bienaventurados en el cielo. No es algo que está oculto como una quimera. Es un punto de referencia para nuestra esperanza. Es un mensaje de optimismo, porque sabemos que Cristo triunfará y porque sabemos que en verdad se va realizando en la vida de la Iglesia y en muchos corazones que buscan el bien. Cristo es el rey del universo, porque es el mismo Dios creador de todo. Es rey porque con su sangre mereció la redención de todos los pecados. Por eso debemos servirle. Servir a Cristo es reinar, es tener la verdadera libertad. Para ello escuchemos su voz y le sigamos. Él debe reinar sobre nuestra inteligencia, porque es la verdad, sobre nuestra voluntad y nuestro corazón, porque El es amor. Y en verdad ha sido correspondido por millones de discípulos.

Solemnidad Jesucristo, Rey del Universo. Ciclo B «Sí, como dices, soy Rey»

Lectura del libro de Daniel (7, 13-14): Su dominio es eterno y no pasa. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nu¬bes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, nacio¬nes y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. Salmo 92,1ab.1c-2.5: El Señor reina, vestido de majestad. R./ El Señor reina, vestido de majestad, // el Señor, vestido y ceñido de poder. R./ Así está firme el orbe y no vacila. // Tu trono está firme desde siempre, // y tú eres eterno. R./ Tus mandatos son fieles y seguros; // la santidad es el adorno de tu casa, // Señor, por días sin tér-mino. R./ Lectura del libro del Apocalipsis (1, 5-8): El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios. Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el prín-cipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.» Lectura del Santo Evangelio según San Juan (18, 33b-37): Tú lo dices: soy rey. En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Con la solemnidad de Jesucristo Rey del universo concluye nuestro año litúrgico. Así esta celebración, que exalta a Cristo como Señor del tiempo y del espacio es una recapitu¬la¬ción de todo el misterio cristiano que durante el año hemos contemplado y celebrado, en sus distintos aspec¬tos: Adviento, Navidad, Cua-resma, Pascua, tiempo ordinario y solemnidades especia¬les. En este día, como punto culminante del año, contem¬plamos a Jesucristo en su condi¬ción de Rey de re-yes, y Señor de señores. Esta realeza ya la vemos prefigurada en el texto del profeta Daniel: «Le dieron poder, honor y reino... su reino no será destruido» (Primera Lectura). En el Evangelio la realeza de Jesús viene afirmada en términos categóricos: «Pilatos le dijo: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: Sí, como dices, soy Rey». La Segunda Lectura, tomada del libro del Apocalipsis, confirma y canta la realeza de Je-sús por toda la eternidad: «A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén».  «Un hijo de hombre» La lectura del profeta Daniel se da en el contexto de «sueños y visiones» (Dn 7, 1) sobre el juicio de Dios sobre los hombres. Dios es representado como un solemne Anciano de vestidura blanca. Es difícil precisar el origen de esta imagen de Dios como un «viejo juez»; posiblemente encuentre antecedentes en algunas expresiones usadas para referirse al contraste que existe entre la caducidad de la vida del hombre y la perennidad de Dios (ver Sal 102,25-26; Is 41,2-4; Job 36,26). Daniel describe la apertura de la sesión indicando que «los libros se abrieron». Imagen del Antiguo Testamento que suele referirse a todos aquellos que tendrán acceso a la vida eterna (ver Dn 12,1; Éx 32,32-33; Sal 69,29; 139,16; 1 Sm 25,29). Entonces cuando todos esperan la proclamación solemne de la sentencia del Anciano, inesperadamente Daniel pasa a relatar el terrible destino de las bestias que se someten al designio divino. La segunda parte de la visión es muy importante ya que hace referencia a «alguien semejante a un Hijo de hombre (que) viene entre las nubes del cielo». El origen y la actividad de este misterioso personaje es trascendente (ver Éx 13,21; 19,9; 1 Re 8,10; Is 19,1; Nah 1,3; Sal 18,10) y, presentado ante el Anciano, recibe un reino eterno cuyo dominio es universal. La contraposición entre el origen de las bestias que surgen del mar y el hijo del hombre que viene del cielo es clara así como las acciones del Anciano en relación a ambos: uno es arrojado al fuego, el otro es eternamente bendecido. Esta sección del sueño de Daniel en-cuentra su paralelo en la piedra del sueño de Nabucodonosor que, después de haber destruido la estatua, se convierte en una montaña que llena toda la tierra (Dn 2,35.44-45a) ya que «Dios hará surgir un reino que jamás será destruido, y este reino no pasará a otro pueblo» (Dn 2, 44).  «Yo soy el Alfa y la Omega» El libro del Apocalipsis de San Juan se inicia con un diálogo litúrgico entre el lector y la comunidad cris-tiana. Bajo la mención de las siete iglesias de Asia es preciso considerar la universalidad de la Iglesia, aquí vista idealmente en el simbólico número de siete, que indica plenitud. A toda la Iglesia cristiana, pues, se dirige este saludo. En el saludo inicial podemos distinguir el misterio de Dios, como Trinidad Santa. Dios Padre es considerado como «El que es, El que era y El que está a punto de llegar»; es decir es el Dueño y Señor de la historia. Los siete espíritus no denotan siete ángeles sino la presencia viva del Espíritu Santo: un solo Espíritu en su realidad personal y esencial. Jesucristo es recordado con tres atributos principales, que provienen del Salmo 89, interpretado en clave mesiánica. Los tres títulos mencionados corresponden respectivamente a una confesión de fe y hacen di-recta referencia al misterio de la Pasión-Muerte-Resurrección-Ascensión del Señor Jesús. Es testigo fide-digno, porque con una vida culminada en la muerte, y con perseverancia mantenida hasta la cruz, ha ex-presado perfectamente cuanto Dios quiso revelarnos. Ha surgido victorioso de entre los muertos, como primicia de los resucitados inaugurando con su Resurrección una nueva forma de ser y un reino nuevo. La comunidad cristiana responde agradecida por el sacrificio reconciliador de Jesús ya que se sabe y se siente amada por Él. Gracias a Él se constituye así en «un Reino de Sacerdotes»; es decir participa de las prerrogativas propias del Único Sumo Sacerdote: Jesucristo. Entonces será también capaz de ofrecerse como «víctima agradable» al Padre y así poder participar del «reino que no tiene fin».  «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El Evangelio de hoy contiene una clara afirmación de la realeza de Jesús: «Yo soy rey». Todo va con-duciendo hacia esta afirmación que, podemos decir, constituye la conclusión del diálogo con Poncio Pilato. Es interesante analizar detenidamente el movimiento de dicho diálogo y las cir¬cunstancias en que se produ-ce. Jesús había sido considerado reo de muerte por los judíos y había sido llevado a Pilato para que él, en su calidad de gober¬nador romano de la Judea, dictara la sentencia de muerte. Los romanos habían privado al tribu¬nal máximo judío - el Sanedrín - del poder de dar la muerte a un condenado y esta sentencia se re-servaba al gobernador romano, tal como reconocen los mismos judíos: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie» (Jn 18,31). Cuando Pilato sale fuera y pregunta la causa de la acusa¬ción, los judíos responden: «Si éste no fuera un malhe¬chor, no te lo ha¬bríamos entre¬gado» (Jn 18,30). Jesús es entregado como un malhe¬chor, pero Pilato en ningún momento sabe cuál es el motivo por el cual quieren crucificarlo. Aquí es donde comienza el diálo¬go que nos trans¬mite el Evangelio de hoy. Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». La pregunta es extraña, dada la situación ya que Jesús no tenía poder humano y no representaba ningún peligro para el enorme poder romano. Ahora, tampoco los judíos lo habían conde¬nado por esto. Más adelante ellos mismos van a decir: «Debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios» (Jn 19,7) y no: «porque se tiene por Rey de los judíos». El decir «Rey de los judíos» hacía directa referencia a un cargo político ya que era el título que Roma había dado al sanguinario de Herodes que era morbosamente celoso de su poder. Ya sabemos lo que hizo cuando, nacido Jesús en Belén de Ju-dea, llegaron unos magos de oriente y preguntaron: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?» (Mt 2,2). Un judío habría formulado la pregunta de Pilato de la siguiente manera: «¿Eres tú el Cristo, el Mesías, el Hijo del Bendito?» (Mc 14,61. Ver Mt 26, 63). Jesús habría podido responder inmediatamente a Pila¬to para tranquilizarlo: «Mi reino no es de este mun-do». Pero sin embargo quiere informarse, quién está al origen de esta pregunta: «¿Dices esto por tu cuenta o es que otros te lo han dicho de mí?» La expresión «Rey de los judíos», usada por Pila¬to, induce a pensar que él lo dijera por su cuen¬ta, pues un judío no se hubiese expresado así. Pero declararse «Rey de los ju-díos» era un atentado contra el poder romano; ante un poder tota¬litario como el de Roma, habría sido causa suficiente de muerte. Pilato no era tan ingenuo como para pensar que Jesús pudiera representar un peligro en este sentido. Por eso responde: «¿Es que soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdo¬tes te han entrega-do a mí. ¿Qué has hecho?». Es como decir: «No soy yo el que lo dice; los tuyos lo han dicho de ti». Ya sabemos por qué los sumos sacerdotes piden su muerte: es por un motivo religioso; no tiene nada que ver con el poder de este mundo. También Pilato sabe que han entregado a Jesús no por declararse «Rey». Por eso pre¬gunta: «¿Qué has he¬cho?».  «Mi Reino no es de este mundo» Ahora Jesús responde a la pregunta original acerca de su realeza. Esta respuesta está dirigida a Pilato y tam¬bién a su pueblo y a los sumos sacerdotes, que con mentira han referido eso acerca de Él: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese en-tre¬gado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí». Pilato, que pensaba haber dicho algo absurdo, cuando preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?», se encuentra con una respuesta afir¬mativa de Jesús. Pilato no puede creer lo que está oyendo e incrédulo pregunta: «¿Luego, tú eres Rey?». Y aquí tenemos la culmina-ción de la escena: «Sí, como dices, soy Rey». Pero Jesús aclara en qué sentido: «Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz». Jesús formula el criterio de discernimiento entre los que lo reconocen como Rey y los que lo recha-zan. Lo recono¬cen como Rey los que son de la verdad; lo rechazan los que son de la mentira. Jesús nunca había dicho antes: «Yo soy rey»; pero sí había dicho: «Yo soy la verdad». Los que son de la verdad lo reco-nocen como Rey. Tal vez ningún episodio evangélico nos enseña tanto sobre la verdad. La verdad es el camino que con-duce al ser humano a su felicidad eterna, hacia esa situación de total plenitud que todos los hombres y mu-jeres, sin excepción, anhelan. Pero esa verdad se identifica con Jesús, que había definido su identidad así: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Es lo mismo que dice ante Pilato. Pero no eran muchos los que escuchaban su voz: Jesús estaba allí solo y rechazado por su pueblo. No eran muchos «los que son de la verdad». Este episodio de la condena de Jesús por parte de su pueblo nos revela que la verdad, aunque es el úni-co camino de salvación del ser humano, suele ser rechaza¬da por la mayoría. La escena del Evangelio la-mentablemente se repite hoy con suma fre¬cuencia. Los sumos sacerdotes, que rechazaron a Cristo y no lo reconocieron como Rey, terminaron afirmando lo que ellos mismos aborrecían: «No tenemos más rey que el César» (Jn 19,15); y ellos mismos sabían que eso era mentira, porque abominaban del poder romano. No oyeron la voz de Cristo porque no eran de la verdad y se creyeron «su mentira».  Una palabra del Santo Padre: «En este último domingo del año litúrgico celebramos la Solemnidad de Cristo Rey del universo. La suya es una realeza de guía, de servicio, y también una realeza que al final de los tiempos se afirmará como jui-cio. Hoy tenemos ante nosotros a Cristo como rey, pastor y juez, que muestra los criterios de pertenencia al Reino de Dios. Estos son los criterios. La página evangélica se abre con una visión grandiosa. Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, dice: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso» (Mt 25,31). Se trata de la introducción solemne de la narración del juicio universal. Después de haber vivido la existencia terrena en humildad y pobreza, Jesús se presenta ahora en la gloria divina que le pertenece, rodeado del ejército angélico. La humanidad entera es convocada ante Él y Él ejercita su autoridad separando los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. A quienes ha puesto a su derecha dice: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver» (vv. 34-36). Los justos se quedarán sorprendidos, porque no recuer-dan jamás de haber encontrado a Jesús, y mucho menos de haberlo ayudado de ese modo; pero Él dirá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (v. 40). Esta palabra no termina nunca de sorprendernos, porque nos revela hasta qué punto llega el amor de Dios: hasta el punto de identificarse con nosotros, pero no cuando estamos bien, cuando estamos sanos y felices, no, sino cuando estamos en la necesidad. Y de este modo escondido Él se deja encontrar, nos ex-tiende la mano como un mendigo. Así Jesús revela el criterio decisivo de su juicio, es decir, el amor con-creto por el prójimo en dificultad. Y así se revela el poder del amor, la majestad de Dios: solidario con quien sufre para suscitar en todas partes actitudes y obras de misericordia». Papa Francisco. Ángelus dominical del 26 de noviembre 2017  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. ¿Tengo consciencia que el Reino que Jesús me ofrece no es de este mundo? ¿Que no se rige por los criterios del mundo? ¿Qué debo de ser amigo de la verdad para poder acceder al Reino de Dios? 2. La lectura del Apocalipsis me recuerda mi vocación: estoy llamado a ser de Jesús. ¿Vivo de acuerdo a mi llama-do? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 446-451.526. 543-544. 1852. 1861.

viernes, 19 de noviembre de 2021

PARA MEDITAR HOY VIERNES.-

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios. Palabra del Señor Jesús en este Evangelio nos muestra su rostro más serio y duro cuando ve como han convertido en un mercado el templo, su casa de oración. Y se enfada porque se está poniendo mucho en juego. Lo más sagrado para Él es el encuentro del hombre con Dios que se realiza de un modo muy especial en el templo, lugar de recogimiento y oración. Demos gracias a Dios por esta Iglesia nuestra que después de tantos siglos sigue en marcha. Sin duda es un misterio de fe, pues a pesar de contar con fallos humanos, solo la vida sencilla, sincera y entregada de tantos hermanos a las necesidades de los demás nos recuerda que hay otra manera de hacer Iglesia: desde la oración y la entrega generosa. *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

Meditar el Evangelio con tres puntos. 19-11-21

Lc 19,45-48 El celo del Templo, de la voluntad del Padre movió siempre al Corazón de Jesus a devolver al templo ser lugar de oración y de encuentro. 1. El peligro de convertir el Templo, como nuestro corazón en cueva de bandidos será siempre la tentación del hombre religioso. 2. El Templo era el lugar del culto, de la oración, del sacrificio, de la Ley, de la custodia de la Palabra... Jesús con su vida y tambien con gestos como este nos recuerda que El, su cuerpo donde habita en plenitud la divinidad es el Nuevo Templo de Dios, donde todo nos lanza a mirando a Jesús, vivir la inhabitacion trinitaria en nuestro corazón para un servicio a los más necesitados. 3. La version de Lucas une siempre exigencia y misericordia, interioridad y servicio... Siempre desde su Corazón que arde de vida y de amor. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo.

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Viernes, 19 de Noviembre de 2021

_“Ven Espíritu Santo, sácame del encierro donde me he clausurado, y abre mi vida a los demás._ _Derriba las paredes de mi pequeño yo._ _Regálame, Espíritu Santo, el don de la disponibilidad._ _Hazme disponible para servir._ _Hazme disponible para escuchar._ _Hazme disponible para compartir._ _Hazme disponible para ayudar._ _Hazme disponible para acompañar._ _Hazme disponible para consolar._ _Hazme disponible para alentar._ _Hazme disponible para celebrar._ _Ven Espíritu Santo, abre mi corazón cerrado, para que no esté siempre pensando sólo en mis necesidades y proyectos, para que aprenda a caminar con los demás, como un verdadero hermano de todos._ _Ven Espíritu Santo._ _Amén.”_ .

jueves, 18 de noviembre de 2021

PARA MEDITAR HOY JUEVES.- En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.» Palabra del Señor Hoy sorprendemos a Jesús llorando. Sus lágrimas además de expresar su verdadera humanidad, constituye un signo de su plena participación en el drama de una humanidad a la que le cuesta trabajo entrar en el proyecto de amor y de paz que Dios ofrece al hombre. Y a veces, no solo no nos cuesta trabajo sino que nos resistimos adorando a los dioses hecho a imagen de nuestros temores, de nuestras aspiraciones, de nuestras debilidades. Jesús llora porque su pueblo no ha entendido que la fe que Él nos regala tiene vocación de denunciar los falsos absolutos, de relativizar los fanatismos, de criticar las componendas alienantes de lo cotidiano. Nuestra fe combate sin tregua por liberarnos de los ídolos que fascinan y estrecha la mirada para que viva en nosotros el verdadero nombre de Dios. *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 18 de Noviembre de 2021

Cuenta el Evangelio que Jesús *“se dejó llevar por el Espíritu al desierto”* (Lucas 4,1). En el desierto Dios habla al corazón. Porque en el desierto no hay nada interesante, nada que pueda distraernos y atontarnos. Sólo arena movida por el viento. Por eso, llega un momento en que nos sentimos solos, desnudos frente a Dios, y entonces le abrimos de verdad el corazón. El Espíritu Santo quiere llevarnos al desierto. Si leemos el libro del profeta Oseas, allí vemos a un enamorado que intenta por todos los medios seducir a la amada, pero todo es inútil. Finalmente encuentra una manera: *“La llevaré al desierto y le hablaré al corazón"* (Oseas 2,16). Evidentemente, eso no significa que tengamos que hacer un viaje para buscar a Dios en un desierto. Se trata de hacer desierto en nuestro interior. Hay que despojarse de todo, darse cuenta de que no vale la pena aferrarse a nada, que todos los falsos remedios y secretos de felicidad no sirven. Sólo nos distraen. Son fantasías y excusas. Tenemos que entrar en oración, dejar todo a un lado, dejar que todo se caiga. Hacer desierto es entonces encontrarnos cara a cara con el Padre Dios, para conversar con Él desnudos, sin ocultar nada, sin aferrarnos a nada. Sólo así podremos descubrir y aceptar que Él es el único que vale la pena, que sólo Él puede ocupar el centro de nuestra existencia. Podemos vivir este desierto en medio de la ciudad, dentro de las preocupaciones de un día de trabajo, en cualquier circunstancia. Porque en cualquier cosa que hagamos podemos vaciarnos, desarmarnos, liberarnos de falsas seguridades y quedar pobres, con humildad rendidos y espiritualmente postrados ante Dios. El Espíritu Santo quiere hacernos vivir ese desierto ahora mismo. Aceptemos esta divina invitación que puede cambiar nuestras vidas. Que así sea. .

Meditar el Evangelio con tres puntos. 18-11-21 Lc 19,41-44

Siempre me ha conmovido esta escena. Jesús que llora ente una Jerusalén que no acoge su venida y desprecia a los profetas. 1. En mis visitas a Jerusalén siempre he rezado y me he parado en este lugar que conmemora este encuentro. El llanto de Jesús es tambien una imagen ante tantos corazones que no acogen su Amor. 2. Su corazón se enternece. Quiere ser como una gallina que recoge bajo sus alas a sus polluelos... Su Ternura es nuestra salvación. 3. Reconocer el momento de su Venida es siempre abrirse a su Amor salvífico. Cuando nuestro corazón se hace acogida, el viene a la Jerusalén de nuestra vida para ser el Camino de la vida verdadera. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

miércoles, 17 de noviembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Miércoles, 17 de Noviembre de 2021

_“Ven Espíritu Santo, para que me apasionen los verdaderos valores de la vida y no me deje engañar por los falsos atractivos._ _Ven, para que reconozca que un acto de amor vale oro, y que un acto de puro egoísmo no es más que paja y basura._ _Ven, para que vea la luz cada vez que recuerde a Jesús, y reconozca las oscuridades de los falsos modelos, que sólo promueven el placer vacío y egoísta._ _Ven, para que recuerde que vale la pena entregarse generosamente, y que no vale la pena encerrarse en la melancolía y la vanidad._ _Ven, para que no olvide que mi vida no termina en esta tierra, y que estoy llamado a un Reino celestial, donde la felicidad no tendrá fin._ _Ven Espíritu Santo, para que gaste mis energías en cosas buenas, y no las desgaste en los falsos valores._ _Amén.”_ .

martes, 16 de noviembre de 2021

b>Meditar el Evangelio con tres puntos. 16-11-21

< Lc 19,1-10 Zaqueo era bajo de estatura y la gente le impedía ver a Jesús. Tenía complejos en su relación con Dios, no sirvo, no valgo, no puedo... 1. Es Jesús el que nos busca, el que quiere alojarse en nuestra casa. Nos busca no por lo que tenemos sino por lo que somos 2. Cuando aceptamos que el Señor entre y viva en nuestra casa son muchas las cosas que desaparecen, como nuestro pecado. 3. Zaqueo es hijo de Abrahán, peregrino de la fe y por tanto buscado por Jesús que ha venido a buscar lo que estaba perdido. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España
PARA MEDITAR HOY MARTES.- En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.» Palabra del Señor

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Martes, 16 de Noviembre de 2021

Hoy muchas personas buscan la felicidad en la relajación o en la meditación, pero sin amar de verdad a los hermanos. Entonces a veces se sienten bien, pero se están engañando, porque están atrofiando el llamado al encuentro que hay en lo profundo de su ser. Las relaciones humanas abiertas y generosas son indispensables para una vida sana. Pero la incapacidad de convivir nos alucina en un mundo de fantasía que nosotros mismos creamos, un mundo donde no hay lugar para los que son diferentes y donde sólo existe nuestro propio yo. Haciendo algunas prácticas y tomando algunas medicinas y productos, nos sentimos un poco aliviados, pero eso sólo llega a la superficie del alma, no llega a la profundidad de la persona, que sigue enferma por dentro. De ese encierro sólo nos puede liberar el Espíritu Santo, que siempre busca sacarnos fuera de nosotros mismos, que no tolera que nos engañemos en un mundo interior falso y enfermo. Pidámosle con fe y confianza que nos libere de todo egoísmo con la fuerza de su amor. Roguémosle que derrame en nuestras vidas la fuerza sanadora del amor. Porque cuando logramos amar a los demás, eso indica que lo profundo del corazón comienza a sanarse y a liberarse verdaderamente. Que así sea. .

lunes, 15 de noviembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Lunes, 15 de Noviembre de 2021

El Papa Juan XXIII inició una maravillosa reforma de la Iglesia. Aunque lo eligieron cuando ya tenía una edad avanzada, gracias a él la Iglesia comenzó una gran renovación. Pero él decía que el autor de esa obra era el Espíritu Santo, que quería transformar su Iglesia. Las primeras noches después de ser elegido, no podía dormir pensando en su tremenda responsabilidad. Entonces se preguntó: “¿Quién guía la Iglesia, yo o el Espíritu Santo?”. Y se respondió: “El Espíritu Santo, por supuesto”. Entonces pudo dormir tranquilo. Utilicemos sus palabras para invocar al Espíritu Santo, y hagámoslo con la misma confianza que él tenía: _“Espíritu Santo, ven a perfeccionar_la obra que Jesús comenzó en mí._ _Que llegue pronto el tiempo_de una vida llena de tu Espíritu._ _Derrota toda presunción natural_que encuentres en mí._ _Quiero ser sencillo, lleno del amor de Dios,_y constantemente generoso.Que ninguna fuerza humana_me impida hacer honor_a mi vocación cristiana.Que ningún interés, por descuido mío,vaya contra la justicia.Que ningún egoísmo disminuya en mí_los espacios infinitos de tu amor._ _Que todo sea grande en mí._ _También el culto a la verdad_y la prontitud en mi deber hasta la muerte._ _Que la efusión del Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia,y sobre el mundo entero._ _Amén.”_ .

sábado, 13 de noviembre de 2021

33ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 13, 24-32

Estamos casi a fin del año litúrgico, pues terminará el próximo domingo con la fiesta de Cristo Rey. Por eso se nos habla con palabras de Jesucristo referentes al fin del mundo. No sólo san Marcos, sino otros evangelistas, cuando transcriben palabras o mensajes de Jesús para asuntos grandiosos, se acomodan a un estilo literario que en el Oriente estaba de moda, que era el apocalíptico, por medio de comparaciones y figuras grandiosas. Jesús no quiere atemorizarnos, sino desea mostrarnos de manera solemne una realidad, que para sus seguidores debe encerrar una gran esperanza. Eran los días antes de su muerte. Después de hablar en el templo, Jesús con sus discípulos se retiraba a Betania. La conversación se hizo interesante al ver el templo relucir con los rayos del atardecer. De la predicción sobre el final del templo y su sistema religioso, pasó Jesús a tratar sobre el final del mundo, que al mismo tiempo será el tiempo de su segunda venida “con gran poder y majestad”. Sobre esta segunda venida se hablaba mucho en la primitiva cristiandad, de modo que muchos, por el deseo grande de estar con Jesús, creían que iba a realizarse muy pronto. En diversas épocas han estado muy presentes estas predicciones de Jesús, como cuando llegaba el año mil, y algo también en el año dos mil. Hay sectas que hablan continuamente de ello, hasta mostrando fechas concretas, que luego no se realizan. Como he dicho, las palabras en concreto son imágenes impactantes para que se quede aprendido mejor el mensaje. No hay que tomarlo al pie de la letra, porque además las estrellas, tan enormes, no pueden caer sobre la tierra, tan pequeñita. No se trata de dar miedo, sino de vivir en esperanza y alegría porque al final vendrá Cristo a nuestro encuentro. Las imágenes del sol, luna y estrellas son para subrayar la grandiosidad de la venida gloriosa del Salvador. El final de la historia no es un final de catástrofe, sino que es la salvación para los elegidos, que podemos ser todos, si seguimos los consejos y la manera de vivir de Jesús buscando el servir a los demás. El mensaje principal es que debemos velar y estar preparados para la venida del Señor, porque no sabemos el día ni la hora. Estar preparados es llevar una vida en conformidad con el Evangelio. Más que anuncio de destrucción, es anuncio de salvación, porque se trata de una nueva presencia total de Jesús, cuyas palabras no pasarán. Todo lo demás de este mundo pasará. ¡Cuántas energías se consumen para conseguir éxitos humanos o materiales, cuando en realidad todo pasará! Lo que no pasará o permanecerá para siempre son las palabras de Cristo y los que sigan esas palabras con su vida. No es que sean malas las cosas materiales, como el arte, el deporte, etc. Lo malo es cuando uno quiere hacer de esas cosas algo absoluto. Jesús no sólo está hablando del fin del mundo, sino también del fin de “su” mundo, como es el fin de su época con todo lo que conlleva, como el fin del templo y de las estructuras religiosas que en sí encerraba. Por eso dijo que no pasaría esa generación sin que aquello sucediera. La tradición ha visto como expresión de esas palabras la destrucción de Jerusalén, juntamente con el templo, en el año 70. Muchas estructuras políticas y religiosas, que parecían inamovibles, han ido cayendo a lo largo de la historia. También nuestro mundo caerá o pasará. Si vivimos atados a nuestros éxitos materiales, es como degenerar nuestro ser humano que está hecho para la eternidad. Al hablar del fin del mundo en este día, debemos aumentar nuestra esperanza de paz, alegría y amor. El fin del mundo será la consumación de la esperanza, pero será la plenitud de la vida de paz, alegría y amor. Nuestra misión como cristianos es hacer ya desde ahora presente lo que será el futuro. Tenemos que aprovechar el tiempo, que no sabemos cuánto será, para ir creando ese mundo de justicia y de paz. Para ello comencemos enderezando nuestra propia vida, para que sea honrada, auténtica y ejemplar, cumpliendo nuestro deber y ayudando a los demás. palabra de Reverendo por Sacerdote Rvdo. SILVERIO

Domingo de la Semana

Lectura del libro del profeta Daniel (12,1-3): Por aquel tiempo se salvará tu pueblo. Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los ins-critos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpe-tua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad. Salmo 15,5.8.9-10.11: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. R./ El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; // mi suerte está en tu mano. // Tengo siempre presente al // Señor, // con él a mi derecha no vacilaré. R./ Por eso se me alegra el corazón, // se gozan mis entrañas, // y mi carne descansa serena. // Porque no // me entregarás a la muerte, // ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R./ Me enseñarás el sendero de la vida, // me saciarás de gozo en tu presencia, // de alegría perpetua a tu // derecha. R./ Lectura de la carta a los hebreos (10, 11-14): Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrifi-cios, porque de nin¬gún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como es¬trado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (13, 24-32): Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Enton-ces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, dedu-cís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puer-ta. Os aseguro que no pasará esta genera¬ción antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas El fiel que acompaña semanalmente la liturgia dominical, sabe bien que, en los últimos Domingos, cuan-do ya el año litúrgico llega a su fin, corresponde meditar los hechos finales de la histo¬ria. En efecto, después de iluminar, Domingo a Domingo, el misterio de Cristo en sus diver¬sas facetas, en este Domingo, que es el penúltimo del año litúrgico, la litur¬gia nos pone ante el misterio de la venida final de Jesucristo y nos invita a considerar la incidencia de este hecho en nuestra vida (Evangelio). En el Antiguo Testamento, vemos como Daniel nos dirá en una visión profética: «Entonces se salvará tu pueblo, todos los inscritos en el libro» (Primera Lectura). En la carta a los Hebreos, contemplamos a Cristo sentado a la derecha de Dios Padre, esperando hasta que sus enemigos sean puestos como escabel de sus pies (Segunda Lectura).  El fin de los tiempos El libro de Daniel nos remite a la época en que el pueblo judío se encontraba oprimido durante la perse-cución de Antíoco IV en el año 168 a.C. Era un «tiempo de angustia como no hubo otro desde que existen las naciones» y el deseo de poner fin a la opresión suscitaba en el pueblo una profunda confianza en el amor protector de Dios. En medio de la persecución Daniel proclama proféticamente la salvación que Dios traerá a su pueblo. Miguel, jefe del ejér-cito celestial y protector de Israel, se levantará para ejercer su misión de defender al pueblo judío. En los escritos apocalípticos, la liberación final viene precedida de una gran conmoción histórica y cósmica que acarrea angustias y sufrimientos. El hombre «vestido con túnica de lino» y encargado de comunicar la revelación a Daniel (ver Dn 10,5.11-12) proclama que Dios salvará a los que estén «inscritos en el libro» (Dn 12, 1), resucitará incluso a los muertos y tendrá lugar el juicio divino que será definitivo: castigo eterno para unos, vida eterna para otros. Daniel nos presenta la intervención divina como castigo de los que tramaron la ruina de sus fieles y salvación de los que confiaron y esperaron en ella (ver Dn 3,22.48; 6,24-25). La salvación luminosa procla-mada para los «doctos o sabios» y para los que «enseñaron a la multitud por el buen camino» es una ima-gen de la salvación eterna concedida a los fieles. Los sabios no constituyen un grupo especial dentro del mismo pueblo, sino aquella parte de la comunidad judía que permaneció fiel al cumplimiento de la ley de Moisés en medio de las persecuciones.  La venida del Hijo del hombre El Evangelio de hoy comienza con las palabras de Jesús: «Más por esos días…». Con esta expresión quiere decir que comenzará a tratar de acontecimientos que pertenecen a la historia. Es más; los hechos de los cuales tratará son el desenlace de la historia, son los últimos, son los que dan sentido a toda la historia y al tiempo. Y esto es lo principal; su ubicación precisa, «el día y la hora», es menos importante y resulta inde-terminado. De todas mane¬ras, Jesús ofrece algunas pistas. Ante todo, sucederá «después de aquella tribu-lación». No es una indicación precisa, pues el mismo Evangelio de San Marcos da una definición de esta expresión en la cual se superponen dos cosas. En un momento parece estar hablando de la destrucción del templo de Jerusalén y la dispersión de los judíos ; pero en otro momento la descripción supera ese hecho, por muy tremendo que haya sido: «Aquellos días habrá una tribulación cual no la hubo desde el principio de la creación, que hizo Dios, hasta el presente, ni la volverá a haber» (Mc 13,19). Los signos que Jesús indica son sobrecogedores: «El sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas». Jesús se aco-moda a las nociones de astronomía de su tiempo, en que se creía que el sol y la luna son luminarias de ta-maño menor que la tierra, que las estrellas cuelgan del firmamento sobre la superficie de la tierra y que ésta está sostenida por columnas sobre el abismo inferior. Pero, si éstos no son más que signos, ¿cuál es enton-ces el hecho último de que se trata? Jesús responde: «Entonces verán al Hijo del hombre venir entre las nubes con gran poder y gloria». Este es el hecho principal. Pero el segundo está asociado a éste y afecta a todos los hombres: «Enton-ces envia¬rá a los ángeles y reunirán de los cuatro vientos a sus elegi¬dos, desde el extremo de la tierra has-ta el extremo del cielo». Esta expresión abarca todo el espacio y todo el tiempo: serán reunidos los elegidos que todavía peregrinen en la tierra y también los que ya hayan con¬cluido su curso terreno. Este hecho final dejará en evi¬dencia una división definitiva de los seres humanos entre elegidos y reprobados, es decir, entre los que serán reunidos con Cristo y los que serán apartados. Por eso éste es el hecho que da peso y sentido a toda la historia y a todo acto del hom¬bre.  La parábola de la higuera Jesús agrega una parábola para indicar la relación entre el tiempo presente y ese hecho final que nos impli¬cará de manera tan radical. Así como sabemos percibir la cercanía del verano por el aspec¬to que adoptan las ramas de la higuera. Los signos son tales que siempre se debe sentir que Cristo está cerca, que su venida es inmi¬nente. Ésta es una dimen¬sión permanente de la vida cristiana. En efecto, Jesús agre¬ga: «Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda». Di¬fí¬cilmente ha dado Jesús más firmeza a una enseñan¬za suya: «El cielo y la tierra pasa¬rán, pero mis palabras no pasa¬rán». Sus pala-bras son la verdad, ellas son eter¬nas, son más estables que el cielo y la tierra. En este caso nos invitan a vivir en la certeza de que Él está cerca, que su venida es inminente, que para cada uno ocurrirá en el espacio de su vida. Y esto es así porque la venida final de Cristo da sentido a nues-tra vida y a cada uno de nuestros actos, cualquiera que sea el momento de la historia en que nos toque vi-vir. Por eso no interesa tanto saber el cuándo. El día del juicio final versará sobre los actos que hayamos hecho, cada uno en su propio momento histórico. El Evangelio de este Domingo concluye con una frase de Jesús que es difícil de interpretar: «De aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre». Antes que nada de-bemos observar que éste es el único caso en el Evangelio de Marcos en que Jesús, hablando de sí mismo, se da el nombre de «Hijo» sin más. Y lo hace en relación al Padre. Afirma que hay algo -«un día y una ho-ra»- que sólo el Padre conoce. En esta expresión el Padre no puede ser más que Dios mismo. Éste es un importante texto que revela que el Padre y el Hijo son dos personas distintas. Cada uno es el mismo y único Dios, pero son dos Personas distintas. La dificultad del texto está en la diferencia que introduce entre el Pa-dre y el Hijo. Entre los que ignoran «aquel día y hora» hay una progresión. Cuando Jesús dice: «Nadie sabe nada», se refiere a todos los hombres. Esto es obvio. Ningún hombre ha pretendido saber el día y la hora en que ocurrirán los eventos futuros, tanto menos si éstos son los eventos finales. Pero luego Jesús da un paso hacia el mundo trascendente: «ni los ángeles en el cielo». Los ángeles no pueden revelar a los hombres ese momento porque tampoco ellos saben nada «sobre aquel día y hora». La difi¬cultad está en que también el Hijo se incluye en el lado de los que no saben, mientras que el único que sabe es el Padre. Pero esta diferencia entre el Padre y el Hijo es imposible: no hay nada que el Padre sepa que el Hijo no sepa. Por eso cuando Jesús dice: «Nadie sabe... ni el Hijo», este «no saber» del Hijo es, en realidad, un «no querer reve¬lar». No lo quiere revelar para que los hombres estén siempre vigilantes. La frase siguien¬te es precisa¬men¬te un llamado a la vigilancia: «Estad atentos y vigi¬lad, porque ignoráis cuándo será el momento» (Mc 13,33). Esta interpretación está confirmada por el libro de los Hechos de los Apósto-les donde se enfren¬ta el mismo tema. Los após¬toles preguntan a Jesús resuci¬tado: «Se¬ñor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» (Hch 1,6). Ellos están hablando de un reino de Is-rael terreno y piensan que ya es tiempo de restablecer el esplendor que tenía en el tiempo del rey David. Jesús, en cambio, se refie¬re a un Reino eterno, aquél sobre el cual el Credo de nuestra fe dice: «De nuevo vendrá con gloria... y su Reino no tendrá fin». En su respuesta Jesús se refiere al momen¬to de su venida final: «A voso¬tros no os corres¬pon¬de conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autori-dad...» (Hch 1,7). En esta respues¬ta Jesús da a entender que Él conoce ese momento; pero no lo revela a los após¬toles porque a ellos «no corres¬ponde cono¬cerlo».  El nuevo sacerdote y la nueva alianza. La carta a los Hebreos es muy tajante y clara al afirmar que el sacrificio de Jesús deroga de una vez por todas la ley como institución de salvación (ver Heb 10,1), y nos proporciona, de una parte, la santificación, es decir, el paso al modo de existencia y vida propias de Dios, el único Santo. La misma perfección obteni-da por Jesucristo, la transformación de su humanidad en una humanidad divinizada, ha sido obtenida y conseguida también para nosotros (Heb 2,10; 5,9; 7,28). En Él hemos sido santificados, consagrados, he-chos sacerdotes. A esta nueva condición accedemos por la fe. Y con ella se obtiene, de una vez por todas, la reconciliación definitiva y el perdón de los pecados.  Una palabra del Santo Padre: «El Evangelio de este penúltimo domingo del año litúrgico propone una parte del discurso de Jesús so-bre los últimos eventos de la historia humana, orientada hacia la plena realización del Reino de Dios (cf. Mc 13, 24-32). Es un discurso que Jesús pronunció en Jerusalén, antes de su última Pascua. Contiene algu-nos elementos apocalípticos, como guerras, carestías, catástrofes cósmicas: «El sol se oscurecerá, la luna no dará su esplendor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán» (vv. 24-25). Sin em-bargo, estos elementos no son la cosa esencial del mensaje. El núcleo central en torno al cual gira el dis-curso de Jesús es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección, y su regreso al final de los tiempos. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado. Yo os quisiera preguntar: ¿cuántos de voso-tros pensáis en esto? Habrá un día en que yo me encontraré cara a cara con el Señor. Y ésta es nuestra meta: este encuentro. Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, vamos al encuentro de una persona: Jesús. Por lo tanto, el problema no es «cuándo» sucederán las señales premonitorias de los últimos tiem-pos, sino el estar preparados para el encuentro. Y no se trata ni si quiera de saber «cómo» sucederán es-tas cosas, sino «cómo» debemos comportarnos, hoy, mientras las esperamos. Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios. La parábola de la higuera que germina, como símbolo del verano ya cercano, (cf. vv. 28-29), dice que la perspectiva del final no nos des-vía de la vida presente, sino que nos hace mirar nuestros días con una óptica de esperanza. Es esa virtud tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes, pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene «con gran poder y gloria» (v. 26), que manifiesta su amor crucificado, transfigurado en la resurrección. El triunfo de Jesús al final de los tiempos, será el triunfo de la Cruz; la demostración de que el sacrificio de uno mismo por amor al prójimo y a imitación de Cristo, es el único poder victorioso y el único punto fijo en medio de la confusión y tragedias del mundo. El Señor Jesús no es sólo el punto de llegada de la peregrinación terrena, sino que es una presencia constante en nuestra vida: siempre está a nuestro lado, siempre nos acompaña; por esto cuando habla del futuro y nos impulsa hacia ese, es siempre para reconducirnos en el presente. Él se contrapone a los fal-sos profetas, contra los visionarios que prevén la cercanía del fin del mundo y contra el fatalismo. Él está al lado, camina con nosotros, nos quiere. Quiere sustraer a sus discípulos de cada época de la curiosidad por las fechas, las previsiones, los horóscopos, y concentra nuestra atención en el hoy de la historia. Yo ten-dría ganas de preguntaros —pero no respondáis, cada uno responda interiormente—: ¿cuántos de voso-tros leéis el horóscopo del día? Cada uno que se responda.. Y cuando tengas de leer el horóscopo, mira a Jesús, que está contigo. Es mejor, te hará mejor. Esta presencia de Jesús nos llama a la espera y la vigi-lancia, que excluyen tanto la impaciencia como el adormecimiento, tanto las huidas hacia delante como el permanecer encarcelados en el momento actual y en lo mundano». Papa Francisco. Ángelus 15 de noviembre de 2015  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Las lecturas de este Domingo son un auténtico llamado a tener una visión sobrenatural y llena de esperanza en mi vida. ¿Confío en las promesas del Señor? ¿Estoy preparado para su venida o para mi encuentro con Él? 2. El ser humano desde siempre ha sido muy sensible al misterio del tiempo. Es por eso que los he-chos relativos al futuro y al fin del tiempo suscitan tanto interés. ¿Me doy cuenta que creer en ho-róscopos, lecturas de las cartas o en algún tipo de explicación esotérica sobre mi futuro va direc-tamente contra mi fe en el Señor Jesús? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 1020-1060. texto fcilitado por JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA, Sección de TOLEDO
*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Sábado, 13 de Noviembre de 2021 No hay nada mejor para nosotros que confiar en el Espíritu Santo; pero de verdad, no de la boca para afuera. La verdadera confianza es una fuente de libertad, de fuerza y de entusiasmo. No es algo que nos deja quietos, pasivos. Todo lo contrario. Confiar en alguien que nos ama, nos da una gran seguridad para enfrentar las cosas con calma y con eficacia. Cuando más nos confiamos en el Espíritu Santo, más nos sentimos seguros, protegidos. Es bueno disfrutar de ese sentimiento de protección, y así caminar por el mundo, y así enfrentar la vida. Porque la protección del Espíritu Santo es también una orientación, una guía que nos conduce por el camino, un brazo que nos apoya y suavemente nos empuja para que avancemos. Nosotros buscamos, nos ocupamos, tratamos de discernir, pero no estamos solos, somos guiados por un Consejero seguro. Gracias Espíritu Santo. .

viernes, 12 de noviembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*

Viernes, 12 de Noviembre de 2021 _“Ven Espíritu Santo, lleno de la hermosura de tus dones, gloriosos y luminosos, con toda la riqueza que derramas por donde pasas._ _Ven Espíritu de sabiduría, y dame el gusto por las cosas santas y nobles._ _Ven Espíritu de entendimiento, para que pueda comprender los misterios de tu Palabra._ _Ven Espíritu de consejo, para que pueda orientar a mis hermanos._ _Ven Espíritu de fortaleza, para que pueda enfrentarlo todo._ _Ven Espíritu de ciencia, para que llegue a la profundidad de las cosas de este mundo._ _Ven Espíritu de piedad, para que reconozca el valor sagrado de cada ser humano._ _Ven Espíritu del santo temor, para que procure cuidadosamente no ofenderte jamás._ _Ven Espíritu Santo, con tus siete dones preciosos._ _Amén."_ .

jueves, 11 de noviembre de 2021

PARA MEDITAR HOY JUEVES.- En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.» Palabra del Señor Igual más alto lo ha podido decir el Señor porque más claro imposible: "el Reino está dentro de vosotros" ¿Como lo notaremos? El reino tiene que inundar el corazón. Y se manifestará en cosas pequeñas. El reino ya se está produciendo en nuestro mundo cada vez que una persona es capaz de amar como Dios ama. Gratuita y desinteresadamente. El reino acontece cuando creemos en nosotros mismos como hijos e hijas de Dios, capaces de recrear y renovar nuestra vida y la de nuestros hermanos y hermanas desde la justicia y el amor. El reino se hace vida compartida cuando llevamos la eucaristía a la vida y compartimos el pan de la fraternidad con todos los que nos rodean, especialmente con los que más sufren. Sin duda, que esa presencia del reino exige compromiso por nuestra parte y, posiblemente, algo de sufrimiento, como dice Jesús. Pero en absoluto exige ruido ni milagros ni grandes ni ostentosas manifestaciones. Y aunque no sabremos como será "ese día final" sin embargo, podemos ya presentir algo, puesto que desde el fondo de nuestros caminos nocturnos percibimos ya el reflejo de esa gloria: el amor es más fuerte que la discordia; la justicia vence al egoísmo; la Paz es más viva que la desunión y el gozo borra toda angustia. Son las señales más evidente del paso del Señor por nuestras vidas hasta que llegue "el día del Dios que renovará los cielos y la tierra" *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

Meditar el Evangelio con tres puntos. 10-11-21

Lc 17,11-19 El evangelio es siempre agradecer por todo lo recibido. La Virgen canta agradedecida las maravillas del Señor. En este texto de Lucas los diez leprosos son curados pero solo uno vuelve para agradecer al Señor todo lo recibido. 1. Solamente el que volvió para agradecer fue plenamente curado. Los demás al no descubrir que estaban plenamente curados y que no expresaron agradeciendo al que habia hecho tan gran milagro, probablemente vivieron toda su vida como leprosos porque no descubrieron que estaban curados. 2. Jesús por su delicadeza de corazón es muy sensible a la respuesta de su Amor derrochado. Las ingratitudes y gratitudes no le pasan desapercibidas. 3. Es curioso que el que vuelve para agradecer era un samaritano los aparentemente menos religiosos y perfectos... Quizas solo los rematadamente pobres saben agradecer. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Meditar el Evangelio con tres puntos. 10-11-21

Lc 17,11-19 El evangelio es siempre agradecer por todo lo recibido. La Virgen canta agradedecida las maravillas del Señor. En este texto de Lucas los diez leprosos son curados pero solo uno vuelve para agradecer al Señor todo lo recibido. 1. Solamente el que volvió para agradecer fue plenamente curado. Los demás al no descubrir que estaban plenamente curados y que no expresaron agradeciendo al que habia hecho tan gran milagro, probablemente vivieron toda su vida como leprosos porque no descubrieron que estaban curados. 2. Jesús por su delicadeza de corazón es muy sensible a la respuesta de su Amor derrochado. Las ingratitudes y gratitudes no le pasan desapercibidas. 3. Es curioso que el que vuelve para agradecer era un samaritano los aparentemente menos religiosos y perfectos... Quizas solo los rematadamente pobres saben agradecer. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

PARA MEDITAR HOY MIERCOLES.- _*

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre SPARA MEDITAR HOY MIERCOLES.-amaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.» Palabra del Señor Este pasaje evangélico podía ser no más que un relato de curación pero del evangelista Lucas hace de este texto un himno a la fe: solo uno se da cuenta que la fe comienza cuando un hombre se echa a los pies de Jesús para glorificar a Dios. Este relato podía ser una hermosa exhortación a saber dar gracias a Dios por los beneficios que recibimos, pero sólo uno de entre los diez se vuelve para darle gracias a Jesús. Pero el escándalo de este pasaje evangélico radica precisamente en que Jesús alaba a un samaritano, doblemente excluido de la sociedad y religión judía por ser leproso y además samaritano, porque acude a Él para bendecir a Dios. En adelante, el verdadero encuentro entre el hombre y Dios no se dará en ningún templo ni monte sino en la persona de Jesús. A Él es a quien hay que seguir en adelante, en la vida y en la muerte. En medio de tantas normas, costumbres, folklores y ritos ¿seremos capaces de comprender que la fe cristiana consiste SÓLO en seguir a Jesús? Si es así, no te canses de vivir bajo el signo de la gratuidad y de la acción de gracias. *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

martes, 9 de noviembre de 2021

PARA MEDITAR HOY MARTES.- En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa" ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú" ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."» Palabra del Señor Una vez más este Evangelio subraya la gratuidad del servicio: el único título de gloria de los discípulos consiste en ser los servidores de la gracia. Así debe de ser el creyente, un tipo original que se deja modelar por Dios, con quien se encuentra, como se suele decir "a sus anchas". Todo lo que hace, sabe que es gracia de Dios. Sabe que después de hacer todo lo que uno tiene que hacer, reconoce su "inutilidad" es decir, es consciente que el amor nunca dice basta. El discípulo es el que se atreve cada día a inventar la caridad y descubrir que el amor está siempre por delante, que por mucho que hagamos siempre, siempre, estaremos en deuda con el que es el Dios del Amor y de la Vida: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer." ¿Tu sirves, trabajas, vives tu vida desde esta gratuidad e inutilidad? *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

Meditar el Evangelio con tres puntos. 08-11-21

Lc 17,1-6 La mayor expresión del amor es el perdón. Dime lo que amas y te dire lo que perdonas, dime lo que perdonas y te diré lo que amas. 1. La pregunta de cuantas veces tenemos que perdonar estaba en el sentir del mundo judío... No es suficiente ya con el ojo por ojo y diente por diente... Puede exigirse aún más. 2. El perdonar hasta setenta veces siete, es decir siempre...como Jesús incondicionalmente es el mismo corazón del evangelio que es la misma vida y coherencia de Cristo. 3. La clave es vivir de fe. Sin una vida de fe no podemos llegar más al allá de lo que dicta nuestra razón humana siempre tan llena de contradicciones. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

domingo, 7 de noviembre de 2021

PARA MEDITAR HOY DOMINGO.- En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.» Palabra del Señor Hoy Jesús se fija en un detalle. Pequeño, desde luego, casi imperceptible gesto de una mujer que, discretamente, depositó un par de moneda en el cepillo del templo. No hacen ruido al caer. Y la pobre mujer se retira, en silencio, por donde vino. Diríase que nadie se ha dado cuenta de su acción. Pero Jesús está atento. Mientras la gente está medio distraída con el ruido que produce en los cepillo las pesadas moneda de los ricos, Jesús parece no darse ni cuenta. Pero cuando todo está en calma, y el grupo que le rodea, a falta de otros estímulos, tiene puesta toda su atención en sus palabras, Jesús no deja de percibir el detalle de aquella mujer que, a poner sus dos moneda silenciosa en el cepillo del templo, está dejando allí, como ofrenda al Señor, todo cuanto tenía para vivir. “Esta pobre viuda -subraya Jesús-, ha echado en el cepillo más que nadie“. No dice qué tenga más mérito que nadie -¡y lo tiene!-, y que sea mayor su originalidad o más bello su gesto. Jesús es muy claro: “Ha echado más que nadie”. Es que la contabilidad de Dios no se guía por nuestro sistema de pesas y medidas, para Él un gramo de amor pesa más, mucho más que una tonelada de piedras preciosas. Mientras el resto echa de lo que les sobra de lo que no necesita, esta pobre viuda echa todo lo que tenía, lo mismo que la viuda de Sarepta, para vivir. Es como si nos dijera el Señor: “Puede que no te sientas capaz de hacer grandes obras por Dios. No te preocupes. Él no busca tus cosas, sino a ti. Toma, pues, tu corazón, ponlo en cada uno de tus pequeñas obras, y los pequeños detalles de tu pequeña vida, y ofréceselo. Vale poco, lo sé. Como poco valen un pedazo de pan y una copa de vino, pobres frutos del esfuerzo humano. Pero tú verás -si los ofreces- lo que hace Dios con ellos. Tú verás, si te ofreces, lo que Dios es capaz de hacer contigo”. ¡Feliz Domingo! ¡Feliz día de la Iglesia diocesana! La iglesia cercana a nuestras casas que necesita de nuestra ayuda y de nuestra oración. *_Rvdo. D. Manuel Blanco_*

Meditar el Evangelio con tres puntos. 07-11-21. DOMINGO XXXII.

Mc 12,38.44 Jesús siempre pone las cosas en su sitio. El cristianismo es y será siempre la religión del Amor, del Corazón bueno, de crecer por dentro para servir por fuera. El peligro del hombre que se cree religioso es quedarse en la exterioridad, en atosigar el corazón con preceptos muy secundarios y olvidar lo esencial, la caridad, que es como ama Dios con un corazón humano, el de Cristo. 1. Aquella viuda pobre nos sitúa como Jesús contemplativo del Padre y del corazón humano no se queda en la apariencia, sino en el Amor que da lo que tiene, hasta darse a sí mismo. 2. Son muchos los que creen que el valor de una vida consiste en dar de lo que nos sobra y no nos cuesta. El Señor mira el corazón de aquella mujer que se da hasta quedarse sin nada por el Amor al Señor y al prójimo. Cumple con los preceptos del piadoso israelita de amar a Dios sobre todas las cosas. 3. La conclusión siempre será lo que decía la Madre teresa de Calcuta, dar hasta que te duela. Vivir dándose. Amar hasta el final. Como nos enseña Cristo con su vida y su Palabra + Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo Primado de España

sábado, 6 de noviembre de 2021

32ª semana del tiempo ordinario. Domingo B: Mc 12, 38-44

Jesús estaba con sus discípulos en el templo de Jerusalén. Eran los días anteriores a su pasión y muerte y quería recalcar algunas enseñanzas que muchas veces les había dado en aquellos años. Una muy importante era el que no fuesen como los fariseos, que aparentaban por fuera lo que no eran por dentro. Querían aparentar muy religiosos; pero la verdadera religión es el trato íntimo con Dios desde el corazón. Parecido a los fariseos eran los escribas o letrados. Algunos eran del grupo de los fariseos y eran quienes entendían más de la Escritura y debían enseñarla al pueblo. Ahora Jesús una vez más les dice a los apóstoles que tengan cuidado para no parecerse a los letrados, pues les gusta que les alaben, buscan los primeros puestos; pero hacen algo desagradable a Dios, pues se aprovechan del poco dinero de las viudas con motivo de largos rezos. Jesús habla de las viudas, como podría hablar de los pobres y desamparados, pues eran las más desamparadas de todos. En aquel tiempo no había seguridades sociales y sí mucha injusticia; y las viudas que no tenían ya amparo de ningún varón, estaban desamparadas. Pero las había agradables a Dios. Jesús quiere dar la lección de una manera práctica. Y para eso van donde están las vasijas o cajas donde la gente deposita sus limosnas para el templo. La gente va dejando el dinero y algunos ricos dejan bastante. Pero llega una pobre viuda y deja dos moneditas. Seguro que sonarían mucho menos que las grandes monedas de los ricos; pero resonaron fuertemente en el corazón de Jesús. Y les da la lección a los apóstoles: “esta pobre viuda es la que más ha echado”. Dios no juzga como nosotros por los hechos externos. Dios conoce el fondo de nuestro corazón. Por eso suele pasar que algunos actos externos de religión, hechos al parecer con mucha perfección, no valgan para Dios, si esa persona busca sólo recibir honores y premios terrenos. Eso es cierto, como otras veces lo enseña Jesús. Hoy aquí les da a los apóstoles otra razón de porqué agrada a Dios esa limosna de la viuda: “Porque los demás han dado de lo que les sobra, pero la viuda ha dado lo que necesitaba para vivir”. Dar lo que se necesita para vivir es como dar la vida. Y esto es amor. A ella se le pueden aplicar las palabras de Jesús: “El que entrega su propia vida por el Evangelio, la salvará”. Este es el verdadero culto: la entrega de nuestro corazón, de la vida al Señor. En la primera lectura de hoy se nos da otro ejemplo de una viuda. El profeta Elías estaba huyendo de las amenazas del rey y llegó a Sarepta en tiempos de mucha hambre y sed; pero encontró a una viuda que recogía un poco de leña para hacer el último pan. Le pidió un vaso de agua y un pan. Porque le hablaba de Dios, la viuda se lo dio al profeta, aun quedándose sin nada. Dios se lo premió con creces. Pero hacemos una reflexión. Dios no le llenó hasta arriba la vasija de aceite, sino que la fue conservando según las necesidades. Si nosotros le damos al Señor nuestra vida, El la irá conservando, quizá no haciendo cosas espectaculares, sino en la vida ordinaria. Aquella viuda del evangelio no podía dar gracias a Dios por las riquezas, pero lo que tenía lo consideraba un don de Dios y se ponía en sus manos con fe y confianza. No se necesitan grandes cosas en lo humano para agradar a Dios, si no tenemos grandes cosas. Por eso es más fácil servir a Dios en la pobreza que en la riqueza. Es bueno recordar a la Virgen María. No conocemos que hiciera grandes cosas externas, como a veces conocemos en la vida de algunos santos. Pero es la más santa de todos, porque supo entregar constantemente su vida al Señor. Lo especial fue su amor. Alguno puede decir que quizá la donación de aquella viuda sirvió para vanidades externas de algún jefe del templo. Lo cierto es que Dios ve que ella lo da para la honra de Dios, para que otros le alaben. Si luego alguno desbarata ese dinero, mayor juicio condenatorio tendrá. Hoy es día para pensar si nosotros damos a Dios no sólo bienes externos, sino tiempo y disponibilidad para la mayor gloria de Dios. texto, Prebitero D. SILVERIO

Domingo de la Semana 32ª del Tiempo Ordinario. Ciclo B «Esa pobre viuda ha echado más que nadie»

Lectura del primer libro de los Reyes (17, 10-16): La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.» Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.» Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra.”» Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías. Salmo 145,7.8-9a.9bc-10: Alaba, alma mía, al Señor. R./ Él mantiene su fidelidad perpetuamente, // hace justicia a los oprimidos, // da pan a los hambrientos. // El Señor liberta a los cautivos. R./ El Señor abre los ojos al ciego, // el Señor endereza a los que ya se doblan, // el Señor ama a los jus-tos, // el Señor guarda a los peregrinos. R./ Sustenta al huérfano y a la viuda // y trastorna el camino de los malvados. // El Señor reina eterna-mente, // tu Dios, Sión, de edad en edad. R./ Lectura de la carta a los Hebreos (9, 24-28): Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los peca-dos de todos. Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico, sino en el mismo cie-lo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario to-dos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pe-cado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (12, 38-44): Esa pobre viuda ha echado más que na-die. En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de lar-gos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípu-los, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»  Pautas para la reflexión personal  El vínculo entre las lecturas Una actitud de generosidad disponible y confianza en el Señor; es lo que nos transmiten los textos de es-te Domingo. Generosidad es la actitud de la viuda de Sarepta , que no duda en dar una hogaza a Elías a costa de su propio último sustento (Primera Lectura). Ésta es también la actitud de la viuda, observada únicamente por Jesús, que deposita todo lo que tenía en el arca del Tesoro del Templo por más que fuera para muchos una insignificancia (Evangelio). Finalmen-te es la misma actitud de Jesús que se entrega hasta la muerte, de una vez para siempre, como víctima de Salvación y Reconciliación por todos (Segunda Lectura).  La generosa viuda de Sarepta En las lecturas de este Domingo, dos mujeres juegan un papel predominante y positivo. Además se trata de mujeres viudas, con toda la precariedad que eso traía ya en los tiempos remotos del profeta Elías (siglo IX a. C.) y en los de Jesús. No pocas veces la viudez iba unida a la pobreza, e incluso a la mendicidad. Sin embargo, los textos sagrados no presentan estas dos buenas viudas como ejemplo de pobreza (eso se so-breentiende), sino como ejemplo de generosidad. En los tres años de sequedad que cayó sobre toda la re-gión, a la viuda de Sarepta, que no era judía sino pagana, le quedaban unos granos de harina y unas gotas de aceite, para hacer una hogaza con que alimentarse ella y su hijo. En esta situación, ya humanamente dramática, Elías le pide algo inexplicable y hasta heroico: que le dé esa hogaza que estaba a punto de meter en el horno. La mujer accede. Ese es el don de la generosidad que Dios concede a los que poco o nada tienen. No piensa en su suerte en primer lugar; sino piensa sólo en obedecer la voz de Dios que la bendecirá por medio del profeta Elías: ni la tinaja de harina se vaciará, ni la alcuza de aceite se agotará hasta que pase la sequía. Además Elías reavivará a su hijo que, cayendo enfermo, morirá (ver 17,12ss). La viuda entonces exclama-rá: «Ahora sí que he conocido bien que eres un hombre de Dios, y que es verdad en tu boca la palabra de Yahveh» (17,24). Es interesante destacar que lo que está en juego en este milagro es la supremacía entre el Dios de Israel y Baal (dios fenicio de las cosechas y la fertilidad, de ámbito agrícola). El milagro en cuestión es un anticipo de la victoria de Yahveh que da el trigo (harina) y el aceite, dones atribuidos a Baal, incluso en el territorio donde éste reina y entre sus propios "súbditos" (ver Os 2,10). Más tarde, Jesús alabará la actitud de esta viuda y se referirá a este episodio como ejemplo del rechazo de Is-rael a sus profetas y de la gracia universal de Dios, destinada también a los gentiles (ver Lc 4,25-26).  «Guardaos de los escribas…» En el tiempo de Jesús las personas que sabían leer y escribir eran pocas. En ese tiempo no existía el pa-pel ni la imprenta y el material de escritura era escaso y caro. Los pocos rollos de pergamino se guardaban en la sinagoga para ser usados en el servicio sinagogal. El pueblo senci¬llo tenía que registrar todo en la memo¬ria. Los escri¬bas eran los hombres doctos que sabían leer y escri¬bir. Ellos leían la Escritura y la inter-preta¬ban para el pue¬blo. Y por este poco de ciencia que poseían se hacían llamar de «maestro» y preten-dían los honores de los hombres. El evangelista San Mateo, en el lugar paralelo, agrega esta precisión sobre los escribas: «Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). De esta manera todo lo que hacen resulta vi-ciado por la vanagloria y la soberbia. La descripción que Jesús hace de los escribas es retomada de mane-ra aguda por San Francisco de Sales cuando nos previene contra la vanagloria: «Hay quienes, por un poco de ciencia, quieren ser honrados y respetados por todo el mundo y se comportan como si todos tuvieran que ir a su escuela y tenerlos por maestros: por esto es que se les llama pedan¬tes» (Introducción a la vida devota, parte III, cap. IV). ¡De estos hay que tener cuidado!  La viuda del Templo Jesús está sentado ante el arca del tesoro del Templo y observa cómo la gente echaba monedas. «Mu-chos ricos echa¬ban mucho». Lo hacían con ostentación para llamar la atención de la gente y aparentar ge-nerosidad, pero esto no impresionaba a Jesús. Hasta que llegó «una viuda pobre y echó dos monedillas, o sea una cuarta parte del as». San Marcos, que escribe en Roma, explica que se trata de un «cuadrante», la moneda romana más pequeña del tiempo. Vemos como Jesús en otra ocasión, acentuando el escaso valor de los pajarillos del cielo, pregunta: «¿No se venden dos pajarillos por un as?» (Mt 10,31). La viuda pobre echó el equivalente a medio pajari¬llo. La viuda del Templo siendo pobre y necesitada, no tenía ninguna obli-gación de dar limosna para el culto o para la acción social y benéfica que los sacerdotes realizaban en nombre de Dios con las ayudas recibidas. Si tuviese obligación, su acción aún sería generosa porque dio todo lo poco que tenía, todo su vivir. Pero su gesto brilla con luz nueva y esplendorosa, precisamente por-que se sitúa más allá de toda obligación, en el plano de la generosidad amorosa para con Dios. Y esto sí que desper¬tó el interés de Jesús, tanto que consi¬deró oportuno destacarla ante sus discí¬pulos: «Llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos». ¿Cómo puede decir eso? ¿Con qué criterio juzga? Jesús explica: es que los que han echado mucho (con-side¬rado matemáticamente) «han dado de lo que les sobra¬ba»; en cambio, la viuda «ha echado de lo que necesi¬taba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir». Jesús no juzga por las apariencias; Él juzga las intenciones y el corazón. Ante Dios hay una infinita diferencia entre dar «lo que sobra» y dar «todo lo que se tiene para vivir», aunque a los ojos de los hombres esta última cantidad sea insig¬nificante en compa-ración con la primera. La viuda ha hecho uno de esos actos concretos que expresan el amor a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda el alma y al prójimo como a sí mismo. En efecto, ¡ella dio «todo lo que tenía» sin reservarse nada para sí! Ella habría podido decir, como la Virgen María: «El Poderoso ha mirado la hu-mildad de su sierva» (Lc 1,48). En ella tiene actuación concreta la profunda enseñanza del Concilio Vati-cano II acerca de la condición del hombre: «El hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» (Gaudium et spes, 24).  La fuente de toda generosidad La generosidad de las dos viudas mana de la generosidad misma de Dios, que se nos revela de manera plena en Cristo Jesús. Generosidad de Jesús que se ofrece de una vez para siempre en sacrificio para la Reconciliación de toda la humanidad; nada ni nadie queda excluido de tal generosidad. Generosidad de Jesús que, como Sumo Sacerdote, entra glorioso en los cielos para continuar desde allí su obra sacerdotal en favor nuestro: continúa en el cielo su intercesión generosa y eterna por cada uno de los hombres. En este último párrafo de esta parte de la carta a los Hebreos se expone el sentido último de la generosa acción de Cristo, su paso a la vida de Dios. El camino recorrido por Cristo, su sacrificio, no le lleva a un san-tuario terreno en el que Dios pueda habitar, sino al mismo Cielo, que designa la realidad misma de Dios, su propio rostro. Cristo está ante ese rostro y se manifiesta constantemente en favor nuestro. El ingreso en la Vida Eterna es la obtención de una relación íntima con Dios, el ser asumido en la unidad de Dios mismo. De esta manera ha sido conseguida la meta última de todo sacerdocio y de todo sacrificio. Por lo mismo ya no tiene necesidad ni de ofrecerse Él mismo de nuevo, ni menos de ofrecer "otros" sacrificios. Su sacrificio no se repite. Con su sacrificio, único, de una vez por todas, llega el final de los tiempos, la abolición absoluta del pe-cado reconciliándonos de manera absoluta y definitiva. La muerte es el suceso definitivo en los hombres, y así también el sacrificio reconciliador de Jesucristo, su muerte, ya no se reitera nunca más. Por esta muerte él elimina, destruye la condición pecadora del hombre. Ésta queda sanada radicalmente, perfecta y definiti-vamente salvada. Cuando aparezca de nuevo no será ya para reiterar su ofrenda, ni será para condena-ción, sino para la salvación de los que asiduamente le esperan.  Una palabra del Santo Padre: «La limosna —explicó el Papa Francisco— ha sido siempre, en la tradición de la Biblia, tanto en el anti-guo como en el nuevo Testamento, una piedra de semejanza con la justicia. Un hombre justo, una mujer justa está siempre relacionada con la limosna»: porque con la limosna se comparte lo propio con los de-más, se dona lo que cada uno «tiene dentro». Vuelve así el tema de la apariencia y de la verdad interior. Los fariseos de los que habla Jesús «se creían buenos porque hacían todo lo que la ley mandaba hacer». Pero la ley «por sí sola no salva». La ley salva «cuando te conduce a la fuente de salvación, cuando prepara tu corazón para recibir la verdadera salvación que viene de la fe». Es el mismo concepto, aclaró el Papa, que emerge de la primera lectura de la liturgia, tomada de la carta en la que Pablo discute con los Gálatas (5, 1-6) porque ellos, «muy apegados a la ley, tuvieron miedo de la fe y volvieron a las prescripciones de la ley» respecto a la circuncisión. Palabras que se adaptan bien in-cluso a nuestra realidad cotidiana, porque la fe, destacó el obispo de Roma, «no es sólo recitar el Credo: todos nosotros creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, en la vida eterna...». Pero si nuestra fe es «inmóvil» y «no activa», entonces «no sirve». Lo que vale en Cristo Jesús es, por lo tanto, «la fe que llega a ser activa en la caridad». He aquí, enton-ces, que se vuelve al tema de la limosna. Una limosna entendida «en el sentido más amplio de la palabra», o sea «distanciarse de la dictadura del dinero, de la idolatría del dinero» porque «toda codicia nos aleja de Jesucristo». Por ello, explicó el Papa, en toda la Biblia se «habla mucho de limosna, tanto de la pequeña de cada día» como de «la más significativa». Es necesario, sin embargo, estar atentos a dos cosas: no debemos «hacer sonar la trompeta cuando se da limosna» y no debemos limitarnos a dar lo superfluo. Es necesario, dijo el Papa Francisco, «despojarse» y no dar «sólo aquello que sobra». Hay que hacer como aquella ancianita «que dio todo lo que tenía para vivir». Quien da limosna y hace «sonar la trompeta» para que todos lo sepan, «no es cristiano». Esto, reafirmó el Pontífice, es un obrar «farisaico, es hipócrita». Y para hacer comprender mejor el concepto, el Papa con-tó lo que una vez le sucedió al padre Pedro Arrupe, prepósito general de la Compañía de Jesús de 1965 a 1983. En el período en el que «era misionero en Japón», durante un viaje en búsqueda de donativos para su misión, recibió la invitación de una señora importante que quería dar un donativo. La mujer no lo recibió en privado, sino que quiso entregar el sobre ante los «periodistas que tomaban la foto». Lo que hacía era «sonar la trompeta». El padre Arrupe, recordó el Pontífice, contó que había «sufrido una gran humillación» y que la soportó sólo por el bien de los «pobres de Japón, para la misión». Al volver a casa, abrió el sobre y descubrió que «había diez dólares». Si el corazón no cambia, comentó el Papa Francisco, la apariencia no cuenta nada. Y concluyó de este modo su homilía: «Hoy nos hará bien pensar cómo es mi fe, cómo es mi vida cristiana: ¿es una vida cristiana de cosmética, de apariencia o es una vida cristiana con la fe activa en la caridad?». Cada uno podrá, «delante de Dios», hacer su examen de conciencia. Y «nos hará bien hacerlo». Papa Francisco. Misa matutina en Domus Santae Marthae. Martes 14 de octubre de 2014  Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana. 1. Cuando la generosidad no sólo afecta al bolsillo, sino también al corazón, es más auténtica. Por eso, quien da poco, pero es todo lo que puede dar, y lo da con toda el alma, ése es generoso, y su gene-rosidad a los ojos de Dios vale igual de la del rico que se ha desprendido de millones de dólares. No está mal que nos examinemos y preguntemos: ¿Estoy dando todo lo que puedo? ¿Estoy dando todo lo que el Espíritu Santo me pide que dé? ¿Estoy dando como debo dar: desprendida y generosamen-te? 2. La enseñanza de Jesús nos ordena hacer nuestras buenas obras con absoluto secreto, procurando que nadie lo sepa, y para inculcar esto usa una comparación muy elocuente: «Que no sepa tu mano iz¬quierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). ¿Vivo esta actitud? 3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 1931 - 1932. 2544 - 2547. texto facilitado D.JUAN RAMON PULIDO, presidente diocesano de ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA, TOLEDO

Lc 16,9-15 Jesús sigue sembrando con su vida, con su coherencia, con sus palabras una doctrina que es vida y una vida que se hace doctrina.

1. El gran subrayado es que no se puede servir a Dios y al dinero. Donde está nuestro tesoro, o Dios o el dinero, alli reposa y descansa nuestro corazón. Quien descansa y se alegra solo en su cuenta corriente verá su corazón alejarse a pasos agigantados del Señor. 2. Es verdad que tenemos que ser fieles en lo pequeño para que seamos de fiar también en lo grande. No dejemos nunca de ser fiel en todo lo que el Señor nos encomienda. 3. En el fondo la unidad del Corazón es centrar nuestra vida en el Amor de los amores y todo lo demás se nos dará por añadidura. Buscar solo la añadidura no asegura que poseamos el Reino de Dios y su justicia. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

Meditar el Evangelio con tres puntos. 06-11-21 *Mártires del siglo XX en España

* Lc 16,9-15 Jesús sigue sembrando con su vida, con su coherencia, con sus palabras una doctrina que es vida y una vida que se hace doctrina. 1. El gran subrayado es que no se puede servir a Dios y al dinero. Donde está nuestro tesoro, o Dios o el dinero, alli reposa y descansa nuestro corazón. Quien descansa y se alegra solo en su cuenta corriente verá su corazón alejarse a pasos agigantados del Señor. 2. Es verdad que tenemos que ser fieles en lo pequeño para que seamos de fiar también en lo grande. No dejemos nunca de ser fiel en todo lo que el Señor nos encomienda. 3. En el fondo la unidad del Corazón es centrar nuestra vida en el Amor de los amores y todo lo demás se nos dará por añadidura. Buscar solo la añadidura no asegura que poseamos el Reino de Dios y su justicia. +Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo. Primado de España

jueves, 4 de noviembre de 2021

*LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO* Jueves, 4 de Noviembre de 2021

Los dones del Espíritu Santo están tomados del texto de *(Isaías 11, 2)*, donde habla del Mesías, y dice que *“reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh”.* Como en el versículo 3 se repite el temor, algunas traducciones colocan _“piedad”,_ y así tenemos los famosos siete dones. Son los dones que han estado en plenitud en Jesús, porque Él tenía *“el Espíritu sin medida”* (Juan 3, 34). Y son los dones que el Espíritu Santo derrama también en cada uno de nosotros para impulsarnos a vivir de una manera diferente. Con estos dones, el Espíritu Santo nos sostiene y nos empuja para que podamos practicar con más agilidad las virtudes cristianas y para que lleguemos a la plenitud de la santidad. Pidámosle al Espíritu Santo que desarrolle cada vez más esos dones en nuestra vida, de manera que podamos parecernos cada vez más a Jesús, para que se nos haga espontáneo actuar como Jesús actuaba. Que así sea. En los próximos días reflexionaremos sobre cada uno de estos dones. .